El dromedario en Al-Andalus. El registro arqueológico en el sur de la península ibérica en época islámica (siglos X a XIV)

THE DROMEDARY IN AL-ANDALUS. THE ARCHAEOLOGICAL RECORD IN THE SOUTH OF THE IBERIAN PENINSULA DURING THE ISLAMIC PERIOD (10TH-14TH CENTURIES)

José Antonio Riquelme Cantal

Departamento de Historia, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Córdoba, Plaza del Cardenal Salazar, 3, 14003, Córdoba, España.

jriquelme@uco.es 0000-0002-1494-7217 AAA-5622-2019

(Responsable correspondencia)

Irene Montilla Torres

Departamento de Patrimonio Histórico, Área Historia Medieval, Universidad de Jaén, Campus Las Lagunillas, 23071-Jaén, España.

irene.montilla@ujaen.es 0000-0003-2559-4821 AAJ-1198-2020

Juan Manuel Garrido Anguita

Departamento de Historia, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Córdoba, Plaza del Cardenal Salazar, 3, 14003, Córdoba, España.

z02gaanj@uco.es 0000-0002-6836-4690 C-7270-2016

Eduardo Ruiz Nieto

Departamento de Historia, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Córdoba, Plaza del Cardenal Salazar, 3, 14003, Córdoba, España.

tessera45@gmail.com 0000-0002-3335-9621 ABA-5443-2021

José C. Martín de la Cruz

Departamento de Historia, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Córdoba, Plaza del Cardenal Salazar, 3, 14003, Córdoba, España.

ch1macrj@uco.es 0000-0002-0486-5744 ABA-5451-2021

Laura Aparicio Sánchez

Departamento de Historia, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Córdoba, Plaza del Cardenal Salazar, 3, 14003, Córdoba, España.

z72apsal@uco.es 0000-0002-6896-2578 ABA-5575-2021

María Dolores Simón Vallejo

Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Geografía e Historia,

Universidad de Sevilla, C/María de Padilla s/n, 41004-Sevilla, España

msimon@us.es 0000-0002-6885-1464 F-6356-2016

Antonio Vallejo Triano

Conjunto Arqueológico Madīnat al-Zahrā’

Carretera Palma del Río, 5, 14005, Córdoba, España,

antonio.vallejo.triano@juntadeandalucia.es 0000-0003-2197-4309 ABA-5448-2021

Resumen En este trabajo se presenta el estado de la cuestión y nuevos hallazgos sobre la constatación arqueológica de la presencia de dromedario, Camelus dromedarius L., en el sur de al-Andalus. De igual modo, se aborda el uso al que fueron destinados a partir del análisis de las noticias aportadas por las fuentes escritas, así como una primera aproximación a la significación simbólica de este animal. Por otra parte, se evidencia que la mayoría de las manipulaciones observadas en los restos óseos de dromedario analizados estaría relacionada con la fabricación de distintos utensilios de hueso. En cuanto a la distribución geográfica que alcanzaron estos animales en la península ibérica y su aumento o disminución en al-Andalus, concluimos que estuvieron presentes a lo largo del periodo islámico.

Palabras clave Arqueozoología, dromedario, musulmán, yunque óseo

Summary This paper presents the state-of-the-art regarding the archaeological verification of the presence of dromedaries, Camelus dromedarius L. in the south of Al-Andalus, together with new findings regarding this topic. This research also analyzes several written sources, which clarify the usage given to these animals and, at the same time, offers a first symbolic meaning given to them. On the other hand, we demonstrate that most of the bone manipulations found in the bone remains from dromedaries corresponds to the manufacturing of several different bone tools. As far as the geographical distribution of these animals within the iberian peninsula and their increase or decrease in al-Andalus, we conclude that they were present during the Islamic period.

Keywords Archaezoology, dromedary, Muslim, bone anvil

Fecha recepción: 13/10/2021 Fecha aceptación: 14/01/2022

Riquelme Cantal, J. A., Montilla Torres, I., Garrido Anguita, J. M., Ruiz Nieto, E., Martín de la Cruz, J. C., Aparicio Sánchez, L., Simón Vallejo, M. D. y Vallejo Triano, A. (2022): “El dromedario en Al-Andalus. El registro arqueológico en el sur de la península ibérica en época islámica (siglos x a xiv)”, Spal, 31.2, pp. 316-330. https://dx.doi.org/10.12795/spal.2022.i31.28

Sumario

1. Introducción

2. Arqueología del dromedario en el sur de al-Andalus

3. La representación de camélidos en Madīnat al-Zahrā’

4. El dromedario en el sur de al-Andalus

5. Conclusiones

Financiación y agradecimientos

Contribución a la autoría

Bibliografía

Lista de figuras

Figura 1. Mapa de distribución de los yacimientos citados en el texto con presencia de dromedario: 1. Alarcos (Ciudad Real); 2. Baeza (Jaén); 3. Madīnat al-Zahrā’ (Córdoba); 4. Sevilla; 5. Guadix (Granada); 6. Granada; 7. Torrevieja (Villamartín, Cádiz).

