Proyecto, Progreso, Arquitectura. N30 (2024) Ecografías urbanas Mayo 2024 ISSN 2171–6897 / ISSNe 2173–1616 © 2023. E. Universidad de Sevilla. Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International (CC BY-NC-SA 4.0) |
Amadeo Ramos–Carranza 0000–0003–4195–5295
Recepción: 20-01-2024. Aceptación: 02-05-2024
Cómo citar:
RAMOS–CARRANZA, Amadeo. Fisonomía del espacio urbano: uso, ocupación, Habitabilidad. En: Proyecto, Progreso, Arquitectura. Sevilla: Editorial Universidad de Sevilla, mayo 2024, nº 30 Ecografías urbanas, pp. 12-21. http://dx.doi.org/10.12795/ppa.2024.i30.08
RESUMEN El texto analiza diversas situaciones del espacio urbano con el objetivo de reivindicar la importancia que tienen para la prosperidad de la vida cotidiana. La primera parte del texto ofrece una reflexión sobre la necesidad de una observación específica de estos lugares a través de una metodología rigurosa que descubra las distintas huellas y episodios que los han ido construyendo a lo largo del tiempo. La segunda parte revisa situaciones históricas claves del pensamiento, del diseño y la realización de espacios urbanos desde principios del siglo XX: las primeras propuestas planificadas desde la disciplina tipológica, su conversión en sistemas a escala de ciudad y la posterior recuperación de la calle por la ciudadanía con el movimiento social de mayo de 1968 como hecho significativo que abrirá otras formas de relación de las personas con los espacios físicos de la ciudad. Cabe concluir la indeterminación que hoy caracteriza al mundo global y la necesidad de la arquitectura de generar situaciones urbanas que den respuesta a la diversidad de estructuras sociales y a los acontecimientos que, libremente, van creando cada persona o grupo de personas. PALABRAS CLAVE acontecimiento; movilidad; ciudad; arquitectura; espacio público; subversión. |
ABSTRACT The text analyses various situations of urban space with the aim of asserting the importance they have for the prosperity of everyday life. The first part of the text offers a reflection on the need for a specific observation of these places through a rigorous methodology that uncovers the different traces and occurrences that have been building them over time. The second part reviews key historical situations in the thinking, design and implementation of urban spaces since the beginning of the 20th century: the first proposals planned based on the typological discipline, their conversion into city-scale systems and the subsequent recovery of the street by citizens with the social movement of May 1968 as a significant event that will open up other forms of relationship between people and the physical spaces of the city. The conclusion draws on the indeterminacy that characterises the global world today and the need for architecture to generate urban situations that respond to the diversity of social structures and the events that are freely created by each person or group of people. KEYWORDS event; mobility; city; architecture; public space; subversion. |
La arquitectura, sensible a las condiciones de un lugar, funda sus argumentos en una actitud universal de convivencia con el medio y con el aprovechamiento de las condiciones naturales o artificiales encontradas. Esta relación ha tomado formas diferentes a lo largo del tiempo, pero si la arquitectura es una actividad transformadora que responde a una necesidad objetiva, lo que ha de construirse debe proponerse tratando de encontrar esa sintonía con las condiciones del medio [1]. Si tomáramos como referencia cualquier lugar y estudiáramos sus modificaciones en un intervalo concreto de espacio y tiempo, descubriríamos las distintas arquitecturas y las transformaciones que sobre dicho lugar han acontecido. Si la lectura de un libro ya conocido siempre nos dibuja nuevos escenarios, seguramente influenciados por otros imaginados en lecturas precedentes, en la arquitectura ocurre algo parecido cuando reconocemos un lugar; si no fuese así, estaríamos renunciando a los múltiples hechos significativos que construyen cualquier realidad y, con ello, nuestro pensamiento. Ningún territorio, ninguna ciudad es así; cualquier lugar está lleno de huellas entrelazadas, construyendo un relieve rugoso que podríamos desmontar como una maqueta por piezas o resaltar aquellas huellas que más nos interesasen. Ningún paisaje es dibujado dos veces de la misma manera por una misma persona y, sin embargo, ambos dibujos refieren un mismo lugar.
