Resumen
En las primeras décadas del siglo XX, la conformación del espacio público lectoral en Chile, movió a la dirigencia de laicos y religiosos católicos a poner en marcha no sólo iniciativas de producción de impresos capaces de rivalizar con los emanados en ámbitos comunicacionales hostiles –tanto de la propia fe, la cultura y la política-, sino, a la vez, a señalar qué, cuánto y cómo debía ser leído por la población, en especial, de la creyente. Con esto, se pretendió dar una especie de complemento de cierre a la estrategia comunicacional de la Buena Prensa, en tanto orientación autorizada del modo cómo los partidarios de la recta fe debían hacer frente a las novedades y amenazas de la época moderna. A base de la consulta de diversas intervenciones escritas de personeros civiles y eclesiásticos de la época, este artículo procura fijar algunos de los tópicos más resaltantes de la citada forma de precaver y dirigir el régimen de lectura considerado adecuado y moral a la conciencia cristiana.