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Anduli
Revista Andaluza de Ciencias Sociales
ISSN: 1696-0270 • e-ISSN: 2340-4973
REPRESENTACIONES DE LA COLONIALIDAD:
IDENTIDAD ANDALUZA
REPRESENTATIONS OF COLONIALITY:
ANDALUSIAN IDENTITY
Petra Márquez-Gento
Universidad de Huelva
petra_m_g@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-0517-6318
María Márquez-Gento
Universidad de Huelva
valuna81@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-4040-7422
Resumen
La construcción de identidades subalter-
nas y periféricas durante el colonialismo
hispano durante los siglos XVI-XIX res-
pondía a una supuesta ideología de la
supremacía blanca, la cual excluía a An-
dalucía como componente del proyecto
colonizador. Nuestro objetivo principal es
investigar sobre las representaciones de
la colonialidad en el ámbito de la identi-
dad andaluza. Partiendo de un enfoque
postestructuralista, se aplica una meto-
dología cualitativa que permite interpre-
tar de las representaciones sociales, a
través de los resultados obtenidos por
entrevistas abiertas a 12 personas del
norte de España. Entre los resultados
destaca la opinión de que existe un ele-
mento que contribuye a la (re)estereoti-
pación de la identidad andaluza, que es
su difusión en medios de comunicación.
Se conrma que es posible desvelar las
relaciones de dominación que se produ-
cen entre grupos de personas del norte y
del sur de España a través de las repre-
sentaciones sobre lo andaluz, que sim-
bolizan un proceso de etnicación.
Palabras clave: ciencias sociales, hu-
manidades, colonialismo, colonialidad,
Andalucía
Abstract
The construction of subaltern and
peripheral identities during Hispanic
colonialism in the 16th-19th centuries
responded to an alleged ideology of white
supremacy, which excluded Andalusia as
a component of the colonizing project.
Our main objective is to investigate
the representations of coloniality in the
eld of Andalusian identity. Based on a
post-structuralist approach, we apply a
qualitative methodology that allows us to
interpret social representations through
the results obtained from open interviews
with 12 people from the north of Spain.
Among the results, the opinion stands out
that there is an element that contributes
to the (re)stereotyping of the Andalusian
identity; that is, its diffusion in the media.
It is conrmed that it is possible to
reveal the relations of domination that
occur between groups of people from
the north and south of Spain through
the representations of Andalusia, which
symbolize a process of ethnication.
Keywords: social sciences, humanities,
colonialism, coloniality, Andalusia
Cómo citar este artículo / Citation: Márquez-Gento, Petra; Márquez-Gento, María (2024). Representaciones de la
Colonialidad: Identidad Andaluza. ANDULI 26 (2024) pp. 67-88. https://doi.org/10.12795/anduli.2024.i26.04
Recibido: 22.07.2023 Revisado: 15.01.2024 Aceptado: 13.05.2024
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1. INTRODUCCIÓN Y MARCO TEÓRICO
Este estudio investiga las representaciones de la colonialidad en el ámbito de la iden-
tidad andaluza. La construcción de identidades subalternas y periféricas durante el
colonialismo hispano durante los siglos XVI-XIX respondía a una supuesta ideología
de la supremacía blanca, la cual excluía a Andalucía como componente del proyecto
colonizador. Por ello, se conformó dentro de la propia península un colonialismo in-
terno1 donde el sur (Andalucía) fue considerado como una otredad cultural-territorial
con referencias árabes (africanas) que se oponía a los planteamientos de la Corona
española de los Reyes Católicos.
De ahí, la importancia de centrar nuestra atención en los procesos de etnicación y
estereotipación que sufrieron las personas andaluzas, ya que permite entender la in-
feriorización y subordinación a la que fueron sometidas por la matriz de dominación.
La esencialización de la cultura andaluza a través de la política de identidad llevada
a cabo por la monarquía española se basó, principalmente, en una discriminación
de tipo cultural y religiosa, en tanto tomaban importancia los estatutos de limpieza
de sangre y la categoría de considerarse cristiano viejo. De esta manera, este orien-
talismo, que asocia Andalucía a lo árabe, según Rosón Lorente (2008), alude a la
noción de un “nosotros reconquistadores” como mayoría, al mismo tiempo que se va
conformando la idea de otredad como minoría. Este proceso de heteroetnicación
produce, por un lado, identidades diferenciadas dominadas y, por otro, identidades
predatorias que asumen los privilegios y el poder.
Uno de los elementos más característicos de la colonización hispana fue su condición
imperialista y expansiva en nuevos territorios. Como hemos mencionado, emergió un
colonialismo en la propia península, donde los territorios del sur fueron anexados y
reicados ontológicamente como inferiores.
Las estrategias usadas para implantar la colonización y la colonialidad fueron dos: la
religión católica y la lengua castellana. A lo largo de los siglos, la normalización de la
lengua castellana invisibilizó e inferiorizó el mestizaje lingüístico andaluz, negándole
su valor, su historia y categorizándolo como lengua periférica, sin personalidad cultu-
ral en la construcción del Imperio Español y la Modernidad.
Señalamos que el colonialismo interno en España hizo surgir en las personas anda-
luzas el deseo de eliminar la “sangre andaluza” y todos los atributos de inferioridad
asociados para ser reconocidas como blancas-norteñas. Para ello, lo blanco-norte-
ño aparece como un imán que atrae porque se quiere medrar socialmente, pero al
1 Colonialismo moderno. Se inició en el siglo XVI, fue la expansión impetuosa del capitalismo
y la conquista, la ocupación de las regiones americanas, la extracción desproporcionada de los
recursos naturales, el sometimiento y esclavización de la población indígena y africana. El colo-
nialismo signicó la supremacía de las potencias europeas, la autoridad del capitalismo a escala
planetaria y la opresión de la civilización occidental según las normas de la modernidad.
Colonialidad. Modelo de poder que comenzó con la conquista de América donde la racialización
de las personas y la jerarquía racial penetró todas las relaciones sociales tales como el género,
la clase, el conocimiento, la cultura, etc.
Colonialismo interno. El colonialismo interno se relaciona con la marginalidad, que explica no
sólo la dominación económica y política de unos grupos por otros, sino también la superposición
cultural. Esto es, se entiende que una región o zona de un determinado territorio o Estado se
desarrolla a costa de otra más atrasada y sin posibilidades de progreso. El autor Torres (2017)
apuntala que el concepto de colonialismo interno: “ofrece potencialidad explicativa para fenó-
menos derivados del conicto entre dos culturas, de los cuales se desprenden, por ejemplo, la
discriminación, la exclusión y la invisibilización social. (Torres, 2017:10).
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mismo tiempo, se expulsa y margina porque su condición andaluza no es apta. Efec-
tivamente, así fue como se creó y se mantuvo la jerarquía piramidal social.
Como apuntala Cardona Rodas: “la preocupación por el blanqueamiento y la pureza
de las ramas familiares fue el elemento clave para volver al patrón blanco español.
El mecanismo de blancura norte-centro fue el epicentro sobre el que “giraba la so-
ciedad y la subjetividad colonial” (2017: 576). La posibilidad del blanqueamiento de
la población andaluza perseguía el objetivo de poder integrarse, diluirse en la cultura
hispana hegemónica, siendo el antecedente directo de la inferioridad asumida por las
poblaciones colonizadas.
El usar máscaras blancas, recordando a Fanon, fue el mecanismo que usaban y usan
las poblaciones andaluzas para ser reconocidas dentro de la línea de lo humano y
para escapar del estigma de ser considerados subhumanos o animales incivilizados.
Pero a pesar de ello, las personas seguían y siguen intentando eliminar sus caracte-
rísticas andaluzas, baste observar el habla de los periodistas que presentan teledia-
rios en cadenas autonómicas andaluzas para deducir que: “la cultura del dominador
se convierte en una ‘seducción que da acceso al poder y los grupos subalternos
intentan apropiarse del capital cultural de la blancura y utilizarlo como instrumento de
movilización social” (Castro Gómez, 2005: 90).
