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Proyecto, Progreso, Arquitectura. N33 (2025) Arquitectura y agua Noviembre 2025 ISSN 2171–6897 / ISSNe 2173–1616 © 2025. Editorial Universidad de Sevilla. Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International (CC BY-NC-SA 4.0) |
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Luis Santos y Ganges
0000-0002-0232-7969
Persona de contacto / Corresponding author: luis.santos.ganges@uva.es. Universidad de Valladolid. España.
Marina Jiménez Jiménez
0000-0001-6590-4236
Recepción: 16-03-2025. Aceptación: 04-09-2025
Cómo citar:
SANTOS y GANGES, Luis y JIMÉNEZ JIMÉNEZ, Marina. Del monumento al juego. La fuente y el parque de la Cruz Roja en Burgos (Leandro Silva, 1973). En: Proyecto, Progreso, Arquitectura. Sevilla: Editorial Universidad de Sevilla, noviembre 2025, nº 33, Arquitectura y agua, pp. 68-87. https//dx.doi.org/10.12795/ppa.2025.i33.04
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RESUMEN Entre 1971 y 1973 el paisajista uruguayo Leandro Silva, recién afincado en España, desarrolló el proyecto de transformación de la plaza de Logroño, para la que el consistorio buscaba una fuente monumental en un jardín público (conocido hoy como parque de la Cruz Roja), en la ciudad de Burgos. Su elemento principal fue una fuente que, a ras del suelo, disponía de noventa chorros, permitiendo así la interacción lúdica con el agua, lo que por entonces era algo muy novedoso. El objetivo de esta investigación es certificar dicha innovación y contextualizarla tanto en el panorama del diseño paisajista del espacio público, como en la trayectoria vital y profesional de Silva. En términos metodológicos se trata de una investigación histórica con una caracterización compositiva del proyecto. Se analiza el uso del agua en las fuentes públicas en su interacción con el juego y el jardín públicos en el escenario internacional previo al proyecto, las influencias y la trayectoria del autor y, finalmente, el concurso de anteproyectos y las características del proyecto. Silva innova aquí por el uso lúdico del agua, pero también por arroparlo con un diseño orgánico, el acondicionamiento topográfico y la propuesta de especies, con el aprovechamiento de la chopera prexistente, todo ello para multiplicar la capacidad de acogida. Episodios de diseño que podrían parecer anecdóticos, en un contexto hostil, definen posturas que posibilitan el avance disciplinar. Palabras Clave agua; jardín; espacio público; arquitectura del paisaje; playground. |
SUMMARY Between 1971 and 1973 the Uruguayan-born landscape architect, Leandro Silva, newly resident in Spain, undertook a project to transform Logroño Plaza in Burgos; the brief from the municipal council was to create a monumental fountain and public gardens (known today as the Cruz Roja [Red Cross] park). The principal element of the design was the fountain which, with its ninety ground-level water jets enabled playful interaction with the water, a feature that was, at the time, extremely novel. This investigation is a testament to Silva’s innovation and aims to contextualise it both within the panorama of landscape design for public spaces as well as with respect to Silva’s personal life and professional career. In methodological terms, this work constitutes a historical investigation that includes a characterisation of the project’s compositional features. Paying particular attention to the interaction with play and public gardens, the article examines water use in public fountains within the international context prior to the Burgos project. It also provides an outline of Silva’s career up to the Burgos project as well as detailing the project’s tendering process and design specifications. Silva’s innovation here, lies not only in his playful use of water but also in the organic design of its surroundings: the landscaping and choice of plant species including the use of existing poplar groves all of which increased its attractiveness. Each of these elements is but an episode of design and as such, especially in a hostile context, might seem purely anecdotal; however, they define a set of positions from which to effect a change of view-point Keywords water; garden; public space; landscape architecture; playground. |
El paisajista uruguayo Leandro Silva (Salto 1930-Segovia 2000), casi recién afincado en España, proyectó entre 1971 y 1973 una fuente y un jardín públicos en la plaza Logroño en Burgos (conocida después como parque de la Cruz Roja). Con su propuesta de fuente, pasaba del monumento al juego, sin olvidarse de diseñar un jardín, íntimo y biomórfico, con un trazado orgánico y fluido, para arroparla.
En la difícil trayectoria del paisajismo en España, Silva ha sido por fin reconocido en el destacado lugar que le corresponde: quienes[1] han estudiado su obra destacan del proyecto referido, además de la interpretación del lenguaje de Burle Marx, la innovación en el manejo del agua, sobre todo en una fuente de chorros que salían del suelo, permitiendo así el contacto directo en su disfrute; siendo este tipo después y hasta hoy elemento lúdico de muchos parques.
El objeto principal de investigación es aquella fuente de Burgos, de la que no podemos afirmar que fuera la primera en el escenario internacional, aunque posiblemente sí en España, y no muy alejada en el tiempo de otros recursos acuáticos lúdicos pioneros en el espacio público cotidiano y ajardinado. El objetivo es la caracterización del proyecto, su mejor entendimiento y su contexto de influencias y referencias que certifiquen su valor. La investigación comenzó con una revisión de la extensa bibliografía del agua en el paisajismo, del desarrollo de la disciplina entre 1940 y 1970 y del paisajista uruguayo. Continuamos con un trabajo de gabinete con los materiales del Archivo Municipal de Burgos, del Archivo de la École Nationale Supérieure de Paysage de Versalles y del Archivo de Arquitectura de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM)[2]. Finalmente, se ha debido combinar la metodología histórica con las técnicas de análisis compositivo y paisajístico.
Organizamos el artículo desde los contextos más generales hasta los personales del paisajista, para llegar al diseño del caso burgalés. Finalmente, recapitulamos para evidenciar lo que Silva recibe y lo que devuelve a la disciplina y en particular al contexto español con este proyecto.
La fuente, monumental, íntima, lúdica, entre el estruendo y el murmullo, ha sido motor de intervenciones modeladoras de la arquitectura y del espacio público. Su incorporación ya en los jardines históricos alimentó propuestas en su traslación a la plaza, el jardín o el parque públicos de las ciudades. Con una semejanza mayor a lo que nos ocupa aparece el agua dispuesta en el plano de tierra como howz en el sahn de la mezquita y en el jardín hispano-árabe, hasta las fantasías barrocas que incorporaban también música y luces, para el asombro de los invitados[3].
Con este bagaje, la interacción ‘jardín público-agua-juego’ ha resultado de un proceso dilatado a lo largo del siglo XX. En el período de límites difusos de la modernidad, el verde urbano, aunque paulatina y afortunadamente estandarizado, fue de algún modo desnaturalizado, en el mejor de los casos formulado con códigos decimonónicos, como fondo escénico de la arquitectura. Ya en 1939 Garrett Eckbo, Daniel U. Rose y James Kiley pedían devolver a la ciudad paisajes vivos[4]. El agua ha podido tener un papel relevante en este periplo, desbordando y reverdeciendo la plaza dura y animando a la interacción.