“ Las alteraciones que una nueva arquitectura produce en un entorno habitado revelan la condición múltiple de la realidad creando situaciones transgresoras. Esta situación tiende a reconocer los lugares a través de aquellas arquitecturas que inducen a una acción participativa de las personas, intensificando la condición dinámica del espacio” [2].
Es frecuente ver planos de lugares y territorios dibujados donde todo ocurre sin distinción. Para descubrir esas estructuras ocultas, necesitamos modificar los significados de los espacios, construyendo un nuevo soporte capaz de revelar esas zonas en sombra que no son tan perceptibles: es imprescindible cambiar el sentido de uso de los instrumentos.
Un mapa es una observación específica que centra la atención en una determinada cualidad. Los mapas carecen de una base de puntos o información permanentes y estables porque cada uno de ellos recorre aquellos espacios o características que se desea investigar: tienen el valor de hacerlos visibles antes que proyectarlos; sobre el mapa, se pueden superponer espacios transformados a lo largo del tiempo [3]. Se pretende revelar pautas para una intervención. Dibujar así nos aproxima a la idea de presentar la arquitectura: pensar en la presentación de la arquitectura sería lo mismo que imaginar la arquitectura [4]. La capacidad de entender la representación como parte del proyecto es directamente proporcional a la capacidad que tengamos de evocar y sugerir la arquitectura.
Le Corbusier ya había escrito en Vers une Architecture “ Hacer un plano es precisar, fijar ideas” [5] implicando proyecto y dibujo como la manera de expresar pensamientos y significados. El arquitecto que dibuja como resultado final de un proceso complejo de aprendizaje y apropiación de todo aquello que es capaz de observar, llena su dibujo de intenciones; es la expresión de un pensamiento, comunicado en una imagen gráfica, de lo que debe transcender y que antes nadie ha formulado de igual manera [6].
En el campo de la medicina la ecografía es un medio habitual de diagnóstico; el DRAE lo define como “ Técnica empleada en medicina y que permite la exploración del interior del cuerpo mediante ultrasonido”. Es un proceso que tiene como respuesta una imagen que, al especialista, le permite valorar el estado de aquella parte de nuestro cuerpo que está en estudio, ofreciéndole una información hasta entonces oculta y a partir de la cual saber cómo proceder. Se trata de conseguir un conocimiento de una realidad como parte de un proceso, habitualmente extenso y específico, en el que los instrumentos empleados (que son parte del proceder metodológico) son indispensables, aunque nunca un fin, ofreciendo una imagen objetiva que se distancia de la componente emocional derivada del comportamiento de la persona.
Nuestras ciudades podrían someterse a un proceso similar de reconocimiento, mediante metodologías adecuadas que nos desvelasen una información latente y real que se necesita para una adecuada respuesta arquitectónica que mejorase la condición de los espacios en los que se fundamenta su estructura física, pero también social y cultural.
Si las edificaciones constituyen el mayor porcentaje de construcción de las ciudades, el espacio que lo soporta (calles, plazas, jardines, parques, etc.) no es menor. La detenida observación de sus pavimentos revela las formas en las que los espacios libres atendían a funciones esenciales en el que todo quedaba explicado según su contexto histórico-cultural, pero también, donde hoy, todo es parte de una red o infraestructura de mayor entidad (figura 1). Junto a estos lugares que el tiempo ha consolidado, se añaden nuevas situaciones que responden a diversos objetivos: ecológico y medioambiental, de socialización entre vecindarios, de activación de la economía de barrio, de nuevos tránsitos peatonales, etc., apostando por intervenciones estratégicas que vayan creando una infraestructura de espacios interconectados que beneficie a la ciudadanía, a la integración intergeneracional fomentando no solo una nueva forma de entender y usar el espacio urbano, sino también de convivir.
