Nuevos núcleos para un nuevo período: el poblado de Murviedro (Murcia) como ejemplo de los movimientos poblacionales postargáricos

New settlements for a new period: the village of Murviedro (Murcia) as an example of post-ARGARIC population movements

Alberto López-López

Grupo de Investigación en Arqueología (iArqUM) (E041-02)

Departamento de Prehistoria, Arqueología, Historia Antigua, Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas

Universidad de Murcia

C/ Santo Cristo, 1, 30001, Murcia

alberto.lopezl@um.es 0000-0002-2362-0566

Fecha recepción: 23-04-2025 | Fecha aceptación: 16-08-2025

Resumen En 2024 se desarrolló una prospección arqueológica en el yacimiento arqueológico de Murviedro (Lorca, Murcia), cuyos objetivos fueron delimitar la extensión de las zonas ocupadas y caracterizar las estructuras visibles en superficie que se encontraban inéditas hasta la fecha. Los resultados de la intervención han revelado la existencia de un poblado fortificado que alcanza las 4 ha de extensión aproximadamente y que se circunscribe a las cimas nororientales de la sierra del Caño. El análisis de los materiales de dicha prospección y de otras intervenciones anteriores apunta a un asentamiento cuya cronología se adscribe exclusivamente al Bronce tardío, lo que supone un caso excepcional para explorar las dinámicas de esta etapa en el corredor del Guadalentín. El fenómeno de poblados ocupados y abandonados sólo durante este periodo parece ser algo característico de este, tal y como se aprecia en otros asentamientos mejor conocidos del Bronce tardío en el cuadrante meridional de la península ibérica.

La ocupación del Bronce tardío de Murviedro se ha enmarcado dentro de un posible proceso de traslado de población desde el casco urbano de Lorca, uno de los asentamientos más extensos del Bronce argárico. La existencia de estos flujos poblacionales podría estar explicando la dinámica de fundaciones del periodo que, en ocasiones, son abandonados en poco tiempo premeditadamente.

Palabras clave Bronce tardío, Sureste peninsular, prospección arqueológica, análisis de densidad, dinámica poblacional.

Abstract In 2024, an archaeological survey was carried out at the Murviedro archaeological site (Lorca, Murcia), which purpose was defining the extent of the occupied area and characterising previously unpublished surface structures. The results of the intervention have revealed the existence of a fortified settlement covering approximately 4 hectares, confined to the north-eastern peaks of the Sierra del Caño. Analysis of the materials from this survey and other previous interventions points to a chronological occupation that can be attributed exclusively to the Late Bronze Age, which is an exceptional case for exploring the dynamics of this period in the Guadalentín corridor. The phenomenon of settlements being occupied and then abandoned during this period seems to be characteristic of it, as can be seen in other better-known Late Bronze Age settlements in the southern quadrant of the Iberian Peninsula.

The Late Bronze Age occupation of Murviedro was part of a process of population transfer from the site of Lorca, one of the largest settlements of the Argaric Bronze Age. The existence of these population flows could explain the dynamics of the foundations of the period, which were sometimes deliberately abandoned after a short time.

Keywords Late Bronze Age, Southeast Iberia, Archaeological Survey, Density Analysis, Population Dynamic.

López-López, A. (2025): “Nuevos núcleos para un nuevo período: el poblado de Murviedro (Murcia) como ejemplo de los movimientos poblacionales postargáricos”, Spal, 34.2, pp. 9-30. https://dx.doi.org/10.12795/spal.2025.i34.13

Sumario

1. Introducción y objetivos

2. El yacimiento arqueológico de Murviedro

3. Materiales y método

4. Resultados

4.1. El material y la cronología relativa del yacimiento

4.2. Estructuras documentadas

4.3. Los análisis de densidad

4.4. Los análisis de visibilidad binaria

5. Discusión

6. Conclusiones

Financiación y agradecimientos

Bibliografía

Lista de figuras

Figura 1. Yacimientos del Bronce tardío mencionados a lo largo del texto.

Figura 2. Vista general de los cerros que componen Murviedro. A) cerro norte-noreste desde el sur; B) cerro sur desde el norte; C) cerro noroeste desde el este.

Figura 3. Selección de los bordes cerámicos documentados en la prospección de 2024. De arriba abajo: cuencos simples, contenedores abiertos, contenedores cerrados, bases planas (der.); recipientes carenados (izq.); contenedores de paredes rectas. La escala indica 5 cm.

Figura 4. Dibujos de: A) selección de bordes documentados en la excavación de 2001; B) selección de bordes recuperados de la prospección de 1984.

Figura 5. A) y C) Fragmento cerámico con decoración incisa describiendo un triángulo relleno con bandas paralelas; B) y E) Fragmento cerámico con triángulo inciso relleno de puntillado; D) borde cerámico con decoración de bandas paralelas y puntillado. A) y B) provienen, respectivamente, de una fosa y un espacio doméstico documentados en la excavación de 2001. C), D) y E) se documentaron en la prospección de 1984 (modificado a partir de Idáñez et al. , 1987, p. 433).

Figura 6. A) Ortofotografía cenital de la estructura defensiva. Las flechas indican las estructuras. La escala indica 10 m.; B) Detalle desde el oeste de la muralla; C) Cerro norte desde el norte. La flecha indica la ubicación de la muralla.

Figura 7. A) Ubicación del área fortificada de Murviedro. B) Imagen del vuelo americano de 1956 (serie B). C) Resultados del análisis de densidad con los datos recuperados de 2024. D) Resultados del análisis de densidad combinando los conjuntos de 1984 y 2024. Imágenes de base recuperadas del Instituto Geográfico Nacional.

Figura 8. A) puntos de observación generados aleatoriamente en Murviedro; B) Resultados del análisis de visibilidad binario a partir de los puntos aleatorios de Murviedro; C) puntos de observación generados aleatoriamente en el valle del Guadalentín y el interior; D) Resultados del análisis de visibilidad binario desde el valle. El círculo negro rodea Murviedro.

Figura 9. Ubicación de los hallazgos argáricos del casco urbano de Lorca y los del Bronce postargárico. 1: Enterramiento en urna de dos neonatos en el Cerro del Castillo. 2: Tramo de muralla del Convento de las Madres Mercedarias.

1. Introducción y objetivos ^ 

El Bronce tardío del Sureste (ca. 1550/1500 – 1350/1300 a.C.) es un periodo definido a partir del desdibujamiento de las pautas económicas, sociales y culturales que caracterizan a las sociedades argáricas. La discontinuidad en la producción y consumo de los recipientes cerámicos ha sido una de las características principales en las que se basaron las primeras aproximaciones al periodo. Aparecen en el panorama del sureste peninsular cuencos y fuentes de carena alta, siendo las formas más características del registro arqueológico las cazuelas de carena alta y perfil troncocónico, tradicionalmente asociadas a recipientes de los grupos meseteños de Cogotas I (Molina, 1978, p. 203). Estos vasos de carena alta aparecen relacionados con técnicas y motivos decorativos típicos de estos grupos que, además, marcan un periodo muy concreto en el Sureste, coincidiendo con las fechas del Bronce tardío (Castro et al., 2012, pp. 567-569), lo que se interpreta como fruto de contactos probablemente indirectos con poblaciones meseteñas, sin que esto tenga un papel decisivo en las dinámicas propias de las comunidades del sureste (Abarquero, 2005, pp. 335-337).

