Proyecto, Progreso, Arquitectura. N33 (2025)

Arquitectura y agua

Noviembre 2025

ISSN 2171–6897 / ISSNe 2173–1616

© 2025. Editorial Universidad de Sevilla.

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TRES ARQUITECTURAS DEL AGUA PARA UNA RECONCILIACIÓN ANTROPONATURAL EN EL PAISAJE

THREE WATER ARCHITECTURES FOR AN ANTHROPONATURAL RECONCILIATION IN THE LANDSCAPE

Ana Patricia Minguito García 0000-0003-4117-6400

Persona de contacto / Corresponding author: ap.minguito@gmail.com. Universidad Politécnica de Madrid. España.

Recepción: 11-03-2025. Aceptación: 10-09-2025

Cómo citar:

MINGUITO GARCÍA, Ana Patricia. Tres arquitecturas del agua para una reconciliación antroponatural en el paisaje. En: Proyecto, Progreso, Arquitectura. Sevilla: Editorial Universidad de Sevilla, noviembre 2025, nº 33, Arquitectura y agua, pp. 140-159. https//dx.doi.org/10.12795/ppa.2025.i33.08

RESUMEN El presente artículo explora tres estrategias contemporáneas desarrolladas para promover la regeneración de áreas paisajísticas terrestres y marinas gravemente deterioradas. Cada una de ellas se materializa en forma de esferas de arrecifes, colectores de niebla y granjas de agrivoltaica. El objetivo fundamental es demostrar cómo estos sistemas se inspiran en la biomímesis para contrarrestar desequilibrios causados por la actividad antropocéntrica como la sobrepesca, desertificación o pérdida de biodiversidad. A través de un análisis metodológico gráfico y teórico que comprende la realización de visitas de campo y la inmersión bibliográfica, se determina la morfología, funcionamiento y disposición espacial de cada uno de dichos artilugios ingenieriles, así como su genealogía histórica y vigencia actual. Aunque en cada uno se requiere de un diseño específico adaptado a las condiciones de contorno, todos ellos comparten una característica común: la utilización del agua como vector principal con el que crear simbiosis tangibles en el paisaje. Como conclusión, se esclarece que la efectividad de estas estrategias de regeneración ambiental radica en la correcta ordenación de los artefactos en cada contexto local, formando sistemas lineales o redes que toman de referencia los patrones históricos de organización territorial y el bagaje cultural constituido como consecuencia de las consecutivas interacciones antroponaturales.

PALABRAS CLAVE desequilibrio; ambiental; regeneración; reef balls; atrapanieblas; agrivoltaica animal.

SUMMARY This article examines three contemporary strategies developed to regenerate severely degraded landscapes and seascapes. These take the form of reef balls, fog collectors, and agrivoltaic farms. The main aim is to showcase how these systems take inspiration from biomimicry to counteract the imbalances caused by anthropocentric activity such as overfishing, desertisation, and loss of biodiversity. A graphic and theoretical methodology consisting of fieldwork and in-depth bibliographical reviews is used to analyse the morphology, operation, and spatial placement of each of these works of engineering. Historical background and current relevance are also examined. Although individually these devices require a specific design adapted to the surrounding conditions, they all have one characteristic in common: the use of water as a main vector for the creation of tangible symbiosis within the landscape. In conclusion, the effectiveness of these strategies for environmental regeneration is clarified, based on the correct classification of the artefacts in individual local contexts, forming linear systems or networks which take as reference the historical patterns of territorial planning and the cultural baggage resulting from subsequent anthroponatural interactions.

KEYWORDS imbalance; environmental; regeneration; reef balls; fog collectors; animal agrivoltaics.

TRES PAISAJES EN DESEQUILIBRIO

El agua es uno de los materiales tradicionales que moldea el hábitat antropocéntrico, ya sea en la cabaña primitiva para protegerse de la lluvia que ilustra Laugier, o en los murmullos que regulan higrotérmicamente el Generalife. Esta interdependencia se ve acuciada en las llamadas “arquitecturas del paisaje”, donde el agua pasa de ser un recurso auxiliar a convertirse en la principal variable del proceso de diseño y construcción. No solo determina las condiciones de contexto que afectan a la inserción de la arquitectura, sino que además influye en su morfología para adaptarla a los ritmos ecosistémicos locales.

Nuestra realidad actual de inestabilidad climática acentúa esta relación, convirtiendo al agua en un bien más preciado aún -si es posible-, por ser el principal elemento para contratacar el rápido incremento de temperaturas y periodos de sequía. Sin embargo, estos cambios también propician que la existencia del propio recurso se vea amenazada, anulando acuíferos y contaminando océanos por sobreexplotación. Para hacer frente a los desequilibrios heredados de esta paradoja, surgen contemporáneas estrategias arquitectónicas capaces de involucrarse positivamente en el entorno paisajístico. Entre ellas, caben destacar tres actuaciones ligadas a tres desequilibrios ecosistémicos, en tres contextos paisajísticos distintos. Todos ellos se vinculan por el simple hecho de utilizar el agua como principio restaurador de la convivencia antroponatural.

En entornos marinos próximos a la costa, comunidades de bloques esféricos de hormigón se introducen en el fondo oceánico para crear una serie de arrecifes artificiales que el ecosistema termina acogiendo como propios, y frenar la destrucción coralina causada por la acidificación del agua y la pesca de explosión. Por otro lado, algunos perfiles montañosos del borde litoral se coronan con nuevas fachadas permeables que interceptan niebla en suspensión, para producir gotas de agua con las que hidratar áreas deforestadas. Por último, en los suelos deteriorados de páramos de interior antes destinados a la agricultura y ganadería y ahora ocupados por plantaciones fotovoltaicas, se construye una convivencia positiva entre ambos usos gracias a la creación de un microclima estable por evapotranspiración.

