In memoriam

Simon J. Keay
21 de mayo de 1954-7 de abril de 2021

A principios del año 1987, en la reunión que congregaba en Málaga a todos los arqueólogos que habían realizado excavaciones durante la campaña anterior para presentar sus informes, se encontraba un inglés con los pelos alborotados que deambulaba entre los asistentes con aire despistado, y sin que pareciera conocer a nadie. José Manuel Rodríguez Hidalgo y Víctor Hurtado decidieron acercarse a él por si pudieran ofrecerle algún tipo de ayuda y también con objeto de interesarse por saber de quién se trataba y dónde investigaba. Este primer contacto supuso el inicio de una amistad que se mantuvo siempre y que generó una serie de actividades arqueológicas y de relaciones académicas entre las universidades de Sevilla y de Southampton (Reino Unido).

En aquella época la arqueología vivía momentos de agitación y cambios después de que en 1984 se traspasaran a la Comunidad Autónoma de Andalucía las funciones y servicios relativos al Patrimonio histórico-artístico, monumental, arqueológico, paleontológico y etnológico y de que a fines de ese año la recién constituida Comisión Andaluza de Arqueología estableciera unas normas muy novedosas para la realización de actividades arqueológicas. En ellas se primaba la realización de proyectos de investigación plurianuales llevados a cabo por equipos interdisciplinares bien dotados económicamente y se obligaba a la difusión periódica de esas actividades.

A partir de este momento la arqueología andaluza comenzó a cambiar de una manera considerable con los estudios de Arqueología en las universidades, los nuevos enfoques teóricos de investigación histórica y la especialización de arqueólogos en distintas disciplinas aplicadas.

La difusión consistía en la entrega y presentación de informes de las investigaciones en congresos anuales y su publicación en los AAA (Anuario Arqueológico de Andalucía). Y fue precisamente en el mencionado Congreso de 1987 en Málaga donde hizo su aparición Simon Keay. Se encontraba allí porque estaba comenzando una intervención arqueológica en la ciudad romana de Celti (Peñaflor, Sevilla) junto con el profesor José Remesal Rodríguez, de la Universidad de Barcelona y oriundo de Lora del Río, Sevilla.

El primer contacto que Simon Keay había tenido con España tuvo lugar en Cataluña, a donde había llegado con ocasión de su tesis doctoral sobre la economía tardorromana que presentó en 1983 en la Universidad de Londres. Para esta tesis realizó una importante clasificación de ánforas que hasta hoy se sigue utilizando como referencia y cuya consulta se mantiene vigente vía internet y de libre acceso a través del proyecto Roman Amphorae, a digital resource. Esta tesis le llevaría a mantener a lo largo de su trayectoria profesional una línea de investigación basada en el comercio, las relaciones entre enclaves marítimos del imperio romano y el estudio de sus puertos.

En Cataluña realizó numerosas actividades durante la década de 1980, especialmente las excavaciones de Vilauba en Girona y en el Ager tarraconensis. Fue aquí donde comenzó a aplicar la que podría ser su principal actividad metodológica, como es la investigación sistemática de grandes superficies, siendo uno de los primeros en incorporar la prospección geofísica y el uso de los Sistemas de Información Geográfica. A través de ella y aportando una buena documentación pudo evidenciar la gran cantidad de yacimientos romanos existentes y que llegó a publicar en su obra Hispania romana (1988 en inglés y 1992 en español), con un amplio compendio de la presencia romana en la península ibérica.

Su segunda etapa comienza a finales de la década de 1980, compaginando su actividad entre Cataluña y Andalucía; aquí con las mencionadas excavaciones sistemáticas en la ciudad romana de Celti durante las campañas de 1987 a 1992 y cuya memoria definitiva publicó en 2001, junto con J. Creighton y J. Remesal Rodríguez.

La siguiente aportación importante de Simon Keay fue el proyecto que efectuó en Itálica en 1991 junto con José M. Rodríguez Hidalgo, entonces director del Conjunto Arqueológico de Itálica. En este proyecto continuó desarrollando su línea metodológica de estudio de los yacimientos mediante técnicas de reconocimiento remoto y prospección intensiva de superficie. El objetivo era conocer de manera global toda la urbanística de la Nova Urbs adrianea mediante la utilización de varias técnicas de prospección geofísica, como la resistividad eléctrica, la magnetometría y el georradar, combinadas con la recolección sistemática del material de superficie, pudiendo así obtener una información más completa de las estructuras soterradas y las funciones y cronologías de las mismas. Para ello reunió un variado equipo de especialistas de diversas universidades y entidades de investigación al que se sumó un grupo de estudiantes de Arqueología de la Universidad de Sevilla, como práctica de prospección pedestre. El resultado consiguió determinar no solo el trazado urbanístico de la ciudad adrianea, obteniendo así una imagen muy completa de su planificación, sino también de su organización, el trazado de la muralla, el hallazgo de varios edificios públicos, el plano de un gran conjunto termal, además de constatar tanto la existencia de las casas señoriales como la de espacios vacíos que no se llegaron a construir.

Esta experiencia de Itálica supuso el pistoletazo de salida para las técnicas de prospección geofísica en las actividades arqueológicas en Andalucía, que hasta entonces se habían venido aplicando de manera tímida en España y sin formar parte de equipos de investigación interdisciplinar. De hecho, en la recopilación publicada en 2005 sobre la utilización de métodos geofísicos en España hasta ese momento, en Andalucía se habían efectuado el doble de intervenciones que en Cataluña y superaba en cuatro y hasta seis veces a las restantes comunidades; solo en la provincia de Sevilla se llegaron a realizar casi la mitad de las prospecciones geofísicas andaluzas (Brito-Schimmel y Carreras, 2005; Peña Ruano, 2011).

