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Anduli
Revista Andaluza de Ciencias Sociales
ISSN: 1696-0270 • e-ISSN: 2340-4973
FRUTOS ROJOS EN LA ERA GLOBAL:
TEMPORALIDAD, MIGRACIÓN E INESTABILIDAD
RED FRUIT IN THE GLOBAL ERA: TEMPORALITY,
MIGRATIONAND INSTABILITY
Soledad Castillero-Quesada
Universidad de Granada
soledadcq@ugr.es
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5807-8247
Resumen:
El siguiente artículo analiza las relacio-
nes socio-labores que tiene lugar en la
producción intensiva de frutos rojos en
la provincia de Huelva. Por frutos rojos
entendemos el cultivo de fresa, frambue-
sa, arándano y mora. Desde que en la
década de los años 80 el cultivo comen-
zase a expandirse e intensicarse, los
modos de relación con la tierra, las con-
diciones laborales, sociales, ecológicas y
políticas han modicado el cultivo hasta
encontrar hoy más de 11.000 hectáreas
trabajadas en su mayoría por mano de
obra extranjera. A través de una meto-
dología etnográca de corte cualitativa,
mediante la observación participante y
entrevistas en profundidad realizadas a
agricultores, trabajadoras, trabajadores
y colectivos, encontramos que a medida
que el cultivo ha ido creciendo no se han
mejorado los espacios de trabajo. Se
muestra como ante esta situación las y
los trabajadores han construido distintas
estrategias de acción para poder llevar
a cabo planes de mejora dentro de este
enclave productivo.
Palabras clave: Huelva; producción ali-
mentaria; frutos rojos; temporeros/as;
migraciones; enclaves agrícolas globales
Abstract:
The following article analyzes the socio-
labor relations that take place in the
intensive production of red fruits in the
province of Huelva. By red fruits we refer to
the cultivation of strawberries, raspberries,
blueberries, and blackberries. Since
cultivation began to expand and intensify
in the1980s, the ways of relating to the
land, labor, social, ecological, and political
conditions have modied cultivation until
today more than 11,000 hectares are
worked, mostly by foreign labor. Using
a qualitative ethnographic methodology
based on participant observations and
in-depth interviews with farmers, workers,
and groups, we found that as crops
have grown, workspaces have not been
improved. It is shown how in this situation
workers have developed different action
strategies to implement improvement
plans within this productive enclave.
Keywords: Huelva; food production;
berries; temporal jobs; migrations; global
agriculture place.
Cómo citar este artículo/citation: Castillero-Quesada, Soledad (2022). Frutos Rojos en la Era Global: Temporalidad,
Migración e Inestabilidad. ANDULI 22 (2022) pp. 13–30. http://doi.org/10.12795/anduli.2022.i22.02
Recibido: 09.08.2021. Aceptado: 15.09.2022 Publicado 31.07.2022
DOI: http://doi.org/10.12795/anduli.2022.i22.02
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1. INTRODUCCIÓN
Situar la década de los años 80 del siglo XX como punto de partida de la globaliza-
ción alimentaria no insinúa que sea un inicio estático, sino que es el resultado de
los procesos que ya desde 1948 se venían dando a partir de la liberalización de los
mercados internacionales. Dicha liberalización tuvo consigo una serie de mecanis-
mos como son el desarrollo en los transportes o el avance en las tecnologías de la
información y comunicación que apoyan a las regiones más favorecidas, incremen-
tando la brecha respecto a la población mundial (Bifani, 2002:37). Esto explica cómo,
a pesar de que nunca las sociedades occidentales habían tenido tanta alimentación
disponible como en la actualidad, sin embargo, esta alimentación no es accesible a
toda la población existente (Castillero, 2020a:70).
Comienza así la era desarrollista donde se pone n a la era colonial para dar salida
a las relaciones internacionales y congurar un nuevo orden mundial, marcado por
la búsqueda del capitalismo de nuevos mercados (Gimeno y Monreal, 1999:5-6).
Desde la década de los años 50 hasta los años 80, la internacionalización de los
productos agrícolas fue gradualmente en aumento, hasta llegar al estado actual gra-
cias a nuevos sistemas de producción, trabajo y comercio. Este nuevo orden lleva
aparejado un impacto en las economías regionales a través de transformaciones en
la organización del trabajo, modicando así las bases materiales de la sociedad en
todos los ámbitos: producción, consumo, gestión de recursos y en denitiva gestión
de la vida. Por otro lado, las tecnologías facilitan las tareas de coordinación de los re-
cursos a escala mundial, hasta el punto de crear lo que algunos autores como Grun-
wald y Flam (1985) denominan fábrica global. Esto permite abastecer los mercados
durante todos los meses del año de cualquier producto, mediante la alteración de
los ecosistemas. Es por lo que, no podemos hablar de un proceso natural, pues los
mercados no nacen con estas peculiaridades, sino que son patrones que se crean.
La conexión local-global que se produce a partir de la producción para la exportación
dibuja unas fronteras de mercado en función del capital económico cada vez más
porosas (Castillero, 2019b:431). De igual modo, las relaciones sociolaborales no son
intrínsecamente naturales, sino que se construyen en base a las determinaciones del
mercado. Asistimos así al surgimiento de un nuevo tipo de jornaleros y jornaleras con
características distintas de los trabajadores rurales tradicionales y a nuevas formas
de contratación (Riella, Tubío y Lombardo, 2014:94). Mientras que se identica un
crecimiento exponencial y una inversión en tecnología, transporte y medios para el
producto, no se instalan en paralelo las mismas condiciones de mejora para quienes
producen y trabajan las labores básicas.
En el siguiente artículo se toma como ejemplo de producción alimentaria globalizada
y escenario de nuevas formas de trabajo,el sector productivo de los frutos rojos en la
provincia de Huelva. En una primera parte, desarrollaremos una descripción general
en base a su capacidad productiva actual. En un segundo apartado haremos una
síntesis del perl de quienes han ido trabajando este enclave, desde los inicios hasta
la actualidad, y qué factores han inuido en el cambio. En tercer lugar, nos deten-
dremos en las condiciones sociolaborales actuales, dialogando entre las vivencias y
experiencias de los productores y de quienes trabajan como personas asalariadas,
para puntualizar en un cuartopunto sobre algunos retos de futuro que llevan a cabo
los y las trabajadoras. Finalmente, se presentan una serie de conclusiones a modo
de reexión que ayudan a crear una visión de conjunto de lo expuesto, discutiendo
en torno a la situación actual y futura de quienes sostienen el sector de los frutos
rojos.
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Así, el objetivo del siguiente artículo es conocer las condiciones sociolaborales de
los trabajadores y trabajadoras del sector del fruto rojo mediante sus vivencias y
experiencias y cómo trabajan y se organizan para revertir los problemas existentes.
