http://dx.doi.org/10.12795/spal.2005.i14.12

Vázquez Paz, J., García Fernández, F. J. y González Parrilla, J. M. (2005). “Las cerámicas romanas de imitación ‘Tipo Peñaflor’ y los inicios de Astigi (Écija, Sevilla).” Spal 14: 315-333. DOI: https://dx.doi.org/10.12795/spal.2005.i14.12

Las cerámicas romanas de imitación “Tipo Peñaflor” y los inicios de Astigi (Écija, Sevilla)

THE “PEÑAFLOR” TYPE ROMAN IMITATION POTTERY AND THE BEGINNINGS OF ASTIGI (ÉCIJA, SEVILLA)

Jacobo Vázquez Paz

Francisco José García Fernández
Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, miembro del Grupo de Investigación “De la Turdetania a la Bética”, dentro del Proyecto “Antecedentes y desarrollo económico de la romanización en Andalucía Occidental” (BHA2002-03447)

José María González Parrilla

Resumen: Al conocimiento que se desprende de la excavación de un amplio sector de la necrópolis occidental de Astigi hay que sumar el hallazgo contextualizado de ajuares de copa y plato producidos en cerámica “Tipo Peñaflor”, que se introducen como elemento partícipe del ritual de enterramiento. Ello nos sirve de excusa para analizar, por un lado, las producciones del taller de Celti y su evolución a partir de los restos exhumados en la Calle Bellidos, mientras que, por el otro, se hará hincapié en el papel de esta especie cerámica a la hora de encuadrar cronológicamente necrópolis en los primeros años de la historia de la colonia.

Abstract: To the data collected from the excavation of a wide area in the west part of the Astigi necropolis, we must add the discovery of cups and saucers sets produced in “Peñaflor” type of ceramic, which were introduced as an active part in the burial rituals. This discovery give us the excuse to analyze from one side; the Celti workshop productions and their evolution from rests found in “Calle Bellidos”, and from another side, allow us to focus on the importance of this ceramic species in the chronological identification of necropolis from the first years in the history of the colony.

Palabras claves: Cerámica romana, producciones locales, Bética, taller de Peñaflor, necrópolis de Astigi.

Key words: Roman pottery, local productions, Baetica, workshop of Peñaflor, necropolis of Astigi.

El hallazgo a finales de 1999 y la posterior excavación de un conjunto de tumbas en un área periférica del actual núcleo urbano de Écija, conocido como “La Algodonera” (Tinoco 2004; Camacho 2004)[1], confirmó la existencia de una nueva necrópolis en el sector occidental de la antigua colonia (Sáez y otros 2004: 85-86), cerca del lugar donde Garay (1851: 40-41) y posteriormente Collantes de Terán (Hernández Díaz y otros 1951: 76) habían ya situado la aparición de algunos epígrafes funerarios (CIL II2/5, 1176 = CIL II 1480; CIL II2/5, 1213 = CIL II 1485) entre ellos dos que se conservan actualmente embutidos en la torre de la iglesia de Santa Cruz (CIL II2/5, 1222 = CIL II 1499; CIL II2/5, 1232 = CIL II 1503). Esta necrópolis occidental se encontraría ubicada en la salida de Écija hacia Sevilla, en las proximidades de la antigua Via Augusta, cerca de la puerta que, según Rodríguez Temiño (1988), se situaría junto al antiguo matadero, aproximadamente en el cruce de las actuales calles San Juan Bosco -el extremo occidental del decumanus maximus- con Juan Páez y Fuentes de Andalucía (Sáez y otros 2004: 35-36, n. 177).

La excavación varios meses después de un solar próximo al anterior, situado en el número 18 de la calle Bellidos (fig. 1), puso al descubierto más de un centenar de enterramientos de incineración e inhumación pertenecientes a la misma necrópolis y fechados en el siglo I d.C. (Tinoco y López 2001). La participación en la intervención de un equipo de antropólogos físicos permitió un estudio en profundidad de los rituales de enterramiento, así como el análisis antropológico de los óseos, tanto desde el punto de vista demográfico como paleopatológico, cuyos resultados pueden extrapolarse a la población que vivió en Écija durante el siglo I de nuestra Era (López y Tinoco e.p.)[2].