Figura 2. Restos óseos de dromedario recuperados en contextos medievales del sur peninsular: 2a.- Granada; 2b.- Guadix (Granada); 2c.- Baeza (Jaén); 2d.- Alarcos (Ciudad Real); 2e.- Torrevieja (Villamartín, Cádiz) (Riquelme, 2013).

Figura 3. Madīnat al-Zahrā’. Fragmento de metápodo y primera falange de individuo juvenil de dromedario.

Figura 4. Ataifores de reflejo dorado decorados con figura de dromedario. 4a) © Conjunto Arqueológico Madīnat al-Zahrā’; 4b) © Detroit Institute of Arts, Founders Society Purchase, General Membership Fund, 25.44; 4c) © Musée du Louvre (https://collections.louvre.fr/en/ark:/53355/cl010320066); 4d) © Photo courtesy Sotheby’s, 2021.

Figura 5. Arqueta de marfil conservada en el Museo Victoria & Albert. Detalle de la tapa (5a) y del lateral (5b). © Victoria & Albert Museum, London. (https://collections.vam.ac.uk/item/O70461/casket-unknown/).

Figura 6. Fragmento de las pinturas de la Casa del Partal de la Alhambra con indicación de los dromedarios. Reproducción de M. López Vázquez (Marinetto, 2020, p. 28. Archivo y Biblioteca del Patronato de la Alhambra y Generalife).

Figura 7. Fragmento de pintura de la Casa del Partal. Dibujo de Gómez-Moreno (1970, figura 1).

Figura 8. Posible amuleto en plomo con la representación de un dromedario enjaezado para su monta (Museo de Frigiliana, Málaga) (Simón Vallejo y Cortés Sánchez, 2017).

1. Introducción ^ 

Desde su domesticación, tanto el camello bactriano con dos jorobas originario de Asia Central (Camelus bactrianus L.), como el dromedario con una joroba procedente de Arabia (Camelus dromedarius L.), eran bien conocidos en el mundo antiguo oriental (Toynbee, 1973). Sus excelentes cualidades para la monta y transporte de grandes cargas permitieron una amplia difusión hacia Occidente (Ripinsky, 1975). La difusión de los camélidos hacia esta zona geográfica parece estar estrechamente relacionada con la presencia romana en el Próximo Oriente (Balil, 1986). Se han podido identificar sus restos óseos en diferentes yacimientos romanos centro y norte europeos, apareciendo aquellos principalmente en castra militares (Keller, 1910; Berger y Thenius, 1951; Boessneck, 1964; Schmidt-Pauly, 1980; De Grossi, 2006; Pigière y Henrotay, 2012).

Hasta la década de los años 90 del pasado siglo la presencia de camélidos y concretamente de dromedarios en la península ibérica, en época islámica, nos era conocida únicamente por medio de fuentes escritas medievales (árabes y cristianas). La constatación arqueológica de sus restos, tanto en niveles romanos como medievales, confirma definitivamente la introducción de estos rumiantes en el ámbito peninsular (Riquelme, 2013). El análisis taxonómico y tafonómico de los restos óseos analizados, así como los criterios para la estimación de edad, sexo y osteometría es la común en este tipo de trabajos (Riquelme, 1998; Steiger, 1990). Del mismo modo, se han utilizado las representaciones de estos animales, durante el periodo islámico peninsular, realizadas tanto en material cerámico, metálico, marfil y pintura mural que complementan los datos óseos e informan sobre la importancia de estos animales en la cultura islámica. En cuanto a la dificultad en la diferenciación de los restos de Camelus dromedarius y Camelus bactrianus, sobre todo cuando el material óseo se encuentra fragmentado, hemos utilizado nuestra propia colección comparativa y la metodología y medidas propuesta por Steiger (1990).

Los análisis arqueofaunísticos parecen demostrar que los restos óseos de dromedario más antiguos de época islámica en la península ibérica pertenecen al periodo califal y que, a partir de este momento, su presencia será continua hasta el final del reino nazarí de Granada. Sin embargo, las noticias de su presencia aparecen dispersas, por lo que en el presente trabajo intentamos obtener una visión de conjunto sobre el dromedario en el sur de al-Andalus. Esta situación parece estar principalmente provocada por la falta de análisis faunísticos de época medieval que vengan a ampliar y completar la información sobre las especies animales presentes en dicho periodo. Las pocas marcas de corte que presenta el material óseo analizado estarían más relacionadas con su transformación en distintos objetos trabajados y dichos restos óseos aparecen en contextos de desechos alimentarios.