La documentación de este tipo de cerámicas en diversos asentamientos del Sureste, aspecto sobre el que se profundiza más adelante, lleva a plantear cierto dinamismo en las redes de intercambio y comunicación, reflejando comunidades en constante movimiento. A ello se suma una mayor presencia de contactos con otras partes del Mediterráneo e incluso el ámbito atlántico, según se infiere a partir de los hallazgos de yacimientos como Cabezo Redondo (Villena, Alicante) (Hernández Pérez et al., 2014; Hernández Pérez et al., 2016; Barciela et al., 2022), sugiriendo una mayor actividad en el flujo de intercambios. Cabezo Redondo (Villena, Alicante) es posiblemente el asentamiento mejor conocido del periodo, cuya reestructuración social, política y económica tiene lugar a mediados del II milenio a.C. (Jover et al., 2018, p. 112; Barciela et al., 2023, pp. 123-124), coincidiendo con los importantes cambios detectados en otros asentamientos del Sureste, a pesar de no formar parte de la esfera de influencia argárica. A este respecto, cabe preguntarse si los patrones económicos y sociales detectados en Cabezo Redondo son extrapolables, siempre con matices, a otras partes de dicho territorio, pues mientras en este asentamiento se propone la especialización de algunas actividades productivas –marfil, metal– (Barciela et al., 2023, pp. 123-124), en otros como Murviedro (Lorca, Murcia) o Fuente Álamo (Cuevas de Almanzora, Almería) (Turre, Almería), se infiere una producción de tipo doméstico (Delgado-Raack, 2013, pp. 25-26). Por tanto, existe cierta heterogeneidad en cuanto a las prácticas productivas del Bronce tardío según los asentamientos, abriendo el interrogante de si ocurre lo mismo con otro tipo de dinámicas desarrolladas en ellos.

En este sentido, otro cambio significativo, tradicionalmente señalado y ligado a la esfera social, es la desaparición del ritual funerario argárico. Esto ha servido como argumento para defender la reestructuración de los espacios de reproducción social, apoyado por la reorganización general que sufren los asentamientos de este periodo y la nueva forma de entender el espacio ocupado (Castro et al., 1996, p. 169). En los últimos años están saliendo a la luz ritos funerarios del Bronce argárico distintos a la clásica inhumación bajo el lugar de habitación, consistentes en la reutilización de sepulturas megalíticas anteriores, algo que también se está documentando en el Bronce tardío (Aranda et al., 2018). Este hecho, junto a evidencias de enterramientos en cueva o bajo el lugar de habitación en cista y urna (Hernández Pérez et al., 2016, pp. 78-81; Barciela et al., 2023, pp. 123-125), pone de manifiesto la pluralidad de prácticas funerarias en vigor durante el periodo y la complejidad de su proceso de transformación.

Respecto a la cuestión de la organización territorial y urbanística de los asentamientos del prelitoral y litoral suroriental la evidencia arroja más sombras que luces. En el corredor del Guadalentín existe cierta continuidad en las prácticas de ocupación del territorio del Bronce tardío, pues numerosos asentamientos continúan habitados durante esta etapa. Es el caso del casco urbano de la ciudad de Lorca (Lorca, Murcia) (Martínez Rodríguez y Ponce, 2002, pp. 105-107) y el de Alhama de Murcia (Alhama de Murcia, Murcia) (Baños Serrano, 2023, p. 52), La Bastida (Totana, Murcia), el Cerro de Monteagudo (Monteagudo, Murcia) (Medina, 2003, pp. 147-157; Medina, 2015, pp. 196-198), Santa Catalina del Monte (Santo Ángel, Murcia) (Ruiz Sanz, 1998, pp. 103-104), o, en la costa relacionada, Punta de los Gavilanes (Mazarrón, Murcia) (Ros, 2003, p. 222). El caso de la existencia de una continuidad de ocupación postargárica en La Bastida es más controvertido. Ros y García López (1987, pp. 387-389) analizaron una serie de recipientes procedente de las excavaciones desarrolladas en este yacimiento por el Seminario de Historia Primitiva del Hombre en la década de 1940, de los que atribuyen 11 fragmentos a la etapa postargárica y, por tanto, prolongando su ocupación hasta un momento indeterminado del Bronce tardío y final. Sin embargo, los trabajos arqueológicos emprendidos por la Universidad Autónoma de Barcelona desde 2008 en este asentamiento no han documentado ni en prospección ni en excavación materiales o secuencias estratigráficas atribuibles a una fase postargárica (Lull et al., 2015, pp. 216-217; Lull et al., 2018, p. 326), poniendo en duda la continuidad del yacimiento durante la etapa postargárica.

En territorios ajenos al valle del Guadalentín también se documenta esta dinámica: Cuesta del Negro (Purullena, Granada) (Contreras, 1986), Cerro de la Encina (Monachil, Granada) (Aranda, 2001), Gatas (Turre, Almería) (Castro et al., 1999) y Fuente Álamo (Cuevas de Almanzora, Almería) (Schubart et al., 2000) (fig. 1). En todos los casos mencionados se constatan procesos de reorganización urbanística, dando cuenta de nuevas necesidades y maneras de entender y ordenar el espacio habitado. En Cuesta del Negro, además, se documenta un hiato de medio siglo entre la etapa argárica y la postargárica (Dorado et al., 2023, pp. 44-45). Por tanto, es posible afirmar que durante el Bronce tardío se continúan habitando posiciones en altura que controlan visualmente importantes zonas de paso y con fácil acceso a recursos hídricos y tierras fértiles. Dentro de estas dinámicas de continuidad de ocupación y discontinuidad en el espacio ocupado, Murviedro (Lorca, Murcia) (Pujante et al., 2002a) y Cala del Pino (Cartagena, Murcia) (Pujante et al., 2024) se presentan como casos excepcionales en los que no se documenta una fase argárica previa, junto a otros ejemplos como L’Altet de Palau (La Font de la Figuera, Valencia) (García Borja y de Pedro, 2013) y Mas de Miró (Alcoi, Alicante) (Jover et al., 2024), convirtiéndolos en asentamientos de nueva planta y planteando nuevas preguntas sobre las estrategias de ocupación del periodo.