Figura 1. Planta de la intervención (según Tinoco y Flores 2001)

El tipo de enterramiento predominante es la cremación en fosa -generalmente sin cubierta- del tipo bustum, en la que el cadáver era incinerado directamente sobre la pira de leña y sus restos carbonizados eran posteriormente amontonados en el centro de la fosa, junto con el ajuar (López y Tinoco e.p.). No faltan, sin embargo, las incineraciones secundarias en urnas globulares, relativamente abundantes aunque con un ajuar mucho más reducido.

Las inhumaciones estuvieron destinadas mayoritariamente a la población infantil, bien en una pequeña fosa excavada en la marga, bien el interior de una cista realizada con ladrillos o fragmentos de tégulas (López y Tinoco e.p.), acompañados siempre de un sencillo ajuar cerámico. Los neonatos, por su parte, eran depositados en recipientes anfóricos, generalmente de los tipos Beltrán IIB, Dressel 10 y Haltern 70 (ibidem). Mención especial merecen las inhumaciones adultas, todas femeninas, en las que el cadáver se encontraba en posición decúbito prono, desprovisto de ajuar. En estas últimas se ha querido ver un castigo a algún tipo de delito en concreto, que conllevaría la negación del ritual tradicional (García y otros 1999).

Por lo que respecta al ajuar, éste estaba compuesto fundamentalmente por ungüentarios de vidrio con indicios de haber sido arrojados a las llamas durante la incineración, así como por platos, cuencos y copas de TS, cuencos y jarritas de cerámica común, cerámica de paredes finas y lucernas de volutas. Apenas aparecen objetos de adorno o atuendo personal, destacando únicamente una pulsera de hueso y dos tabas en el caso de la tumba UE 225 (López y Tinoco e.p.). Pero, sin lugar a dudas, el repertorio más sobresaliente es el compuesto por las conocidas como “cerámicas de imitación tipo Peñaflor”, que destaca no sólo por la abundancia y estado de conservación de los ejemplares exhumados (fig. 2), sino sobre todo por su variedad, que permite profundizar sobre este tipo de producciones, de marcado carácter provincial, aportando nuevas variantes que imitan prototipos de importación sudgálica e hispánica. Del mismo modo, la cronología de las primeras imitaciones “tipo Peñaflor” nos permite contextualizar el comienzo de la ocupación de esta necrópolis en los momentos fundacionales de la colonia astigitana, perdurando durante todo el siglo I d.C.

Figura 2. Detalle de la tumba 162-163

1. Las cerámicas de imitación “tipo Peñaflor”: estado de la cuestión

El proceso de formalización y desarrollo que se desprende del análisis de las cerámicas procedentes de Celti proporciona una serie de datos que permiten distinguir la configuración de un centro productor de “sigillatas de imitación” (Amores y Keay 1999: 235) de los procesos de formalización de talleres de TS Hispánica en la Bética o la Tarraconense. La producción y comercialización del servicio de mesa en TS de imitación “tipo Peñaflor”, compuesto principalmente de copa y plato, comienza a producirse en el centro alfarero de Celti durante los primeros años del principado de Augusto (Martínez 1989), marcando un proceso de cambio que, a partir del conocimiento técnico prerromano (representado por las cerámicas engobadas de tradición turdetana), surgía como respuesta a las nuevas realidades económico-comerciales de la Bética y a los nuevos productos de importación que se estaban distribuyendo por el Valle del Guadalquivir. Esta aplicación de antiguas técnicas de producción a un nuevo repertorio tipológico (aquí radica el fenómeno de la imitación), permitió a los alfareros celticenses incorporar sus producciones a la red comercial, fluvial (Chic 1990) y terrestre (Sillières 1990; Corzo y Toscanos 1992), que a finales del siglo I a.C. se estaba configurando en la nueva provincia[3].

Aún así, no existe de manera consensuada un criterio terminológico unitario para este grupo cerámico de producción celticense, ya que la investigación se encuentra aún en los inicios de su definición como “especie cerámica” o “grupo independiente” de la designada Terra Sigillata. A finales de los años 60 fueron bautizadas en base a los resultados extraídos de las excavaciones en Bolonia (Cádiz) como “cerámicas de barniz rojo tardío” (Domergue 1969: 453-455); un año después, a partir de los datos procedentes de la excavación del templo romano de Córdoba, se las definió como “presigillata” (García y Bellido 1970). Tras las excavaciones en Munigua (Villanueva del Río y Minas, Sevilla), se introdujo como característica principal en su nomenclatura el sentido de imitación, al ser clasificadas como “imitaciones de vajillas de mesa” (Vegas 1971: 89; Vegas 1973: 69). Posteriormente, y de nuevo a raíz de la información procedente de las excavaciones efectuadas en Bolonia, se las denomina “cerámicas de barniz rojo julio-claudio” (Remesal y otros 1977) atendiendo, sobre los datos de los que se disponía a mediados de los 70, a tres criterios distintos para su clasificación: técnica de acabado, coloración y cronología, eliminando de la nomenclatura el carácter imitacional que en la actualidad caracteriza a esta producción.

