Los relatos sobre el origen del mal y la muerte provienen del neolítico y se reelaboran en occidente en el calcolítico. En occidente se vincula el origen del mal a una acción humana posterior a la creación, el pecado original. En oriente se vincula a la emanación de la divinidad hacia el exterior, y es anterior o simultáneo al despliegue del cosmos en la pluralidad espaciotemporal.
La visión oriental explica mejor el alcance trascendental del mal originario y la aparición de la muerte como fenómeno universal. Se sugiere una síntesis de ambas visiones mediante una articulación del sentido literal y moral de los relatos sagrados con su sentido alegórico y místico.