Estado Liberal, migraciones, foralismo y nacionalismo en la crisis de la España constitucional de 1876. De "El Intruso", de Vicente Blasco Ibáñez, a "Verdes valles, colinas rojas", de Ramiro Pinilla
Liberal State, migrations, foralism and nationalism in constitutional Spain of 1876. From 'El intruso', by Vicente Blasco Ibañez, to 'Verdes valles, colinas rojas', by Ramiro Pinilla
DOI:
https://doi.org/10.12795/araucaria.2025.i59.23Schlagworte:
Estado de Derecho, migraciones, foralismo, nacionalismo., Rule of law, migrations, foralism, nationalismAbstract
Desde la fundación de la España constitucional de 1876, y mientras las
migraciones se dirigían a la Vizcaya industrial, el antiguo foralismo de los
conflictos civiles mutó hacia una perspectiva nacionalista, en contra de los procesos
migratorios, pero también en contra del modelo español de Estado de Derecho.
Algunos de los mejores escritores españoles, como Vicente Blasco Ibáñez y Ramiro
Pinilla, analizaron estos hechos en El intruso y Verdes valles, colinas rojas.
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Este artículo se ha realizado dentro del proyecto de investigación PID2022-142048NB-IOO
Ciudadanía global, derechos humanos y reto demográfico: la definición de una estrategia contra la
despoblación en la España rural, financiado por la Agencia Estatal de Investigación-Ministerio de
Ciencia, Innovación y Universidades.
Enrique San Miguel Pérez es doctor en Historia por la Universidad de Cantabria y doctor en
Derecho por la Universidad Rey Juan Carlos, y ejerce como catedrático de Historia del Derecho y
de las Instituciones en la Universidad Rey Juan Carlos. Información sobre su obra puede encontrarse
aquí: https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=230841
Blasco Ibáñez, Vicente: El intruso. Madrid. 1999, pp. 55 y 61.
De Aguirre y Lecube, José Antonio: De Guernica a Nueva York pasando por Berlín. Saint-Jean de
Luz. 1976, p. 14. Cfr. Corcuera Atienza, Javier: Orígenes, ideología y organización del nacionalismo
vasco 1876-1904. Madrid. 1980, pp. 43 y ss., y Nairn, Tom: Los nuevos nacionalismos en Europa. La
desintegración de la Gran Bretaña. Barcelona. 1980, pp. 57 y ss.
San Miguel Pérez, Enrique: Estrellas errantes. Derecho, Estado y Migraciones en la Literatura
y el Cine. Madrid. 2025, pp. 13 y ss. Vid. igualmente Houellebecq, Michel: El mapa y el territorio.
Barcelona. 2011, pp. 45 y ss.
Unamuno, Miguel de: Paz en la guerra. Madrid. 1980, pp. 56-57: “Dormíase Ignacio soñando
con Pelayo y su cruz en las cimas de Idubeda, con el Cid, Fernando el Santo, Alfonso el de las
Navas… Al grito mágico de ¡Dios y Patria!, el Rey regeneraría a España; brotarían hospitales,
hospicios, conventos, escritores, artistas. Folletistas había que querían retrogradar más allá de Felipe
II, debelador de los fueros de Aragón, y más allá aún de Carlos I, verdugo de las Comunidades de
Castilla. Aseguraban que en España no había quedado después de la Gorda más que un trono y un
pueblo, y que éste sentaría en aquél a don Carlos…”. Vid. también Pérez Galdós, Benito: Episodios
Nacionales 21. Tercera serie. Zumalacárregui. Madrid. 2008, pp. 199-200: “…ya desde los comienzos
de la guerra dominaba en el vecindario de la capital de Vizcaya la opinión liberal, como contrafuerte
de la opinión carlista, dominante con absoluto imperio en los campos… Al ardiente arrojo, a la
terquedad ciega de los unos, respondían los otros con iguales o mayores demostraciones de constancia
y bravura… Da dolor ver tanta energía empleada en la guerra de hermanos. Y cuando la raza no se ha
extinguido peleando consigo misma es porque no puede extinguirse”.
Blasco Ibáñez, Vicente: El intruso…, pp. 104-105: “…Los gobiernos, apenas surgía el más
insignificante motín, abominaban de la libertad, como si fuese un fardo abrumador…”.
