Dialécticas de la autenticidad: neopopulismo arquitectónico en América Latina contemporánea y estrategias de legitimación global / Dialectics of authenticity: architectural neo-populism in contemporary Latin America and strategies of global legitimisation / Dialética da autenticidade: neopopulismo arquitetônico na América Latina contemporânea e estratégias de legitimação global
Ferreras Cid, Enrique1,
1. Universidad Internacional SEK, Quito, Ecuador, Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, España enrique.ferreras@uisek.edu.ec, https://orcid.org/0000-0002-3999-0764
Recibido:12/06/2025
Aceptado: 26/08/2025
DOI: https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2025.i40.04
Resumen
El presente artículo examina las transformaciones contemporáneas del proyecto identitario arquitectónico latinoamericano, identificando un desplazamiento desde las búsquedas emancipatorias hacia formas de instrumentalización contemporáneas. Mediante una genealogía crítica, se analizan las prácticas emergentes de una generación post-2010 que configuran relatos discursivos donde las categorías de resistencia cultural han sido transmutadas en dispositivos de acumulación simbólica. El estudio articula tres dimensiones analíticas: la inversión sistemática de las categorías del regionalismo crítico (Frampton 1983); los mecanismos de producción de autenticidad como mercancía; y las operaciones de neutralización de la diferencia cultural mediante su codificación global. Se propone el concepto de “neopopulismo arquitectónico” para caracterizar prácticas basadas en retóricas de identidad local, compromiso social y sostenibilidad. Se revela cómo la dialéctica modernidad-tradición se ha convertido en simulacro donde la especificidad local funciona como efecto comunicativo. Frente a este diagnóstico, se esboza la noción de “americopolitanismo” —derivada del concepto Afrocopolitanismo (Mbembe 2021)— como categoría táctica que asume la condición múltiple y contradictoria de toda identidad contemporánea, sugiriendo trayectorias insurgentes que operen desde los intersticios del capitalismo cultural sin pretender resoluciones sintéticas.
Palabras clave: identidad, arquitectura latinoamericana, globalización, regionalismo crítico, neopopulismo.
Abstract
This article examines the contemporary transformations of the Latin American architectural identity project, identifying a displacement from emancipatory pursuits toward forms of contemporary instrumentalization. Through a critical genealogy, it analyzes the emerging practices of a post-2010 generation that configure discursive narratives where categories of cultural resistance have been transmuted into devices of symbolic accumulation. The study articulates three analytical dimensions: the systematic inversion of critical regionalism categories (Frampton 1983); the mechanisms of authenticity production as commodity; and the operations of cultural difference neutralization through its global codification. The concept of 'architectural neopopulismo' is proposed to characterize practices based on rhetorics of local identity, social commitment, and sustainability. It reveals how how the modernity-tradition dialectic has become simulacrum where local specificity functions as communicative effect. Against this diagnosis, the notion of “americopolitanism” —derived from the concept of Afropolitanism (Mbembe 2021)— is outlined as a tactical category that assumes the multiple and contradictory condition of all contemporary identity, suggesting insurgent trajectories that operate from the interstices of cultural capitalism without seeking synthetic resolutions.
Key words: identity, latin american architecture, globalization, critical regionalism, neopopulism.
Resumo
O presente artigo examina as transformações contemporâneas do projeto identitário arquitetônico latino-americano, identificando um deslocamento desde as buscas emancipatórias para formas de instrumentalização contemporâneas. Mediante uma genealogia crítica, analisam-se as práticas emergentes de uma geração pós-2010 que configuram relatos discursivos onde as categorias de resistência cultural foram transmutadas em dispositivos de acumulação simbólica. O estudo articula três dimensões analíticas: a inversão sistemática das categorias do regionalismo crítico (Frampton 1983); os mecanismos de produção de autenticidade como mercadoria; e as operações de neutralização da diferença cultural mediante sua codificação global. Propõe-se o conceito de 'neopopulismo arquitetônico' para caracterizar práticas baseadas em retóricas de identidade local, compromisso social e sustentabilidade. Revela-se como a dialética modernidade-tradição converteu-se em simulacro onde a especificidade local funciona como efeito comunicativo. Diante deste diagnóstico, esboça-se a noção de “americopolitanismo” —derivada do conceito de Afropolitanismo (Mbembe 2021)— como categoria tática que assume a condição múltipla e contraditória de toda identidade contemporânea, sugerindo trajetórias insurgentes que operam desde os interstícios do capitalismo cultural sem pretender resoluções sintéticas.
Palavras-chave: identidade, arquitetura latino-americana, globalização, regionalismo crítico, neopopulismo.
1. Introducción
El presente texto aborda un fenómeno arquitectónico que ha cobrado particular relevancia en el panorama latinoamericano desde aproximadamente 2010, caracterizado por la emergencia de una generación de arquitectos que han logrado incluir sus prácticas en los circuitos globales de difusión y legitimación disciplinar mediante estrategias discursivas asentadas en nociones de identidad local, compromiso social y sostenibilidad ambiental. Esta producción, surgida desde diversos contextos nacionales del continente, ha configurado un corpus de obras y narrativas que demandan un análisis crítico que estudie las operaciones ideológicas que subyacen tras su aparente neutralidad discursiva.
La investigación que aquí se desarrolla parte de reconocer que este fenómeno no constituye una anomalía aislada, sino la catalización contemporánea de tensiones previas arraigadas en el campo arquitectónico latinoamericano. La dialéctica entre universalidad y especificidad, entre modernización y tradición, entre centro y periferia, que ha estructurado los debates disciplinares desde mediados del siglo XX, encuentra en estas prácticas una resolución aparente que resulta problemática en sus implicaciones tanto teóricas como ideológicas.
La construcción metodológica del presente estudio pretende contribuir al mapeo de una genealogía crítica que evidencie las transformaciones discursivas en una parte significativa del campo arquitectónico latinoamericano durante el período 2010-2025. El corpus analizado comprende tres capas documentales interrelacionadas: la primera, un estudio de la producción teórica fundacional de los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana y sus derivas subsecuentes; la segunda, una revisión del contenido de las plataformas digitales de difusión masiva contemporáneas donde se cristalizan las narrativas hegemónicas contemporáneas; y por último, una análisis sobre los dispositivos de legitimación institucional presentes en en catálogos de bienales, premios internacionales y publicaciones especializadas. La decisión metodológica de privilegiar el análisis estructural sobre la casuística responde a una triple consideración: la identificación de patrones que trascienden manifestaciones particulares; el reconocimiento de que el fenómeno constituye una condición transversal del contexto disciplinar latinoamericano contemporáneo —con diferente nivel de intensidad, pero identificado en países como Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú entre otros—; y la voluntad de propiciar un debate sobre las lógicas subyacentes sin que la discusión derive hacia polémicas. Esta aproximación permite cartografiar las operaciones ideológicas que transforman las categorías de resistencia cultural en dispositivos de acumulación simbólica.
El análisis propuesto establece una genealogía crítica que permite comprender cómo las búsquedas identitarias que caracterizaron el pensamiento arquitectónico regional durante las décadas de 1980 y 1990 han sido progresivamente instrumentalizadas y vaciadas de su potencial conceptual. Los esfuerzos intelectuales que buscaban construir marcos teóricos autónomos y prácticas arquitectónicas capaces de responder a las condiciones específicas del contexto latinoamericano se han convertido en estrategias de posicionamiento en un mercado cultural globalizado donde la “otredad” funciona como capital simbólico.
2. La pertinencia de una construcción de la identitaria latinoamericana
La cuestión relativa a la identidad latinoamericana ha sido durante décadas un territorio conceptual caracterizado por múltiples tensiones epistemológicas que aluden, más que una búsqueda de atributos permanentes, a un proceso dialéctico de autocomprensión histórica. Esta noción emerge de una condición paradójica en la que la región ha sido tradicionalmente definida desde polos exógenos, donde modelos teóricos externos se han extrapolado sin una mediación crítica. América funcionó durante mucho tiempo como el “monólogo de Europa” (Paz 2015 208), en una narrativa unidireccional que limitó las posibilidades de autocomprensión y estableció propios parámetros propios a través de los cuales se articulaba esta comprensión.
