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Anduli
Revista Andaluza de Ciencias Sociales
ISSN: 1696-0270 • e-ISSN: 2340-4973
TERRITORIOS SEGREGADOS. EXPERIENCIAS DE
DIGNIFICACION FRENTE A LA EXCLUSIÓN SOCIOTERRITORIAL
SEGREGATED TERRITORIES. EXPERIENCES OF DIGNITY IN
THE FACE OF SOCIO-TERRITORIAL EXCLUSION
María-José Rodríguez-Rejas
Universidad Autónoma de la Ciudad de México
maria.jose.rodriguez@uacm.edu.mx
https://orcid.org/0000-0001-9265-8317
Resumen
El artículo aborda las respuestas
de un barrio, Polígono Sur (Sevilla),
que se enfrenta a la estigmatización
socioterritorial. Se analiza el peso de los
impactos sociales e ideológico-culturales
de la exclusión en su (in)visibilización.
Metodológicamente se recurrió a las
herramientas de la geografía del poder
y se trabajó con entrevistas narrativas de
24 vecinas y vecinos sobre trayectorias
y diagnóstico del tejido social en tres
proyectos signicativos orientados al
mejoramiento barrial, con resultados
reconocidos: el CEIP Andalucía, la
Residencia Universitaria Flora Tristán, y
el grupo de adultas mayores “Instrucción
General Básica para la Vida”. La
narrativa del relato, desde la perspectiva
de Bertaux y Caicedo, permitió articular
memoria, experiencia y utopía, como
proyección de futuros en potencia.
Los resultados revelan la incidencia
de la ideología del “no merecimiento”
de los pobres (undeserving poor) en la
narrativa hegemónica, que invisibiliza a
los desfavorecidos y sus experiencias
dignicadoras, así como su potencial de
transformación.
Palabras clave: Desigualdad; Estigma-
tización; Segregación socioterritorial;
Exclusión social; barrios periféricos; Relatos
de vida; pobres “indignos”; Andalucía
Abstract
This article is about the responses
of a neighborhood, Polígono Sur
(Seville), which is facing socio-
territorial stigmatization. The weight
of the social and ideological-cultural
impacts of exclusion in its (in)visibility
is analyzed. Methodologically, the
tools of the geography of power were
used, and narrative interviews of 24
neighbors were conducted with regard
to trajectories and diagnoses of the
social fabric in three signicant projects
aimed at neighborhood improvement that
have had recognized results: the CEIP
Andalucía, the Flora Tristán University
Residence, and the group of older adults
“Basic General Instruction for Life”.
The narrative, from the perspective
of Bertaux and Caicedo, allowed for
the articulation of memory, experience
and utopia as a projection of potential
futures. The results reveal the impactof
the ideology of the undeserving poor in
the hegemonic narrative, which renders
the disadvantaged and their dignifying
experiences invisible, and severely limits
their transformation potential.
Keywords: Inequality; Stigmatization;
socio-territorial segregation; Social
exclusion; life stories; outlying
neighborhoods; Undeserving poor;
Andalucía
Cómo citar este artículo/citation: Rodríguez-Rejas, María-José (2022). Territorios Segregados: Experiencias de
Dignificación frente a la Exclusión Socioterritorial. ANDULI 21 (2022) pp. 213-235.
https://doi.org/10.12795/anduli.2022.i21.10
Recibido: 13.03.2021 Aceptado: 14.08.2021 Publicado: 03.01.2022
DOI: https://doi.org/10.12795/anduli.2022.i21.10
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1. Introducción: Otras formas de mirar
Los barrios donde se concentra la población con más bajos recursos y con una
composición étnica diversa son una expresión espacial del poder y la desigualdad
acumulada en el tiempo, pero también son memoria y tejido vivo de la resistencia de
sus habitantes para dignicar su existencia y su entorno frente a la ideología del no
merecimiento de los excluidos (undeserving poor) (Gans, 1995). A las condiciones de
vida de la desigualdad y exclusión social se suma la estigmatización socioterritorial,
intensicada en la ciudad neoliberal (Harvey, 1992; Hidalgo y Janoschka, 2014).
