Las siguientes reflexiones derivan de una experiencia de 23 años enseñando filosofía en dos ciudades del norte del Perú. Son también una respuesta a los prejuicios comunes, mayores en el precario contexto de esta parte del planeta, que ven en ella la inutilidad, el debate estéril y la especialización a espaldas de lo real. La genuina filosofía es el ejercicio de una pasión por el mundo y de una búsqueda interminable que, consciente de la finitud humana, necesita de las diferencias y alienta, por ello, la conversación, la convivencia y el cuidado de los espacios en que se encuentran todas las miradas.