Figura 1. Yacimientos del Bronce tardío mencionados a lo largo del texto. ^ 

En este contexto de investigación, en 2024 se planteó el desarrollo de una prospección sistemática sobre el yacimiento de Murviedro con varios objetivos de partida: evaluar el estado de conservación del yacimiento tras más de veinte años de ausencia de intervenciones arqueológicas, delimitar su extensión, proponer la posible organización interna del poblado y, en su caso, reevaluar su adscripción cronológica. El trabajo de campo se ha complementado con la revisión del material cerámico documentado en intervenciones previas. Los resultados han revelado la ausencia de asentamientos estables anteriores y posteriores al Bronce tardío y una extensión del asentamiento mayor de la que se conocía, sugiriendo unas dimensiones hasta ahora inéditas en el periodo. Estos hallazgos abrieron el planteamiento de nuevas preguntas relacionadas con la comprensión del Bronce tardío en general y en el corredor del Guadalentín en particular.

A partir de los resultados de los trabajos señalados y el análisis de casos similares a Murviedro, este estudio plantea varias casuísticas con objetivos varios. Por un lado, en una escala micro, realizar una primera caracterización del asentamiento del Bronce tardío de Murviedro y su relación con el cercano casco urbano de la ciudad de Lorca, una importante cuestión todavía no explorada en profundidad y que es crucial para entender este poblado y el propio núcleo prehistórico de Lorca. Por otro, en una escala mayor, contribuir a la cuestión territorial del Bronce tardío, explorando en este caso las dinámicas de nuevas fundaciones del periodo que, además, parecen tener una corta duración. A partir de este último objetivo, se pretende aportar algo de luz a la comprensión del periodo en el corredor del Guadalentín y el litoral suroriental, pues continúa siendo uno de los más desconocidos de la Prehistoria reciente en esta región.

2. El yacimiento arqueológico de Murviedro ^ 

El yacimiento arqueológico de Murviedro se ubica en el límite noreste de la sierra del Caño y aproximadamente a 500 m al suroeste respecto al Cerro del Castillo de Lorca, extendiéndose por tres montículos, a tan solo 1 km del río Guadalentín y unos 250 m de la fuente de los Pilones. El yacimiento se eleva entre 500 y 450 m s.n.m. y entre 140 y 190 m respecto al valle del mencionado río, lo que, unido a su emplazamiento en el margen oeste del mismo, lo dota de una amplia visibilidad sobre esta importante vía de comunicación. Esta depresión prelitoral comunica diversas áreas del sureste de la península ibérica. Hacia el sur, conecta con la región de la cuenca de Vera; al este, con los entornos litorales de las bahías de Cartagena y Mazarrón; hacia el oeste y noroeste, con la cuenca del río Mula y los altiplanos de Jumilla-Yecla, respectivamente; mientras que, al norte y noreste, con las Vegas Media y Baja del Segura, enlazando finalmente con las costas levantinas y la cuenca del Vinalopó. Cabe esperar, por consiguiente, que este valle fuese una de las vías más dinámicas del sureste (Ros, 2003, p. 225). El fácil acceso a recursos hídricos y tierras fértiles, su ubicación en altura con gran amplitud visual y su localización en una de las vías que penetran del prelitoral al interior justifican la larga secuencia de ocupación documentada en el Cerro del Castillo de Lorca y sus alrededores. Murviedro se enfrenta a esta misma situación geográfica, con la excepción de que se ubica en las laderas de la mencionada sierra y, si bien el casco antiguo de Lorca y el Cerro del Castillo se emplazan en uno de los suaves meandros del río, controlando directamente el paso del prelitoral al interior, Murviedro sólo tiene acceso visual al prelitoral.

El yacimiento de Murviedro se extiende por tres cerros de similar orografía, de mayor a menor extensión: el cerro noreste, el sur y el noroeste. El cerro noreste es el más próximo al cerro del Castillo, separados por una profunda vaguada al este y conectados por un camino natural al norte. Se divide en tres partes siguiendo el criterio de elevación: su cima y, hacia el este, dos terrazas separadas por aproximadamente 15 m de altura (fig. 2A). La orografía del cerro sur, hacia el este también, es más continua que la del anterior, aunque cuenta con un importante desnivel natural en su centro, en sentido noreste-suroeste, que puede actuar como cierta división entre áreas (fig. 2B). Entre este desnivel y la cima se extiende una pequeña zona relativamente plana. Por último, el cerro noroeste tiene una morfología alargada en sentido noreste-suroeste, con desniveles desarrollados en su ladera norte (fig. 2C). En general, este paraje se encuentra altamente afectado por la actividad antrópica. Diversas actividades de explotación de recursos geológicos e instalación de infraestructuras, junto a continuos expolios, han contribuido a su destrucción parcial. Estas actividades se refieren a los trabajos de cantería de 1955 y a la instalación de varias antenas eléctricas y de telefonía. Las actividades de cantería provocaron la destrucción de las laderas meridionales de los cerros sur y noroeste, en los que se aprecia claramente el corte provocado por estas (cf. fig. 7B). Estas actuaciones destruyeron varias sepulturas en el proceso, sugiriendo una extensión del yacimiento hacia el sur de prolongación indeterminada. Por otra parte, el entorno de Murviedro se encuentra también alterado por diversos aterrazamientos de época histórica, concretamente en los espacios entre los cerros noreste y sur, noroeste y noreste, y la ladera este del cerro sur, a lo que se suma la construcción de caminos entre los cerros.

Figura 2. Vista general de los cerros que componen Murviedro. A) cerro norte-noreste desde el sur; B) cerro sur desde el norte; C) cerro noroeste desde el este. ^ 

Los primeros trabajos con metodología arqueológica se acometieron en 1983 y 1984, consistentes en la documentación y excavación de los vestigios restantes de la destrucción por expolio de una tumba múltiple megalítica del III milenio a.C. (Idáñez, 1985) y una prospección sistemática, respectivamente (Idáñez et al., 1987). Respecto a la intervención de 1983, sólo pudo documentar la planta del megalito y proponer una cronología relativa a partir del estudio de sus materiales, concluyendo en su uso durante la fase precampaniforme y campaniforme. Los restos óseos recuperados fueron numerosos, algunos parcialmente cremados, y muy removidos por los saqueos, impidiendo obtener una posición fiable de ellos (Idáñez, 1985, pp. 199-204). La prospección de 1984 tuvo el objetivo de documentar la extensión del yacimiento, posibles estructuras en superficie y sus potenciales fases de ocupación. El resultado fue la constatación de la extensión del yacimiento por los tres cerros del paraje, con diversas estructuras visibles en superficie, de planta rectangular con muros semicirculares y varios tramos de muralla que rodean el poblado (Idáñez, 1987, p. 424). A tenor del material cerámico recogido en superficie, se estableció que la fase más potente del poblado sería la calcolítica, con presencia también de materiales argáricos y postargáricos.

Posteriormente, en 2001 se desarrolló una excavación de urgencia en el extremo sur del paraje de Murviedro con motivo del traslado de una estación de telefonía del Cerro del Castillo a dicha zona. Esta intervención permitió documentar diez espacios de habitación y un espacio abierto de tránsito entre ellos, con dos fases constructivas asociadas, ambas dentro del Bronce tardío (Pujante et al., 2002a, pp. 27-29). Durante la primera fase se construyeron y utilizaron seis de los espacios de habitación, de planta angular con uno de los muros de tendencia semicircular. En la segunda fase, se amplió el espacio ocupado mediante cuatro nuevas estancias adosadas a los espacios existentes, mientras que algunos de estos se remodelaron internamente, como ocurre con el espacio I. Se trata de espacios multifuncionales en los que se documentaron actividades de almacenaje, cocina, fundición de metal y talla lítica. Los espacios de tránsito también cumplieron la función de vertederos, atestiguado por el gran volumen de restos materiales hallados en ellos.

