Hábitos de uso de las redes sociales en la adolescencia: desafíos educativos


Universidade de Santiago de Compostela, España
Universidade da Coruña, España

Resumen

Esta investigación analiza los hábitos de uso de las redes sociales por parte del alumnado de cuarto curso de Educación Secundaria (14 a 16 años) con el propósito de vislumbrar las acciones educativas que conviene desarrollar para evitar los problemas que derivan de su empleo inadecuado. Para la recogida de datos se aplicó un cuestionario a 1144 estudiantes españoles en el que se incluían cuestiones relativas a cuánto, cuándo, dónde, con quién y para qué se conectan. Los resultados indicaron que los jóvenes se conectan fundamentalmente fuera de la escuela y administran con autonomía la duración de su conexión en su tiempo de ocio. Se demuestra una relación directa entre el tiempo de conexión a las redes sociales y el abandono de otras actividades de estudio, entretenimiento e, incluso, de relaciones de amistad. Se detectan efectos negativos generados por la desconexión, tales como el malestar emocional y psicológico. La mayoría de sus contactos se establecen con un número elevado de personas de su misma edad y entorno próximo. Además, se manifiestan como espectadores y partícipes de situaciones ofensivas en la red. Prefieren no compartir redes sociales con su profesorado y tienen opinión dispar respecto a la formación que pueden ofrecerle los docentes. Entre las conclusiones, se insiste en que identificar los perfiles de usuario y los problemas que pueden derivarse de las prácticas de uso de las redes sociales en la adolescencia, resulta de vital importancia para diseñar acciones educativas de prevención y educación en la era digital.

Asbtract

This research analyzes the usage habits of Social Networks by secondary school students (14 to 16 years old) in order to understand the educational actions to avoid the problems that derive from their inappropriate use. For data collection, a questionnaire was applied to 1144 spanish students, which included questions regarding how much, when, where, with whom and for what they connect. The results indicated that young people connect primarily outside the school and manage the duration of their connection in their leisure time with autonomy. It demonstrates a direct relationship between the times spent on social media and the abandonment of other activities of study, entertainment and even friendships. Negative effects generated by disconnection are detected, such as emotional and psychological distress. Most of his contacts were made with a large number of people of the same age and similar environment. Furthermore, they manifest themselves as spectators and participants in offensive situations on the Net. They prefer not to share social networks with their teachers and have a different choice regarding the training that teachers can offer them. Among the conclusions, identifying user profiles and problems that may arise from their Social Networks in adolescence is of vital importance to design educational actions for prevention and education in the digital age.

Palabras clave

Redes sociales, adolescencia, enseñanza secundaria, estudiantes, relaciones entre pares, ocio, acoso

Keywords

Social networks, adolescence, lower secondary education, students, peer relationship, leisure, bullying

Introducción

La utilización de las redes sociales como medio de expresión juvenil es un fenómeno usual, y cada vez más creciente, debido a la enorme presencia de dispositivos que favorecen su empleo en el contexto de la sociedad digital. Los datos estadísticos permiten comprobar que la presencia de los jóvenes en estas aplicaciones es muy destacada (IAB Spain & Elogia, 2018; Ballesteros & Picazo, 2018). La adolescencia se ha adueñado de las oportunidades que ofrece la conectividad y, en gran medida, encabezan y protagonizan la “vida” en las redes: definen las preferencias musicales, desarrollan la edición de vídeos como pequeñas narrativas, promueven la integración de conversaciones, etc. El impacto del uso masivo de las redes sociales por parte de la población en general, y de los jóvenes en particular, atrae la atención del mercado y provoca el interés por parte de las instituciones públicas y la sociedad. La escuela no puede inhibirse ante esta realidad, y más aún si se ha visto obligada a utilizar y potenciar el empleo de estos mecanismos de comunicación para favorecer los intercambios cuando la presencialidad es inviable o muy dificultosa como está sucediendo en tiempos de pandemia.

En el caso de los adolescentes, conocer cuáles son las características y hábitos de uso o de consumo de las redes sociales resulta altamente relevante también para su proceso formativo. Se trata de investigar el medio en el que se mueven, y cómo les afecta en la configuración de su personalidad, sus relaciones y sus expectativas de futuro, y todo ello tanto desde el punto de vista educativo como familiar y social (Cabero et al., 2020). Diversos estudios (González et al., 2017; IAB Spain & Elogia, 2018; Smahel et al., 2020) han analizado los parámetros de conexión e interacción como, por ejemplo, el tiempo, el lugar, el dispositivo empleado, etc., así como el tipo de relaciones que se generan. Y también se dispone de literatura relevante sobre los riesgos y los daños provocados o recibidos a partir del uso de las redes sociales (Díaz-Vicario et al., 2019).