Tal y como advierte Rodríguez Illana (2017), la colonialidad del poder se entiende
como la opresión lingüística del grupo etnorracial subordinado y hace alusión al co-
lonialismo psicológico mediante el cual una gran número de personas andaluzas
se esfuerzan por imitar “el acento, la lengua, las costumbres y el modo de vida del
colono, al que consideran como perteneciente a una cultura superior, asumiendo los
prejuicios con los que la colonización cultural ha estigmatizado al Pueblo Andaluz”
(Manzano, 2016: 15-17 citado en Rodríguez 2017:19). Una lengua que es desprecia-
da ya que se asocia a la lengua del territorio inculto, la lengua de las personas gracio-
sas y así se fomenta en los medios de comunicación, principalmente en Canal Sur.
Asimismo, Rodríguez Iglesias (2016) hace un exhaustivo análisis acerca de las políti-
cas lingüísticas españolas en sus orígenes y su relación con el colonialismo-colonia-
lidad y determina que se establece la discriminación en base a un grupo dominado,
los y las hablantes andaluces y andaluzas en general, y un grupo dominante, vincula-
do a las estructuras de dominio político, social, económico, etc. Así, la relación entre
ambos grupos dene al grupo dominado lingüísticamente a una adscripción geográ-
ca determinada en conicto con un grupo dominante, y personas que reproducen
las prácticas del grupo dominante.
Se trata, entonces, de una dominación simbólica. El mismo autor reseña que las
personas andaluzas son un ejemplo de hablantes descapitalizados lingüísticamente,
en un sistema que impone sus normas desde una lógica castellanocéntrica. Esta
losofía jerarquizadora, valoriza los capitales simbólicos de la lengua legitimada que
corresponde con el centro de poder político, económico y militar del Estado, es decir,
Madrid, que históricamente encarna en esencia a Castilla. Andalucía supone la otra
cara de la moneda: el valor de su capital simbólico es desvalorizado.
Lo que hallamos, siguiendo a Rodríguez Iglesias, no es la descripción del habla
de algunos grupos humanos, sino la comparación del habla de un grupo respecto
de otro. Así se inere que a partir de las características del castellano del centro-
norte peninsular se concluya de manera negativa sobre el andaluz. El castellano es
presentado como el Ser, lo que es y sólo puede ser, lo único posible. El andaluz es
presentado como diferente y periférico, como lo que no debe ser.
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Estos privilegios lingüísticos son, en realidad, privilegios sociales y políticos confor-
mados desde una colonialidad del ser, del saber y del poder que, es pilar de la inferio-
rización lingüística de Andalucía. Ello explica que las personas andaluzas padezcan
una discriminación lingüística: “No es que hablemos mal o no hablemos claro: es que
nuestro léxico, nuestra fonética, lo que nos es gramatical e, incluso, fonológicamente
pertinente, para los teorizadores es un algo inferior, un ´sistema roto´, un ‘no sabéis
hablar que intersecciona con otras falacias, que se tienen como verdades” (2016:
222).
El blanqueamiento “a lo norteño” signica estar a la altura de las élites dominantes, y
es usado como una estrategia de adquisición de prestigio que posibilita la movilidad
social y el cambio de status.
Como es sabido, la presencia de culturas africanas en España data de la prehis-
toria: fenicios, íberos, etc., además de una convivencia de más de seis siglos con
población árabe africana; por ello, según relatan Cala C. et al. (2018), la negación de
estas culturas es debido a un proceso de construcción “identitaria de acuerdo a una
desafricanización intencional del concepto de España” (2018: 78).
Esta idea ha sido recogida por Maya Restrepo (2009), adaptando el concepto de
“archivo de inferiorización” de Said, de su obra Orientalismo (1978) para explicar la
relación existente entre conocimiento y poder, siendo una estrategia de dominación
representativa y jurídica que implicaba la construcción de una terminología y unas
imágenes nuevas usadas para determinar los vínculos de poder. Este archivo de
inferiorización justicaba la pretendida superioridad de la población europea norteña
y de la civilización occidental, y la deseada inferioridad de las poblaciones del sur,
surgiendo así una geopolítica que dividía al mundo entre norte y sur. Como sostiene
César Bou: “todo etnocentrismo tiene una racionalidad económica que, en última
instancia, lo justica y sostiene” (2010: 6).
Como bien analiza Ríos (2020), el proyecto político de la Corona española se funda-
mentaba en la lengua castellana como pilar eciente que jerarquizaba y excluía la de
aquellos grupos dominados que dejaba fuera. La misma autora señala que la batalla
de las Navas de Tolosa está considerada, por parte de la historiografía española,
como uno de los puntos culminantes de la mal llamada “Reconquista”, ya que jará
las condiciones para la conquista denitiva de Al-Ándalus en los próximos dos siglos.
Por primera vez los reinos cristianos de la Península se ponen de acuerdo para
conquistar al “otro”, Al-Ándalus en este caso. A partir de las epistemologías del sur y
los estudios andaluces se considera que el año 1492 es el comienzo de la narrativa
de colonialidad en Andalucía, así como el latifundio, además de la primera expresión
civilizatoria del sur de Europa y como primera modernidad. Ríos (2020) se reere al
primer capitalismo andaluz como génesis del sistema-mundo moderno, en contra de
aquellos que lo cifran en el siglo XIX debido a los cercamientos de tierra en Inglaterra.
El proceso de etnicación andaluza, analizado desde la interseccionalidad, debe ser
observado desde la perspectiva de la incipiente identidad propuesta por los Reyes
Católicos (colonialidad del poder) y, además, por la nueva identidad lingüística (co-
lonialidad lingüística), y sus lógicas de dominación que formaban parte del patrón de
poder colonial. Armamos que tras la colonialidad interna de Al-Ándalus se escondía
un proyecto de etnicación y también de racialización, ya que además del nacimiento
de la alteridad y el reconocimiento de esa diferencia, también surgen procesos liga-
dos a asociar rasgos culturales con determinados espacios geográcos.
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Si bien la persona con “pura sangre cristiana” perteneciente al norte de la península
ocupaba un lugar privilegiado en relación con la persona que habitaba en el sur o
identidades no cristianas norteñas, estaban insertas en una jerarquía de diferencia:
(...) 1492 tiene como fecha un signicado en para la Historia de Andalucía, ya
que la mal llamada «Reconquista» y el mal llamado «Descubrimiento» darían lugar
a la idea moderna de España, a la construcción política del Imperio español y a la
construcción losóca y epistémica de la Modernidad, llegada a Europa a través
del 1492 andaluz y latinoamericano. (García Fernández, 2016: 290)
Tal y como asegura García Fernández (2016), la conquista castellana de Al-Ándalus
transforma de manera radical la sociedad andalusí, conformando una entidad his-
tórica que será la Andalucía moderna y contemporánea. Esta Andalucía será en lo
sucesivo sujeto dominado y subordinado a la Corona castellana.
Por tanto, una de las manifestaciones más evidentes de la colonialidad estructural en
Andalucía fue el nacimiento de grandes latifundios en un contexto de subalternidad
que surge con la conquista militar de Al-Ándalus. Asevera García Fernández (2023)
que el argumento de la inferiorización de la cultura andaluza es elemental para com-
prender el modelo de colonialismo interno.
Entre las formas de inferiorización cultural, fundamentalmente coexisten dos estrate-
gias. La negación, aislamiento y eliminación de una determinada expresión cultural,
musical, artística o lingüística. La otra es la folklorización de las manifestaciones cul-
turales de las sociedades dominadas. La estereotipación del folklore se relaciona con
la construcción desde el poder con una serie de atributos culturales que se reprodu-
cen a través de mecanismos gestionados por el poder y que controlan y determinan
cuál es la cultura del subalterno y sus representaciones.