Abordamos el caso del Polígono Sur, un barrio con altos niveles de exclusión de la
periferia de Sevilla (INE Indicadores Urbanos, 2019b) que contrasta con las imágenes
de la ciudad turística. Sus habitantes cada día tienen que hacer frente tanto a las
condiciones de necesidad, a las múltiples etiquetas con las que son estigmatizados
(Goffman, 2006) y criminalizados, así como a la invisibilización de las experiencias
colectivas y comunitarias que tejen para mejorar su entorno (Ruiz, 2019; Wacquant,
2007). Comprender el impacto de la desigualdad y estigmatización socioterritorial
en los habitantes de un barrio como Polígono Sur, contribuye a revalorar desde
una perspectiva situada las estrategias de afrontamiento que han sido capaces de
generar frente a la violencia y (re)victimización de la que son objeto.
Recuperamos las experiencias y reexiones en voz de sus protagonistas para
visibilizar la complejidad de una realidad social opacada por las etiquetas y los
estereotipos sobre esos “otros” (Cano, 1993), casi siempre desconocidos y, por
ello mismo, percibidos como amenaza (Gledhill, 2015). Se trabajó con relatos y
experiencias de vida de los vecinos y vecinas, mediante entrevistas a profundidad,
y observación participante. 24 Relatos de trayectorias que sostienen el tejido social
del barrio, con propuestas participativas para el mejoramiento colectivo, en tres
proyectos sociales representativos -el CEIP Andalucía, la Residencia Universitaria
Flora Tristán, y el grupo de adultas mayores “Instrucción General Básica para la Vida”
de la Asociación Nacional Presencia Gitana-; distintas edades y géneros, aunque la
mayoría son mujeres porque son quienes más participan.
2. Metodología: herramientas para cartograar la desigualdad
Varias cosas sorprenden sobre las representaciones y percepciones que se tienen en
distintos ámbitos en relación con el Polígono Sur y sus vecinos. Inicialmente realizamos
un mapeo hemerográco1 y audiovisual del barrio que arrojó, en primera instancia, una
1 El mapeo se hizo a partir de una revisión en “Noticias Google” entre enero de 2000 y diciembre 2019. La
primera fue una búsqueda abierta para identicar los medios que cubren noticias de la zona, usando los
términos “Polígono Sur” y otra búsqueda con “Tres mil viviendas”. En un segundo momento, se renó la
búsqueda mapeando aquellos medios que publicaban con más frecuencia noticias de: a) “Polígono Sur”.
Se hizo un seguimiento de las primeras diez páginas de resultados, siendo los medios que ocupaban
los primeros lugares ABC de Sevilla, El Diario de Sevilla, La Vanguardia, El Diario, El periódico, El
Correo de Andalucía, Europa Press; b) “Tres mil viviendas”. Los medios registrados con noticias con
este término fueron: El País, 20 Minutos, El Mundo, Diario de Sevilla, El Español, OK Diario, El Diario.
es, El condencial, Europa Press. En este segundo caso hay mayor número de medios pero la línea
editorial es, igualmente, poco heterogénea. En ambos casos, tanto en los encabezados como en el propio
contenido, aparecen términos estigmatizantes como los señalados en el texto, con la excepción de El
Diario.es; incluso aunque se presente una acción social de mejora del entorno. El mapeo audiovisual se
realizó sin restricción de fechas; una primera búsqueda en “Google Vídeo” y una segunda búsqueda en
“YouTube”, considerando que son dos plataformas de alta audiencia que, además, son reproducidas en
redes sociales. Se revisó el contenido de las 10 primeras páginas de búsqueda, siendo más diverso en
comparación con medios de prensa; encontramos productos que reproducen estereotipos de violencia
y marginación pero también algunos productos que presentan una perspectiva sobre el trabajo social
desarrollado por diversas organizaciones, como NosotrosTambién Somos Sevilla.
