Educación para la muerte en la formación de educadores sociales


Universidad de Granada, España
Centro de Magisterio La Inmaculada. Universidad de Granada, España

Resumen

Aunque la muerte forma parte de nuestras vidas, todavía no ha sido integrada como tema de interés en la educación. El objetivo principal de esta investigación es conocer la concepción del estudiantado de Educación Social en relación a la importancia y necesidad de una formación en educación para la muerte, así como las propuestas que se podrían desarrollar para llevar a cabo una pedagogía de la muerte. Este estudio se ha llevado a cabo mediante una metodología cualitativa, empleando como técnica de recogida de datos la entrevista semiestructurada, no-formal, conversacional y biográfica. La muestra consta de 65 alumnos del Grado de Educación Social de la Universidad de Granada. Se destaca la opinión de todos los entrevistados acerca de la importancia de desarrollar una pedagogía de la muerte e intentar cambiar la concepción de la muerte como tema tabú, concienciando y normalizando esta temática. Se expone la importancia de trabajar dicho tema con naturalidad, poniendo en práctica diferentes actividades lúdicas y dinámicas para aceptar dicho proceso y afrontarlo de la mejor manera posible. Es necesario continuar profundizando en la consolidación de resultados que ofrezcan una referencia para el diseño de nuevas propuestas que se acerquen a la muerte como elemento educativo.

Abstract

Although death is part of our lives, it has not yet been integrated as a topic of interest in education. The main objective of this research is to know the conception of the Social Education student in relation to the importance and need of training in education for death, as well as the proposals that could be developed to carry out a pedagogy of death. This study has been carried out through a qualitative methodology, using the semi-structured, non-formal, conversational and biographical interview as a data collection technique. The sample consists of 65 students of the Degree of Social Education of the University of Granada. The opinion of all the interviewees is highlighted about the importance of developing a pedagogy of death and trying to change the conception of death as a taboo subject, raising awareness and normalizing this theme. It exposes the importance of working on this topic naturally, putting into practice different fun and dynamic activities to accept this process and deal with it in the best possible way. It is necessary to continue to deepen the consolidation of results, which offer a reference in the design of new proposals that approach death as an educational element.

Palabras clave

Formación, educadores sociales, educación social, muerte, educación para la muerte, pedagogía, universidad

Keywords

Training, social educators, educators, social education, death, death education, pedagogy, university

Introducción

Vivimos en una sociedad sometida a cambios constantes y acelerados, lo cual implica un reto para cualquier profesional de la educación, ya que tiene el deber de actualizar su práctica constantemente. Es imprescindible que los procesos de profesionalización de los educadores y educadoras, ya sean iniciales o permanentes, tengan en cuenta la importancia de fomentar aprendizajes de utilidad social, que sirvan para mejorar la vida en comunidad (Imbernón, 2006). En este sentido se puede asegurar que la muerte es un tema que despierta cierto interés en la sociedad, aunque éste aún no ha sido integrado en el marco educativo, al menos desde una perspectiva formal y formativa (Rodríguez, Herrán e Izuzquiza, 2013).

Se ha de tener en cuenta que la muerte, en muchas ocasiones, se convierte en un tema tabú, en torno al cual se han creado una serie de mitos y apreciaciones que impiden contemplarla como una parte más de la vida. La educación, y con ello la pedagogía, se ofrece como un camino para poder romper con este tabú y comenzar a hablar verdaderamente de una educación integral para la vida (Herrán y Cortina, 2007). En esta línea, Lerma (2000) destaca que, actualmente la pedagogía cada vez ocupa un lugar más relevante en la sociedad, con una presencia cada vez más activa y cuyos campos de estudio se están viendo multiplicados, incluyendo nuevos ámbitos de tipo social como temáticas de referencia para el desarrollo de la praxis educativa. Por ello, este artículo pretende resaltar la importancia de trabajar la pedagogía de la muerte como parte de un proceso de formación integral para los futuros profesionales de la educación.

Cabe destacar que la educación para la muerte como ámbito formativo implica profundizar en otras esferas como la educación en valores o la educación para la paz, entre otras. Se trata de líneas transversales que enriquecen enormemente el proceso educativo y que se pueden ver beneficiadas si incorporamos la pedagogía de la muerte como parte de la educación reglada (Cantero, 2013).

