EN BUSCA DE LA FLEXIBILIDAD: EL CUADRADO Y LA RETÍCULA EN LA VIVIENDA CONTEMPORÁNEA

IN SEARCH OF FLEXIBILITY: THE SQUARE AND THE GRID IN CONTEMPORARY HOUSING

Alfonso Guajardo-Fajardo Cruz 0000-0003-1827-9305

Persona de contacto / Corresponding author: aguajardofajardo@us.es, Universidad de Sevilla. España.

Juan José Sánchez Rivas 0009-0009-6841-9063

INTRODUCCIÓN

La idea de que ciertas geometrías favorecen la flexibilidad de uso en el espacio doméstico se ha convertido en lugar común de reflexión en el campo de la arquitectura de la vivienda[1]. Así, por ejemplo, se argumenta que las geometrías que tienden a la simetría y a la proporción componen espacios pocos jerarquizados que fomentan la flexibilidad. Entre las figuras geométricas, aquella que aporta un mayor grado de simetría es el círculo. Sin embargo, salvo en contadas ocasiones, se usa poco en el proyecto de arquitectura residencial debido a su complejidad constructiva y a la dificultad de agregación para colmatar espacios. El cuadrado, sin embargo, ha emergido en los últimos años como figura capaz de conseguir cierto consenso entre arquitectos e investigadores como geometría capaz de contribuir a la flexibilidad de uso en la vivienda, a esto colabora la sencillez constructiva del ángulo recto y su capacidad para colmatar el espacio por repetición en una malla isotrópica.

La reflexión en torno al uso del cuadrado como base de un esquema tipológico tiene un extenso recorrido en la historia de la arquitectura. Así, desde época clásica el cuadrado ha sido una figura fundamental para todos aquellos proyectos que han hecho de la geometría el argumento principal de su arquitectura. El Renacimiento es uno de los periodos en el que claramente se reconoce esta tendencia y donde se encuentra uno de los primeros textos que teoriza sobre la importancia de la geometría en la arquitectura doméstica: Los cuatro libros de la arquitectura de Andrea Palladio (1570). En él se recogen numerosos ejemplos de plantas de villas cuya base geométrica está basada en el cuadrado. Sin embargo, no será hasta el siglo XX, cuando la necesidad de flexibilidad en el espacio doméstico introduzca una nueva dimensión analítica a esta estrategia tipológica que históricamente se había limitado a resolver cuestiones compositivas y formales.

En la arquitectura contemporánea la idea de que ciertas geometrías garantizan la flexibilidad en la vivienda había quedado tradicionalmente limitada al ámbito de la estancia. Es decir, se argumentaba que las habitaciones que dispusieran de una superficie adecuada y una forma tendente al cuadrado facilitarían diferentes amueblamientos y, por lo tanto, diferentes formas de uso, aumentando su flexibilidad[2]. Sin embargo, se puede comprobar cómo en la última década una serie de proyectos han extendido de forma decidida esta teoría desde el ámbito de la estancia al de la vivienda, concibiendo el proyecto residencial exclusivamente como una retícula de cuadrados, una suma de estancias iguales sin solución de continuidad. Esta forma elemental de afrontar la flexibilidad en el proyecto de vivienda contemporáneo merece una reflexión[3].

Ciertamente, la cuestión de la flexibilidad en la vivienda lleva siendo objeto de debate en el ámbito arquitectónico desde hace más de un siglo. Tanto es así que algunos críticos no han dudado en identificarla como uno de los objetivos fundamentales de la vivienda moderna[4] o incluso de la propia modernidad arquitectónica[5] [6] [7]. Fue en la década de 1920 cuando, desde el Movimiento Moderno, se apeló a este concepto como atributo necesario para que la vivienda de pequeñas dimensiones gozara de cierta habitabilidad[8]: si la vivienda iba a ser mínima, esta debía ser flexible para poder ser usada de la forma más eficiente posible. Desde entonces la flexibilidad no ha abandonado el discurso de profesionales y académicos dedicados a la arquitectura de la vivienda, adoptando en cada momento histórico diferentes matices en significado y objetivos[9].