En paralelo al re-ajardinamiento, estimular el juego, no sólo físico sino también cognitivo y sensorial, ha sido otro frente de acción en el diseño urbano público moderno, evolucionando del playground estandarizado, al de aventuras desde la II Guerra Mundial, con figuras como Paul Friedberg o Isamo Noguchi desde Norteamérica-Japón (figura 1), y desde Europa con el pionero danés Carl T. Sorensen (primer junk playground, parque en descampado, en Endrup, 1940), la británica Marjorie Allen, el neerlandés Aldo van Eyck[5], o el francés Jacques Sgard (zona de juegos del Parc Malreaux en Nanterre, desde 1964).
1. Espacios de juego innovadores que incorporaron algún tipo de fuente o lámina de agua: Jacob Riis Plaza de Paul Friedberg, NY 1965; realización temporal del Playground para Kodomo No Kuni de Isamo Noguchi, Tokio 1965-66.
En esta evolución entrecruzada de la fuente pública -sin o con el juego y el jardín-, parece que Alemania primero y EEUU después, tuvieron un papel protagonista. Sobre todo, a partir de festivales y exposiciones jardineras, en Alemania la experimentación con juegos de agua (wasserpiele) fue destacable incluso antes de los años cuarenta. El paisajista Hermann Mattern (1902-1971) diseñaba en 1939 la Exposición de Jardines del Reich, en Stuttgart, un proyecto emblemático al que algunos colegas tacharon de poco germánico. Construido en una antigua cantera, a pesar de las limitaciones expresivas, tenía un diseño progresista (que se le pidió reconstruir en 1950). En él, entre otros juegos de agua, incorporaba en el “Valle de las Rosas”, una plataforma rectangular de chorros a nivel del suelo. También en Stuttgart ya en los primeros sesenta se reformó el Schlossgarten, introduciendo una gran cantidad de juegos de agua, logrando una atmósfera que descansaba en diversas e ingeniosas formas, entre ellas numerosas fuentes que tenían “un elemento de diversión además de encanto (…). Casi podría decirse que [los alemanes] han desarrollado una nueva forma de arte”[6]. Ya desde 1955, en Düsseldorf, Ulrich Wolf, jefe del Departamento de parques, construía en las zonas verdes de la ciudad nueve parques acuáticos que incluían elementos de escalada metálicos que incorporaban chorros de agua y boquillas, atento no solo a lo lúdico sino sobre todo a lo higiénico (frente a las tradicionales piletas de baño), y que se convirtieron en modelo para todo el país (figura 2)[7].
2. Fotografías de fuentes alemanas. Arriba a la izquierda: Exposición de Jardines del Reich, Sttutgart 1939. Arriba a la derecha: Frankenplatz en Düsseldorf 1958. Abajo: Juegos de agua de los años 60 en el Schlossgarten de Stuttgart en la actualidad (izquierda 2015, derecha 2012).
También hubo fuentes de una gran fuerza plástica a la par que lúdica en el diseño de las nuevas plazas duras de las ciudades satélite de Estocolmo, a finales de los años cincuenta: en Vallingby centrum, en Blackerberg torg, en Kärrtops centrum, en la plaza comercial de Farsta; y en otras latitudes escandinavas, como Tapiola en Finlandia (más verde y menos lúdica). Y del mismo modo, en Norteamérica hubo algunos experimentos acuáticos públicos o semi-públicos destacados (por ejemplo, en el Paley Park de Robert Zion o el Sunken garden de Noguchi en Manhattan, en los sesenta, o los ya referidos en la figura 1).
Pero fue Lawrence Halprin (1916-2009) quien marcó un punto de inflexión definitivo para el paisajismo en muchos aspectos, y en particular para la tríada jardín público-juego-agua. Los croquis elaborados para un artículo de 1949 ya expresaban cómo el diseño podría pautar, sin limitar, las actividades en el espacio, pasando de un jardín clásico, donde la gente es espectadora pasiva de un escenario sin o con algunas posibilidades cinéticas, a otro diseñado para la libre participación en una amplia gama de opciones[8]. Esta forma de pensar y proceder alcanzó su máxima expresión cuando introdujo el agua en la conocida secuencia de plazas, Open Space Sequence de Portland, 1965-70, donde “la aceptación inquebrantable por parte de Halprin y de la ciudad de nuevos espacios públicos diseñados exclusivamente para fomentar la alegría cívica fue nada menos que radical”[9]. Una secuencia de tres ámbitos engarzados: entre la Lovejoy plaza, diseñada para maximizar la participación sin límites, con la gente viéndose “envuelta en el trueno y la espuma del torrente”[10], y la teatralidad de otro entorno total, la Auditorium Fountain (hoy Keller), que “más que ninguna otra restablece en el siglo XX el multipropósito”[11], pasando por el espacio más recogido e íntimo de Pettigrove park, del que algo nos resuena en la plaza de Silva en Burgos (figura 3).
3. Montaje gráfico de lo que propuso y desarrolló Halprin: Fila superior: croquis propios de 1949. Fila intermedia: croquis de la Open Space Sequence (Portland). Fila inferior: vistas de Pettygrove park (actual), Lovejoy (1969) y Keller Fountain (1970).
Y, por encima de estas referencias hipotéticas, estuvo sin duda para Leandro Silva la figura de Roberto Burle Marx (1909-1994), maestro y después amigo a lo largo de toda su vida. Si bien el uso del agua de Burle Marx no tiene generalmente un carácter tan dinámico, su fuerza expresiva y radicalidad como paisajista es comparable a la de Halprin para la modernidad. Proveniente de la pintura, al igual que Silva, Burle Marx introdujo un nuevo lenguaje con plantas, poseedor de gran libertad formal (figura 4).
4. Dibujos de Burle Marx: A la izquierda, para zonas del parque del Este (Caracas, 1957-61); en el centro para el parque do Flamengo (Río de Janeiro, 1969); y a la derecha, uno de los proyectos para plazas de Tiradentes (1980). Obsérvense en este, que es casi una década posterior al proyecto de Silva en Burgos, los círculos, uno ocupado por una fuente de chorros.
Silva se inserta en la tradición de reconocimiento del agua y del paisajismo, solidariamente unidos, en lo urbano, a partir de una formación decididamente buscada y después transmitida a lo largo de toda su vida. Por ello y por haber tenido un desarrollo intelectual permanente entre dos continentes, seguramente tuvo conocimiento directo o indirecto de una gran cantidad de proyectos paisajistas innovadores.