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Artículos • María José Rodríguez Rejas
imagen estereotipada centrada en las “Tres mil viviendas”, etiquetada con términos
negativos con los que se construye el estigma: “pobreza”, “delincuencia”, “basura”,
“analfabetismo”, “droga”, “peligrosidad”, “gueto”. En ese mapeo aparecen en menor
medida experiencias colectivas que buscan construir tejido social. Se hicieron varios
recorridos de reconocimiento y observación de la zona que, al igual que numerosas
charlas informales, quedaron plasmados en un Diario de campo. Sorprende la cantidad
de personas que sin conocer el barrio usan esas mismas etiquetas en el lenguaje
coloquial: “peligroso”, “marginal”, “feo”, “sucio” (Diario de campo, 2019).
Entre las herramientas teóricas recurrimos a los enfoques sobre desigualdad
espacial y segregación socioterritorial. La desigualdad y exclusión (Therborn,
2005) que caracteriza a la población del Polígono se expresa como desigualdad
socioespacial en el contexto de una ciudad atravesada por la modernización urbana
neoliberal desde la Expo 92, un patrón económico centrado en el turismo y un
proceso gentricador que ha profundizado la segmentación social, la fragmentación
y segregación característica de la desigualdad, intensicando el distanciamiento
entre el centro y la periferia (Hiernaux, 2011; Harvey, 1992; Hidalgo y Janoschka,
2014). No es casual que de los quince barrios más pobres del país, seis estén en
Sevilla (Redes, 2011). Un modelo “modernizador” en el que las políticas urbanas
se han centrado en la mejora espacial de los centros históricos y en la inversión de
servicios orientados al consumo cultural y al turismo. Mientras, las periferias y sus
barrios, han visto deteriorarse su infraestructura a la par que las condiciones de vida
de sus vecinos, afectados por el desempleo y la precarización laboral, característica
de la reestructuración del capitalismo neoliberal. Desde el enfoque de la geografía
del poder podemos entender cómo se expresan los procesos sociales en el espacio
urbano y cómo inciden en la representación (concepción, sentir y actuar) que se tiene
del lugar y de quienes lo habitan (Ramírez y López, 2015).
La categoría de estigmatización territorial nos ha permitido articular el espacio social,
el espacio físico y el espacio simbólico:
Une el modelo elaborado por Goffman (2006) con la teoría del ‘poder simbólico’ de-
sarrollada por Bourdieu, para así capturar cómo la tacha de un lugar puede afectar
a residentes de barrios menospreciados, a sus vecinos, operadores comerciales,
burocracias públicas de impacto local… no es una condición estática o un proceso
neutral, sino una forma signicativa y perjudicial de acción, mediante la representa-
ción colectiva, atada a un lugar determinado (Wacquant et al., 2014. p.219).
El estigma profundiza aún más la separación social y espacial de la población de
bajos recursos, concentrada geográcamente, en un contexto de creciente desigual-
dad y reducción de las políticas sociales. Es la Sevilla invisibilizada que no sale en
las fotos.
Para caracterizar y problematizar la vida del barrio, recurrimos al método narrativo
desde la etnosociología en tanto queríamos recuperar las experiencias y reexiones
de quienes lo habitan. Las experiencias vividas son una forma de conocimiento y
de producción de conocimiento de realidades concretas en la que se reconoce a
los narradores la condición de actores y analistas de la realidad en la que están
inmersos; son expresión de una práctica social e histórica reexionada a través de la
narración (Jara, 2018). Entendemos las experiencias como:
Procesos socio-históricos dinámicos y complejos, individuales y colectivos que son
vividas por personas concretas. No son simplemente hechos o acontecimientos
puntuales, ni meramente datos. Las experiencias, son esencialmente procesos
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vitales que están en permanente movimiento y combinan un conjunto de
dimensiones objetivas y subjetivas de la realidad histórico-social (Velasco, Agudelo
y Camacho, 2006, p.37).