2.1. Modernidad y colonialidad: La paradoja fundamental
La pertinencia de una construcción identitaria latinoamericana se fundamente en primer término en una búsqueda de un rol activo en la modernidad. La región no es una receptora tardía de procesos modernizadores sino partícipe activa en la producción misma de la modernidad desde finales del siglo XV (Quijano 1988). Sin embargo, esta participación se desarrolla bajo condiciones de subordinación estructural. América no fue descubierta sino “inventada” por el pensamiento occidental (O'Gorman 2006) que asume que América emerge como posibilidad de llegar a ser otra Europa de modo que se establece la imposibilidad de pensar la región desde categorías propias.
En este contexto se desarrollan categorías analíticas relativas a las diversas realidades socioculturales caracterizadas por el mestizaje (Fernández Retamar 1971), la hibridación (García Canclini 1990) y la coexistencia de temporalidades múltiples (Paz 2015) que sientan las bases para una apropiación crítica tanto de la tradición occidental como de los legados precolombinos, tratando de superar la imitación acrítica y los particularismos excluyentes. Lejos de ser un ejercicio de ensimismamiento cultural, estas posturas surgen como una condición necesaria para establecer un diálogo con otros paradigmas sociales y culturales, en un mundo cada vez más policéntrico, pero aún caracterizado por profundas asimetrías.
2.2. La dimensión arquitectónica de la búsqueda identitaria
La traslación de estos debates al campo arquitectónico pone de manifiesto cómo las tensiones entre universalidad y particularidad se reflejan en la materialización concreta de las formas construidas. Hasta buena parte del siglo XX, la arquitectura latinoamericana ha sido históricamente leída como una manifestación periférica de desarrollos globales, derivada de genealogías unidireccionales.
Como reacción a esta condición, Marina Waisman propone la sustitución de la noción de periferia por la de región (Waisman 1990). Este desplazamiento posibilita una nueva lectura epistemológica, ya que lo periférico se define por una relación subordinada con un centro, mientras que lo regional establece sus propios valores. La arquitectura ya no se valida por su proximidad respecto a los modelos hegemónicos y puede surgir de criterios emergentes de sus propias condiciones.
La legitimación del proyecto identitario se basa en gran medida en necesidades pragmáticas, en las que las características socioeconómicas específicas de América Latina generan demandas que no encuentran respuesta en modelos importados. La crisis cultural de la década de 1980 proporcionó en gran medida búsquedas arquitectónicas que respondieran a la necesidad urgente de desarrollar alternativas viables con recursos limitados.
Los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana —SAL—, iniciados en 1985, jugaron un papel fundamental para articular un pensamiento arquitectónico autónomo. Estos espacios pretendían construir las condiciones para pensar una arquitectura tardomoderna desde coordenadas propias. Ejemplo de esta actitud son ideas como la noción de “Modernidad Apropiada” (Fernández Cox 1989), que trasciende tanto el rechazo antimoderno como la adopción acrítica, proponiendo una modernidad propia surgida de las propias condiciones regionales y que no renuncia a su vocación universalizante.
Esta noción de “arquitectura divergente” (Waisman 1990), caracteriza la producción latinoamericana no por su fidelidad a una sustancia identitaria sino por su capacidad de generar visiones alternativas: es decir, no implica aislamiento y no se define por atributos esenciales sino por características diferenciadas que constituyen un espacio de experimentación alternativa.
El anhelo de construcción identitaria se refleja en la proliferación teórica que caracterizó el pensamiento arquitectónico regional a lo largo de las décadas de 1980 y 1990. Este fenómeno construyó una materialización discursiva que muestra una en el corpus crítico latinoamericano. Los intentos de revivir el pasado latinoamericano que habían resultado frecuentemente en imágenes artificiales, casi cinematográficas (Waisman 1989, citado en Zambrano 2015), basados en aproximaciones escenográficas son superados durante esta etapa. Esta nueva conceptualización de la identidad es por tanto especialmente relevante porque supera aproximaciones esencialistas que reducen la complejidad cultural a un conjunto limitado de rasgos folklóricos o estereotipados.
3. Tensiones entre universalidad e identidad: Una dialéctica irresuelta
Si bien la proliferación teórica mencionada anteriormente contribuyó significativamente a construir marcos conceptuales de gran relevancia, los últimos años del siglo XX, caracterizados por la aceleración de procesos globalizadores, pusieron de manifiesto el surgimiento de nuevas tensiones. Dichas tensiones operan en una doble lectura: por un lado, las externas derivadas de la homogeneización cultural y las demandas del mercado global —ejercidas por los centros hegemónicos sobre las periferias culturales— que buscan codificar la diferencia en términos consumibles; por otro, las complejidades internas emergentes del propio pensamiento arquitectónico latinoamericano intrínsecas a la construcción identitaria. Las figuras intelectuales que orbitaban alrededor de los SAL de las décadas de 1980 y 1990, desarrollaron una conciencia crítica dual: mientras trabajaban en la construcción de categorías teóricas para pensar la especificidad regional, lo hacían desde una posición madura desmontando los procesos pseudo-identitarios que reducían la complejidad cultural a estereotipos folclóricos o esencialismos arcaicos. Estas reflexiones anticipaban en cierto modo la idea de que la búsqueda de autenticidad contenía en sí misma el origen de su propia instrumentalización, presagiando las derivas que caracterizarían las décadas posteriores. La dificultad de reconciliar plenamente las demandas de especificidad cultural con los imperativos universalizantes, define un debate que se explorará en las líneas subsiguientes.
3.1. La paradoja fundacional de Ricoeur
Décadas antes, en 1955 Paul Ricoeur escribe la obra Histoire et veritié en la que se pregunta: “¿Cómo modernizarse y volver a las fuentes? ¿Cómo revivir una vieja civilización dormida y participar en la civilización universal?” inaugurando una tensión en la que las prácticas culturales deben negociar entre polos —aparentemente— irreconciliables.
Por un lado, la modernidad implica la adopción de racionalidades técnicas que reconfiguran los parámetros culturales. Esta universalización técnica, más allá de ser una adopción instrumental, reconfigura las condiciones mismas de producción del espacio cultural.
Por otro lado, la apelación a las fuentes tradicionales pone de manifiesto la persistencia de prácticas que resisten la homogeneización. Estas persistencias no son residuos arcaicos, sino que continúan determinando la producción cultural contemporánea. Es decir, las contradicciones inherentes a la búsqueda de autenticidad cultural son producidas habitualmente por la instrumentalización de la tradición: “la fidelidad al pasado será nada más que un simple ornamento folclórico” (Ricoeur 1965).
Como advierte Waisman, esta aproximación “tampoco está exenta de riesgos", ya que la búsqueda identitaria ha derivado frecuentemente en "un folklorismo o un nacionalismo reaccionario", donde lo popular se ha puesto al servicio de agendas políticas conservadoras o se reducido a repertorios estéticos superficiales desvinculados de sus lógicas constructivas y sociales originales (Waisman 1993). Esta noción evidencia cómo el intento de resolver esta tensión mediante la apelación a lo tradicional o lo popular termina intensificándola: la tradición invocada ya no es genuinamente tradicional sino una construcción retrospectiva, mientras que la modernidad resultante queda despojada de su potencial crítico. El neopopulismo contemporáneo toma partido de esta condición irresuelta, heredando tanto las contradicciones como las instrumentalizaciones que Waisman anticipara lúcidamente.
Esta paradoja, posteriormente reconocida por Frampton como fundamento conceptual del regionalismo crítico, evidencia la necesidad de rearticular la identidad confrontando la simultaneidad de arraigo y desplazamiento.
3.2. Crítica a las narrativas esencialistas
La búsqueda identitaria ha estado frecuentemente atravesada por concepciones estéticas y esencialistas presentes en las construcciones culturales, que asumen la presencia de atributos intrínsecos generando una doble reducción: por un lado simplifican la complejidad cultural a rasgos tipificados y por otra parte limitan la condición identitaria una función representacional.