Araquistáin, Luis: España ante la idea sociológica del Estado. París. 1953, p. 54: “…contrarios a
la evolución política del mundo, que va creando, por ley biológica de la historia, nacionalidades cada
vez mayores. Digo esto sin ningún prejuicio patriótico, con la objetividad de un naturalista, y eso debe
ser un historiador o un político de nuestra época, mirando la especie humana desde una perspectiva
de futuro, desde la altura de los tiempos. Hay, sin embargo, otra perspectiva que tampoco debemos
omitir, la perspectiva del pasado. El arcaísmo de los nacionalismos españoles es la contrapartida y la
réplica al arcaísmo del Estado español…”.
Blasco Ibáñez, Vicente: El intruso…, pp. 21-22 y 21: “…Como una resurrección de esta lucha
recordada por el doctor, sonaron de pronto varias cornetas en las alturas inmediatas al camino, tembló
la tierra con sorda trepidación y estallaron varias detonaciones entre nubes de polvo rojo y piedras
por el aire. Eran los barrenos de las minas, que se disparaban a una hora fija… Más allá de las minas
inmediatas sonaron nuevas detonaciones, y luego otras más lejos, estremeciéndose toda la cuenca
minera con un incesante cañoneo, como si tronasen baterías ocultas en todos los repliegues y cúspides
de los montes”.
Blasco Ibáñez, Vicente: La barraca. Madrid. 2005, p. 84: “… ¿por qué? Por la injusticia, porque
hay leyes para molestar a los trabajadores honrados…”.
Blasco Ibáñez, Vicente: El intruso…, pp. 28 y 34: “…Se asociaban los trabajadores, establecidos
en el país, creaban núcleos de resistencia, inspiraban cierto temor a los explotadores, logrando con
esto que sus penalidades fuesen menos duras. Pero aún faltaba la cohesión entre ellos… Los labriegos
convertidos en mineros eran el contrapeso inerte, incapaz de voluntad, que imposibilitaba la ascensión
de los que vivían en aquella tierra”.
Ibidem, pp. 130-131 y 132: “…la comparación eterna entre la propia miseria y la fortuna loca
y caprichosa que empuja a los otros, la convicción del fracaso, más vivo y doloroso ante las rápidas
elevaciones presenciadas todos los días…”.
Berger, John: Puerca tierra. Madrid. 2008, p. 234.
Pinilla, Ramiro: Verdes valles, colinas rojas. 1. La tierra convulsa. Barcelona. 2004, pp. 157 y
: “Los socialistas proclamamos la verdad científica de la lucha de clases. Hasta que nosotros no
lo revelamos, nadie sabía que componíamos una clase, nadie había dicho que en el mundo vivían dos
clases enfrentadas, la de los de arriba contra la de los de abajo… ¡Los socialistas proclamamos la
solidaridad de clase por encima de las demás solidaridades! ¿El nuevo hombre? Sí, habrá un nuevo
hombre, pero antes de la revolución, sino después. No será el nuevo hombre el que haga la revolución,
sino que la haremos nosotros, los hombres viejos, cargados de amores y de odios…”.
Casares, María: Residente privilegiada. Barcelona. 1981, p. 343.
Pinilla, Ramiro: Verdes valles, colinas rojas. 1. La tierra convulsa…, pp. 512-513.
Blasco Ibáñez, Vicente: Cañas y barro. Madrid. 2001, p. 31 y ss. Cfr. igualmente Musil, Robert: El hombre sin atributos. Vol. IV. Barcelona. 1984, p. 545.
Pinilla, Ramiro: Verdes valles, colinas rojas. 1. La tierra convulsa…, p. 635.
Palacio Valdés, Armando: La aldea perdida. Madrid. 1951, pp. 203-205.
Pinilla, Ramiro: Verdes valles, colinas rojas. 2. Los cuerpos desnudos. Barcelona. 2005, pp. 174-
y 277: “…Nuestro pueblo marcha por el buen camino. Hemos sabido reaccionar y, con la ayuda
de Dios, nos salvaremos. Es fuerte el enemigo e infinitas las trampas que nos tiende. Es un enemigo
que vive entre nosotros y la lucha contra él es diaria y a muerte. Pretende ocupar el poder…, ¡aquí,
en una tierra que no es la suya! … Pero las cosas empiezan a enderezarse, en todos los terrenos les
estamos dando en los morros… Nuestros obreros nacionalistas no son como sus obreros socialistas.
