Esteros del Iberá. Entre la poesía ambiental y la práctica posthumana / Iberá Wetlands. Between environmental poetry and posthuman practice / Estuários do Iberá. Entre a poesia ambiental e a prática pós-humana
Gómez Sierra, Carlos Manuel 1
Recibido:27/05/2025
Aceptado: 26/08/2025
DOI: https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2025.i40.08
Resumen
Los Esteros del Iberá provincia de Corrientes, República Argentina —es un laboratorio en donde explorar las conexiones entre la ecología, la cultura y la justicia centrales al marco epistemológico del Sur Global, a partir de teorías que circulan en torno a su paradigma. Estas, a su vez, encuentran eco en propuestas poéticas surgidas del corazón mismo de los Esteros, encarnadas por la metafísica y surrealista poesía de Francisco Madariaga, poeta e hijo de esta particular geografía acuática. Estas interconexiones y trasvasamientos entre teorías globales y poéticas locales se presentan y postulan como estrategias posibles para una mejor comprensión de los fenómenos actuales desde una mirada local, determinada por sus particulares entrelazamientos entre lo humano y lo no humano en el marco del capitaloceno.
Palabras clave: Sur global, posthumanismo, capitaloceno, poética, naturaleza.
Abstract
The Iberá Wetlands —Corrientes Province, Argentina— is a laboratory for exploring the connections between ecology, culture, and justice central to the epistemological framework of the Global South, based on theories that circulate within its paradigm. These, in turn, find echo in poetic proposals emerging from the very heart of the Wetlands, embodied by the metaphysical and surrealist poetry of Francisco Madariaga, a poet and son of this particular aquatic geography. These interconnections and transfers between global theories and local poetics are presented and proposed as possible strategies for a better understanding of current phenomena from a local perspective, determined by the particular intertwining of the human and the nonhuman within the framework of the Capitalocene.
Keywords: global south, posthumanism, capitalocene, poetics, nature.
Resumo
O Pantanal de Iberá —Província de Corrientes, Argentina— é um laboratório para explorar as conexões entre ecologia, cultura e justiça, centrais à estrutura epistemológica do Sul Global, com base em teorias que circulam em torno de seu paradigma. Estas, por sua vez, encontram eco em propostas poéticas que emergem do próprio coração dos Esteros, personificadas pela poesia metafísica e surrealista de Francisco Madariaga, poeta e filho desta particular geografia aquática. Essas interconexões e transferências entre teorias globais e poéticas locais são apresentadas e postuladas como possíveis estratégias para uma melhor compreensão dos fenômenos atuais a partir de uma perspectiva local, determinada por seus entrelaçamentos particulares entre o humano e o não humano dentro da estrutura do Capitaloceno.
Palavras-chave: sul global, pós-humanismo, capitaloceno, poética, natureza.
1. Introducción
El marco epistemológico del Sur Global enfatiza la importancia de los conocimientos locales y tradicionales frente a la hegemonía del conocimiento occidental. En este sentido, los saberes asociados a los Esteros del Iberá[1] y su rica herencia cultural vinculada a las comunidades locales, incluidas las guaraníes, son ejemplos concretos de estos conocimientos que desafían la visión extractivista y centralista asociada a la lógica antropoceno-capitaloceno. Estas comunidades, con sus prácticas y saberes, han garantizado la sostenibilidad de este territorio durante generaciones en una suerte de ecología kincentric[2].
Un espacio de conflicto donde se enfrentan intereses de conservación y de desarrollo en que las riquezas naturales pueden ser vistas como recursos para la explotación económica, ignorando muchas veces su valor intrínseco y su significado para las comunidades locales. Los Esteros del Iberá, como parte de un territorio parcialmente colonizado, han sido observados bajo esta lógica, pero las resistencias locales evidencian la persistencia de otras formas de pensar y vivir más armoniosa y respetuosa con la naturaleza, basada en cosmovisiones indígenas y criollas, como la noción guaraní de teko porã.
Este concepto, fundamental dentro de la cosmovisión del pueblo guaraní, articula dimensiones éticas, espirituales, sociales y ecológicas. Literalmente puede traducirse como “el buen vivir" o "la vida buena", pero su significado va mucho más allá de una condición material. En guaraní, teko significa “modo de ser” o “forma de vivir”, mientras que porã significa “bueno”, “bello” o “armonioso”. Así, teko porã refiere a un modo de vida que implica una existencia equilibrada consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con lo sagrado, tanto en términos individuales como colectivos (Ministerio de Educación de Corrientes 2022).