La educación para la muerte es un cuerpo de conocimiento que aún no está integrado en el proceso de formación inicial de los educadores sociales, pero que podría aportar mucho al mismo. Caride (2008) realiza un análisis del Grado de Educación Social en España, donde destaca las competencias y contenidos que se deberían tener en cuenta en el diseño del currículo del mismo. Aquí, el autor menciona cinco áreas en las que se recogen las tareas de los profesionales de la educación social: “área de intervención psicosocial y socioeducativa, área de intervención socio-laboral, área de intervención socio-sanitaria y asistencial, área de intervención socio-comunitaria y sociocultural y área de gestión, diseño y evaluación de programas sociales” (p. 125). Cabe señalar que la educación para la muerte guarda relación con todas ellas, en cuanto a las posibilidades de intervención que ofrece, por lo que estas áreas se podrían ver enormemente enriquecidas al integrar este nuevo cuerpo de conocimiento.

La normalización de la muerte a través de la educación transciende de una formación individual, ya que repercute directamente en una mejora social. Garantiza la preparación de personas más maduras, críticas y responsables (Rodríguez, et al., 2013). Esto coincide con los planteamientos de Sáez (2009), quien establece como uno de los objetivos del proceso de formación de los educadores sociales, asociado al aprendizaje por competencias, el de promover un aprendizaje analítico y crítico.

El objetivo principal de este estudio es el de destacar la relevancia de la pedagogía de la muerte como un área formativa en el proceso de profesionalización del Grado en Educación Social, desde la valoración que hace de ella el estudiantado y las necesidades que encuentra en torno a la misma. Para ello, se ha llevado a cabo un estudio de corte cualitativo, para el cual se empleó un método biográfico para la recogida de datos y como instrumento principal se ha utilizado la entrevista semiestructurada. La muestra de este estudio ha sido el alumnado del tercer curso del Grado de Educación Social de la Universidad de Granada, concretamente, los matriculados en la asignatura de Educación en Personas Mayores.

Por otro lado, el análisis de la información se ha llevado a cabo a través del uso del programa de análisis cualitativo Atlas.ti. Para lo que se han establecido las siguientes categorías para el análisis: Educación para la muerte, formación para educar en la muerte, estrategias de formación para la muerte en los profesionales de la educación y actividades para desarrollar una educación para la muerte en niños, jóvenes, adultos y mayores. Dicha clasificación ha facilitado el análisis de los resultados de acuerdo con los objetivos previamente establecidos.

Finalmente, este artículo permite una interpretación de resultados y a la vez ofrece unas posibilidades que facilitarían el desarrollo de una pedagogía para la muerte entre los profesionales de la educación, con la intención de mejorar los procesos formativos de los mismos. Una de las posibles implicaciones educativas que se pueden derivar de este estudio es la del desarrollo de una formación en Educación para la muerte a través del método de Aprendizaje Servicio (en adelante ApS). De aquí, surge una nueva línea de investigación en la que continuar profundizando en futuros estudios.

Antes de comenzar con la descripción detallada de este estudio, resulta fundamental realizar una pequeña aclaración conceptual en torno a los grandes temas que ocupan esta investigación: la educación para la muerte y la formación de educadores sociales.

Educación para la muerte y formación de educadores sociales

La formación de educadores en educación para la muerte debe contemplar aspectos metodológicos, didácticos, de contenido disciplinar, así como de problemáticas y temáticas reales. La respuesta educativa a esta necesidad real se está imponiendo también en el ámbito universitario. González y Herrán (2010) asumen que la muerte en la educación es todavía un tema tabú. Por lo tanto, para poder desarrollar una educación para la muerte, es necesario formarse pedagógicamente en relación a la conciencia de la realidad sobre la finitud del ser humano, debido al gran desconocimiento acerca de este tema (Colomo, 2016).

Una consecuencia del miedo en torno a la muerte es rechazar la idea de que el desarrollo de una educación para la muerte puede ayudar a mejorar, e incluso contribuir a eliminar dicho miedo. La inclusión de la educación para la muerte dentro del sistema educativo formal y no formal como contenido global, normalizado y ordinario forma parte de la enseñanza de vivir plenamente. Considerar la muerte como algo pertinente y parte de nuestra educación se resiste debido a que (Herrán y Cortina, 2007, 2011):

  • No posee tradición profesional dentro de la educación, sumado a que al profesor le falta formación pedagógica específica.