Nuestros obreros sienten su patria, los otros no tienen patria…”.
Pinilla, Ramiro: Verdes valles, colinas rojas. 3. Las cenizas del hierro. Barcelona. 2016, p. 15.
Pinilla, Ramiro: Verdes valles, colinas rojas. 2. Los cuerpos desnudos…, p. 292: “¿Para
qué necesitamos las palabras? Sin embargo, las palabras están ahí y, a veces, caemos en ellas y
pronunciamos ‘montes y verdes valles y hayedos y robledales y tierra de nuestros antepasados y
caseríos y labranza y ganado y viejas ermitas y rezos del ángelus y bertsolaris y Árbol de Guernica y
respeto a los padres y costumbres sanas y romerías y txistu y tamboril y pueblo de Dios y…”.
Ibidem, p. 469: “Lo que Flora vertió… no fue un anarquismo mal digerido, ni siquiera llegó
al anarquismo de los panfletos. No prometió la justicia social, ni la igualdad entre los hombres, ni
menos aún la Revolución, con mayúscula, la rebelión de los trabajadores contra el poder burgués hasta
sustituirlo por el poder obrero. Flora sí que habló de libertad, pero no de la libertad de las masas sino
del individuo… con el entusiasmo de quien, por fin, encuentra un movimiento hacia fuera (sic) de una
vida reducida a un grupito de cuatro personas viviendo una libertad hacia dentro (sic) en un medio
hostil que malamente les perdonaba el respirar…”.
Pinilla, Ramiro: Verdes valles, colinas rojas. 3. Las cenizas del hierro…, pp. 16 y 25: “…Ni
combatiendo el PNV codo con codo con falangistas, carlistas y moros concedería Franco a los vascos
el más corto autogobierno. En cambio, la Constitución republicana contemplaba un Estado con
regiones autónomas y, al producirse la rebelión militar, las Cortes ya disponían del texto casi definitivo
del Estatuto vasco… ‘Falto solidaridad con la clase obrera, con su lucha por la justicia social’, decía
yo. Y el, ‘¿Qué clase obrera?, la de España? ¿Por qué no la de todo el planeta Tierra? Euskadi tenía su clase obrera y hay que empezar por arreglar la casa de uno’.
…El boicot de la gran burguesía industrial vasca al esfuerzo de guerra del Gobierno vasco fue su
determinante aportación al fascismo…
De Aguirre y Lecube, José Antonio: De Guernica a Nueva York pasando por Berlín…, pp. 364-
: “Los grandes imperios atlánticos creyeron haber sofocado por la fuerza el clamor de los pueblos
e intentaron destruir las naciones bajo su yugo con métodos de brutal asimilación. La persecución de
la cultura indígena y la imposición de la exótica, el exilio o la ejecución de los patriotas y otros medios
parecidos fueron empleados constantemente por todos ellos. Pero los pueblos fueron venciendo a
pesar de todo. El siglo XIX registra la consagración de la independencia de los pueblos balcánicos, el
siglo XIX presencia la libertad de los centroeuropeos y la emancipación irlandesa. Existen aún otros
que, privados de libertad, esperan su hora. Entre ellos se encuentra nuestro pueblo, la Nación de los
vascos”.
Blasco Ibáñez, Vicente: El intruso…, p. 197.
García Lorca, Federico: Impresiones y paisajes. Edición de Rafael Lozano Miralles. Madrid.
, pp. 62 y ss.
Corcuera Atienza, Javier; García Herrera, Miguel Ángel: La constitucionalización de los
Derechos Históricos. Madrid. 2002, pp. 120-121.
Blasco Ibáñez, Vicente: El intruso…, p. 106.
Hermosa Andújar, Antonio: De la política a la tiranía. Salustio. Lucano. Tácito. Barcelona.
, p. 218.
Blasco Ibáñez, Vicente: El intruso…, p. 259.
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