Más allá de su diversidad técnica y contextual, estos ejemplos comparten un corpus conceptual que sitúa al agua como vector constructor de resiliencias y agente metabólico. Este cambio responde a los desafíos del Antropoceno asociando los conceptos de “infraestructura lenta” y “water-sensitive design” respaldados por Shannon Mattern, John Tillman Lyle y Rosi Braidotti, para potenciar un rediseño de los límites disciplinares en favor de una activa reconciliación ambiental. La arquitectura del paisaje ha de operar en una escala de tiempo prolongada para conseguir integrarse en los flujos hidrológicos locales, en lugar de simplemente interrumpirlos o simplificarlos. Por ello, los tres artefactos arquitectónicos enunciados se aproximan sistémicamente al ciclo del agua para recuperar hábitats dañados y amortiguar impactos antrópicos y climáticos. De ahí que, en lugar de adoptar una solución formalista común, cada uno se formule como un ensamblaje abierto capaz de acondicionarse a las circunstancias de contorno. Estos “proactivos” terminan funcionando como núcleo de activación de una red de relaciones estables, convirtiéndose en mediadores entre el ecosistema natural y la vida del antropo.

Una metodología de trabajo que combina la toma de fotografías y el desarrollo de dibujos analíticos de campo, permite comprobar cómo funcionan esas dinámicas de mediación. Dicha experiencia se complementa con fuentes especializadas que contextualizan cada actuación paisajística con sus antecedentes y vicisitudes, para así comprender más fehacientemente el papel que desempeña el agua. Los resultados obtenidos se organizan en una misma estructura genealógica, con el objetivo de esclarecer las causas del desequilibrio ecosistémico que propicia la inserción de cada artefacto. Como consecuencia, se enuncian las principales claves para la constitución de un modelo de restauración ambiental que utiliza el agua como mecanismo de construcción de simbiosis tangibles en el paisaje.

CENOTAFIOS PARA ARRECIFES

Los corales representan una de las bases fundamentales de la cadena trófica marina. Es el elemento a partir del cual se construyen los arrecifes, gracias a su función de conexión interespecie. Sin corales, no hay arrecifes, y sin arrecifes, no se erige la arquitectura del hábitat. Sin embargo, estos entornos se encuentran en un importante punto de inflexión, con más de la mitad de las comunidades coralinas a nivel mundial en permanente amenaza. Aunque no puede revertirse este hecho, sí que puede frenarse el deterioro progresivo y comenzar una estrategia de regeneración que restituya poco a poco el equilibrio.

La causa principal de este desbarajuste es el calentamiento y acidificación de los océanos. La liberación de gases de efecto invernadero incrementa la temperatura del agua, llevando a un blanqueamiento coralino agudizado por la contaminación derivada de la lucrativa pesca de explosión que deteriora gravemente el ecosistema. De hecho, su alcance más destructivo no es con la comunidad de peces per se, sino con el propio sistema coralino. Su deterioro es tan masivo que imposibilita al arrecife regenerarse por sí mismo, necesitando de una intervención y gestión externa[1].

Además de las estructuras de hormigón armado que moldean las costas a antojo y demanda, existe otro tipo de arrecife artificial concebido como herramienta activa para la restauración de estos ecosistemas degradados[2]. La clave de dicho cambio de paradigma reside en la biomímesis: ser capaz de replicar la estructura tridimensional de constitución coralina en lecho rocoso[3]. De tal forma que, a pesar de que se trate de una estrategia antropocéntrica, el hábitat resultante no sea puramente artificial. Para ello, resulta indispensable diseñar la herramienta arquitectónica conforme a las condiciones de contorno, tal y como constatan los estudios realizados entre 1990 y 2020[4]. Solo así, los bloques bénticos introducidos como piezas esféricas exentas en el fondo marino son capaces de involucrarse directamente en los procesos físicos, biológicos, ecológicos y socio-económicos del ecosistema, como si se tratase de un componente más del mismo.

El precursor de esta estrategia se encuentra en los métodos tradicionales de pesca filipinos, basados en el entrelazamiento de rocas y madera anegada para la configuración de nidos en aguas mareales poco profundas[5]. Estos nidos se convierten en objetos condensadores de actividad, cuando peces y crustáceos absorben su estructura como hábitat de cría ante la amenaza de depredadores y otras prácticas pesqueras dañinas. Arrastrando esta herencia, investigadores de la Universidad de Georgia impulsan en 1993 la construcción de bloques esféricos de hormigón perforados perimetralmente para formar oquedades conectadas entre sí que imiten la morfología de soporte de los arrecifes naturales[6]. Las botellas de vidrio con las que se fabrican las bombas caseras para la pesca de explosión pasan a utilizarse como moldes del encofrado de dichas oquedades, haciendo que el elemento que inicialmente provoca la destrucción del ecosistema coralino se conciba ahora como un recurso para construir su recuperación.

El diseño base de las denominadas reef balls consta de una esfera de 60-130 cm de diámetro[7] (figura 1), que va sufriendo alteraciones en su morfología para imitar más fielmente la estructura funcional de un arrecife y acelerar los ritmos de regeneración. Una de estas transformaciones gira en torno a la materialidad. La esfera original se construye con una mezcla de áridos de diferente granulometría disponibles localmente -cal, arena, cenizas volcánicas o cemento Portland-. Sin embargo, al entrar en contacto con el ambiente corrosivo marino, esta composición se vuelve tóxica para algunas especies. Por ello, se añaden aditivos que disminuyen el pH de la mezcla hasta igualar la alcalinidad neutra del agua de mar, asegurando así la compatibilidad de la estructura[8]. Además, no se emplea ningún tipo de refuerzo de acero para garantizar su durabilidad, aunque pueden añadirse fibras vegetales o conchas de moluscos para aumentar la superficie de agarre de las especies[9].