  • Posee tradición histórica en otros ámbitos, por ejemplo, filosofía, tradiciones culturales, ritos, religión, etc. Pero no en la educación.

  • La muerte como un tabú social se refleja en la educación como tabú profesional, un indicio de ello es la casi total ausencia en proyectos curriculares y educativos de los centros docentes.

  • La evolución de la educación.

  • El profesor-tutor carece de formación pedagógica específica. Del mismo modo le falta al cuerpo de orientadores. A veces estos mismos profesionales reconocen no ser los profesionales más idóneos para desarrollar una educación para la muerte.

  • El alto grado de evasiva social ante los medios, ismos, culturas… no facilita su comprensión directa.

  • Existencia de un gran miedo a la muerte.

Herrán (2013) añade otras dificultades para la aceptación y desarrollo de la pedagogía de la muerte, como:

  • La existencia de una razón científica que confunde la pedagogía, siendo la ciencia que investiga la educación, con otras disciplinas cercanas como son la psicología o la filosofía. En España la pedagogía carece en numerosas ocasiones de reconocimiento.

  • No existen numerosas investigaciones dentro de la pedagogía de la muerte, no siendo objeto de normalización por los movimientos de renovación pedagógica de los años 80.

  • No se encuentra integrada dentro del currículo de ninguna etapa educativa.

  • No suele formar parte de proyectos educativos.

  • No existe una preparación hacia el profesorado para desarrollar una educación en la muerte normalizada, o para responder a situaciones puntuales desde las tutorías. En la mayoría de los casos su actuación se basa en la intuición y no en una formación previa.

  • Finalmente, existe la posibilidad de que la mayor dificultad nazca en nosotros. Dicho autor añade la tentación de eliminar dicha educación creyendo que se trata de la mejor decisión, sin reconocer que constituye un tema primordial en nuestras vidas.

Rodríguez-Herrero (2015) expone la necesidad de destacar los ámbitos clave que pueden contribuir a una mayor normalización educativa de la muerte, siendo éstos:

  • En la escuela: formación de profesores y tutores, así como su inclusión en proyectos educativos; regulación normativa; creación de redes de centros para el trabajo colaborativo; proyectos de innovación; y elaboración de recursos didácticos, materiales y propuestas de intervención, entre otras.

  • En la familia: desarrollo personal de los padres, respeto en el proceso de elaboración de concepciones acerca de la muerte y el proceso de morir, creación de materiales educativos para la familia y colaboración con la escuela.

  • Agentes culturales: normalizar la muerte en la expresión artística y cultural y colaborar con la escuela.

  • Medios de comunicación: tratar la muerte de una manera más natural y menos traumática, formación pedagógica de los profesionales de los medios, etc.

A través de estas propuestas, el autor pretende destacar el carácter transversal de la muerte en la acción educativa, para que contribuya a eliminar el tabú en torno a la misma dentro de la sociedad, ofreciendo un referente a partir del cual la humanidad sea más consciente. Desde el aula, la familia, las políticas educativas, los medios de comunicación o cualquier otro espacio educativo, se debería incluir la educación para la muerte como contenido global, normalizado y ordinario, de manera que se enseñe a vivir completamente. La educación para la muerte se trata de una apertura para la formación que se construye, entendiendo la muerte como un ámbito de un potencial formativo extraordinario, que ofrece conocimientos que ayudan a definir una propuesta pedagógica estrechamente relacionada con la formación humana (Herrán y Cortina, 2009).

Desarrollar una verdadera educación para la muerte y, con ello, asentar las bases de una pedagogía de la muerte, lleva consigo deshacerse de prejuicios sociales y contar con educadores formados, capaces de acompañar en la muerte (Herrán, 2015). Tener conciencia de la muerte como un hecho educativo y educable ayuda a formar personas maduras que posean una visión real de la vida (Herrán y Cortina, 2006). Es necesario potenciar espacios de reflexión educativa junto a otros profesionales (enfermeros, médicos, psicólogos, etc.) para poder asentar las bases de una praxis educativa que fomente un aprendizaje por y para los demás (Ramos-Pla, Gairín y Camats, 2018).