Socialización y aprendizaje con iguales a través de las redes sociales

Los estudios previos permiten afirmar que estas herramientas virtuales se utilizan prioritariamente para la socialización entre iguales y el ocio (Gremmen et al., 2019). En este sentido, cabe reconocer que en el actual estilo de vida de los adolescentes tienen un protagonismo muy destacado las redes sociales y, en general, los servicios de mensajería móvil. A través de estos dispositivos se pueden propiciar procesos de aprendizaje con sus iguales, con quienes construyen las narraciones de su personalidad y exploran nuevos formatos de acceso al conocimiento. La inclusión en grupos juveniles relacionados con sus aficiones y preferencias de navegación crea lazos afectivos, moviliza la pertenencia, e influye en el modo de relacionarse con las otras personas (Millen et al., 2019).

En el ámbito académico la presencia de las redes sociales para el aprendizaje viene determinada en gran medida por la decisión que toman los docentes de integrarlas en el proceso de aprendizaje escolar. Las investigaciones indican que las redes sociales resultan positivas para el alumnado por cuanto posibilitan el trabajo colaborativo (Moreira, 2018; Muñoz-Carril et al., 2019) al compartir apuntes y soluciones a ejercicios. Un punto de interés en los estudios realizados se concentra en el análisis de sus efectos en el rendimiento y la concentración (Aaron & Lipton, 2018).

Pero más allá del uso de las redes sociales en determinadas experiencias académicas, se constata la ausencia del profesorado en las interacciones habituales en las redes sociales que manejan los adolescentes ya que se trata de un escenario de acceso restringido a iguales, ya sean amistades o simplemente conocidos, y del que se excluye a los docentes. Esta misma situación se produce respecto a la familia que queda desplazada, en el mejor de los casos, a mero espectador al margen de las redes de sus hijos (Dans-Álvarez-de-Sotomayor et al., 2019).

En cualquier caso, y a pesar de los resultados que se han comentado respecto al papel de la familia y el profesorado en relación con las redes sociales en la adolescencia, cabe señalar que, en los últimos años, se ha detectado un interés creciente por la educación digital, avalado por la presencia de numerosos programas y acciones en los centros educativos, junto al desarrollo de herramientas de control parental.

Problemáticas educativas en el uso de las redes sociales en la adolescencia

No hay garantías de que la navegación por las redes sociales sea beneficiosa, favorable y serena desde un punto de vista formativo debido a los conflictos que se generan en el espacio virtual. Las relaciones auténticas no siempre derivan del seguimiento de influencers, ni todos los contactos pueden considerarse amigos. Esta complejidad se engarza con la actitud y el comportamiento de los propios estudiantes, quienes pueden ser tomados como sujetos promotores o receptores de los problemas. De una parte, la comunicación en línea puede provocar daño a otras personas y, de otra parte, el contacto virtual genera la posibilidad de que sea el usuario el que pueda sufrir de algún modo o verse afectado en cierta forma.

La problemática que puede suscitarse como consecuencia de la navegación puede catalogarse bajo diversos parámetros. Siguiendo los estudios que clasifican los riesgos para los adolescentes (Sanjuan, 2019; Smahel et al., 2020), estos peligros pueden enfocarse desde un triple ángulo: la exposición, el exceso y el sufrimiento.

La exposición de los menores en las redes puede llegar a vulnerar su intimidad cuando se difunden datos e imágenes personales. Vinculado a esta realidad cabe reclamar, desde una perspectiva legal, el derecho al olvido y, desde un enfoque educador, la necesidad del perdón. Y esta es una de las cuestiones a tener en cuenta cuando se alude a la privacidad, que constituye un elemento de gran preocupación para los educadores (Hofrstra et al., 2016). Curiosamente, en muchas ocasiones son los propios progenitores quienes sobreexponen a sus hijos (sharenting) y hacen gala de una inconsciencia preocupante.

