C. Mata Parreño, E. Badal García, E. Collado Mataix y P.P. Ripollés Alegre eds., Flora Ibérica. De lo real a lo imaginario. Servicio de Investigación Prehistórica del Museo de Prehistoria de Valencia. Serie de Trabajos Varios nº 111. Diputación de Valencia 2010, 184 pp., 143 figs.

El rico imaginario de los pueblos prerromanos de la Península Ibérica y, en especial, el de los ibéricos, ha despertado desde hace décadas el interés de los investigadores, abriendo un terreno de estudio abonado en fechas más recientes por amplios proyectos de investigación. De uno de estos proyectos [“De lo real a lo imaginario. Aproximación a la flora ibérica durante la Edad del Hierro” (HUM-2004-04939/HIST y ACOMP2006-12)], del que ya conocíamos algunos avances [entre otros C. Mata et alii, “De lo real a lo imaginario. Aproximación a la flora ibérica durante la Edad del Hierro”, Anales de Arqueología Cordobesa 18 (2007) 93-122; E. Babal et alii, “Lo real y lo imaginario. El proyecto Hum2004-04939 sobre la flora en el Mundo Ibérico”, VII Congreso Ibérico de Arqueometría (Madrid, octubre 2007). Madrid: CSIC (2008) 144-157], surge esta nueva publicación que en breve se convertirá en obra de consulta para todo aquel que pretenda adentrarse en el universo iconográfico ibérico. Entre los instrumentos de análisis más novedosos que se nos proponen destaca la incorporación de una página web (http://www.uv.es/floraiberica o http://florayfaunaiberica.org) en la que se recogen los datos completos generados por el proyecto, así como un catálogo documental que se actualiza con la incorporación de nuevos hallazgos o publicaciones.

Aunque está proyectado hacer extensivo el estudio a la fauna, en este caso, la investigación se centra exclusivamente en el mundo vegetal, atendiendo a su presencia en la vida humana tanto en su faceta económica y social como en la simbólica y religiosa. Partiendo de esta premisa, el proyecto, y la obra generada por éste, se estructura en dos ámbitos complementarios, lo real y lo imaginario, entre los que basculan las especies analizadas. Al primero corresponden las plantas cultivadas y explotadas por el hombre y de cuya utilización directa por el hombre han quedado restos orgánicos (polen, semillas, restos carbonizados, maderas, tejidos,….), mientras en el segundo apartado se atiende a todas aquellas representaciones plásticas e iconográficas de elementos vegetales que no encuentran paralelos en la realidad y responden a una “autoconstrucción” ibérica del imaginario natural. La conjunción de ambos aspectos permite plantear un estudio etnobotánico, al analizar las relaciones reales y simbólicas de los íberos con las plantas de su entorno, y ecológico, pues a partir de los restos botánicos conservados nos aproximamos al paisaje vegetal y el medio ambiente.

Si bien en un principio los autores agrupan los materiales y la documentación en las dos grandes categorías citadas - lo real, donde se incluirían los restos orgánicos vegetales y las fuentes clásicas, y lo imaginario, que abarcaría las representaciones iconográficas en cerámica, piedra, orfebrería, objetos metálicos y monedas -, es frecuente que rebasen estos límites para adentrarse en uno u otro terreno: el contexto de los restos orgánicos puede situarse en el universo simbólico cuando se depositan en tumbas o santuarios, mientras las representaciones iconográficas se confunden con la realidad en las imágenes más detalladas: granadas, racimos de uvas, adormideras, … Respecto a la documentación empleada, echamos en falta la producción de pebeteros en forma de cabeza femenina que, aunque de origen púnico, dará lugar a creaciones locales que alcanzan en el mundo ibérico, en especial en la Contestania, un gran desarrollo. La iconografía de estas piezas, en la que se conjugan imágenes vegetales realistas (espigas, pámpanos y racimos de uvas) con otras más simbólicas y de difícil interpretación (granos de trigo o uvas), podría proporcionar nuevos elementos de estudio.

Las especies vegetales analizadas se reparten en cuatro apartados; el primero de ellos está dedicado a las plantas (en concreto herbáceas como cereales y legumbres) y los árboles cultivados (olivo, vid y frutales) de origen autóctono. Cabe destacar el amplio trabajo de documentación tanto de los hallazgos de restos orgánicos, cuyos resultados se exponen en tablas y mapas, como de imágenes y textos clásicos, ordenados por especies. Se identifican así las diferentes plantas cultivadas o existentes en el entorno, permitiendo definir con bastante precisión el paisaje ibérico. En un segundo punto se analizan las plantas y árboles importados (palmera, granado, nogal y algarrobo); llama la atención aquí el caso de la palmera, cuya incorporación al imaginario ibérico parece anterior a su introducción efectiva en la agricultura peninsular. Los autores sugieren una adopción o reinterpretación de sus valores simbólicos a partir de la iconografía oriental, sin el referente real, un fenómeno que sería comparable al de algunas especies animales como el león.

A continuación, se describen las plantas y árboles silvestres, un ámbito en el que es preciso distinguir la naturaleza real, donde se incluyen el pino, las especies del género Quercus y otros árboles y arbustos, y la naturaleza imaginaria, al que se adscriben todas las representaciones de árboles, hojas y flores que no han podido ser catalogados con precisión dentro de ninguna especie conocida. Los primeros permiten definir el paisaje y el entorno de los pueblos ibéricos y, cuando los restos orgánicos o las menciones de las fuentes clásicas se multiplican, también ilustran sobre el aprovechamiento de estas especies. En el terreno de lo imaginario, el esfuerzo de identificación botánica de hojas y flores a partir de sus características morfológicas, no ha permitido identificar con precisión las especies. Sólo se pueden adelantar interpretaciones en el campo metafórico y simbólico, que nos remiten a la recreación de entornos naturales o la reproducción del ciclo vegetal.

Por último, se incluyen las plantas medicinales, melíferas, donde ocupa un lugar destacado la adormidera, y artesanales. Es este un apartado en el que las fuentes clásicas se convierten en el principal apoyo documental, dada la escasez de restos orgánicos, a excepción de algunas plantas artesanales como el esparto o el lino que en contadas ocasiones han dejado huellas en el registro arqueológico.

Se completa el texto con tres índices y un glosario; en el primero de ellos se recoge la relación de taxones documentados, ordenados por el nombre de la planta en castellano, mientras los restantes ofrecen un catálogo de yacimientos y cecas donde se han documentado, respectivamente, restos orgánicos y representaciones de la flora ibérica. Finalmente el glosario pone a disposición del lector no especialista una serie de términos botánicos, arqueológicos y numismáticos que ayudan a la comprensión de la obra. Ésta se acompaña además de un cuidado aparato gráfico constituido por imágenes a color y de alta resolución, gráficos y mapas de distribución de especies.

En las últimas décadas hemos asistido a un espectacular desarrollo de los estudios iconográficos en el mundo ibérico gracias a los trabajos de T. Chapa, R. Olmos, T. Tortosa, H. Bonet, I. Izquierdo o C. Mata. En su mayoría, se trata de análisis dedicados a la producción plástica o cerámica centrados en los aspectos simbólicos y socio-religiosos de las imágenes, por lo que la reciente publicación añade una nueva perspectiva, ahondando en las vertientes ecológica y económica que subyacen en las construcciones del imaginario ibérico y otorgándole pleno sentido. Con las aportaciones de este trabajo, se posibilita, pues, una relectura de los numerosos testimonios del universo ibérico, de la que pueden surgir sugerentes hipótesis.

Ana Mª Jiménez Flores

Departamento de Historia Antigua
Universidad de Sevilla