Así, a través de los relatos de vida recuperamos la narrativa de quienes habitan el
barrio. El relato, en el sentido que lo plantea Caicedo,
Es un proceso de aprehensión del mundo, está ligada al transcurso del tiempo,
y a los cambios que se producen, así como a los actores que los producen (...)
es el resultado de pensar la realidad y de cómo esa realidad en la que estamos
inmersos también nos delinea. Su función está en darle sentido a las prácticas
sociales, sentido que se construye en la articulación de las temporalidades que
denen a los sujetos: la memoria, la manera como entendemos el pasado y donde
se entrecruza la historicidad sociocultural con el decantado de las vivencias
individuales; la experiencia, el lugar de la acción; y la utopía, la forma de percibir
un futuro aún no constituido” (Caicedo, 2003, pp.171 y 173).
Hemos trabajado sus relatos a través de la técnica de entrevistas abiertas (Taylor y
Bogdan, 1994; Balcázar et al., 2013) que combinan “la descripción de experiencias
vividas en primera persona y de contextos en los que esas experiencias se han
desarrollado” (Bertaux, 2005, p.21), lo que nos permitió articular signicados
subjetivos y prácticas sociales. Se buscó que el relato incorporara tres grandes
ejes considerando el diagnóstico del presente y los cambios que se percibían en el
transcurso del tiempo en relación con el pasado, los logros y dicultades a través
del tiempo, y la proyección de futuro en tanto actores de su entorno: ¿Cómo viven y
perciben el barrio? ¿Qué retos enfrentan? ¿Qué propuestas plantean? La dimensión
temporal del futuro, al recoger la propuesta, tanto en términos de tendencia como
operativos concretos, permitió recuperar la condición activa, propia de todo sujeto
social, de las personas participantes así como la incorporación de matices en su
reexión en relación con el balance que iban construyendo a lo largo de la narración;
las posibilidades y recursos concretos para hacerlas realidad. En este sentido, operó
como un ltro de contraste.
La selección de las y los participantes se realizó a partir de un muestreo intencio-
nado (Ibáñez, 1992) con criterios denidos a partir del problema de investigación:
experiencia de vida en el barrio; participación; posición discursiva; pertenencia te-
rritorial; factor generacional e intergeneracional. El criterio étnico no fue intencional
inicialmente; se agregó tras los primeros contactos en la zona con el reconocimiento
de una parte de población gitana y la dinámica en las relaciones y discurso deriva-
da de este factor. Hubo dos etapas que abarcaron el primer semestre de 2019: un
primer momento de contacto con múltiples personas del medio académico y de las
organizaciones sociales hasta encontrar a las personas claves2 que permitió el pos-
terior acercamiento a los participantes; un segundo momento, donde se realizaron
los primeros sondeos y tuvo lugar el contacto directo con las personas que serían
entrevistadas.3
2 A partir de una postura crítica epistemológica y metodológica, no usamos el término técnico “in-
formantes clave”; consideramos que instrumentaliza y cosica a quienes de forma desinteresada
colaboran en la creación de las redes sociales necesarias para el desarrollo de una investigación
cualitativa, y, al mismo tiempo, distorsiona la escucha situada por parte del investigador al jerar-
quizar las narrativas, alterando los códigos de construcción de sentido. En el plano deontológico,
interere con el sentido ético y el respeto a los participantes de la investigación.
