Resumen
En 1788, Felipe Díaz de Ortega, primer gobernador intendente de Durango tras la Ordenanza de 1786, escribió un informe al virrey de Nueva España, don Manuel Antonio Flórez, en el que, además de alertar del lamentable estado de la circunscripción que gobernaba, proponía los arbitrios necesarios para su remedio: el despliegue de una tupida red de subdelegaciones; rectorías indígenas; curatos y misiones; y la creación de nuevas poblaciones. Pretendía afianzar el control de un territorio del tamaño de Gran Bretaña y la multitud de gentes de todo signo que vagaban por él. A través de dicho informe se pueden constatar los problemas sociales que aquejaban a Nueva Vizcaya, como el abigeato y la infidencia; vislumbrar algunos hitos experimentados por la gobernación durante la centuria; y analizar la panoplia de viejas y nuevas soluciones presentadas.