Ya antes de 1952, fecha en la que se desplazó a estudiar arquitectura a la Facultad de Montevideo, Silva participaba en exposiciones artísticas como pintor. Escogida su obra para la III Bienal de Arte Moderno de São Paulo en 1955 (y para la IV en 1957), conoció allí a Burle Marx e inició una amistad de largo alcance. En 1959, en viaje de estudios con la Facultad, visitó en EEUU los principales centros de enseñanza de arquitectura paisajista de San Francisco[12], Los Ángeles, Chicago, Washington y Nueva York, y también viajó por Italia, España y Francia. Fue Lewis Anderson, del Departamento de parques de Nueva York, quien le aconsejó contactar con el arquitecto paisajista francés Ferdinand Duprat, quien a su vez le puso en contacto con el ingeniero hortícola Jean Pasquier, subdirector de la École Nationale Supérieure d’Horticulture -ENSH-, con sede en Versalles. Así, Silva logró una beca del gobierno francés como estudiante en prácticas o en pasantía (stagiaire) y en el curso 1961-1962 asistió como oyente (auditeur libre) a las clases de la Section du Paysage et de l’Art des Jardins de l’ENSH. Hasta entonces, sus méritos registrados eran: algunos años de disciplina del dibujo y la pintura, cuatro años de la carrera de arquitectura, unos cursos de topografía y botánica preparatorios para la carrera de agronomía y un ferviente deseo de hacerse paisajista[13].
Posteriormente al curso en Versalles hizo una pasantía profesional en el Atelier de Paysage, integrado por los paisajistas Jacques Sgard, Pierre Roulet y Jean-Claude Saint-Maurice, que también fueron sus profesores[14]. Al menos hasta 1968 colaboró con estos y otros reputados paisajistas franceses, como Robert Joffet, Daniel Collins, Alain Provost y Michel Viollet[15]. Y además colaboró en la enseñanza del paisajismo en la ENSH, como organizador de viajes de estudios y como asistente (assistant d’enseignement) (figura 5).
5. Taller de paisajismo en la ENSH, 1967. Se percibe un ambiente distendido y colaborativo. En la pizarra hay apuntes del viaje de fin de estudios a España, que organizó y dirigió Silva, de pie en el centro. De izquierda a derecha: Denis Rouve, Mariette Fabre, Marguerite Mercier, Samuel Adelaide, Leandro Silva, André Picard y Joelle Moreau, según la información de Marguerite Mercier.
Su participación francesa más destacada posiblemente fue en 1968 para el nuevo Parc Floral del Bois de Vincennes, 28 hectáreas acondicionadas para las Floralies internationales de Paris de 1969 (esta sería la 3.ª), proyecto del Groupe d’Études Paysagistes dirigido por Collins. Leandro Silva intervino en la Vallée Fleurie, junto con Caroline Stefulesco y con Lucienne Tailhade -la primera mujer diplomada en paisajismo-. Si bien el Parc Floral seguía siendo una “gran” excepción, un jardín botánico neopintoresco dispuesto para la exhibición, reunió un elenco de figuras y piezas reseñables, incluidas agua y juego[16], y Silva ya hizo valer aquí su convicción de que el modelado del suelo es la esencia de la estructura del jardín[17] (figura 6).
6. La Vallée Fleurie. Fragmento central del Plano de plantaciones, 1969 y fotografía del archivo personal de Silva.
En 1969, Silva se instaló profesionalmente en España. Ya en Madrid, asociado con Michel Viollet y con la colaboración de Burle Marx, proyectó en 1969 el patio-jardín central de la Cité Scolaire du Port (Le Port, La Réunion)[18]. Destacaban la composición biomórfica, la riqueza botánica y el trabajo topográfico en torno a un espacio circular principal de 40 m de diámetro (figura 7).
7. Project d’aménagement de la cour centrale, Cité Scolaire du Port, 1969: arriba a la izquierda, maqueta; arriba a la derecha, vistas de detalle (dibujos firmados por Silva); abajo, plano de plantaciones (firman Burle Marx, Silva y Viollet).
Si la influencia de Burle Marx fue constante en la preocupación por los valores pictóricos y compositivos de Silva, fue en Francia donde este aprendió definitivamente el oficio y en España donde forjó su estilo como paisajista. Silva supo leer muy bien los condicionantes climáticos y las referencias históricas del contexto español en algunas de sus obras más reseñadas (como su casa del Romeral de San Marcos en Segovia, o la rehabilitación del Real Jardín Botánico de Madrid: en ambas el agua también tuvo un papel destacado, que engarzaba con la tradición hispano-árabe)[19]; pero quizá ese recorrido internacional previo y el menor arraigo, y, por ello también, una mayor libertad creativa, facilitaron la innovación de sus primeros trabajos.
La primera participación de Silva en España fue la integración del monumento a Pérez Galdós sobre la plaza de la Feria, en Las Palmas de Gran Canaria, en 1970. El escultor Pablo Serrano requirió su participación en el acondicionamiento de 9 000 m2 rodeados de tráfico intenso y de edificación muy heterogénea. El diseño convergía a un área circular rehundida que Silva llamó cráter, refugiándose del entorno por una especie de colinas mitad pavimentadas, mitad vegetales, en la extensión de una de la cuales se ubicó la estatua, a modo de quilla sobre una lámina de agua. Protegido con vegetación autóctona, en buena parte integrando la ya existente, ese suelo ondulado pavimentado que se fusionaba con el de los accesos, dotaba al jardín de una gran fluidez y plasticidad. En palabras de Silva: “Los niños han descubierto los taludes pavimentados, transformándolos en un verdadero jardín de aventuras. Los mayores, un tanto absortos, contemplan desde los bancos la transformación (...). Queda por hacer, sin embargo, lo más importante: lograr que esta realización pueda integrarse un día a un Urbanismo con mayúscula (…). Mientras tanto nos tendremos que conformar con la idea de haber contribuido a dar a luz un ejemplo más de urbanismo de ‘burbuja’”[20] (figura 8).
8. Montaje gráfico de materiales del proyecto de la plaza de La Feria en Las Palmas. Izquierda: fotografía, planta y sección de la reforma de la plaza de la Feria que aparecen en su artículo “Plaza y monumento…”, 1970. Derecha (superior) plano general. Extremo inferior derecho: croquis para la Plaza colindante, Comandancia de La Marina, que incorporó una monumental fuente luminosa.
También colaboraron ambos en el monumento a Gregorio Marañón en la Ciudad Universitaria de Madrid (1970) y en la plaza Pío XII de Palencia para instalar el monumento a Juan Ponce de León (1970). En los dos proyectos, de nuevo el agua complementaba a la escultura y, de distinto modo, se integraba y acercaba la escala humana: en la primera participación, al colocar el monumento sin pedestal, en la segunda al disponer un chorro enmarcado[21] y un “estanque” secundario de arena que permitía el esparcimiento infantil[22] (figura 9).
9. Montaje del plano de ordenación del proyecto de ambientación del monumento a Juan Ponce de León (Palencia) de 1970 y fotografía de la fuente, pocos años después.