En la década de los 80 el concepto de imitación se encontraba mejor definido, por lo que arraigó como elemento identificador de un determinado grupo cerámico: “imitaciones de cerámicas aretinas” (Serrano 1988) o “cerámica bética de imitación tipo Peñaflor” (Martínez 1989: 60-61), frente a otras producciones coetáneas y con idéntica funcionalidad como es la Terra Sigillata. Aunque existía este criterio de conformidad, subyacía el interés por diferenciar o unificar dentro de este grupo cerámico lo que era un fenómeno de emulación de vajillas de importación en TS aretina, y un fenómeno de imitación generado en un centro alfarero concreto, Celti (Peñaflor, Sevilla), que abarcaba una realidad de más amplio espectro, reproduciendo distintas especies cerámicas de importación (Martínez 1989).

La unanimidad en el hecho imitacional de estas producciones permite la introducción de dicho concepto en su denominación, caracterizándolas de manera genérica como cerámicas de imitación. Al ser un fenómeno de emulación que toma como modelo producciones de diversa funcionalidad, su repertorio puede ser organizado sobre la base de la especie imitada: TS de imitación, barniz rojo-pompeyano de imitación, paredes finas de imitación, etc. La denominación de “sigillatas de imitación” o “barniz rojo-pompeyano de imitación” permite especificar dentro de un mismo fenómeno (el de imitación) la atribución de estas producciones a un centro alfarero concreto. Es el caso de la utilización de la terminología “sigillatas de imitación tipo Peñaflor” (Amores y Keay 1999)[4], cuya referencia geográfica puede ser sustituida en el caso de confirmarse la existencia de otros centros productores de imitaciones en serie, como el hipotético de Los Villares en Andujar (Mayet 1984).

De hecho, la distribución geográfica de la TS de imitación “tipo Peñaflor” coincide en buena medida con el área de dispersión de la TS Hispánica producida en Andujar. La convivencia dentro de un mismo espacio territorial y económico de dos especies cerámicas no implica su filiación a un solo taller productor, como en algún momento se ha pensado (Serrano 1988), sino la consolidación de una red de distribución a través de la cual se negocia con menajes de muy diversos orígenes. Las propias características técnicas de la TS de imitación “tipo Peñaflor” y de la TS Hispánica de Andújar responden a dos fenómenos muy distintos, ya que en el taller de Peñaflor lo que se ­realizan son imitaciones a torno de productos foráneos, mientras que en Andújar se pone en funcionamiento un centro de producción de una determinada especie cerámica, como es la Terra Sigillata.

Por otra parte, la existencia previa de clasificaciones formales para los prototipos imitados permite su aplicación a las cerámicas producidas por el alfar de Peñaflor, facilitando la adscripción de los nuevos tipos resultantes. Se ha impuesto, de este modo, el uso del Conspectus Formarum para la clasificación de las imitaciones de TS Itálica, o la tipología de Dragendorff para las imitaciones de sudgálicas, estableciéndose una relación de equivalencias entre originales y copias. Recientemente ha sido publicada, a partir de la clasificación de Martínez (1989), una tabla tipológica preliminar para las “formas precoces” imitadas en Peñaflor en la que se distinguen hasta 14 tipos distintos (Amores y Keay 1999: 249-250). Sin embargo, la imitación de tipos sudgálicos, hispánicos o africanos carecen todavía de una tipología apropiada, por lo que es aconsejable el uso de las ya existentes para las nuevas variantes documentadas, ya que reflejan, por lo general una clara adscripción a modelos de importación comercializados en la zona (Martínez 1989)[5].

Los Tipos Ia (copa) y IIa (plato) de Martínez (fig. 3) se consideran el servicio de mesa más antiguo producido en la antigua Celti; su distribución se circunscribe en principio a Italica, Astigi y la propia Celti (Amores y Keay 1999: 236), aunque aún no se han documentado en las recientes excavaciones de la necrópolis de Astigi[6].