2. METODOLOGÍA
El siguiente artículo es parte de una etnografía llevada a cabo durante dos campañas
de producción de fruto rojo en la provincia de Huelva, correspondientes a la campaña
2019/2020 y la campaña 2020/ 2021. Como fuentes empíricas, además de la revisión
de la literatura experta, se presenta un diálogo entre los extractos de entrevistas en
profundidad a personas que ocupan distintos espacios como son trabajadoras del
sector autóctonas, agricultores, trabajadores y trabajadoras migrantes y activistas
por los derechos de los trabajadores y las trabajadoras. Así, se presenta un trabajo
con una metodología cualitativa de corte etnográco, donde también se reejan al-
gunos datos cuantitativos. Se presentan en forma de diálogo extractos de un total de
ocho personas entrevistadas, las cuales ocupan distintos puestos en el sector. Estos
relatos se tornan esenciales pues, siguiendo la idea de Marcus (2008), la etnografía
se entiende como un proceso que transgrede lo descriptivo-analítico para convertirse
en una red de relaciones políticas, colaborativas, donde las personas que forman
parte de la etnografía son productoras conjuntas de conocimiento.
3. LA PRODUCCIÓN DE FRUTOS ROJOS EN LA PROVINCIA
DEL HUELVA: DEL SUR PARA EL NORTE
La producción de frutos rojos, también llamados berries en la provincia de Huelva, es
hoy un motor económico central para el territorio que ha repercutido de forma directa
en las dinámicas sociales y culturales del mismo.
Cuando hablamos de frutos rojos hacemos mención del cultivo de fresa, arándano,
frambuesa y mora principalmente, aunque este último cultivo no está tan extendido.
Siendo la fresa el primer producto que comenzó a comercializarse, poco a poco se
va incrementando la plantación de arándano debido a una mayor rentabilidad de-
rivada del precio de mercado y del ahorro en costes de producción. Igualmente, la
frambuesa es un cultivo que ha ido creciendo exponencialmente, con un aumento de
un 180% de producción en los últimos 6 años (Observatorio de Precios y Mercados,
2020).Como vemos, la diversicación de la fresa a otras variedades de berries es
relativamente reciente. En la actualidad,según datos de la Asociación Onubense de
Productores y Exportadores de Fresa (FRESHUELVA) se destinan unas 11.630 hec-
táreas de cultivo al sector (FRESHUELVA, 2020). La temporada de producción suele
abarcar desde enero hasta junio, siendo los meses centrales marzo, abril y mayo por
el aumento de las temperaturas que favorecen a la fruta. Aunque cada vez más y gra-
cias al uso de las tecnologías se producen variedades más tempranas y tardías que
alargan la temporada, lo que permite incrementar y acrecentar la cuota de mercado
(Delgado Cabeza, 2010:40).
Según los datos del Observatorio, Huelva se ha convertido en la primera región ex-
portadora de fresa a nivel mundial y la primera productora a nivel nacional y euro-
peo tanto de fresa como de arándano y la segunda región productora de frambuesa
por debajo de Polonia (Observatorio de precios y mercados, 2020).Los principales
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países a los que se dirige la fruta son Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Países
Bajos. Esta posición permite las siguientes cifras para la campaña de 2019-2020:
Número de hectáreas y toneladas producidas
Supercie (ha) Producción (t)
Fresa 6.839 261.185
Arándano 3.036 45.506
Frambuesa 2.525 48.600
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Observatorio de precios y mercados de Andalucía
referentes a la campaña de 2019-2020
Lejos de saturar con datos y cifras al lector, es importante no perder de vista las
dimensiones que engloba el sector, para comprenderlo en términos de fenómeno
social y delimitar sus impactos en el territorio a distintas escalas.
El contexto que aquí analizamos engloba el proceso productivo, donde se consumen
materias primas y recursos naturales. No obstante, la producción de frutos rojos im-
plica otros territorios como son el norte del país donde se ubican los invernaderos
que proporcionan las plantas, principalmente Segovia y Ávila, cuyas semillas han
sido previamente reproducidas en campos de experimentación y laboratorios cali-
fornianos (Márquez Domínguez, 2016: 606). Así, los conocidos como pueblos frese-
ros, producen solo una fase del conjunto del sector y es la dedicada propiamente al
cultivo y envasado, pues la innovación e investigación tiene lugar en California y la
comercialización depende de las cadenas de distribución (Reigada, 2012:106). La
función que cumplen estos pueblos en la provincia de Huelva como suministradores
de productos, en este caso fruta fresca, es parte de la función general que cumple
el territorio andaluz. Andalucía es una comunidad autónoma con baja industrializa-
ción, cuya principal actividad económica es la agricultura. Esto la ubica en un lugar
similar a otras regiones del sur global (Castillero, 2020b:117). Esta especialización
de la economía andaluza en la producción agraria responde a la división espacial del
trabajo y la asignación de un proceso de especialización productivo en una serie de
cultivos determinados. Así, mientras en la agricultura tradicional la diversicación de
cultivos era un elemento de valor, ahora se asocian cultivos determinados a espacios
determinados (Delgado Cabeza, 1999:186). El espacio productivo de frutos rojos
en la provincia se ha delizado a través del reconocimiento a una denominación de
origen que es vista como un benecio simbólico y material, sinónimo de calidad y
prestigio. Sin embargo, a su vez presenta una alta dependencia a los mercados, lo
que puede suponer un riesgo para los municipios en los que es la principal actividad
económica. El espacio dedicado al cultivo en Huelva se supedita a los royalties por
las variedades que imponen los laboratorios estadounidenses, siendo además el
territorio en el que se ocupan los límites sociales y ecológicos a favor del crecimiento
y la acumulación (Delgado Cabeza, 1999:45).
El grueso de las exportaciones andaluzas de fresa va destinado a la UE, principal-
mente a países como Alemania,Reino Unido, Francia e Italia. Pueblos como Moguer,
Palos de la Frontera, Cartaya, Lepe o Lucena del Puerto principalmente, aportan
la parte más importante de la cadena productiva. El crecimiento en la ocupación
de hectáreas y volumen de producción de la actividad es vista en términos econó-
micos como clave de éxito a partir de lo que Schumpeter (1968) llamó destrucción
creativa, donde la estructura económica desde dentro va creando elementos nuevos
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que sustituyen los antiguos. De un cultivo que nació como agricultura familiar y que
convivía con otras variedades estacionales, se pasa a una ocupación de las dimen-
siones descritas. Un cambio en el tamaño y en el modo productivo que lleva apare-
jado modicaciones en la sostenibilidad social del enclave a distintas escalas. Para
un análisis pormenorizado, nos centraremos en las condiciones sociolaborales de
quienes se encargan de mantener la actividad económica en las principales fases:
cultivo y recolección.
