Juan P. Bellón, Arturo Ruiz, Manuel Molinos, Carmen Rueda y Francisco Gómez (eds.), La Segunda Guerra Púnica en la Península Ibérica. Baecula, Arqueología de una batalla, Universidad de Jaén, 2015, 687, ISBN: 978-84-8439-914-8
http://dx.doi.org/10.12795/spal.2018i27.13
Es justo comenzar esta reseña felicitando al Servicio de Publicaciones de la Universidad de Jaén por la edición de este libro que, sin valorar por ahora el contenido científico, tiene una gran calidad editorial en aspectos como la maquetación, el papel, las figuras, las pastas y el diseño de cubierta. Hago hincapié en este aspecto, que sería innecesario en una recensión en la que se valora sobre todo el texto, porque en el contexto editorial universitario actual la edición de un libro impreso comienza a ser un artículo de lujo y casi un milagro. Los altos costes de edición y de distribución, la competencia de los libros electrónicos, la renuncia –más bien guerra declarada– de las bibliotecas universitarias a las publicaciones en papel (se argumenta falta de espacio, el sobrecoste económico, la obsolescencia del papel y hasta motivos ecológicos), la publicación on line de textos sin maquetar con la excusa de la difusión del conocimiento, la inanidad de la ANECA, la presión de las grandes editoriales anglosajonas y un largo etcétera de factores, están contribuyendo a la crisis de la cultura libresca, al menos en el ámbito universitario. Por este motivo es razón de satisfacción poder hojear, leer y ojear este volumen dedicado a la Segunda Guerra Púnica y, en particular, a la batalla de Baecula.
Igualmente es gratificante su lectura, yo diría mejor su consulta, porque se trata de un compendio de trabajos científicos, muy variados desde el punto de vista metodológico, que confluye en el tema que los unifica –el contexto histórico y la localización de la batalla– y que supone una bocanada de aire fresco para la literatura científica de temas militares. El origen declarado del libro es el Congreso Internacional La Segunda Guerra Púnica en la Península, celebrado en la Universidad de Jaén en noviembre de 2011, y su índice es un fiel reflejo del programa, articulado en dos grandes partes: Contextualización de la Segunda Guerra Púnica, con ocho contribuciones, y La Segunda Guerra Púnica en el Alto Guadalquivir: el caso de Baecula, con catorce artículos, en su mayoría del equipo de investigación del Centro Andaluz de Arqueología Ibérica, hoy Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica, de la Universidad de Jaén. El colofón es un breve texto bajo el epígrafe Un escenario metodológico de referencia, en el que A. Rost y S. Wilberg-Rost son los autores del artículo “Looting and scrapping at the ancient battlefield of Kalkriese (9 A.D.)”. Así mismo, como se detalla en el capítulo 9 (p. 195), el origen último del libro está en sucesivos proyectos financiados por el Plan Propio de la Universidad de Jaén, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y el Plan Nacional de Proyectos de Investigación del Ministerio del ramo, que abarcan una década (2006-2016).
Centrándonos en la primera parte, los ocho capítulos tienen el objetivo de contextualizar la Segunda Guerra Púnica desde varias perspectivas. Así, el trabajo de G. Brizzi, uno de los máximos expertos en el tema, es una reflexión general sobre las tres guerras púnicas a partir de una revisión historiográfica, en la que son releídos los trabajos clásicos de F. Hinard, A. Toynbee o J.F. Lanzeby y, como propuesta, se hace una valoración de los factores internos, sobre todo sociales, económicos, políticos y psicológicos del estado romano en las tres guerras, las dos primeras como “guerre non programmate” y la tercera como consecuencia de la existencia misma de Cartago, que “ebbe il torto di risvegliare,…, antichi terrori; e indusse Roma a quella che fu forse delle prime sue guerre preventive, raccogliendo infine, purtroppo per lei, l’amarissima messe dei fichi di Catone” (p. 28). El título de la contribución de A.J. Domínguez Monedero, “Los autores antiguos y la Segunda Guerra Púnica: una visión sesgada”, es ya una declaración de intenciones, y constituye un ensayo brillante sobre la metodología exegética de las fuentes literarias referidas a la guerra anibálica, evidenciando la diferencia entre las fuentes primarias (los autores griegos que acompañaron a Aníbal y romanos como Fabio Píctor, Celio o Catón) –la mayoría de las cuales conocemos por referencias indirectas–, y las secundarias, así como el sesgo y parcialidad de todas ellas. Esta casi inexistencia de recursos literarios primarios da pie al autor a examinar las divergencias y contradicciones entre las principales fuentes de la Segunda Guerra Púnica y de la batalla de Baecula en particular, Polibio y Tito Livio (por ejemplo, pp. 41-42), si bien esta comparación le sirve para explorar otros puntos de vista sobre los hechos que ponen en evidencia la existencia de debates en la época sobre la “guerra de Aníbal”.