2. Arqueología del dromedario en el sur de al-Andalus ^ 

En la actualidad el número de fragmentos óseos determinados como de dromedario en esta región peninsular se eleva a un total de 14, bien contextualizados cronológicamente. Son los recuperados en intervenciones urbanas realizadas en las ciudades de Granada (Riquelme, 1992; Riquelme, 1994; Morales et al., 1995), Guadix (Riquelme, 1993; Riquelme, 1993/94; Morales et al., 1995) en los años 1991 y 1992; Baeza en la campaña realizada en el yacimiento del Cerro del Alcázar en 2002; las excavaciones realizadas en el yacimiento medieval de Alarcos (Ciudad Real) en 1986 y 1987 (Riquelme, 1995); la excavación de la calle San Luis en Sevilla realizada en 2004 (Moreno et al., 2007); la excavación del yacimiento de Torrevieja en Villamartín (Cádiz) realizada en el año 2002 (Riquelme, 2013) y en la ciudad palatina de Madīnat al-Zahrā’ (Córdoba) (fig. 1).

Figura 1. Mapa de distribución de los yacimientos citados en el texto con presencia de dromedario: 1. Alarcos (Ciudad Real); 2. Baeza (Jaén); 3. Madīnat al-Zahrā’ (Córdoba); 4. Sevilla; 5. Guadix (Granada); 6. Granada; 7. Torrevieja (Villamartín, Cádiz). ^ 

En la ciudad de Granada contamos con dos fragmentos óseos, metatarso y falange 1ª, en distintas excavaciones. El primero de ellos proviene de la actuación realizada en el interior de la Catedral (Riquelme, 1992; Riquelme, 1994). Se trata de un fragmento distal de metatarso serrado y quemado que, debido a su forma y dureza, pudo ser empleado como mango de algún objeto posiblemente metálico. Apareció en niveles de ocupación califal (siglos X-XI), dentro de un depósito arqueológico cerrado, ya que el hueso se encontraba en el interior de una estructura de adobe colmatada de fragmentos cerámicos y óseos calcinados. Entre los primeros destacan los hornillos portátiles (anafes) y piezas de uso culinario (cazuelas, marmitas, etc.). La falange 1ª posterior, aparecida también en niveles de ocupación califal en el barrio del Albaicín (Riquelme, 1993; Riquelme, 1994), está completa y no presenta huellas de cortes ni fuego. La epífisis proximal sin terminar de fusionar parece indicar la presencia de un individuo subadulto (fig. 2a).

Figura 2. Restos óseos de dromedario recuperados en contextos medievales del sur peninsular: 2a.- Granada; 2b.- Guadix (Granada); 2c.- Baeza (Jaén); 2d.- Alarcos (Ciudad Real); 2e.- Torrevieja (Villamartín, Cádiz) (Riquelme, 2013). ^ 

La excavación arqueológica realizada en la ciudad de Guadix (Granada) en la que aparecieron los huesos de dromedario presenta una secuencia estratigráfica ininterrumpida desde la Edad del Bronce hasta la actualidad. De los cinco fragmentos localizados, dos de radio y un centrotarsal se encuentran relacionados con la ocupación almohade (siglo XII) y asociados a un numeroso conjunto de cerámica estampillada para uso de almacenaje. Un astrágalo y un fragmento distal de fémur, por su parte, aparecieron en el interior de un pozo que sirvió de vertedero ya en época nazarí (siglo XIII-XIV), datado de acuerdo a los restos cerámicos aparecidos en su interior. Los dos fragmentos de radio, proximal y distal, presentan incisiones y marcas de serrado, el fémur se encuentra bastante deteriorado; centrotarsal y astrágalo están completos. Los fragmentos de huesos largos presentan cortes para separar las epífisis de las diáfisis, mientras que en el astrágalo se aprecian pequeñas incisiones relacionadas con el seccionamiento de los ligamentos que lo unen a la tibia (Riquelme, 1993; Riquelme, 1993/94) (tab. 1, fig. 2b).

La falange 1ª identificada en el Cerro del Alcázar, Baeza (Jaén), apareció completa junto a otros restos de fauna de época altomedieval, en el interior de una fosa que cortaba niveles prehistóricos (Riquelme, 2004) (fig. 2c).

En el yacimiento de Alarcos (Ciudad Real) se han documentado dos fragmentos óseos de dromedario: fémur proximal y calcáneo (Riquelme, 1995). El material óseo analizado en este yacimiento provenía de una fosa excavada junto a la muralla del castillo que sirvió, tras la batalla del mismo nombre entre almohades y cristianos el 19 de julio de 1195, para enterrar tanto a combatientes como a monturas. La fragmentación del material no ha permitido obtener medidas del mismo. Este hallazgo permite especular sobre su utilización como animal de carga y transporte de impedimenta militar, hecho recogido en las fuentes escritas y que lo señalan como animal empleado en el traslado de material pesado, de tal manera que cuando formaba parte de las expediciones de guerra era más frecuente utilizarlo para transporte de armas y víveres que para la propia contienda (Levi-Provençal, 1956) (fig. 2d).