1. Sección constructiva de un casquete artificial de arrecife.

Otra alteración remarcable es la peculiaridad del diseño de la envolvente. Las perforaciones se distribuyen perimetralmente sobre el casquete superior, concentrando el 70% de la masa en la parte inferior de la esfera para asegurar su estabilidad. Aunque el objetivo esencial es bajar el centro de gravedad, el propio diseño facilita la adhesión de las especies y los encuentros entre las mismas. Sustituyendo el material plástico del encofrado por fibra de vidrio, y las botellas de vidrio por elementos hinchables, se van introduciendo distintos tamaños de oquedades. Por norma general, cada casquete tiende a contener 18 agujeros de diferente diámetro organizados en un patrón de equidistancias coherente, conectados entre sí mediante una gran abertura central que proporciona refugio a especies mayores. Por último, como tercera alteración, tiende a añadirse un tratamiento corrugado en la cara interior del encofrado para producir rugosidades heterogéneas en la superficie de la esfera, y provocar así mayor agarre. Como consecuencia, la esfera original evoluciona también hasta adoptar morfologías alternativas en forma de barreños, prismas trapezoidales o tortas estratificadas.

La implementación de estas esferas no trae consigo reintroducir ningún tipo de especie, sino apoyar la restauración del hábitat dejando que sea él mismo el que la gestione. Cada esfera de arrecife funciona como una comunidad en sí misma, pero si las especies de esta interaccionan con las de aquella, se genera un “vecindario” que acelera la recuperación del ecosistema global. Por ello, una vez son fabricadas en taller, se depositan en el fondo marino formando “bloques de arrecifes” de cuatro o cinco piezas, separadas prudentemente formando una comuna (figura 2). Así se originan hasta cuatro escalas de interacción: a nivel de objeto, cada esfera de hormigón aporta soporte para la instalación coralina y la fijación del sustrato arenoso; a escala de conjunto, establecen una estación de refugio y fertilización dentro del ciclo migratorio de las distintas especies; a nivel de vecindario, las propiedades geométricas e hidrodinámicas de los arrecifes permiten que no sean desplazados con las marejadas, mitigando la erosión de la costa baja; y a escala de barrio, estos arrecifes artificiales funcionan como verdaderos sumideros de CO2[10] (figura 3).

2. Formas de organización espacial en planta de los bloques artificiales en el fondo marino.

3. Agrupación de esferas de arrecifes ya asentados en el Gulf Breeze de Pensacola (Florida).

En definitiva, la construcción de estas arquitecturas del agua no solo ayuda a la propagación coralina, sino que permite regenerar arrecifes completos y aumentar la cantidad de biomasa local, al funcionar simplemente como un dispositivo de congregación. Así que, aunque la causa del desequilibrio sea antropocéntrica, la implementación de una medida de restauración también antropocéntrica -fabricada, de hecho, con un material antropocéntrico por antonomasia como es el hormigón-, supone la solución más pertinente. Cabe destacar la estrategia de regeneración promovida por la comunidad de Subutuni en Tanzania para contrarrestar la pesca con dinamita que se mantiene en alza desde los años ochenta, así como las desarrolladas en las caletas chilenas de Quintay y Maitencillo entre 2013 y 2017, y la de la playa de la Malvarrosa de Valencia en 2014[11].

FACHADAS ATRAPANIEBLAS

Como intersticio entre mar e interior, se erige un territorio de amortiguación que afronta su propio desequilibrio por falta de hidratación. La desaparición de pantanos y acuíferos por aumento de las temperaturas, trae consigo un incremento notable de los incendios forestales que, unido a la tala descontrolada y extensión de actividades agrícolas abrasivas, produce un avance sustancial de la desertificación del sustrato que destruye la cobertura de especies leñosas y arbustivas. No obstante, este territorio fronterizo también presenta alguna peculiaridad, que hace de la debilidad una oportunidad con la que frenar dicha erosión: la presencia de bancos de niebla en movimiento (figura 4).

4. Nieblas en la cabecera del barranco de Valleseco en Gran Canaria.

La vegetación constituye el elemento base de la estructura funcional del ecosistema terrestre, ya que se trata del primer captador pasivo de agua de niebla conocido. En la isla de El Hierro, este fenómeno natural se aprovecha desde hace más de 2000 años de la mano de olivos y tilos como el Garoé, al que los bimbaches consideraban como germen de su supervivencia. El funcionamiento de estos “árboles que destilan agua” es sencillo: cuando la niebla se congrega en la densa copa formando una “nube” y se condensa al entrar en contacto con la superficie de las hojas, resbala por los tallos hacia el suelo hasta que es recogida en una alberca, cántaro o alforja[12]. Tal y como los “molinos de viento” de Don Quijote evolucionan a aerogeneradores que aprovechan la energía del aire para producir electricidad, dichos cántaros se transforman en artefactos capaces de interceptar partículas de agua en movimiento, que acogen el nombre de colectores o atrapanieblas.

La clave del éxito de la inserción de los atrapanieblas reside en la puesta en concordancia de tres tipos de fenómenos: una “niebla dinámica o de advección” originada por el desplazamiento de una masa de aire cálido y húmedo sobre la superficie fría del mar[13]; una “niebla orográfica” que se produce por el enfriamiento adiabático de la masa de aire húmedo que asciende por el perfil montañoso -efecto Foehn-; y una “niebla estática o de radiación” creada cuando se disipa la humedad del aire por un proceso similar al del rocío (figura 5). Dicho en otras palabras, cuando los vientos alisios cargados de humedad ascienden tras el calentamiento atmosférico diurno desde el océano Atlántico o Pacífico por las crestas litorales hasta alcanzar los 300-800 m de altitud, se produce una inversión térmica en las capas de aire más cercanas al plano del suelo. Esta trae consigo una reducción de los 25-35 km/h iniciales debido al cambio de densidad que tiene lugar cuando el aire frío desciende a cotas más bajas, provocando la precipitación de una especie de lluvia horizontal[14].