Definir lo popular “como uso y no como origen, como hecho y no como esencia, como posición relacional y no como sustancia” (Cirese 1981, 55), desplaza el foco de la búsqueda de orígenes hacia la exploración de prácticas contemporáneas: lo popular relaciona más con un modo específico de hacer caracterizado por procesos de hibridación y resignificación, que por un catálogo fijo de estéticas.
Waisman (1993), desarrolla también una crítica esencialista desarticulando la creencia en atributos arquitectónicos inmutables, al reconocer la disciplina como práctica situada temporalmente. Las fórmulas estéticas que caen en "estériles repeticiones" suponen apropiaciones descontextualizadas que, despojadas de su sentido original, funcionan como símbolos identitarios vacíos. De este modo, se invierte la relación entre presente y pasado: en lugar de comprender las lecciones históricas desde lo contemporáneo, el neopopulismo proyecta categorías fijas sobre realidades cambiantes. La congelación identitaria transforma por tanto la arquitectura en representación escenográfica de autenticidades prefabricadas.
Esta perspectiva desmitifica los procesos de producción cultural basados en la recuperación de lenguajes “auténticos”, puesto que estas supuestas autenticidades son construidas retrospectivamente.
3.3. Dispositivos de exotización y neutralización
La definición del "otro exótico" que determina los aspectos de la alteridad desde una perspectiva dominante (Augé 2000), se manifiesta en las diferenciaciones Norte-Sur, donde las expresiones latinoamericanas son frecuentemente apreciadas precisamente por sus carencias. De este modo, se genera un repertorio de "efectos de identidad" que son asumidos globalmente como marcadores de autenticidad.
Esta condición se da a través de dos mecanismos: el acercamiento reduce las otras culturas a variaciones superficiales de un modelo universal, identificando similitudes que permiten su incorporación al sistema global, y el distanciamiento que exotiza al otro convirtiéndolo en espectáculo (Martín-Barbero 2022). Ambas operaciones, aunque aparentemente opuestas, neutralizan las diferencias culturales auténticas.
Como consecuencia de estas nociones surge lo que Gerardo Mosquera (2009) denomina "paradójico autoexotismo", donde lo latinoamericano internaliza y reproduce activamente su condición de alteridad. La construcción del "otro exótico" ya no requiere imposición externa, sino que actua mediante una especie de autopoiesis donde el sujeto subalterno define su singularidad según parámetros hegemónicos predefinidos. La eficacia de estos mecanismos radica en su capacidad de transformar la neurosis identitaria —esa "neurosis de la identidad que no está curada por completo"— en instrumento operativo. No se responde a demandas externas, sino que se anticipan, produciendo de manera preventiva ciertos imaginarios de autenticidad. Estos imaginarios constituyen construcciones sociales que condicionan la percepción arquitectónica, donde el pintoresquismo funciona como dispositivo de exotización. Esta dinámica revela una mutación fundamental: los agentes se vuelven conscientes de su propia espectacularización, donde "el arte latinoamericano ha dejado de serlo, y ha devenido más bien arte desde América Latina" (Mosquera 2009, 5). El "desde" encubre una producción orientada hacia expectativas globales predefinidas y consolida un sistema de legitimación internacional.
3.4. El síndrome de lo auténtico y la ratonera de la identidad
En este sentido, una parte considerable del panorama arquitectónico latinoamericano de las últimas décadas se ha caracterizado por una búsqueda de singularidad disfrazada de identidad, que busca producir efectos de reconocimiento inmediato. Enlazando en con lo que Pierluigi Nicolin denomina como “síndrome de lo autentico”, “como signo de pertenencia, como imitación perfecta de un ethos o búsqueda de mitos ancestrales, como pintoresco o artesanal, ha puesto en marcha un gigantesco proceso de falsificación comparable sólo al provocado por las leyes de conservación” (Nicolin 1990). Las referencias vernáculas se producen de un modo autoconsciente y se incorporan a los circuitos globales. De este modo, la “autenticidad” se convierte en una construcción estratégica que responde más a expectativas externas que a condiciones contextuales.
Esta condición cristaliza en la metáfora de Rem Koolhaas que conceptualiza la identidad como “ratonera en la que cada vez más ratones tienen que compartir el cebo original” (Koolhaas 2014, 38). Es decir, la búsqueda identitaria, en lugar de producir una caracterización coherente genera homogeneización, puesto que a medida que más arquitectos abusan de la misma identidad regional, esta se vacía de contenido. La identidad no opera como fundamento generativo, sino como limitación que restringe el campo de acción arquitectónica. Este grupo de arquitectos queda atrapado en la obligación de producir “arquitectura latinoamericana reconocible”.
El abandono del centro propio que Waisman (1993) advertía, ya no se manifiesta en la producción sistemática determinada “desde” el exterior, sino en la creadión efectos identitarios dirigidos “hacia” coordenadas externas. Esta pérdida de interioridad convierte la expectativa global en estrategia proyectual, donde la conciencia cultural se transforma para consumo global.
La identidad, concebida originalmente como afirmación de diferencia, se convierte en mecanismo de alienación. Estas arquitecturas que se presentan como alternativas al mainstream global, evidencian cómo el capitalismo contemporáneo no trabaja mediante la imposición de lo homogéneo sino a través de la producción de diferencias controladas, a través de una suerte de estrategias neopopulistas.
El tránsito desde las tensiones teóricas hacia su materialización práctica evidencia cómo las contradicciones propias del proyecto identitario latinoamericano han sido metabolizadas por una generación de arquitectos posterior que, lejos de resolverlas, las han instrumentalizado. Esta transformación de la contradicción en estrategia constituye el núcleo proyectual del neopopulismo arquitectónico. Donde los pensadores previos veían dilemas que demandaban reflexión crítica, algunos practicantes contemporáneos encuentran oportunidades de capitalización simbólica.
4. Neopopulismos arquitectónicos: Manifestaciones contemporáneas del fenómeno
4.1. Genealogía y caracterización del fenómeno
La crisis financiera global de 2008 generó una serie de transformaciones ideológicas que cristalizaron en una recuperación de un valor de austeridad como respuesta disciplinar de un capital en apuros: “a partir de la recesión económica de 2008, la actitud “menos es más” ha vuelto a ponerse de moda, defendida, esta vez, por críticos, arquitectos y diseñadores con un tono ligeramente moralista” (Aureli 2016, 7-8).
La mutación del principio miesiano, de postulado estético a imperativo económico, representa un leit motiv para las oficinas que emergen con fuerza en torno a los años 2010 y que capitalizan esta nueva sensibilidad donde, “lo que exigen las medidas de austeridad del capital es que la gente haga más con menos" (Aureli 2016, 10-11).
La disciplina experimentó una transformación brusca donde la austeridad surgió no tanto como reflexión crítica, sino como mecanismo de adaptación. Este cambio disciplinar invirtió los valores profesionales y las prácticas orientadas hacia el reconocimiento mediático fueron, reemplazadas por una retórica moralizante que condenaba retroactivamente el período precedente. Sin embargo, estas transformaciones discursivas fueron superficiales, anticipando que el aparente arrepentimiento colectivo encubría una adecuación oportunista a las nuevas condiciones de mercado (Toca 2010). Es decir, la austeridad funciona menos como convicción ética que como estrategia de supervivencia profesional, y no termina de resolver las contradicciones estructurales de la práctica arquitectónica contemporánea.
La trayectoria del populismo al neopopulismo arquitectónico reproduce fenómenos similares al campo político. Al igual que los neopopulismos políticos adoptaron políticas neoliberales conservando retóricas nacionalistas (Demmers, Fernández Jilberto y Hogenboom 2001), la arquitectura neopopulista asume las lógicas de mercado global a la vez que abandera discursos de autenticidad local y —en múltiples ocasiones— compromiso social. Esta contradicción no constituye una anomalía sino el modus operandi característico.
Este neopopulismo arquitectónico latinoamericano, que a diferencia del populismo tradicional que buscaba conexión directa con imaginarios populares nacionales —habitualmente con voluntad política—, trabaja en un medio transnacional donde lo “local” funciona como marca diferenciada en mercados globalizados.