Finalmente, en 1970-1971, antes de acometer la fuente y el jardín de Burgos, Silva intervino en la ordenación y plantación de la plaza de La Fuente, situada entre la Comandancia de Marina y la avenida del Mar, en Las Palmas de Gran Canaria (solo separada una manzana de la de la Feria). Se trataba de una enorme fuente luminosa musical, a cargo del ingeniero Emilio Carretero Alba, que debía ser integrada en su plaza (en figura 8).
El jardín burgalés de la plaza de Logroño (hoy denominados parque de la Cruz Roja y plaza del Rey) es un ejemplo pionero del uso de juegos de chorros de agua en el nivel del suelo en el espacio público, pues el anteproyecto data de 1971. En un momento histórico de auge en la construcción de grandes fuentes luminosas y al que el Ayuntamiento de Burgos pretendía sumarse, finalmente se optó por un proyecto innovador a cargo del ingeniero industrial y licenciado en física, Eugenio Fernández Castro, y del paisajista Leandro Silva Delgado.
Las fuentes luminosas de los años sesenta y primeros setenta estaban en boga en las ciudades españolas. Desde el éxito de la gran fuente luminosa de Montjuic a cargo del ingeniero electricista Carlos Buigas i Sans (1929, restaurada y perfeccionada en 1954), la construcción de nuevas fuentes luminosas de accionamiento electromecánico fue convirtiéndose paulatinamente en un fenómeno general en Occidente, intentando generar un espectáculo de agua y luz. Según Roura[23], entre 1965 y 1971 Buigas realizó 51 fuentes luminosas en distintas localidades españolas. Y según De La Fuente[24], se renovaron en Madrid muchas fuentes existentes y se construyeron otras nuevas, como la del paseo de Recoletos (1969) o la de la plaza de la República Argentina (1970). Fueron numerosas las fuentes luminosas electromecánicas por todo el país, la más grande y espectacular de las cuales fue la ya mencionada de Las Palmas de Gran Canaria, concluida en 1973, a cargo del ingeniero inventor Emilio Carretero Alba, quien, como Buigas, realizó también numerosísimas fuentes. Es decir, había una moda de las fuentes luminosas, aunque en un contexto de dictadura, de crecimiento económico frente al estancamiento de los primeros 25 años del régimen, de expansión urbana y de arranque de la planificación urbanística, y, en materia de cultura jardinera y paisajística, un contexto paupérrimo, si bien las pequeñas intervenciones que ya había podido realizar Silva suponían un soplo de aire fresco.
En aquel ambiente propicio a las fuentes luminosas en los ayuntamientos de los años sesenta, en el de Burgos se inició un expediente[25] para instalar una. En agosto de 1968, la Comisión de Caminos, Paseos y Jardines propuso una fuente luminosa alrededor del monumento al Cid Campeador, inaugurado en 1955, es decir, el ornamento en boga en un lugar ya emblemático de la ciudad. La Comisión de Obras estimó que podría interferir en la circulación creciente de la plaza y la Comisión de Ornato Público estimó además que el espectáculo de aguas y luces no conjugaría con el estilo clásico de la estatua y su pedestal. Desestimado el emplazamiento, pudo volverse sobre el asunto dos años más tarde, cuando “Anthos, Explotaciones Forestales y Hortícolas S.A.” presentó una memoria de conjunto artístico-ornamental para la plaza de Logroño de la ciudad, aún por diseñar, que consistía en una fuente, un monumento de castillo y cuna sobre ruinas, y una zona verde exterior.
Fue así cómo el alcalde propuso al Ayuntamiento Pleno instalar una fuente luminosa en la plaza referida, aprobando este, el 12 de marzo de 1971, la convocatoria de un concurso[26] de anteproyectos que comprendiera una fuente ornamental pública con zona de parque (ajardinamiento y ornamentación) en la campa junto a la citada plaza. El concurso se anunció en el Boletín Oficial de la Provincia de 10 de abril de 1971 y se dio tres meses de plazo para la presentación de las propuestas. Había bastante espacio disponible y, si bien la Cruz Roja había construido una Policlínica en un terreno municipal aledaño, aún estaba a disposición una campa con casi un centenar de chopos de más de diez metros de altura.
Se presentaron tres anteproyectos[27]. Por un lado, el de la burgalesa “Constructora Abraham de las Heras S.A.” con la intervención de los arquitectos Fernando Arroyo Iglesias y Pedro del Barrio Riaño, que disponía de modo sumario la fuente junto con una gran escultura, zonas ajardinadas de paseo y un parque infantil. Por otro lado, el anteproyecto de la barcelonesa “Anglo Española de Electricidad S.A.”, firmado por su director Juan Batlle Sais con la estrecha colaboración de la oficina de Buigas, contaba con una memoria muy bien desarrollada sobre la disposición de una gran plaza central con la gran fuente luminosa cambiante (lámina de agua de 25 m de diámetro) y otras tres áreas secundarias con tres pequeñas fuentes luminosas de tipo fijo que debían de servir de contrapunto a la gran fuente central, además de arbolado, bancos y simples espacios verdes de césped rodeando las cuatro fuentes para mantener al público a distancia (figura 10).
10. Planta general del anteproyecto a cargo de la Oficina Técnica Buigas para el concurso de anteproyecto de fuente luminosa en la Plaza de Logroño, así como el ajardinamiento y ornamentación de la zona. Obsérvese la potente centralidad y accesibilidad de la fuente y la disposición perimetral de los bancos para el disfrute de los juegos de agua-luz.
Y en tercer y último término, la propuesta de la madrileña “Industria Eléctrica Francisco Benito Delgado S.A.”, firmada por su director técnico el ingeniero leonés Eugenio Fernández Castro, tenía dos soluciones distintas de parque: o bien 90 surtidores de agua de dos tipos (chorros verticales y borbotones de agua en turbulencia) en una plaza de 40 m de diámetro (el mismo diámetro que el proyecto de Silva con Burle Marx para Le Port), o bien una fuente luminosa de 20 metros de diámetro.
En diciembre de 1972, el Ayuntamiento Pleno adjudicó la formación del proyecto a esta última sociedad sobre la base de su propuesta primera[28]. En febrero de 1973 la adjudicataria presentó el “Proyecto Plaza de Logroño. Burgos” con su memoria, sus 18 planos y su presupuesto, que fue aprobado por el Ayuntamiento Pleno el 24 de marzo de 1973[29] (figura 11).
11. Plano general de situación del proyecto.
No cabe duda ninguna al respecto de la intervención fundamental[30] del paisajista Leandro Silva en el anteproyecto, el proyecto y su ejecución, aunque no constara oficialmente su firma, lo que es una muestra significativa de la consideración que se tenía del paisajismo como “arte menor” y como “saber hacer” subsidiario, subcontratado y, en su ocultación, minusvalorado.