Los restantes artículos de este bloque temático tienen en común la otra fuente de conocimiento para este tipo de estudios, el análisis arqueológico de los paisajes y de los restos materiales, pero no en una posición subsidiaria de los textos como antaño, cuando estaba destinado casi exclusivamente a la localización de los eventos bélicos y a dar fe de lo apuntado por los clásicos, sino de forma complementaria. El desarrollo de la disciplina arqueológica y la gran capacidad de absorción de nuevas técnicas, metodologías y planteamientos teóricos han potenciado y sacado del anquilosamiento a la historia bélica hasta crear una subdisciplina, la “Arqueología de la guerra”, que es responsable de la resurrección de los temas bélicos desde nuevos planteamientos. V. Martínez Hahnmüller y J.L. López Castro realizan un estudio sobre “El comercio en Iberia durante la segunda guerra romano-cartaginesa” a partir del estudio de la circulación monetaria y de los envases anfóricos hallados en contextos claramente relacionados con este conflicto o de fines del siglo III a.C., como Baria, Emporion, Saguntum, La Escuera, Tossal de Manises, y pecios, como el de Cala Binisafuller, La Malvarrosa y Can Capó. Las conclusiones a las que llegan estos autores son que la guerra originó un aumento de las relaciones comerciales, con un predominio del comercio local y regional, aunque se percibe lógicamente un incremento del comercio cartaginés, y que no hubo un bloqueo a productos provenientes de áreas enemigas, sino que el comercio con ciudades como Massalia, Emporion y del sur de Italia se mantuvo en sus cauces tradicionales.
Otro escenario de la Guerra Anibálica es el Noreste, analizado por J. Noguera Guillén, E. Ble Jimeno y P. Valdés Matías en “El campamento de La Palma-Nova Classis y la Segunda Guerra Púnica en el norte del río Ebro”, en el que se identifica el campamento de Nova Classis mencionado por Livio con el yacimiento de La Palma (L’Aldea, Tarragona), exhaustivamente documentado, y se hace una reconstrucción detallada del desarrollo de la guerra en el Noreste de Iberia: la marcha de Aníbal, el desembarco romano de 218 a.C. y el consecuente control del territorio al norte del Ebro, y el avance de Roma hacia el sur. Por su parte, C. Aranegui Gascó escribe sobre “Sagunto en la encrucijada. Topografía de las fortificaciones del oppidum”, es decir, sobre la ciudad cuya conquista por parte de Cartago fue casus belli, el detonante de la guerra, un yacimiento en su conjunto muy estudiado por la autora. El artículo analiza el tráfico de mercancías a partir de las excavaciones del Grau Vell, que aporta una secuencia desde el siglo V hasta la posguerra; en esta se pone de manifiesto el éxito de las ánforas ebusitanas en el siglo IV a.C., en convivencia con ánforas masaliotas e ibéricas, y el auge de las ánforas del área del Estrecho en el siglo III a.C. hasta la consolidación de la red comercial cartaginesa. Tras la derrota cartaginesa el cambio brusco de rumbo se evidencia en la imposición de los productos itálicos. Seguidamente, analiza las murallas anteriores al cambio de Era, pero el estudio queda en estado embrionario porque, como reconoce la autora, hay que analizar “cada contexto crono-estratigráfico”, tarea no realizada hasta la fecha y que encomienda al futuro.