En resumen, el sistema de los Esteros del Iberá no solo es un valioso ecosistema, sino un laboratorio en donde poder explorar las conexiones entre la ecología, la cultura y la justicia que son centrales en el marco epistemológico del Sur Global. Con su rica estética y su ética de cuidado, es un campo propicio para imaginar una manera posthumana de habitar el mundo. La conexión sensorial y emocional con el paisaje, junto con prácticas sostenibles y relacionales que en él se desarrollan, ofrecen un modelo posible para superar el antropocentrismo y construir un futuro basado en la coexistencia y el respeto.
Este tipo de práctica encuentra eco y referencia en ejemplos literarios ocurridos y desarrollados en la propia geografía, como la del poeta correntino Francisco Madariaga[3]. Considerado como una de las voces más originales y potentes de la literatura argentina del siglo XX, su obra está profundamente influenciada por los paisajes del litoral argentino, en especial por los esteros y los ríos. Madariaga no solo exploró los paisajes físicos sino también los interiores, reflejando una búsqueda espiritual y existencial. Su poesía, enraizada en lo local, trasciende lo regional para alcanzar un carácter universal y es apreciada por su capacidad de capturar la magia del paisaje correntino y la profundidad de la experiencia humana en él enraizada.
2. Una descripción sistémica de los Esteros del Iberá.
Los Esteros del Iberá, ubicados en la provincia de Corrientes, es uno de los ecosistemas más extensos de Argentina. Este complejo sistema de humedales compuesto de lagunas, embalsados (islas flotantes de vegetación), arroyos y pastizales, es el segundo más grande del mundo después del Pantanal de Brasil, ocupando aproximadamente 12,000 km², cumpliendo una función crítica en la regulación del régimen hídrico colaborando a mitigar inundaciones y sequías[4]. Además, estos humedales contribuyen a la recarga de acuíferos y al procesamiento natural de contaminantes, purificando el agua de manera eficiente (Mitsch y Gosselink 2015) y son importantes sumideros de carbono (hasta 550 toneladas de carbono por hectárea) resultando claves para mitigar el cambio climático y evitando la liberación de gases de efecto invernadero (Ministerio de Ambiente 2020).
Es hogar de una inmensa variedad de flora y fauna además de poseer una marcada cultura local. Su rica biodiversidad incluye más de 350 especies de aves, mamíferos como el carpincho, el ciervo de los pantanos o el aguará guazú, reptiles como el yacaré negro y el yacaré overo, y especies reintroducidas como el oso hormiguero, el guacamayo rojo y el yaguareté. Su relevancia ambiental ha sido reconocida tanto a nivel nacional como internacional debido a los múltiples servicios ecosistémicos que proveen y su incalculable valor para la conservación de la biodiversidad, siendo también un gigantesco reservorio de agua dulce de gran importancia ecológica.
Desde una dimensión institucional forma parte del Parque Nacional Iberá y de la Reserva Provincial Iberá, ambos con diferentes estatus jurídicos en relación con la protección de la naturaleza y las actividades económicas. En los últimos años ha ganado reconocimiento por sus esfuerzos en conservación y reintroducción de especies nativas[5] —algunas en peligro de extinción— además de ser un destino ecoturístico de creciente reconocimiento nacional e internacional, ofreciendo actividades como avistaje de fauna, navegación, trekking y cabalgatas. “Los planes estratégicos fueron cruciales, como las leyes de turismo y el Plan Iberá, que se erigió hace tres gestiones en la principal agenda del Gobierno de Corrientes y también del Gobierno de la Nación” (Ledesma 2021, 29).
Estas actividades económicas de fuerte relación con la naturaleza obligaron a un sostenido trabajo jurídico-institucional a los efectos de establecer un cuidado equilibrio ambiental, situación que fue lograda con notable éxito y permitió integrar a localidades y ciudadanos en economías terciarias como guías turísticos, guardaparques, gastronomía local y ecoturismo, entre otras, aunque también se produjeron procesos de desplazamiento y restricción de usos tradicionales del territorio como la pesca o la caza de subsistencia. Diferente realidad plantean otras actividades de raíz extractivista y relacionadas con la lógica del mercado global del capitaloceno como la forestoindustria y la producción arrocera, generando una tensión ambiental respecto a las políticas adoptadas de producción de naturaleza[6] y generando roces entre los conocimientos locales y los discursos impuestos desde instituciones externas.