A principios del siglo XX, el futurismo hacía de la ideología metropolitana uno de los argumentos principales que dominarían su pensamiento y determinarían la expresión de muchas de sus propuestas. Numerosos proyectos de Antonio Sant’Elia apostaban por crear nuevos tipos de espacios urbanos directamente relacionados con las infraestructuras de comunicación, hasta el punto de que estas se convertían en una topografía artificial que, junto al edificio, era todo el paisaje que se podía observar en sus singulares dibujos (figura 2). Esta acotada asociación entre infraestructura de comunicación y edificio no deja lugar al vacío -otros tipos de espacios- y las diversas versiones de esta relación que se pueden seguir en sus propuestas, derivaban en una retórica de las conexiones de comunicación con los edificios, la ciudad y el territorio que se justificaba en el auge y la gran expectativa de los nuevos medios de transporte: el automóvil y el avión. El trabajo en serie y mecanizado proyectaba espacios urbanos vinculados a la maximización de la producción mientras todas las actividades de las personas en la nueva metrópolis se encaminaban a ser ordenadas y, consecuentemente, desarrolladas bajo la disciplina tipológica.
Posiblemente, una característica decisiva que distinguía a este momento era la imposición de las infraestructuras sobre el soporte urbano o territorial, que forjaban una idea del movimiento en el que quedaban definidas y determinadas, a priori, todas las relaciones, funciones e intercambios de acciones entre las personas. El modelo tipológico de la Ville Radieuse que Le Corbusier propusiera en el año 1922, bajo una topografía inventada de conexiones y desplazamientos a diferentes niveles y velocidades -peatonal, rodado, etc.- e inserta en una naturaleza artificial, ejemplificaba esta idea del espacio urbano productivo ahora, ordenado y pautado, a diferencia de los espacios -también productivos- que ofrecían hasta entonces las ciudades del siglo XIX. Las promenades de escala doméstica, en cierto modo, eran también una acción biunívoca -sin ambigüedades ni alternativas- entre la persona que lo experimentaba y el espacio que observaba, sin que ello suponga dudar del valor arquitectónico que provocaban estos recorridos y las simultáneas sensaciones espaciotemporales que provocaban.
La propuesta que Louis I. Kahn realizó para el centro de Philadelphia (1952-53), cuestionaba que el espacio de la ciudad se organizara a partir del tráfico rodado. El cambio que empezaba a producirse a partir de los años cincuenta del siglo XX radicaba en invertir la manera en la que se convertía el espacio urbano, evitando ahora ser el resultado del trazado funcional de las vías. Su afirmación “ la calle es, probablemente, la primera institución del hombre, un lugar de encuentro carente de cubierta” [7], atendía más a que esta respondiera a una idea de espacio arquitectónico que a la de una mera vía de comunicación y que, el plano de una ciudad, acabara siendo más la representación de los movimientos, de los lugares de encuentros y de las constantes fricciones de diversa intensidad que provocasen las personas, más que el volcado de la masa construida y de los vacíos que existen entre ellas. El cambio de estrategia invertía posiciones: por un lado, significaba hacer gravitar en torno a las personas todos los escenarios urbanos mientras que, por otro, los edificios pasaban a actuar como punto de una red que activaban trayectorias y facilitaban cambios de situaciones que provocaban nuevos y diferentes movimientos (figura 3).
Alison & Peter Smithson, también en el año de 1953, utilizaron las fotografías de Nigel Henderson para explicar su idea sobre el espacio de la calle, mostrándonos la capacidad “ para contener diferentes vidas posibles, dependiendo del momento y las personas que lo habiten”; una “ idea del espacio colectivo cargado de vida” [8] que contaminaba viviendas y se extendía por el resto de la trama urbana. Una aportación que, como afirma el profesor Díaz-Recasens expresa una “ necesidad real, cada vez más acuciante en el crecimiento de nuestras ciudades, de encontrar espacios públicos flexibles, que contengan la capacidad de poder ser cargados con la energía de las distintas vidas posibles” [9]. La propuesta para Berlín Haupstadt de 1957 daba continuidad a esta búsqueda definiendo un sistema urbano basado en diferentes patrones de movimientos. La relación espacio-tiempo del período de las vanguardias quedaba disociada; ambas seguían siendo parte esencial para la arquitectura, pero no se imponían tan directamente, a la vez que se añadían otras cualidades más relacionadas con las voluntades de las personas. Son propuestas que tendrán repercusión posterior en la manera de concebir el sentido y uso de los espacios urbanos que estará más centrado “ en la acción misma de moverse en su despliegue temporal que en la sustantivación de esta acción” [10].