Tengamos presente que no se puede tratar un tema tan complejo, si previamente no se ha reflexionado e interiorizado como tema transversal de la práctica educativa, por ello, para desarrollar un enfoque preventivo de la muerte, es necesaria una formación de los profesionales de la educación a través de diversos métodos y con la utilización de distintas estrategias didácticas (Herrán y Cortina, 2009).

Metodología

Este estudio pretende dar respuesta al siguiente interrogante ¿Se concibe la educación para la muerte como una necesidad en los programas formativos para los profesionales de la educación? De aquí surge el objetivo general que guía el desarrollo de esta investigación, el cual es: conocer la concepción del estudiantado de Educación Social en relación a la importancia y necesidad de una formación en educación para la muerte

Su vez, este objetivo general se desglosa en los siguientes objetivos específicos:

  • Detectar la existencia de acciones formativas en relación a la educación para la muerte

  • Determinar cómo se puede formar en educación para la muerte

  • Incidir en la importancia de una educación para la muerte a todas las edades

Con el fin de responder a los objetivos propuestos en el presente estudio se ha utilizado una metodología cualitativa, empleando como técnica de recogida de datos la entrevista semiestructurada, no-formal, conversacional y biográfica, validada a través de un juicio de expertos. Se solicitó la validación de la entrevista en relación a los siguientes criterios en una escala de 1 a 5 (1- Ninguno, 2- Poco, 3- Suficiente, 4- Bastante, 5- Total) atendiendo al Grado de coherencia, Grado de pertinencia, Grado de relevancia y Grado de claridad, procediendo a modificar la entrevista proporcionada en función de las observaciones realizadas. Finalmente, después de realizar dichas modificaciones se llevó a cabo una prueba piloto para detectar posibles fallos. Una vez realizado el estudio y las modificaciones necesarias se obtuvo la entrevista semiestructurada final (ANEXO 1). El tiempo medio de cada entrevista fue aproximadamente de veinte minutos, organizada en una sola sesión. En cuanto a la estructura de la entrevista, ésta quedó dividida en cuatro partes:

  • La primera, recoge los datos sociodemográficos de la muestra, edad, sexo, titulación, curso y estudios realizados con anterioridad.

  • La segunda, agrupa las preguntas relacionadas con la necesidad de una formación en educación para la muerte, si alguna vez en el periodo de formación se ha recibido alguna formación de este tipo y, si es así, cómo se ha formado.

  • La tercera, concentra preguntas acerca de cómo se podría desarrollar una educación para la muerte tanto con niños, adultos y mayores, como profesionales de la educación. Del mismo modo, se añaden preguntas sobre cómo se podría llevar a cabo una autoformación o formación en la universidad acerca de este tema.

  • Por último, incluye preguntas de complementación a las respuestas proporcionadas anteriormente.

La investigación se caracteriza por un muestreo no probabilístico, los casos fueron elegidos en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada. La muestra está compuesta por un grupo de 65 estudiantes de tercero del Grado de Educación Social, con edades comprendidas entre los 22 y los 45 años. Todos los datos se han recogido con total consentimiento de los entrevistados. Dicho estudio se realizó durante el periodo de septiembre de 2018 a enero de 2019.

Una vez realizadas las entrevistas se procedió a transcribir la información, en primer lugar, de manera literal, seguido del relato biográfico. Los datos cualitativos han sido analizados mediante el programa informático Atlas.ti, creando una serie de categorías de análisis (Figura 1) a través de un proceso inductivo-deductivo que dió lugar al sistema de categorías utilizado en nuestra investigación (Tabla 1). Una vez codificados los datos obtenidos a través de la entrevista semiestructurada y autobiográfica se realizó su depuración por medio de la triangulación, lo que según Cisterna (2005) permite su validación. Posteriormente, se realizó el análisis de contenido para mostrar los resultados descriptivos de las categorías investigadas.

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Figure 1: Categorías de análisis
Table 1: Descripción de las categorías de análisis

Categoría

Código

Definición

Educación para la muerte

EPM

Teoría y práctica que engloba los modelos de afrontamiento pedagógico y educativo de la muerte propia o ajena.

Formación para educar en la muerte

FEPM

Conocimientos, destrezas y habilidades aprendidas para poder desarrollar la teoría y la práctica que engloba los modelos de afrontamiento pedagógico y educativo de la muerte propia o ajena.