4. LA BASE DE LOS FRUTOS ROJOS: PERFIL DE LOS AGRI-
CULTORES Y LAS PERSONAS TRABAJADORAS.
Desde la década de los años 80 hasta hoy, el sector ha asistido a un crecimiento pau-
latino. En los inicios, eran los miembros de la unidad familiar quienes estaban a cargo
de las explotaciones. En una primera fase de extensión se incorporan jornaleros y
jornaleras de la misma provincia y anexas, como son trabajadores de Cádiz o Sevilla,
incluso de Portugal. Gradualmente este perl de jornaleros y jornaleras va dando
paso a personas que se incorporan principalmente de Marruecos y el África subsa-
hariana. Este perl de hombres jóvenes solía venir de otras campañas agrícolas en
las provincias de Jaén o Almería, así como de las islas Canarias siendo el punto de
partida a mayores posibilidades laborales (Reigada, 2012:108). Comienza a darse lo
que Estrella Gualda (2003) dene como el paso del jornalero andaluz al campesino
migrante. El abandono del campo por las personas autóctonas es debido a múltiples
variables como el desprestigio de las tareas agrícolas, la incorporación a sectores en
auge como la construcción, las condiciones de trabajo y los bajos salarios (Gualda y
Ruiz García, 2004:43). El rechazo de las condiciones laborales entre los y las traba-
jadoras nacionales derivan en condiciones que sí son aceptables por las personas
migrantes (Cachón, 2002). Esto conlleva a la formación de una nueva composición
social de jornaleros (Reigada, 2014:112 en Pedreño, 2014).
En el año 2000 se produce un hecho que introduce cambios sustanciales tanto en la
nacionalidad como en el género de las nuevas trabajadoras. Se trata de la primera
experiencia de contratación en origen de mujeres polacas. Uno de los precursores,
Juan Antonio Millán, quien fuese alcalde de Cartaya, describe esta iniciativa así:
En el 97 se rmó en Madrid un convenio entre el ministerio, la federación española
de municipios, Asaja, CCOO y UGT. Luego se han incorporado UPA, COAG y
otras organizaciones para traer trabajadores de Polonia y Rumanía y lo pusimos
en práctica en Cartaya en el año 2000. Se quería evitar lo que pasaba en años an-
teriores que cuando empezaba a terminar la campaña de fresa los trabajadores se
iban a Lérida y la contratación en origen rige el inicio y el n, aunque al agricultor
le cueste más porque tiene que poner el alojamiento. (…) En el 2000 aplicamos
trajimos polacas 700 mujeres. Fue un éxito total y al año siguiente se trajeron
cerca de 2000. Pero en la medida de que un país entra en la unión europea ya no
hay contratación en origen (…) Entonces empecé a mirar para Marruecos porque
Tánger está a dos de barco y dos de carretera. Se hizo una experiencia piloto con
el proyecto AENEAS durante 30 meses nos comprometíamos traer mil personas
y que el retorno fuera al menos del cincuenta por ciento. En vez de mil personas
trajimos 18000 y en vez de un retorno del cincuenta llegamos al 95 por ciento, Al
principio no encontraba empresarios que quisieran a las marroquinas porque los
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marroquíes son como los andaluces, muy protestones y gritan mucho pero que va,
vaya mujeres más disciplinadas y trabajadoras (Entrevista 1)1
Las mujeres desde el año 2000 son protagonistas del fenómeno migratorio que sos-
tiene la producción de frutos rojos. Este sistema de contratación tiene una polariza-
ción: lo que para unos es una migración ordenada que ja y asegura la mano de obra
en cada campaña, para otros sectores es un modo de precarizar a las trabajadoras
más vulnerables al no permitirles quedarse en el territorio y exigir para su contra-
tación que sean mujeres con cargas familiares que aseguren el regreso. La visión
que en el sector tienen y mediante la que explican los requisitos de ser mujer y con
personas a cargo son, entre otras:
¿Por qué dicen que vienen las más humildes? Claro, no van a venir las que más
poder adquisitivo tienen. Vienen las que más necesidades económicas tienen. Por
qué dicen es que eligen las que tengan familias claro si lo importante siempre ha
sido, yo me acuerdo que antiguamente a los españoles se le daba trabajo al que
más unidad familiar tenía ese es nuestro criterio darle trabajo a las marroquinas
que viven en el mundo rural porque entendemos que sean de marruecos o de Es-
paña están más cualicados para un trabajo agrícola. No es que cojamos las más
humildes es que a la oferta se presentan los que más necesidades tienen (…) Por
tanto no entiendo por qué hacen críticas que son de lógica (Entrevista 2)2
Igualmente, esta feminización se ha justicado en términos biológicos por la siología
de las manos para recoger la fruta, así como por el carácter menos conictivo de sus
compañeros. Esto ha creado la idea de una agricultura de primor (Cruces,1993:3)
pues la concepción tradicional del trabajo agrícola como un espacio masculino y de
fuerza física se difumina con la entrada de otros valores asociados a lo femenino:
delicadeza, paciencia o menor conictividad social. Esto las relega a su vez a los
empleos más duros, pues se encargan de la recogida de la fresa, siendo el cultivo
físicamente más complejo, pero para el que, por cuestiones biológicas, se las iden-
tica como más aptas:
Es complicado, un trabajo duro, un trabajo duro y hay que valer no todo el mundo
tiene la capacidad de aguantar durante una jornada laboral, en especial durante
los meses cercanos a primavera verano donde empieza a hacer calor, las posicio-
nes de la espalda son duras y normalmente las mujeres dada su anatomía ya que
son más bajitas y sus manos son más delicadas para el trato para la fruta lo suelen
soportar mejor, aunque no es una ley (Entrevista 3)3
Tanto en la provincia de Huelva como en otros territorios donde se ubican enclaves
productivos globales, hay una creciente feminización de la mano de obra. Sin em-
bargo, aunque su contribución a partir de los contratos en origen permite competir
en los mercados por asegurar las cosechas, sobre ellas se ejerce una discriminación
que no les permite favorecerse de las oportunidades que el proceso de globalización
ofrece (Bifani, 2002:38). El hecho de que la cláusula principal sea el retorno las im-
pide ocuparse en otros empleos y anula el poder de decisión de continuar o no en el
territorio. Aquellas mujeres que deciden el no retorno son descritas como las fuga-
das y pasan a ser parte de los escalones inferiores del sector agrícola, reservados
1 Entrevista 1. Realizada a Juan Millán en Cartaya. 25 de marzo de 2021. Grabadora de voz.
2 Entrevista 2. Realizada al secretario general de UPA Huelva en Palos de la Frontera. 23 de abril
de 2021. Grabadora de voz.