Por otra parte, el exceso en el uso de las redes sociales guarda relación con posibles adicciones, que ponen en guardia al ámbito sanitario por los riesgos psicosociales y conductuales que se desprenden (Cabero et al., 2020). Se encuadran aquí fenómenos como la falta de sueño (vamping), la ansiedad ante las novedades (“fomo” o nomofobia), la incursión en el juego en línea de forma compulsiva, etc. Todos ellos se convierten en peligros que pueden afectar sobremanera al rendimiento escolar.

En cuanto al análisis de los sucesos que suscitan sufrimiento, y deberían ser tomados en cuenta para un abordaje educativo, hay que destacar las experiencias negativas como el acoso y la agresión en línea. En el plano verbal (stalking) se sitúa la violencia que producen los rumores, bulos y noticias falsas, así como la interacción con troles o emisores de discursos de odio (Garmendia et al., 2016, Smahel et al., 2020). En el plano sexual se encuentra el sexting, sexcasting y el chantaje sexual o sextorsión (Orosco & Pomasunco, 2020). Junto a ambos aparece el complejo fenómeno del ciberacoso o cyberbullying que puede contener alguno de los aspectos anteriores. Cuando el agresor es un adulto se habla de grooming y cuando es sobre una mujer corresponde a un caso de violencia de género (violencia en la pareja o expareja a través de dispositivos en línea). La difusión en línea de las agresiones y ofensas verbales, físicas o sexuales, que pueden llegar a hacerse virales, se presenta a veces como un juego, como ocurre con el happy slapping o bofetada feliz. Todas estas situaciones perjudican notablemente el ámbito de la convivencia escolar.

En el reciente informe Eu Kids Online 2020, se indaga sobre los riesgos que pueden sufrir los menores a través de la pregunta“¿alguna vez sucedió algo en línea que te haya molestado de alguna manera (por ejemplo, te haya hecho sentir incómodo, asustado o que no deberías haberlo visto)?”. Los datos muestran cómo han aumentado las experiencias negativas en la mayoría de los países participantes respecto a la encuesta de 2010. En particular, en España, más del 30% de los encuestados declaran un incremento de estas acciones, frente a países que logran resultados inferiores al 10% (Smahel et al., 2020, p.45).

Enfrentarse a las dificultades en línea permite analizar la realidad tomando en cuenta tanto a las posibles víctimas como a los potenciales agresores y, en ambos casos, resulta crucial el diseño de acciones educativas eficaces.

Tomando en consideración los aspectos señalados, se ha realizado un estudio para dar respuesta a las siguientes preguntas: cuánto tiempo, cuándo, dónde, con quién y para qué utilizan los adolescentes las redes sociales.

Método

Objetivos

La presente investigación tiene como principal finalidad identificar cuáles son los hábitos de uso de las redes sociales que desarrollan los adolescentes de cuarto de Educación Secundaria Obligatoria (ESO). En concreto, los objetivos establecidos han sido los siguientes:

  • Conocer el nivel de exposición del alumnado de cuarto curso de ESO de A Coruña (España) en relación con su tiempo de conexión a redes sociales, identificando con quién, cuándo y dónde se conectan.

  • Analizar las opiniones de los estudiantes de último curso de ESO sobre el tipo de comportamiento que desarrollarían en caso de no poder conectarse a las redes sociales.

  • Identificar en qué medida los adolescentes han infligido y recibido comentarios ofensivos a través de las redes sociales.

  • Valorar las implicaciones educativas que derivan del uso y abuso de las redes sociales en la adolescencia.

Diseño metodológico

Se ha utilizado un diseño cuantitativo no experimental de carácter descriptivo y transversal. En concreto, la investigación se basa en el método de encuesta (Cohen & Manion, 2002), dado que es uno de los empleados con mayor frecuencia en el ámbito educativo. En el presente estudio los motivos que han justificado su elección se refieren a la obtención de una descripción representativa acerca de las características, comportamientos, percepciones y otras informaciones de la población objeto de estudio (estudiantes de cuarto curso de Enseñanza Secundaria Obligatoria de la ciudad de A Coruña-España) en relación con el empleo de las redes sociales.

Muestra

Los participantes son alumnos de cuarto curso de Educación Secundaria Obligatoria de la ciudad de A Coruña (España). De una población de 1792 estudiantes, distribuidos en 31 centros educativos de diferente titularidad, se recabaron datos de 1144 encuestas en 29 institutos y colegios, a través de un muestreo por conveniencia. Para un nivel de confianza del 95%, y en el supuesto de máxima indeterminación (p=q=.50 y k=2), el margen de error fue de ± 1.74.