Al día de hoy, los diez portales de ingreso a los Esteros del Ibera representan una enorme posibilidad de desarrollo económico y sociocultural para las poblaciones de unos 20 municipios. Pero no siempre fue así. Punta de lanza fueron tal vez los que más sufrieron: los pobladores-mariscadores-arroceros de Colonia Carlos Pellegrini… (Ledesma 2021, 27)
El Iberá, por tanto, no es solo es un espacio de naturaleza exuberante, sino que conforma un centro de enorme importancia cultural. Su relativo aislamiento geográfico preservó prácticas y saberes propios en que múltiples actantes, humanos y no humanos, desarrollaron durante siglos particulares modos de relación con características únicas. Los mismos, amenazados durante décadas por un extendido sentido del progreso antropocéntrico, encuentran hoy plataformas institucionales que colaboran en su preservación y potenciamiento positivo. Es así que los habitantes originarios y tradicionales del Iberá —población compuesta por descendientes guaraníes, criollos mestizos y comunidades rurales— desarrollaron a lo largo de generaciones una forma de vida profundamente adaptada al entorno, caracterizada por el conocimiento situado, la oralidad y un conocimiento ecológico profundo. Este entrecruzamiento dio lugar a un tipo de comunidad semi-aislada, con una identidad territorial fuerte y modos de conocimiento funcionales a la vida en el humedal. Las figuras del “mariscador”, el “canoero” o el “curandero” encarnan estas formas de conocimiento híbrido y situado. Un saber que constituye parte del patrimonio inmaterial regional y que puede inscribirse en el marco de una “ecología de saberes” (Sousa Santos, 2018). “En este contexto, brotó desde la zona un desafío actual y futuro que incluye, además de la protección de su fauna y flora, el desarrollo económico de la microrregión y el impulso de uno de sus activos más importantes: la gente que los habita“. (Ledesma 2025, 23).

Fig. 1. Vista aérea de los Esteros del Ibera, provincia de Corrientes, República Argentina. Autor: Edwin Harvey.
3. Los Esteros como realidad multidimensional
Los Esteros son ese lugar donde la interacción sensorial con el paisaje invita a involucrarse de manera profunda y directa con lo no humano. El contacto visual con animales locales, el sonido de las aves, el vuelo de los insectos y la sensación del agua o del viento, generan un tipo de conocimiento que no es solo intelectual, sino corporal. Acá la poesía de Madariaga es un poderoso vehículo de expresión, una experiencia sensorial que diluye la centralidad del sujeto humano y su percepción dominante. Estas experiencias, que trascienden la mera racionalidad, permiten comprender lo humano como un cuerpo poroso y afectado por flujos externos. En los Esteros lo humano es transformado por el entorno, generando una subjetividad que se construye en relación con otros seres.
Explorando la experiencia sensorial y la relación humana con el paisaje, es posible apreciar la transformación de la concepción tradicional del ser humano como "sujeto separado", invitándolo a percibirse como parte de un ensamblaje más amplio, en el cual los límites entre humano y naturaleza se desdibujan, dialogando con la idea de subjetividades múltiples y redefiniendo la percepción de lo humano como parte de un ensamblaje ecológico.
Acá el paisaje no es un objeto pasivo que se contempla desde afuera, es un entorno activo que interactúa y responde. Las aguas que reflejan el cielo o los movimientos de la vegetación cuando un animal se desplaza propone la experiencia de un enfoque en donde lo humano y lo no humano son parte de un enjambre de relaciones. Un ejemplo concreto es la navegación por los canales del Iberá; mientras la canoa se desliza, agua, plantas y animales no solo existen como paisaje, sino que son agentes que configuran la experiencia, condicionando la percepción.
Por tanto, el paisaje deja de ser un telón de fondo para convertirse en un ensamblaje de elementos de múltiples naturalezas. Su percepción no es estática ni unilateral: el visitante experimenta el Iberá como un campo de interacciones multisensoriales, donde lo humano deja de ser un ente autónomo para ser un nodo en una red dinámica de afectos, flujos y relaciones. Una constelación de actantes en donde la experiencia directa puede despertar una ética del cuidado.
La cercanía física y afectiva con el entorno permite percibir las necesidades y vulnerabilidades del ecosistema. La afectividad hacia lo no humano fomenta una ética que trasciende las divisiones entre especies y fomenta el respeto y la responsabilidad hacia la vida en todas sus formas, generando experiencias que descentran al humano como sujeto de poder, sino moldeado por sus relaciones con lo no humano inspirando una manera otra de habitar el mundo.

Fig. 2. Irupé en los Esteros del Iberá. Autor: Edwin Harvey.
4. Paisaje, posthumanismo y sujeto expandido. Rosi Braidotti y Francisco Madariaga
Francisco Madariaga es considerado una de las voces más originales y potentes de la literatura argentina del siglo XX. Su obra está profundamente influenciada por los paisajes del litoral argentino, en especial esteros y ríos, marcando su poesía con imágenes vibrantes y profunda conexión con la naturaleza y la cultura criolla y guaraní.
Su potente visión de los Esteros, donde cielo, agua y vida se fusionan en una única manifestación vital, puede interpretarse como una práctica estética posthumana. Esta experiencia desafía las jerarquías entre lo humano y el entorno natural, presentando a sus habitantes como un componente más de un paisaje vivo. Su poema El Iverá: una comarca de la poesía propone una aproximación sensible de características post antropocéntricas: “El sistema de esteros es un reinado de aguas madres laterales, centrales, verticales, horizontales, y hay aguas que hasta andan por los aires, o por debajo de otras aguas, en los más profundos bajofondos independientes!...” (Madariaga 2016, 139).