3 Entrevista 3. Responsable de pequeña cooperativa en Rociana del Condado. 21 de abril de
2021. Grabadora de voz.
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para personas extranjeras consideradas ilegales (Gualda, 2009). La imagen que se
proyecta sobre las mujeres que deciden quedarse es totalmente distinta, pues su
presencia solo es aceptable en tanto en cuanto cumplen una función laboral, pues
el éxito para el sector es cuando se produce el mayor porcentaje de retorno. Las
mujeres, en tanto que inmigrantes son no-nacionales por lo que la nacionalidad es
transitoria y legítima a partir del contrato en origen que le da razón de ser como tra-
bajadoras, quedando excluidas de lo político y por tanto de la ciudad una vez que el
contrato naliza (Sayad, 2008: 104).Así, las mujeres contratadas en origen poseen
el único bien de su fuerza de trabajo para ser conocidas en el territorio, alienadas de
los medios de producción y dependientes del mercado (Bifani, 2002:39).
En este momento, el sector cuenta con presencia tanto de trabajadores y trabajado-
ras autóctonos, como personas del Este de Europa, mujeres y hombres de Rumanía
principalmente, así como los contingentes de mujeres marroquíes a partir de los
contratos en origen y alta presencia de trabajadores subsaharianos y del Magreb.
Los cambios en el perl de los y las trabajadoras no han supuesto cortes estancos,
aunque si cambios sustanciales. No obstante, tras la crisis que está atravesando
a diferentes sectores, encontramos una regresión de personas que por necesidad
vuelven a nichos laborales que durante años han estado reservados a trabajado-
res con dicultades en su movilidad social, mayoritariamente extranjeros (Gualda y
Ruiz,2004:44). Sobre esta regresión, uno de los responsables de una cooperativa en
Rociana apunta que:
Si, se nota la regresión. Digamos que todas las dicultades a nivel económico y
de movilidad la caída en el empleo crea que muchas personas pues tengan más
necesidad y recurran a lo que tienen más a mano y en la provincia de Huelva lo
que tenemos es las berries entonces personas que antes no querían trabajar en
este sector pues tristemente por necesidad ahora si están trabajando por necesi-
dad (Entrevista 3)
Con todo, incluso con la regresión de trabajadores y trabajadoras de otros sectores,
el problema principal sigue siendo la mano de obra, como expone Luis4:“El problema
principal de Huelva es la falta de mano de obra, no es el COVID” (Diario de Campo,
abril 2020)
Las contrataciones en origen son un apoyo, pero no la solución a la carencia de
mano de obra en un sector creciente. Es frecuente este tipo de problemáticas en
la agricultura industrial, donde el uso intensivo de la fuerza de trabajo les ha valido
el nombre de cultivos sociales a estos enclaves, apremiando un doble desarrollo:
económico y social a partir de la creación de empleo (Márquez Domínguez, 1986).
No obstante, vemos como parte de la sociedad decide optar por otras salidas labora-
les, dadas las características de este tipo de empleo.
5. TEMPORALIDAD, MIGRACIÓN E INESTABILIDAD
Cualquier enclave productor que se analice debe comprender las relaciones de pro-
ducción y reproducción social. Desde el punto de vista de la economía, se obvian es-
tas relaciones, para centrarse en los intercambios intercapitalistas (Pedreño, 2014:23).
Un enfoque centrado en las relaciones sociales debe visibilizar las tensiones entre la
4 Luis es un pseudónimo para proteger la identidad de un empresario con el que trabajamos du-
rante el periodo de plantación en Cartaya.
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reproducción de la vida y la valorización del capital. Esto es, el análisis de las situacio-
nes sociales en el entorno laboral que permiten colocar el producto en el mercado de
un modo económicamente rentable. Siguiendo a Pedreño (2014), las relaciones inter-
capitalistas no son independientes de las relaciones sociales y de reproducción social,
sino que están subsumidas en las mismas. La naturaleza del cultivo de los frutos rojos
está marcada por una temporalidad y una metodología de trabajo intensivo.
Así, asistimos a un cultivo que, a pesar de ofertar un gran número de puestos de
trabajo, no garantiza una estabilidad a largo plazo. Desde el tiempo de recolección
hasta la calidad del envasado, el producto nal no es más que la suma del trabajo
de base llevado a cabo por los y las trabajadoras. Vamos a detenernos en tres ca-
racterísticas que denen la situación de estasy que responden a su vez a las carac-
terísticas que denen al mercado agroalimentario hoy: temporalidad, inestabilidad y
migración.
5.1. Temporalidad: un condicionante agravante de desempleo
Uno de los motivos por los que se justica la falta de mano de obra es la especiali-
zación en el territorio de un reducido número de cultivos y por ende su temporalidad.
Como relata el gerente de la cooperativa:
No es el modelo adecuado si solo tienen en cuenta el componente del benecio,
sino que hay que tener en cuenta el potencial humano y para mantener el talento
y el potencial tienes que darles trabajo y vas distribuyendo tus producciones a lo
largo del año para poder tener durante el mayor tiempo posible una estabilidad y
una carga de trabajo similar. Al día de hoy no se puede producir todos los meses
del año, desde los meses de verano a septiembre, pero la tendencia es ir buscan-
do las variedades que te permitan para retener el talento humano y para satisfacer
a los clientes que buscan un proveedor (Entrevista 3)
En este caso, desde la óptica del productor, se reconoce la necesidad de satisfacer a
ambas partes: mercado y mano de obra. Ahí es donde la tecnología con variedades
tempranas y tardías introduce este hándicap sin necesidad de diversicar. Por eso
hoy no se entiende el mundo rural enfocado al mercado sin la variante tecnológica,
más aún en cultivos intensivos. La estacionalidad explica en parte el mito dirigido
a las personas autóctonas que “no quieren trabajar”. Varios medios, entre ellos el
periódico El Mundo, se hacía eco de la ausencia de solicitudes a las 10.000 ofertas
publicadas en el SAE en 2019. Pero, según Ana Pinto5, ex-jornalera y portavoz del
Colectivo de Jornaleras de Huelva en Lucha:
Eso fue mentira, eso fue un error y vamos de hecho si te metes ahora mismo esa
oferta no está ahí. Salieron diciendo que se había ofertado esos puestos de trabajo
para las personas y eran las … eso era falso… además que estaba mal esto del
sistema informático y ahí no se podía apuntar la gente para ir a trabajar. De hecho,
la gente cuando va a trabajar no se apunta en el INEM, es que eso es falso. Cuan-
do tú vas a trabajar tú vas al tajo a llevar tus papeles (Entrevista 4)6
El sistema de contratación en el sector no funciona al igual que otras ofertas de em-
pleo. Pero lo más importante es que debido a la temporalidad, muchas personas ya
5 Ana Pinto es el nombre real de la portavoz del Colectivo Jornaleras de Huelva en Lucha. Una
asociación sindicalizada de mujeres jornaleras de los frutos rojos cuyo lema es Come con dere-
chos. Trabajan para que se cumpla el convenio del campo y disminuyan las irregularidades a las
que son expuestas las trabajadoras y los trabajadores.