Los antecedentes pueden rastrearse en la progresiva banalización de las búsquedas identitarias arquitectónicas. Mientras los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana representaban esfuerzos intelectuales por construir un pensamiento arquitectónico propio y autónomo, el panorama contemporáneo evidencia un empobrecimiento del debate teórico. En la actualidad la difusión arquitectónica se desarrolla fundamentalmente a través de una primacía de lo visual en detrimento del debate ideológico. La ausencia de reflexión crítica no es circunstancial sino característica, y propicia una prosperidad del neopopulismo que sustituye el análisis riguroso por narrativas acríticas e imágenes seductoras. Actúa simultáneamente en discursos aparentemente contradictorios. Promueve formas de vida comunitaria a la vez que desarrolla marcas personales (individuales); alude a saberes tradicionales mientras forma parte de los circuitos globales. Estas contradicciones definen su naturaleza comunicativa.
4.2. Estrategias de producción simbólica
4.2.1. Estética de la precariedad como valor semiótico
La pobreza constituye una frontera de autenticidad de la cual han surgido en numerosas ocasiones expresiones culturales genuinas. Su raíz de autenticidad reside en el hecho de quedar fuera de toda sospecha de artificio o simulación (Diez 2008). Esta condición, ha sido identificada por el neopopulismo arquitectónico, convirtiéndola en material simbólico explotable. Si en el pasado materiales como el adobe o la quincha eran rechazados por representar un retroceso frente a las aspiraciones de modernidad (Dreifuss-Serrano 2019), actualmente el fenómeno se ha invertido: de estigma a emblema. La precariedad abandona así su carácter contingente para convertirse en producción deliberada. Esta operación transforma la escasez de limitación fáctica en recurso simbólico, donde la precariedad ya no significa carencia sino capital cultural.
Esta transformación de la escasez material en valor estético busca producir condiciones de precariedad con fines estéticos y mercantiles: “la estetización de la pobreza se ha convertido en un modus vivendi, en un reclamo, en un negocio” (Massad 2018). El bambú, el adobe y los materiales “reciclados” funcionan como símbolos de autenticidad, compromiso social y sensibilidad ecológica (Fig. 1). La precariedad se convierte en capital simbólico de cara a los medios internacionales. Esta estética de la precariedad busca efectos visuales específicos como texturas rugosas, ensamblajes rudimentarios y cromáticas terrosas, invirtiendo la lógica tradicional en la que la innovación técnica y la calidad material era un valor añadido.
A través de esta inversión semiótica, lo precario deja de significar carencia para convertirse en lenguaje de autenticidad y compromiso. Las "técnicas baratas de construcción" ya no representan restricciones sino supuestas declaraciones éticas que producen proyectos que "resuelven momentáneamente problemas de la economía política, pero que naturalizan la precariedad de la vida cotidiana" (Boano y Vergara Perucich 2016, 37). La estetización de la pobreza opera mediante una doble lectura: primero convierte la escasez en estilo, luego presenta este estilo como solución. El resultado es una arquitectura que celebra estéticamente aquello que debería cuestionar estructuralmente. El ascetismo arquitectónico surge así, como legitimación moral de una austeridad auto-impuesta.
La arquitectura resultante define un espacio de representación donde la austeridad constructiva se convierte en símbolo identitario. De este modo, se establece una nueva economía simbólica en la cual "los materiales 'pobres' se convierten en signos de autenticidad para el mercado global" (Del Valle y Bonasorte 2019). Esta operación no es meramente estética sino profundamente ideológica, ya que transforma las condiciones estructurales de desigualdad en repertorios consumibles. Esta condición pone de manifiesto el carácter fundamentalmente banal de estas operaciones: no se trata de una valoración integral de las culturas constructivas populares, sino de una utilización visual que exhibe solo elementos traducibles al vocabulario estético global.

Fig. 1. Estrategias de estetización de la precariedad: repertorio material y efectos visuales La articulación rudimentaria entre pilares de madera irregular y cubierta de ladrillo con juntas exageradas materializa la estetización de la precariedad como estrategia de diferenciación cultural y capital simbólico. Fuente: elaboración propia
4.2.2. Sostenibilidad epitelial
En muchos casos, la construcción narrativa que reemplaza a la condición proyectual, se asienta sobre una pseudo-sostenibilidad en la que se inventan y sobre todo se exhiben procesos de circularidad construidos artificialmente, que funcionan como mecanismos publicitarios de compromiso ambiental más que como estrategias efectivas de sostenibilidad (Fig. 2). Esta condición responde también a una voluntad de contemporaneidad donde se pretende responder al “espíritu del tiempo” caracterizado por una sostenibilidad global. Esta referencia, junto con la evocación identitaria presenta a estos proyectos simultáneamente como contemporáneos y tradicionales, globales y locales.
La sostenibilidad en estos casos funciona como un velo que cubre contradicciones estructurales sin resolverlas, evadiendo cuestionamientos fundamentales sobre los modelos de desarrollo que perpetúa: “la suposición de que el objeto debe cumplir un estándar de sostenibilidad nos distrae de la pregunta más fundamental de si el objeto es necesario en primer lugar" (Till 2012).
La crisis ambiental planetaria, innegablemente real y urgente, se convierte en un recurso discursivo que desvía la atención desde transformaciones estructurales necesarias hacia gestos simbólicos superficiales. La sostenibilidad funciona como mecanismo de legitimación, simulando una responsabilidad ecológica donde la exhibición de procesos circulares —en muchos casos— artificialmente construidos reemplaza el cuestionamiento de los modelos de desarrollo subyacentes.
Tanto la escasez de la vegetación, como la contaminación de los mares, el calentamiento global y los deshielos masivos que conlleva, son sin duda realidades preocupantes que requieren de cambios de actitud por parte de todos los ciudadanos y gobiernos, pero es importante no ser presa de mensajes equívocos que no contribuyen a dar soluciones a los problemas, sino solamente a lucrar con la situación de emergencia que vivimos a nivel planetario (Rocha 2019).
Este mecanismo no es neutral, sino que legitima la continuación de modelos inherentemente insostenibles bajo la coartada del "desarrollo sostenible", término que Till identifica como "un oxímoron insalvable". Es decir, esta estrategia en el fondo coopera con agendas de control— en las que los recortes ambientales se producen generalmente en los contextos de mayor escasez— perpetuando las desigualdades mientras proyecta una imagen de responsabilidad ambiental.

Fig. 2. Proceso de “circularidad”: la sostenibilidad funciona como mecanismo mediático. Fuente: elaboración propia.
4.2.3. Apropiación cultural arquitectónica
La apropiación de características constructivas y/o espacialidades vernáculas es otro mecanismo característico. Mientras la arquitectura vernácula se define como fundamentalmente anónima, producto de la “actividad espontánea y continua de todo un pueblo” (Rudofsky 1964, 4), estos neopopulismos invierten esta lógica extrayendo elementos formales específicos para emplearlos como vocabulario estético de autor. Los saberes constructivos tradicionales, desarrollados durante generaciones como respuestas específicas a condiciones materiales y climáticas particulares, se ponen al servicio de la exotización mediática. Esta estrategia no es un diálogo cultural o temporal sino una forma de apropiación simbólica, reducida a efectos visuales. La quincha o el bahareque son empleados como productos estéticos, transformando una técnica constructiva comunitaria en una marca de autoría reconocible.
Si bien esta operación despoja elementos formales y técnicas constructivas de su sentido original para emplearlos de manera descontextualizada como elementos de singularidad al servicio de la difusión, el caso más agudo este fenómeno es cuando esta apropiación es estrictamente discursiva, generando una desconexión total entre la retórica y la práctica, y en la que arquitectura —sin rastro de ningún elemento vernáculo— pone de manifiesto la operación de apropiación cultural como estrategia puramente narrativa. Lo "vernáculo" se transforma así en marca de autenticidad que añade valor al proyecto mientras vacían de contenido las prácticas apropiadas.