La Internacional Situacionista (1957-1972) centró gran parte de sus teorías en “ la construcción provisional de entornos a través de acciones colectivas”. La ciudad New Babylon de Constant Nieuwenhuys (1958), buscaba la “ presencia de espacios de encuentro entre los ciudadanos, espacios que enmarquen y favorezcan las actividades propias del espacio no-productivo, del tiempo lúdico característico de la sociedad a venir” [11]. En la propuesta de Louis Kahn para Philadelphia ya se intuía que estas nuevas ideas significarían renunciar al modelo de ciudad con un solo centro. El continuo provisional y móvil de Constant exigía, además, una intrincada red de comunicaciones en todas direcciones que no tendría fin; casi podría decirse que los espacios de relación y encuentros que eventualmente se propiciaban eran una infraestructura de comunicación a nivel planetario. Constant diseñó modelos arquitectónicos para esta nueva Babilonia, una especie de cápsulas que estaban perfectamente estratificadas según funciones dominadas por el ocio y para potenciar el tiempo libre que permitiese el desarrollo de la vida y la creatividad de las personas. Estos artefactos se superponían drásticamente sobre el plano de la tierra, el lugar del trabajo, situado en la ciudad existente cuyo uso y origen era incompatible con lo que representaban estas megaestructuras urbanas (figura 4).
Los acontecimientos del 1968 dejaron a un lado, y por un tiempo, las teorías, las utopías y las megaestructuras para recuperar la calle como ese “ lugar de encuentro carente de cubierta” que había anticipado Louis Kahn, aunque su recuperación fuera, por muchos momentos, de forma abrupta. No se trataba de propuestas o proyectos previamente concebidos, diseñados y planificados; todo lo contrario: el conjunto de espacios urbanos representativos de los hechos ocurridos en el Mayo del 1968 en París dibujaría un mapa compuesto de multitud de acontecimientos temporales, de actores anónimos y de situaciones no previstas. La fisonomía del espacio urbano mutó no solo como consecuencia de las barricadas, sino también por el empleo espontáneo de todo lo que la ciudad podía ofrecer y todo lo que el ciudadano podía tomar. Las paredes y las fachadas de los edificios quedaron revestidas con panfletos, carteles y pintadas, travistiendo los espacios de la calle, creando nuevas formas de uso e identificando lugares de intercambio y conocimiento como los puntos de una red a la que se accede para obtener información en tiempo real (figura 5). La profesora Natalia Matesanz ha registrado estos lugares revelando una red de espacios que denomina afectivodisidentes, “ deslocalizados, conectados y tecnificados” que “ transforman la ciudad y reinventan el concepto de ‘espacio público’ generando y testeando nuevos modelos urbanos” [12]: una relación distinta de las personas con los espacios físicos de la ciudad.
Cuando Bernard Tschumi ingresó como docente en la Architectural Association School of Architecture londinense en 1973 planteó un programa radical basado en los escritos de Guy Debord y la Internacional Situacionista para invocar estrategias de resistencia y subversión [13]. A través de proyectos literarios, inspirados en la lectura de libros de Franz Kafka o Italo Calvino, cuestionaba la relación entre la estructura de un espacio y su programa, entre un espacio y su uso. La idea de Tschumi era la de la yuxtaposición entre forma y actividad, entre espacio y acontecimiento, afirmando que “ el espacio no se convierte en arquitectura hasta que hay algún elemento de uso, ocupación, habitabilidad o acción” [14].
“ La ciudad debería ser el mayor espacio democrático que una sociedad, cultura o civilización pudiera crear. Para ello sería necesario que todo lo que acontece en su interior, responda al modo en el que se va a vivir en cada lugar y en cada instante” [15].
Cada persona debería, entonces, poder decidir su propio camino sobre la diversidad de espacios que contuviera la ciudad. En ese caso, cada persona crearía una malla de flujos y de conexiones. El reto principal que se plantea sería que se facilitara el tránsito de cada persona y el intercambio a todos los niveles: una forma de construir una sociedad. La arquitectura debe hacer viable esa diversidad de estructuras socioespaciales que cada persona o grupo de personas vaya creando.