García Fernández (2022) cita a González Ferrín para señalar que Al-Ándalus no se
revela desde los marcos conceptuales propios de la historiografía medievalista y
arabista actual, sino que Al-Ándalus muestra otra historia del sur de Europa y del ori-
gen del sistema mundial a partir de 1492, hasta ahora negada por las historiografías
eurocéntricas y castellanocéntricas.
Aún más, el periodista Manuel Sánchez (2022) asegura que la identidad andaluza se
construye como subjetividad impuesta desde lo externo, desde fuera de Andalucía,
desde una perspectiva exótica y caricaturesca, basada en estereotipos que defor-
man las virtudes y los defectos. Además, haciendo referencia al habla andaluza,
señala que el andaluz “es un acento bellísimo, que no está estropeado, que no hay
que cambiarlo” (2022: 19 julio).
Realiza un análisis de los diversos estereotipos sobre las personas andaluzas:
“nuestras señas identitarias presuponen una desventaja competitiva tratadas desde
el desprecio. Nos han convencido desde fuera de que el andaluz se tenía que sentir
chiquitito” (2022: 19 julio). Aludiendo al colonialismo interno: “A Andalucía no se la
respeta porque es pobre, precisamente esta tierra se ha abusado de ella como mano
de obra para un país entero y se le ha dado látigo con los latifundios desde hace
siglos” (2022: 19 julio). En consecuencia, bajo las narrativas andalufóbicas subyace
siempre una historia de discriminación étnica-cultural.
Estas representaciones de lo andaluz destacan por la oposición que se hace, desde
una perspectiva dominante, con las representaciones de personas del norte penin-
sular, cuyos cuerpos y lenguajes educan en la ideología de la pureza de sangre y
del habla. Por otra parte, el estereotipo se interioriza en las personas andaluzas,
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surgiendo una nueva identidad asumida que acepta todos los códigos eurocéntricos-
norteños y desecha la cultura andaluza a través de un blanqueamiento de lo andaluz
que se asemeje a la cultura hegemónica.
El discurso colonial no sólo despliega los estereotipos de colonizador y colonizado de
manera generalmente antitética, sino que hace uso de los estereotipos de etnia tipo
binario: norte hegemónico / sur periférico. Ahora bien, en cierto modo los procesos
de etnicación andaluza que se desarrollaron en los siglos XV y XVI evolucionaron
hasta convertirse en un racismo cultural que se manifestó en los siglos XVIII y XIX.
Sus ideas se basaban en la jerarquización de la población y en la naturalización de
los rasgos culturales más evidentes de algunos grupos. La ideología racista, tal como
señala París Pombo (2002), expresaba opiniones o prejuicios sobre las inclinaciones
culturales de los pueblos del sur del reino.
En otros casos, la autoridad del poder político y las oligarquías blancas norteñas
provocaban un racismo sistémico sobre las poblaciones del sur de España que atra-
vesaba la sociedad y las instituciones, llegando a transformarse en un racismo sisté-
mico, asumido por el Estado como doctrina ocial.
Aún más, en el imaginario colonial se contextualizaron cuerpos clasicados a través
de procesos inseparables de sexualización y etnicación-racialización. Un punto im-
portante a destacar en la narrativa hispana de los Reyes Católicos fue la legitimación
del cuerpo masculino blanco norteño como cuerpo universal. Los hombres blancos
del norte y centro de la península ibérica fueron atravesados por los procesos de
racialización-etnicación (blanco, del norte) y sexualización (hombres), pero dichos
procesos fueron invisibilizados y convertidos en ley universal.
Tal y como declara Arias Castro (2020), los cuerpos coloniales no solamente hacen
referencia a aquellos que viven oprimidos desde una estereotipia histórica (anda-
luces), sino también aquellos cuerpos que se legitiman por las instituciones como
universales: los cuerpos blancos de hombres del norte que son también categorías
de procesos de etnicación-racialización y representan particularidades. Su univer-
salidad no es real, es construida y, por lo tanto, imaginaria:
la universalidad surge de una especie de ´desracialización`, y `desexualización`
tramposas del sujeto blanco-hombre: los cuerpos que históricamente fueron racia-
lizados y sexualizados como hombres blancos, para diferenciarse de otros cuer-
pos también racializados, como negros e indígenas, y sexualizados, como mujeres
y personas no-heterosexuales, durante la modernidad, fueron ocultando su racia-
lización y sexualización del discurso de las instituciones ociales, para proponerse
como sujeto universal. (Arias Castro, 2020: 293)
Por tanto, los procesos de etnicación/racialización/sexualización de los hombres
blancos del norte fueron borrados del discurso colonial bajo la apariencia de una ob-
jetividad universal. Sin embargo, esta forma de generar conocimiento estaba basada
en una perspectiva marcadamente etnocéntrica que privilegiaba las culturas del nor-
te y centro de la península. Como consecuencia, las características físicas andaluzas
(piel aceitunada, pelo moreno, vestido de gitana, habla andaluza, etc.) se identican
con atributos de inferiorización cultural: pereza, holgazanería, analfabetismo, salva-
jismo, etc., y de esta manera, se construye el cuerpo andaluz como radicalmente
diferente al cuerpo español del norte.
El estereotipo colonial de la persona andaluza se construye sobre un conjunto de
elementos tales como los rasgos físicos, ubicación en el ámbito social, los atributos
morales, la capacidad intelectual representada mediante un habla especíca y el
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conjunto de objetos que insinúan diferentes habilidades (ocupaciones, creencias,
etc.). Por tanto, la idealización del cuerpo blanco norteño y sus descendencias como
proyecto colonial blanco se diferencia de la etnicación del cuerpo andaluz.
La ideología de la colonización se sustentó, pues, en naturalizar la inferiorización y
dominación de las personas andaluzas, esto es, en marcarlas étnica y geopolítica-
mente para situarlas en espacios subalternos en el patrón productivo y reproductivo.
Con respecto a esto mismo, René Peña López (2013) señala que “el paisaje y la
geografía ayuda incluso a situar a las culturas cada vez más en la periferia a medida
que descienden en la escala social, como si su impureza los fuera empujando desde
los cuidados jardines de la élite hasta el medio agreste natural reservado a las per-
sonas inferiores” (pg. 7).
Se esboza, pues, una asociación particular entre los ambientes dentro de casa para
las personas con ascendencia española norteña, y ambientes donde no existe un
hogar propiamente, en calles o rodeados de naturaleza para las personas andaluzas
con mayor desprestigio. Esto signica una exclusión simbólica del territorio, del hogar.
Los estereotipos sobre andaluces tales como el bandolero, el jornalero, el campesi-
no hacen referencia al uso del espacio donde son representados, es decir, al campo,
lo que viene a signicar “un signo distintivo del rango y de la ‘calidad étnica’ de sus
habitantes” (Castro Gómez, 2005: 88). Por tanto, los espacios fueron otra de las es-
trategias utilizadas en la construcción social de la blancura norteña para demostrar
la inferioridad de las subjetividades andaluzas. Además, en el discurso hegemónico
de la blancura.
Castro Gómez (2005) señala que las estrategias usadas por las élites dominantes
para construir la “realidad colonial blanca” fueron el asignar valores denigratorios a
las personas pertenecientes a estas periferias y subalternidades creadas y no atri-
buirles ningún tipo de privilegios, en tanto se consideraban como servidumbre. Un
sistema social etnicado y racializado se construye a partir de procesos de etnica-
ción-racialización en los que las categorías raciales-étnicas-culturales no privilegia-
das son identicadas con atributos estereotipados y estigmatizantes.
