Artículos • Alberto Díaz Montiel
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de unas medidas de austeridad que fueron mucho más allá del acuerdo exigido por
la Troika, lo cual llevó a los partidos de derecha a un fuerte giro hacia ese lado del
tablero electoral (Freire, Lisi y Lima, 2015).
Tras los comicios, el presidente Anibal Cavaco Silva encargó formar gobierno al can-
didato de la citada coalición de centroderecha, Passos Coelho, quien no contaba con
mayoría absoluta y a sabiendas de que el PS había manifestado que no lo apoyaría
ni de forma activa ni pasiva (mediante su abstención). A causa de ello, el gobierno de
Passos Coelho caería a los 11 días de su nombramiento, tras una moción de censura
apoyada por los tres partidos de izquierdas de la asamblea (PS, BE Y PCP).
Tras ello, el PS liderado por Antonio Costa volvió a encabezar el ejecutivo del país
luso. “La principal novedad del gobierno que encabezó el antiguo alcalde de Lisboa
radicaría en que, por primera vez, se produjo una estrecha colaboración entre el PS
y los otros dos partidos situados a su izquierda (Lisi, 2016). Nacía con ello la denomi-
nada gerigonça, tal y como fue calicada la entente entre las tres organizaciones de
izquierdas por el entonces líder del CDS, Paulo Portas.
Sin embargo, y al hilo de lo que mencionábamos respecto a la institucionalización
de los sistemas de partidos (Mair, 1997), esta innovadora colaboración entre el PS y
los partidos su izquierda, no evitó que estos último se siguiesen viendo excluidos de
formar parte del gobierno a través de alguna cartera ministerial.
No obstante, todo lo anteriormente mencionado, también muestra una peculiaridad
que explica la estabilidad del sistema y diferencia el caso portugués de algunos de los
países de su entorno inmediato (como Francia y España). Es decir, la capacidad de
pacto que las fuerzas políticas mostraron, tanto las del lado derecho (con la coalición
Portugal al Frente entre PSD y CSD) como las de izquierda (con la citada gerigonça,
que suponía una pionera colaboración entre el PS y las fuerzas a su izquierda).
Tras cuatros de años de gobierno, en las elecciones legislativas de octubre de 2019,
el pueblo portugués validó mediante su voto la gestión de Antonio Costa y de la ci-
tada gerigonça, de forma que el PS obtendría el 36,3% de los votos y 108 escaños,
mientras que el PSD, ahora liderado por Rui Rio, perdió apoyo tras conseguir el 27,7
de los votos y 79 diputados. Le seguían el BE con un 9,5% de los votos y 19 escaños,
el PCP con un 6,2% y 12 escaños, y el CDS (que en esta ocasión volvía a concurrir
por separado) un 4,2% y 5 diputados. Mientras, el grupo animalista PAN triplicó sus
resultados alcanzando un 3,3% de los votos y 4 escaños.
Destacable fue también que, por primera vez en mucho tiempo, un partido de extre-
ma derecha, Chega, consiguió representación parlamentaria, lo cual ponía n a la
excepcionalidad portuguesa respeto a la ausencia de partidos de extrema derecha
con representación en las instituciones dentro del ámbito europeo (Marchi, 2020;
Díaz-Montiel et al., 2022).
Además, también obtuvieron un escaño respectivamente dos grupos de sustrato y
origen liberal, aunque muy diferenciados: Livre (L), posicionado en el ámbito del
centro-izquierda, y con una ideología y unos postulados típicos de las organizaciones
socioliberales. E Iniciativa Liberal (IL), ubicado en el centro-derecha y con postulados
pertenecientes al denominado neoliberalismo de derecha.
Tras tres años de legislatura, y una pandemia de por medio, el desacuerdo entre los
grupos de izquierdas para aprobar los Presupuestos en noviembre de 2021, llevaba
al jefe del Estado, Marcelo Rebelo de Sousa, a disolver el legislativo y convocar elec-
ciones generales a celebrar el 30 de enero de 2022.