Este artículo entiende por flexibilidad la capacidad de un espacio para adaptarse a diferentes usos, necesidades o condiciones a lo largo del tiempo. De forma resumida, y apoyándonos en la clarificadora clasificación propuesta por Bernard Leupen[10], podemos afirmar que existen dos estrategias básicas que fomentan la flexibilidad de un espacio: la alterabilidad y la polivalencia. La primera de ellas engloba todas aquellas actuaciones que contemplan la modificación arquitectónica del espacio, desde el desplazamiento de un tabique móvil hasta las soluciones constructivas que permiten su sustitución. La polivalencia, en cambio, se basa en la capacidad de un espacio para adaptarse a diferentes usos sin la necesidad de ser modificado arquitectónicamente. En particular, la eficacia de esta última estrategia descansa en el grado de ambigüedad del espacio resultante. Este es un atributo que ha sido presentado por numerosos investigadores como uno de los más relevantes para otorgar flexibilidad al espacio arquitectónico[11].

Esta investigación se suma a aquellos trabajos que defienden que el uso del cuadrado y la retícula como estrategia compositiva en el proyecto de vivienda contribuye, efectivamente, a aumentar el grado de ambigüedad de las mismas y, por tanto, su flexibilidad[12]. Este sistema plantea la vivienda como una suma de estancias sin un uso predeterminado a priori, espacios iguales en tamaño, forma y equipamiento que se encuentran abiertos a múltiples interpretaciones funcionales. El objetivo de este artículo es analizar las implicaciones que esta estrategia conlleva para el proyecto de arquitectura doméstico. A este modelo basado en la composicíon por adición de espacios con proporciones cuadradas (o muy cercanas) nos referiremos como vivienda en retícula a lo largo de este artículo.

Desde un punto de vista metodológico el artículo comienza con una breve reflexión sobre las posibles razones del enorme poder de atracción visual del cuadrado y la retícula, analizando su enraizamiento en aspectos puramente compositivos y formales. La revisión de una serie de ejemplos de obras contemporáneas se complementa con argumentos críticos sobre el papel que desempeña la retícula en la cultura visual actual. Posteriormente pasamos a describir la naturaleza del espacio arquitectónico polivalente y ambiguo, así como las características que se le han exigido para garantizar la flexibilidad de uso. Consideramos que la convergencia de estas razones profundas, compositivas y formales, y las de naturaleza eminentemente práctica, referidas a la flexibilidad de uso, pueden ser la causa de su gran poder de atracción.

Así, finalmente, se procede mediante un estudio de casos al análisis de algunas de las características de las viviendas que apuestan por este sistema compositivo. Para la búsqueda de casos de estudio se ha revisado la totalidad del archivo digital de los premios EUmies Award (Fundación Mies van der Rohe) en sus apartados de vivienda colectiva y unifamiliar (1050 proyectos), desde su establecimiento en 1988 hasta la edición de 2024, así como todos los volúmenes de la revista AV Monografías dedicados a vivienda y su anuario[13] (47 números en total) en un periodo que comprende desde 1985 hasta 2025. Esta doble aproximación da cuenta de aquellos proyectos que han alcanzado un alto grado de reconocimiento, ya sea por su publicación en una revista internacional de reconocido prestigio o por haber sido premiados como consecuencia de su alta calidad arquitectónica. Así, se han identificado un total de 23 proyectos que siguen la estrategia de concebir la vivienda como una retícula de cuadrados (tabla 1). Se puede comprobar cómo, en un periodo de estudio que abarca cuarenta años, todos se desarrollan en los últimos veinte, lo que demuestra la proliferación de este sistema en las últimas dos décadas.

Nuestro análisis consistirá en el estudio pormenorizado de seis proyectos, tres de vivienda colectiva y tres unifamiliares, con el objetivo de demostrar que la vivienda en retícula es compatible con ambos tipos de unidades residenciales. Todos los proyectos han sido redibujados y analizados gráficamente siguiendo criterios homogéneos para su mejor estudio y comprensión.

FORMA Y FUNCIÓN: DOBLE APROXIMACIÓN AL CUADRADO Y LA RETÍCULA

Antes de abordar el análisis de los casos de estudio, se parte de una revisión del papel del cuadrado y la retícula desde una doble aproximación: en primer lugar, como argumento formal y compositivo y, en segundo lugar, como estrategia funcional que favorece la flexibilidad.