Figura 3. Tabla tipológica, elaborada por Martínez (1989)

Del Primer Momento Imitacional –equiparable a las “producciones hispánicas precoces” (Serrano 1999: 231)– el Servicio “b” de Peñaflor (fig. 3), compuesto por los Tipos Ib (copa) y IIb (plato), es el que presenta un mayor volumen de producción y un radio más amplio de comercialización (fig. 4). El inicio de su producción coincide con la etapa de mayor dispersión de las cerámicas procedentes de los talleres de Celti, en un momento, a caballo entre finales del principado de Augusto y el principado de Tiberio, en el que ya se había consolidado la red de distribución que a nivel terrestre se materializó con la finalización de la vía Augusta en el año 2 a.C. Este servicio alcanza su mayor índice de producción en tiempos de Claudio/Nerón, perdurando durante buena parte del siglo I d.C. (Keay 2000: 169). El Servicio “c” (fig. 3), por su parte, se desarrolló cronológicamente en el mismo momento que los Tipos Ib y IIb, pero con un radio de alcance menor[7].

Figura 4. Dispersión de las imitaciones “tipo Peñaflor” a mediados del siglo I d.C.

Los servicios “d” y “e” de Peñaflor (fig. 3) se encuentran escasamente definidos, aunque se puede apuntar una posible filiación del servicio “d” con la Drag. 33 sudgálica y del servicio “e” con la forma sudgálica Drag. 35 e Hispánica 4[8]. Esta reinterpretación de modelos sudgálicos o ­hispánicos, obliga a llevar el inicio de la producción de los tipos “d” y “e” al momento en que tuvo lugar la comercialización de estos productos en la Bética y, por lo tanto, a la formalización de la segunda serie de imitación, relacionado directamente con la importación de TS Sudgálica e Hispánica. El hallazgo en la tumba 439-440 de grupos mixtos, donde dos copas Ie forman servicio “funerario” con dos platos IIc, indicaría la convivencia de tipos itálicos de imitación con tipos sudgálicos de imitación. La distribución de estas imitaciones sólo puede circunscribirse por el momento a la vía Astigi-Hispalis, ya que el estado inicial en que se encuentra la investigación no permite aventurar la dispersión geográfica alcanzada por esta producción.

2. Las cerámicas de imitación “tipo Peñaflor” de la necrópolis de Bellidos: propuesta de clasificación

La documentación en 8 de las tumbas exhumadas en la calle Bellidos de servicios funerarios compuestos por TS de imitación “tipo Peñaflor” permite aproximarnos de manera parcial al funcionamiento de los servicios de mesa celticenses. Grosso modo pueden distinguirse tres conjuntos (a partir de ahora G-I, G-II y G-III), que corresponderían a dos series de imitación distintas (lám. I). La primera serie de imitación hace referencia a la producción de imitaciones de TS Itálica, con una cronología que se extiende entre finales del siglo I a.C. y la 1ª mitad del siglo I d. C. La segunda serie de imitación se formaliza a mediados del siglo I d.C. a partir de las primeras importaciones en la Bética de TS Sudgálica, aunque de momento no se ha podido definir el inicio y fin de estas producciones. Los ajuares de las tumbas 127 y 162-163 reflejan especialmente la consolidación de este fenómeno de imitación, que se inicia en la Bética a fines del siglo I a.C. Hay que tener en cuenta, no obstante, que el número de ejemplares documentados es bastante limitado, por lo que las conclusiones extraídas de su análisis serán necesariamente preliminares.

Lámina I. Series de imitación documentadas.

Primera serie de imitación

GRUPO I: Sus antecedentes son claramente itálicos (lám. I). Plato: de paredes oblicuas y sinuosas tanto al exterior como al interior, bordes exvasados con labio redondeado y delimitado al interior por una acanaladura o depresión más o menos marcada; el fondo se muestra en sentido descendente hacia el interior, presentando al exterior una base anular. Copa: de paredes oblicuas y sinuosas tanto al exterior como al interior, bordes exvasados con labio redondeado y delimitado al interior por una acanaladura o depresión más o menos marcada; la base presenta un pie anular. Su morfología completa presenta forma acampanada. (no se han documentado marcas de alfarero).

Tumba 79: Se documentaron tres servicios completos, compuestos por tres platos y tres copas de TS de imitación Tipo Peñaflor:

79.1 Plato: Asimilable a la forma IIb de Martínez y al Tipo 14 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 8.3. (idem a 79.2).

79.2 Plato: Asimilable a la forma IIb de Martínez y al Tipo 14 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 8.3. (Lám. IV).