El capítulo 6 está firmado por M. Olcina Doménech y F. Sala Sellés, y es una síntesis aclaratoria, detallada y útil, titulada “Las huellas de la Segunda Guerra Púnica en el área contestana”, de las investigaciones llevadas a cabo por éstos y por otros autores en diversos yacimientos del entorno alicantino como Tossal de Manises, La Escuera, La Albufereta, La Serreta o el Tossal de les Basses. El preámbulo del estudio es una historia de las investigaciones, en la que se expone la eclosión del tema cartaginés en Alicante con los estudios de Figueras, Lafuente y Nordström, centrados en la identificación de la fundación cartaginesa de Akra Leuké. A este período le siguió otro en los años 70 protagonizado por los trabajos de E. Llobregat, quien minimizó la presencia púnica y potenció el iberismo de estos yacimientos. Por último, las excavaciones recientes y la revisión de las más antiguas, así como un mejor conocimiento de las cerámicas ebusitanas y púnicas en general, han favorecido un replanteamiento del factor púnico en la evolución de la Contestania ibérica. En lo que respecta a los contextos de fines del siglo III a.C., los abandonos repentinos de La Serreta y de La Escuera se han relacionado con el conflicto, mientras que el Tossal de Manises se puede considerar como una fundación bárquida sin lugar a dudas, como la muralla, las cisternas, los materiales y la destrucción y abandono del asentamiento evidencian. Es un centro urbano fortificado que nace y desaparece con los bárquidas. Por su parte, las excavaciones en el Tossal de les Basses argumentan en favor de que sería el centro ibérico de la zona que desde el siglo V a.C. ejerció de lugar de intercambio entre púnicos e iberos, donde existía por tanto una larga tradición de convivencia entre ambas poblaciones, que favorecería a la postre el establecimiento de la fundación cartaginesa. Aunque los autores lo apuntan tímidamente en este trabajo, y ya lo habían expresado con anterioridad, es plausible su identificación con la Akra Leuké de Amílcar, quizás la más verosímil de las atribuciones hasta ahora propuestas (Cástulo, Carmona).
“Qart-Hadast en el marco de la segunda Guerra Púnica”, de S.F. Ramallo Asensio y M. Martín Camino, es una contribución imprescindible por cuanto se trata de la fundación más importante y la capital cartaginesa de Iberia. No obstante, hasta hace unas décadas apenas se conocía nada de la ciudad de Asdrúbal y los datos estaban diseminados en informes y artículos variopintos. Esta contribución tiene el gran mérito de sintetizar y, a la vez, analizar exhaustivamente todos y cada uno de los contextos excavados en Cartagena relacionados con la fundación bárquida: la topografía, la muralla, el foso, así como la “facies cerámica” (229-221 a.C.) de la construcción de la muralla púnica, con una documentación gráfica excelente y estudios contextuales de gran utilidad, poco habituales en trabajos de estas características. Las conclusiones de este estudio se centran en el tráfico de productos envasados y vajilla cerámica, con la presencia en esta ciudad de importaciones de todas las áreas del mundo púnico, con una especial repercusión de la procedente del “Círculo del Estrecho”, mientras que las producciones del Mediterráneo central se incrementan en un momento posterior al fundacional. Así mismo, se reitera la importancia estratégica de la ciudad en el tránsito comercial y en la explotación de las minas cercanas, así como la excelencia de las construcciones púnicas acordes con la importancia del centro. El único defecto que le puedo atribuir es que no utiliza un criterio de atribución cronológica único y alterna el convencional “antes de Cristo” con el sistema absurdo de poner en negativo las fechas anteriores a Cristo, como si los años fueran positivos o negativos, como los grados de temperatura, y no antes o después de una fecha, por muy convencional que esta parezca.
El capítulo 8 lo firma A.Mª Canto y se titula “La importancia estratégica del Alto Guadalquivir durante la Segunda Guerra Púnica, y el sitio de Ilorci-Amturgi”. La autora, con su habitual tono vehemente –y a contracorriente– que desarrolla en larguísimas notas a pie de página, expone con brillantez la problemática de la localización de estos dos topónimos relacionados con la Segunda Guerra Púnica y con la batalla de Baecula. El profundo conocimiento de las fuentes literarias y del territorio analizado, así como el estudio de la toponimia actual son las bases de su propuesta que, sintetizando, se centra en la localización de Ilorci en Orcera (Jaén) y la posible identificación de esta con Amturgi. El punto débil de su propuesta es la evidencia arqueológica pues, como refiere el equipo de investigación de la Universidad de Jaén, sería necesario identificar Ilorci con un oppidum con las características físicas y cronológicas exigidas. Un aspecto que me ha sorprendido es el tono épico empleado en la descripción de las gestas y desgracias de los Escipiones, y la indisimulada empatía con los generales romanos, que parece proceder de una literatura histórica de otros tiempos, aunque en absoluto merma la gran calidad científica del texto, cuyas propuestas deberían ser tenidas en cuenta por los investigadores en futuros acercamientos al tema.
