Resumen
A lo largo de la historia, la intención de establecer relaciones entre dos territorios comenzaba con una avanzadilla diplomática, en la que una delegación de emisarios presentaba a su señor a los ojos del rey extranjero. Esta misión no sólo portaba despachos del monarca sino una serie de regalos que, a la vez que servían de presentación, abrumaran con su poder al soberano visitado. En el último cuarto del siglo XVI, Felipe II vio en el vasto e ignoto reino de China nuevas posibilidades, tanto comerciales como evangélicas, y propuso establecer relaciones diplomáticas con el emperador Wanli. Este es el caso que nos ocupa, la embajada que se planteó para entablar contactos entre Felipe II y el emperador de China, y los presentes que el rey Prudente mandaba al monarca oriental, como imagen de la monarquía hispánica.