Un ejemplo de lo anterior lo constituye lo que podríamos denominar “territorialidad”
de la pobreza asignada a las clases sociales más bajas, y concretamente, a las po-
blaciones andaluzas que se usaron como servidumbre. La exhibición de la blancura
castellana exigía “que una persona tenida como tal debía ocuparse de ‘ocios nobles’
y no de ‘ocios viles y mecánicos’(Juan y Ulloa, 1983 [1826]: 422 citado en Castro
Gómez, 2005: 86). Por ocios mecánicos se entendían los trabajos del campo y de
las minas, etc. y fueron asignados a aquellas poblaciones inferiorizadas.
De este modo, el proceso de etnicación de las personas andaluzas se apoya en tres
criterios, estos son, según relata Brayan Alvarez (2019): la esteriotipación, la violen-
cia simbólica y la deslegitimación.
La estereotipación se entiende como un proceso cognitivo que organiza e incluye la
simplicación de los atributos fundamentales de un grupo humano. La dicultad que
experimentan los estereotipos para el cambio permite que se instauren discursos e
imágenes desde los que se identican a ese grupo especíco de personas frente a
la sociedad.
La violencia simbólica, según la entiende Brayan Álvarez, es aquella violencia in-
consciente que se apoya en las expectativas y creencias sociales dadas, con lo cual
existe una modicación de la dominación-sumisión al plano afectivo, y del poder al
carisma. En efecto, la cultura hegemónica inuye en el conocimiento, la comunicación
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y la diferenciación social, posibilitando un consenso racional-moral a nivel social, y
la reproducción de un orden social determinado, que ubica en la periferia a quienes
no compartan dicha noción hegemónica. Es decir, a través de lo simbólico (escritura,
lenguaje y la imagen), la cultura dominante expande un discurso etnicado.
Y por último, la deslegitimación hace referencia a la supresión y debilitamiento de la
identidad grupal, a “la clasicación de grupos en categorías sociales extremadamen-
te negativas que están excluidas de las normas y valores socialmente aceptables”
(Bastidas & Torrealba citados en Brayan Álvarez, 2019: 31), lo que implica la invisibili-
dad y negación del grupo estigmatizado dentro de la sociedad. Así, las imágenes que
se ofrecen de la población andaluza, sobre todo al inicio de la colonización, no eran
inocentes ni objetivas, los grupos dominantes añadían su posicionamiento moral con
respecto a sus intereses. Repasemos algunos de estos estereotipos tan repetidos en
el imaginario colectivo de la actualidad:
1. Un rasgo atribuible a la naturaleza de las personas andaluzas es el gusto por las
estas, la música, el cante y el baile. Una posible explicación de este rasgo la
proporciona el investigador brasileño José Ramos Tinhorão, cuando arma que
el carácter lúdico y festivo se debe a que, “al estar al margen del sistema por
no ser consideradas personas jurídicas, podían dar rienda suelta a sus instintos
pues no tenían que cumplir con los preceptos, normas, costumbres y ordenan-
zas que obligaban a los blancos y las blancas” (citado en Santos Morillo, 2011:
30).
2. Para demostrar la inferioridad de las personas andaluzas, los y las puristas del
lenguaje castellano, enfatizan las incompetencias lingüística, social e intelectual
que las particularizan y presentan como seres más próximos a las personas
brutas que a las cultas. Este “habla peculiar andaluz” se atribuye a rasgos que
rememoran a algún dialecto de alguna tribu salvaje ágrafa, que expresa una
supuesta incapacidad para hablar correctamente, este rasgo es claramente atri-
buible a las características de la niñez y, lo que en el niño/a es enternecedor y
mueve al mimo y a la protección, en el adulto resulta grotesco y a lo único que
mueve es al desprecio en forma de burla o de lástima.
3. Objeto y sujeto de humor: el pueblo andaluz es un buen punto comparativo para
despertar gracia y buen humor. Si aparece en escena un andaluz o una andalu-
za, es para provocar la risa, sea por sus peculiares rasgos corporales o por su
lenguaje y forma de expresión. Ya sea por su fanatismo y costumbres arraigadas
que son consideradas anticuadas.
A grandes rasgos estas tres dimensiones resumen los diversos estereotipos sobre
lo andaluz, teniendo en cuenta que se refuerzan y recrean continuamente bajo dife-
rentes conceptos. Para el análisis de los estereotipos se han seleccionado aquellos
que se consideran más evidentes y repetitivos en el imaginario social español. Este
proceso de etnicación al que han sido sometidas y exhibidas las personas andalu-
zas, mediante la colonialidad, se compone de tres imágenes:
Imagen 1. Estereotipo de pereza
Laviña Gómez (2005) asegura que la pereza y la holgazanería forman parte de los
atributos asignados a las personas colonizadas. Estos vicios son contrapuestos a los
intereses de las personas capitalistas-colonizadoras, ya que una persona holgazana
y perezosa no es útil para el trabajo, pero esta lógica sirve como argumento civiliza-
dor; si el andaluz o andaluza es holgazán/a y perezoso/a, necesita una organización
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del trabajo que le sirva para la adquisición de hábitos útiles a la sociedad y buen
gobierno.
Como señala Hellebrandová (2014), al ocupar un lugar de privilegio, las personas del
norte gozan de una serie de ventajas sociales que las ubican en un lugar de domina-
ción. Este lugar es legitimado, entre otros muchos factores, por estereotipos positivos
tales como la inteligencia, la alta cultura, el renamiento, la lengua prestigiosa, etcé-
tera. En cambio, los estereotipos que se vinculan con las personas andaluzas con-
ducen a la hipersexualización, asignándoles las habilidades para bailar, la alegría, la
irresponsabilidad o la pereza. Claramente, estos estereotipos cumplen la función de
deshumanizar y/o animalizar a las personas andaluzas.
Según advierte Sánchez Bedoya (2021) los discursos ociales de las clases domi-
nantes son un instrumento veraz para elaborar la historia de sus alteridades. El autor
menciona que el estereotipo de pereza de los andaluces responde a una forma de
resistencia contra el trabajo obligatorio, una resistencia para negarse a participar de
una imposición extraña que atentaba contra sus formas de ver la vida, su economía
y su cultura. Por estas razones, las personas subalternas son despreciadas y silen-
ciadas en la historia colonial: “en el contexto de la producción colonial el subalterno
no tiene historia y no puede hablar” (pg. 88).
En la misma línea, Díaz Pérez (2017) en sus estudios sobre historias de andaluces
y andaluzas, asegura que dicho estereotipo procede del siglo XIX, de cuando los
viajeros extranjeros recorren Andalucía y la describen en sus obras destacando las
costumbres más exóticas y pintorescas. Para describir el carácter excepcional de
Andalucía reeren a sus habitantes como personas haraganas a los que la fertilidad
de la tierra les exime de trabajarla.
Otro autor que hace referencia a la holgazanería andaluza fue Ortega y Gasset.
Resalta Ortega y Gasset (1944) que la holgazanería es propia del cuerpo andaluz,
una condición únicamente aplicable a esos cuerpos próximos y cercanos a África, si-
tuando de esta manera, a la población andaluza en clara desigualdad ontológica a la
española. Precisamente, esa diferencia cultural que el autor describe como patrimo-
nio de la cultura andaluza puede ser entendida desde los conceptos que impregnan
toda la estructura española norteña de poder y dominio sobre otras poblaciones: la
dicotomía civilización/barbarie.
El cuerpo andaluz es holgazán porque vive en la barbarie, es la expresión de su alte-
ridad, su representación se relaciona con el mundo oriental, con no saber defenderse
de un mestizaje impuesto, en un intento por reconocer su naturaleza humana como
de extranjería, de no pertenencia a la verdadera civilización blanca europea. Cierta-
mente, observamos que la alteridad es simbolizada por cuerpos perezosos que se
dejan dominar, penetrar y mestizar (feminizados). Una alteridad que es observada
con desprecio y por esta razón es enfrentada, violentada y (re) colonizada.