79.3 Plato: Asimilable a la forma IIb de Martínez y al Tipo 14 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 8.3. (Lám. IV).

79.4 Copa: Asimilable a la forma Ib de Martínez y al Tipo 14 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 8.3. (Lám. IV).

79.5 Copa: Asimilable a la forma Ib de Martínez y al Tipo 14 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 8.3. (idem a 79.6).

79.6 Copa: Asimilable a la forma Ib de Martínez y al Tipo 14 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 8.3. (Lám. IV).

Lámina IV. Contextos de la necrópolis de la C/ Bellidos

Tumba 80: Se documentaron dos copas realizadas en TS de imitación Tipo Peñaflor, mostrando dos servicios parciales.

80.1 Copa: Asimilable a la forma Ib de Martínez y al Tipo 14 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 8.3. (Lám. II).

80.2 Copa: Asimilable a la forma Ib de Martínez y al Tipo 14 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 8.3. (Lám. II).

Tumba 514: Se documentó un servicio parcial compuesto por una copa de TS de imitación Tipo Peñaflor.

514.1 Copa: Asimilable a la forma Ib de Martínez y al Tipo 14 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 8.3. (Lám. II).

Lámina II. Contextos de la necrópolis de la C/ Bellidos

GRUPO II: Sus antecedentes son claramente itálicos (Lám. I). Plato: de paredes oblicuas ligeramente sinuosas al exterior, presentando en el punto de unión entre el fondo y la pared interna un engrosamiento aristado marcado al exterior por una suave depresión[9]. El borde se muestra horizontalizado, con una acanaladura en la parte superior que delimita el labio redondeado; el fondo, por su parte, se muestra levemente descendente hacia el interior, presentando al exterior una base anular con pie ligeramente redondeado al exterior. Copa: de paredes oblicuas con borde horizontalizado, mostrando una acanaladura en la parte superior que delimita el labio redondeado; la base presenta un pie anular generalmente redondeado al exterior[10]. Su morfología completa presenta forma acampanada. (no se han documentado marcas de alfarero).

Tumba 444-446: Se registraron cuatro copas y un platos realizadas en TS de imitación Tipo Peñaflor:

444-446.1 Plato: Asimilable a la forma IIc de Martínez y al Tipo 12 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 2.3. (Lám. III).

444-446.2 Copa: Asimilable a la forma Ic de Martínez y al Tipo 12 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 2.3. (Lám. III).

444-446.3 Copa: Asimilable a la forma Ic de Martínez y al Tipo 12 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 2.3. (Lám. III).

444-446.4 Copa: Asimilable a la forma Ic de Martínez y al Tipo 12 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 2.3. (Lám. III).

444-446.5 Copa: Asimilable a la forma Ic de Martínez y al Tipo 12 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 2.3. (Lám. III).

444-446.6 Copa: Asimilable a la forma Ic de Martínez y al Tipo 12 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 2.3. (Lám. III).

Lámina III. Contextos de la necrópolis de la C/ Bellidos

GRUPO MIXTO: Se caracteriza por presentar conjuntos de piezas pertenecientes a distintos servicios de mesa indistintamente de su vinculación a modelos itálicos o sudgálicos.

Tumba 67: Se documentaron tres servicios incompletos compuestos únicamente por copas de TS de imitación Tipo Peñaflor:

67.1 Copa: Asimilable a la forma Ic de Martínez y al Tipo 12 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 2.3.

67.2 Forma indeterminada.

67.3 Copa: Asimilable a la forma Ib de Martínez y al Tipo 14 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 8.3. (Lám. II).

Tumba 68: Al igual que la anterior, aparecieron únicamente dos copas de TS de imitación Tipo Peñaflor, correspondientes a dos servicios incompletos:

68.1 Copa: Asimilable a la forma Ic de Martínez y al Tipo 12 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 2.3.

68.2 Copa: Asimilable a la forma Ib de Martínez y al Tipo 14 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 8.3. (Lám. III).

Tumba 439-440: Se registraron dos servicios mixtos completos compuestos por cuatro piezas realizadas en TS de imitación Tipo Peñaflor.

439-440.1 Plato: Asimilable a la forma IIc de Martínez y al Tipo 12 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 2.3.

439-440.2 Plato: Asimilable a la forma IIc de Martínez y al Tipo 12 de Amores y Keay; vinculada a la forma itálica Consp. 2.3.