Tabla 1. Localización de yacimientos con restos óseos de dromedario de época medieval en el sur peninsular.

yacimiento

localidad

nº restos

cronología

referencias

Catedral

Granada

1

s. X-XI

Riquelme, 1992, 1994

Calle Espino

Granada

1

s. X-XI

Riquelme, 1993, 1994

Calle San Miguel

Guadix (Granada)

5

s. XII; s. XIII-XIV

Riquelme, 1993/94

Alarcos

Ciudad Real

2

s. XII

Riquelme, 1995, 2004

Cerro del Alcázar

Baeza (Jaén)

1

s. X-XI

Riquelme, 2004

Calle San Luis

Sevilla

1

s. XII

Moreno et al., 2007

Torrevieja

Villamartín (Cádiz)

1

s. IX-XI

Riquelme, 2013

Madīnatal-Zahrā’

Córdoba

2

s. X

En este trabajo

En el centro histórico de Sevilla se recuperó un fragmento de radio-ulna con la particularidad de haber sido utilizado como yunque para la fabricación de hoces metálicas dentadas. Apareció en una fosa con otros restos de fauna y materiales varios que permitieron datarlo en el período taifa-almorávide (Moreno et al., 2007).

De la excavación realizada en el yacimiento de Torrevieja, Villamartín (Cádiz), en el año 2002 se recuperó también un fragmento de yunque para hoces metálicas dentadas realizado sobre metapodio de dromedario, fechado entre la 2ª mitad del s. IX y la primera del XI d.C. En un primer momento se utilizaría en esta labor el hueso completo una vez preparado para tal fin, pero a medida que se fue rebajando la cortical de las facetas de la diáfisis para alisarlo de nuevo, eliminar las marcas ya realizadas y volver a utilizarlo, iría perdiendo consistencia hasta que terminó por fracturarse. El fragmento recuperado pertenece a la zona distal del metapodio y sus dimensiones son 120 mm de longitud y 80 mm de anchura. La cara anterior se encuentra deteriorada por vermiculaciones, aunque al microscopio pueden apreciarse algunas marcas del cincel y restos de pulimentado que indicarían el rebaje progresivo del hueso para crear una superficie plana. La cara posterior presenta 33 filas de marcas de cincel transversales al eje del hueso y también se encuentra rebajada y aplanada como ocurre con la anterior. Las caras laterales del hueso, aunque también han sido rebajadas y preparadas para tal fin, no conservan huellas del uso del cincel. La fractura que presenta el hueso parece responder a una rotura que muestra la misma dirección que las filas de marcas de cincel y debió de producirse por el progresivo adelgazamiento de la cortical. En este caso, la preparación y rebaje del hueso hasta crear cuatro facetas no incluye la eliminación de las epífisis, al menos en el caso de la distal (Riquelme, 2013) (fig. 2e).

La distribución de hallazgos de yunques de hueso es amplia en la península ibérica (Aguirre et al., 2004), basada principalmente en el uso de huesos largos de vaca y caballo por su grosor y dureza. Estas mismas características de los huesos de dromedario, principalmente los metapodios, influirían decisivamente en su utilización como yunques. La aparición en otras intervenciones arqueológicas mencionadas en el texto de fragmentos óseos de dromedarios con marcas de serrado (catedral de Granada, Guadix) podría indicar su uso en esta labor.

Muy relevante para la investigación resulta la primera constatación de la presencia de este animal en la ciudad califal de Madīnat al-Zahrā’, fundada por el califa de la dinastía omeya de al-Andalus, ‘Abd al-Raḥmān III (929-961). Proyectada para servir a los intereses del nuevo califato y convertirse en su capital política y administrativa, su configuración espacial, funcional y arquitectónica fue cuidadosamente diseñada, comenzando por el lugar de su emplazamiento a ocho kilómetros de Córdoba y en las faldas de la sierra, lo que permitió establecer una precisa jerarquía visual, trasunto de la propia jerarquía social (Vallejo, 2010, pp. 502-504). De acuerdo a este diseño en la cúspide, en el vértice más elevado, se situaba la Dar al-Mulk, la vivienda privada del califa, a partir de la cual se iba desgranando, como en cascada, toda una serie de palacios y jardines cuya importancia parecía depender de su cercanía a la máxima autoridad. Distribuidos estos espacios entre las dos primeras terrazas que conformaban el Alcázar o Palacio, la tercera se reservó para la medina propiamente dicha y allí se levantaron, entre otras construcciones, la mezquita aljama junto con tres pequeñas mezquitas de barrio, el zoco, infraestructuras para el ejército y las viviendas de los habitantes de la urbe (Vallejo, 2007).