Estrategias de formación para la muerte en los profesionales de la educación

EFEPM

Estrategias tanto de autoformación como de formación externa desarrolladas a lo largo de la vida, incidiendo en el periodo universitario y que hayan desarrollado como futuros profesionales de la educación.

Actividades para desarrollar una educación para la muerte en niños, jóvenes, adultos y mayores

AEPM

Recursos educativos para poder llevar a cabo una educación para la muerte en educación.

Resultados

Una vez analizados los datos a través del programa de análisis cualitativo Atlas.Ti (Figura 2), podemos señalar los principales resultados en relación a las categorías definidas anteriormente.

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Figure 2: Relación de categorías y citas

Educación para la muerte

La muerte se trata de un tema tabú en la actual sociedad occidental, la cual es considerada como una forma de miedo y ansiedad dentro de nuestra vida, [“la cultura occidental nos ha transmitido un patrón de añoranza y miedo a la muerte que se mantiene en el tiempo y no nos permite cambiar la mentalidad y la actitud” S-3]. Aunque en la mayoría de los casos debe ser visto como un proceso natural de acercamiento a la cuarta edad, si se trata de una muerte biológica natural por el paso de los años [“concienciación de la sociedad de que se trata de algo natural” S-7].

Cuando se pregunta acerca de la importancia de una educación para la muerte, la mayoría del alumnado coincide en explicar que se trata de una educación muy importante dentro de nuestro ciclo vital, ya que todos vamos a tener que afrontar este hecho tanto de manera propia como ajena [“se trata de un paso más de la vida, nos ayuda a desarrollarnos como personas y a reducir ese sentido a la vida el cual muchas veces nos agobia y nos impide disfrutar” S-15], [“necesaria ya que es una forma de conciencia y normalizar un proceso que es natural, aunque hoy en día es un tema tabú” S-18], [“proceso por el cual pasan todas las personas y como tal debemos afrontar” S-20], [“afrontar el ciclo vital” S-40]. También, se destaca que la no normalización de la muerte puede provocar sufrimiento.

Se hace especial hincapié en la necesidad de una educación para la muerte sin distinción de edades, es decir, para niños, jóvenes, adultos y mayores [“se trata de una educación necesaria para todo el mundo, desde que somos pequeños, ya que durante todo el proceso de vida perderemos personas queridas y debemos prepararnos para la nuestra” S-35], [“es algo necesario a todas las edades y en todas las profesiones relacionadas con el trato hacia las personas. Un hecho evidente es que no estamos preparados para morir ni ver morir a nuestros seres queridos, por lo que a nivel psicológico nos afecta y no sabemos cómo superar estas situaciones” S-48].

Por ello, que debemos tratar la muerte como un paso más de nuestra vida y como profesionales debemos concienciar a la sociedad de que se trata de un hecho totalmente natural [“se trata de un paso más de la vida, nos ayuda a desarrollarnos como personas y a reducir ese sentido a la vida el cual muchas veces nos agobia y nos impide disfrutar” S-6], [“concienciación de la sociedad de que se trata de algo natural” S-29], [“afrontar el ciclo vital” S-38].

Formación para educar en la muerte

La escasa formación recibida en torno a esta temática, desde un punto de vista educativo, es evidente entre los educadores sociales. Además, se destaca que la formación recibida procede en la mayoría de los casos de una formación en el ámbito religioso, en la que se explica la posibilidad de una vida después de la muerte, junto a una justicia divina (cielo e infierno) que se dictamina por la maldad o bondad de nuestros actos [“he recibido una formación religiosa que hablaba de este tema” S-8], [“la iglesia nos hablaba del cielo y del infierno” S-17], [“nuestros actos están relacionados con la posibilidad de ir al infierno o al cielo, si ibas al infierno no había posibilidad de volver pero en cambio el cielo te aseguraba una resurrección” S-26].

Cuando se alude a la importancia o no de recibir una formación para la muerte, queda evidenciada la importancia y la necesidad de la misma dentro de su labor educativa y profesional [“es importante una educación en la muerte ya que debemos normalizarla dentro del aula” S-30], [“es necesaria una formación en educación ya que es un hecho que ha de suceder y debemos ayudar a las personas con las que trabajamos” S-36], [“formación en entornos socioculturales, reduciendo el tema tabú de la muerte, siendo necesaria su aceptación en el proceso de la vida” S-50].

