Ilsa Barea-Kulcsar / Georg Pichler (Ed.) / Pilar Mantilla (Trad.)

Telefónica

Gijón, Hoja de Lata, 2019, 352 pp.

ISBN: 978-8416537471

DOI: http://dx.doi.org/10.12795/mAGAzin.2018.09

A pesar de su intensa vida, su compromiso político y social y su trabajo como periodista y traductora, Ilsa Barea-Kulcsar es casi una completa desconocida. Nacida como Ilse Wilhelmine Elfriede Pollak (Viena, 1902 – Viena, 1973), adoptó después el apellido del que fue su primer marido, Leopold Kulcsar, y su segundo marido, Arturo Barea. Así pues, como pasó con muchos otros casos de parejas de aquella época, la historia sepultó su labor como intelectual y escritora, relegándola a un segundo plano.

Aunque Arturo Barea la retrató en la segunda parte del tercer tomo, La llama, de su trilogía autobiográfica La forja de un rebelde, la publicación de Telefónica por primera vez en español por parte de la editorial Hoja de Lata permite arrojar una mayor luz sobre quién fue esta increíble mujer y sobre lo acaecido en el edificio de la Telefónica en aquel Madrid asediado por las fuerzas fascistas durante la Guerra Civil.

Esta cuidada edición es fruto de la traductora Pilar Mantilla y de Georg Pichler, profesor de Filología Moderna de la Universidad de Alcalá. Este último señala que llegó al texto de Ilsa de forma fortuita, gracias a unas palabras de la escritora estadounidense Amanda Vaill. Aunque Ilsa había iniciado su redacción en el exilio francés en una pequeña habitación del Hôtel Delambre, acabó de escribir la novela en su exilio definitivo en Reino Unido en marzo de 1939. No obstante, esta nunca vio la luz en forma de libro, sino que lo hizo por fascículos y diez años más tarde. Entre el 13 de marzo y el 4 de junio de 1949 el texto apareció en 70 entregas en el periódico socialista austriaco Arbeiter – Zeitung con el título de In der Telefonica.

La edición española presenta diversos textos: “En lugar de una dedicatoria”, que precede a la novela y el que Ilsa explica su motivo de ser; la novela, Telefónica, dividida en cuatro partes; “Madrid, otoño de 1936”, texto escrito por Ilsa en torno a 1965 y que fue publicado dos años después en la antología Der Spanische Bürgerkrieg in Augenzeugenberichten, del escritor alemán Hans-Christian Kirsch; y el epílogo, “Telefónica, de Ilsa Barea-Kulcsar”, elaborado por Georg Pichler. Todos estos textos nos permiten no solo poder leer el texto original, sino también conocer mejor quién era Ilsa.

Ilsa escribió Telefónica a partir de sus experiencias vividas durante el tiempo que pasó en ese edificio. No obstante, este no deja de ser un texto ficcional, pues su objetivo nunca fue el de crear un testimonio personal y literario de lo acaecido, sino una obra ejemplarizante, que fue escrita con la urgencia del exilio y con la necesidad de mostrar a Europa los resultados de su cobarde actuación al firmar el Pacto de No Intervención.

Como muestra la fecha del texto, Ilsa puso el punto final a Telefónica el 29 de marzo de 1939 y como señalaba en su prólogo “Madrid ha resistido hasta ayer […]. Pronto no se entenderá cómo fue. Surgirán leyendas que ocultarán a los hombres ya vivos o ya muertos que no quisieron someterse y no se entregaron porque no les parecía justo. En aquellos meses yo vivía en la Telefónica de Madrid. Quiero intentar hacer vivir a esas personas –no la verdad sino la verdad interior de todos nosotros– en un libro”.

Telefónica se articula como una novela caleidoscópica, que le permite a Ilsa mostrar lo que sucede en aquel edificio. La acción de la historia se concentra en cuatro días, del 16 al 19 de diciembre de 1936, en los que la novelista recoge el día a día de las personas que trabajan en la Telefónica: los administradores militares y civiles del edificio, los directivos políticos de los partidos, los corresponsales de diversos países, los responsables de la censura y la vigilancia; y los refugiados que vivían en los sótanos. De este modo, el edificio de la Telefónica se erige con sus quince plantas (trece, más las dos del sótano), como un ser con vida propia que alumbra la historia de amor entre Anita Adam – Ilsa Barea-Kulcsar, una periodista alemana que acaba de llegar al edificio para trabajar como censora, y Agustín Sánchez –Arturo Barea, el comandante de la Telefónica.

Telefónica no solo evoca la intrahistoria de la Telefónica, sino que también plantea algunos de los temas que asediaban al Madrid de la Guerra Civil: los ataques del ejército franquista, italiano-fascista y nacionalsocialista y la resistencia de la población civil contra estos; los enfrentamientos y las luchas internas entre anarquistas, comunistas y socialistas; el miedo al espionaje y la Quinta Columna; o la existencia de un servicio secreto. A ellos habría que sumar otros aspectos, como la censura y la propaganda, sobre cómo reflejar y hacer llegar al exterior un conflicto de raigambre española y, a su vez, de graves implicaciones internacionales. Y por último, el discurso feminista que impregna la novela, en el que se defiende la emancipación de la mujer en un mundo que, aunque revolucionario, aún sigue siendo muy conservador y está dominado por los hombres.

Esta edición tiene un doble valor. Por un lado, permite conocer, quién era Ilsa Bare-Kulcsar, pues aunque su álter ego, Anita Adam, refleja algunas de sus características, lo cierto es que los otros textos que componen la edición, nos muestran a una mujer inteligente, culta, comprometida y trabajadora que había llegado a Madrid, desde Alicante, el 2 de noviembre de 1936 con el objetivo de ayudar a la causa republicana y que a sus espaldas llevaba ya casi más de 18 años de una frenética actividad dentro del movimiento obrero austriaco y ya había hecho frente al régimen húngaro de Miklós Horthy y al austrofascismo de Engelbert Dollfuß. Una mujer que tuvo un papel fundamental en la Telefónica, pues sus experiencias vividas, así como su formación académica, contribuyeron al aparato de censura y prensa de la Segunda República. Por otro lado, Telefónica supone una contribución que ha de tenerse en cuenta para conformar ese complejo mosaico que fue la guerra civil española, pues es necesario integrar las distintas voces que fueron testimonio de aquel cruento suceso. De este modo, Ilsa ofrece al lector su visión como intelectual, como mujer y como extranjera en el Madrid de la Guerra Civil.

Patricia Pizarroso Acedo

Universidad de Alcalá

Rezesionen / Reseñas

Magazin 26, I.S.S.N. 1136-677X, Invierno 2018 pp. 68-74. http://dx.doi.org/10.12795/mAGAzin.2018.09

Rezesionen / Reseñas

Magazin 26, I.S.S.N. 1136-677X, Invierno 2018 pp. 68-74. http://dx.doi.org/10.12795/mAGAzin.2018.09