La mayor parte de la investigación se ha centrado en la zona del Alcázar, que ha sido el sector más documentado y estudiado desde los inicios de la excavación de la ciudad por parte de Velázquez Bosco en 1911. Sin embargo, entre los años 2007 y 2008 se llevó a cabo una importante intervención arqueológica en la zona oriental de la muralla meridional de la medina que permitió la documentación de la huella de la muralla, casi completamente expoliada, las sucesivas terreras formadas como producto de su expolio, una inmensa calzada extramuros de más de 9 m de ancho que bordeaba la cerca, una de las mezquitas de barrio de la medina y parte del caserío intramuros (Vallejo et al., 2008). Este se conformaba por sucesivas viviendas entre las que se intercalaban basureros que habían ido ocupando paulatinamente algunos de los espacios vacíos que quedaban entre las mismas. En uno de ellos se identificaron varios fragmentos de huesos de dromedario, y hasta el momento, son los únicos restos documentados que pueden adscribirse a este animal, probablemente, porque la mayoría de excavaciones se ha realizado en la zona palaciega donde son inexistentes este tipo de basureros y donde las actividades domésticas se reducen al servicio de los diferentes palacios y sus ocupantes. Aunque se limpiaron arqueológicamente las canalizaciones que recorren el subsuelo del Alcázar y que fueron utilizadas a lo largo de la vida de la ciudad como vertedero tanto de restos alimenticios como de otros objetos, especialmente cerámicos (Vallejo, 2010, p. 248), no se han encontrado evidencias de fauna que puedan corresponder con esta especie, puesto que los restos óseos aparecidos corresponden a los desechos de las comidas servidas en el Palacio.

Contamos, por tanto, con la identificación de varios huesos que pueden atribuirse a un dromedario y que fueron documentados en la excavación de la muralla meridional, como hemos señalado. Se trata de un fragmento de metápodo y una primera falange. El primer fragmento pertenece a la epífisis distal y es de pequeño tamaño (fig. 3). La falange, por su parte, se encuentra completa a falta de la epífisis proximal, sin fusionar, lo que indicaría que se trata de un animal juvenil o subadulto. Las dos porciones óseas determinadas pertenecerían a un mismo individuo y no presentan marcas de cortes ni de exposición al fuego.

Figura 3. Madīnat al-Zahrā’. Fragmento de metápodo y primera falange de individuo juvenil de dromedario. ^ 

3. La representación de camélidos en Madīnat al-Zahrā’ ^ 

Existen diferentes elementos que vinculan el camello y/o dromedario con la ciudad califal de Madīnat al-Zahrā’. Uno de los más destacados es, sin duda, la presencia de un ataifor fabricado con la técnica del reflejo dorado que, aunque se conserva parcialmente, permite identificar el dibujo de un dromedario (fig. 4a). Esta pieza parece haber sido encontrada en la Dar al-Mulk (la vivienda privada del califa ‘Abd al-Raḥmān III) y, junto con otros fragmentos, forma parte de una colección de jofainas elaboradas con esta sofisticada tecnología (Velázquez Bosco, 1912, p. 78, láms. XLIX-LII). Aunque solo se conservan varios de los fragmentos que conforman el recipiente, el investigador R. Ettinghausen infirió parcialmente el motivo decorativo a partir de la comparación con dos piezas muy similares que ofrecen análoga representación (Ettinghausen, 1959-60, p. 44). Este autor aludía a dos jofainas más con una iconografía casi idéntica: una custodiada en el Museo de Detroit, y otra parecida (aunque según su consideración cronológicamente posterior) que se encontraba en el Museo de Arte de la ciudad de San Luis, si bien de esta última no hemos podido encontrar ninguna otra referencia o información. Existe otra pieza, también similar, depositada en el Museo del Louvre. Un ejemplar más que responde a la misma representación fue vendido en Sotheby’s en 2011. La cronología que se aporta en todos los casos es el siglo X y la procedencia comúnmente aceptada, iraquí, si bien, A. Heidenreich ha planteado para el conjunto de la loza dorada de Madīnat al-Zahrā’ que se trate de importaciones del Egipto prefatimí (Barceló y Heidenreich, 2014, pp. 250-253), aunque la iconografía de las piezas de esa zona no guarda relación con la del ejemplar que comentamos. A ello hay que sumar que su procedencia, junto con las del resto de la colección, pudo determinarse arqueométricamente, siendo adscrita a alguno de los talleres del califato abasí (Polvorinos et al., 2008, p. 174).

La iconografía representa un dromedario en el que destaca un gran ojo circular y la presencia de un collar en su cuello con decoración geométrica o vegetal. Parece portar una bandera y, probablemente por la analogía con el resto de piezas coetáneas, también un palanquín (fig. 4).

