Resumen
Las relaciones Iglesia–Monarquía han sido a menudo conflictivas, especialmente en los momentos en que se daba una difícil delimitación de sus jurisdicciones. En 1585 llegó el virrey marqués de Villamanrique a Nueva España, donde hubo de lidiar una guerra de autoridad con el arzobispo-virrey interino, Moya de Contreras. El ceremonial se reveló como un arma sutil pero eficaz, pues enconó la situación hasta el punto de influir en la severísima sentencia que recibió el virrey al finalizar su mandato.
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