Desde el norte, Ortega produce cuerpos etnicados andaluces, como cuerpos “extra-
ños” colonizados, fuera de la norma, que deben ser controlados mediante la violencia.
Esta mirada norteña establecía el lugar que debían ocupar los cuerpos andaluces:
espacios sin poder y sin posibilidad de posición social.
Se dice pronto “holgazanería”, aunque es una palabra bastante larga. Pero el an-
daluz lleva unos cuatro mil años de holgazán, y no le va mal. En vez de afrontar
el hecho con pedante ademán de maestro de escuela y atribuir a este pueblo
viejísimo la nota de pereza como una calicación escolar, mejor será que abramos
bien los ojos y agucemos la mente a n de entenderlo. Corremos si no el riesgo
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 26 - 2024
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imprevisto de enaltecer la holgazanería, puesto que ha hecho posible la deleitable
y perenne vida andaluza. (1944:6)
El proceso que dene a la población andaluza desde el colonialismo hasta la actua-
lidad es, como ya hemos reiterado, la etnicación cultural. Profundizando aún más
en cuestiones coloniales que han mantenido argumentos a favor de la inferioridad
andaluza, diremos que también la feminización ha sido un elemento identicador.
Recordemos las armaciones de Ortega (1944):
Cuando veáis el gesto frívolo, casi femenil, del andaluz, tened en cuenta que re-
percute casi idéntico en muchos miles de años; por tanto, que esa tenue gracilidad
ha sido invulnerable al embate terrible de las centurias y a la convulsión de las ca-
tástrofes. Mirado así, el gestecito del sevillano se convierte en un signo misterioso
y tremendo, que pone escalofríos en la médula. (1944:3)
La persona andaluza fue encubierta bajo la representación de lo femenino someti-
do (Dussel, 2007), considerada como ese Otro-cercano (mundo femenino). Así, se
estableció legalmente la feminización de la persona andaluza sujeta a la pasividad,
resignación, y sumisión, con el objetivo de impedir cualquier práctica opuesta a su
control. La feminización de la población andaluza conllevaba la negación como su-
jetos políticos.
Como recuerda Ochoa Muñoz (2014), las personas feminizadas se caracterizan, pri-
mordialmente, por la necesidad de protección constante a la que deben someterse.
Por ello, el proceso de feminización posibilitó el no reconocer al Otro-andaluz y su
dominación. Estas identidades andaluzas feminizadas, tal y cómo sugiere Ortega,
surgen como una imposición colonial, que se basa en el siguiente principio: “la femi-
nización de enemigos como dominación simbólica” (Joshua Goldstein, 2007: 139, ci-
tado en Ochoa Muñoz, 2014: 17). Ochoa Muñoz maniesta que la deshumanización
de la población andaluza tuvo como pilares centrales la feminización y el uso de una
violencia misógina en tanto su condición de Otro/a fue equiparada con ser mujer, es
decir, como personas inferiorizadas y penetrables.
Así, las representaciones de la identidad andaluza como perezosa y holgazana es-
tán inuenciadas por la mirada colonial, representadas como cuerpos colonizados
afeminados y pasivos que deben ser controlados mediante una ideología patriarcal
y paternalista.
Imagen 2. El habla andaluza
García Duarte (2013) explicita con respecto al habla andaluza, al compararla con el
habla castellana del norte, que la tarea de alcanzar el prestigio de la variedad lin-
güística andaluza va en contra de la idea que ha ido calando en la sociedad de que
“hablar andaluz, y no digamos ya escribirlo, es de personas incultas y vulgares, por
lo que el andaluz goza de una baja estima social y el hablante, cuanto más ´cultu-
ra` y estatus social adquiere, más tenderá a abandonar su habla natural andaluza”
(pg.16).
A lo largo de varios siglos se ha ido educando a las personas andaluzas desde den-
tro y desde fuera de Andalucía que su forma de hablar es incorrecta y por lo tanto lo
conveniente sería eliminarla y adoptar denitivamente la norma estándar cultivada
en otros campos.
Asimismo, Moreno Cabrera (2022) argumenta que lo habitual es que el dialecto he-
gemónico elegido sea aquel que está asociado a un determinado poder religioso,
político, económico, o cultural, tal como ha ocurrido con el dialecto castellano:
Artículos • Petra Márquez Gento, María Márquez Gento
• 77 •
“A partir de este dialecto local se creó de modo articial una lengua escrita aso-
ciada con una pronunciación dialectal considerada como la única correcta y que
es la del castellano centro-septentrional y esta lengua escrita con ese modelo de
articulación fonética ha sido impuesta a través de la educación como única lengua
vehicular y como lengua exclusiva de todas las instituciones del Estado español”
(2022: s. f.).
El resultado de esta dominación, en el caso de Andalucía, es la diglosia. La lengua
estándar castellana y su modelo fonético es lo que se usa en las instancias públicas,
y las hablas andaluzas quedan relegadas al espacio familiar, informal y vulgar. El
castellano posee prestigio hegemónico sobre las hablas andaluzas, que son objeto
de desprecio y de burla. Advierte Cabrera (2022) de la falsedad de que las hablas an-
daluzas sean variedades del español estándar o vulgar del castellano central actual,
porque son variantes históricas que surgen del castellano vulgar tardomedieval y de
la época histórica moderna y no del castellano actual, como sucede con el propio
castellano contemporáneo. Las variedades andaluzas son tan legítimas y justica-
bles históricamente como las castellanas.
Además, tal y como deende Castillero Quesada (2019) el acento andaluz aún de-
nota, en el imaginario colectivo andaluz, cierto lastre, sobre todo, para quienes pre-
tenden integrarse al proyecto homogeneizador que ofrece el mito de la modernidad.
Para estas personas surge una necesidad de borrar todo indicio de su acento que
recuerde al lugar de donde vienen, normalmente un pueblo, o a hablar como los del
pueblo.
En el mismo sentido, Restrepo y Rojas (2010) analizando la colonialidad del saber,
relacionan la violencia epistémica con la subordinación de las lenguas. Señalan los
autores que, después del siglo XVI se puso de maniesto una geopolítica lingüística
que consistió en el monopolio lingüístico europeo, las lenguas coloniales siempre
fueron las lenguas dominantes (el castellano, en nuestro caso), en cambio, las len-
guas nativas (el andaluz) fueron despreciadas y, en ocasiones, prohibidas. Además,
en este mismo proceso colonizador, las sociedades ágrafas u orales fueron igual-
mente despreciadas y consideradas bárbaras y no racionales mientras que las so-
ciedades con escritura se impusieron.
Ahondando aún más en el mismo argumento, diremos que Rodríguez Iglesias (2019)
en su estudio acerca de la variedad lingüística andaluza señala que pensar decolo-
nialmente Andalucía en términos lingüísticos implica no seguir sosteniendo la fala-
cia del andaluz como una variedad lingüística de una lengua llamada español. La
contraposición de culturas del norte frente a cultura andaluza es explícita, y se co-
rresponde con el paralelismo de la descripción dicotómica fanoniana: Zona del Ser/
Zona del no-Ser, donde “Castilla es el Ser y Andalucía el no-Ser” (pg. 154). Para
el autor, no existen formas lingüísticas más prestigiosas que otras, únicamente for-
mas construidas desde un racismo como correctas o adecuadas frente a otras, que
son inferiorizadas por ser las de grupos históricamente sometidos e invisibilizados,
subalternizados. Erigidas desde la hegemonía de un grupo social como estructuras
articiales supuestamente generales a partir de sus formas particulares (lingüísticas,
sociales, étnicas, económicas, políticas, etc.). De esta manera, sus formas son las
cultas, civilizadas y democráticas, mientras que las demás es cosa de grupos aisla-
dos, periféricos, marcados, con acento.
