Vol. 1 Núm. 31 (EXTRA) (2023): De la composición a la edición.
El tránsito entre globalizaciones se ha vivido en el campo de la arquitectura de manera inconsciente, aleatoria y recogida por una multiplicidad de respuestas insuficientes y parciales, en un proceso complejo mediado por la obligada incorporación a redes contributivas y productivas. Diríamos que, sin apenas sentirlo, la arquitectura contemporánea ha estado sometida a un proceso de edición continuada por agentes externos que le han dictado, seductoramente, su inexcusable adaptación a sus lenguajes, a sus presentaciones, valores y procedimientos. En su tour de force, con estos requerimientos externos que perseguían insertarlas en un interior aún más potente y envolvente que el suyo propio, la arquitectura ha mutado en un cuerpo, recorrido por múltiples prácticas, que nunca es capaz de mostrar sino un holograma de su apariencia, en el que queda incorporada la memoria -o al menos las huellas- de sus naturalezas históricas.
La convocatoria que hemos titulado “de la composición a la edición”, acota un espacio de aportaciones que está indefinido en sus propios límites, a poco que indaguemos sobre la realidad de ambos. Digamos que podríamos recorrer ese espacio de convocatoria de la mano de un término u otro, para asistir a sus sucesivas transformaciones; así, composición como concepto de orden y poder, de jerarquía y sistema, habría sido deconstruido por una práctica compleja llena de singularidades y ensayos, que aportan el primer rastro de una inconsciente mutación y, desde el otro extremo -si de verdad lo es-, habríamos convergido sobre las consideraciones de fluidificación de las categorías precedentes: orden, sistema, jerarquía…, para insertar el cuerpo monstruoso de lo arquitectónico en un simbionte como producción propia de una postproducción que lo plasme en el soporte contemporáneo de la materialidad comunicativa.
Somos conscientes de que la llamada a este número monográfico de Astrágalo está dirigida a aportaciones que actúen reflexivamente sobre esta complejidad creciente, de la que hoy es imposible implementar una entidad característica, pero cuyo estado anima a un debate abierto y atento a otras posiciones, en el que puedan adivinarse encrucijadas como resultado de la confluencia de los caminos abiertos por una investigación seducida por el propio objeto que es incapaz de conformar. Ello animaría, al menos, a una incipiente topología de lo cotidiano en la que poder vislumbrar caminos de vuelta.