6 Entrevista 4. Realizada a la portavoz de Jornaleras de Huelva en lucha. 03 de marzo de 2020 en
Escacena del Campo. Grabadora de voz.
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están empleadas en otros sectores o no pueden esperar hasta el inicio si la misma
se retrasa. De ahí que se je y establezca en primer lugar un contingente como el
descrito, formado por los contratos en origen y por otro lado, lo que se ha venido a
conocer como ejército de reserva formado por personas en su mayoría migrantes,
que aceptan realizar tareas temporales (Torres et al. 2013: 13). Otros autores como
Márquez (2009) exponen que la agricultura a nivel nacional está condenada a bus-
car de forma continua fuerza de trabajo debido a las mejoras en las condiciones y el
salario de otros sectores, lo que motiva a la gente a mutar de sector. Se unirían así la
temporalidad y las características sociolaborales a la crisis del sector que se visibiliza
como una última opción laboral.
La estacionalidad lleva aparejada en muchas ocasiones la migración, pues existe
toda una masa de personas que se desenvuelven al año en diversos puntos de la
geografía española pasando así por diferentes campañas:
5.2. Migración y agricultura, una línea continua
Desde hace unas décadas asistimos a un movimiento donde el centro global atrae a
personas de distintas periferias para asignarle las tareas más básicas: agrícolas, de
cuidados y sector servicios. Cambios sociales en sistemas sociales, consecuencia
de la interacción de los Estados en el sistema mundial (Wallerstein, 1979:12) y el
poder de deslocalización de estos. Desde el paradigma de la ecología mundo, Jason
Moore (2015) señala que es así, a partir de las migraciones de la periferia global a
los trabajos agrícolas del centro, que se posibilita la producción de comida barata.
Estos bajos precios son descritos por los productores como precios desleales, ya
que afectan a la tasa de mercado que jan para sus cultivos y a su vez repercuten en
el salario de los trabajadores y trabajadoras que además no suele ser el jado en el
convenio laboral. También hay una justicación para ello, comparando el salario en
otras zonas productoras: “Cualquier marroquí en seis horas y media cobra cuarenta
y dos euros de sueldo y en Marruecos en diez horas cobran seis euros de sueldo”
(Entrevista 2).
Sin embargo, colectivos como Jornaleras de Huelva en Lucha denuncian que, según
el convenio colectivo, el salario no puede ser inferior a 44,99€ y las horas extras han
de pagarse un 75% más de la hora normal:
La hora extra no la pagan en ningún tajo en Huelva tal y como está en el convenio
que sería al 75% más de la hora normal. Pagan más o menos un poquito más de
la hora normal, pagan 6,5€ la hora. No hay ningún tajo que te pague pues los más
de 10€que te pertenecerían por hora extra” (Entrevista 4).
Las irregularidades salariales presentes son un factor de la migración a otros territo-
rios, a otros empleos y dentro del mismo sector a otras ncas, como cuenta Andrea7:
“Los jornales no son los mismos. Deberían ser, pero no lo son en la nca donde
empecé el año pasado ganaba 39€ y en el otro lao 42 libres porque iba en el auto-
bús de la empresa y no tenía que llevar coche. Sin embargo, a los 39 le tenía que
quitar los cinco euros de coche” (Entrevista 5)
A su vez, encontramos como cada vez más empresas se instalan en países del
Sur para seguir trabajando con ciertas dinámicas, esencialmente manteniendo los
mismos salarios que se cobran en destino. Esta práctica es independiente a que la
7 Andrea es un pseudónimo que se utiliza para proteger a la persona entrevistada. Andrea es parte
del colectivo Jornaleras de Huelva en Lucha. Realizada el 30 de enero de 2021 en Escacena del
Campo. Grabadora de voz.
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fruta se venda al mismo precio que en el país de origen de estos empresarios, lo que
conlleva a un aumento de benecios para la empresa, pero un estancamiento para el
territorio y las personas trabajadoras. Esto responde a la ecuación de la producción
alimentaria globalizada donde la deslocalización de los capitales es una patente que
atiende a la regla de menor coste para un mayor benecio (Castillero, 2020b: 114).
Así lo muestran las palabras de Shadia8, trabajadora marroquí contratada en origen
que decidió no hacer el retorno: “Antes trabajaba en un almacén de pimientos y to-
mates. Eran jefes españoles. Trabajaba por seis u ocho euros al día. Yo ya sabía que
no volvía” (Diario de Campo, octubre 2020)
La deslocalización tanto de capital económico como de capital humano se teoriza
desde la ecología mundo como una estrategia para mantener estables los precios de
la comida a partir de la acumulación que acontece durante la producción (Molinero,
2020:3) y que revierte principalmente en los ajustes salariales de los trabajadores y
trabajadoras. Así, como ocurriría en periodos coloniales donde los desplazamientos
de trabajadores a territorios ocupados eran centrales para los monocultivos de expor-
tación, hoy son las personas migrantes quienes determinan y posibilitan el modelo
agroalimentario actual basado en la necesidad de una producción de alimentos bara-
tos (Molinero, 2010). Las partes de un modelo de economía mundo se unen en base
a un vínculo meramente económico (Wallerstein, 1979:21) aunque se jerarquice en
función de elementos culturales y territoriales. Al no priorizar otro tipo de factores, la
agricultura enfocada a la exportación hoy no es un espacio que je a las personas a
los territorios, que permita planicar un orden vital, pues no asegura unos servicios
esenciales. Así, aun cuando el convenio obligue dar un alojamiento a los y las traba-
jadoras temporeras, la situación se ve desbordada y salvo el alojamiento reservado
a mujeres contratadas en origen, en el pico de la campaña son muchas las personas
que se enfrentan a situaciones adversas. Las palabras de Rachif9, trabajador del
arándano desde hace más de diez años, son extrapolables a otros trabajadores que
practican migraciones circulares agrícolas:
He buscado en todos sitios y no he encontrado. Si preguntas en inmobiliaria dice
que no hay para alquiler. Otros años si he encontrado algo, pero este año dicen
que no hay. Algunos de mis compañeros encontraron casa para alquiler, pero si no
hay no hay. Antes dormía con mi amigo en su casa, en su piso y luego ya busqué
chabola. Si vas al ayuntamiento dices no tengo sitiopara dormir, pero no te van a
decir nada así que hay que comprar los palets para hacer la chabola y ya está y
una batería para poder poner luz (Diario de campo, marzo 2020)
La delidad o repetición en el empleo agrícola rural hoy no siempre es sinónimo de
estabilidad de una campaña a otra.