La segunda parte del libro, La Segunda Guerra Púnica en el Alto Guadalquivir: el caso de Baecula, constituye las tres cuartas partes de la monografía y es la exposición de los resultados de los proyectos de investigación desarrollados por la Universidad de Jaén en esta última década. No analizaremos uno a uno los capítulos para evitar reiteraciones y alargar excesivamente la reseña, sino que los agruparemos por temas y autores; así, los capítulos 9, 10, 12, 13, 16, 19, 20, 21 y 23 están encabezados de manera alterna por los principales miembros del equipo de investigación, editores además del volumen, y en ellos se exponen los objetivos del proyecto, la metodología, las prospecciones y excavaciones en la presumible localización de la batalla, el Cerro de las Albahacas, y en el oppidum que el equipo identifica con Baecula, Los Turruñuelos, la cerámica de ambos yacimientos arqueológicos, el análisis del poblamiento en el curso medio-alto del Guadalquivir, así como un capítulo dedicado a las conclusiones y propuestas y otro, de carácter patrimonial, que versa sobre “La visibilidad arqueológica de un acontecimiento: las contradicciones de la Arqueología histórica” y propone un itinerario que ha sido aprobado como proyecto por el II Plan Estratégico de la Provincia de Jaén.
Todos estos capítulos están acompañados de un aparato gráfico de gran calidad, muy expresivo, excepto las representaciones de las cerámicas del capítulo 19, que presentan numerosas anomalías y, en ocasiones, hacen difícil la identificación y valoración tipológica y cronológica de determinados individuos. Una mención especial requiere el capítulo 21 sobre las conclusiones, que es presentado de manera original como guion cinematográfico. Así mismo, un grupo aparte lo constituyen las analíticas del Proyecto, concretamente “Aportaciones desde la arqueobotánica a la agricultura y el entorno vegetal del oppidum de Los Turruñuelos”, firmado por E. Montes Moya y C. Pradas Ballesteros, y “Análisis de decoraciones en cerámicas iberas del oppidum de Los Turruñuelos mediante microespectoscropía Rama”, obra de varios autores encabezados por J. Tuñón López. En ambos trabajos se exponen los resultados de las analíticas como suelen hacerlo los científicos “de bata blanca”, con los datos, diagramas y aparato gráfico en bruto, los cuales, para una lectura histórica, deben ser digeridos y comparados con otras muestras del entorno geográfico con el objetivo de aportar unas conclusiones válidas.
Un tercer grupo lo forman aquellas contribuciones que estudian los materiales directamente relacionados con la guerra, las armas y las monedas. El primero, “El armamento hallado en el campo de batalla de Las Albahacas-Baecula”, encabezado por F. Quesada Sanz, lleva la impronta del autor por la minuciosidad del análisis, la erudición, el gran conocimiento de las armas de este contexto cronológico y de otros muy distantes en el tiempo, como el medieval, y, en definitiva, el resultado brillante, prudente y muy bien expuesto. Se describen y analizan todos los hallazgos documentados en el sitio arqueológico de Las Albahacas, con unas excelentes representaciones gráficas y cuadros enormemente expresivos, se plantean dudas y no se ocultan problemas de interpretación como la datación de algunas armas. No obstante, queda expuesta la importancia del yacimiento por cuanto comienza a llenar un vacío sobre el armamento de la Segunda Guerra Púnica, confirmando que “muchos tipos característicos de mediados del s. II a.C. ya existían muchas décadas antes”. A su vez, este conjunto de armas y otros hallazgos permiten plantear el problema del bagaje real portado por los ejércitos durante la Guerra de Aníbal y, como conclusión, la suma de los datos “permite… afirmar con nulo margen de duda que estamos ante un campo de batalla de la Segunda Guerra Púnica y que tal batalla no puede ser otra que la ubicada junto a Baecula por distintas fuentes literarias, que describen un entorno geográfico local, y unos movimientos de tropas, plenamente consistentes con los tipos y dispersión de las armas…” (p. 396). Este trabajo es, además, complementario con otro firmado solo por F. Quesada Sanz con el larguísimo título de “La batalla de Baecula en el contexto de los ejércitos, la táctica y la estrategia de mediados de la Segunda Guerra Púnica: una acción de retaguardia reñida”. Es un texto muy bien escrito y argumentado, en el que se desposee a Baecula de su papel de batalla decisiva en la derrota del ejército cartaginés en Iberia y se interpreta como una acción de retaguardia que fue exagerada por la propaganda del clan de los Escipiones: “… cabe defender, con evidencias directas e indirectas sólidas, literarias y arqueológicas,…, un escenario en el que la batalla de Baecula se libró en el Cerro de Las Albahacas, una reñida acción de retaguardia en la que, sacrificando parte de sus tropas ligeras, pudo extraer el grueso del ejército para abordar su misión estratégica clave, que no era derrotar a Escipión en Hispania sino ayudar a Aníbal en Italia” (p. 616).