La arquitectura trabaja con la multiplicidad perceptiva, cualidad que insiste en una idea de espacio urbano casi fenomenológico que propicia la variabilidad de encuentros y contactos de cada persona con el mundo tal como es vivido: es como narrar la propia experiencia en tiempo real. El color es también una herramienta útil afín a los distintos fenómenos que, como la luz o la materialidad, tanto infieren en el sentido del espacio. Un ejemplo es el conocido Superkilen Park que The Big Lab llevó a cabo en Copenhagen (figura 6). El profesor Solá-Morales, empleaba para estos tipos de lugares el término arquitectura líquida donde “ los acontecimientos no fijan objetos, ni delimitan espacios, ni detienen tiempo (...), lo que eran espacios fijos se convierten en permanentes dilataciones, de la misma manera que lo que eran tiempos cronometrables se convierten en flujos, en experiencia de lo durable” [16].
Conocida es la propuesta de la ciudad de los quince minutos que algunos proyectos actuales reducen a solo uno, aunque algunos teóricos del siglo pasado, clásicos en nuestras referencias bibliográficas como Lewis Mumford o Jane Jacobs, ya reclamaban la necesidad de acotar las distancias de los movimientos, especialmente para los niños y niños que se desplazaban de sus casas a la escuela, o explicaban con claridad por qué unos espacios urbanos tenían vida y otros no. Buscamos en la ciudad lugares de interacción a distintos niveles sobre la base de una idea de vecindad que mezcla conceptos tradicionales: la recuperación de la calle y la plaza como estancia lúdica junto con las nuevas tecnologías de comunicación y movilidad urbana. Conseguir que el espacio urbano sea útil, uso, ocupación, habitabilidad o acción como reclamaba Tschumi, es también un criterio esencial de sostenibilidad urbana en un tiempo en el que el cambio climático ya nos desborda.
Amadeo Ramos–Carranza (Sevilla, 1963) Arquitecto (1989), doctor en arquitectura (2006), Profesor Titular de Universidad, Departamento de Proyectos Arquitectónicos, ETSA Sevilla. Pertenece al G.I. HUM–632. Coautor de los libros Arquitectura del Racionalismo en Sevilla: Inicios y Continuidades; Sevilla 1995–2005. Arquitectura de una década; Arquitectura y Construcción: el paisaje como argumento y 1918-2018. Sevilla: vivienda social y ciudad. La iniciativa municipal (2003, 2006, 2009 y 2023 respectivamente). Coordinador del libro Construyendo Londres. Dibujando Europa (2006). Ha publicado en las revistas Arquitectos (nº 173, 2005; nº 175, 2008); ART-i-TEXTOS (nº 7, 2008); Informes de la Construcción (nº 534, 2014); PpA (nº 1, 2010; nº 12, 2015; nº 23, 2020); AMPS (2015); Estoa (nº 13, 2018, nº 24, 2023); Disegnarecon (nº 22, 2019); The Journal of Architecture (nº 3, vol. 24, 2019); Spool (nº 2. Vol. 7, 2020); Ciudades (nº 24, 2021); Sustainability (nº 16 vol. 13, 2021); ZARCH (nº 17, 2021); ACE (nº 52, 2023)
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[1] ARMESTO AIRA, Antonio. Entre dos intemperies. Apuntes sobre las relaciones entre el Foro y el Mercado [en línea]. En: Proyecto, Progreso, Arquitectura. Superposiciones al territorio. Sevilla: Secretariado de Publicaciones, Universidad de Sevilla, 2010, n.º 2, p. 15 [consulta: 05-03-2024]. ISSN-e 2173-1616. DOI: http://dx.doi.org/10.12795/ppa.2010.i2.01.
[2] RAMOS-CARRANZA, Amadeo. La arquitectura sale a escena [en línea]. En: Proyecto, Progreso, Arquitectura. Arquitectura y espacio-soporte. Sevilla: Editorial Universidad de Sevilla, 2018, n.º 19, p. 12 [consulta: 05-12-2023]. ISSN-e 2173-1616. DOI: https://doi.org/10.12795/ppa.2018.i19.12.