Y más adelante…
… Y sus hombres del estero, cuidadores ignorantes de esta tarea de belleza que les ha deparado el destino. Algunos de ellos ex bandoleros, ya mansos; otros, elementos de viejas políticas con sangre, que huyeron de los poblados o de los campos, en las cambiantes situaciones políticas.
Otros, allí nacidos y crecidos… (Madariaga 2016, 139-140)
Aquí aguas, islas, arboles, humanos y sus particularidades culturales se manifiestan como un todo irreductible, “como piezas fundamentales de un presente sostenible” (Braidotti 2020, 11). Es por ello posible establecer un nexo conceptual, desde la poesía de Madariaga, entre los Esteros del Iberá y la teoría del posthumanismo ya que ambos universos comparten una crítica al humanismo eurocéntrico, la colonialidad del saber y proponen la necesidad de abrir nuevas formas de pensamiento que trasciendan los límites del sujeto humano moderno, blanco y occidental.
Sin embargo, también manifiestan tensiones conceptuales e ideológicas. Mientras las epistemologías del Sur Global parten de una recuperación de los conocimientos situados en las comunidades históricamente marginadas —situación que se presenta en el ecosistema Iberá—, donde la memoria colectiva y la resistencia local son fundamentales, Braidotti también valora los conocimientos situados en dinámicas globales, enfocando lo posthumano como categoría universal de interconexión. Igualmente se verifica un foco de tensión en la posición que adquiere la tecnología en el sistema conceptual; mientras Braidotti ve en ella un potencial emancipador, en el marco teórico del Sur Global las críticas a las tecnologías están más ligadas a sus usos extractivistas, coloniales o desiguales.
Braidotti enfatiza que el posthumanismo desafía la idea del antropocentrismo, promoviendo una visión en la que los humanos son parte del entramado de la vida en el planeta, tal como se aprecia en la poesía de Madariaga. En él los Esteros, como ecosistema, encarnan esta interdependencia entre especies en constante interacción con el entorno; ejemplo tangible de que no hay jerarquías entre lo humano y lo no humano, todo coexistiendo en redes de interdependencia.
Esta posición, basada en la hibridación y la multiplicidad, propone superar dualidades como naturaleza-cultura o humano-animal. Los Esteros son ese espacio donde las dualidades se disuelven, en donde la interacción entre comunidades locales y entorno natural es posible. Aquí lo cultural y lo natural se entrelazan en diferentes grados de eficacia ambiental si sumamos a la ecuación la problemática de ciertas acciones económicas imbricadas en el capitaloceno. Sin embargo, los esfuerzos realizados en el manejo sostenible de los recursos y las iniciativas de conservación son ejemplos de cómo las actividades pueden integrarse en el sistema de manera no expoliadora.

Fig. 3. Lapacho en flor en los Esteros del Iberá. Autor: Edwin Harvey.
5. Materia vibrante y poesía viviente. Jane Bennett y Francisco Madariaga
La poesía de Madariaga puede también aproximarse a otras categorías teóricas que dialogan lateralmente con el entramado epistemológico del Sur Global como es el caso de la teoría de la materialidad viva de Jane Bennett. Esta, presentada en su obra Materia Vibrante (Bennett, 2022), complementa tanto la estética de Madariaga como las ideas de Braidotti. Bennett propone que toda la materia —humana y no humana— posee una vitalidad intrínseca, desafiando la visión mecanicista de la naturaleza como algo pasivo y dominado por el ser humano.
Este enfoque puede enriquecer la lectura poética al resaltar la agencia de elementos naturales descritos en la obra del poeta correntino. Madariaga otorga vida, movimiento y significación a los elementos del paisaje, mostrando cómo el entorno no es un fondo estático sino un agente activo, una materialidad vibrante. Esto resuena con la teoría de Bennett, que sostiene que la materia tiene su propia capacidad para actuar y afectar. Por ejemplo: “Aguas, hembras de los estrellones / que de la sangre beben otra imagen de agua / y un esteral con la mirada de toda el alba” (Madariaga 2016, 447).
En estos versos, las "aguas" y los "estrellones" son más que objetos naturales, son entidades activas dotadas de agencia, que actúan e inciden. Desde la perspectiva de Bennett, estas imágenes pueden interpretarse como representaciones de una materialidad viva, donde cada elemento del ecosistema ejerce una fuerza en el ensamblaje del Iberá. La teoría enfatiza la idea de una agencia distributiva en la que todos los agentes intervinientes coparticipan en procesos materiales. Esto se evidencia en otros versos de Madariaga que conectan al ser humano con el movimiento del paisaje, como cuando escribe: “Sigamos, que estamos recibiendo el bautismo de caridad brutal y libre de los montes adatilados, y del agua caliente que sale de la boca del irupé, esa planta-curandera que anda por las aguas, esa barcaza redonda y natural…” (Madariaga 2016, 447).