3 Un agradecimiento especial a Federico Pablos Cerqueira y a Juan Blanco por compartir sus
vínculos para este trabajo
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Artículos • María José Rodríguez Rejas
Cuadro de síntesis “Participantes, perles y temas”
Participantes Código Perl Datos del contexto de la entrevista Temas
Antonia Bastos
Mata P1 Vecina del barrio, adulta mayor, participación en red social del barrio,
Programa IGBV a cargo de Asociación Nacional Presencia Gitana
Espacio del Taller “Instrucción General Básica para la
Vida” (IGBV), en Fundación Atenea, mayo 2019
Estigmatización
territorial
Exclusión
Invisibilización
social
Utilitarismo de las
autoridades
Logros de política
pública
Relaciones
interinstitucionales
Papel del
Comisionado
Necesidades
socioeconómicas y
precariedad laboral
Percepción de
inseguridad
Conictos
Factor étnico
Logros resultado
de la participación
Convivencia
vecinal
Infraestructura
barrial
Propuestas de
mejora
Fronteras del
territorio
Carmen Arjona
Romero P2 Vecina del barrio, adulta mayor, participación en red social del barrio,
Programa IGBV a cargo de Asociación Nacional Presencia Gitana
Espacio del Taller “Instrucción General Básica para la
Vida” (IGBV), en Fundación Atenea, mayo 2019
Dolores
Carrasco
Fernández
P3 Vecina del barrio, adulta mayor, participación en red social del barrio,
Programa IGBV a cargo de Asociación Nacional Presencia Gitana
Espacio del Taller “Instrucción General Básica para la
Vida” (IGBV), en Fundación Atenea, mayo 2019
Elena Guijarro
Herráiz P4 Vecina del barrio, adulta mayor, participación en red social del barrio,
Programa IGBV a cargo de Asociación Nacional Presencia Gitana
Espacio del Taller “Instrucción General Básica para la
Vida” (IGBV), en Fundación Atenea, mayo 2019
Manuela
Carrasco
Fernández
P5 Vecina del barrio, adulta mayor, participación en red social del barrio,
Programa IGBV a cargo de Asociación Nacional Presencia Gitana
Espacio del Taller “Instrucción General Básica para la
Vida” (IGBV), en Fundación Atenea, mayo 2019
Manuela
(Manola)
Fernández
Rodríguez
P6 Vecina del barrio, adulta mayor, participación en red social del barrio,
Programa IGBV a cargo de Asociación Nacional Presencia Gitana
Espacio del Taller “Instrucción General Básica para la
Vida” (IGBV), en Fundación Atenea, mayo 2019
Natividad
Martos
Mendoza
P7 Vecina del barrio, adulta mayor, participación en red social del barrio,
Programa IGBV a cargo de Asociación Nacional Presencia Gitana
Espacio del Taller “Instrucción General Básica para la
Vida” (IGBV), en Fundación Atenea, mayo 2019
Pilar Boby
Pastor P8 Vecina del barrio, adulta mayor, participación en red social del barrio,
Programa IGBV a cargo de Asociación Nacional Presencia Gitana
Espacio del Taller “Instrucción General Básica para la
Vida” (IGBV), en Fundación Atenea, mayo 2019
Trinidad Guillén P9 Vecina del barrio, adulta mayor, participación en red social del barrio,
Programa IGBV a cargo de Asociación Nacional Presencia Gitana
Espacio del Taller “Instrucción General Básica para la
Vida” (IGBV), en Fundación Atenea, mayo 2019
Josefa Angulo
García P10 Vecina del barrio, adulta mayor, participación en red social del barrio,
Programa IGBV a cargo de Asociación Nacional Presencia Gitana
Espacio del Taller “Instrucción General Básica para la
Vida” (IGBV), en Fundación Atenea, mayo 2019
Manuela de los
Santos Moreno. P11 Vecina del barrio, adulta mayor, participación en red social del barrio,
Programa IGBV a cargo de Asociación Nacional Presencia Gitana
Espacio del Taller “Instrucción General Básica para la