5. Diagrama de representación del fenómeno de producción de bancos de niebla para su captación mediante colectores.

La arquitectura de un atrapanieblas responde a su funcionamiento como máquina frigorífica exterior, la cual consiste en bajar la temperatura del aire para condensar el agua contenida en el mismo. Esta dinámica de trabajo se basa nuevamente en la biomímesis, al imitar el modo de captación llevado a cabo por los árboles, simplemente que ahora se sustituye la lámina plana o limbo vegetal por mallas plásticas para interceptar la niebla. Cuando esta es arrastrada por el viento, las micropartículas que saturan el ambiente -de 1-40 μm de espesor[15]- chocan contra los hilos que conforman la malla, juntándose entre sí hasta que son suficientemente densas y configuran gotas. Es entonces cuando adquieren un peso sustancial y caen por capilaridad, tal y como discurren por el peciolo de la hoja. Después, llegan por gravedad hasta la base de la estructura, alimentando las raíces o la canaleta en forma de U de PVC o acero galvanizado de los depósitos de almacenamiento[16].

Para que este proceso alcance un rendimiento viable, es necesario adoptar una geometría estructural específica, ya que el volumen de agua recogido por un atrapanieblas depende íntegramente de su eficiencia aerodinámica, de impacto y de drenaje[17]. Aunque existen documentos que datan del siglo XVI, el auge de estas investigaciones se produce en la Cuenca de México y el desierto de Atacama cuatrocientos años después. Teniendo en cuenta la herencia de la cultura Inca sobre los “pozos de aire” que recolectan pasivamente la humedad ambiental gracias a la diferencia de temperaturas entre el día y la noche, comienza a metamorfosearse su apariencia hasta aproximarse a una “sábana tendida al viento”.

En 1954, el doctor chileno Carlos Espinosa patenta el primer “atrapanieblas”, al poner en consonancia un armazón cilíndrico y un entramado de hilos de nailon. En la década de 1960, los investigadores Robert Schemenauer y Pilar Cereceda diseñan un nuevo modelo que aumenta la ratio de agua captada, colocando una pantalla rectangular perpendicularmente a las masas de aire. Así nace el colector estándar comercializable -SCAN o Sistema de Captación de Agua de Niebla, también llamado SFC o Standard Fog Collector-, construido a partir de un armazón estructural, una malla filtradora y una canaleta. Dos postes de 3,00-4,00 m de altura fabricados con madera, acero o PVC rigidizado con una varilla interior, y sujetados al terreno con sendos contrapesos y un sistema de tensores de guaya y pernos para arriostrarlos, sostienen un marco rectangular de 1,00-6,00 m2 a una altura entre 0,70-2,00 m, en donde se tensa el mallado plástico de filtración a través de cinchos o anclajes cada 15-20 cm (figura 6).

6. Sección constructiva de una agrupación por solape de cuatro atrapanieblas para formar un sistema lineal de captación.

Un colector individual capta entre 3 y 5 litros al día por metro cuadrado, pero si se coordinan correctamente los parámetros de diseño ambientales y arquitectónicos, el rendimiento puede llegar a multiplicarse por diez. La clave recae en no colocar un solo atrapanieblas, sino en configurar una “fachada” que perfile la cresta de la montaña. Colocándose al tresbolillo orbitando alrededor de una línea ficticia, o bien mediante solape adquiriendo un trazo diagonal (figura 7), se forma una red de dispositivos que trabajan conjuntamente como si se tratase de una gran vela que aprovecha la niebla en movimiento para ondearse, nada más que en lugar de generar desplazamiento, se opone resistencia para conseguir su condensación. Así que, donde antes se encontraban los árboles eliminados por los incendios, ahora se yergue un bosque de atrapanieblas.

7. Vías de disposición lineal de atrapanieblas en planta.

Es preciso tener en cuenta que no siempre existe una dirección de viento predominante, sino que son también frecuentes las corrientes convectivas. Si solo se disponen atrapanieblas planos, se pierde la posibilidad de interceptar parte de las partículas. Por ello, durante los años ochenta, los profesores Luis Santana Pérez y M.ª Victoria Marzol Jaén de la Universidad de La Laguna continúan perfeccionando el modelo comercializado, hasta que en 2008 se hace un avance sustancial de la mano del investigador Theo Hernando Olmo, dando la bienvenida al colector paralepipédico[18] (figura 8). Cuadriplicando la superficie de la malla se crea una “caja de zapatos” donde quedan interceptadas las corrientes de niebla, permitiendo su lenta condensación hasta mejorar el rendimiento del prototipo individual.

8. Colectores paralepipédicos en el barranco de Valleseco en Gran Canaria.

También se intenta dar solvencia a otro de los condicionantes de diseño de estas arquitecturas del agua: la porosidad. Recurriendo nuevamente a la biomímesis, el proyecto “Life Nieblas” desarrollado en Gran Canaria instala un “colector de acículas”. Este artefacto consta de un armazón estructural inclinado 50º con respecto a la vertical, donde se sujetan travesaños de los que cuelgan hilos de acero que imitan las acículas del pino canario (figura 9). Esta especie de arpa o “peine metálico” permite que el aire circule sin generar apenas resistencia, capturando óptimamente las micropartículas de agua en suspensión[19].

9. Agrupación en hilera de colectores de acículas en Gran Canaria.

Por último, se recupera el diseño original del prototipo circular de Carlos Espinosa para combinarlo con mallas de iones metálicos y compuestos orgánicos -MOFs en su acrónimo inglés- y un pequeño reservorio biodegradable situado en su base llamado “cocoon”, con el fin de colocarlo a ras de suelo y asegurar un aporte de irrigación constante a un espécimen de repoblación concreto. La disposición de estos atrapanieblas en el territorio rompe la formación en hilera, situándose en diferentes estratos y al tresbolillo, para facilitar en todo momento las dinámicas convectivas de intercepción[20] (figura 10).

10. Colectores de niebla para la repoblación individual a pequeña escala en Gran Canaria.

La restauración del microclima se lleva a cabo a través de dos vías: desde un enfoque pasivo, el agua captada es acumulada en reservorios no estancos, para proporcionar una fuente de hidratación al entorno con la que reducir el riesgo de incendios; y activamente, el agua se transporta por canalizaciones a puntos concretos de reforestación. En definitiva, aprovechando la preexistencia de niebla en movimiento, se obtiene un potencial mecanismo para la regeneración de áreas afectadas por la desertificación. Como ejemplo de implementación, se encuentran los diferentes tipos de colectores instalados desde 2021 en los barrancos de Valleseco, la Virgen y Andén en Gran Canaria, y los atrapanieblas que retienen el avance hacia el sur del desierto de Atacama en la reserva chilena de Coquimbo[21].