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 26 - 2024
• 78 •
Gráco 3. Folklorismo
El privilegio de otras culturas frente a la andaluza desde un marco occidental, ha
convertido a Andalucía en un espacio periférico colonial, de ella se (re) arma que es
una cultura ruralizada y atrasada, sin tejido empresarial y gestión económica. Preci-
samente, este rasgo permite la existencia de un folklore objeto de mofa y burla ante
la mirada del norte peninsular.
Moreno Navarro (2002) arma que la cultura andaluza ha sido y es la cultura de un
pueblo dominado y subalternizado, y por ello, ha sido y es persistentemente des-
preciada, infravalorada o incluso prostituida esencialmente desde el poder público
dominante y desde la intelectualidad al servicio de este. También ha sido negada
por “quienes, instalados en el reduccionismo marxista, confundieron el subdesarrollo
económico con la imposibilidad de existencia de cultura especíca, negando de he-
cho a los pueblos y clases populares la facultad de ser creadores de cultura y otor-
gando, al menos implícitamente, esta capacidad sólo a las burguesías dominantes”
(pg. 140).
Andalucía se enmarca en un contexto de dependencia económica, colonialismo in-
terno, y de subalternidad política. En su conformación destacan las manifestaciones
y expresiones populares; puesto que, la elección del poder dominante para asegurar
su dominación, en especial de la gran burguesía agraria y de las élites a su servicio,
fue la de apoderarse y avalar intereses externos a Andalucía, situándose en el bando
hegemónico estatal, favoreciendo las tendencias más centralistas y conservadoras
de este.
De esta manera, dentro de la cultura andaluza recobran importancia las relaciones
interpersonales humanizadas, el uso ritual de lo religioso –importancia de la Semana
Santa, las romerías, etc.- y el distanciamiento respecto a las lógicas dominantes de
la Religión y el Estado.
Para demostrar la inferioridad de las personas andaluzas desde las estructuras del
poder colonial, según Laviña (2005), se utilizaron diversas estrategias, entre las que
destacaban el poner énfasis en las supuestas cosmovisiones paganas andaluzas,
de esta manera, se muestra a las poblaciones andaluzas asociadas a la brutalidad,
a lo animalesco (gritos, cantos, romerías, etc.). Esta caracterización coincide con la
que la sociedad colonial en general atribuía a la población esclava: “Para conseguir
los máximos rendimientos de la mano de obra esclava los propietarios recurrieron a
desarraigar social y culturalmente a los esclavos” (Laviña Gómez, 2005: 13).
Este proceso que se conoce como deculturación se encaminaba a conseguir unos
esclavos y esclavas sumisos y que respondieran a las órdenes de los propietarios o
propietarias, manifestados en Andalucía como grandes latifundios, gobernados por
caciques que daban un trato a los jornaleros y jornaleras andaluces de semiesclavi-
tud e inferioridad.
En la misma línea, en la revista Píkara (2018) se recogen testimonios sobre las apor-
taciones simbólicas a la Semana Santa andaluza de la comunidad afrodescendiente,
elemento que refuerza el estereotipo del andaluz como no europeo, como la otredad.
El testimonio de la revista alude a Isidoro Moreno, para señalar que, según el autor,
las cofradías, además de ser un lugar para paliar la situación en la que se quedaban
las personas que habían sido esclavas, éstas las utilizaban para enfrentarse con sus
expropietarios vertiendo todas sus dotes culturales para que sus pasos de semana
santa lucieran más y fueran mejores.
Artículos • Petra Márquez Gento, María Márquez Gento
• 79 •
Hermandades de Cádiz, Jaén, El Puerto de Santa María y Sevilla tenían fuerte pre-
sencia de esta población andaluza. La hermandad de Los Negritos de Sevilla tiene
este origen y comenzó siendo únicamente de hermanos andaluces negros. Enton-
ces, algunas cofradías fueron elementos de resistencia de aquellas personas y cul-
turas subordinadas y oprimidas, que eran percibidas por las personas blancas como
peligrosas.
Acerca del folclore de la persona andaluza, el estereotipo hace referencia a un con-
junto de atributos tales como impulsividad religiosa, fanatismo religioso (el Rocío
y el salto de las rejas, las romerías, etc.), falta de moderación (muy emocionales),
sentimientos religiosos profundos, tradicionalismo (“sentarse al fresco” en las noches
de verano, ferias), salvajismo (toros), etc. Esta actitud desmesurada de la persona
andaluza contrasta con las características atribuidas a las personas blancas norte-
ñas que se representan con atributos de poder, respetabilidad e internalización de
reglas y normas. De esta manera, los rasgos culturales funcionan como marcadores
raciales-étnicos que refuerzan la diferencia entre gente decente-honrada (norte de
España) y gente degenerada (sur de España). De nuevo, a través de este tipo de
discurso, el Otro colonial es jado y posicionado dentro de la sociedad colonial para
reforzar la identidad en un juego de identicaciones duales.
El estudio ha permitido hasta ahora desvelar que los orígenes históricos de los este-
reotipos sobre los andaluces y las andaluzas, que actualmente siguen categorizados
como perezosos, esteros y también excesivamente emocionales por su ación des-
mesurada por la Semana Santa, además de hablar mal, podrían haberse ido con-
formando durante el colonialismo hispano. Esta serie de representaciones pudieron
ser creadas durante el proyecto imperial español del siglo XV, bajo un colonialismo
interno que posteriormente se exportaría a Hispanoamérica, deniendo el carácter
de las personas colonizadas andaluzas durante siglos.
Por lo tanto, a la vista de lo ya analizado por diversos autores y autoras, vamos a
centrarnos en las representaciones de la colonialidad en relación al caso de la región
de Andalucía. Se propone como principal objetivo identicar determinados rasgos de
la cultura andaluza que son presentados y construidos desde un marco de referencia
externo (el del Estado español) como un conjunto de representaciones folklorizadas
o estereotipadas. El objetivo consiste en comprobar la hipótesis de cómo se consti-
tuyó históricamente y se sigue constituyendo en la actualidad la idea de Andalucía
desde representaciones externas estereotipadas, símbolos del proyecto de colonia-
lidad y colonialismo.
Planteamos si esas imágenes estereotipadas y cosicadas acerca de Andalucía han
sido construidas como herramienta de dominación para mantener relaciones de po-
der- opresión norte/sur en los imaginarios sociales de la cultura del norte castellano.
El interés se ja en esas imágenes para desvelar su representación ideológica. En
denitiva, se pretende averiguar si el norte y centro de España asocia a Andalucía
reriéndola como la otredad, una cultura de habla no española, oriental, primitiva,
fanática e inculta mediante una colonialidad de la imagen (Barriendos, 2011), sobre
la cual se ponen en marcha los procesos de inferiorización étnica y epistémica que
han caracterizado a la modernidad-colonialidad.
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 26 - 2024
• 80 •
2. METODOLOGÍA Y MATERIALES
Partiendo de un enfoque postestructuralista, se plantea la idea de analizar cómo se
produce el conocimiento, ya que para comprender un objeto se hace necesario escu-
driñar tanto el objeto mismo como las estructuras de conocimientos donde se origina
dicho objeto. Gibson (2002) señala que el postestructuralismo ofrece una diversidad
de estrategias que “cuestionan las ideas recibidas y las prácticas dominantes, ha-
ciendo visible su poder y creando espacios para que emerjan formas alternas de la
práctica y el poder” (2002: s.f.).
La importancia del método posestructuralista estriba en su capacidad de centrarse
en cómo las diferentes formas de poder se entrecruzan con la producción de cono-
cimiento para crear ciertas concepciones valorizadas de determinada situación en
cualquier periodo histórico. Por ello, nos apoyaremos, al mismo tiempo, en una meto-
dología de tipo cualitativa que permita una aproximación al objeto de estudio a partir
del análisis del discurso. Según Martínez (2011) este tipo de herramienta permite
comprender la realidad a estudiar a partir de una situación natural contextualizada.