Esta manera de hacer neopopulista contemporánea actualiza y amplifica lo que Waisman identificó como la condición espuria del neo-vernaculismo, esas "formas espúreas que, por su carácter nostálgico, no pueden contribuir a la construcción de una identidad" (1993, 105). Si el neo-vernaculismo del siglo XX operaba mediante la reproducción nostálgica de estéticas tradicionales, el neopopulismo arquitectónico perfecciona esta estrategia extractiva transformándola en dispositivo de acumulación simbólica: ya no se trata de la mera repetición estética sino de una muestra de “los usos banalizantes de lo popular o de lo autóctono convertido en consumo multicultural” (Del Valle y Bonasorte 2019, 12). Es decir, la instrumentalización sistemática de los valores vernáculos como capital cultural, que se convierten en significantes vacíos en la economía global.

Fig. 3. La resignificación de técnicas constructivas tradicionales como estrategia de diferenciación cultural. Fuente: fotografía del autor.
4.3. De la resistencia al mainstream
4.3.1. Fagocitación por el imaginario arquitectónico internacional y dinámicas neoliberales
En la actualidad, la escena mediática arquitectónica está determinada fundamentalmente por plataformas digitales cuyo alcance trasciende exponencialmente el de las publicaciones académicas, configurando una fractura clara division entre los modos de legitimación disciplinar. Esta escisión entre audiencias —generalistas, se podría decir, y académicas— propicia el protagonismo de espacios como ArchDaily —plataforma hegemónica con millones de visualizaciones mensuales— que presentan un catálogo aparentemente heterogéneo, pero operan mediante patrones editoriales que construyen narrativas dirigidas tanto sobre la producción global como sobre la latinoamericana.
Estas estrategias retóricas articulan tres operaciones fundamentales: la inversión semiótica del déficit donde términos como "escasez" experimentan una reconversión positiva hacia ventajas creativas; la construcción de autenticidad que presenta las limitaciones materiales como catalizadoras de arquitecturas más "genuinas"; y una exaltación moral que posiciona la precariedad como superioridad ética (Fig. 3).

Fig. 4. Topics y artículos relacionados en plataformas digitales. Las categorías editoriales revelan la intención discursiva de posicionar a Latinoamérica como territorio de experimentación desde la precariedad. Fuente: elaboración propia a partir de fragmentos extraídos de ArchDaily.com.
El tránsito de figuras inicialmente periféricas a referentes globales, demanda de una negociación donde los arquitectos deben medir cuidadosamente su “otredad”, suficientemente diferenciada para distinguirse y suficientemente similar para ser comprensible. En estos casos el origen periférico funciona como capital simbólico. Uno de los principales efectos es que, el circuito arquitectónico global ha encasillado a la producción latinoamericana categorías específicas basadas en clichés como “arquitectura social”, “diseño participativo” y “construcción comunitaria”. Estas categorías funcionan como una suerte de taxonomías que predeterminan los modos de visibilidad limitando la exploración. Este proceso reorganiza las especificidades locales según lógicas globales. Los elementos distintivos son amplificados para convertirse en marcas de identidad consumibles, mientras la heterogeneidad de las prácticas latinoamericanas es reducida a narrativas simplificadas que encajen en expectativas predefinidas sobre lo que debe ser la arquitectura del “Sur”.
Un aspecto característico de este fenómeno es su capacidad de autoperpetuación. Las oficinas que han logrado posicionarse mediante estas estrategias se convierten en modelos referenciales para las generaciones emergentes, que encuentran en ellos no solo inspiración proyectual sino una hoja de ruta para el éxito profesional. Los jóvenes arquitectos, enfrentados a un mercado laboral precarizado y a la necesidad de visibilidad en un campo saturado, replican asiduamente estas fórmulas. La proliferación de estas prácticas en plataformas digitales —donde la arquitectura se reduce a su dimensión más fotogénica— acelera este proceso de mimesis acrítica y las redes sociales funcionan como catalizadores de esta homogeneización. Se construye así un círculo vicioso donde el neopopulismo no solo se mantiene, sino que se intensifica.
Es necesario señalar que esta hegemonía mediática genera un efecto de ocultamiento sobre otras prácticas contemporáneas latinoamericanas que operan desde lógicas alternativas. Existen oficinas que desarrollan investigaciones proyectuales rigurosas, exploraciones espaciales complejas y aproximaciones críticas al territorio sin recurrir a la instrumentalización escenográfica de la identidad. Sin embargo, estas prácticas permanecen invisibilizadas o con una presencia mucho en los circuitos de difusión internacional. La fagocitación del campo discursivo homogeneiza la producción y establece un régimen de visibilidad que excluye sistemáticamente a aquellas que no se ajustan a las taxonomías predefinidas.
Esta condición encuentra su respuesta crítica en una intervención de Rodolfo Santamaría durante el XVIII SAL (Chiloé, 2024), quien cuestionaba lúcidamente cómo determinadas estrategias —sobre todo materiales— confieren automáticamente la etiqueta de "latinoamericano" a ciertas producciones, reduciendo la complejidad identitaria a marcadores estéticos predefinidos. La preocupación de Santamaría revela cómo los dispositivos mediáticos digitales no operan como meros canales de documentación sino como mecanismos que predeterminan qué constituye lo "auténticamente" latinoamericano en los circuitos globales de acumulación simbólica (Fig. 4).

Fig. 5. Paradójicamente, el XVIII SAL promovió como muestra profesional más representativa la "Exposición de Arquitectura Latinoamericana en Madera", concretando la automatización identitaria que Santamaría denunciaba. Fuente: el autor.
4.3.2. La paradoja del compromiso social: explotación laboral en la arquitectura neopopulista
Una contradicción estructural se manifiesta en proyectos que se difunden bajo etiquetas de “arquitectura social” o “comprometida”, pero se sustentan en prácticas laborales que reproducen las desigualdades que pretenden combatir. Obras aclamadas por su sensibilidad social dependen de la mano de obra precarizada ya que en muchos casos la viabilidad económica de estos proyectos requiere la reducción de costos laborales. Estas dinámicas ponen de manifiesto un vaciamiento de lo “social” como categoría ética, reducida a estrategia comunicativa que ignora deliberadamente las condiciones de producción proyectual y material, puesto que visibilizar las condiciones reales desarmaría la coherencia narrativa que sustenta el valor ético simbólico de estas arquitecturas.
La crisis económica de 2008 sirvió como legitimación de nuevas formas de precarización laboral en la arquitectura. La celebración acrítica de que arquitectos que "apenas logran pagar el arriendo" continúan desarrollando prácticas colectivas (Tan 2015), convierte la supervivencia económica en narrativa proyectual. Esta normalización de la precariedad se articula mediante la figura del "colectivo" que se presenta como estructura horizontal pero que en multiples ocasiones —no siempre— encubre dinámicas de explotación. El eufemismo del "intercambio de trabajo" legitima la ausencia de remuneración, mientras términos como "comunalización" y "metodologías transversales" funcionan como elementos discursivos que esconden la reproducción de lógicas neoliberales de flexibilización extrema. Si bien este fenómeno presenta características globales, ha experimentado un crecimiento diferencial en América Latina durante la última década. La paradoja se evidencia cuando el compromiso social declarado requiere de la explotación de quienes lo producen, convirtiendo la precariedad laboral en condición necesaria para la viabilidad de la "arquitectura social".
La brecha paradójica entre retórica social y condiciones materiales de producción evidencia cómo “mientras que los arquitectos y diseñadores hoy están preocupados de sus agendas sociales, rara vez evalúan críticamente su propia práctica, en relación a los modos de producción"(Boano y Vergara Perucich 2016, 39). La ceguera selectiva hacia las propias prácticas laborales no constituye un descuido sino un requisito funcional de un modelo en el que el compromiso social funciona como pantalla ideológica que legitima la precarización del trabajo arquitectónico, convirtiendo la explotación en sacrificio necesario para el bien común. Es decir, en realidad no constituye una ruptura con el sistema neoliberal sino una sofisticación en la que la precariedad se transmuta en virtud proyectual mientras las condiciones estructurales de desigualdad permanecen intactas.