Parte de esta actividad tuvo que ver con el contacto de miembros del equipo traído por Simon Keay, especialmente de la Universidad de Southampton, con profesores y arqueólogos de Sevilla, algunos de los cuales intervinieron específicamente en la realización de prospecciones geofísicas y otros en proyectos de investigación más amplios. En el primer caso se encuentra, por ejemplo, la prospección de 2004 en el yacimiento de Torre del Águila, la ciudad romana de Siarum, en Utrera, junto con Pablo Garrido González, entonces becario predoctoral en el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla; o la prospección en el yacimiento prehistórico de San Blas (Cheles, Badajoz) en el año 2001 con el profesor Víctor Hurtado. En el segundo está el caso de David Wheatley, quien en 2001 se incorporó a las investigaciones prehistóricas del profesor Leonardo García Sanjuán, colaboración que se mantiene a fecha de hoy.

Otra de las actividades que Simon Keay mantuvo con la Universidad de Sevilla fue la de ser profesor responsable del programa Erasmus en la Universidad de Southampton, en coordinación con el profesor Víctor Hurtado Pérez, desde inicios de la década de 1990. En este programa participaron varios alumnos de Doctorado que después han llegado a ser profesores del Departamento, como Daniel García Rivero o Carlos Odriozola Lloret. Igualmente, el profesor García Sanjuán trabajaría como investigador postdoctoral del programa Marie Curie de la Comisión Europea en la Universidad de Southampton entre 1997 y 1998. El contacto con el Departamento de Southampton fue aprovechado además para incentivar el estudio interdisciplinar de territorios y su análisis a través de los Sistemas de Información Geográfica en las investigaciones del Departamento de Sevilla.

El programa Erasmus también sirvió para mantener una relación constante de Simon Keay con Sevilla a pesar de que había disminuido su investigación de campo en esta zona, y no dejó de participar en todas las actividades que le proponía el Departamento, como asesorías o conferencias. Y fruto de este programa surgió la codirección, con Víctor Hurtado Pérez, de la tesis doctoral de Pablo Garrido González (leída en 2011) sobre un tema recurrente en él como era el estudio de territorios, en este caso del valle del Guadiamar y la conexión minera en época romana.

Como profesor ha sido reconocida por todos sus alumnos la atención y exigencia que dedicaba a la docencia y el trato personal que les profesaba, haciéndoles incluso partícipes de sus investigaciones y mostrando siempre un carácter abierto a cualquier idea o proposición, sin que jamás tratase de influir en las ideas o hipótesis de trabajo. Su forma de guiar y orientar consistía en hacerlo con gran entusiasmo. Otra de sus peculiaridades era la de facilitar tanto a alumnos como a colegas el contacto con otros profesionales que pudieran ayudar o a colaborar en campos de investigación afines.

En 1992 se celebró en Southampton el congreso anual del TAG (Theoretical Archaeology Group), la reunión de ámbito nacional que tenía como objetivo promover debates y discusiones de Arqueología teórica entre arqueólogos profesionales, y que era accesible para los estudiantes. Por primera vez fue ampliada la convocatoria a un marco europeo, denominándose ese año EURO-TAG, en el que la arqueología española tuvo una especial presencia en la sesión dedicada a la Prehistoria ibérica, gracias a la iniciativa de Simon Keay.

La tercera y última etapa de su investigación transcurre en Italia. A partir de 1997, año en que consiguió la cátedra en Southampton, elaboró un gran proyecto que supuso una ampliación de su línea de investigación hacia el Mediterráneo, esta vez sobre el comercio y sus relaciones a través de una red de 31 puertos romanos establecidos en nueve países, desde Turquía a España. Este proyecto “Rome´s Mediterranean Ports” consiguió una Advanced Grant de considerable financiación por el European Research Council. Trabajó fundamentalmente en el proyecto Portus de Roma durante ocho años de prospecciones y excavaciones, consiguiendo sacar a la luz el puerto de Claudio y la ampliación hecha por Trajano, además de numerosas estructuras. El proyecto ha generado la publicación de 4 libros, además de 75 artículos, mientras que otros 3 libros se encuentran en prensa con el informe final. Un estudio que ha podido concluir de manera cuidadosa y sistemática y que seguramente será clave para un mejor conocimiento del mundo romano.

Desde 2006 fue director de la Escuela Británica de Roma y elegido miembro de la Academia Británica en 2016, nombramientos que reconocen y subrayan la categoría de su trayectoria profesional. Pero lo que más destacan los que lo conocieron personalmente era su vitalidad, el trato amable, su buena disposición a ayudar tanto a los colegas como a sus alumnos, su exquisita educación que le hacía armonizar con gente diversa y, en general, su humanidad y simpatía.

Bibliografía

Brito-Schimmel, P. y Carreras, C. (2005) “Aplicación de Métodos Geofísicos en arqueología: Una recopilación sobre el actual estado de la cuestión en España”, Scientific Heritage, 0(1).

Peña Ruano, J.A. (2011) “Estudios geofísicos en yacimientos arqueológicos andaluces. Periodo 1985-2010”, en Memorial Luis Siret. I Congreso de Prehistoria de Andalucía. La Tutela del Patrimonio Prehistórico. Sevilla: Junta de Andalucía, pp. 131-138.