Vida” (IGBV), en Fundación Atenea, mayo 2019
Carmen Núñez
Medina P12 Vecina del barrio, adulta mayor, participación en red social del barrio,
Programa IGBV a cargo de Asociación Nacional Presencia Gitana
Espacio del Taller “Instrucción General Básica para la
Vida” (IGBV), en Fundación Atenea, mayo 2019
Federico Pablos
Cerqueira P13 Coordinador del Programa IGBV, Asociación Nacional Presencia Gitana,
trayectoria continua de trabajo en el barrio, red barrial
Espacio abierto, abril 2019; Fundación Atenea,
mayo 2019
Lourdes Rey
Pardo P14
Tallerista, trabajo con familias del CEIP Altolaguirre, Asociación Nacional
Presencia Gitana, trayectoria continua de trabajo en el barrio, red barrial,
comunidad de aprendizaje en construcción
CEIP Altolaguirre, mayo 2019
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Participantes Código Perl Datos del contexto de la entrevista Temas
Inmaculada
Mayorga P15
Jefa de estudios y profesora del CEIP Andalucía, trabajo directo con niñas
y niños, Trabajo directo con familias, proyectos de vinculación escuela-
entorno, comunidad de aprendizaje, trayectoria de larga continuidad
CEIP Andalucía, mayo 2019
Aprendizajes
colectivos:
escuela, niños,
familias y barrio
Deseos de futuro
Propuestas
Participación de
familias y niños
Desigualdad
Estigmatización
Segregación
Invisibilización
Necesidades
socioeconómicas y
precariedad laboral
Conicto
Factor étnico
Convivencia
Fronteras del
territorio
Logros
Espacios
simbólicos
Miriam
Rodríguez
López
P16
Técnico de taller permanente con madres, abuelas y familiares de los niños
y niñas del CEIP Andalucía a cargo de Asociación Nacional Presencia
Gitana, vinculación con la comunidad
Taller CEIP Andalucía, mayo 2019
Jessica* P17 Familiar de niños y niñas del CEIP, participación constante en el taller del
CEIP, comunidad de aprendizaje, vecina del barrio Taller CEIP Andalucía, mayo 2019
Carmen* P18 Familiar de niños y niñas del CEIP, participación constante en el taller del
CEIP, comunidad de aprendizaje, vecina del barrio Taller CEIP Andalucía, mayo 2019
Teresa* P19 Familiar de niños y niñas del CEIP, participación constante en el taller del
CEIP, comunidad de aprendizaje, vecina del barrio Taller CEIP Andalucía, mayo 2019
Rosa* P20 Familiar de niños y niñas del CEIP, participación constante en el taller del
CEIP, comunidad de aprendizaje, vecina del barrio Taller CEIP Andalucía, mayo 2019
Remedios* P21 Familiar de niños y niñas del CEIP, participación constante en el taller del
CEIP, comunidad de aprendizaje, vecina del barrio Taller CEIP Andalucía, mayo 2019
Ana* P22 Familiar de niños y niñas del CEIP, participación constante en el taller del
CEIP, comunidad de aprendizaje, vecina del barrio Taller CEIP Andalucía, mayo 2019
Manuel de la
Vega López P23
Estudiante, becario de formación en la Residencia, anteriormente becario
de colaboración, vecino del barrio, joven, participación en proyectos
barriales y red de organizaciones para el mejoramiento barrial
Residencia Flora Tristán, mayo 2019
Convivencia en el
territorio
Desigualdad y
estigmatización
Segregación
Invisibilización
Necesidades
socioeconómicas y
precariedad laboral
Conicto
Convivencia
Frontera del
territorio
Logros
Espacios
simbólicos
Juan Blanco
López P24
Uno de los creadores del proyecto Residencia Universitaria Flora Tristán,
Director del mismo 2006-2012, formación y experiencia en trabajo
comunitario y colaborativo en el barrio, donde sigue participando. Profesor
de la Facultad de Trabajo social de la Universidad Pablo de Olavide.