[3] Sobre el reconocimiento de la ciudad, las distintas contingencias, presupuestos y potencialidades de lugares urbanos, ver OLIVEIRA, Francisco. Chão da Cidade: permanência e transformação. De metáfora a impressão digital da cidade [en línea]. En: Proyecto, Progreso, Arquitectura. Permanencia y alteración. Sevilla: Secretariado de Publicaciones, Universidad de Sevilla, 2011, n.º 4, pp. 138-151 [consulta: 02-03-2024]. ISSN-e 2173-1616. DOI: http://dx.doi.org/10.12795/ppa.2011.i4.09.
[4] RAMOS-CARRANZA, Amadeo; AÑÓN-ABAJAS, Rosa María. Sobre Arquitectura, Límites y Posiciones: Tres ensayos metodológicos. En: Actas: IV Jornadas Internacionales sobre Investigación en Arquitectura y Urbanismo. Valencia: Universidad Politécnica de Madrid, 2011, p. 4. ISBN 978-84-938670-5-8. Disponible en: http://hdl.handle.net/10251/15015.
[5] LE CORBUSIER. Hacia una arquitectura. Barcelona: Poseidón, 2.ª ed., 1978, p. 145.
[6] RAMOS-CARRANZA, Amadeo. Dibujos y Arquitectura: La Fiat-Lingotto, 1916-1927. Directores: Manuel Trillo de Leyva; Juan Luis Trillo de Leyva. Tesis Doctoral. Universidad de Sevilla. Departamento de Teoría de la Arquitectura y Proyectos Arquitectónicos, 2006, p. 17. Disponible en: https://hdl.handle.net/11441/72697.
[7] NORBERG-SCHULZ, Christian. El pensamiento de Louis I. Kahn. En: NORBERG-SCHULZ, Christian; DIGERUD, Jan Georg, col. Louis I. Kahn, idea e imagen. Bilbao: Xarait Ediciones, 1990, p. 10. ISBN 84-85434-14-5.
[8] DÍAZ-RECASENS MONTERO DE ESPINOSA, Gonzalo. Golden Lane. Sobre la cualidad vacía del espacio público en la obra de los Smithson [en línea]. En: Proyecto, Progreso, Arquitectura. Vivienda colectiva: sentido de lo público. Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2011, n.º 5, p. 61 [consulta: 05-03-2024]. ISSN-e 2173-1616. DOI: https://doi.org/10.12795/ppa.2011.i5.04.
[9] Ídem.
[10] SOLÀ-MORALES, Ignasi de. Territorios. Barcelona: Gustavo Gili, 2002, p. 87. ISBN 84-252-1864-0.
[11] COSTA, Xavier: Le grand jeu à venir: ciudad de situaciones. En: SOLÀ-MORALES, Ignasi de; COSTAS, Xavier, eds. Metrópolis. Ciudades, redes, paisajes. Barcelona: Gustavo Gili, 2004, p. 103. ISBN 84-252-1950-7.
[12] MATESANZ VENTURA, Natalia. El espacio afectivodisidente: redes códigos y artefactos ciudadanos de innovación urbana. Directores: Federico Soriano Peláez; Juan Miguel Hernández León. Tesis doctoral. Departamento de Proyectos Arquitectónicos. Universidad Politécnica de Madrid, 2021, p. XVI. Disponible en: https://oa.upm.es/69025/.
[13] JAMIESON, Claire; ROBERTS-HUGHES, Rebecca. Two modes of a literary architecture: Bernard Tschumi and Nigel Coates [en línea]. En: Arq: Architectural Research Quarterly. Cambridge: Cambridge University Press, june 2015, vol. 19, n.º 2, p. 111 (pp. 110-122) [consulta: 05-04-2024]. ISSN-e 1474-0516. DOI: https://doi.org/10.1017/S1359135515000366.
[14] Ibíd., p. 121.
[15] RAMOS-CARRANZA, Amadeo; AÑÓN-ABAJAS, Rosa María. Contracultura, Acciones y Arquitectura [en línea]. En: Proyecto, Progreso, Arquitectura. Arquitecturas al margen. Sevilla: Editorial Universidad de Sevilla, 2018, n.º 18, p. 14 [consulta: 05-03-2024]. ISSN-e 2173-1616. DOI: https://doi.org/10.12795/ppa.2018.i18.11.
[16] SOLÀ-MORALES, Ignasi de, op. cit. supra, nota 10, p. 129.