GRANJAS DE AGRIVOLTAICA ANIMAL

La identificación de las granjas de agrivoltaica como arquitecturas del agua se comprende al valorar no solo su lógica energética y agrícola, sino su funcionamiento como infraestructura capaz de manipular, conservar y redistribuir los ciclos higrotérmicos en territorios áridos. Gracias al establecimiento de un circuito cerrado de evapotranspiración, el agua condensada en las superficies de los paneles por la sudoración y metabolismo vegetal y/o animal, cae hasta el sustrato hidratándolo.

El paisaje donde se desarrolla este tipo de prácticas también se caracteriza por una desertificación masiva, pero esta vez por sobreproducción terrestre. El éxodo del campo a las ciudades tiene como consecuencia que se esté originando una merma considerable de las actividades del sector primario, a favor de un aumento de granjas fotovoltaicas. La expansión masiva de esta tecnología anula considerablemente la red de relaciones ecosistémicas que sí engendran los sistemas de cultivos[22]. Como contrapunto, en los últimos años se ha confirmado la viabilidad de combinar la producción de alimentos y energía en un mismo punto, tomando como referente el sistema agroforestal del intercultivo[23]. Este se basa en la asociación en una misma parcela de hileras de bajo y alto porte, es decir, de árboles y cultivos. Si ahora dichos árboles se sustituyen por filas de paneles fotovoltaicos manteniendo las líneas de cultivos, se obtiene un modelo de producción compartida agrotecnológica. En 1982, los alemanes Adolf Goetzberger y Armin Zastrow inician las investigaciones en este campo[24], que continúa el ingeniero Christian Dupraz hasta combinar intencionadamente los términos agricultura y fotovoltaico creando la contracción “agrivoltaico”[25]. Los primeros experimentos exitosos de producción concomitante agrícola-eléctrica se realizan en Montpellier en 2010, demostrando que el sombreado de cultivos por paneles tiene un efecto positivo para ambos agentes, gracias a que se crea un microclima estable por el ciclo de aprovechamiento de la humedad. Si se incluye la actividad ganadera en esta ecuación, la agrivoltaica transmuta de nombre a “pastoreo solar”, y si se combinan todas ellas, se termina designando al sistema como “agrivoltaica animal”.

Para una producción en exclusiva de energía eléctrica, únicamente es necesaria la presencia de hileras de paneles conectados entre sí, pero si se añaden actividades agrícolas y/o ganaderas, el conjunto exige adoptar una estrategia de diseño espacial en forma de red (figura 11). Para fomentar la heterogeneidad de las funciones ecológicas, hay que pautar la correcta interrelación de los dos parámetros que determinan la densidad de una instalación: la altura de los paneles con respecto al suelo -que aumenta a 1,10-2,10 m[26]-, y el intereje o separación entre hileras -que se dilata a los 2,40-3,20 m, llegando en ocasiones a alcanzar los 4,80 m- (figura 12).

11. Evolución de la organización de una planta fotovoltaica desde el esquema convencional al modelo de agrivoltaica animal.

12. Disposición de los paneles fotovoltaicos según las variaciones de altura e intereje.

Generar una simbiosis tecnopastoralista entre artificio y naturaleza, consigue la no anulación del suelo sobre el que se implanta la infraestructura fotovoltaica, al tiempo que contribuye a la rehabilitación de los ciclos ecosistémicos locales. Al igual que sucede con los atrapanieblas y las esferas de arrecife, incluir un artefacto tridimensional aparentemente ajeno al entorno natural logra, paradójicamente, dar una segunda vida al paisaje degradado y mejorar los rendimientos de captación solar. Poner en relación la estaticidad de las estructuras fotovoltaicas y el dinamismo de las especies vegetales y animales, crea una especie de microclima de invernadero gracias a que la sombra que proyectan los paneles enfría las temperaturas superficiales del plano del suelo, aumentando la concentración de humedad y fomentando la evapotranspiración[27] (figura 13). Las especies se benefician de la sombra y protección que proporcionan las hileras y no de la exposición directa al sol que quema las hojas e incrementa la temperatura del ganado, reduciendo los indicadores de estrés térmico en verano y manteniendo el confort en invierno (figura 14). Esto hace que terrenos no aptos para el cultivo puedan convertirse en fértiles tras la instalación de los paneles -opuestamente de como sucede en el modelo de instalación tradicional-.

13. Relaciones ecosistémicas que dan lugar a la creación de un microclima estable de temperatura y humedad.

14. Ganado ovino pastando a la sombra de plantaciones agrivoltaicas en Sevilla.

El ganado recupera también la labor de polinización perdida, distribuyendo esporas y semillas mientras reduce el efecto dusting de forma más efectiva que los métodos de mantenimiento mecánicos: por un lado, se fija el sedimento en suspensión debido a esa hidratación del sustrato que provoca la proyección del plano de sombra y, por otro lado, el tránsito de animales ayuda a conservar limpias las superficies fotovoltaicas de la acumulación de partículas que merman su captación. Además, es el propio ganado el que sanea las plantaciones de posibles malas hierbas o especies invasivas que crean cierta “sombra de panel” que impide alcanzar el máximo rendimiento, y aumentan el riesgo de incendio por “efecto lupa”[28]. Por último, el microclima higrotérmico construido influye directamente en la eficacia de la producción de energía: gracias a la evaporación del agua que proporcionan las plantas al realizar la fotosíntesis (figura 15), se produce un enfriamiento constante localizado -también llamado efecto cooling-, que reduce las altas temperaturas de los paneles que actúan en detrimento de su eficiencia.