5.3. Inestabilidad sistémica:
En la exportación, el tiempo que transcurre entre la recolección y la llegada al punto
de venta o consumo es un factor primario de competitividad, ligado al de la aparien-
cia y buen estado de la fruta (Pedreño, 2014:17). Por ello, la fruta ha de estar justo
a tiempo en el mercado para que pueda ser competitiva. Esto intensica las jorna-
das de trabajo creando un método laboral conocido como Just in time (Marsden,
8 Shadia es un pseudónimo que se utiliza para proteger la identidad de la persona. El extracto
de diario de campo corresponde a un conversatorio mantenido en Moguer, en octubre de 2020,
previo a la entrevista que se llevó a cabo con la participante.
9 Rachif es un pseudónimo que se utiliza para proteger la identidad de la persona. Entrevista rea-
lizada en Lepe, en marzo de 2020. Grabadora de voz.
Artículos • Soledad Castillero Quesada
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1997:226). La variabilidad del tiempo de trabajo en función de la producción diculta
una organización de la vida, siendo el trabajo el que organiza el conjunto de deci-
siones vitales. El hecho de no poder disponer del horario de un día para otro o de
no saber cuándo naliza la jornada laboral son consecuencias directas marcadas
por la cadena de valor en la que se encuentra la fruta en ese momento. Así, hay
trabajadoras que en enero tienen un horario que va a variar sustancialmente al de
meses posteriores. Como relata Aya10, trabajadora marroquí recolectora de fresa y
arándano: “Cada día trabajamos poco, no mucho. Termino más o menos a lasuna,
pero no sé de un día a otro. Hay días que trabajamos una hora y no hay más fruta
para la cooperativa” (Diario de campo, enero 2020).
En conversatorios mantenidos con compañeras con posterioridad, a nales del mes
de febrero, concretamente el día 28, Amira11 muestra como: “En febrero yo salgo a
las seis de la tarde, trabajo durante el día y echamos horas. Trabajo todos los días.
Descansábamos todos los domingos, pero este domingo ya había más fruta y traba-
jamos” (Diario de campo. Febrero 2020).
Atendemos a bruscos cambios en las jornadas de trabajo que inuyen en el salario
percibido y en la organización espacio temporal de la trabajadora. La exibilidad en
las formas de producción, así como en las políticas de contratación y gestión de los
y las trabajadoras, son tendencias características de las cadenas agrícolas globales
(Reigada, 2012:105). Como venimos observando, el sector de los frutos rojos asiste
a dichas características imposibilitando así una estabilidad para los trabajadores y
las trabajadoras, que a su vez afecta también a productores. No solo es que las con-
diciones expulsen o hagan poco atractivo el sector y ello diculte encontrar personal
cada campaña, sino que la sobreproducción provoca una saturación del mercado
donde en el momento central de la campaña el valor de la fruta llega en ocasiones a
no cubrir los costes de producción. Así, el secretario general de UPA Huelva cuenta
como:
Nosotros cuando cobramos la fruta, cobramos nuestro producto 21 días después
de haberlo recolectado. Yo hoy estoy cogiendo fresas, me estoy gastando la mano
de obra, el mantenimiento y todo bueno pues lo que estoy cogiendo hoy lo voy a
llevar a mi cooperativa y yo no sé cuánto me va a pagar por ello, yo no sé a cuánto
lo va a vender. Cuando pasan los 21 días, a me sale el kilo a 0,80 a 0,63 me
salió el otro día una vez descontado todo y de ahí tengo que pagar la mano de obra
y me vuelvo a 21 días atrás a ver a cómo se estaba vendiendo esa fresa y tengo
puesto ahí un ejemplo de que se estaba vendiendo a 3€. Entonces si a mi ese día
me lo han pagado a 0,63 mi pregunta es ¿dónde está el dinero? Porque si en el
supermercado está a tres euros, puede ser que ellos ganen un 200% y nosotros
ganemos un 2% o perdamos, no más (Entrevista 2)
El relato del entrevistado es una ilustración de las consecuencias de este modelo
agrícola que,aunque afecte a grandes, medianos y pequeños productores, sin duda
son estos últimos los que van a quedarse fuera. El salario de los trabajadores y las
trabajadoras puede verse mermado cuando el precio de la fruta está por debajo de
los costes de producción y los productores deciden no coger la fruta. Así, Ana Pinto
cuenta como en ocasiones durante la jornada laboral: “Muchas veces a mitad de la
mañana pos me decían Ana, si quieres llévate la caja de frambuesas porque nos
acaban de llamar de la cooperativa y para lo que nos van a pagar dice os la lleváis
porque no nos va a interesar ni llevarla” (Entrevista 4)
10 Nombre cticio para preservar la identidad de la trabajadora.
11 Nombre cticio para preservar la identidad de la trabajadora.
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Asistimos de igual modo al extremo contrario, donde el esfuerzo por coger kilos su-
cientes para rentabilizar los precios que marca el mercado recae sobre los cuerpos
de los y las trabajadoras, ya que el único eslabón de la cadena de producción global
que el sector puede controlar es la fuerza de trabajo (Reigada, 2012:118). Siguiendo
con el relato de Ana: “En la fresa hay gente a la que han echado para casa o le han
reñido o se han ido de trabajar porque se han levantado a sonarse los mocos, o sea
que el tema de la productividad es una bestialidad en todos los ámbitos. Lo único que
quieren es producir, producir, producir muchos kilos” (Entrevista 4)
La dependencia de los precios, de trabajar en base a una temporada concreta que en
sí tampoco es lineal o atenerse a un periodo laboral que es nito, provoca una ines-
tabilidad social que se hace transversal a los trabajadores y las trabajadoras rurales
hoy, pues gran parte del sector dedicado a la agricultura opera con un modelo similar
al que venimos describiendo. Se diculta así que la mano de obra desarrolle vínculos
afectivos con el productor o la población local en la que se inserta, pues gran parte
de los trabajadores y las trabajadoras viven en el mismo espacio en el que trabajan,
alejadas de los núcleos de población locales (Moreno 2009:75).
Estas son algunas de las características que interpelan a las trabajadoras y trabaja-
dores hoy en la provincia de Huelva. No obstante, insistimos en que la caída de los
precios, los bajos salarios, la temporalidad, la inestabilidad y la movilidad provocada
por la misma, atraviesan a trabajadores y trabajadoras de los sectores productivos
que se insertan en la lógica del mercado globalizado y que no son condiciones únicas
de la producción de frutos rojos. No obstante, lejos de crear una imagen pasiva de
las personas afectadas, sin decisión ni margen de acción, es necesario incidir en los
proyectos, colectivos y luchas que las propias trabajadoras y los propios trabajadores
organizados llevan a cabo.