4.3.3. La arquitectura como simulacro de desarrollo económico
La instrumentalización de proyectos emblemáticos como supuestos catalizadores de transformación económica deriva en muchos casos en lógicas que producen edificios espectáculo sobredimensionados y desconectados de sus realidades contextuales. Esta “metástasis de iconos” (Fernández-Galiano 2016, 39) que tradicionalmente se ha asociado a proyectos de grandes presupuestos construidos bajo lógicas mercantiles, ha terminado por extenderse también a este tipo de proyectos. En muchos casos estos proyectos generan expectativas desproporcionadas de transformación que raramente se materializan.
Las promesas formuladas por Juan Ignacio Vidarte, director del Museo Guggenheim de Bilbao —situar ciudades en el panorama internacional, utilizar la arquitectura como catalizador de transformación metropolitana, reorientar economías urbanas, mejorar la imagen exterior y recuperar la autoestima poblacional— determinaron a inicios de siglo, un paradigma de arquitectura como dispositivo de redención territorial. Las transferencias de este modelo hacia contextos latinoamericanos pusieron de manifiesto tempranamente ciertas contradicciones, donde la arquitectura no podía operar como "redentor" de problemáticas estructurales profundas (Hernández Martínez 2002). Sin embargo, estas mismas intenciones fueron adoptadas y adaptadas escalar —proyectos de menor tamaño— y contextualmente —desplazadas desde contextos metropolitanos hacia territorios rurales— y la promesa de regeneración comunitaria sustituye las aspiraciones urbanas bajo retóricas de participación y sostenibilidad.
La arquitectura se vuelve un simulacro en un sentido baudrillardiano[1], en el que la imagen del progreso sustituye al progreso mismo. La arquitectura se vuelve así instrumento de legitimación que naturaliza condiciones de precariedad mientras las presenta como etapas hacia un futuro desarrollo perpetuamente diferido. El simulacro opera precisamente en esta disyunción en la que los proyectos presentan la austeridad impuesta como inversión social, donde las carencias actuales se justifican como semillas de prosperidad: "el ascetismo se convierte en una forma de vida en la que el sacrificio y el trabajo duro se consideran los cimientos necesarios para los ingresos y el consumo futuros" (Aureli 2016, 45). Las estrategias proyectuales se vuelven estrategias económicas que proyectan una narrativa de responsabilidad social (Fig. 5).

Fig. 6. Simulacro económico: la arquitectura como dispositivo que proyecta una imagen de desarrollo económico por sí misma apoyado en estrategias discursivas características. Fuente: elaboración propia.
4.3.4. El papel legitimador de premios y bienales: la consagración del simulacro
El circuito de legitimación global del neopopulismo arquitectónico encuentra en las bienales internacionales su mecanismo de consagración definitiva. Estos eventos se han convertido en gran media en plataformas donde estos neopopulismos se exhiben como vanguardia ética. La Bienal de Venecia de 2016, comisariada por Alejandro Aravena, bajo el lema "Reporting from the Front", marcó un punto de inflexión en estos procesos. La muestra difundió estas prácticas como respuesta arquitectónica a las crisis contemporáneas. El "frente" del que se reportaba se basaba fundamentalmente en la romantización de la precariedad, presentada como virtud proyectual.
Más que representar un anti-starquitectismo, el programa de la Bienal expone una total separación de la arquitectura del pensamiento radical, materializado en una autonomía formal que reduce el alcance disciplinar, aceptando acríticamente el statu quo, disfrazado de compromiso social. Se convierte en un dispositivo que legitima la producción neoliberal de la arquitectura, excluyendo categóricamente lo político de la mirada del diseñador, disminuyendo ambiciones de calidad, desviando la atención con llamados al pragmatismo, la urgencia y la necesidad de actuar (Boano y Vergara Perucich 2016, 44).
El poder de los galardones y participación en eventos de esta relevancia radica no solo en la consagración individual sino en su capacidad de establecer paradigmas disciplinares que se repliquen globalmente. Los reconocimientos operan como legitimación, transformando la precariedad en prestigio y la austeridad en distinción. La escala planetaria de estos mecanismos asegura que el modelo autoproclame como nueva ortodoxia arquitectónica.
En la actualidad estas dinámicas de legitimación se entrecruzan y en multiples ocasiones los mismos proyectos transitan recursivamente entre plataformas de consagración regional y global. Sirva como ejemplo,el proyecto ganador del premio panamericano de la XXIV Bienal de Arquitectura Panamericana de Quito 2024 que simultaneamente forma parte de la exposición del Pabellón Francia en la Biennale di Venezia 2025, evidenciando la retroalimentación entre instancias aparentemente autónomas. Premios como el BancaStato Swiss Architectural Award 2024 materializan esta paradoja: instituciones del Norte Global celebran y premian condiciones arquitectónicas que resultarían inadmisibles en sus propios contextos.
Las carencias del Sur son transformadas en lecciones para el Norte. Se configura así una economía simbólica donde la precariedad del Sur alimenta la buena conciencia del Norte. Estos discursos curatoriales funcionan como aparato de legitimación blindando estas prácticas ante cuestionamiento crítico. Cabe mencionar que, si bien en este texto se está reflexionando sobre prácticas del “sur” enfocadas en un contexto latinoamericano, no son exclusivas del mismo y se pueden ver en otros continentes como el africano, el asiático e incluso se puede ver una traslación directa en algunas prácticas de Europa y Norteamérica. Es decir, en este momento, estas prácticas son características, pero no exclusivas.

Fig. 7. Sistema de producción simbólica: las estrategias de estetización de la precariedad, pseudo-sostenibilidad y apropiación cultural se convierten de legitimación, retroalimentando el ciclo. Fuente: elaboración propia
La acumulación de estas estrategias neopopulistas (Fig. 6) define un panorama donde las categorías fundamentales del pensamiento arquitectónico latinoamericano han sido sistemáticamente invertidas. Esta inversión no es casual ni circunstancial, sino que responde a una lógica precisa: la transmutación de la resistencia cultural en dispositivo de manipulación simbólica. El regionalismo crítico de Frampton (Frampton 1983), que establecía un marco teórico para articular prácticas de resistencia, se ha convertido en su contrario: un regionalismo a-crítico que reproduce las lógicas que pretendía combatir. La siguiente sección examina precisamente esta inversión sistemática, revelando cómo cada categoría ha sido vaciada y refuncionalizada al servicio del neopopulismo arquitectónico.
5. Hacia un Regionalismo a-crítico tardío
El texto canónico “Towards a critical regionalism” publicado por Kenneth Frampton en 1983, que proponía una práctica arquitectónica de resistencia que mediase entre la racionalidad técnica universal y las especificidades culturales del lugar, fue en su momento un marco teórico valioso, aunque desde una posición hegemónica, ayudó a entender las derivas del momento sin caer en nostalgias folklóricas ni en la aceptación acrítica de la homogeneización. Sin embargo, también ha sido revisado y criticado tanto por autores latinoamericanos como de otras latitudes. Una de las divergencias fundamentales con el contexto latinoamericano, radicaba en sus planteamientos ideologicos: mientras Frampton articulaba el regionalismo crítico como mediación dialéctica ante la crisis de la modernidad, el debate latinoamericano equiparaba modernidad con importación cultural (Malecki, 2014). Paradójicamente, el intento de valorizar arquitecturas periféricas terminó reforzando las dinámicas de consagración del star system arquitectónico (Piffano-Oliveira y Alves-Peixoto, 2023, 2023).
El regionalismo latinoamericano, pese a sus pretensiones emancipatorias, solo logró invertir la valorización entre centro y periferia sin desarmar la estructura misma de dependencia. El regionalismo crítico se convirtió así en un dispositivo acrítico, preparando el terreno para las instrumentalizaciones neopopulistas posteriores.
Los análisis subsiguientes, ponen de manifiesto como el tránsito hacia un regionalismo a-crítico tardío propio de la condición contemporánea, que caracterizan estos populismos y que se define por una inversión sistemática de las categorías fundamentales que planteaba Frampton transmutando cada elemento de resistencia.
