Resumen
En Cajamarca, entre 1678 y 1688, un escribano, cuyo nombre aparece registrado en los padrones de indios del pueblo, redactó más de trescientos testamentos de habitantes indígenas. El estudio minucioso del único legajo correspondiente a su actividad, conservado en el Archivo Departamental de la ciudad, permite reconstituir el papel social y político del encargado de registrar y guardar la “voz del pueblo”. Además, invita a cuestionar el carácter excepcional de este corpus documental, en el contexto histórico de la mutación de Cajamarca, que, de pueblo de indios instituido por los españoles a mediados del siglo XVI, deviene, durante el siglo XVII y mediante un complejo proceso, en villa mestiza.