Figura 4. Ataifores de reflejo dorado decorados con figura de dromedario. 4a) © Conjunto Arqueológico Madīnat al-Zahrā’; 4b) © Detroit Institute of Arts, Founders Society Purchase, General Membership Fund, 25.44; 4c) © Musée du Louvre (https://collections.louvre.fr/en/ark:/53355/cl010320066); 4d) © Photo courtesy Sotheby’s, 2021. ^ 

La reiteración de este motivo de manera casi idéntica en diversos ejemplares ha sido objeto de interpretación y se ha relacionado hipotéticamente con distintos acontecimientos de la vida de Mahoma (Vallejo, 2019). Entre las numerosas noticias que relacionan al Profeta con los camellos destaca sobre todas la que describe su entrada en Medina, tras la finalización de la Hégira, a lomos de una camella, llamada al-Qaswā’, que se arrodilla en el lugar donde más tarde se construirá la mezquita (Gaudefroy-Demombynes, 1991, pp. 95-97). También cabría relacionarla con la trascendente “Batalla del Camello” (año 656), denominada así porque el enfrentamiento se desarrolló en torno al camello que llevaba el palanquín en el que iba ‘A’isa, viuda del Profeta, y desde el que arengaba a sus partidarios contra el califa ‘Alí (López, 2002, p. 99); este constituiría uno de los primeros conflictos armados que provocarían finalmente la división entre sunníes y chiíes. Finalmente, ha sido vinculada con la participación en algún tipo de procesión o ceremonia especial, o bien, con la forma de representar la ausencia de autoridad al encontrarse el palanquín vacío (Ettinghausen, 1959-60, pp. 47-49, 55).

La hipótesis de la procesión o ceremonia enlazaría, por una parte, con la costumbre preislámica de portar a la divinidad en este tipo de animales, en el interior de palanquines como, por ejemplo, aparece representada la diosa Bel en su templo de Palmira (Veyne, 2009, p. 233) y, por otra, con la práctica de los califas fatimíes de integrar en los desfiles ceremoniales en los que participaban a animales como elefantes y jirafas (Walker, 2011, pp. 107-108). Este último aspecto reviste un gran interés porque Ibn Ḥayyān (1981, pp. 198-99, 204) señala durante el periodo de gobierno de ‘Abd al-Raḥmān III la recepción de diversos regalos procedentes de sus aliados beréberes que contenían camellos, gacelas y animales exóticos como leones y avestruces. Para el cuidado y la custodia de estos animales al-Maqqarī afirma que el califa dispuso “de estancias para las fieras de gran extensión de terreno […] y amplias pajareras protegidas con enrejados” por lo que se ha planteado que, de ser cierta la noticia, esta instalación habría formado parte de las infraestructuras que fueron trasladadas desde Córdoba a Madīnat al-Zahrā’ (Vallejo, 2010, p. 182).

Además de la jofaina, existe otra representación de dromedarios en una arqueta de marfil conservada en el Victoria & Albert Museum que se fecha a comienzos del siglo XI y cuya procedencia se sitúa en Córdoba. La representación de estos animales es significativamente distinta en función de su ubicación, ya sea en uno de los lados cortos de la pieza o en el lateral de la tapadera. En el primer caso, aparecen dos dromedarios enfrentados e insertos en un tondo, mientras que en el segundo se talla solo uno, también inserto en un tondo, pero portando un palanquín con una figura humana en su interior (fig. 5). La presencia del animal en esta delicada pieza ha llevado a otorgarle un sentido mayestático, relacionado con el poder, puesto que su uso estaría restringido al ámbito de la corte, o bien, destinado como regalo diplomático para algunas de las numerosas embajadas que durante este periodo acudieron a la capital de al-Andalus (Zozaya, 1976, p. 325).

Figura 5. Arqueta de marfil conservada en el Museo Victoria & Albert. Detalle de la tapa (5a) y del lateral (5b). © Victoria & Albert Museum, London. (https://collections.vam.ac.uk/item/O70461/casket-unknown/). ^ 

Estas representaciones parecen indicar, al menos en Oriente, que los palanquines parecen haber sido reservados mayoritariamente para los dromedarios. Así lo refleja el Kitāb al-Hadāyā wa al-Tuḥaf (Book of Gift and Rarities), que recoge varios regalos de dromedarios que portan este elemento (Anónimo, 1996, pp. 80 y 103).

Además de estas evidencias materiales, Ibn Ḥayyān recoge la noticia de la llegada a Madīnat al-Zahrā’en el año 363 (973-4) de 130 camellos como regalo por parte de los beréberes Banū Hazar, aliados del califa al-Hakam II en su pugna con los fatimíes (Ibn Ḥayyān, 1967, p. 190).

4. El dromedario en el sur de al-Andalus ^ 

En el sur de al-Andalus la presencia de huesos de dromedario en niveles califales termina con la creencia de que estos animales llegaron a la península ibérica con almorávides y almohades (García Gómez, 1934). Su número no debió de ser muy elevado a juzgar tanto por lo que dicen las fuentes escritas como por los hallazgos arqueológicos que, por ahora, son muy puntuales en los yacimientos, aunque en dos momentos concretos pudo ver aumentado su número considerablemente. El primero, con las importaciones realizadas al final del Califato por Almanzor en el norte de África, con la misión concreta de utilizarlos como animales de transporte en las guerras contra los reinos cristianos. En el año 1002, expedición tras la cual encontró la muerte, llevó más de 1.700 caballos, 250 acémilas y para el transporte de material pesado 3.900 camellos (Levi-Provençal, 1956). Mientras, en los períodos de paz, estos quedaban en libertad en las zonas esteparias de Albacete y Murcia.