Aquí, el verbo plural "sigamos" indica que el humano no actúa de manera aislada, sino en sinergia con el entorno. Bennett describe esta dinámica como una red de actores que comparten el poder de transformación. Su noción de ensamblaje puede verificarse en la descripción del Iberá propuesta por Madariaga. Los Esteros son un conjunto de fuerzas materiales interconectadas: montes, agua, plantas, animales y humanos, construyendo a una visión del paisaje como una totalidad. La idea de “agua caliente que sale de la boca del irupé” sugiere una agencia que no depende del humano para existir, pero que lo integra como una presencia metafórica. Bennett enfatiza que reconocer esta vitalidad de la materia puede cambiar la forma en que los humanos se relacionan con el entorno.
La poesía de Madariaga y la teoría de Bennett se implican mutuamente en una ética relacional basada en el reconocimiento de mutuos agenciamientos, subrayando una ética con y hacia el entorno, una perspectiva que nace de un reconocimiento de la vitalidad de la materia y de la responsabilidad compartida en el entorno entre múltiples actores. En este sentido, la poesía se alinea con la idea de que los humanos poseen un papel central en el accionar para mantener la cohesión y vitalidad de los sistemas en que habitan.
La poesía de Madariaga entraña el carácter vibrante de la materia a través de su lenguaje. Sus imágenes poéticas —montes adatilados, planta-curandera, barcaza redonda y natural —son expresiones que capturan la vitalidad señalada por Bennett. Este vibrar del lenguaje refuerza la idea de que los humanos perciben la agencia de la materia y que son transformados por ella. El diálogo entre las propuestas de Madariaga y Bennett permite una comprensión más profunda de los Esteros como un espacio donde la humanidad y la naturaleza coexisten en ensamblajes éticamente significativos.

Fig. 4. Familia de carpinchos en los Esteros del Iberá. Autor: Edwin Harvey.
6. Animismo, territorio y memoria. Ailton Krenak y Francisco Madariaga
Desarrollando estas ideas en un marco comparativo más amplio con otras teorías relacionadas con las epistemologías del Sur Global, la obra de Madariaga, especialmente su poema Carta desde el Iberá a un tropero del Pantanal del Mato Grosso, ofrece una rica intersección con las perspectivas filosóficas de Ailton Krenak, describiendo un encuentro entre ambas configuraciones acuáticas:
El agua sangra al ras de todo lo que no está desgraciado,
hierven las animas y se escucha una balada de aguatrino que cantan:
un bandolero, un canoero y un tropero que pasa
con una tropilla suicida que sobrenada. (Madariaga 2016, 336).
Y más adelante expresa: “Mulatita del oro del agua matogrossa / huérfana correntina vestida con telas de las hadas…” (Madariaga 2016, 336).
El señalamiento de Madariaga de que “hierven las animas” nos plantea la posibilidad de un acercamiento a una dimensión análoga propuesta por Krenak quien considera al animismo como base de la conexión con el entorno desde la perspectiva de la cosmovisión indígena, teniendo a este principio como fundamental para fomentar una relación armoniosa y sostenible con el entorno. Al reconocer a ríos, montañas y selvas como seres vivos, promueve una ética de cuidado y responsabilidad hacia el planeta, enfatizando la interconexión y el respeto hacia todos los seres y elementos de la naturaleza bajo el concepto de alianzas afectivas cuando expresa:
“…y fui a experimentar la danza de las alianzas afectivas, que me envuelve en una constelación de personas y seres en la cual yo desaparezco: ya no necesito ser una entidad política, puedo ser solo una persona dentro de un flujo capaz de producir afectos y sentidos (Krenak 2024, 84-85).
En su obra Ideas para posponer el fin del mundo (Krenak 2021), critica la visión occidental que separa a la humanidad de la naturaleza, promoviendo una comprensión en la que humanos y agentes naturales comparten una misma esencia vital, destacando que el animismo es una forma de vida que influye en las prácticas culturales, sociales y políticas de las comunidades indígenas. Esta perspectiva desafía las nociones occidentales de progreso y desarrollo, proponiendo alternativas basadas en la convivencia respetuosa con la naturaleza, re-imaginando nuestra relación con el mundo y abogando por una visión que reconozca la interdependencia y el valor intrínseco de todos los seres que conforman el entorno.