3. Materiales y método ^ 

Se plantean dos estrategias metodológicas a los propósitos buscados, plasmadas en el desarrollo de una prospección sistemática intensiva sobre los tres cerros que, a priori, componen el yacimiento de Murviedro y sus alrededores, así como en la revisión del material recuperado en las intervenciones de la década de 1980 y 2001. Además, el reestudio de los fragmentos cerámicos recogidos en la prospección de 1984 y su asociación a ciertos sectores del yacimiento permite complementar los resultados de investigación del trabajo de campo realizado.

La prospección se realizó con carácter sistemático e intensivo cubriendo la totalidad del área de los tres cerros a excepción de aquellas zonas que presentaban un marcado desnivel y suponían un peligro para los prospectores. Para organizar su desarrollo, se trazaron transectos de longitud variable adaptados a la orografía, separados cinco metros entre sí. Los equipos de prospectores se compusieron de dos integrantes separados entre sí 2.5 m para cubrir la totalidad del espacio entre cada transecto. Cada equipo hizo uso de un GPS de mano Garmin 64st para georreferenciar los vestigios arqueológicos. El posterior procesamiento de los datos se llevó a cabo mediante el software libre QGIS v.3.42.0. El material significativo documentado en superficie, principalmente el cerámico diagnóstico, fue dibujado y fotografiado con metodología arqueológica para su correcta caracterización, sobre todo en lo concerniente a la cronología relativa que pueda aportar cada fragmento.

Con el fin de identificar patrones en la concentración del material y distinguir densidades a partir de su valor resultante, se han realizado en total dos mapas de densidad: uno con los datos obtenidos en la prospección de 2024, otro combinando estos datos con los que se han podido recuperar de la prospección de 1984. Para ello, se ha utilizado el algoritmo de densidad Kernel, a través de la herramienta Mapa de calor (Estimación Densidad de Núcleo) disponible en QGIS (vid. https://docs.qgis.org/3.22/es/docs/user_manual/processing_algs/qgis/interpolation.html#qgisheatmapkerneldensityestimation, consultado 03/09/2025). Sin embargo, sólo se conoce el sector del que proceden y no su geolocalización exacta, por lo que para tener en cuenta estos datos en un mapa de densidad, se ha optado por seguir el flujo de trabajo detallado a continuación. Se contó cada fragmento de cerámica prehistórica que conservaba su asociación a un sector en concreto. Posteriormente, se crearon polígonos en QGIS siguiendo la delimitación por sectores hecha en Murviedro para la prospección de 1984 (Idáñez, 1987, p. 431). Con los sectores delimitados y los fragmentos antiguos documentados, se ha generado esa misma cantidad de puntos aleatoriamente dentro de cada delimitación, puesto que, al no saber su procedencia exacta, cualquier punto tiene la misma probabilidad de ser válido. La cantidad de fragmentos cerámicos por sector que se ha podido recuperar ha sido: 157 para el sector I; 191 para el II; 179 para el III; 318 para el IV; 126 para el V; 122 para el VIII-1; y 66 para el VIII-2.

Por último, se han realizado dos análisis de visibilidad binaria (vid. https://landscapearchaeology.org/qgis-visibility-analysis/, consultado 03/09/2025) para demostrar el dominio visual desde el yacimiento y cómo de sencillo es visibilizarlo desde el valle. Para ello, dado que ambas áreas son extensas y tienen diferencias de altura, se han generado 100 puntos aleatorios en Murviedro, separados 5 m, para que cubran distintos puntos de vista. Para el caso del valle, se han generado 200 con la misma distancia de separación. El modelo digital del terreno utilizado ha sido el disponible en el centro de descargas del Instituto Geográfico Nacional, con un tamaño de celda de 2 m. El análisis de visibilidad ha cubierto todos los puntos, devolviendo una capa ráster que muestra cuántos puntos son capaces de visualizar por cada celda.

4. Resultados ^ 

Los resultados de la prospección de 2024 muestran la dispersión de material prehistórico por los tres cerros que componen el yacimiento.

4.1. El material y la cronología relativa del yacimiento ^ 

Se georreferenció, además de las estructuras visibles en superficie, un total de 1483 elementos materiales muebles, de los que 849 (57%) se enmarcan en la Prehistoria reciente, concretamente en el Bronce tardío, como se desarrolla a continuación. Del resto, 76 (5%) son medievales, 58 (4%) se adscriben a la Segunda Edad del Hierro, y 500 (34%) son fragmentos informes de cerámica a torno indeterminada, probablemente de época moderna y/o contemporánea.

Se recogieron un total de 70 elementos diagnósticos, de los que 51 corresponden a material prehistórico. De estos, 4 son líticos –3 lascas de sílex y 1 machacador–, mientras que los 47 restantes pertenecen a material cerámico. 37 son bordes, 4 mamelones –2 troncocónicos y 2 apuntados–, 3 carenas, 2 fondos planos y 1 de las denominadas “fichas recortadas”. Entre las formas simples predominan los contenedores de paredes rectas (n=13), de los que dos son orzas, o inclinadas al exterior (n=10), mientras que unos pocos son de paredes inclinadas al interior (n=3). Tres de los bordes han sido clasificados como cuencos simples (n=3), si bien dos de ellos podrían tratarse igualmente de contenedores abiertos. Todas las formas compuestas documentadas responden a perfiles característicos del Bronce tardío: cazuelas de carena alta, borde de tendencia vertical y perfil troncocónico (n=2); cuencos y/o fuentes de carena alta marcada y borde curvo de tendencia vertical (n=5); y un cuenco de las mismas características excepto que en este caso la carena es media/alta (n=1) (fig. 3).