Por otro lado, el hecho de recibir una formación para la muerte es reconocido como primordial para, posteriormente, poder desarrollar una educación de calidad con sus futuros educandos [“educar para la muerte a los demás” S-24], [“hay que formarse para intentar mejorar el mundo que nos rodea” S-38], [“hay que formarse para conocer las diferentes herramientas a utilizar en nuestra futura práctica” S-56], [“primero hay que estar formado para estar capacitados para educar al resto del mundo” S-60].

Estrategias de formación para la muerte en los profesionales de la educación

Haciendo alusión a las diferentes estrategias de formación para llevar a cabo una educación para la muerte, podemos encontrar la importancia de estudiar el ciclo vital dentro de las aulas [“estudiar el ciclo vital” S-3] como medio de normalización dentro del sistema educativo [“normalización en el currículum” S-12], ya que en la mayoría de los casos solo se alude a la importancia de la etapa vital o a la necesidad de una educación a lo largo de la vida, especialmente en relación a dicho ciclo cuando tratamos el tema de educación en personas adultas y mayores [“hemos podido formarnos en relación con la importancia del paso de cada una de las etapas del ciclo vital solo en aquellas asignaturas que han trabajado el tema de adultos y mayores, dentro de la universidad, ya que recuerdo que de pequeño en temas relacionados con biología tratábamos el tema pero de manera muy superficial” S-26].

Por lo tanto, es importante incluir dentro del ámbito universitario cursos de formación específica [“incluir un curso de formación específica en la universidad” S-33], o dentro del material docente aspectos relacionados con la educación en valores, la visión de la muerte en otras culturas y normalizar el tema de la muerte en nuestra vida cotidiana [“desarrollar contenidos en las asignaturas pertinentes en relación con la educación de niños, adultos, mayores” S-34], [“educar en valores” S-40], [“estudiar otras culturas en las que la muerte se trate de manera diferente” S-45], [“normalización en los ámbitos de la vida, casa, trabajo…” S-65].

Actividades para desarrollar una educación para la muerte en niños, jóvenes, adultos y mayores

Una vez que se ha recibido la formación adecuada en relación a a esta temática, es sumamente importante apostar por una propuesta integrada en los proyectos educativos, siendo la muerte un tema clave en nuestra acción educativa, pero a veces nos podemos preguntar ¿cómo hacerlo? o ¿qué actividades puedo desarrollar? En primer lugar, desarrollando una educación integral y holística atendiendo al colectivo con el que trabajamos, donde un proceso natural como la muerte puede ser trabajado desde diversas actividades relacionadas con la salud, la cultura, la sociedad o las emociones, entre otras. El alumnado de Ciencias de la Educación propone talleres de educación emocional para tratar el miedo o la ansiedad ante muerte propia o ajena [“talleres de trabajo de las emociones tratando por ejemplo la ansiedad” S-9]; el visionado de películas, siempre acompañado con un periodo de reflexión [“visionado de películas como por ejemplo Coco o Bambi teniendo una reflexión ante la pérdida”S-11]; la realización de grupos de discusión; o la creación de grupos de autoayuda si alguien está pasando por un momento de pérdida reciente. Otras de las propuestas realizadas han sido las relacionadas con actividades como role playing, dinámicas para conocer el ciclo vital, lectura de libros relacionados con la temática, tertulias poético-literarias, concursos de fotografía, concurso de relato corto, obras de teatro o la realización de cuentos narrando experiencias propias.

Discusión y Conclusiones

En resumen, a lo largo de este estudio se ha intentado profundizar en la necesidad de fomentar una formación en educación para la muerte con los profesionales de la Educación Social. A través de los resultados obtenidos se puede concluir que, la muerte se trata de un tema tabú en la sociedad occidental que, además, puede generar cierto tipo de miedo y ansiedad dentro de nuestra vida. Por ello, es importante desarrollar una educación para la muerte, ya que cualquier persona va a tener que afrontar este hecho en algún momento de su vida, ya sea de manera propia o ajena. También, se hace especial ahínco en la necesidad de una educación para muerte para niños, jóvenes, adultos y mayores. Al mismo tiempo se evidencia que la formación recibida en torno a esta temática es escasa en la formación inicial de los educadores sociales.