La memoria del proyecto de 1973 expuso en qué consistía el tratamiento del espacio destinado a ornamentación, ajardinamiento e instalación de surtidores y borbotones de agua iluminados:
“La zona tratada para su ajardinamiento y ornamentación se ha concebido de tal forma que, alejada como se encuentra del tráfico rodado, al emerger a la misma surge una caminería orgánica, partiendo de los puntos de mayor afluencia de peatones, que nos conduzca a la plaza propiamente dicha, la cual ha sido valorada totalmente para el exclusivo uso del peatón que se sumerge en el paisaje y pasa a formar parte de él en lugar de ser simple espectador, encontrándose al entrar en la zona a modo de antesala de lo que va a presenciar una pequeña fuente de 5 m de diámetro que más tarde culminará en la impresionante magnificencia de 90 surtidores de agua en forma de chorros verticales y borbotones de agua en turbulencia agrupados en forma no uniforme y claramente asimétrica en 5 grupos que dejan unos paseos intermedios de fácil acceso que permiten el total acercamiento del agua al espectador, convirtiéndose así los juegos de agua en paisaje al alcance de la mano y no en espectáculo visual alejado, en el que el sujeto es mero espectador pero no partícipe”[31] (figura 12).
12. Conjunto general y secciones del proyecto de 1973.
En efecto, los juegos de agua fueron concebidos para que las personas usuarias no fuesen meras espectadoras sino para que participasen en el espectáculo de los surtidores en un espacio en forma de amplio plato dentro del espacio arbolado. Por lo que respecta a la fuente de cinco metros de diámetro que daba entrada al espacio de los chorros y borbotones, la memoria expone:
“El agua por su propia ambientación condiciona el paisaje de forma que los viandantes formen parte del conjunto, alejándonos de las tradicionales fuentes renacentistas, de los jardines geométricos a la italiana y acercándonos más a los grandes complejos de los parques árabes y barrocos donde las pilas se convierten en depósitos y los surtidores en cascada, pretendiendo conseguir una fuente ornamental al estilo de los juegos de agua que apreciamos en la Alhambra de Granada, con refinadas realizaciones ambientales, basadas en la valorización del agua como elemento integrante de la arquitectura (...). Al mismo tiempo, de acuerdo con las exigencias del urbanismo moderno que considera a los espacios verdes como una clara exigencia social determinante de la arquitectura paisajística de las nuevas ciudades, hemos tratado de concebir un jardín propio del periodo clásico, como por ejemplo, el Generalife de Granada en que junto a las fuentes y lagos aparecen paseos, árboles y setos que potencian el colorido del conjunto, componiendo un paisaje rico en lejanas perspectivas y de tranquila intimidad”[32].
Es decir, se trataba de plantear no una mera zona verde, sino un espacio diseñado con criterios paisajísticos donde fuese relevante la composición jardinera y la integración del agua, lo cual era una declaración de intenciones. Con todo, la valorización del agua, aunque remitida a la tradición del uso nazarí de los surtidores, estimamos que tenía mucho más que ver con las nuevas perspectivas internacionales en el diseño del agua en los nuevos espacios públicos y en su vinculación a la escala humana y al juego, algo más digno de reseñar si cabe en el contexto social y político español del momento.
El proyecto de 1973[33] disponía 90 surtidores de dos tipos: 60 chorros verticales de 25 mm de diámetro de salida y 30 borbotones de agua en turbulencia compuesto cada uno por cuatro tubos agrupados, con sección conjunta de 30 mm de diámetro de salida. Los chorros subían a 1,50 m de altura y los borbotones a 0,50 m; eran alturas reducidas que estaban pensadas para facilitar el acercamiento del observador y que pasara a ser participante del juego propuesto.
Además, para acoger el espacio de los surtidores, se creaba “una nueva morfología del suelo, haciendo un nuevo tratamiento de las curvas de nivel para así valorar más los espacios y acentuar la caminería”[34]. De este modo, se levantaba hasta en metro y medio la cota más elevada de los espacios adyacentes al área de los surtidores, se disponía una pequeña fuente luminosa de 5 m de diámetro a baja cota y se plantaban 142 nuevos árboles que se incorporaban a los 95 Populus nigra ya existentes, que debían ser salvados incluso estando en los lugares pavimentados para el paseo (figuras 13, 14 y 15).
13. Zonificación y modificación topográfica en el proyecto de 1973. Obsérvese el recogimiento topográfico del área del juego de chorros y borbotones y la disposición de llamada de la pequeña fuente.
14. Vista norte-sur elevada del parque, sin fecha. Obsérvese el aprovechamiento de numerosos ejemplares de Populus nigra preexistentes, aunque no los 95 que representó el proyecto. A la izquierda, el espacio de los surtidores. En el centro, la pequeña fuente a baja cota. Al fondo, el río Arlanzón y el pago arbolado de La Quinta.
15. La fuente de chorros de Burgos. Izquierda: Vista este-oeste a pie de calle del espacio de los surtidores, sin fecha. A la derecha, arriba, fotografía de los años ochenta; abajo: fotografía del propio Silva, sin fecha.
La propuesta de especies vegetales incluía 73 Pinus pinea de 3-5 m de altura; 27 Liriodendron tulipifera de 4-5 m[35], 9 Liquidambar styraciflua de 4-5 m; 33 Platanus orientalis; 893,50 m2 de macizo arbustivo de Prunus laurocerasus; 650,50 m2 de macizo arbustivo de Spirea Van Houttei; 181 m2 de macizo arbustivo de Crataegus pyracentha; 5 764,44 m2 de césped y 1 725 m2 de plantación de arbustos variados. Hemos de señalar que los Liquidambar fueron sustituidos por Acer, probablemente por la penuria de los viveros de entonces.
En marzo de 1973, mientras se estaba materializando el proyecto, se decidió ampliar el ajardinamiento hasta la misma clínica de Cruz Roja[36], plantándose 14 Pinus pinea, 15 Platanus orientalis, 180 m2 de macizo arbustivo de Pittosporum tobira, Viburnum tinus y Pyracantha angustifolia, más 4 800 m2 de césped. Es decir, con la ampliación se evitó una solución de continuidad entre los jardines lateral y trasero del hospital y el propio parque, lo que más tarde contribuyó al cambio de nombre de este.
Del proyecto de Burgos se ha reconocido la originalidad en el uso de los juegos de agua, pero hay mucho más. En pequeños gestos podemos rastrear pistas de la singular trayectoria de Leandro Silva y también de la modernidad del paisajismo internacional más vanguardista.