“La moneda de un campo de batalla: Baecula”, como su título indica, está dedicado a los hallazgos monetales del Cerro de las Albahacas y lo firman Mª P. García-Bellido, J.P. Bellón e I. Montero. El artículo tiene dos partes claramente diferenciadas, la técnica, donde se exponen los datos de los hallazgos y la identificación tipológica de las monedas, así como las analíticas (microscopía MEB, espectrometría de fluorescencia de Rayos X, análisis isotópico de plomo), y la interpretativa, en la que se presentan hipótesis ya propuestas por la autora que encabeza el trabajo que son muy discutibles, como la identificación de Akra Leuké con Carmona, el improbable origen fenicio del topónimo Carmo y la identificación de las efigies masculinas de las monedas hispano-cartaginesas con los miembros de la familia Barca. No obstante, quizás lo más llamativo sea la crítica que realiza de algunos autores sobre la “metodología” de acceso a los datos numismáticos, contraponiendo los hallazgos “casuales” (es decir, realizados por clandestinos con detectores de metales) a los hallazgos de prospecciones (también realizados con detectores) y excavaciones arqueológicas, acusando a los primeros de falsear conscientemente los datos en la agrupación artificial de monedas (es decir, creando tesorillos), e indirectamente calificando a sus publicadores de ingenuos o de algo peor. La distinción entre campamento y lugar de batalla, además de contradictoria con los ejemplos de Baecula, genera cierta confusión que en ningún caso se aclara. La ironía de todo este asunto es que es precisamente el expolio de los yacimientos giennenses, y más concretamente la sistematización de la colección Marsal en el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, cuyos datos no aparecen aquí reflejados, lo que ha sido decisivo para la localización del sitio de Baecula.
Por otro lado, desde el punto de vista metodológico, la información que se aporta sobre los análisis realizados es muy pobre, pues no hay detalles de los equipos y metodología usados. Además, el número de ejemplares de cada tipo de moneda es muy corto, por lo que es muy arriesgado pretender obtener conclusiones sobre las características de emisión de una determinada ceca o producción. Para los análisis por microscopía electrónica solo se menciona que se han realizado sobre limaduras extraídas del canto, sin indicar qué cantidad de material ni hasta qué profundidad se hicieron esas limaduras, por lo que no sabemos si correspondían sólo a la pátina superficial o habrían alcanzado el núcleo metálico de la moneda. Los análisis por XRF parece que los hacen directamente sobre la moneda sin ningún tipo de pulido o similar, por lo que debemos suponer que son sencillamente análisis de la pátina y no del núcleo metálico. Tampoco se indica si cada moneda es analizada en un único punto o en varios de ambas caras, por lo que unido al escaso número de monedas de cada tipo analizado, es preciso tomar muchas precauciones a la hora de extraer conclusiones analíticas. Tampoco se hace mención de qué nivel de incertidumbre experimental (errores) atribuyen los autores a los valores que muestran en las tablas de resultados. Algo similar ocurre con los análisis isotópicos de Pb: no se indican cómo se obtuvieron las muestras, ni los errores experimentales de las medidas, sorprendiendo que algunos resultados se den incluso con seis cifras significativas. La figura 4, donde representan sus resultados junto con distintos campos isotópicos correspondientes a distintas minas, es difícilmente inteligible, lo que hace imposible seguir las conclusiones que obtienen sobre la procedencia de las distintas monedas analizadas. En definitiva, no se puede apreciar la trascendencia que puedan tener los resultados analíticos en las conclusiones que se obtienen.
En síntesis, La Segunda Guerra Púnica en la Península Ibérica. Baecula, arqueología de una batalla, es una obra muy completa, imprescindible en el estudio de la Segunda Guerra Púnica, con una parte importante del libro dedicada a la exposición de los resultados de los Proyectos de la Universidad de Jaén, y otra sección con trabajos complementarios de gran calidad sobre el conflicto bélico en Iberia. Una y otra abren nuevos caminos en la interpretación y aportan metodologías novedosas para el estudio de campos de batallas. Con los argumentos expuestos por los distintos autores parece claro que es plausible –con escaso margen de error– la identificación del sitio de Las Albahacas con el campo de batalla, y probable la identificación de Baecula con el oppidum de Los Turruñuelos. La Segunda Guerra Púnica, un hecho tan trascendental para las comunidades de Iberia, recupera así el protagonismo, y esperemos que esta publicación se convierta en un acicate para seguir investigando en esta línea.
Eduardo Ferrer Albelda
Departamento de Prehistoria y Arqueología.
Universidad de Sevilla.
Correo-e: eferrer@us.es.
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8083-1565
Recepción: 9 de enero de 2017. Aceptación: 8 de mayo de 2017