Respecto a las características sociodemográficas de la muestra podemos señalar que, en cuanto a la variable género, el 47.2% (n=540) eran hombres y el 52.8% (n=604) eran mujeres. En base a la edad, el 41.8% (n=478) eran estudiantes de 15 años, el 45.2% (n=517) de 16 años, el 10.6% (n=121) de 17 años y, finalmente, el 2.4% (n=28) tenían 18 años.

En relación con la titularidad de los centros educativos, el 36.4% de los adolescentes encuestados pertenecían a centros públicos, un 60.2% estudiaba en centros concertados y tan solo un 3.4% provenía de centros privados.

Instrumento

Para la realización de la investigación se ha utilizado un cuestionario elaborado ad hoc. En la elaboración del cuestionario se atendieron cuestiones como la validez de contenido, de constructo y consistencia interna, a fin de asegurar las condiciones psicométricas adecuadas. El instrumento fue validado por un panel de 5 expertos en metodología de investigación y tecnología educativa, que valoraron la univocidad, pertinencia e importancia de cada ítem. También se aplicó una prueba piloto en la que participaron 100 sujetos. Se realizaron los correspondientes análisis correlación ítem-total, para verificar si los ítems se relacionaban de forma homogénea con la escala a la que pertenecen. La fiabilidad obtenida mediante el índice de consistencia interna alpha de Cronbach arrojó un resultado de .937, lo que supone un elevado grado de consistencia interna del instrumento.

Los análisis que se presentan en este artículo forman parte de una investigación de mayor envergadura a través de la que se han analizado las percepciones de los adolescentes, las familias y el profesorado respecto al uso de las redes sociales. Conviene señalar que para la presente investigación se utilizaron los 10 ítems tomados del bloque del cuestionario referido a “utilización de las redes sociales”. Se valoraron con una escala tipo Likert con valores que oscilaban entre 1 y 5: 1 (nada); 2 (poco); 3 (regular); 4 (bastante) y 5 (mucho).

Trabajo de campo y análisis de datos

Tras el diseño y validación del cuestionario, se procedió a su impresión. La recogida de datos ha tenido lugar durante el horario lectivo y de manera presencial. La aplicación del cuestionario se realizó por los investigadores, previa autorización de las familias y el equipo directivo, y una vez informados los profesores. De los 31 centros que conformaban la muestra, tan solo dos de ellos rechazaron participar en la investigación.

Para la codificación y análisis se utilizó el programa SPSS.

Para atender a los objetivos que se detallan a continuación, se ha utilizado estadística descriptiva (medias y desviaciones típicas), así como la prueba Kruskal-Wallis para analizar la relación entre las variables relativas al tiempo de conexión y limitación de actividades realizadas.

Resultados

¿Cuánto tiempo se conectan los adolescentes a las redes sociales?

Como se puede observar en la Figura 1, un elevado porcentaje de estudiantes (31%) se conectan a las redes sociales más de seis horas diarias de lunes a jueves.

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Figure 1: Tiempo de conexión a las redes sociales de lunes a jueves

Esta cifra aumenta considerablemente (hasta un 50%) cuando la conexión se produce de viernes a domingo (Figura 2).

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Figure 2: Tiempo de conexión a las redes sociales de viernes a domingo

¿En qué horarios suelen conectarse los adolescentes a las redes sociales?

En relación con el horario en el que los menores se conectan a las redes sociales (Figura 3), la mitad (50,96%) indican que suelen hacerlo después de cenar. No obstante, el 46.23% de los encuestados afirman que no hay un momento fijo al día para acceder a sus redes sociales y que, además, puede variar. Asimismo, el horario en el que los jóvenes se conectan con menor frecuencia es al levantarse, al mediodía antes de comer, y después de comer.

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Figure 3: Horario de conexión a redes sociales

¿Quién decide el tiempo de conexión de los adolescentes a las redes sociales?

En cuanto a quién decide el tiempo de conexión, los resultados reflejados en la Tabla 1 apuntan a que son los propios estudiantes quienes toman esta decisión (55.2%). Asimismo, un porcentaje nada desdeñable de sujetos (16.8%) afirma que lo negocian con sus padres.

Por otra parte, resulta preocupante cómo un 15.9% de los menores señala que sus padres/madres no les limitan el tiempo de conexión en las redes sociales, lo que supone una ausencia de medidas de control parental que contribuyan a regular adecuadamente las horas de conexión y, en consecuencia, a prevenir posibles problemas derivados de una excesiva sobreexposición a las redes.