El cuadrado y la retícula como estrategia formal

El cuadrado como forma y la retícula como sistema compositivo han tenido una presencia notable tanto en la arquitectura como en el arte contemporáneos, tomando un especial protagonismo desde las vanguardias del siglo XX. La obra Cuadrado negro sobre fondo blanco, del pintor ucraniano Kazimir Malévich (figura 1), sintetiza las exploraciones en torno a la geometría elemental y la abstracción formal que se iniciaron con la vanguardia del suprematismo y que han dado lugar a numerosas exploraciones formales del cuadrado en el campo de lo visual.

La escultura no ha resultado ajena a esta corriente de abstracción radical. Así, impulsado por la apropiación del espacio que supuso el arte conceptual y land art, el escultor y poeta estadounidense Carl Andre realizó sus obras de suelo como el 10×10 Altstadt Copper Square (figura 1) apoyándose en la estrategia compositiva de la retícula de cuadrados. Estas obras, que se enmarcan dentro del minimalismo artístico de la segunda mitad del siglo XX, hacían un uso explícito de la geometría elemental como estrategia de apropiación del espacio, permitiendo al espectador transitar sobre ellas.

En la arquitectura, el cuadrado como base de la composición espacial también ganó relevancia a lo largo del siglo XX, empujado principalmente por la depuración formal del Movimiento Moderno de las primeras décadas y por las contaminaciones figurativas entre el arte minimalista y la arquitectura de acero y vidrio de la segunda mitad del siglo. Este vínculo no pasó desapercibido para el artista y escritor norteamericano Dan Graham quien consideraba que el formalismo estético y el funcionalismo arquitectónico eran similares, en cuanto a que compartían un materialismo abstracto y una postura ante el contexto principalmente autorreferencial[14]. Estas dos características han aparecido de manera consistente en parte de la producción arquitectónica contemporánea, así como en otras manifestaciones culturales[15], y siguen latentes en varios de los casos de estudio que se analizan en este artículo (figura 2).

El uso de la retícula plantea, por tanto, una pregunta fundamental: ¿se trata de una elección argumentada desde la racionalidad -económica, constructiva o funcional- o, por el contrario, responde a un empeño poético asociado a sus valores de atemporalidad y renuncia formal?

Al margen de las razones que sostienen su uso, el cuadrado se ha explorado habitualmente como el módulo base del espacio cartesiano, cuya representación más inmediata en la arquitectura y las artes visuales es la retícula. La crítica de arte norteamericana Rosalind Krauss defendió en su artículo “Retículas” que en el conjunto de la producción estética moderna la retícula es la forma que se ha autoafirmado de un modo más implacable y a la vez ha sido menos propensa a la transformación[16]. Esta afirmación queda respaldada por la constante presencia de esta estructura formal en la producción arquitectónica contemporánea, desde la organización espacial a la composición de las fachadas. En los casos de estudio analizados en este artículo se observa cómo esta operación formal se ha aplicado al espacio arquitectónico doméstico de un modo literal.

El cuadrado y la retícula como estrategia funcional

El enorme poder de atracción formal que ejercieron el cuadrado y la retícula en muchos arquitectos desde principios del siglo XX se vio reforzado a partir de la década de 1960 con un nuevo argumento a favor, esta vez desde el punto de vista funcional: los espacios neutros y genéricos (como son el del cuadrado y la retícula) eran útiles para favorecer la flexibilidad de uso del espacio arquitectónico.

Robert Venturi, en su célebre libro Complejidad y contradicción en la arquitectura, se expresaba de la siguiente forma: “¿No es una de las características de la arquitectura moderna la separación y especialización de funciones dentro de un edificio? (…). La habitación multifuncional es posiblemente la respuesta más auténtica del arquitecto moderno preocupado por la flexibilidad. La habitación con un propósito genérico en lugar de específico, y con muebles movibles en lugar de tabiques movibles, fomenta una flexibilidad perceptiva en lugar de una flexibilidad física y permite la rigidez y la permanencia, aún necesarias en nuestros edificios”[17].

Es decir, Venturi abogaba por constituir estancias neutras, homogéneas, ambiguas, polivalentes -él las denomina “genéricas”[18]- capaces de admitir diferentes usos sin la necesidad de modificarlas arquitectónicamente ni recurrir a mecanismos como los tabiques móviles, epítome de la condición alterable. El cuadrado como geometría neutra de la estancia y la retícula como mecanismo compositivo homogéneo de la vivienda tenían muy fácil adaptación a tales exigencias.