6. EXPERIENCIAS MATERIALES PARA RETOS A FUTURO
El cultivo y producción de frutos rojos viene estando en el centro del debate por parte
de distintos sectores de la sociedad civil desde los que se denuncian las irregulari-
dades descritas, que tienen que ver con la feminización del sector, el estado de las
viviendas en las que se alojan a las temporeras y temporeros, el incumplimiento del
salario, los despidos improcedentes, así como las condiciones de quienes no tie-
nen acceso a una vivienda y habitan en los asentamientos chabolistas. Asociaciones
como Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía en Huelva (APDH Huelva)
o sindicatos como el Sindicato Andaluz de trabajadores (SAT) llevan décadas de-
nunciando fricciones del sector en materia social y laboral. No obstante, no es has-
ta hace dos temporadas que comienzan a emerger colectivos conformados por los
propios trabajadores y trabajadoras, siendo quienes denuncian en primera persona
y desde dentro las situaciones en las que se encuentran. Señalan así el derecho a
organizarse como un derecho primordial y básico para poder alcanzar mínimamente
otros derechos (De Sousa Santos, 1998:243). Hasta el momento, los movimientos
organizados no estaban compuestos de estos perles por la vulnerabilidad en la que
muchas de ellas se encuentran, así como el poco espacio-tiempo para llevar a cabo
una militancia convencional, esto es, organizar manifestaciones, denuncias públicas
etc. Acompañado del riesgo al despido al que se exponen, como arma la portavoz
de uno de estos colectivos, Ana Pinto de Jornaleras de Huelva en Lucha:
Yo soy ex jornalera porque a raíz de la lucha que estoy haciendo y de haber
dado la cara públicamente y demás pues se me empezaron a cerrar puertas en el
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campo y la verdad que ya va a salir difícil que vuelva a trabajar en el campo. Mis
compañeras están ahí, pero ellas muchas de ellas están en la sombra. De hecho,
hay muchas personas que van a formar parte de la asociación, pero no se va a
saber su nombre ni se va a dar la cara públicamente. Un poco ya la que se está
encargando de eso eh soy yo porque ya prácticamente yo he perdido ya todas las
posibilidades de trabajar en el campo y ya me da igual de seguir para adelante y
de llegar donde haga falta (Entrevista 4)
La experiencia de Ana explica la dicultad de combinar una acción organizada y la
posibilidad de preservar el empleo. Así, la falta de participación política o la exclusión
de esta son parte del décit de democracia que no hace más que abonar el terreno
para las violaciones de derechos humanos y su impunidad (De Sousa, 1998: 243-
244). En la medida que la persona se encuentra en condiciones de mayor vulnerabi-
lidad, su capacidad de acción va a ser menor. Así, por ejemplo, las trabajadoras con
contrato en origen que viven dentro de las ncas, aunque en principio y por ley gocen
de derechos laborales similares a los de sus homólogas nacionales, su fuerza de tra-
bajo a la que autoras como Moreno Nieto (2019) ha denominado cautiva, hará que la
posibilidad de negociar sus condiciones laborales por sí mismas sea menor (Moreno
Nieto, 2019:75). Desde una perspectiva histórica, los problemas señalados hoy no
se alejan tanto de los reclamados hace décadas. Así, otra trabajadora componente
del Colectivo de Jornaleras que cuenta con una experiencia de 30 años en el sector
cuenta que se organiza porque:
“Me organizo porque yo todavía el cambio no lo veo. Cuando yo empecé y ahora
son los mismos problemas. Era el boom de la fresa y entonces en Almonte donde
yo empecé lo que querían era dinero y ahí era corre que corre y muchos abusos y
se hizo una huelga general allá por el 90 y se consiguió porque se sacaba muy poco
sueldo, se consiguió porque estuvieron tirando la fresa, una semana tirando fresa y
fue potente y había piquetes y había cosas. Ahora reivindico lo mismo que me su-
ban un sueldo porque cobro casi igual que hace 30 años y ya me ponen untope, las
famosas listas amarillas, porque si tu coges 20 cajas yo tengo que coger 18 para no
estar en la lista. Nos obligan a estar todo el día corriendo” (Entrevista 6).
Mientras que para los propietariosdel enclave productivo el problema es cómo ga-
rantizar la mano de obra para puestos de trabajo estacionales con duras condiciones
y bajos salarios, las organizaciones en este caso de Jornaleras piden garantizar un
nivel de renta que cubra las necesidades básicas, pues lo salarios que perciben no
lo hacen (Pedreño, 2014:17). La organización y peticiones de colectivos como Jorna-
leras de Huelva en Lucha rompe con el estereotipo hegemónico del patrón sindical:
hombre, blanco y adulto. Así, el Colectivo presenta una imagen femenina no atribuida
hasta entonces a los sujetos organizados que además alberga a mujeres racializa-
das, compartiendo todas ellas el componente laboral de ser trabajadoras del campo.
Por otro lado, surge el Colectivo de Trabajadores Africanos en 2019, a partir de un in-
cendio en el asentamiento chabolista del cementerio de Lepe. Igualmente, asistimos
a una organización que rompe en esquema tradicional de quienes venían denun-
ciando sus problemáticas: ONGs, movimientos sociales o sindicatos. Las peticiones
de este colectivo ejemplican cómo la mundialización, en este caso reejada en la
globalización alimentaria, es por naturaleza polarizante (Samir 1997:141). El sector
produce una desigualdad creciente entre quienes participan de él pues mientras los
mercados de productos y de capital, en este caso alimentario, tienden a ser mundia-
lizados, los mercados de trabajo permanecen segmentados (Amín, 2001 en López
Castellano, 2007:141-142). El último segmento lo componen en este caso quienes
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trabajan de forma irregular y habitan la periferia de la periferia, como los asentamien-
tos chabolistas. Así lo describe Seydou12, representante de los jornaleros andaluces
en el movimiento Regularización Ya y miembro de la Asociación de Nuevos Ciudada-
nos por la Interculturalidad (Asnuci):
Vivir en una chabola… todo lo que yo he vivido en mi vida en Senegal es verdad
es un país pobre y lo acepto, pero allí la gente vive de una manera digna y ¿por
qué aquí no? ¿En serio hay igualdad? Esto es un acto de racismo institucional que
se viene denunciando desde hace veinte años (…) llamas a un teléfono para
alquilar y si tienes voz de moreno no lo vas a tener, te lo prometo (…) Durante
el connamiento era muy duro todo el día funcioné trabajando y cuidando a mis
compañeros, llevando agua a los asentamientos chabolistas porque no podía de-
jar a la gente tiraos porque cuando ha llegado la pandemia no había luz ni agua
(Entrevista 7).