Un segundo aumento del número de dromedarios debió de producirse con la llegada a la península ibérica de almorávides y almohades, pueblos que utilizaban estos animales en la vida cotidiana en sus lugares de procedencia. En un texto de al-Maqqari, tomado de Ibn Jallikan, se lee lo siguiente: “Yusuf b. Tasfin mandó pasar los camellos, y pasaron tantos, que cubrieron Algeciras y sus mugidos se elevaron al cielo. Ni los españoles ni sus caballos habían visto jamás un camello, y por eso los caballos se espantaban de verlos y de oír sus mugidos” (García Gómez, 1934, p. 1).

Esta costumbre, la presencia de dromedarios en los ejércitos, se mantuvo en época nazarí como reflejan las pinturas de una de las casas del Partal de la Alhambra, en cuyas paredes se reproducen diferentes escenas divididas en franjas horizontales. Destaca la intermedia, que representa dos filas de soldados que van a realizar una algarada y su regreso victorioso. Por la diversa indumentaria de los diferentes personajes, se fechan en torno al año 1340, cuando Yusuf I se alía con los meriníes. Entre un variado elenco de personajes y bestias, se reconocen varios dromedarios: unos sentados sobre sus patas junto a una de las tiendas de campaña, otro montado por uno de los jefes norteafricanos y, finalmente, uno más que porta un palanquín en el que se encuentra una mujer (fig. 6 y fig. 7) (Gómez-Moreno, 1970; Fernández Puertas, 2018, pp. 140-143). Ambos autores reconocen el camello con palanquín de esta escena, si bien Gómez-Moreno (1970, figura 1) dibuja otro que parece corresponder a algún fragmento inconexo de esta decoración de la sala (fig. 7).

Figura 6. Fragmento de las pinturas de la Casa del Partal de la Alhambra con indicación de los dromedarios. Reproducción de M. López Vázquez (Marinetto, 2020, p. 28. Archivo y Biblioteca del Patronato de la Alhambra y Generalife). ^ 

Figura 7. Fragmento de pintura de la Casa del Partal. Dibujo de Gómez-Moreno (1970, figura 1). ^ 

Con anterioridad a estos acontecimientos, en el año 930, enviaron a Abd al-Raḥmān III an-Nāsir (912-961), del otro lado del Estrecho, un magnífico regalo de caballos, camellos y animales exóticos, que el califa devolvió en forma de telas preciosas y armas ricamente decoradas, entre otros valiosos objetos. Se trataba de Muḥammad b. Jazar quien establecía de esta forma lazos con an-Nâsir y rompía con los abbasíes. El texto revela que el camello era desde luego un animal muy apreciado en el territorio andalusí, si bien lo que verdaderamente llamó la atención del califa fueron los caballos magrebíes. Aunque extraño, el camello no llegaba a ser un animal exótico o, al menos, no tanto como los leones y avestruces que se incluían entre los presentes que le fueron entregados. Según el relato de Ibn Ḥayyān (1981, p. 203):

Muḥammad b. Jazar regaló a an-Nâṣir diez dromedarios capones de sorprendente complexión de clase selecta, con sillas, ronzales, riendas, gualdrapas, púrpuras y arzones, que llevaban colgadas diez preciosas adargas de ante, veinte camellas preñadas, algunas de diez meses, con su excelente semental de alta complexión y su pastor, un esclavo negro experto en el cuidado de los camellos y sus aparejos.

Esta noticia es la más llamativa, por el número de ejemplares que se entregan con magníficos atalajes y por la diferenciación que se plantea entre estos y las camellas preñadas y acompañadas de un semental, claramente destinadas a la procreación. Sin embargo, Ibn Ḥayyān menciona en otras tres ocasiones regalos que contienen camellos junto a otros animales como caballos o gacelas (Ibn Ḥayyān, 1981, pp. 198-201). En el último caso se trata de veintitrés, de entre los que sobresale uno que, probablemente por el gran tamaño que señala el cronista, porta un palanquín ricamente adornado con plata y lujosas telas. Se trata en todos los casos de presentes que los jefes beréberes del norte de África hacían al califa omeya como demostración de su sumisión y alianza frente a los fatimíes.