Siguiendo con la fuente de chorros, su acomodo es circular (algunas de las fuentes de chorros lúdicas más famosas posteriores fueron cuadradas y con los chorros dispuestos en retícula[37], mientras que los de Silva tenían una disposición aparentemente aleatoria); una circularidad que acentúa su centralidad a la vez que la fluidez espacial y que reitera algunas connotaciones formales e incluso dimensionales. Porque el círculo de unos 40 m de diámetro, como en los proyectos de Le Port y Las Palmas, habla de un espacio amplio, pero no desmesurado. Y frente a otros espacios compartidos y concebidos con o para reputados escultores, aquí la escultura foco es la fuente misma, que no solo se refiere a sí misma, pues hay un diálogo con la pequeña fuente de 5 m próxima[38]. La composición topográfica y del trazado de los senderos de formas orgánicas, que enlazan con la obra plástica de Jean Arp o Joan Miró y la paisajística de Thomas Church o Burle Marx[39], igualmente contribuyen a una mayor fluidez espacial a la par que a una modulación de ese espacio central de acogida. Con caminos sinuosos para acceder a los hitos de una composición, que es visual pero también acústica, del agua cayendo. Y también, como aquellos paisajistas de referencia, se difumina un perímetro regular con la forma y topografía de los parterres. El empleo del material vegetal es igualmente destacable, desde el mantenimiento de la vegetación preexistente, los chopos, que dialogan con el lugar ribereño, a la vez que se puntea con las notas de color más indiscretas de la otoñada de los arces que sustituyeron a los liquidámbares, y con los pinos piñoneros completando unos ritmos entre especies perennes y caducas que componen una armonía melodiosa según giramos nuestro punto de vista[40].
Si atendemos a sus propias palabras expresando lo que cada persona solicita de un jardín, como actividad creativa a lo largo de la historia, una respuesta “para sus momentos de depresión o de euforia” y un “deseo de evasión, fantasía o nostalgia”, podemos ver en esta obra también la materialización de su respuesta: “proceder a la utilización de elementos con un claro sentido de su función, de su capacidad expresiva”, para multiplicar la capacidad de acogida[41].
Pese a todo, este jardín no deja de ser un proyecto relativamente menor, estamos ante algo más de hectárea y media, cuya materialización no parece que cumpliera todos los parámetros proyectuales de Silva, y cuya evolución hasta hoy ha sido buena muestra de la ignorancia y la desidia locales[42]. Sin embargo, frente a la pretendida monumentalidad de una gran fuente, en 1971 y en Burgos, la acertadísima elección municipal supuso poner ese espacio al servicio del juego cotidiano, arropado por una naturaleza protectora, usando la tríada de elementos agua, topografía y vegetación, de un modo aparentemente sencillo pero eficaz, a partir de un trazado fluido, provocando una proliferación de posibilidades. Episodios de diseño que podrían parecer anecdóticos, en un contexto hostil, definen posturas que posibilitan el cambio de la mirada[43].
Marina Jiménez Jiménez (MJJ); Luis Santos Ganges (LSG). Conceptualización, análisis formal, investigación, metodología, redacción del escrito en sus distintas fases (MJJ 50,00%-LSG 50,00%). Autoría (MJJ 50,00%-LSG 50,00%)
Todos los/las autores/as declaran que no existe ningún conflicto de intereses con los resultados del trabajo.
Agradecemos la atención prestada por la archivera y arquitecta Margarita Suárez Menéndez, en la consulta del Fondo SILVA (ETSAM, UPM), quien fue la encargada de la catalogación del legado (2008-2010), y que nos ha brindado desinteresadamente su conocimiento del personaje.
También nuestro agradecimiento a Bernadette Blanchon, maître de Conférences à l’École Nationale Supérieure de Paysage de Versailles, a Hanna Sorsa-Sautet, archivera de esta misma institución, y a Marguerite Mercier, eminente paisajista francesa que se formó en la section du Paysage de l’École Nationale Supérieure d’Horticulture, de 1965 à 1967, y conoció a Leandro Silva.
Luis Santos y Ganges (Zamora, 1962) es licenciado en Geografía (1988), doctor en Urbanismo (2002) y Doctor en Historia (2015). Profesor Contratado Doctor de Urbanística y Ordenación del Territorio en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Valladolid. Investigador del Instituto Universitario de Urbanística de la Universidad de Valladolid (su director entre 2021 y 2025) y director de la revista Ciudades desde 2017. Su cuarto y último libro, de 2023, es Los grupos de casas ultrabaratas de la Obra Sindical del Hogar en los años 1940. Entre sus últimos artículos están los publicados en CyTET 224 de 2025, Geo UERJ 46 de 2024, TST 50 de 2023, VLC 9(1) de 2022, CyTET 212 de 2022, ROP 3633 de 2022, ACE 16(46) de 2021, TST 45 de 2021 y JTH 42(1) de 2021.
Marina Jiménez Jiménez (Ávila, 1972) es arquitecta, especialidad Urbanismo (1998), doctora en Urbanismo (2009) por la Universidad de Valladolid (Uva); y Máster en Jardinería y Paisajismo (2015) por la Universidad Politécnica de Valencia. Desde 2000 es profesora de Urbanística y Ordenación del Territorio en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Uva, desde 2020 como Profesora Contratada Doctora. Investigadora del Instituto Universitario de Urbanística de la Universidad de Valladolid desde 1993 hasta la actualidad. Sus principales líneas de investigación se centran en las relaciones entre naturaleza y ciudad, sobre todo a través del espacio público en sus distintas dimensiones y escalas. Entre sus últimos artículos están los publicados en VLC 9(2) de 2022, CyTET Vol IV, Nº monográfico de 2022, y Bitácora Urbano Territorial 32(I) de 2024
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[1] ANÍBARRO, Miguel Ángel et. al., ed. Imaginar jardines. El legado de Leandro Silva en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Madrid: Mairea Libros, 2011, pp. 57 y 87. ISBN 978-84-92641-51-2; SUÁREZ MENÉNDEZ, Margarita; SANZ HERNANDO Alberto. La memoria del paisaje. Organización y gestión del legado del paisajista Leandro Silva Delgado. En: MARTÍNEZ OLMO, María del Pilar, ed. Quintas Jornadas de Archivo y Memoria. Extraordinarios y fuera de serie: formación, conservación y gestión de archivos personales. Madrid, 17-18 de febrero de 2011. Madrid: CSIC, 2011. También antes tuvo acceso al mismo en la casa segoviana de Leandro Silva, y también gracias a la memoria viva de su mujer Julia Casaravilla, GÓMEZ MUNICIO, José A. El universo en el jardín. Paisaje y arte en la obra de Leandro Silva. Valladolid: Junta de Castilla y León, 2002, pp. 14 y 205. ISBN 84-9718-101-8.
[2] Archivo donde está depositado el legado documental de Silva desde 2004 y es accesible desde 2011 (Fondo SILVA), bajo la batuta de Margarita Suárez Menéndez, que tan eficaz y amablemente nos ha proporcionado los materiales pertinentes.
[3] Ver en JELLICOE, Susan y Geoffrey. Water. The Use of Water in Landscape Architecture. Londres: Adam & Charles Black, 1971, pp.46-55, 66-73 y 100-105; y en CAMPBELL, Craig S. Water in Landscape Architecture. New York: Van Nostrand Reinhold Company, 1978, pp. 15-46.