En su poema, Madariaga describe una fusión entre el ser humano y el entorno natural, una visión que resuena en la filosofía de Krenak, enfatizando que la vida es trascendencia y unidad con el mundo natural: “Se trata de sentir la vida en otros seres, en un árbol, en una montaña, en un pez, en un pájaro, e involucrarse en eso. La presencia de los otros seres no solo se suma al paisaje del lugar que habito, además modifica el mundo (Krenak 2024, 107).
Krenak, al igual que Braidotti abogan por una subjetividad que emerge de la interrelación humano-no humano, y Madariaga lo expresa al enfatizar la interconexión entre el ser humano y el paisaje, invitando a imaginar modos de habitar que superan las dicotomías tradicionales. Desde una perspectiva posthumana, sus versos pueden servir como un recordatorio de que la naturaleza no es un "otro" separado, sino un entramado del cual los humanos forman parte, proponiendo una sensibilidad ética reconectando con la tierra, el agua y los ciclos vitales.
Los Esteros son un recordatorio viviente de la necesidad de un cambio paradigmático en nuestra relación con el planeta. Como dice Krenak: Mis grandes maestros de la vida son una constelación de seres, humanos y no humanos. (Krenak 2024, 105-106). Esta posición ecosistémica y relacional resuena en la idea abarcadora de Madariaga de concebirse como un criollo del universo, potenciando su mirada y su saber local como posible modelo de acción inserta en y desde el Sur Global.
En su mítico poema declama “Oh, acude a mí, a mi jerarquía de peón del planeta / gaucho con trenzas de sangre, mi padre / y ensíllame el mejor caballo ruano del universo…” (Madariaga 2016, 454).

Fig. 5. Canales, islas y embalsados en los Esteros del Iberá. Autor: Edwin Harvey.
7. Conclusión. Ensamblajes poéticos y teóricos de un territorio viviente
El manejo sostenible y los proyectos de conservación en los Esteros del Iberá son ejemplos claros de una ética que prioriza la coexistencia en lugar de la dominación. Como ejemplo, la reintroducción del yaguareté no es solo un acto de restauración ecológica, sino también una declaración ética: reconoce al animal como un actor con derecho a existir y ser parte de un ensamblaje vital. Un enfoque que aboga por una ética inclusiva hacia todas las formas de vida.
Según Braidotti, el posthumanismo exige una responsabilidad ética hacia lo otro basada en la interdependencia. En los Esteros esta ética se manifiesta en la manera en que las comunidades locales, científicos y visitantes participan en el cuidado del ecosistema. La vivencia de los Esteros no se limita a su belleza escénica, sino que implica una experiencia inmersiva que conecta con el flujo vital de un paisaje marcado por sus aguas, la polifonía de sonidos naturales, la abundancia de vida que se despliega de manera dinámica, pero también por las manifestaciones culturales presentes que se imbrican circularmente en este campo de relaciones como una oportunidad para disolver el ego humano y abrirse a una experiencia de interconectividad radical.
Por tanto, la experiencia de los Esteros ofrece un modelo alternativo que se aleja de la explotación y ofrece mucho más que paisaje exuberante y fauna recuperada. En los últimos años, este ecosistema se ha convertido en el escenario de una transformación ecológica y cultural: un proceso de restauración ambiental y de reintroducción de especies que redefine la relación entre el ser humano y la naturaleza y los marcos epistemológicos desde los cuales se la comprende. En este sentido, la experiencia del Iberá puede leerse como una manifestación concreta de los postulados del Sur Global, donde emergen alternativas al paradigma de explotación que ha dominado históricamente las relaciones entre sociedad y ambiente.
El proyecto liderado por la Fundación Rewilding Argentina[7], en alianza con comunidades locales y actores estatales, ha mostrado que es posible revertir parcialmente los efectos del extractivismo, devolviendo al paisaje su complejidad ecológica y estableciendo un modelo que no se limita a restaurar un ecosistema sino que propone un nuevo modo de habitar el territorio, basado en una gestión participativa que reconoce a las comunidades locales como agentes de saber y cuidado.
Desde el punto de vista del pensamiento del Sur Global —entendido como un campo que problematiza las jerarquías del conocimiento y promueve epistemologías alternativas frente al eurocentrismo dominante—, Iberá constituye un caso paradigmático. Este territorio pone en valor saberes locales, como los de las poblaciones rurales, y se articula con cosmovisiones y políticas económicas no extractivas. La conservación, en este marco es una práctica basada en resistencias locales subviertiendo la dicotomía entre naturaleza y cultura.
En un contexto global marcado por el colapso climático y el agotamiento de los modelos extractivos, experiencias como las desarrolladas en los Esteros del Iberá adquieren relevancia política y simbólica. No se trata solo de conservar especies, sino de re-imaginar otra forma de vivir en un mundo común. Así, el Iberá ofrece un ejemplo tangible de cómo la coexistencia puede convertirse en alternativa, y cómo los márgenes pueden convertirse en centros para pensar el mundo que viene desde el diseño de políticas territoriales, urbanas y agrícolas alternativas.