Cultura y Civilización reconfigurados: Frampton establecía una dialéctica donde “la civilización ha estado principalmente relacionada con la razón instrumental, mientras que la cultura se ha dirigido a los detalles de la expresión” (Frampton 1983, 19). Sin embargo, la cultura ha sido integrada en los mecanismos mediáticos capitalistas. Las manifestaciones culturales que Frampton identificaba como fuentes de resistencia, han sido convertidas en mercancías culturales. El adobe ya no es un material constructivo ligado a saberes locales sino un símbolo de autenticidad. Lo comunitario no surge de formas de vida colectivas, sino que es proyectado para evocar comunitarismo. La cultura, lejos de resistir a la civilización técnica, se ha convertido en su producto más mediático.
Persistencia y Simulacro de la Vanguardia: la vanguardia, identificada por Frampton como espacio agotado para el desarrollo de resistencias, experimenta en el contexto latinoamericano una metamorfosis. Si la vanguardia histórica había perdido su capacidad crítica al ser absorbida por la racionalidad instrumental, el neopopulismo arquitectónico constituye una forma de post-vanguardia que aparenta radicalidad mientras actúa dentro de lógicas hegemónicas. Si la vanguardia histórica era rupturista, el neopopulismo busca la aceptación mediante la corrección política; la vanguardia desafiaba convenciones burguesas, el neopopulismo las asume bajo discursos progresistas; la vanguardia imaginaba futuros alternativos, el neopopulismo estetiza presentes precarios. Los arquitectos neopopulistas no producen teoría sino narrativa de modo que la crítica es reemplazada por el marketing de conciencia social.
Del Regionalismo Crítico al Localismo Globalizado: la propuesta de "mediar el impacto de la civilización universal con elementos derivados indirectamente de las peculiaridades de un lugar particular" ha sido negada por la situación contemporánea, puesto que no hay encuentro entre lo universal y lo particular sino producción de singularidades desde paradigmas universales. El localismo globalizado busca la codificación de diferencias locales en formatos globalmente legibles. Se trata de producciones de localidad según expectativas internacionales. Los materiales son seleccionados por su imagen. Ya no se trata simplemente de simular autenticidad sino de producir nuevas autenticidades, pero vacías. La autenticidad material forzada coexiste con la inautenticidad contextual.
Desaparición de la resistencia Forma-Lugar: la concepción de Frampton del límite como elemento donde “comienza la presencia” proponía una dialéctica entre forma arquitectónica y lugar, que permitiría a la arquitectura “resistir el flujo procesual sin fin de la Megalópolis” (Frampton 1983, 27) mediante el arraigo a condiciones locales. La contemporaneidad pone de manifiesto que no es tanto el lugar el que informa la forma sino las expectativas formales globalizadas. Los proyectos neopopulistas demuestran una obsesión por exhibir una relación con el contexto basada en fórmulas de contextualismo artificial. El lugar se vuelve escenografía de arquitecturas que podrían ubicarse en múltiples contextos con ajustes estéticos menores.
De la mediación Cultura-Naturaleza a su instrumentalización: la mediación entre cultura y naturaleza que proponía Frampton propiciaba el desarrollo de arquitecturas adaptadas en contraposición a la homogeneización global. El neopopulismo instrumentaliza elementos naturales que funcionan como recursos subordinados a la construcción de discursos de sostenibilidad. La naturaleza no es una condición con la cual negociar sino un repertorio de efectos visuales. Las arquitecturas neopopulistas no responden al clima, sino que lo performan; no se adaptan a la topografía, sino que la escenifican.
Primacía de lo Visual sobre lo Táctil: la propuesta de “leer el entorno en términos distintos a los de la vista” (Frampton 1983, 31) se plantea como resistencia a la espectacularización. Las cualidades hápticas de los materiales, las experiencias antropo-sensoriales del espacio conformarían dimensiones irreductibles a la imagen. El neopopulismo invierte esta jerarquía. Las cualidades táctiles son diseñadas para su difusión fotográfica. Las texturas del adobe, las tramas del bambú o las superficies irregulares del ladrillo artesanal son amplificadas por su condición visual. La experiencia espacial está subordinada a la producción de imágenes que comuniquen tactilidad sin requerir contacto físico.
6. Americopolitanismo arquitectónico: del colapso del Regionalismo Crítico a las arquitecturas insurgentes
La situación contemporánea revela una contradicción fundamental respecto a los postulados que propiciaron el pensamiento arquitectónico latinoamericano más lúcido del siglo XX. Donde Marina Waisman proponía la construcción de una arquitectura divergente capaz de generar sus propios valores, encontramos prácticas que buscan obsesivamente la convergencia con expectativas predefinidas. Donde los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana imaginaban espacios de reflexión autónoma, proliferan estrategias de inserción acrítica en circuitos internacionales. Donde O'Gorman denunciaba la invención de América como construcción colonial, asistimos a una auto-invención que replica y profundiza las lógicas coloniales bajo discursos pseudo-progresistas.
Este fenómeno, iniciado alrededor de 2010 y que tiene cada vez más vigencia que no cesa de expandirse, representa no solo una distorsión de los ideales emancipatorios sino su subordinación más sofisticada. La "modernidad apropiada" de Fernández Cox deviene en tradicionalismo con tintes mediáticos; la "arquitectura divergente" se reduce a un pintoresquismo globalizado; la búsqueda de autonomía se transforma en dependencia de la validación internacional.
Mientras el pensamiento arquitectónico de las décadas de 1980 y 1990 construía laboriosamente categorías teóricas para pensar la especificidad latinoamericana, el neopopulismo opera mediante la producción industrial de estéticas estratégicas. Cada proyecto es una imagen de autenticidad prefabricada, cada discurso una variación sobre temas preestablecidos: lo comunitario, lo sostenible o lo participativo. La complejidad teórica es sustituida por la comunicación visual.
Paradójicamente, la producción discursiva de estas oficinas mediáticas pone de manifiesto la ruptura fundamental con las genealogías intelectuales precedentes. Mientras los arquitectos de generaciones anteriores articulaban su práctica proyectual con una reflexión teórica sostenida sobre la identidad, los exponentes del neopopulismo arquitectónico han sustituido la construcción conceptual por la proliferación comunicativa. Las publicaciones bibliográficas y audiovisuales quizás hayan perdido relevancia, pero no han desaparecido funcionan fundamentalmente como dispositivos autorreferenciales cuya función primordial es la amplificación mediática de su producción. Se configura así un aparato discursivo que opera mediante la saturación visual y narrativa, donde la repetición de imágenes y relatos sustituye la elaboración conceptual, y donde la viralización reemplaza la reflexión. Esta inversión de prioridades —de la construcción teórica a la multiplicación mediática— revela la naturaleza instrumental de estas prácticas, donde el pensamiento arquitectónico es subordinado a las lógicas de circulación del capital simbólico.
El cierre de este texto no puede ser conclusivo en sentido tradicional. El colapso contemporáneo del Regionalismo Crítico no debe verse como un fracaso sino como apertura de posibilidades, una vez que la arquitectura se ha liberado de la obligación de abanderar o resistir identidades. La cuestión no es cómo definir lo latinoamericanos sino cómo activar el potencial específico de la región. La ratonera de la identidad puede transformarse en un laboratorio de subjetividades múltiples. No se trata de rechazar las condiciones contemporáneas sino de encontrar sus intersticios.
El colapso del Regionalismo crítico plantea el fin de la resistencia en favor de la insurgencia. Mientras la resistencia presupone un territorio a defender y una identidad a preservar, la insurgencia es móvil y transformadora. No afirma identidades, sino que las performa.
Si el Regionalismo Crítico formulaba sus preceptos desde una posición supuestamente exterior, su inversión evidencia que tal posición era ficticia. En este sentido, resulta útil establecer una distinción entre estrategias —cálculos desde posiciones propias— y tácticas —operaciones sin lugar propio que deben aprovechar ocasiones— (De Certeau 2000), de modo que se pueda plantear un abordaje contemporáneo sobre la necesidad desarrollar tácticas operando dentro de condiciones dadas en lugar de construir nuevas estrategias.