Concretamente se usará el registro basado en entrevistas que dejarán entrever las
representaciones sociales tales como prejuicios, creencias, discursos, etc. del ima-
ginario colectivo español norteño que entran en contacto con población andaluza.
Como es sabido, el origen eurocéntrico de la etnográca centra su atención en la
Otredad, entendida como un conjunto de culturas ágrafas, exóticas, salvajes o sim-
plemente no españolas-occidentales.
Cualquier discurso ideológico persigue imágenes que refuercen no solo su construc-
ción, sino también aanzar el signicado de sus proposiciones, atribuyendo a las
imágenes que se pretenden imponer un espacio de connotaciones y denotaciones
vinculadas a las personas receptoras del mensaje. Por estas razones, se ha dise-
ñado para ello un instrumento de aplicación propio en relación con los tópicos más
comunes que han congurado la representación estereotipada de lo andaluz en el
imaginario colectivo de las personas no andaluzas: un cuestionario, que se incluye
en un documento anexo.
La elección de la entrevista como recurso instrumental se debe a su potencial para
recopilar datos, va a permitir obtener información en relación con contenidos acerca
de creencias, prejuicios, etc. Buscamos con ello, que la información recabada sea lo
más precisa posible; se pretende conseguir los signicados que los entrevistados y
las entrevistadas atribuyen al tema en cuestión.
La metodología se compone de dos fases:
Una, a partir de la reconstrucción de los antecedentes históricos sobre las manifes-
taciones de colonialidad en el discurso sobre Andalucía, la cual se realiza mediante
análisis documental de los estudios realizados por otros autores y autoras.
La otra, donde se recogen datos inéditos mediante 12 entrevistas a 6 familias. He-
mos de advertir que esta población del norte expone sus estereotipos sobre una
otredad en base a haber experimentado el choque cultural por contacto.
Atendiendo a los objetivos de la investigación, se denió como población objetivo
a seis familias, elegidas al azar, que pertenecen al norte de España pero que viven
temporalmente en un municipio de Andalucía. La muestra nal está compuesta por
12 participantes, sus perles socioculturales muestran pertenecer a una clase adi-
nerada, con un status social medio-alto. En referencia a sus estados civiles: existen
Artículos • Petra Márquez Gento, María Márquez Gento
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cuatro matrimonios heterosexuales, una pareja homosexual y dos adolescentes hijos
de un matrimonio mencionado, con edades comprendidas en un rango 20-50 años.
Se han realizado 12 entrevistas abiertas a personas empadronadas en ciudades
del norte de España que pasan vacaciones en un municipio onubense, sin raíces
familiares en él. Han sido realizadas durante el mes de julio de 2023. El trabajo de la
entrevistadora fue formular preguntas, mostrar la imagen-concepto con la nalidad
de recoger los datos más sobresalientes y anotar las respuestas de la entrevista.
El tiempo de cada entrevista dependió de la propia persona entrevistada, de lo que
estuviera dispuesto o dispuesta a hablar. Las entrevistas se concertaron en función
de la disponibilidad de los y las participantes y se realizaron siguiendo unas normas
que favorecieron el desarrollo de éstas. Para obtener dicha información, la entrevista
se estructuró en tres bloques. Cada bloque persiguió nalidades distintas en cuanto
a obtención de información:
Bloque 1, destinado a recopilar información acerca del estereotipo de pereza.
Bloque 2, a través del cual se recabó información sobre el habla andaluza.
Bloque 3, dirigido a obtener información acerca del estereotipo folclorismo.
Las categorías de análisis que se proponen son: la pereza, habla andaluza y folklo-
rismo. El motivo de esta categorización en tres imágenes responde a la pretensión
de jar aquellos tópicos ya construidos en el imaginario social español antes del pro-
ceso de recopilación de datos, a partir de los que se comenzó a recoger y organizar
la información, tal como puede observarse en la tabla 1. Agrupamos la información
reriéndonos a tres dimensiones: lingüística (habla andaluza), cultural-artística (pe-
reza) y social (folklorismo) de las personas andaluzas. Los datos que se obtienen de
las entrevistas se interpretan atendiendo a las respuestas dadas a cada categoría,
teniendo presente el discurso, el contexto y el grado de conocimiento sobre los con-
tenidos tanto de las personas entrevistadas como de la persona entrevistadora:
Dimensión cultural-artística como categoría pereza: se descompone en subca-
tegorías tales como estas, música, cante, baile, no trabajar, tomar el sol, beber
vino, mestizaje pasivo, etc.
Dimensión lingüística como categoría habla andaluza: se deduce de las subca-
tegorías: habla descuidada, acento andaluz, mala fonética, castellano mal habla-
do, embrutecimiento, etc.
Dimensión social como categoría folclorismo: las subcategorías que lo comple-
mentan son Semana Santa, ferias, toros, romerías, grupos sociales en la calle,
reuniones sociales alrededor de una esta, etc.
Tabla 1. Categorías de análisis e instrumentos de medición
Dimensio-
nes
Categorias de
análisis:
Estereotipos
referidos
Subcategorías de
análisis Preguntas a personas entrevistadas
Cultural-
Artístico Pereza
estas, música,
cante, arte, baile, no
trabajar, tomar el sol,
beber vino, mestizaje
pasivo, etc.
1. ¿Cree usted que Andalucía se dene
con esta imagen?
2. ¿Piensa usted que los andaluces
somos perezosos y únicamente nos
dedicamos a bailar?
3. ¿Cuál es tu opinión acerca del este-
reotipo que transmite la imagen?
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 26 - 2024
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Dimensio-
nes
Categorias de
análisis:
Estereotipos
referidos
Subcategorías de
análisis Preguntas a personas entrevistadas
Lingüística Habla andaluza
habla descuidada,
acento andaluz,
mala fonética, cas-
tellano mal hablado,
embrutecimiento,
etc.
1. ¿Considera usted que los andaluces y
andaluzas hablan mal?
2. ¿Cuál es tu opinión acerca del este-
reotipo del acento andaluz que transmi-
ten los medios de comunicación?
3. ¿Cómo deniría el habla andaluza?
Social Folklore
Semana Santa, fe-
rias, toros, romerías,
grupos sociales en
la calle, reuniones
sociales alrededor
de una esta, etc.
1. ¿Considera usted que el pueblo an-
daluz es más religioso que otros pueblos
de España?
2. ¿Cómo entiende la imagen que se
presenta? ¿Podría explicarme que
observa?
3. ¿Le parece que las prácticas cultura-
les andaluzas son exóticas y primitivas?
3. RESULTADOS
Los resultados del estudio muestran algunas novedades con respecto al objetivo
principal esbozado, logrando desvelar cuáles son las representaciones sociales e
ideológicas que tienen doce personas del norte y centro de España, residentes en
un pueblo de Huelva, acerca de las personas andaluzas y los estereotipos que las
representan. Asimismo, hemos de aclarar que a lo largo del estudio únicamente se
citan aquellas frases textuales de los participantes que se vinculan con los objetivos
de la investigación y la información que aporta.
Gráco 1. Estereotipo de pereza
Fuente: istockphoto2
Atendiendo a nuestra investigación, de entre las personas entrevistadas, todas reco-
nocen poseer estereotipos negativos sobre las personas andaluzas antes de cono-
cer Andalucía. Una vez aquí, no han hecho un proceso de ruptura con ellos y están
de acuerdo con esa atribución de inferiorización y extrañeza que se expande en
las culturas del norte. La mayoría de los entrevistados/as consideran como real la
2 Disponible en:
https://www.istockphoto.com/es/vector/bailarines-de-amenco-gm178901170-26672301
Artículos • Petra Márquez Gento, María Márquez Gento
• 83 •
identidad andaluza asociada a valores de alegría, empatía y comunidad, por lo que
la categoría pereza se ve implicada como narración oculta:
“Es la forma de apreciar la vida y de disfrutar del tiempo: Yo creo que, si existen
diferencias en el ámbito del saber vivir, del disfrutar el tiempo. (…) Andalucía es
una región que no es muy trabajadora, pero tiene un sentido y un concepto de la
vida en cuanto al disfrutar del tiempo y además del tiempo entre gente” (Entrevis-
tado 3).