Dos trabajos han profundizado en estas ideas y han tratado de demostrar que el cuadrado es la geometría adecuada para la flexibilidad. Uno proviene del ámbito europeo y el otro del americano. El primero de ellos lo realizan Josep María Montaner, Zaida Muxí y David H. Falagán[19] (figura 3). Los autores analizan módulos de diferentes tamaños con agrupaciones diversas de mobiliario y concluyen que para que una estancia sea flexible debe disponer de una geometría cuadrada en una proporción que permita inscribir como mínimo una circunferencia de 2,80 m de diámetro. El segundo lo desarrolla Avi Friedman en su libro The Adaptable House[20] (figura 3). Friedman también defiende la geometría cuadrada por presentar menos limitaciones en la organización del mobiliario.

Consideramos que todos los proyectos que analizamos a continuación (figuras 4 y 5) pueden entenderse a partir de esta doble vertiente interpretativa: desde un punto de vista formal, el cuadrado y la retícula expresan la fuerza de una geometría pura y esencial, conectándolos con la arquitectura atemporal; desde la óptica de la funcionalidad, la neutralidad de sus formas favorece la configuración de espacios ambiguos aumentando la flexibilidad de uso de las estancias.

ANÁLISIS DE CASOS

Este apartado del artículo trata de descifrar algunas de las características -las más importantes a nuestro parecer- de la vivienda en retícula. El análisis está basado en el estudio de seis proyectos de vivienda (tabla 2) (figuras 6a y 6b). Tres de los casos pertenecen a la muestra ya presentada (tabla 1), los otros tres han sido obtenidos de la revisión de publicaciones monográficas de estudios de arquitectura. El criterio de selección ha consistido en identificar aquellos proyectos que de forma más clara han hecho uso del sistema de vivienda en retícula. El marco temporal de estudio abarca las últimas dos décadas, periodo en el que se identifica un incremento en el número de casos según el estudio realizado (tabla 1). No se han establecido limitaciones geográficas para su selección. El análisis se presenta bajo seis breves epígrafes, cada uno de ellos sintetiza una situación arquitectónica que emerge en este tipo de sistema.

Hola y adiós: sobre la entrada a la vivienda

La entrada a la vivienda puede convertirse en un punto conflictivo en este tipo de sistemas. Los pequeños vestíbulos de entrada, un recurso clásico de la arquitectura residencial para modular el tránsito exterior-interior, no forman parte de la lógica de la vivienda en retícula, cuyas piezas son todas de igual tamaño.

Esto no parece suponer un problema en las viviendas aisladas analizadas. Debido a su gran disponibilidad de espacio puede emplearse un módulo completo para el acceso (figura 7). Así ocurre en la Casa de Piedra (caso 1) y en la Villa en Buggenhout (caso 3), siendo el primero exterior y el segundo interior. Por el contrario, la Casa Meri (caso 2) se deshace por completo de la idea de “entrada a la vivienda” para convertir todas las piezas en potenciales espacios de entrada.

No es tan sencillo en los casos de vivienda colectiva debido a la necesidad de un mayor aprovechamiento del espacio y las condiciones de contorno que la limitan. En los casos analizados se observan dos soluciones para resolver la entrada a la vivienda. La más inmediata es la utilización de la cocina como entrada a la misma (caso 4). Otra posibilidad es la subdivisión del módulo de acceso tal como hacen los proyectos de Hábitat fluvial (caso 5) y el de las viviendas en Sant Just Mas Lluí (caso 6). Pese a pervertir la retícula, se evitan los inconvenientes del acceso directo sin espacios de transición.

Estatus en crisis: el estar

Una de las características más inmediatas que se identifica tras el análisis formal de las viviendas es la pérdida de importancia del estar[21] frente al resto de estancias. Podemos afirmar que al menos desde la irrupción de la tradición moderna (momento en el que empieza a codificarse la vivienda que conocemos hoy día), el estar se ha consolidado como la estancia más importante de la vivienda, tanto desde un punto de vista dimensional como simbólico. Esta suele ser la pieza de mayor tamaño, la mejor posicionada (mejores vistas, luz y ventilación) y la que suele representar el estatus familiar.