Table 1: Quién decide el tiempo que puedes conectarte a las redes sociales

Frecuencia

Porcentaje

NS/NC

26

2.3

Lo decido yo

631

55.2

Lo negocio con mis padres

192

16.8

Mis padres me lo imponen

54

4.7

Me conecto aunque no me dejen

59

5.2

Mis padres no me limitan el tiempo de conexión

182

15.9

Total

1144

100.0

¿Qué sucede si los adolescentes no pueden conectarse a las redes sociales?

Los resultados obtenidos también revelan la existencia de menores que, ante la desconexión durante una semana de sus redes sociales, manifiestan que estarían ansiosos (8.3%) o que no podrían soportarlo (5.9%), como muestra la tabla 2. Es decir, que en conjunto un 14.2% de los jóvenes experimentaría comportamientos de carácter nomofóbico. Pero también hay que destacar que un 34.4% indican que no tendrían ningún efecto, mientras que un 30.8% únicamente estarían un poco molestos.

Table 2: Tipología de comportamientos en caso de estar una semana sin poder conectarse a redes sociales

Frecuencia

Porcentaje

NS/NC

20

1.7

No pasaría nada

393

34.4

Estaría un poco molesto pero sin mayor problema

352

30.8

Buscaría otra forma de comunicarme

217

19.0

Estaría ansioso/a

95

8.3

No podría soportarlo

67

5.9

Total

1144

100.0

¿En qué medida la conexión a redes sociales impide que los adolescentes realicen otras actividades?

Otro de los aspectos estudiados se orientaba a conocer en qué medida el uso de las redes sociales les restaba tiempo para realizar otras actividades o implicaba restricciones para estar con la familia o amigos. Para ello, se preguntó a los adolescentes ¿a qué le has quitado tiempo desde que utilizas las redes sociales?, ofreciendo una escala de 5 puntos para marcar la respuesta (desde “no le he quitado nada de tiempo” hasta “le he quitado mucho tiempo”). Como se puede observar en la Tabla 3, las puntuaciones medias obtenidas son en conjunto bajas, lo que evidencia que el empleo de las redes sociales no ha impedido que los y las jóvenes siguieran desarrollando otras actividades.

Table 3: Realidades a las que se ha restado tiempo por uso de redes sociales

Media

DT

A la familia

1.73

1.063

A los videojuegos

2.26

1.638

A la televisión

2.51

1.464

A practicar deporte

1.55

1.056

A los estudios

2.19

1.244

A estar con amigos

1.23

0.64

A hablar por teléfono

2.19

1.513

A leer

2.23

1.459

¿Existe relación entre el tiempo de conexión y las restricciones para realizar otras actividades?

Otra de las cuestiones que se analizó a partir de los datos del estudio fue si la variable “tiempo de conexión” (Figuras 1 y 2) estaba relacionada con la variable “¿a qué le has quitado tiempo desde que utilizas las redes sociales?”. Para ello, se utilizó la prueba Kruskal-Wallis que desveló diferencias significativas (sintetizadas en la Tabla 4) de modo que, en líneas generales, los individuos que dedican mayor tiempo de conexión a las redes sociales restan más tiempo a otras tareas de lunes a jueves como son los estudios y la lectura, mientras que de viernes a domingo van a ser la televisión, los estudios, estar con los amigos y leer, las actividades que quedarán más limitadas.

Table 4: Resumen del grado de significación asintótica (bilateral) tras la aplicación de la prueba Kruskal-Wallis con las variables de contraste “¿A qué le has quitado tiempo desde que utilizas las redes sociales?” y tiempo de conexión

“¿A qué le has quitado tiempo desde que utilizas las redes sociales?"

Tiempo de conexión a redes sociales de lunes a jueves

Tiempo de conexión a redes sociales de viernes a domingo

A la familia

NS

NS

A los videojuegos

NS

NS

A la televisión

NS

p<.05*

A practicar deporte

NS

NS

A los estudios

p<.05*

p<.05*

A estar con amigos

NS

p<.05*

A hablar por teléfono

NS

NS

A leer

p<.05*

p<.05*

Nota: * Resultados significativos a nivel asintótico (bilateral). NS= No significativo.

¿Desde qué lugares suelen conectarse los adolescentes a las redes sociales?