15. Plantaciones de cultivos bajo paneles fotovoltaicos en Murcia.

De forma similar a los casquetes de arrecifes, las granjas de agrivoltaica animal añaden mayor heterogeneidad a los ritmos ecosistémicos en múltiples niveles: en primer lugar, los paneles fotovoltaicos aportan una estructura física al entorno como toldo bajo el cual albergar una gran diversidad botánica; en segundo lugar, la presencia de vegetación concentra el vapor de agua bajo los paneles, provocando una reducción significativa de su temperatura superficial y evitando dañar a aves o insectos por sobrecalentamiento; y en tercer lugar, aumentar el intereje para el paso del ganado permite a las aves transitar con libertad, reduciendo considerablemente su índice de mortalidad. Así lo confirman las granjas de Carmona, Totana o Guadamur, o las del Domaine de Nidolères y Monticelli d’Ongina, además de las nueva-zelandesas de Taupō y Canterbury, o la cooperativista de Qinghai.

CONCLUSIONES PARA UN MODELO DE ACTUACIÓN

El gran desafío de estas estrategias ideadas para regenerar zonas degradadas por desequilibrios relacionados con la actividad antropocéntrica, es configurar un modelo de recuperación ambiental replicable en otros contextos. Recurrir a fuentes no convencionales más ligadas a la tecnología que a la propia naturaleza para construir artefactos que permitan suplir la captación de agua tradicional y reducir la escasez hídrica del territorio que disminuye los ritmos ecosistémicos, representa una oportunidad viable con la que comenzar a hablar de una latente reconciliación. Y en este sentido, tanto las esferas de arrecife como los colectores de niebla y sistemas de agrivoltaica animal, personifican tres potenciales mecanismos para promover un patrón de actuación verídico.

Sin embargo, debe tenerse en cuenta que los condicionantes de contorno determinan el funcionamiento y morfología de cada una de estas arquitecturas, por lo que es necesario un protocolo de actuación pormenorizado. Con el fin de que los tres artilugios ingenieriles se involucren en los ritmos metabólicos locales y reactiven el ecosistema, debe acogerse una materialidad, dimensión y disposición específicas, que no implica poder solventar otros desequilibrios diferentes. No obstante, existe un punto común en las leyes de ordenación territorial. Aunque cada artefacto se basa en la biomímesis para determinar los rasgos de su arquitectura, las estrategias de implantación configuran agrupaciones, sistemas o redes que toman como referencia los modelos urbanísticos de organización histórica para formar conjuntos, hileras o retículas. Esta traslación de la arquitectura al territorio y viceversa, es la que precisamente encauza la simbiosis antroponatural, mostrando un abanico de espacios performativos de morfología variable. A fin de cuentas, un paisaje no se define solo por su riqueza natural, sino por la memoria, identidad y resiliencia creada por interacción.

Pese a todo, la inserción de estos artefactos plantea una serie de tensiones entre innovación tecnológica, restauración ecológica y preservación cultural, que exigen una valoración crítica de la estrategia de implementación. La inserción de esferas para restaurar hábitats coralinos diezmados debe fundamentarse en estudios previos para no alterar la morfología perceptual del fondo marino[29]. Gracias a que estos artefactos replican la fisionomía de un arrecife natural, se consigue mermar considerablemente esta afección. En el caso de los atrapanieblas colocados en los Andes o sierras canarias, es necesaria una gestión comunitaria para evitar el abandono de las infraestructuras o el surgimiento de conflictos por el reparto del agua. Además, es preciso subrayar que los atrapanieblas se instalan como estructuras temporales que son retiradas sin dejar residuo cuando cesa el desequilibrio, para precisamente no provocar un permanente impacto visual. Por último, es fundamental variar la densidad, altura y orientación de los paneles de las granjas agrivoltaicas para evitar transformar radicalmente la lectura del territorio rural[30]. Aunque la recuperación del suelo prima por encima del impacto socio-cultural, es recomendable incluir especies vegetales autóctonas en los perímetros de las plantaciones, e involucrar a agricultores y pastores locales en su gestión, además de monitorizar los servicios ecosistémicos.

La clave del éxito compartido es estas estrategias de implantación se basa, esencialmente, en el entendimiento y manipulación de una única variable: el agua -ya sea en estado líquido o en vapor-. Este recurso se convierte en un constatado proactivo para la construcción de equilibrios intencionados en el paisaje, gracias a que permite crear entrelazamientos tangibles entre los polos de la ecuación antroponatural. Conseguir que cada artefacto se adapte a las especificaciones del contexto, cualifica la calidad del paisaje no solo por su capacidad de absorber una intervención sin conflicto, sino porque esa intervención se convierte en un nuevo relato integrado en el espacio codificado culturalmente por la interacción antroponatural. En definitiva, la consonancia instaurada genera tal beneficio recíproco que hace que sea indispensable la presencia de dichas arquitecturas para que la dinámica estabilizadora pueda perdurar en el tiempo, y se asegure la supervivencia del propio ecosistema si dichos desequilibrios vuelven a resurgir.

Financiación

Este trabajo ha sido realizado dentro el marco del Programa Propio I+D+I de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).

Agradecimientos

A las enriquecedoras aportaciones de los revisores, al trabajo del equipo editorial, y al amparo de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).

Biofrafía de la autora

Ana Patricia Minguito (Madrid, 1995); arquitecta por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid desde 2018, con Másteres en Arquitectura y Urbanismo y en Proyectos Arquitectónicos Avanzados en 2019 y 2020. Profesora ayudante-mentora en Proyectos Arquitectónicos de Grado y Máster entre 2019-2022 y profesora ayudante-investigadora en el Departamento de Composición desde 2022 en la ETSAM. Ha publicado en medios especializados como AhAU (Ciudad y naturaleza, 2024), ZARCH (n.23, 2024), Constelaciones (n.12, 2024), REIA (n.23, diciembre 2023), JIDA (n. 9 y 12, 2021 y 2024) o INCUNA (2019), y organizado actividades como los Seminarios de Investigación en Historia Medioambiental de la Arquitectura “SIHMA” (2023-2025) y los ciclos de conferencias “¿Para qué sirve la Historia?” (2022-2024). En 2023 es invitada como Research-Teaching Fellow por la Tulane School of Architecture de New Orleans.