Desde un punto de vista formal y compositivo, la vivienda en retícula pone en crisis este papel privilegiado del estar. Si observamos las seis plantas seleccionadas en su versión no amueblada solo en dos de ellas (casos 1 y 5) intuimos claramente qué estancia está destinada a la función del estar (figura 8), en las otras cuatro es francamente difícil hacerlo.

Se trata de una puesta en crisis formal, no funcional. La forma es responsabilidad de los arquitectos, el uso que se le dé a esa forma depende de los usuarios. Así, la vivienda en retícula es lo suficientemente flexible como para facilitar la composición tradicional del estar-comedor; no hay más que dedicar dos o tres piezas consecutivas a ello. La novedad del sistema es que será el habitante y no el arquitecto quien decida dónde y cómo ubicarlo.

Al fútbol se juega en la calle: la desaparición del pasillo

El pasillo ha sido un elemento casi consustancial a cualquier tipo de vivienda. Incluso en ejemplos considerados arquetipos del espacio fluido como la Villa Tugendhat (Mies van der Rohe, 1928-1930) aparecen zonas de distribución para dar acceso a los ámbitos más privados de la casa. La lógica de la vivienda en retícula, con conexiones directas entre habitaciones contiguas, cuestiona estos espacios de circulación. Como resultado todo el espacio se destina a piezas útiles de la vivienda; a cambio, obliga a que muchas de ellas sean de paso[22].

Así, los casos de vivienda colectiva analizados comparten un esquema de espacios comunes (cocina, estar, comedor) como paso a los dormitorios (figura 9), mientas que en los tipos de vivienda aislada aparece uno o varios módulos de paso que se dedican prácticamente en exclusiva a la distribución. Esta supresión de espacios de transición hace que se conecten estancias que tradicionalmente no han estado comunicadas de manera directa como los dormitorios y la cocina.

La función se resiste: la cocina y el baño

La determinación funcional es por naturaleza contraria a la idea de ambigüedad de uso de la vivienda en retícula, por lo que en cierta medida la cocina y el baño se adaptan mal a este sistema espacial. Por su equipamiento fijo y menor dimensión (sobre todo el baño) necesitan de ciertas estrategias arquitectónicas para acomodarse al sistema sin hacer un uso desmedido del espacio disponible.

En los casos donde el espacio es abundante, la utilización de un único módulo resuelve el conflicto, pero en la mayoría de casos de vivienda colectiva esto no es una opción viable, por lo que la división de un módulo resulta una estrategia útil[23].

En los casos de viviendas aisladas se observan dos posturas de entender el baño dentro de la organización espacial de la vivienda: una como equipamiento de menor tamaño (caso 1) frente a otra como espacio de igual dimensión que el resto de estancias (casos 2 y 3). Esta dicotomía entre equipamiento versus espacio habitable se produce también en la cocina (figura 10). En este caso una solución habitual, cuando no es posible dedicar un único módulo a ella, es incorporarla a otro espacio (casos 4, 5 y 6). Esto aparece en los tres ejemplos de vivienda colectiva, donde se une al estar-comedor. En los tres casos esta unidad de estar-comedor-cocina ocupa los módulos centrales y constituye una zona de paso que da acceso a los dormitorios poniendo en relación estancias que en la vivienda tradicional con pasillo no estaban conectadas y cuya continuidad es discutible desde el punto de vista funcional.

De aquí para allá: las puertas y los muebles

Una de las características que suele exigirse a las estancias flexibles es la indiferenciación de su equipamiento, ubicando las zonas de almacenamiento fijo en las zonas comunes de la vivienda. Sin embargo, la propia naturaleza de la vivienda en retícula restringe sustancialmente la existencia de estas zonas (pasillos, distribuidores y vestíbulos). Es por ello por lo que la mayoría de los ejemplos estudiados apuestan por evitar los armarios empotrados[24]; todo el mobiliario de la vivienda es potencialmente móvil, lo que otorga un alto grado de flexibilidad a la misma.