En lo que atañe al lugar desde donde los adolescentes se conectan a las redes sociales, la Tabla 5 refleja los estadísticos descriptivos derivados de la escala Likert de 5 puntos (“nunca”, “casi nunca”, “a veces”, “casi siempre”, “siempre”) a la que respondieron los menores. Como se aprecia en la citada tabla, las ubicaciones preferentes para utilizar las redes sociales son el propio domicilio (media de 4.24) y desde cualquier lugar gracias a la conexión con dispositivos móviles (media 3.51).

Table 5: Lugares desde donde los adolescentes se conectan a las redes sociales

Media

DT

Casa

4.24

1.198

Casa de amigos

2.4

1.189

Casa de familiares

2.2

1.25

Centro escolar

1.79

1.152

Lugares públicos con wifi

2.57

1.372

Ciber (de pago)

1.21

0.758

Desde cualquier lugar gracias al uso de mi teléfono móvil, tablet o portátil

3.51

1.697

¿Con qué personas suelen interactuar los adolescentes en las redes sociales?

En cuanto a qué tipo de personas son los principales interlocutores con los que se interactúa en las redes sociales, cabe señalar que como se refleja en la Figura 4, predomina la interacción con semejantes, lo que refuerza la idea de homogeneidad en el grupo que se establece en la red social. La mayoría de los adolescentes encuestados (83.9%) ha afirmado que se conectan con personas que tienen una edad semejante a la suya, que estudian en el mismo centro educativo (62.8%) y son de la misma ciudad (54.7%).

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Figure 4: Porcentajes del tipo de personas con las que se interactúa en las redes sociales

Los resultados de la investigación desarrollada también constatan que los estudiantes registran un elevado número de contactos en sus redes sociales. Como se puede apreciar en la Figura 5, un 34.2% afirma tener entre 251 y 500 contactos, mientras que un 27.9% supera los 500.

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Figure 5: Porcentajes del número de personas con las que se interactúa en las redes sociales

La Figura 6 muestra a nivel porcentual el número de contactos que los adolescentes encuestados consideran como amigos. En este sentido, se puede observar cómo la mayor parte de los sujetos manifiestan tener entre 20 y 50 amigos (28.1%) y entre 50 y 100 amigos (20.6%). Pero también hay que reseñar que una cuarta parte reportan más de 100 amigos.

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Figure 6: Porcentajes del número de contactos en redes sociales que son amigos

¿En qué medida los adolescentes envían y/o reciben mensajes, fotos o vídeos ofensivos a través de redes sociales?

También se indagó acerca de si los menores habían utilizado las redes sociales para enviar mensajes, fotos o vídeos ofensivos contra alguien, y si habían recibido algún tipo de ofensa por un comentario, foto o vídeo en las redes sociales, resultados que se reflejan comparativamente en la Figura 7. En cuanto a las ofensas recibidas, el 49,9% marca la opción “nunca” y el 35% “casi nunca”, frente al 1,5% que ha señalado “siempre” y el 0,8 se posiciona en el el “casi siempre”. En lo relativo a la emisión de mensajes, fotos o vídeos ofensivos, los procentajes son muy similares a los anteriores: destacan el 67,1% que nunca lo han hecho, frente al 2,1% que indica siempre y el 1,4% que señala casi siempre.

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Figure 7: Porcentajes de las ofensas recibidas o provocadas en las redes sociales

¿Perciben la necesidad de que el profesorado les eduque en un uso adecuado de las redes sociales?

Tal como puede apreciarse en la Figura 8, la mayoría del alumnado no parece tener un criterio sobre si se debería educar sobre un buen uso de las redes sociales desde los centros (39,3%), pero sí podría destacarse una valoración positiva si se incluyen los porcentajes favorables (36%) frente a los que están en desacuerdo (24,7%)

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Figure 8: Porcentaje de opiniones sobre la necesidad de que el profesorado eduque el uso adecuado de las redes sociales



¿Están dispuestos a compartir redes sociales con su profesorado?

Los resultados recogidos en la Figura 9 indican que un tercio del alumnado no tiene una posición definida (29,4%). Frente a un porcentaje cercano a la mitad que se opone a compartir redes sociales con sus docentes (46,3%). El grado de acuerdo tampoco es despreciable (24,2%).