Bibliografía citada

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[1] BELLWOOD, D.R. et al. Confronting the coral reef crisis. En: Nature [en línea]. Berlín: Springer Nature, junio 2004, vol. 429, pp. 827-833 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 1476-4687. DOI: https://doi.org/10.1038/nature02691.

[2] SEAMAN, William Jr. Artificial habitats and the restoration of degraded marine ecosystems and fisheries. En: Hydrobiologia [en línea]. Ámsterdam: Springer, abril 2007, vol. 580, n.º 1, pp. 143-155 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 1573-5117. DOI: https://doi.org/10.1007/s10750-006-0457-9.

[3] HYLKEMAA, Alwin et al. The effect of artificial reef design on the attraction of herbivorous fish and on coral recruitment, survival and growth. En: Ecological Engineering [en línea]. Ámsterdam: Elsevier, enero 2023, vol. 188 [consulta: 15-09-2025]. ISSN 2719-7050. DOI: https://doi.org/10.1016/j.ecoleng.2022.106882.

[4] BRACHO-VILLAVICENCIO, C.; MATTHEWS-CASCON, H.; ROSSI, S. Artificial Reefs around the World: A Review of the State of the Art and a Meta-Analysis of Its Effectiveness for the Restoration of Marine Ecosystems. En: Environments [en línea]. Basel: MDPI, julio 2023, vol. 10, n.º 7, p. 121 [consulta: 15-09-2025]. ISSN 2076-3298. DOI: https://doi.org/10.3390/environments10070121.

[5] Dependiendo de la envergadura del nido reciben el nombre de gango, amatong o balirong.

[6] Posteriormente, otras instituciones como el Instituto Tecnológico de Florida se unen también a esta vía de investigación.

[7] BOHNSACK, J. A. Habitat structure and the design of artificial reefs. En: S. BELL; E. MCCOY y H. MUSHINSKY, eds. Habitat Structure: The Physical Arrangement of Objects in Space. Nueva York: Chapman and Hall, 1990, pp. 412-426. ISBN 0-412-32270-6.

[8] Se añade microsílice para disminuir el pH de la mezcla a 8,3 y obtener un hormigón de alta resistencia a la abrasión. SHERMAN, R.L.; GILLIAM, D.S.; SPIELER, R.E. Artificial reef design: void space, complexity, and attractants. En: ICES Journal of Marine Science [en línea]. Oxford University Press, febrero 2002, vol. 59 (supl.), pp. 196-200 [consulta: 15-09-2025]. ISSN 1095-9289. DOI: https://doi.org/10.1006/jmsc.2001.1163.

[9] También pueden añadirse cenizas orgánicas obtenidas por procesos de cremación para acelerar el inicio de los intercambios ecosistémicos. PEROG, Bryce D. et al. Shell cover, rugosity, and tidal elevation impact native and non-indigenous oyster recruitment: Implications for reef ball design. En: Ecological Engineering [en línea]. Ámsterdam: Elsevier, julio 2023, vol. 192, p. 106969 [consulta: 15-09-2025]. ISSN 2719-7050. DOI: https://doi.org/10.1016/j.ecoleng.2023.106969.

[10] Ejemplos cuantificables de ello son las reservas de carbono registradas en los 7 km2 de arrecifes artificiales que pueblan el golfo de México frente a la costa de Texas y Florida desde 2017. PIAZZA, B.P.; BANKS, P.D.; LA PEYRE, M.K. The potential for created oyster shell reefs as a sustainable shoreline protection strategy in Louisiana. En: Restoration Ecology [en línea]. Tucson: Society for Ecological Restoration, agosto 2005, vol. 13, n.º 3, pp. 499-506 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 1526-100X. DOI: 10.1111/j.1526-100X.2005.00062.x.

[11] LANDETA AUES, Fernando; AQUEVEQUE TORRES, Jorge. Arrecifes artificiales: Un imperativo medioambiental. En: Revista de Marina [en línea]. Valparaíso: Museo Naval, agosto 2023, año CXXXVIII, vol. 141, n.º 995, pp. 71-79 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 0034-8511. Disponible en: https://revistamarina.cl/es/download/arrecifes-artificiales-un-imperativo-medioambiental.

[12] Así lo narra fray Bartolomé de las Casas en la Historia de las Indias de 1524: “(…) en lo alto de este árbol siempre hay una nubecilla y el Garoé deja caer unas gotas de agua que encauzan hacia una modesta fuente; gracias a ella, viven, durante los periodos de sequía extrema, seres humanos y animales (…)”. BARRIOS GARCÍA, José. La imagen del Garoé en la literatura y la cartografía. Apuntes para un catálogo cronológico (1572-1924). En: Francisco MORALES PADRÓN, coord. XVIII Coloquio de Historia canario-americana [en línea]. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 2010, pp. 1690-1698 [consulta: 15-09-2025]. Disponible en: https://revistas.grancanaria.com/index.php/CHCA/article/view/9020/8460.

[13] Esta niebla de advección también recibe el nombre de camanchaca o “panza de burro”.

[14] ASOCIACIÓN ZABALKETA DE COOPERACIÓN Y DESARROLLO. Experiencias de captación de agua de niebla para reforestación [en línea]. Bizkaia: Imprenta Garcinuño S. L., 2014 [consulta: 15-09-2025]. Disponible en: https://zabalketa.org/archivos/publicaciones/libro-captacion-agua-niebla-reforestacion.pdf.

[15] KLEMM, Otto et al. Fog as a fresh-water resource: overview and perspectives. En: Ambio [en línea]. Estocolmo: Royal Swedish Academy of Sciences, febrero 2012, vol. 41, n.º 3, pp. 221-234 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 1654-7209. DOI: 10.1007/s13280-012-0247-8.