A partir de estos datos puede plantearse un uso diferenciado de camellos y dromedarios, en función de su “clase selecta” o sobresalientes características físicas, al igual que sucedía con los caballos. Así, cabría distinguir los destinados a formar parte de séquitos y procesiones en el marco del estricto protocolo y ceremonial omeya, de los que serían utilizados como animales de carga para el traslado de la impedimenta del ejército o en tareas más cotidianas. Este uso del camello como animal de cierta relevancia ceremonial parece ratificarlo la noticia del traslado del difunto emir al-Munḏir (886-888) desde Bobastro a Córdoba a lomos de un camello, acompañado por su hermano y sucesor ‘Abd Allāh (888-912) (García Sanjuan, s.f.).

Como ejemplo más de la importancia del dromedario en al-Andalus mostramos un amuleto en plomo con la representación de este animal depositado en el museo arqueológico de Frigiliana (Málaga) (Simón Vallejo y Cortés Sánchez, 2017). Parece representar un dromedario enjaezado para su monta y junto a la joroba debe estar el sistema de sujeción fracturado (fig. 8). Un problema no resuelto todavía por la investigación es su uso. Se ha avanzado mucho en el caso de los talismanes epigráficos, pero bastante menos en los antropomorfos y zoomorfos. En el caso que nos ocupa, la hipótesis de la búsqueda de un beneficio o protección podría suponer la existencia física y real del animal en el entorno de quien gestiona o manipula el objeto.

Figura 8. Posible amuleto en plomo con la representación de un dromedario enjaezado para su monta (Museo de Frigiliana, Málaga) (Simón Vallejo y Cortés Sánchez, 2017). ^ 

5. Conclusiones ^ 

El estudio que presentamos evidencia que la mayoría de las alteraciones antrópicas observadas en los restos óseos de dromedario analizados en el sur peninsular, de época musulmana, estaría más relacionada con la fabricación de útiles de hueso, debido a su dureza, como enmangues y yunques para el afilado de hoces, que con la inclusión generalizada de estos animales en el consumo alimentario. En cuanto a la distribución geográfica que alcanzaron estos animales en la península ibérica y su aumento o disminución en al-Andalus, son todavía pocos los datos que podemos aportar de acuerdo con los hallazgos arqueológicos. No obstante, sí podemos concluir que están presentes a lo largo del periodo islámico, siendo muy significativo el dato de que las medidas del material óseo suelen ser superiores a las obtenidas en huesos de dromedarios actuales. Esto podría indicar la castración de estos animales con objeto de conseguir bestias de carga de mayor talla y robustez.

Esta constatación se complementa con las recurrentes noticias del periodo califal que se refieren a estos animales como presentes para el soberano, que serían destinados, en función de sus características físicas, a su participación en ceremonias públicas o, en su defecto, al transporte de cargamento, probablemente, militar. Esta fue la función que se les reservó de forma mayoritaria a partir de Almanzor y, sobre todo, durante los periodos almorávide y almohade. En este sentido, y como demuestran las pinturas del Partal de la Alhambra, también se emplearon en las batallas, no solo para el transporte de parte de la impedimenta, sino integrados en la caballería y montados por guerreros. Cabe destacar también su posible carácter profiláctico a raíz de su aparición en un amuleto.

Como última reflexión sobre la presencia de dromedario, creemos necesario proceder a una revisión de los conjuntos óseos de época medieval para ampliar el registro faunístico y poder profundizar en la verdadera importancia de este animal en la sociedad de al-Andalus.

Financiación y agradecimientos ^ 

El presente trabajo se enmarca en el “Proyecto de Investigación para el estudio de la fauna en época califal de Madinat al-Zahra” (Madīnat al-Zahrā’) (AAPUN 08/2021), autorizado por la Junta de Andalucía, el Proyecto P.P.2021 Submod 2.1 (Uco-activa): “La Arqueometría como fundamento para la interpretación histórica: restos faunísticos, materias primas y vegetación”, financiado por el Plan Propio de la Universidad de Córdoba, el Proyecto I+D+i “La formación de la sociedad andalusí (ss. VIII-X). Los datos documentales y las evidencias materiales. Estudio de caso: Jaén” (HAR2017-87060-P), financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (Plan Nacional I+D de Excelencia) y el Proyecto I+D+i FEDER Andalucía 2014-2020 “C.A.M.E.L. Contextualización histórica, Alimentación, Morfología, Estudio genético y Linaje a través de los restos óseos de camélidos recuperados en yacimientos arqueológicos del sur de la península ibérica”.

Queremos mostrar nuestro agradecimiento al Conjunto Arqueológico de Madīnat al-Zahrā’ por las facilidades ofrecidas para la realización del estudio, poniendo a nuestro alcance los medios necesarios, así como la colaboración que nos ha prestado buena parte de su equipo.

Contribución a la autoría ^ 

José Antonio Riquelme Cantal (JAR), Irene Montilla Torres (IM), Juan Manuel Garrido Anguita (JMG), Eduardo Ruiz Nieto (ER), José C. Martín de la Cruz (JCM), Laura Aparicio Sánchez (LA), María Dolores Simón Vallejo (MDS), Antonio Vallejo Triano (AV).

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