La obra de Madariaga ofrece un marco perfecto para conectar su experiencia poética con la posición del Sur Global y teorías relacionadas como las desarrolladas. Su lenguaje evoca una fusión donde las fronteras entre se desdibujan, resonando con las ideas de una interconexión radical. En su obra la naturaleza no es un simple escenario para las emociones, sino un sujeto vivo, dinámico e interrelacionado. Esto es evidente en versos como El Camalote: "El camalote es un corazón verde que navega con la fuerza de la eternidad del agua" (Madariaga 2016, 106).
Aquí, el camalote, un vegetal típico de los Esteros, adquiere una agencia poética que lo posiciona como algo más que una planta flotante. Este enfoque rompe con el antropocentrismo y resuena en la idea de un sujeto que emerge de una red de relaciones más amplias. En la poesía de Madariaga los elementos del paisaje y el ser humano parecen fusionarse, como en su poema en prosa Una acuarela móvil, donde manifiesta nexos irreductibles entre naturaleza, cultura, economía y política de la región, en un discurso circular en donde manifiesta un alto grado de equilibrio y coexistencia multidimensional generando una estética de la disolución de fronteras.
Una región aislada, recargada de lagunas con arenas de oro anaranjado y de grandes ríos-esteros, circulares o alargados como frutos tropicales, que se estrangulan de su propia belleza autonómica, y duermen –detenidos o movilmente— una lujosa anacronía de todos los olores y colores; planos bajos de antiquísimos mares retirados, con las orillas cargadas de palmeras celestes, coloradas, verdes, penetrando o saliendo de las aguas (Madariaga 2016, 379).
Aquí el hablante no se sitúa como un observador, sino como un actor que se funde en el paisaje y es parte integral de él. Este tipo de representación se manifiesta como un modelo poético que evoca un profundo respeto por el paisaje. En su obra se percibe un potencial sensible hacia la fragilidad y la belleza de los Esteros, invitando al lector a considerar su propia relación con la naturaleza. En La ventana fluvial dice: "…estoy con el monte al alcance de la mano / Un rio inmenso y rojo" (Madariaga 2016, 398).
Esta imagen otorga al humano una responsabilidad ética, reconociendo su papel activo y sugiriendo una visión en donde todos los sujetos son esenciales para mantener el equilibrio del mundo. La obra de Madariaga, al enfatizar las interconexiones, invita a imaginar modos de habitar que superan las dicotomías tradicionales y sirven como recordatorio de que la naturaleza no es un otro escindido, sino un entramado en donde su poesía propone una sensibilidad que nos reconecta con los ciclos vitales como describe en su poema El paraíso del estero: "…oh rey del mediodía, vuela mi sangre con la tormenta del verano…” (Madariaga, 2016, 430). Aquí el concepto de sincretismo sugiere una presencia que no impone una separación entre humano y naturaleza, sino que busca y expresa una convivencia fluida y respetuosa.
En el mismo sentido, el poema Un palmar sin orillas es una obra esencial para explorar su visión conectada a la experiencia vital del paisaje que se manifiesta como un espacio donde los límites entre cultura y naturaleza se diluyen: "Para nada ni a nadie reconozco en mi memoria / un poder mayor que el agua del País de la Garza Real / o solo tal vez al color del padre muerto..." (Madariaga 2016, 273).
Aquí "un poder mayor que el agua" simboliza la vitalidad y el misterio del ecosistema, pero también su interrelación con el ser humano. La conjugación "reconozco" une la subjetividad humana a todos los elementos en un mismo movimiento sugiriendo una cohabitación, donde lo humano no es una entidad separada, sino una parte del todo. Esto es un rechazo al antropocentrismo, destacando agencias compartidas con dimensiones no materiales, anímicas, como la memoria del lugar a partir del “color del padre muerto”.
A su vez, y a nivel político-ecológico, este enfoque inspira políticas que valoran la agencia de los ecosistemas y las especies no humanas —como ya ocurre con la reintroducción del yaguareté—, el cuidado de especies en peligro de extinción, la negociación ambiental con empresas y emprendimientos extractivistas y turísticos y la conciencia e inclusión de pobladores locales insertos en la lógica de producción de naturaleza como agenciamiento económico sustentable.
La poesía de Madariaga es, por tanto, testimonio de la interdependencia entre el ser humano y el entorno natural. Su lenguaje evoca una experiencia que desborda el antropocentrismo. No solo describe un paisaje, sino que lo transforma en un modelo que celebra la interconexión y la fluidez. Los Esteros del Iberá, como espacio que inspira su obra, es ejemplo tangible de esta visión, mostrando cómo los paisajes pueden ser leídos como ensamblajes donde lo humano no domina, sino que coexiste.
