Este trabajo afronta la deriva escéptica de la estética reciente, que ha cuestionado muchas verdades asumidas por la estética moderna, en especial las que hicieron prevalecer el arte sobre el no-arte. La estructura de poder así generada y ahora descubierta se aborda aquí desde el enfoque de las injusticias epistémicas de Fricker, relacionándolas con la conocida como estética de lo cotidiano al haber sido éste desprovisto tradicionalmente de su capacidad hermenéutica y testimonial por no responder al patrón artístico dominante. Lo cotidiano aparece entonces como correctivo a las injusticias cometidas por la estética moderna al elevar el arte a dogma de fe.