[4] TREIB, Marc., ed. Modern Landscape Architecture: A Critical Review. Cambridge (Mass.): The MIT Press, 1993. ISBN 9780262700511. Especialmente el artículo de los autores citados que se reproduce en pp. 78-82. Y por supuesto sí hay referentes modernos tempranos relevantes del jardín en una relación exterior-interior (arquitectura) constante, es por ello por lo que, en la mayoría de casos, se repliegan al ámbito privado, doméstico o vinculado al edificio.
[5] Ver por ejemplo MAYORAL, E. Pensamientos compartidos. Aldo van Eyck, el Grupo COBRA y el arte. En: Proyecto, Progreso, Arquitectura. Arquitecturas en común [en línea]. Sevilla: Editorial Universidad de Sevilla, 2014, n.º 11 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 2173-1616. DOI: https://doi.org/10.12795/ppa.2014.i11.05
[6] JELLICOE, Susan y Geoffrey, op. cit, supra, nota 3, pp.120-125. Comparan el papel de las fuentes aquí con el de los templetes en el jardín paisajista inglés de Stourhead.
[7] PFANNSCHMIDT, E.-E. Fountains and springs. Londres: Georgr G. Harrap, 1968. También ilustra otras referencias, mayoritariamente alemanas (Hannover, Kassel, Hamburgo, Berlín…).
[8] HALPRIN, Lawrence. The Choreography of Gardens. En: Impulse: Annual of Contemporary Dance. University of Iowa, 1949, pp. 30-34.
[9] Registrada como patrimonio nacional de EEUU en 2003, se puede leer esta cita de Ada Huxtable en el extenso expediente del National Park Service / National Register of Historic Places Registration Form.
[10] JELLICOE, Susan y Geoffrey, op. cit. supra, nota 3, p. 134.
[11] CAMPBELL, Craig S., op. cit. supra, nota 3, pp. 51-54.
[12] Entre otros centros, contactó con el College of Environmental Design de la Universidad de Berkeley (ANÍBARRO et. al., op. cit. supra, nota 1, p. 85), donde Halprin fue profesor de modo intermitente. HALPRIN, Lawrence; BURNS, Jim, ed., Lawrence Halprin: changing places, [exhibition]. San Francisco Museum of Modern Art, 1986. ISBN 9780918471062.
[13] Datos recogidos en el “Dossier étudiant de Silva Delgado, 1961-62”. Service documentation, archives et collections de l’École nationale supérieure de paysage. Material amablemente suministrado por la archivista Hanna Sorsa-Sautet.
[14] GOMEZ MUNICIO, José a., op. cit. supra, nota 1; BLANCHON, Bernadette. Les paysagistes français de 1945 à 1975. En: Les Annales de la recherche urbaine. Paysages en ville [en línea]. Paris : PUCA. 1999, n.° 85, p. 29 [consulta : 15-19-2025]. ISSN 2497-7098. DOI : https://doi.org/10.3406/aru.1999.2275. BLANCHON, Bernadette. La première formation de paysagistes concepteurs en France, ruptures et continuités. Les trois temps de la Section du paysage et de l’art des jardins (1945-1975) à l’École nationale d’horticulture de Versailles. En: Projets de paysage [en línea]. Paris: ENSAP,2022, Hors-série, p. 9 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 1969-6124. DOI: https://doi.org/10.4000/paysage.27577.
[15] ROQUERO, Luisa. El paisajista Leandro Silva, un bosquejo biográfico. Blog de la Asociación Española de Paisajistas [en línea], 2019 [consulta: 06-03-2025]. Disponible en: https://aepaisajistas.org/el-paisajista-leandro-silva-julio-2019/.
[16] PANTU, I. M. New trends in urban public parks–the French postwar period and its influence in Romania. En: Scientific Papers. Series B, Horticulture [en línea]. Bucarest: University of Agronomic Sciences and Veterinary Medicine of Bucharest, 2015, vol. LIX, pp. 393-400 [consulta: 15-09-2025]. ISSN 2285-5653. Disponible en: https://horticulturejournal.usamv.ro/pdf/2015/art61.pdf. Al fondo de la Vallée Fleurie, la Grande Fontaine, fuente escultural con chorros obra de François Stahly, el jardín acuático de Provost, y al lado el jardín esculpido de Sgard, donde el pavimento se moldea y se eleva convertido en una especie de chimeneas.
[17] GÓMEZ MUNICIO, José A., op. cit. supra, nota 1, p. 157.
[18] Varias cartas informan del proceso de diseño. En una de ellas Silva da cuenta a Burle Marx de los avances sobre el mismo a partir de su “idea fuerza inicial”, SILVA/F0021/C01-02 (de la Unidad documental compuesta SILVA_045).
[19] A pesar de que el contexto de la jardinería pública desde la posguerra española era escaso y poco innovador, replegada dicha innovación principalmente a la esfera privada (en las casas de algunos arquitectos), anteriormente, personajes como el francés Forestier, seguido por Winthuysen y Rubió y Tudurí, y finalmente por García Mercadal, definieron un jardín hispano con identidad y cualidad (ver SANZ HERNANDO, A.; HERNÁNDEZ LAMAS, P. García Mercadal y la idea del jardín moderno en España. En: Academia [en línea]. Madrid: Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 2017, Anexo iii, pp. 129-160 [consulta:15-09-2025]. Disponible en: http://www.realacademiabellasartessanfernando.com/assets/docs/boletines/ANEXO%20III%20RABASF_web.pdf) que Silva supo interpretar. Ver también, HERNÁNDEZ LAMAS, Patricia. El jardín moderno en España (1926-1980). Directores: Miguel Ángel Aníbarro Rodríguez y Alberto Sanz Hernando. Tesis doctoral [en línea], 2017. ETSAM, UPM [consulta: 06-03-2025]. DOI: https://doi.org/10.20868/UPM.thesis.48763.
[20] SILVA DELGADO, Leandro. Plaza y monumento a Pérez Galdós en Las Palmas de Gran Canaria. En: Arquitectura. Madrid: COAM, 1970, n.º 137, 1970, pp. 58-61. Disponible en: https://www.coam.org/media/Default%20Files/fundacion/biblioteca/revista-arquitectura-100/1959-1973/docs/revista-articulos/revista-arquitectura-1970-n137-pag58-61.pdf.
[21] Advertimos en este cierta similitud plástica con la fuente Splash que se repite en la Blackebergs torg (ciudad satélite de Estocolmo, 1957), aunque el proyecto de Palencia no deja de tener una componente más monumental y menos lúdica, posiblemente por lo que aún demandaban los requerimientos formales del régimen franquista. Ver SANZ HERNANDO, A.; HERNÁNDEZ LAMAS, P., op. cit. supra, nota 17, p. 132.