Espacio abierto, mayo 2019
* A solicitud de las participantes se ha omitido su apellido
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Artículos • María José Rodríguez Rejas
Se combinaron diversos procedimientos de escucha en la producción de los relatos,
que fueron audiograbados, y se pidió el consentimiento de los participantes para usar
el material en la investigación. La gran mayoría prerió que apareciera su nombre y
no un pseudónimo. También se recurrió a la elaboración de un cuaderno reexivo con
las notas de la entrevistadora-investigadora sobre la relación de interlocución y las
condiciones de producción del relato, y, posteriormente, las notas y reexiones de la
transcripción, que arrojaron los incipientes ejes analíticos.
En cuanto al análisis de los datos, se diseño un esquema de recuperación y proce-
samiento intersectando dos niveles en la sistematización: la lógica singular de cada
relato y la lógica transversal del conjunto de los relatos que permitió ponerlos en
relación y diálogo entre sí, así como con las categorías teóricas (Cornejo, Mendoza y
Rojas, 2008). En el primer nivel se tomaron en cuenta los siguientes ejes analíticos:
contenidos temáticos signicativos, el lenguaje (forma en que fue dicho), el ordena-
miento temporal de los hitos, los personajes que aparecen en el relato, las marcas
sociales del narrador (clase, género, etnia), la enunciación de los otros (autorida-
des, organizaciones, vecinos), diálogo intergeneracional (generación desde la que
se enuncia el recuerdo, a qué generaciones se dirige y como se percibe a las otras
generaciones), el territorio (percepción y sentido de pertenencia), los retos (dicul-
tades y logros), las propuestas de mejora. La construcción de sentidos a partir del
mapa elaborado con la intersección del conjunto de relatos sistematizados, requirió
ser trabajada en sus contextos sociohistóricos y en el marco de las condiciones es-
tructurales en que acontecen las experiencias.
3. Nuevas y viejas desigualdades en el barrio
Los indicadores sociales y económicos del Polígono Sur reejan la condición de
desigualdad y exclusión en la que viven miles de personas, e interpelan el imagi-
nario de una España europea y modernizada. No sólo es un caso representativo
de segregación socioespacial sino que es un caso paradigmático; es el barrio más
pobre en renta per cápita de Sevilla y del país (INE, 2019a), posición que ha tenido
durante años. El Polígono Sur un barrio integrado a su vez por seis barrios: La Oliva,
Las Letanías, Avenida de la Paz, Murillo, Antonio Machado y Martínez Montañés.
Sólo considerando el nivel de ingreso, es evidente la representación espacial de la
desigualdad y exclusión del barrio en su conjunto. Según El mapa de la renta de los
españoles, calle a calle (2019), la renta anual por hogar en Murillo y Martínez Monta-
ñés está en torno a 11.826€ y 10.600 €, respectivamente; lo que corresponde al 1%
más pobre de España y de Andalucía. Las Letanías tiene una renta promedio anual
de 14.986 €, que corresponde al 2% más pobre de España y al 5% más pobre de
Andalucía. La Oliva y Avenida de la Paz no están en mejores condiciones, la primera
con un ingreso de 16.696 y la segunda de 18.361; ambas corresponden al 4%
más pobre de España y al 5% más pobre de Andalucía. Antonio Machado mejora en
cuanto al nivel de renta.