Esta sinergia de cuidado y apoyo mutuo aora en tiempos de máxima crisis como
los vividos durante el connamiento de la primera ola por las personas que se en-
contraban trabajando y sin hogar. Son los propios trabajadores organizados que ya
ocupan otra posición social quienes lideran las reclamaciones de sus compañeros.
Así, Lamine13, jornalero en Lepe, miembro del Colectivo de Trabajadores Africanos y
del movimiento Regularización Ya arma que:
Yo siempre estoy con la gente en las chabolas cuando no estoy trabajando porque
hay que compartir energía para que no se tenga estrés. Necesitan gente al lado
que los apoyen yo no tengo dinero para ayudarlos, pero si puedo estar a su lado
para dar un poquito de energía (Entrevista 8)
Salir de la chabola físicamente no les desvincula de ella. Así como tampoco les des-
vincula de compañeros que siguen la migración circular a otros territorios. Cuando se
le pregunta a Rachif14 por qué es miembro del Colectivo de Trabajadores Africanos
responde: “Hay muchos que no están juntos, que se separan y yo puedo llamar a
mi amigo que está en Badajoz o Almería y si veo que la gente está sufriendo y yo
no puedo ayudarlo le digo a mis contactos que busque ayuda para quien necesite”
(Entrevista 9)
Los extractos de entrevista muestran cómo el proceso de globalización y el incre-
mento del comercio mundial, así como el cambio de los paradigmas productivos
ha afectado a la condición de las mujeres y su situación laboral (Bifani, 2002:37) y
su capacidad de acción al estar ancladas a un solo sector. Siguiendo a la autora,
la negatividad de este proceso es extrapolable a las poblaciones marginadas y los
segmentos más desfavorecidos del sistema mundial (Bifani, 2002:37). Jornaleras,
migrantes y sin papeles conforman los márgenes del sistema mundo para hacer
prosperar a los centros.
Los agentes descritos y sus formas de organización en colectivos autónomos son
la respuesta a una norma social de empleo presente en los enclaves de producción
12 Seydou es el nombre original del participante que se usa por ser un activista público y no tener
inconveniente en que así se muestre. Entrevista realizada en Ayamonte, en julio de 2020. Graba-
dora de voz.
13 Lamine es el nombre original del participante que se usa por ser un activista público y no tener
inconveniente en que así se muestre. Entrevista realizada en Lepe, en octubre de 2020. Graba-
dora de voz.
14 Rachif es un pseudónimo que se utiliza para preservar la identidad del entrevistado. Entrevista
realizada por teléfono en mayo de 2020. Grabadora de voz.
Artículos • Soledad Castillero Quesada
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agrícola intensiva. Autores como De Castro (2014) indican que se está formando una
norma de empleo agrícola dada la similitud entre los enclaves productivos que tiende
a debilitar la condición ciudadana, lo que se acrecienta en el caso de los jornaleros y
las jornaleras migrantes agrícolas pues, su condición de extranjeras no les reconoce
diversos derechos sociales, económicos y políticos (De Castro, 2014: 63).
Los elementos descritos han ido conformando un empleo exible e inestable donde
el poder de negociación colectivo de los trabajadores y las trabajadoras va disminu-
yendo. Organizaciones como las expuestas, el Colectivo de Jornaleras de Huelva en
Lucha o el Colectivo de Trabajadores Africanos se ven en la necesidad de construir
una organización al margen del espacio físico de trabajo debido las restricciones,
pero inmerso en el espacio social del mismo.
La organización de los propios trabajadores y trabajadoras con independencia de
otras organizaciones es un ejemplo de la situación por la que atraviesa el sector.
7. CONCLUSIONES
En un contexto laboral atravesado por la temporalidad, la migración y la inestabilidad,
el poder de negociación de los distintos actores, en este caso trabajadores, trabaja-
doras, productores y distintos agentes del sector, está desigualmente distribuido. Los
trabajadores y las trabajadoras de los enclaves productivos globales, que a la vez se
encuentran en contextos rurales, se enfrentan a un modelo de garantías sociolabo-
rales cada vez más débil. A medida que ha ido creciendo el cultivo, ha aumentado
la subordinación de la condición política de la mano de obra a los ajustes exibles y
móviles del mercado laboral, perdiendo así capacidad democrática en los espacios
de producción. De igual modo, los productores se ven afectados ante unos niveles
de competencia que les impiden percibir un valor real de la fruta. Así, las lógicas pro-
ductivas desarrolladas en el sector inuyen en toda la cadena que tiene lugar en el
territorio. Esto crea un espacio productivo visto como la última opción para la mano
de obra que, en momentos de crisis como la derivada de una pandemia mundial, no
han visto alteradas sus condiciones sociolaborales.
Por otro lado, la ausencia de una industria transformadora de los productos en el
territorio, así como la falta de una innovación y control de las semillas propia hace
que los territorios enfrenten una especialización única, el cultivo y la recolección que,
además de ser la fase más costosa, es la que menor capacidad de decisión presen-
ta. La extensión y el crecimiento de unos cultivos determinados no rotativos presen-
tan un agotamiento del suelo y del entorno social, donde no pueden desarrollarse
enclaves laborales estables. De igual modo, la tendencia al uso de cultivos intensivos
genera una gran necesidad de mano de obra durante un periodo determinado que
produce efectos colaterales como los que hemos tratado: incumplimiento de salarios,
imposibilidad de viviendas en los territorios rurales para el grueso de la mano de obra
en los picos de campaña, uso de los contratos en origen los cuales no permiten el
poder de decisión de las trabajadoras, entre otros. Asistimos así a una desprotección
de los y las trabajadoras, pero también del tejido empresarial, afectando directamen-
te al pequeño y mediano productor que ha perdido la legitimidad de jar unos precios
a sus productos, debido a la saturación y competencias en el mercado.
Esto deja ver cómo una producción diversicada y rotativa podría dar paso a un
cultivo más sostenible en el tiempo que a su vez garantice la sostenibilidad social de
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 22 - 2022
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los enclaves productivos dando la oportunidad de permanencia a la comunidad de
trabajo y facilitando el margen de acción a los productores.
El COVID 19 ha sido un agravante que no ha traído unos cambios radicales en los
modos de trabajo y en las condiciones sociales. Se muestra, así como la industria
alimentaria globalizada hoy tiene más poder de decisión que los propios productores
y las propias personas que la sostienen.
De los momentos más delicados surgen las iniciativas más sólidas que son las que
marcarán los retos a futuro. Por tanto, la información expuesta y el trabajo mostrado
por los colectivos participantes puede ser un indicador del horizonte que está por
venir en este nuevo ciclo.
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