Figura 3. Selección de los bordes cerámicos documentados en la prospección de 2024. De arriba abajo: cuencos simples, contenedores abiertos, contenedores cerrados, bases planas (der.); recipientes carenados (izq.); contenedores de paredes rectas. La escala indica 5 cm. ^ 

Las formas identificadas reúnen las características diagnósticas para poder establecer la cronología del conjunto en el Bronce tardío. Si bien los perfiles carenados descritos aportan datos cronológicos fiables al ser su presencia en el Sureste acotada a este periodo (Castro et al., 1996, pp. 171-175), los recipientes de paredes rectas o inclinadas requieren una explicación más detallada al valorar su adscripción cronológica. Se documenta este tipo de contenedor en la propia excavación de Murviedro desarrollada en 2001, compartiendo estrato con recipientes carenados que señalan, sin duda alguna, al Bronce tardío. Estos dos tipos de recipientes se documentan tanto en los espacios domésticos, como es el caso del espacio I, como en los rellenos de las fosas exteriores, interpretados como vertederos, asociados a ambas fases de ocupación (Pujante et al., 2002b) (fig. 4A). Conjuntos de características similares se documentan en la fase V de Fuente Álamo (Pingel et al., 2003, pp. 216-218), en Cabezo Redondo (Soler, 1987, pp. 210-272; Martín de la Sierra, 2019, pp. 38-40), Cap Prim (Jávea, Alicante) (Esquembre et al., 2022, pp. 122-129), Mas de Miró (Jover et al., 2024, pp. 32-33). Algunos de los fragmentos decorados documentados en contextos domésticos y de vertedero de la excavación de 2001 coinciden con los hallados en la prospección antigua y calificados como eneolíticos. Se trata de fragmentos decorados con motivos triangulares incisos rellenos con líneas horizontales también incisas o mediante puntillado. Decoraciones similares se documentan en Cabezo Redondo (Soler, 1987, pp. 368-369), Cap Prim (Esquembre et al., 2022, pp. 123, 136), Gatas (Castro et al., 1999) y Cuesta del Negro (Dorado, 2019, pp. 184-185). Las similitudes formales y decorativas del conjunto calificado como eneolítico (Idáñez et al., 1987, pp. 432-434) con otros complejos de asentamientos del Bronce tardío y la propia excavación del poblado de Murviedro, permiten reinterpretar su adscripción cronológica dentro de este periodo (figs. 4 y 5).

Figura 4. Dibujos de: A) selección de bordes documentados en la excavación de 2001; B) selección de bordes recuperados de la prospección de 1984. ^ 

Figura 5. A) y C) Fragmento cerámico con decoración incisa describiendo un triángulo relleno con bandas paralelas; B) y E) Fragmento cerámico con triángulo inciso relleno de puntillado; D) borde cerámico con decoración de bandas paralelas y puntillado. A) y B) provienen, respectivamente, de una fosa y un espacio doméstico documentados en la excavación de 2001. C), D) y E) se documentaron en la prospección de 1984 (modificado a partir de Idáñez et al., 1987, p. 433). ^ 

En esta misma línea, el análisis formal del conjunto cerámico recuperado de la intervención de urgencia de 1983 permite descartar cronologías anteriores a la etapa postargárica para el conjunto documentado en superficie en 2024. Como ya señalaba su excavador, a pesar de las insuficiencias a nivel de contexto arqueológico, es posible proponer una fase precampaniforme y otra campaniforme, de precisión indeterminada, para el conjunto. La presencia de fuentes biseladas junto al elevado número de cuencos simples de perfil hemisférico, sugieren una cronología de mediados del III milenio a.C. (Molina et al., 2017, p. 268), corroborado por la presencia de un vaso campaniforme con decoración tipo Ciempozuelos (Idáñez, 1985, p. 205). Otras formas más globulares o con decoraciones de rombos incisos rellenos de puntillados dispersos, aluden más al Neolítico final o Calcolítico inicial (Lizcano et al., 1992, pp. 45-47). En suma, las características esenciales de este conjunto difieren del recuperado en superficie en la prospección de 2024. Esta diferencia sugiere cronologías distintas para cada uno. Atendiendo a los elementos diagnósticos, los recipientes procedentes de la sepultura megalítica identificada en 1983 concuerdan con un periodo cronológico indeterminado desde el final del IV milenio a.C. hasta mediados del III milenio a.C., mientras que los procedentes de la reciente prospección, son aceptables dentro del tercer cuarto del II milenio a.C. Las similitudes formales con otros asentamientos bien documentados estratigráficamente del Bronce tardío, los paralelos decorativos y las diferencias con el conjunto de la sepultura megalítica, refuerzan la reinterpretación cronológica de la cerámica superficial de Murviedro dentro de este periodo. Esto implica que el periodo calcolítico en Murviedro quedaría restringido a los espacios funerarios. Por tanto, podemos afirmar que, si bien el yacimiento de Murviedro tiene un uso funerario durante etapa calcolítica, su reocupación como asentamiento no comienza hasta el Bronce tardío, algo que ya se intuía a partir de los resultados de la excavación de 2001 y que los nuevos datos aquí aportados vuelven a apoyar.

4.2. Estructuras documentadas ^ 

Se han podido identificar diferentes estructuras, generalmente indeterminadas, por carecer de datos suficientes para establecer si son muros antiguos o aterrazamientos recientes, que, en este último caso, estarían probablemente reutilizando el material constructivo pretérito, con el consiguiente desmantelamiento de estructuras prehistóricas. Este es el caso de la terraza oriental del cerro norte, correspondiente al sector IV de Idáñez y otros, donde se observa una serie de estructuras de difícil interpretación, en su momento entendidas como viviendas (Idáñez et al., 1987, pp. 423-424). La ladera oriental del cerro norte se divide en dos zonas aterrazadas de este a oeste, como se puede observar en la figura 2a, con una diferencia de alrededor de 15 m de altura entre ambas.

En cuanto a las estructuras identificables, en la terraza superior de esta misma ladera se registra la presencia de una línea de muralla, de un espesor variable entre 1,5 y 2 m, con una orientación este-oeste (fig. 6A y B). Adosado a esta, se observa un espacio de aproximadamente 64 m2 (10.3 x 6.3 m), delimitado al norte por la propia muralla, al oeste por un muro, de norte a sur, de 6.3 m de longitud, al sur por otro de 12.2 m de orientación este-oeste, y al este por la roca natural, posiblemente reaprovechada como estructura. La presencia en el lienzo este de una notable acumulación de piedras describiendo una línea de norte a sur podría estar delatando el cierre de la estructura defensiva en esta dirección (fig. 6A). A pesar de que en la actualidad la presencia de este tramo sólo se evidencia a partir de la línea de derrumbes, en la fotografía del vuelo americano de 1956 (serie B) se puede apreciar con mayor claridad una continuidad de la estructura fortificada en el límite entre ambas terrazas (fig. 7B). Esta línea defensiva enfatizaría la división espacial del asentamiento entre ambas terrazas de la ladera oriental, probablemente marcando dos zonas bien diferenciadas. No ha sido posible identificar un tramo de muralla evidente aparte del mencionado en este sector.

Figura 6. A) Ortofotografía cenital de la estructura defensiva. Las flechas indican las estructuras. La escala indica 10 m.; B) Detalle desde el oeste de la muralla; C) Cerro norte desde el norte. La flecha indica la ubicación de la muralla. ^ 

En los cerros sur y noroeste también se han documentado estructuras, aunque igualmente de difícil interpretación, pero que enfatizan el hecho de que el poblado se extendiera por los tres cerros. En el cerro noroeste se documentó una estructura cuadrangular cortada por al sur por las actividades de cantería. Distintas líneas de muro se identifican en superficie en el sector oeste del cerro sur, no asociadas a aterrazamientos modernos, aun así, de dudosa interpretación.