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Figure 9: Porcentaje de opiniones sobre la disposición a compartir redes sociales con el profesorado

Discusión

El análisis de las redes sociales en la adolescencia despierta un enorme interés en el campo de la investigación educativa puesto que, entre otras razones, representan un núcleo primario de socialización e influyen significativamente en la configuración de la identidad juvenil (Ballesteros & Picazo, 2018). Por este motivo, se debe prestar atención a sus características y a su contexto de uso por parte de los jóvenes como una vía de indagación, y de cara a la comprensión de su proceso de aprendizaje y desarrollo personal, social y educativo. Asumiendo estas premisas, el objetivo planteado en este trabajo ha sido conocer el uso de las redes sociales y los desafíos educativos que genera en la adolescencia. Concretamente, se ha analizado el nivel de exposición a las redes sociales en la adolescencia, la incidencia de la conexión y la desconexión, algunos de los conflictos que pueden generar, y la percepción relativa al rol del profesorado. Los datos obtenidos se comentarán y discutirán en los siguientes párrafos.

En cuanto a la exposición, hay que reseñar los resultados alcanzados respecto al tiempo y al momento de la conexión. Ambos aspectos constituyen una de las cuestiones a las que más importancia otorgan las familias, como recuerdan otras investigaciones (Shin & Kang, 2016; Pew Research Center, 2018). Las respuestas recogidas alertan del excesivo tiempo que los adolescentes dedican a las redes sociales, y guardan coherencia con otros estudios en los que, además, se constata que está aumentando el tiempo de conexión (Garmendia et al., 2016; IAB Spain & Elogia, 2018; Smahel et al., 2020). En cualquier caso, los estudiantes con una alta conectividad representan un grupo minoritario que se amplía en los periodos de descanso, como los fines de semana o después de cenar.

En cuanto a las consecuencias que derivan del tiempo de conexión, cabe recordar que a diario el uso de las redes sociales desplaza la lectura y el estudio y, durante el fin de semana, ganan protagonismo frente a la televisión e incluso a los amigos. Aunque la conexión se realiza mayoritariamente en el propio hogar, hay que reconocer que la facilidad de conexión que depara la ubicuidad de los dispositivos amplía considerablemente el margen temporal de su empleo. De ahí que las restricciones parentales resulten más difíciles de aplicar puesto que resulta complicado ejercer el control y realizar un seguimiento cuando no se utiliza un lugar fijo para la conectividad. En esta línea, Rial et al. (2018) aportan datos reveladores indicando que un 72% de los padres/madres no controlan ni limitan el acceso a internet ni a los smartphones de sus hijos, lo que concuerda con la información recogida en este estudio relativa a que un 50% de los adolescentes deciden su tiempo de conexión.

Resulta de gran interés el análisis de las consecuencias que reportaría la imposibilidad de conexión durante una semana que, como han señalado Yavuz et al. (2019), podría generar comportamientos nomofóbicos, aunque de los datos obtenidos en nuestro estudio alcanzan mayores porcentajes las actitudes de resignación y de búsqueda de otras formas de comunicación. La privación de las redes no afecta, de forma preocupante, al estado de ánimo de la mayoría de los jóvenes encuestados, aunque casi un 15% padecería nomofobia o ansiedad. Efectivamente, las respuestas obtenidas en el presente estudio evidencian un alineamiento en la dirección de Cabero et al. (2020), para quienes el porcentaje de estudiantes con problemas adictivos a las redes sociales no sería relevante. Muestran una tendencia similar Gairín y Mercader (2018) o Santana et al. (2019), quienes señalan la interacción compulsiva con el móvil como factor de ansiedad entre jóvenes vulnerables.

Por otra parte, respecto al tipo de contactos que se establecen, los resultados muestran que se van configurando, mayoritariamente, perfiles homogéneos, que se forman con personas conocidas, cercanas, en gran medida de su centro educativo y misma edad, tal como se ha indicado en otros estudios (Hofstra et al., 2016; Gremmen et al., 2019). Pero, además, un número significativo de contactos son clasificados como amigos, como también se señala en otras investigaciones (Hofstra et al., 2016). En esta línea, Bernal y König (2017) apuntan que los jóvenes menos maduros suelen tener más amigos en las redes y, por ello, proponen el cultivo de la amistad presencial. Para entender en profundidad el tejido de las relaciones con el móvil, Vidales y Sádaba (2017) sugieren analizarlas dentro y fuera de la red.