Los Esteros del Iberá, tanto en los poemas como es las teorías visitadas, nos invita a reconocer la agencia de lo no humano en nuestras interacciones cotidianas, a adoptar una ética del cuidado y la sostenibilidad e imaginar nuestra posición como nodos de una red de fuerzas materiales e inmateriales que tienden hacia un pensamiento ecológico integrado.
Tal como sugieren pensadores del Sur Global como Boaventura de Sousa Santos, es necesario "descolonizar el saber" (de Sousa Santos 2014) para imaginar otras realidades posibles y, en tal sentido, la poesía de Madariaga en dialogo con las teorías observadas —posthumanismo de Braidotti, materia vibrante de Bennett, y ética indígena de Krenak— nos invita a re-imaginar nuestra relación con el mundo más allá del antropocentrismo y el capitaloceno. Un enfoque que desafía a reconocer la agencia de seres y materiales, promoviendo un sentido de cohabitación y responsabilidad compartida como un laboratorio viviente para la construcción de una realidad otra: un territorio donde se ensaya un modo distinto de ser y estar que se aleja de la dominación.
8. Referencias
Bennett, Jane. 2022. Materia vibrante: Una ecología política de las cosas. Buenos Aires: Caja Negra.
Braidotti, Rosi. 2020. El conocimiento posthumano. Barcelona: Gedisa.
De Sousa Santos, Boaventura. 2014. Epistemologías del Sur: Perspectivas. Madrid: Akal.
Krenak, Ailton. 2021. Ideas para posponer el fin del mundo. Buenos Aires: Prometeo.
———. 2024. Futuro ancestral. Buenos Aires: Taurus.
Ledesma, Eduardo. 2021. Viaje al país del agua: Esteros del Iberá. Corrientes: Moglia.
———. 2025. El Iberá no tiene misterio: Crónicas y perfiles de tierra y agua. Corrientes: EUDENE.
Madariaga, Francisco. 2016. Contradegüellos I y II. Concepción del Uruguay: EDUNER.
Ministerio de Educación de la Provincia de Corrientes. 2022. Avañe’ẽ del Taragüi: Diccionario guaraní-español y español-guaraní correntino. Libro digital. Ministerio de Educación de la Provincia de Corrientes. https://www.mec.gob.ar/descargas/Documentos/Educacion%20Intercultural%20Bilingue/GUARANI/avane-Diccionario-Guarani-Esp-Esp-Guarani.pdf.
Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda. s. f. Parque Nacional Iberá. Argentina.gob.ar. https://www.argentina.gob.ar/interior/ambiente/parquesnacionales/ibera.
Mitsch, William J., y James G. Gosselink. 2015. Wetlands. Hoboken: Wiley.
Breve CV
Carlos Manuel Gómez Sierra
Arquitecto, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional del Nordeste. Master en Historia, Arte, Ciudad y Arquitectura, Escuela Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona, España. Profesor Titular de Historia y Critica III, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional del Nordeste. Investigador Categoría III, Secretaria General de Ciencia y Técnica, Universidad Nacional del Nordeste. Director del Centro de Investigación en Arquitectura Moderna (CIAM), Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional del Nordeste. Director de Proyectos de Investigación Acreditados, Secretaria General de Ciencia y Técnica, Universidad Nacional del Nordeste. Autor de los libros “La poética del vacío. La experiencia de los patios en las viviendas de la modernidad” (2014) y “Trazas. Ensayos sobre arquitectura y ciudad” (2022). Editorial Moglia, Corrientes, Argentina. Distinción Honorifica “Libertador General San Martín”, Senado de la Provincia de Corrientes, por aportes en el campo de la historia de Corrientes.
[1] El nombre "Iberá" proviene del idioma guaraní y significa "agua brillante".
[2] Enfoque que entiende las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza como parte de una red de parentesco o familia interconectada. Según este enfoque, todas las formas de vida están relacionadas entre sí y tienen roles y responsabilidades dentro de un sistema mayor.
[3] Francisco Madariaga (1927-2000) fue un destacado poeta argentino nacido en Concepción del Yaguareté Corá, provincia de Corrientes y corazón geográfico de los Esteros del Iberá.
[4] El área ha sido reconocida como sitio Ramsar por su importancia internacional en la protección de humedales.
[5] La organización que lidera los procesos de reintroducción de especies en los Esteros del Iberá es la Fundación Rewilding Argentina (antes conocida como Flora y Fauna Argentina y The Conservation Land Trust, CLT)
[6] La producción de naturaleza es una estrategia que busca aumentar la presencia de vida silvestre en un ecosistema y cuidarla para convertirla en un atractivo turístico. En los Esteros del Iberá, el Proyecto Iberá es el origen de este modelo de producción.
[7] https://www.rewildingargentina.org/