4.3. Los análisis de densidad ^ 

Las acumulaciones de materiales observadas a partir de los mapas de densidad Kernel permiten proponer zonas de mayor potencial arqueológico dentro del poblado y arrojar luz sobre su distribución. El mapa de densidad resultante de los puntos generados aleatoriamente, basados en los datos disponibles sobre la prospección de 1984, junto a los obtenidos en 2024, destaca por una distribución del material prehistórico relativamente homogénea por todo el yacimiento (fig. 7D). La cima del cerro norte (sector III de Idáñez et al., 1987, p. 431) presenta una acumulación notablemente mayor de material cerámico prehistórico, seguida de la ladera este de este mismo cerro (sector IV), donde se acumula la mayor parte de estructuras visibles en superficie. La diferencia de densidad de esta cima con sus alrededores, atendiendo a estos datos, es bastante destacada, lo que supone una diferencia crucial respecto a los datos recabados en la prospección más reciente (fig. 7C y D). La cima del cerro sur y todo el cerro noroeste (sectores I y II, respectivamente) presentan densidades más homogéneas. Cabe señalar que los materiales documentados en la prospección antigua entre los dos cerros del norte, y probablemente también entre el noreste y el sur, deben ser fruto del arrastre desde las zonas más altas, puesto que presentan las densidades más bajas.

Figura 7. A) Ubicación del área fortificada de Murviedro. B) Imagen del vuelo americano de 1956 (serie B). C) Resultados del análisis de densidad con los datos recuperados de 2024. D) Resultados del análisis de densidad combinando los conjuntos de 1984 y 2024. Imágenes de base recuperadas del Instituto Geográfico Nacional. ^ 

Por su parte, el mapa de densidad elaborado a partir de los datos recabados en la prospección de 2024 muestra algunas diferencias respecto al caso anterior. Los cerros sur y norte continúan siendo los que mayor densidad presentan, en especial el sur (fig. 7C). Como se puede observar, lo primero que llama la atención con respecto a los resultados cruzados con los datos de la prospección antigua es la menor cantidad de material cerámico prehistórico documentado. Particularmente, en ninguna de las cimas se pudo registrar la presencia de acumulaciones significativas de material prehistórico. Esto se debe a varios motivos. Primero, durante los trabajos de prospección de 1984 se recogió gran parte del material de superficie, aunque fuesen elementos no diagnósticos. Segundo, como se ha explicado anteriormente, el paraje de Murviedro ha sido sometido a diversas actividades antrópicas que han alterado su registro de manera irrevocable. Tercero, la continua erosión degrada constantemente el yacimiento, que es muy proclive a sufrir las consecuencias de este fenómeno por su carácter sedimentario –dolomítico y calizo– y la ausencia relativa de vegetación, siendo las cimas especialmente sensibles al estar más expuestas. Estos dos últimos motivos son también la causa de la escasa preservación del yacimiento, donde, en muchos de puntos, se encuentra la roca base aflorando.

En cualquier caso, queda ratificado que las zonas de mayor densidad son el cerro norte y el sur, ambos en su vertiente este. El cerro noroeste es donde se registra una menor presencia de restos arqueológicos, algo muy posiblemente asociado a que la erosión ha actuado con especial eficacia en este y aflora la roca madre por buena parte de su superficie, además de haber sido afectado por varias obras antrópicas. Este cerro, en esencia, sólo conserva su cima. La ladera norte está completamente alterada por aterrazamientos de época histórica, mientras que su cara sur quedó completamente destruida por los trabajos de cantería de 1955, como se puede observar ya en la fotografía del vuelo americano de 1956 (fig. 7B).

4.4. Los análisis de visibilidad binaria ^ 

Los resultados de los análisis de visibilidad binaria desde Murviedro muestran un dominio visual general sobre el corredor, con especial tendencia al este, donde transcurre el curso fluvial (fig. 8B). El análisis de visibilidad desde el valle indica que la parte más visible de Murviedro es la zona sur, donde se concentraría la mayor parte de las viviendas y la zona de mayor densidad de material arqueológico (fig. 8D). Esto sugiere una posible intencionalidad de controlar el curso del Guadalentín y sus estratégicos corredores menores confluyentes, además de ser fácilmente localizable desde el valle.

Figura 8. A) puntos de observación generados aleatoriamente en Murviedro; B) Resultados del análisis de visibilidad binario a partir de los puntos aleatorios de Murviedro; C) puntos de observación generados aleatoriamente en el valle del Guadalentín y el interior; D) Resultados del análisis de visibilidad binario desde el valle. El círculo negro rodea Murviedro. ^ 

5. Discusión ^ 

A pesar de las diferencias observadas entre los dos mapas de densidad, presentan algunas características comunes. La mayor acumulación de material arqueológico en el sector sur coincide con los resultados obtenidos en la excavación de 2001, donde se documentaron diez espacios de uso doméstico. La alta frecuencia de aparición de material en esta zona está muy probablemente relacionada con la presencia de estos entornos domésticos, donde el material cerámico es frecuente, revelando un poblamiento en ladera. Idáñez y otros aluden a que este sector era uno de los que conservaban más material en superficie (Idáñez et al., 1987, p. 425), si bien no ha sido posible acceder al estudio de esta parte del material. Por tanto, es posible afirmar que la zona de mayor concentración de viviendas se ubica al sur del poblado. Se desconoce su extensión original, pues los espacios III y VI documentados en 2001 estaban parcialmente destruidos por las actividades de cantería (Pujante et al., 2002a, p. 27).

Sobre el sector noreste se intuye una ocupación más residual pero igualmente importante. A pesar de ser el sector donde se han documentado un mayor número de estructuras, generalmente indeterminadas, no se caracteriza por un volumen de material tan significativo como en la parte sur del yacimiento. Teniendo en cuenta las líneas de muralla, esta zona norte podría interpretarse como un área fortificada dentro del asentamiento, que separa la terraza superior de la inferior. A modo de interpretación, el grueso de las viviendas se concentraría al sur, un espacio mejor defendido y controlado (fig. 7A). Observando el paraje de Murviedro a través de la imagen del vuelo americano de 1956 (serie B) (fig. 7B), se observa cómo la muralla se ubica en una de las zonas más accesibles del poblado (fig. 6C). En esta misma imagen se intuye mejor la presencia de una potente estructura en esta parte del asentamiento, posiblemente compuesta por las dos líneas de muralla descritas con anterioridad, una en sentido este-oeste protegiendo la entrada al asentamiento, y otra en sentido norte-sur, separando esta zona con la terraza este del cerro noroeste. Esto supone la existencia de un área fortificada que controlaría el acceso desde el flanco norte, que es la parte menos escarpada y directamente orientada a la fuente de los Pilones, al río Guadalentín y al Cerro del Castillo de Lorca (fig. 9).