439-440.3 Copa: Asimilable a la forma Ie de Martínez, vinculada a la forma 35 de Dragendorff. (Lám. III).

439-440.4 Copa: Asimilable a la forma Ie de Martínez, vinculada a la forma 35 de Dragendorff (idem a 439-440.3).

Segunda serie de imitación

GRUPO III: Sus antecedentes dejan de ser itálicos, para pasar a ser un grupo de imitación de modelos de importación sudgálica/hispánica[11] (Lám. I). Plato: de paredes oblicuas y levemente convexas al exterior, presentando en el punto de unión entre el fondo y la pared una arista muy marcada al exterior. El labio redondeado se encuentra diferenciado del borde por medio un engrosamiento hacia el exterior; la base presenta un pie anular. Copa: de paredes tendentes a la verticalidad, con borde diferenciado al exterior por medio de un engrosamiento que delimita un labio redondeado; la base presenta un pie anular bajo; al exterior muestra una arista muy marcada en el punto de unión entre el fondo y la pared. Copa/Cuenco: de paredes hemisféricas que terminan en un borde verticalizado, que se diferencia al interior por medio de un pequeño resalte; la base presenta un pie anular bajo. (no se han documentado marcas de alfarero).

Tumba 162-163: Se documentaron dos servicios completos y uno parcial compuestos por dos platos, tres copas y dos copas/cuencos realizados en TS de imitación Tipo Peñaflor:

162-163.1 Plato: Imitación de la forma Drag. 18, de amplia distribución en la Bética tanto en TS Sudgálica como Hispánica. Sus características formales lo aproximan tanto al modelo sudgálico (Bemont 1986) como al hispánico (Garabito 1978; Mezquiriz 1961) (Lám. V).

162-163.2 Plato: Imitación de la forma Drag. 18 de amplia distribución en la Bética tanto en TS Sudgálica como Hispánica. Sus características formales lo aproximan tanto al modelo sudgálico (Bemont 1986) como al hispánico (Garabito 1978; Mezquiriz 1961) (Lám. V).

162-163.3 Copa: Imitación de la forma Ritt. 9 de amplia distribución en la Bética. Sus características formales lo aproximan al modelo sudgálico (Bemont 1986), (idem a 162-163.5).

162-163.4 Copa: Imitación de la forma Ritt. 9 de amplia distribución en la Bética. Sus características formales lo aproximan al modelo sudgálico (Bemont 1986), (idem a 162-163.5).

162-163.5 Copa: Imitación de la forma Ritt. 9 de amplia distribución en la Bética. Sus características formales lo aproximan al modelo sudgálico (Bemont 1986), (Lám. V).

162-163.6 Copa/Cuenco: Imitación de la forma Ritt. 8 de amplia distribución en la Bética tanto en TS Sudgálica como Hispánica. Sus características formales lo aproximan tanto al modelo sudgálico (Bemont 1986) como al hispánico (Garabito 1978; Mezquiriz 1961) (Lám. V).

162-163.7 Copa/Cuenco: Imitación de la forma Ritt. 8 de amplia distribución en la Bética tanto en TS Sudgálica como Hispánica. Sus características formales lo aproximan tanto al modelo sudgálico (Bemont 1986) como al hispánico (Garabito 1978; Mezquiriz 1961) (Lám. V).

Tumba 127: Se documentó una copa/cuenco en TS de imitación Tipo Peñaflor que mostraba un G-III parcial.

127.1 Copa/Cuenco: Imitación de la forma Ritt. 8 de amplia distribución en la Bética tanto en TS Sudgálica como Hispánica. Sus características formales lo aproximan tanto al modelo sudgálico (Bemont 1986) como al hispánico (Garabito 1978; Mezquiriz 1961) (idem a 162.163.6).

Lámina V. Contextos de la necrópolis de la C/ Bellidos

3. La necrópolis de Poniente en el contexto fundacional de Astigi

La aparición de estas cerámicas, procedentes del vecino taller de Celti, permiten fechar los enterramientos más antiguos de la necrópolis de Poniente a finales del siglo I a.C. o en época Julio-Claudia, coincidiendo con los primeros años de historia de la colonia. Su fundación debió haber tenido lugar, según Salvador Ordóñez (1988: 46), en torno al año 14 a.C., coincidiendo con el proceso de proceso de organización jurídica y administrativa de las provincias hispanas llevada a cabo personalmente por Augusto durante su estancia en la Península. Julián González ha puesto en duda recientemente esta cronología, bajo la creencia de que debía existir una íntima relación entre la fecha de fundación y la tribu a la que éstas estaban adscritas (González 1995: 284). En su opinión, la adscripción de la colonia astigitana a la tribu Papiria permite atribuirla a un momento anterior, quizá contemporáneo a la fundación de Emerita Augusta o algo posterior, pero en cualquier caso siempre previo al programa de fundaciones de los años 15/13 a.C. cuyas deducciones coloniales eran adscritas sistemáticamente a la tribu Galeria (ibidem: 284-285).