[22] ARA FERNÁNDEZ, A. Pablo Serrano: El anhelo de un arte unitario. En: Archivo Español de Arte [en línea]. Madrid: Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC, 2007, n.º 320, pp. 415-419 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 1988-8511. DOI: https://doi.org/10.3989/aearte.2007.v80.i320.87.
[23] ROURA, J. M. Carlos Buigas. Mago y poeta del agua-luz. Barcelona: Ediciones Unidas, 1974, pp. 343-346.
[24] FUENTE BORREGUERO, Carlos de la. Breve recorrido por la historia de las fuentes. Orígenes, evolución y su relación con el hombre. En: Técnica industrial. Economía circular [en línea]. Madrid: Fundación Técnica Industrial. julio 2021, n.º 329, pp. 50-60 [consulta: 15-09-2025]. Doi:10.23800/10509.
[25] ARCHIVO MUNICIPAL DE BURGOS (A. M. Bu.), signatura 18-5011.
[26] A. M. Bu., 18-5011 y LA-579.
[27] A. M. Bu., 18-5019 y AD-514/1.
[28] A. M. Bu., LA-580.
[29] A. M. Bu., AD-518/8 y AD-596/19.
[30] Así lo demuestran los numerosos materiales del Archivo de Arquitectura de la ETSAM y una mención lateral en un expediente municipal, que se refería a las “instrucciones dadas por Vdes. y los Sres. Tárrega y Carracedo y de acuerdo con el Sr. Silva” (A. M. Bu., AD-404/24), es decir, el arquitecto municipal Martín Tárrega Pérez y el ingeniero municipal José Carracedo del Rey de acuerdo con el paisajista Leandro Silva Delgado, que representaba a la sociedad adjudicataria. Es más, la mejorable calidad de los planos y los errores de identificación de especies nos permiten pensar que la sociedad adjudicataria reconstruyó o interpretó los planos de Silva.
[31] A. M. Bu., AD-596/19.
[32] Ibídem.
[33] La primera certificación se firmó en octubre de 1973 y la última en octubre de 1974. Tras la recepción provisional en marzo de 1975, el acta de recepción definitiva de las obras de “Instalación de surtidores, fuente monumental y jardinería en la Plaza de Logroño de Burgos” fue firmada el 20 de marzo de 1976.
[34] A. M. Bu., AD-596/19.
[35] En el plano de plantaciones hay un problema con esta especie, pues encima de sus iconos gráficos aparecen sobredibujados a tinta otros, y, en buena parte, parecen corresponderse con los Populus nigra existentes antes de la intervención, y que se respetaron.
[36] A. M. Bu., AD-519/6.
[37] Como la de A. Provost, con el que estudió y trabajó en Versalles, para el Parc Citröen, París (desde1986); o la de WET Design con Kiley y Walker en Fountain Place, Dallas 1985. Ver en SYMMES, Marilyn. Fountains, Splash and Spectacle. Water and Design from the Renaissance to the Present. New York: Rizzoli&Cooper-Hewwitt National Design Museum, 1998. Principalmente en el capítulo 8. de Marc TREIB, “Fountains as Urban Oases”, pp.161-181.
[38] Respecto a ese diálogo de formas circulares, incluso en sus paisajes pintados de la memoria con cierta fijación biomórfica, en que se suele reconocer la silueta montañosa segoviana presidida por un círculo solar, podríamos reconocer también la composición de este y otros jardines. Pero el agua está por encima de la forma, en una de sus obras más reconocidas, la recuperación del Real Jardín Botánico de Madrid (1977), fue descubriendo fuentes y fontines rebajando el suelo, centro de antiguas trazas que retomaban su sentido.
[39] TREIB, Marc. Axioms for a Modern Landscape Architecture. En: TREIB, Marc, op. cit. supra, nota 3, pp. 47-64.
[40] Contrastar, repetir, aislar, dice Marta Nieto Bedoya sobre su marca en el uso de plantaciones (en ANÍBARRO, Miguel Ángel, et al, op. cit. supra, nota 1, pp. 78-79). Pinos y liquidámbares fueron géneros con los que trabajó constantemente después, por ejemplo, en el Romeral de San Marcos, Segovia. También sabemos de la preocupación de Silva por diseños atentos a distintas capacidades sensoriales y edades, que intentó poner en práctica de forma expresa en proyectos tardíos ( BONELLS, Elías. “Leandro Silva, paisajista, pintor y arquitecto” [en línea], 2018 [consulta: 06-03-2025]: Disponible en https://jardinessinfronteras.com/2018/04/04/leandro-silva-paisajistapintor-y-arquitecto/).
[41] Todo ello se refiere en el artículo SILVA DELGADO, L. El jardín en el tiempo y en nuestro tiempo. Arquitectura [en línea]. Madrid: COAM, 1977, n.º 203, 1977, pp. 57-60 [consulta: 15-09-2025]. ISSN 0004-2706. Disponible en: https://www.coam.org/media/Default%20Files/fundacion/biblioteca/revista-arquitectura-100/1975-1977/docs/revista-articulos/revista-arquitectura-1977-n203-pag57-60.pdf. También dice ahí que para ello el diseño echará mano “de todas las astucias para multiplicar los itinerarios, crear zonas de sombra, áreas de juego y de reposo” para “lograr una utilización exhaustiva del espacio”. Frente a una respuesta agresiva de la gente ante la ausencia de diseño en las zonas verdes, que la administración simplista justifica por el incivismo, zonas verdes que sean “inaugurables”, para las que van “en su ayuda las fuentes luminosas, las cascaditas, las decoraciones florales, que duran diez días”. Frente a esto, “el correcto uso y dominio de la luz… el control del perfume y el sonido (nada más diferente que el sonido de la brisa entre las agujas del pino comparado con el que produce en el follaje del álamo), la buena utilización del agua, riego, surtidor, acequia, estanque, reflejo o murmullo…”, e intuir su dinámica futura, admitiendo la noción del tiempo.
[42] “El parque de la Cruz Roja: ni en cuerpo ni en espíritu”, H.J. En: Diario de Burgos, viernes, 22 de octubre de 2021. Disponible en: https://www.diariodeburgos.es/noticia/zed88489c-e1fc-6d1f-502e52be1b0335a9/202110/el-parque-de-la-cruz-roja-ni-en-cuerpo-ni-en-espiritu. En efecto, el Proyecto de urbanización del Parque de la Cruz Roja fue hecho en 2016 sin muestra de conocimiento alguno de lo que se tenía entre manos y sin detalle propositivo, pues se limitaba a señalar que se procedería a talar todos los chopos y determinadas unidades correspondientes a otras especies.
[43] Este espacio demanda protección y rehabilitación, incorporando la biodiversidad y la cultura del agua que a su vez nos demanda nuestra época, lo que no contradiría la filosofía de su autor, que siempre quiso dialogar con el tiempo.