Figura 9. Ubicación de los hallazgos argáricos del casco urbano de Lorca y los del Bronce postargárico. 1: Enterramiento en urna de dos neonatos en el Cerro del Castillo. 2: Tramo de muralla del Convento de las Madres Mercedarias. ^ 

Llama la atención que la mayor parte de concentraciones de indicios arqueológicos en las laderas orientales de ambos cerros se ubican en un rango de altura con una variabilidad de 15 m, coincidiendo tanto con las estructuras documentadas en superficie como con las halladas en la excavación de 2001. El desplazamiento de material desde las cimas hacia las laderas también debe tenerse en cuenta para explicar estas acumulaciones, aunque no debe tomarse como la causa principal dadas las características orográficas de los cerros y los acusados desniveles entre sus partes. El material documentado en superficie se extiende por 4.5 ha, representando aproximadamente la extensión conservada del poblado, de las cuales al menos 1 ha fue utilizada con seguridad como lugar de habitación, correspondiente a la ladera este del cerro sur. Aun teniendo en cuenta que su extensión real es seguramente menor, Murviedro se presenta en el panorama del Bronce tardío como uno de los asentamientos más extensos, superando incluso al núcleo de Cabezo Redondo de Villena, cuya extensión máxima conocida es 0.6 ha (Jover et al., 2018, pp. 98-99).

Los resultados de los distintos análisis abordados muestran que el poblado de Murviedro tiene su fundación en un momento indeterminado del Bronce tardío y que, además, debió ser un poblado de primer orden, dada su extensión y la presencia de una potente muralla en uno de sus puntos de acceso. Sobre este periodo apenas existen restos arqueológicos procedentes del casco urbano de Lorca, cuya adscripción cronológica es, por el momento, hipotética. Sólo es posible mencionar en este sentido la documentación de un tramo de muralla en el subsuelo del convento de las Madres Mercedarias, en la calle Zapatería (Martínez Rodríguez y Ponce García, 2002, pp. 105-107), datado en el Bronce tardío por criterios estratigráficos. Esto sirvió para que Ros Sala (2003, p. 227) interpretase que durante este periodo el núcleo urbano de Lorca habría sufrido una retracción hacia sus cimas, apoyado también por el hallazgo de recipientes de carena alta procedentes de las laderas del Cerro del Castillo (Ros, 1987, pp. 1485-1486). A partir de estos hallazgos se propuso un espacio habitado concentrado en la ladera sureste de este cerro, ocupando un espacio menos extenso que el constatado para el Bronce argárico, siendo la muralla interpretada como uno de los límites del poblado postargárico (Ros, 2003, pp. 226-227). Posteriormente, en la zona del Parador del Cerro del Castillo se documentó un enterramiento en urna de dos neonatos, de un momento indeterminado del Bronce postargárico (Gallardo y González Ballesteros, 2007, p. 214). Si bien este hallazgo podría estar apoyando la propuesta inicial de Ros Sala, la ausencia de elementos diagnósticos y de dataciones radiocarbónicas impide afirmar con certeza la cronología de dicha inhumación y llama a abordar con ciertas reservas este planteamiento. Por tanto, ante la falta de datos sólidos sobre la datación de ambos elementos, la presencia de una ocupación durante el Bronce tardío del casco urbano y Cerro del Castillo de Lorca debe tratarse con cautela. El desarrollo de futuros trabajos de excavación que puedan aportar dataciones absolutas es necesario para contribuir a resolver esta cuestión.

A pesar de lo recién discutido, es posible proponer, como planteamiento inicial, el repliegue de la población hacia las cimas nororientales de la sierra del Caño a la luz de los resultados de este trabajo, al ser Murviedro un poblado no habitado anteriormente, suponiendo esto un importante movimiento de los grupos humanos y una importante inversión en la planificación y creación del nuevo espacio habitado. En este sentido, la ausencia de evidencias arqueológicas claras asociadas al periodo contrasta con la presencia de registro argárico en esta misma zona (Martínez Rodríguez y Ponce, 2002, pp. 117-131; Pérez Richard, 2007; Rihuete et al., 2011, pp. 40-41) (fig. 9), lo que evidencia el abandono del casco urbano lorquino en pro de la ocupación de Murviedro. A partir de aquí, nuevas preguntas se abren con respecto a la relación de los hallazgos postargáricos del Cerro del Castillo y Madres Mercedarias con Murviedro. Murviedro se presenta como el núcleo central del poblado del Bronce tardío y los hallazgos del Cerro del Castillo y sus laderas como un posible apéndice auxiliar de este que, por proximidad, debió de ser frecuentado, sin descartar alguna ocupación esporádica. Uno de los objetivos de continuar habitando o frecuentando el Cerro del Castillo sería controlar el paso del prelitoral al interior por el río Guadalentín (fig. 8B y C). Por otra parte, la dispersión de los hallazgos podría explicarse planteando un carácter polinuclear para el asentamiento Murviedro-Cerro del Castillo, algo aceptado en grandes asentamientos del I milenio a.C. como El Castellar de Librilla (Cutillas-Victoria y Ros, 2020), aunque improbable en este caso, dada la falta de rigidez cronológica de los vestigios del Cerro del Castillo. Los datos actuales descartan un único núcleo poblacional a gran escala, en cuyo caso sería algo totalmente excepcional en el periodo. Concretar si los procesos de abandono de las laderas del Cerro del Castillo y el de la ocupación de Murviedro están directa o indirectamente relacionados requerirá de nuevos proyectos de excavación y datación. Por el momento, solamente se puede afirmar que, durante el periodo en el que se habita Murviedro, tanto el Cerro del Castillo como el casco urbano de Lorca están deshabitados u ocupados esporádica o residualmente.

El paraje de Murviedro ofrece una serie de ventajas desde el punto de vista defensivo y del control territorial respecto a la ocupación de las laderas orientales del Cerro del Castillo de Lorca. Como se observa en el análisis de visibilidad binario realizado (fig. 8B), la mayor altitud de Murviedro le otorga un amplio control visual sobre buena parte del valle, especialmente sobre el curso fluvial del Guadalentín. En esta dirección se encuentra el principal camino de comunicación con los entornos litorales de Cartagena y Mazarrón y las regiones de las Vegas Media y Baja del Segura. Desde el valle, además, es más sencillo de visualizar, principalmente la ladera este del cerro sur, donde se encuentran la zona con mayor densidad de material documentado y las viviendas excavadas en 2001, mostrando la doble intención de ver y ser visto. A pesar de esta intención, el acceso en sí al poblado es más complicado con respecto al núcleo de época argárica. Las escarpadas laderas de Murviedro y la existencia de una estructura fortificada en su punto de acceso menos abrupto lo dotan de una importante defensa y, por consiguiente, de cierta capacidad de control de la entrada y salida de individuos. No obstante, esto no supone un impedimento para la inserción de Murviedro en las fluidas dinámicas de intercambio que caracterizan el Bronce tardío. Algunos de los restos materiales hallados en la excavación de los espacios domésticos de Murviedro evidencian la existencia de circuitos de intercambio con los entornos litorales de las bahías de Mazarrón y Cartagena. Así lo atestiguan tanto la presencia de restos malacológicos (Pujante et al., 2002b), como parte de los artefactos macrolíticos estudiados por Delgado-Raack (2008, pp. 622-624), entre los que se encuentran alisadores de pumita y molinos de basalto y andesita procedentes, lo más seguro, de estas áreas. Esta autora también señala dos cambios importantes respecto a época argárica: por una parte, la mayor variabilidad en la materia prima de estos artefactos; por otra, su procedencia más lejana, de hasta 50 km. Por tanto, Murviedro está totalmente inserto en unas dinámicas de intercambio caracterizadas, al menos, por relaciones de media distancia que complementan sus actividades de captación de materias primas en las inmediaciones del asentamiento.