Un aspecto notable entre los entrevistados y entrevistadas fue la idea de Andalucía
percibida como una tierra de mestizaje. La etnicación de la identidad andaluza en el
contexto de la colonización fue lentamente construida alrededor del concepto de raza
y etnia, en el que las clasicaciones de razas o culturas diferentes no se asociaban
únicamente con el color de piel, sino también con el habla, el vestuario, las actitudes,
las prácticas cotidianas, esto es, fue un proceso que comenzó considerando la raza
como un hecho biológico y además cultural. De esta manera, por ejemplo, todo lo
que se percibe como andaluz se asociaba al mundo árabe y, consecuentemente, es
menospreciado:
“Una situación que caracteriza a los andaluces es su sencillez y apertura. Poseen
un carácter abierto y hospitalario heredado de sus ancestros africanos, ya sea por
su pasado andalusí o por los esclavos negros que abundaban en esta tierra con
los puertos esclavistas” (Entrevistado 10).
Este supuesto carácter hospitalario andaluz lleva implícito la idea de pereza, de co-
lonización consentida, un pueblo que nunca ha sabido defenderse de invasiones y
reconquistas debido a su grado máximo de pereza, de pasividad. El estereotipo de
gente ociosa-perezosa conlleva otra denotación, el de ser gente artística y que sabe
vivir mejor.
Gráco 2. El habla andaluza
Fuente: Jornadas habla andaluza3
Como hemos señalado, uno de los marcadores más sobresalientes que perciben los
entrevistados y las entrevistadas es la forma de hablar. Es evidente el menosprecio
hacia el habla andaluza, especialmente por la asociación entre el deje andaluz y su
supuesta degradación fonética:
“Pues mira, yo creo que Canal Sur fomenta tópicos, (…) reforzando tópicos fol-
clóricos, el amenco o la Semana Santa o el mal visto acento andaluz. El acento
3 Disponible en:
https://www.facebook.com/people/Jornadas-sobre-las-Hablas-Andaluzas-Coria-del-R%C3%ADo/1
00064929211141/?sk=photos
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 26 - 2024
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andaluz es...coloquial, apenas se les entiende, cometen errores con respecto al
castellano. Yo no oigo a nadie en Canal Sur que ceceé o seseé ” (Entrevistada 7).
A pesar de todo, la categoría del habla andaluza les sigue pareciendo graciosa, si-
guen manteniendo y reforzando el estereotipo de gracia andaluza, asociando el ha-
bla a un registro tribal, informal y poco serio.
“¡Yo creo que Andalucía es folklore! ¡Qué gracioso sois, cómo habláis, qué gracia
tienes hablando!” (Entrevistado 5).
Gráco 3. Folklorismo
Fuente: Foto Archivo General de Andalucía4
Las entrevistas realizadas muestran que en relación a la categoría folklore, el papel
de algunas prácticas socioculturales tales como las romerías, los toros, las ferias y
la semana santa siguen teniendo una percepción estereotipada por gran parte de los
entrevistados y entrevistadas:
“La Semana Santa aquí es una esta religiosa importante, pero... la Semana Santa
castellana es solemne, aquí se mezcla lo religioso y lo folklórico. Parece que du-
rante semana santa la gente está todo el día de esta y sin trabajar. Y se reúnen
mucha gente, igual que en las romerías” (Entrevistada número 9).
A pesar de ser Andalucía una región que profesa, fundamentalmente, la religión ca-
tólica se sigue identicando a los andaluces y andaluzas con estereotipos de funda-
mentalismo religioso, de prácticas ancestrales cargadas de connotaciones exóticas
y tribales:
“Esta manera tan original como lo es aquí, donde el catolicismo se entiende como
una relación pagana de relacionarse con lo sobrenatural, es un fenómeno muy
fuertemente especíco de acá. Parece que existe una fe muy exaltada, como
cuando en la romería del Rocío todo el mundo se apiña por coger a la virgen”.
(Entrevistada número 8).
En cuanto a las limitaciones de los datos recogidos, no han permitido profundizar en
la deconstrucción de los mismos estereotipos. Las personas entrevistadas se afe-
rran en mantener las ideas que aanzan su diferencia, infravalorando la tierra donde
“pasan” sus vacaciones exóticas. Además, la falta de aleatoriedad de la muestra, im-
posibilita que la selección de entrevistados y entrevistadas no reeje la diversidad de
otros perles “norteños” en su conjunto. En todo caso, existe la posibilidad de que se
4 Disponible en https://www.juntadeandalucia.es/presidencia/portavoz/cultura/172105/Cultura/
Patrimonio/BOJA/VirgendelRocio/Romeria/
Artículos • Petra Márquez Gento, María Márquez Gento
• 85 •
produzca un sesgo de deseabilidad social, provocado por la inuencia de responder
amoldándose a las expectativas.
4. CONCLUSIONES
El estudio acerca de las representaciones sociales que poseían personas proceden-
tes del norte peninsular, que habitaban temporalmente en un municipio de Andalucía,
implicó conocer los contenidos del conjunto de ideas, creencias y categorías menta-
les que conformaban la identidad andaluza desde su perspectiva etnocéntrica. Uno
de los estereotipos más evidentes es el lingüístico, el habla andaluza seguía siendo
asociada a la gracia y a un mal hablar castellano, el mito de la ininteligibilidad anda-
luza seguía actualizado.
Otro de los resultados más signicativos sobre el análisis de las representaciones
sobre Andalucía fue el grado de normalización y naturalización de los atributos nega-
tivos sobre las personas andaluzas, que se maniestan en medios de comunicación,
tanto dentro como fuera de Andalucía. Las prácticas artísticas, sociales y culturales
andaluzas se percibían como cierto exotismo primitivo, manteniéndose las mismas
narrativas coloniales que legitimaban la dominación epistémica y de la política.
Contribución de las autoras
Concepto y diseño: María Márquez; Metodología, recogida de datos, análisis e inter-
pretación: Petra Márquez. Preparación del borrador original: María Márquez. Escritu-
ra, revisión y edición: Petra Márquez
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© 2024 por los autores Licencia a ANDULI, Editorial de la
Universidad de Sevilla. Es un artículo publicado en acce-
so abierto bajo los términos y condiciones de la licencia
“Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar
4.0 Internacional”
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 26 - 2024
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Anexo A
Guion temático de entrevistas
Bloque 1. Estereotipo de pereza
1. ¿Cree usted que Andalucía se dene con esta
imagen?
2. ¿Piensa usted que los andaluces somos pe-
rezosos y únicamente nos dedicamos a bailar?
3. ¿Cuál es tu opinión acerca del estereotipo que
transmite la imagen?
Bloque 2. Habla andaluza
1. ¿Considera usted que los andaluces y anda-
luzas hablan mal?
2. ¿Cuál es tu opinión acerca del estereotipo
del acento andaluz que transmiten los medios
de comunicación?
3. ¿Cómo deniría el habla andaluza?
Bloque 3. Folklorismo
1. ¿Considera usted que el pueblo
andaluz es más religioso que otros
pueblos de España?
2. ¿Cómo entiende la imagen que
se presenta? ¿Podría explicarme
que observa?
3. ¿Le parece que las prácticas
culturales andaluzas son exóticas
y primitivas?