El segundo momento imitacional correspondería, por su parte, a la tercera y cuarta generación de colonos, algunos de los cuales se encuentran representados en los epígrafes funerarios descubiertos recientemente en el vecino sector de “La Algodonera” (Sáez y otros 2003), así como en otras inscripciones halladas sin contexto en los alrededores de la misma necrópolis (Collantes 1951; CIL II2/5; Sáez y otros 2001). El tipo de letra y el formulario utilizado, así como el propio contexto arqueológico en el que se encontraron, permiten datar algunas de estas inscripciones a finales del siglo I o durante el II, lo que sugiere que la necrópolis siguió en uso al menos hasta finales del siglo II d.C.

El abandono del sector de la necrópolis que aquí nos ocupa habría que situarlo, sin embargo, en el último cuarto del siglo I, ya que no se documentan importaciones norteafricanas de cocina o de mesa, ni las producciones de TS Hispánica, que se generalizan a partir de época flavia[12]. Aunque se desconoce su extensión total, es probable que la necrópolis continuara creciendo hacia el oeste, descendiendo ladera abajo de forma paralela a la Vía Augusta en dirección a Hispalis, como parecen demostrar los hallazgos puntuales registrados a mediados del siglo XX (Hernández Díaz y otros 1951), así como los resultados de las distintas intervenciones llevadas a cabo en los últimos años en sectores próximos situados a extramuros de la ciudad (en general, ver Sáez y otros 2004: 85-87).

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[1] La primera intervención, que se desarrolló entre el mes de abril y finales de agosto de 2000, dio como resultado la documentación de 46 enterramientos, en su mayoría incineraciones primarias del tipo bustum, así como varios ejemplares de ánforas Beltrán IIB, interpretadas como canales de libación o señalizaciones externas de las tumbas. Los ajuares, muy abundantes aunque heterogéneos, están constituidos predominantemente por unguentarios de vidrio, cerámica de imitación Tipo Peñaflor, cerámica de paredes finas, lucernas, jarritas y cuencos de cerámica común y, en menor medida, restos de TS Sudgálica y TS Hispánica. También aparecieron otros objetos como pendientes de bronce, una fíbula, fichas de juego, láminas de sílex, bullae, etc. La cronología iría desde finales del siglo I a.C. al siglo II d.C. aunque la mayor parte de estos materiales puede encuadrarse durante las dinastías Julio-Claudia y Flavia, abandonándose, al parecer, en época de los Antoninos (Tinoco 2004: 918).

En una segunda fase, llevada a cabo entre los meses de junio y noviembre de 2001, se localizaron 26 tumbas (23 de incineración y 3 de inhumación) con una cronología que va de finales del siglo I d.C. a finales del siglo II, como parece desprenderse de las ánforas (Dressel 20 y Beltrán IIB) utilizadas como urnas cinerarias y de los ajuares, compuestos en su mayoría por unguentarios de vidrio, formas lisas de TS Hispánica, cerámica común y africana de cocina (Camacho 2004).

[2] Agradecemos a D. Jesús Tinoco su generosidad al permitirnos estudiar una parte de los ajuares exhumados en esta intervención, así como su desinterés al proporcionarnos toda la documentación necesaria, en su mayor parte todavía inédita. Del mismo modo expresamos nuestra gratitud al Director del Museo Arqueológico Municipal de Écija, D. Antonio Fernández Ugalde, por poner a nuestra disposición los medios necesarios para la realización de este trabajo.

[3] El auge que manifiesta el comercio oleario durante los principados de Augusto y Tiberio supuso el inicio de una revolución económica que se materializó en la ampliación de los circuitos comerciales y la consolidación de la red viaria (Chic 1997), permitiendo la distribución de productos menores y el abastecimiento de las ciudades de manera periódica (sobre este tema, véase también McMullen 1970; Light 1993).