Murviedro no es el único caso en el que es posible proponer un fenómeno de traslado poblacional en el Sureste. El asentamiento costero de Cala del Pino (Cartagena, Murcia) tampoco presenta indicios de ocupación anterior ni posterior al Bronce tardío (Pujante et al., 2024), sugiriendo un cerro habitado específicamente durante esta etapa de la Prehistoria Reciente. Valorar la extensión del asentamiento de Cala del Pino es imposible al estar gran parte del cerro urbanizada. Atendiendo a las excavaciones donde se han encontrado estructuras de este periodo, el área conocida no supera por mucho las 0.1 ha, si bien el promontorio se extiende por 3.4 ha, siendo esta potencialmente la extensión máxima del poblado. Otros ejemplos de asentamientos de corta duración fundados en el periodo los encontramos en las tierras meridionales valencianas. En las formaciones montañosas prebéticas de esta región se ubican Les Roques del Mas de Miró, un asentamiento cuya ocupación comienza hacia 1530-1500 cal a.C. y es abandonado en menos de una centuria (Jover et al., 2024, p. 42), y L’Altet de Palau, de similares características (García Borja y De Pedro, 2013, pp. 80-82). Los asentamientos de Murviedro y Cala del Pino apoyan la existencia de un proceso de constitución de nuevos emplazamientos de corta duración también en tierras prelitorales y litorales en el valle del Guadalentín y la costa suroriental. Para el caso lorquino, esto podría explicarse proponiendo un fenómeno de fisión poblacional del asentamiento argárico de Lorca, donde el grupo escindido decide instalarse en Murviedro, abandonando las laderas del Cerro del Castillo y más próximas al río Guadalentín. Otra hipótesis a tener en cuenta para explicar la fundación de Murviedro es mediante un proceso de nuclearización poblacional, similar al constatado en Cabezo Redondo de Villena (Jover et al., 2018, p. 112). Estos argumentos podrían servir para explicar la elevada diferencia entre el número de yacimientos argáricos de la comarca lorquina (Ayala, 1991) respecto a los escasos conocidos del Bronce tardío; no obstante, esto podría deberse a la ausencia de prospecciones sistemáticas realizadas en los últimos años, así como la necesidad de reevaluar el material ya conocido.

La cuestión del momento preciso de la fundación de Murviedro queda abierta a expensas del desarrollo de nuevos trabajos de excavación. Existen dos dataciones radiocarbónicas sobre fauna que sitúan la ocupación de la parte excavada del poblado en ca. 1400-1300 a.C. (Lull et al., 2013, p. 288), lo que deja abierta la pregunta de si Murviedro tiene su origen a finales del periodo o si esta parte representa una expansión del poblado en sus últimos momentos. Esto implica que, si Murviedro es una fundación tardía dentro del periodo, se abre la posibilidad de que la dinámica de migraciones pudiera haber sido un proceso prolongado, característico de esta etapa y no algo abrupto sucedido únicamente a mediados del II milenio a.C. De ser así, Murviedro sería un extenso poblado fortificado que se habita como mucho tres generaciones, algo improbable, dada su extensión y entidad de los restos arquitectónicos documentados. En cualquier caso, el abandono de estos asentamientos de corta duración es planeado y no ocurre de manera repentina, dando cuenta de un panorama en constante cambio donde las necesidades de los grupos pudieron ser muy distintas al inicio y al final de este breve periodo. Así se deduce en Murviedro a partir de la limpieza de sus espacios domésticos (Pujante et al., 2002a, p. 28).

6. Conclusiones ^ 

Los resultados de este trabajo demuestran que Murviedro fue un poblado fundado durante el Bronce tardío, pudiendo ser el resultado de un traslado y ampliación poblacional desde el núcleo argárico de las laderas orientales del Cerro del Castillo de Lorca a las cimas nororientales de la sierra del Caño, cuestión que deberá ser mejor investigada en futuros trabajos. Además, supone un caso particular pues, en lugar de reestructurar el área ya ocupada, como ocurre en otros numerosos ejemplos, se decide trasladar el poblado a una zona cercana no habitada anteriormente, sí usada como espacio funerario. Esto refuerza la idea de un Bronce tardío en el que los movimientos de personas fueron constantes, sea por motivos migratorios, de intercambio o para reforzar lazos entre grupos sociales. Ello se refleja en la fundación de algunos asentamientos que se habitan durante poco tiempo, algunos de gran entidad como Murviedro, localizados en lugares clave para el control de las vías de comunicación, terrestres o marítimas, como pueda ser el caso de Cala del Pino. Por otra parte, la documentación de un poblado tan extenso como Murviedro abre la posibilidad de la existencia de otros grandes núcleos poblacionales durante el periodo. Quedan abiertas nuevas preguntas relacionadas con qué implica de la existencia de estos núcleos y qué influencia pudieron tener en las redes de intercambio o sobre otros asentamientos más próximos, para lo que sería necesario emprender nuevos trabajos de prospección y excavación en distintas áreas. Murviedro, a pesar de su extensión, no fue habitado, según los datos actuales, más de 200 años. Teniendo en cuenta que, a tenor de los datos de la urgencia de 2001, el abandono de Murviedro fue planificado y no consecuencia de una acción violenta o catástrofe natural, pudo tener origen en una consolidación negativa del nuevo asentamiento por causas por el momento desconocidas.

Por todo ello, los datos recabados y analizados permiten plantear a nivel territorial las siguientes conclusiones:

Financiación y agradecimientos ^ 

La presente investigación se enmarca en un contrato predoctoral FPU INVES-UM, financiado por el Plan Propio de la Universidad de Murcia. Deseamos expresar nuestro sincero agradecimiento a Benjamín Cutillas-Victoria, Francisco de Asís González Benavente y María Teresa Cabrera Marcos por su participación y apoyo inestimable durante el desarrollo de la prospección arqueológica de Murviedro de noviembre de 2024. También ha sido de gran ayuda la colaboración del arqueólogo Clemente López Sánchez en la elaboración de las ortofotografías aéreas del yacimiento. De igual manera, agradecemos a Andrés Martínez y a Juana Ponce, respectivamente, director y conservadora del Museo Arqueológico Municipal de Lorca, sus comentarios sobre las excavaciones arqueológicas del casco urbano de Lorca, así como a José Félix Idáñez sus apuntes relativos a los primeros trabajos de campo realizados en Murviedro. Finalmente, agradezco a los/as revisores/as de este artículo sus reflexiones y sugerencias, que sin duda han contribuido a una mejora en la calidad del texto final.

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