Aunque este es un atributo positivo para la vivienda, aparecen dos cuestiones a considerar. En primer lugar, la yuxtaposición de las estancias y, por tanto, el número de puertas que necesitan (es habitual encontrar estancias con dos puertas, incluso tres) parece limitar las posibilidades de amueblamiento. Esto se debe a la inevitable servidumbre de paso y al escaso desarrollo de paredes útiles. La solución natural parece ser el mueble isla, es decir, ubicar los muebles en el centro de las estancias.

En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, las esquinas adquieren mucha importancia a la hora de amueblar las estancias[25]. La esquina es el único ámbito libre de paso y con desarrollo de pared suficiente para adosar muebles; y es en ella donde mayoritariamente, y por pura necesidad, se ubican estanterías, armarios y muebles auxiliares (figura 11). La composición de la vivienda como estricta retícula de cuadrados, con numerosas puertas y servidumbres de paso parece comprometer la flexibilidad y facilidad de amueblamiento.

Dos mecanismos compositivos: no a la zonificación, sí a la enfilade

Una de las principales consecuencias del proceso de racionalización de la vivienda llevado a cabo desde comienzos del siglo pasado fue su zonificación funcional en zona de día y zona de noche. La vivienda en retícula pone en crisis esta tradicional división. Las piezas iguales difuminan de antemano cualquier división funcional y expresan la posibilidad de otras nuevas (por ejemplo: zona de trabajo y zona de vivienda o zona formal y zona informal) sin negar la posibilidad de la división según los usos nocturnos y diurnos. Pero, sobre todo, el diseño de las piezas y su forma de agrupación no determinan el papel que juegan a priori las habitaciones, será el usuario quien decida cómo utilizarlas. Esta es una ruptura conceptual de gran trascendencia con la vivienda heredera de la tradición moderna.

Si la vivienda en retícula desecha el mecanismo compositivo que la sectoriza funcionalmente, recupera otro mucho más antiguo que, salvo en el último siglo, ha sido profusamente empleado en la historia de la arquitectura residencial: la enfilade (figura 12). Se trata de un recurso en el que una sucesión de espacios concatenados otorga atractivo espacial al conjunto. Si observamos los ejemplos estudiados, todos ellos, sin excepción, enfrentan las puertas de las estancias con este fin.

CONCLUSIONES

Este artículo ha analizado la relación existente entre la forma geométrica del cuadrado, la retícula como estrategia compositiva y la flexibilidad de uso en la vivienda contemporánea, así como las principales características de las viviendas proyectadas como retículas de cuadrados a partir de seis casos de estudio, tres unifamiliares y tres colectivos.

En primer lugar, consideramos que la gran proliferación de proyectos residenciales como retículas de cuadrados es resultado de la convergencia de una doble aproximación proyectual: una formal y otra funcional. La primera surge de la poderosa atracción estética del cuadrado como geometría elemental y la retícula como sistema compositivo; y del papel de ambos en la arquitectura y la cultura visual contemporáneas, especialmente desde las vanguardias artísticas y el Movimiento Moderno. No debemos olvidar que la geometría ha sido un recurso clásico en la historia de la arquitectura y que, por tanto, la experimentación formal con geometrías puras establece conexiones invisibles con la arquitectura clásica y su valor atemporal. En este sentido, Colin Rowe ya argumentaba en su ensayo de 1947 Las matemáticas de la villa ideal cómo los principios matemáticos de la composición palladiana se encuentran en la arquitectura del Movimiento Moderno, en concreto de Le Corbusier, revelando así la continuidad estructural y compositiva que vincula distintos periodos de la historia de la arquitectura.[26]

Por otro lado, se establece una justificación funcional para estos sistemas, basada en la idea de que el cuadrado y la retícula contribuyen a la ambigüedad de la vivienda y, por tanto, a su flexibilidad de uso. Entre los casos estudiados, unos acentúan más la primera aproximación, otros la segunda, pero hay razones para argumentar que todos beben de estas dos aproximaciones.

En segundo lugar, tras el análisis de casos, se hace evidente que, pese a la dificultad para evaluar el modo en el que los proyectos son habitados y transformados a lo largo del tiempo, limitación que restringe lógicamente la capacidad para comprender la interacción entre el orden espacial y la experiencia de uso, desde un punto de vista teórico, el sistema de retículas de cuadrados otorga ambigüedad y, por tanto, flexibilidad al proyecto de vivienda.