[16] VERBRUGGHE, Nathalie; KHAN, Ahmed Z. Water harvesting through fog collectors: a review of conceptual, experimental and operational aspects. En: International Journal of Low-Carbon Technologies [en línea]. Oxford: Oxford University Press, marzo 2023, vol. 18, pp. 392-403 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 1748-1325. DOI: https://doi.org/10.1093/ijlct/ctac129.

[17] La eficiencia aerodinámica es la capacidad de la malla para ser atravesada por el flujo de aire sin deformarse; la eficiencia de impacto se refiere a la capacidad de la malla para atrapar rápidamente las gotas de agua que pasan por ella; y la eficiencia de drenaje o escurrimiento se refiere a la cantidad de agua que es capaz de descender por capilaridad hasta la canaleta de recogida o depósito. RIVERA, Juan de Dios. Aerodynamic collection efficiency of fog water collectors. En: Atmospheric Research [en línea]. Ámsterdam: Elsevier, 2011, vol. 102, n.º 3, pp. 335-342 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 0169-8095. DOI: https://doi.org/10.1016/j.atmosres.2011.08.005.

[18] MARZOL, María Victoria. Temporal characteristics and fog water collection during summer in Tenerife (Canary Islands, Spain). En: Atmospheric Research [en línea]. Ámsterdam: Elsevier, marzo 2008, vol. 87, n.º 3, pp. 352-361 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 0169-8095. DOI: https://doi.org/10.1016/j.atmosres.2007.11.019.

[19] GROH, Arnold. Highly effective fog-water collection with Pinus canariensis. En: 5th International Conference on Fog, Fog Collection and Dew, 25-30 July 2010, Münster, Germany [en línea]. Münster: University of Münster, 2010, p. 191 [consulta: 15-09-2025]. Disponible en: https://meetings.copernicus.org/fog2010/fogconference_2010_conference_book.pdf.

[20] RITTER, A.; REGALADO, C.M.; GUERRA, J.C. Quantification of Fog Water Collection in Three Locations of Tenerife (Canary Islands). En: Water [en línea]. Basel: MDPI, 2015, vol. 7, n.º 7, pp. 3306-3319 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 2073-4441. DOI: https://doi.org/10.3390/w7073306.

[21] En los barrancos de Gran Canaria se han “ordeñado” más de 100 000 litros para hidratar 25 000 árboles de laurisilva que recuperen la vegetación de Monteverde calcinada durante los incendios de 2019; en Coquimbo, 560 000 litros acumulados anualmente desde 2006 mantienen un millar de árboles endémicos como el quillay, peumo o guayacán. VIERA RUIZ, Gustavo. Proyecto de Restauración Ambiental LIFE19 CCM/ES/001199 [en línea]. Gran Canaria: Gesplan, 2020 [consulta: 15-09-2025]. Disponible en: https://lifenieblas.com/sites/default/files/documentacion/2021/Action%20A.5%20EIA_LIFENIEBLAS%20.-.pdf.

[22] Tiende a generarse pérdida de biodiversidad y capacidad productiva del suelo, pérdida de servicios ecosistémicos como la polinización y atenuación del cambio climático, y pérdida de fuentes económicas para la vida rural. CHATZIPANAGI, A.; TAYLOR, N.; JAEGER-WALDAU, A. Overview of the Potential and Challenges for Agri-Photovoltaics in the European Union [en línea]. Luxemburgo: Publications Office of the European Union, 2023 [consulta: 15-09-2025]. Disponible en: https://publications.jrc.ec.europa.eu/repository/bitstream/JRC132879/JRC132879_01.pdf.

[23] WANG, H. X. et al. Simulación del uso compartido del terreno agrícola por paneles solares fotovoltaicos y cultivo. En: F. Javier GARCÍA-RAMOS y Pablo MARTÍN-RAMOS, eds. X Congreso Ibérico de Agroineniería [en línea]. Huesca: Escuela Politécnica Superior, Universidad de Zaragoza, 2019, pp. 218-224 [consulta: 15-09-2025]. ISBN 978-84-16723-79-9. Disponible en: DOI: http://dx.doi.org/10.26754/uz.978-84-16723-79-9.

[24] GOETZBERGER A.; ZASTROW A. On the coexistence of solar-energy conversion and plant cultivation. En: International Journal of Solar Energy [en línea]. Londres: Taylor & Francis, febrero 2007 (1982), vol. 1, n.º 1, pp. 55-69 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 1478-646X. DOI: https://doi.org/10.1080/01425918208909875.

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[26] Generalmente, se utiliza ganado ovino, caprino y porcino para no superar nunca la altura de la instalación, pero también puede recurrirse a la presencia ocasional de algunos ejemplares vacunos o equinos en fase de cría. SOTO-GÓMEZ, Diego. Integration of Crops, Livestock, and Solar Panels: A Review of Agrivoltaic Systems. En: Agronomy [en línea]. Basel: MDPI, agosto 2024, vol. 14, n.º 8, p. 1824 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 2073-4395. DOI: https://doi.org/10.3390/agronomy14081824.

[27] HASSANPOUR ADEH, E.; HIGGINS, C.W.; SELKER, J.S. Remarkable solar panels Influence on soil moisture, micrometeorology and water-use efficiency. En: PLoS ONE [en línea]. California: Public Library of Science (PLOS), noviembre 2018, vol. 13, n.º 11, e0203256 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 1932-6203. DOI: https://doi.org/10.1371/journal.pone.0203256.

[28] WESELEK, Alex. et al. Agrophotovoltaic systems: applications, challenges, and opportunities. A review. Agronomy for Sustainable Development [en línea]. Paris: INRAE, junio 2019, vol. 39, n.º 35 [consulta: 15-09-2025]. ISSN-e 1773-0155. DOI: https://doi.org/10.1007/s13593-019-0581-3.

[29] Especialmente en zonas donde la actividad pesquera o submarina forma un imaginario consolidado.

[30] Este tiende a homogeneizarse por la repetición infinita de módulos fotovoltaicos o la reducción del número de corredores ecológicos.