Si bien las redes sociales ayudan a construir amistades más fuertes, también hay que estar atentos a las posibles hostilidades que se pueden generar (Pew Research Center, 2018). Los jóvenes acuden a las redes sociales para aumentar y fortalecer sus relaciones y es, en este contexto, donde puede generarse el conflicto con sus pares (Orosco & Pomasunco, 2020). En este sentido conviene precisar que la posibilidad de recibir o cometer agresiones se complica por la difusión rápida y la replicabilidad de estos contenidos, que pueden llegar a hacerse virales (Sanjuan, 2019).

Así pues, el uso de las redes no solo es lúdico o académico, sino que pueden emplearse también para finalidades violentas. En este sentido, el estudio Pew Research Center (2018) evidencia cómo el entorno en línea puede resultar hostil para los adolescentes, con incidentes graves como el acoso cibernético. Concretamente aluden a que el 78% de los encuestados menciona el conflicto como una de las razones para dejar de seguir a los amigos y el 52% de los participantes cita el acoso. Es en esta misma investigación en la que se menciona a la agresión en línea y, en el caso español, se indica que el 34% se reconocen como víctimas y el 20% como agresores (Smahel et al. 2020, p. 53). De ahí la relevancia e interés de la perspectiva esperanzadora que mantienen Garmendia et al. (2016), quienes plantean abordar los conflictos en las redes sociales como una oportunidad educativa para su profesorado y familias.

Paradógicamente, las redes sociales se presentan como entornos de relación entre numerosos contactos, entre los que no se encuentra su profesorado. Los resultados muestran que casi la mitad de los adolescentes no estarían de acuerdo en compartir una red social con docentes. Aunque casi un 30% no manifiesta una opinión al respecto. Y lo que resulta sorprendente y, desde luego, requiere de un análisis en profundidad, es la dispersión en cuanto a la valoración que realizan los adolescentes acerca de la necesidad de recibir formación por parte de su profesorado. Más de un tercio no manifiesta ninguna opinión, y casi la mitad muestra acuerdo, pero no es despreciable el porcentaje de los que se sitúan en contra. No queda claro si el punto del debate y de las dudas radica en la visión y el rol que adjudican a su profesorado, o si el sustrato de estas opiniones se fundamenta en la idea de que las redes sociales pertenecen a su ámbito privado y de ocio del que excluyen la escuela y los procesos educativos reglados, o quizás se deba a ambas razones. Las respuestas emitidas en los ítems relativos a la percepción sobre el profesorado reflejan que los participantes sostienen una posición de recelo y de alejamiento entre las redes sociales y el ámbito escolar, particularmente entre los adolescentes y sus maestros.

Parece pues que los adolescentes no consideran los centros escolares como lugares de uso de las redes ni manifiestan gran interés por contactar con sus docentes para acceder a una formación que les ayude a usarlas de manera más adecuada y responsable. Y ello limita en gran manera las posibilidades educativas que pueden ofrecer estos recursos, y reduce las oportunidades de aprendizaje y formación del alumando y de los propios docentes.

Conclusiones

A partir del análisis de los resultados obtenidos, puede concluirse que la visión de los adolescentes sobre el empleo de las redes sociales es bastante ponderada. Precisamente la educación digital camina en esta dirección: hacer partícipes a los jóvenes de la resolución de los problemas que pueden generarse en la red y facilitarles la competencia necesaria. Una parte importante de la alfabetización se deriva del uso compartido de las redes con su profesorado, bien sea como recurso didáctico, bien sea como objeto de reflexión educativa.

Parece pues que, aunque las redes sociales son ya medios cotidianos, todavía no están integradas en la escuela. Teniendo en cuenta las aportaciones recogidas en diversos estudios en los que se se exponen las potencialidades de las redes sociales y los beneficios que reportarían al alumnado de secundaria (Iong, 2016; Khan et al., 2014; Muñoz-Carril et al., 2019), sería conveniente emprender actuaciones que contribuyan a revertir las valoraciones que se desprenden de los datos recogidos en este estudio, favoreciendo la formación con y para el uso de las redes sociales, en el ámbito escolar.

Es imperiosa la necesidad de reforzar la relación pedagógica también en el medio de comunicación preferente de los adolescentes, las redes sociales, y las actuaciones didácticas encaminadas a educar en un buen uso que mejore la convivencia familiar y escolar.

Entre las limitaciones de esta investigación, hay que mencionar las derivadas de un estudio de tipo cuantitativo, por lo que sería conveniente ampliarlo y contrastarlo con una indagación cualitativa que permitiera conocer en profundidad las vivencias de los estudiantes y su visión contextualizada en torno a las redes sociales.

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