Lo que sí puede afirmarse es que las viviendas compuestas con este sistema ayudan a decodificar los modelos más tradicionales de vivienda y dan pie a un mayor grado de experimentación con el habitar. Desde un punto de vista esencialmente formal, su claridad compositiva y orden geométrico también están asociados a la simplicidad constructiva y suelen expresarse en las fachadas bajo esquemas racionales, lo que también contribuye a su eficiencia en términos económicos. Esta claridad puede apreciarse en los casos de vivienda colectiva estudiados, donde la estructura espacial del conjunto entra en resonancia con la organización de la unidad de vivienda.

Por último, si atendemos a los aspectos funcionales, comprobamos que todas las superficies de la vivienda quedan optimizadas, eliminando los espacios residuales. Además, los espacios tradicionalmente asociados al trabajo doméstico, como la cocina, se incorporen a la vida diaria, evitando que se conviertan en espacios servidos secundarios y dedicados a las tareas domésticas solitarias.

Sin embargo, como en todo sistema, también pueden identificarse algunas limitaciones. Las más relevantes derivan de la rigurosa imposición geométrica. Esto puede llegar a entrar en contradicción con la disponibilidad de medios, sean económicos o espaciales, y con la propia funcionalidad de la vivienda. Entre las primeras aparece una de tipo dimensional: la vivienda en retícula en su expresión más elemental otorga la misma espacialidad a un aseo que a la sala de estar o la cocina. Esto puede no ser limitante en viviendas sin restricciones económicas o espaciales, pero se convierte en una verdadera dificultad en proyectos de economías y superficies ajustadas. Entre las segundas cabe señalar la aparición de relaciones directas entre habitaciones (cocina-baño, cocina-dormitorio) que pueden llegar a ser problemáticas funcionalmente por una cuestión de hábitos, ruidos y olores. Por último, se destaca la limitación en el amueblamiento por las servidumbres de paso y el escaso desarrollo de paredes útiles.

En cualquier caso, la vivienda en retícula es una atractiva forma de afrontar el proyecto doméstico contemporáneo. Su atractivo proviene, en último término, de la convergencia de lo poético y lo racional; de la forma y la función. Desde luego, se trata de un sistema con potencial para seguir explorándose en el campo de la arquitectura residencial y resultará eficaz para encontrar respuestas a algunos de los principales retos a los que hoy se enfrenta nuestra sociedad: la escasez de espacio, la diversificación del modelo de unidad familiar y la transformación constante de nuestras formas de habitar.

Aportación de cada autor CRediT:

Alfonso Guajardo-Fajardo Cruz (AGFC), Juan José Sánchez Rivas (JJSR)

Conceptualización, investigación, metodología y redacción: AGFC (50%), JJSR (50%). Autoría: AGFC (50%), JJSR (50%)

Todos los autores declaran que no existe ningún conflicto de intereses con los resultados del trabajo.

Financiación:

Financiado por la Consejería de transformación económica, industria, conocimiento y universidades de la Junta de Andalucía. PAIDI convocatoria 2021. Código de proyecto: PROYEXCEL_00579

Biografía de los autores

Alfonso Guajardo-Fajardo Cruz (Sevilla, 1985); Arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla (2011), Máster en Ciudad y Arquitectura Sostenibles (2013) y Doctor en Arquitectura por la Universidad de Sevilla (2018), donde obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado. En la actualidad imparte docencia en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla; desde 2017 es profesor ayudante en el Politecnico di Milano en el Master “History of Architecture and Landscape in the Contemporary Age“. Ha realizado dos estancias de investigación en Reino Unido, en la Universidad de Sheffield y en la Universidad de Huddersfield. Su principal línea de investigación se centra en la regeneración arquitectónica de los grandes polígonos residenciales construidos en Europa a mediados del siglo pasado.

Juan José Sánchez Rivas (Madrid, 1996); Máster en Arquitectura, Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid (2021); Grado en Fundamentos de la Arquitectura, Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid (2020). Su trabajo ha aparecido en publicaciones internacionales como AV Proyectos (nº120, 2023) y ha sido expuesto en instituciones culturales como la Central de Diseño de Matadero (Madrid, 2020) o el Chelsea College of Arts (Londres, 2019).

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