Un estudio similar con alumnos de Máster remarcó la importancia de una formación en educación para la muerte por ser una temática ineludible e indispensable dentro del ámbito formativo (Colomo, 2016). El hecho de recibir una formación de este tipo es sumamente importante para poder desarrollar una educación de calidad en sus futuros educandos.

Respecto a las diferentes estrategias de formación para educar en la muerte podemos encontrar la importancia de estudiar esta parte del ciclo vital dentro de las aulas, como medio de normalización de esta temática dentro del sistema educativo. También, es importante incluir dentro del ámbito universitario cursos de formación específica junto a la visión de la muerte en otras culturas. Existe una necesidad de elaborar estrategias educativas ajustadas a los profesionales de la educación para reducir la ansiedad o el miedo de afrontamiento.

Colomo, Gabarda y Motos (2018) concluyen en su investigación que, los profesionales de la educación necesitan asumir sus propias emociones sobre la muerte para poder reducir el nivel de ansiedad o angustia, siendo necesaria la proporción de mecanismos de afrontamiento. En esta línea Corr (2016), quien realizó cursos de formación en diversas instituciones internacionales, concluye que la mayor parte de asistentes eran profesionales que trataban el tema de la muerte muy de cerca, médicos, enfermeros, maestros y educadores, entre otros

Por otro lado, se proponen estrategias para desarrollar este tipo de formación, como el visionado de películas acompañado con un tiempo de reflexión, realización de grupos de discusión o grupos de autoayuda si alguien está pasando por una pérdida reciente, entre otras. Ramos-Pla et al. (2018), en la recopilación bibliográfica que realizan, muestran una vez más que la figura del profesional de la educación debe llevar a cabo prácticas y propuestas adaptadas al contexto y las necesidades del mismo.

Los resultados de este estudio no ansían ser ampliamente generalizables, aunque sí pretenden abrir una puerta a futuros estudios más amplios en los que profundizar a partir de los resultados obtenidos, ya que pueden servir como orientación y acercamiento al objeto de estudio, por tratarse de un tema en el que aún no se ha profundizado lo suficiente. Por ello, se pueden ofrecer nuevas líneas de investigación cuyas implicaciones educativas supongan una mejora en el desarrollo de propuestas educativas asociadas al tema que nos ocupa. Un ejemplo de ello puede ser el uso del ApS como estrategia didáctica en la educación para la muerte. Entre los principales beneficios que se reconocen a esta metodología se encuentra el hecho de que favorece la motivación y la implicación del alumnado en su propio proceso de aprendizaje. Además, el ApS se basa en un desarrollo del aprendizaje a partir de la experiencia, lo cual favorece la consolidación de un aprendizaje permanente (Alonso, Arandia, Martínez, Martínez, Gezuraga, 2013). Además, en el caso de la formación inicial de educadores sociales, puede suponer el ofrecer experiencias de aprendizaje que le servirán de referencia en su futuro desempeño como profesionales de la educación.

Por su parte, Rodríguez, Herrán y Cortina (2015) ya mencionan la utilidad de esta estrategia didáctica para la consolidación de una pedagogía de la muerte. Afirman que el hecho de que esta metodología combine los contenidos curriculares con la experiencia ofrece un marco de acción para desarrollar la educación para la muerte, ya que se trata de un tema presente en numerosas situaciones de la vida cotidiana y que se refleja en múltiples tipos de situaciones, lo que garantiza un amplio marco de acción social. En este sentido, se puede vislumbrar una nueva vía sobre la que continuar profundizando en la consolidación de los resultados, que ofrezca una referencia en el diseño de nuevas propuestas educativas y que se acerque a la muerte como elemento educativo.

Para finalizar, es importante señalar que esta investigación se centra en conocer la valoración del propio alumnado, por considerar que el diseño de cualquier nuevo programa educativo que pretenda mejorar los procesos formativos de los futuros profesionales de la educación, debe ser acorde también a las necesidades encontradas por el propio estudiantado, para no caer en el error de imponer falsas demandas. Además, cabe destacar la importancia de hacer partícipe al alumnado en las posibles mejoras que se puedan realizar en los currículos, ya que se estarían abriendo vías de mejora más democráticas, que surgen de los propios intereses y motivaciones del alumnado. Al mismo tiempo, esto implicaría una repercusión directa en la mejora de los programas formativos, lo que también supondría un paso en pro de mejora social.

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