La propuesta de una arquitectura “americopolitana”[2] podría ser una alternativa tanto al universalismo como al localismo pseudo-identitario, reconociendo que toda identidad latinoamericana es producto de influencias múltiples e hibridaciones superpuestas. La consideración del “americopolitanismo” no debe leerse como una superación de la identidad en un sentido, sino que plantea una multiplicidad identitaria donde los sujetos habitan simultáneamente lo local y lo global, así como lo tradicional y contemporáneo, sin que estas condiciones generen contradicciones existenciales y reconociendo que América Latina es un espacio constituido por múltiples estratos y flujos.
7. Referencias
ArchDaily. 2024. “7 Latin American Architecture Firms that Achieve More with Less.” 3 de junio. https://www.archdaily.com/1017021/7-latin-american-architecture-firms-that-achieve-more-with-less.
ArchDaily. 2025. “From Root to Roof: In Venice, ArchDaily Highlights Restorative Emerging Practices.” 22 de mayo. https://www.archdaily.com/1030386/from-root-to-roof-in-venice-archdaily-highlights-restorative-emerging-practices.
Augé, Marc. 2000. Los no lugares. Espacios del anonimato: Una antropología de la sobremodernidad. Barcelona: Gedisa.
Aureli, Pier Vittorio. 2016. Menos es suficiente. Barcelona: Gustavo Gili.
Boano, Camilo, y Francisco Vergara Perucich. 2016. “Bajo escasez. ¿Media casa basta?” Revista de Arquitectura 21, no. 31: 37–46.
Cirese, Alberto Mario. 1981. “Sobre el concepto de cultura popular.” Hueso Húmero, no. 8: 48–63.
De Certeau, Michel. 2000. La invención de lo cotidiano. I. Artes de hacer. México: Universidad Iberoamericana, Departamento de Historia.
del Valle, Laura, y Lucía Bonasorte. 2019. “Arquitectura y cultura en Latinoamérica: Experiencias en archipiélago.” AREA-Agenda de Reflexión en Arquitectura, Diseño y Urbanismo: 1–14.
Demmers, Jolle, Alex E. Fernández Jilberto, y Barbara Hogenboom. 2001. “The Transformation of Latin American Populism: Regional and Global Dimensions.” In Miraculous Metamorphoses: The Neoliberalization of Latin American Populism, edited by Jolle Demmers, Alex E. Fernández Jilberto, y Barbara Hogenboom, 1–21. London: Zed Books.
Diez, Fernando E. 2008. Crisis de autenticidad: Cambios en los modos de producción de la arquitectura argentina. Buenos Aires: Donn.
Dreifuss-Serrano, Cristina. 2019. “Huachafo as a Reading Key for Self-Building Housing: Study on the Formal and Social Aspects of Informal Architecture in Metropolitan Lima (Perú).” Arquiteturarevista 15 (2): 291. https://doi.org/10.4013/arq.2019.152.05.
Fernández Cox, Cristián. 1989. “Modernidad apropiada.” Arquitecturas del Sur 5, no. 14: 2–5.
Fernández Retamar, Roberto. 1971. Calibán. Apuntes sobre cultura en nuestra América. La Habana: Editorial Diógenes.
Fernández-Galiano, Luis. 2016. “Anthropocene, Fifteen Theses.” Arquitectura Viva 189: 17–47.
Frampton, Kenneth. 1983. “Towards a Critical Regionalism: Six Points for an Architecture of Resistance.” In The Anti-Aesthetic: Essays on Postmodern Culture, edited by Hal Foster. Port Townsend, WA: Bay Press.
García Canclini, Néstor. 1990. Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. México: Grijalbo.
Koolhaas, Rem. 2014. Acerca de la ciudad. Barcelona: Gustavo Gili.
Malecki, Juan Sebastián. 2021. “Modernidad, identidad y arquitectura: Los debates regionalistas en América Latina (1983–1989).” Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas. Mario J. Buschiazzo 51 (1): 1–11.
Martín-Barbero, Jesús. 2022. “Globalización y multiculturalidad.” Comunicación, no. 47. https://doi.org/10.18566/comunica.n47.a07.
Martínez, Ana Hernández. 2002. “El efecto Guggenheim-Bilbao en Latinoamérica: Medellín ciudad Botero. Un proyecto cultural para la paz.” Artigrama 17: 149–76.
Massad, Fredy. 2018. “Vivimos narcotizados por ideas blandas y zombis que siguen retornando con la etiqueta de ‘nuevas’.” Entrevista realizada por Andrés Carretero. CTXT, 21 de marzo. https://ctxt.es/es/20180321/Culturas/18573/fredy-massad-arquitectura-critica-iberoamerica-neopopulismo-norman-foster.htm.
Mbembe, Achille. 2021. Out of the Dark Night: Essays on Decolonization. New York: Columbia University Press.
Mosquera, Gerardo. 2009. “Contra el arte latinoamericano.” Conferencia en el Centro Cultural España, Córdoba.
Nicolin, Pierluigi. 1994. “Critical Internationalism.” In Anyway, edited by Cynthia C. Davidson, 92–97. New York: Rizzoli.
O’Gorman, Edmundo. 2006. La invención de América. México: Fondo de Cultura Económica.
Oliveira, Thaís Pinheiro, y Paulo Afonso Peixoto. 2025. “A transição teórica de Kenneth Frampton: Regionalismo crítico, tectônica e forma transcultural.” Revista de Arquitectura 30 (48): 218–35. https://doi.org/10.5354/0719-5427.2025.78037.
Paz, Octavio. 2015. El laberinto de la soledad. Postdata. Vuelta a El laberinto de la soledad. México: Fondo de Cultura Económica.
Quijano, Aníbal. 1988. Modernidad, identidad y utopía en América Latina. Lima: Sociedad y Política Ediciones.
Ricoeur, Paul. 1965. History and Truth. Evanston: Northwestern University Press.
Rocha, Lorenzo. 2019. “La ecología como propaganda: El greenwashing en la arquitectura y el arte.” Código: Arte-Arquitectura-Diseño, 5 de noviembre. https://revistacodigo.com/greenwashing-emergencias-ecologicas/.
Rudofsky, Bernard. 1964. Architecture without Architects. Garden City, NY: Doubleday & Company.
Tan, Pelin. 2015. “Arquitectura tras la crisis: Un viaje por las prácticas de comunalización contemporáneas.” ARQ (Santiago) 91: 114–21. http://dx.doi.org/10.4067/S0717-69962015000300018.
Till, Jeremy. 2012. “Scarcity contra Austerity.” Places Journal, October. https://doi.org/10.22269/121008.
Vega, Luz Stella Zamudio. 2013. “Arquitectura y turismo: La arquitectura como reclamo turístico.” Urbano 16 (28): 58–67.
Waisman, Marina. 1990. “Cuestión de divergencia: Sobre el regionalismo crítico.” Arquitectura Viva 12: 36–41.
Waisman, Marina. 1993. El interior de la historia: Historiografía arquitectónica para uso de latinoamericanos. Bogotá: Escala.
Zambrano, María Rosa. 2015. “Discursos latinoamericanistas en los debates arquitectónicos de la década de 1980: Los seminarios de Arquitectura Latinoamericana (SAL).” Cuaderno de Notas 16: 39–53.
Breve CV
Enrique Ferreras Cid es Arquitecto por la Universidad de Valladolid. Candidato a Doctor en Arquitectura por la Universidad de Alcalá de Henares, desarrollando investigación sobre sistemas abiertos de residencia colectiva. Miembro de DOCOMOMO Capítulo Ecuador. Ha sido profesor en la Universidad de las Américas (2015-2016) y actualmente es profesor titular en la Universidad Internacional SEK (2016-presente) en las áreas de proyecto, historia y teoría de la arquitectura. Ha publicado artículos indexados, así como varios capítulos de libros, tanto individualmente como en coautoría, centrados en las áreas de teoría, proyecto y crítica arquitectónica. Trabaja como proyectista y actualmente es cofundador del estudio de arquitectura M+E.