[4] La denominación de este grupo cerámico como “producciones hispánicas precoces” (Serrano 1999: 231) conlleva en sí misma otra problemática, ya que únicamente hace referencia a un momento muy concreto de la producción. El fenómeno de imitación se inicia en la Bética ciertamente durante el principado de Augusto, pero no cabe duda de que se dilata en el tiempo (Keay 2000: 169), al menos hasta el siglo V, afectando a la cerámica de paredes finas y a las fuentes de barniz rojo-pompeyano, así como a las importaciones gálicas y africanas (Amores y Keay 1999: 240).

[5] El estudio de los materiales exhumados durante la V Fase de Excavaciones Arqueológicas de Urgencia en el solar del antiguo mercado de La Encarnación (Sevilla), ha permitido documentar la comercialización en Hispalis de imitaciones “tipo Peñaflor” de la copa Drag. 24/25 de prototipo sudgálico (agradecemos al Dr. Fernando Amores la noticia).

[6] Fue precisamente el corto radio de acción alcanzado por la distribución del Servicio “a” uno de los principales argumentos que apuntaban hacia Peñaflor como centro productor, junto con la existencia de piezas defectuosas o pasadas de cocción en el área artesanal de la antigua ciudad de Celti (Martínez 1989).

[7] Los tipos Ib/IIb y Ic/IIc son los que cuentan con una mayor difusión, documentándose en los cuatro conventus de la Bética (Fig. 4). Uno de los arriba firmantes ha excavado recientemente, en el cercano municipio de Carmo, una fosa de época tardoaugustea/tiberiana en cuyo relleno se registró un conjunto de piezas en TS Itálica e imitaciones tipo Peñaflor donde era mayoritaria la presencia del tipo Ib/IIb, estando también representado, aunque en menor número, el tipo Ic/IIc (Román y Vázquez e.p.). En Córdoba se ha constatado su presencia en la villa altoimperial de Cercadilla (Moreno Almenara 1997), así como en los rellenos correspondientes a la cimentación de la cella del templo romano de la calle Claudio Marcelo (Jiménez 1996). Por lo que respecta al área malacitana, la presencia de los servicios de mesa celticenses es relativamente habitual en los contextos fechados entre fines del siglo I a.C. y Claudio (Serrano 1988), siendo de nuevo predominante el Tipo Ib/IIb. Las imitaciones “tipo Peñaflor” también son conocidas en la costa gaditana (Remesal y otros 1977), extendiéndose a través del comercio marítimo hacia el área tingitana (Amores y Keay 1999). Por último, su presencia en el pecio Port Vendres II, datado en época de Claudio, puede considerarse de momento como anecdótica (Colls 1977).

[8] La morfología del servicio “e” de Martínez se acerca más a las Formas Drag. 35/36 que a la Forma Hispánica 4, con la que únicamente comparte la decoración burilada en el borde. La técnica de burilado no requiere de una ­herramienta y un procesado concreto de las arcillas, como ocurre en el caso de la decoración a la barbotina, lo que pudo motivar su implantación en detrimento de la barbotina en el caso de las producciones de paredes finas de imitación en Peñaflor (Martínez 1989).

[9] En el plato perteneciente al G-I esta característica se expresa de manera más suave, comportándose como un engrosamiento convexo poco marcado, con una ligera depresión al exterior.

[10] Aunque se han vinculado a modelos itálicos distintos, las relaciones morfológicas entre el G-I y el G-II son evidentes, al igual que sus diferencias. La dificultad para discernir entre lo que puede ser una dependencia de ambos grupos a modelos itálicos diferentes, o una filiación directa entre un grupo respecto del otro, nos impide hipotetizar en estos momentos una evolución desde el G-I al G-II mediante la horizontalización del borde, la conservación de la depresión que delimitaba el labio al interior y, en el caso de los platos, un mayor engrosamiento del punto de unión entre el fondo y la pared interna para formar una arista.

[11] Las características de este grupo sugieren una vinculación muy próxima a modelos sudgálicos; sin embargo, hay que tener en cuenta que en este proceso de imitación de modelos foráneos debió de jugar un importante papel el éxito de determinadas formas como la, Ritt. 8, cuyo modelo pudo ser tomado tanto desde productos sudgálicos como hispánicos.

[12] Si bien no se conoce aún el alcance efectivo de las series no precoces, la ausencia de imitaciones de cerámicas africanas producidas en el taller de Celti (Amores y Keay 1999: 244) puede constituir un término ante quem que habría que sumar a las ya mencionadas TS Hispánica y Clara A, que sí aparecen en otros contextos posteriores.