Situado al sur de la ciudad y en su periferia, los límites del barrio son mucho más
que un signo de aislamiento, se constituyen en hitos simbólicos de la segregación
espacial. Al oeste está anqueado por el único tramo férreo de la ciudad que no fue
soterrado durante las obras de modernización de la Expo 92, a pesar de que los
vecinos han realizado solicitudes, reclamos y recibido promesas incumplidas desde
entonces. Un muro lo separa del barrio de Bami, cuya renta promedio anual es de
37.333 € y cuya población corresponde al 14% más rico del país y al 6% más rico de
Andalucía. En palabras de Jesús Maeztu, actual Defensor del Pueblo Andaluz y ex
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 21 - 2022
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Comisionado para el Polígono Sur, “La vía es una trinchera, me dijeron los técnicos
del tren de Santa Justa y por eso no se soterró. Porque detrás estaban ‘los bárba-
ros’… (es) un cordón de seguridad’” (Moguer, 2019). Otro muro, el de Hytasa, a la
altura del polígono industrial, lo cierra en el lado este. Su derribo, demandado por los
vecinos hace años, también ha sido pospuesto reiteradamente. El cerco se ve refor-
zado por dos grandes avenidas, una al noroeste, la Ronda del Tamarguillo, y otra al
sur, la Carretera de su Eminencia, que separa el barrio del Campo de Golf Real Club
Pineda. Toda frontera, física o simbólica, dene el adentro y afuera, el “nosotros” y los
“otros”. Como describe Juan Blanco, “aquí hay muros, el Polígono Sur tiene muros
reales, reales. En Sevilla, antes de la Expo 92 se soterró toda la línea de trenes, por
lo tanto, son subterráneas, por eso puedes encontrar un puente por mitad de la Puer-
ta la Carne que no entiendes qué hace el puente ahí ¡Claro, antes por ahí pasaban
las vías del tren! Bueno, pues en toda Sevilla ha desaparecido, el río se recuperó,
se quitaron todas las vías del tren, menos un trozo que empieza en Virgen del Rocío
y sube a supercie que es donde empieza el Polígono Sur… ¡Separa cuando hay
muro físico, digo muro, muro! … los muros son reales, son simbólicos y reales” (P24)
En este caso, el sentido y signicado de los muros está asociado con la segregación
y negación de esos “otros” que viven en el Polígono (Vessuri y Bocco, 2015; Ramírez
y López, 2015); alimenta imaginarios y percepciones basadas en los estereotipos de
la marginalidad que los medios de comunicación amplican. Desde una perspectiva
antropológica “las fronteras nos marcan el camino, delimitan lo posible. Palabras,
historias de peligros, policía, muros, lugares aparentemente abandonados o
enclaves privados, generan rutas vitales muy distintas, tanto en lo que se reere
a los itinerarios geográcos como a los itinerarios biográcos” (Grupo de Estudios
Antropológicos, 2016, p. 191).
Mapa de distribución de la renta por municipios. Índice de Gini:
Ciudad de Sevilla y Polígono Sur
Fuente: Elaboración a partir del mapa experimental Índice de Gini (2018).
INE. https://inespain.maps.arcgis.com/apps/MinimalGallery/index.html?appid=c8b41b2c471845afbc
8f8eb20c54382e#viewer=82c8e56766844fad983f779fe3ec57c1
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Artículos • María José Rodríguez Rejas
Los demás indicadores sociales refrendan la condición de desigualdad y exclusión.
Una tasa de paro por encima de la media de la ciudad, casi la mitad de la población
con trabajos eventuales y con baja remuneración (construcción, servicio doméstico,
hostelería, reparación de vehículos y artículos diversos, y economía sumergida) (Re-
des, 2011). Esta geografía del empleo es una manifestación de la división espacial
del trabajo en relación a otras partes de la ciudad. La desigualdad territorial repre-
senta relaciones laborales, de intercambio y de poder excluyentes, como plantea
Massey (2009)a lo largo de su extensa obra (Ramírez y López, 2015). La Sevilla
turística invisibiliza y estigmatiza a aquellos de quienes se sirve. En pleno siglo XXI,
el 4% de los habitantes del barrio son analfabetos y el 26% no concluye la ESO. El
absentismo es uno de los mayores problemas, con una tasa de 22.4% en 2014 (Plan
local de intervención en zonas desfavorecidas, 2018; Diagnóstico de zonas deniti-
vo, 2016; INE, 2011).
La desigualdad expresa una condición de exclusión que va más allá del ingreso y que
afecta a las posibilidades de vida en su conjunto (salud, educación, respeto, poder,
etc.). No es casual que la esperanza de vida al nacer sea 3 a 5 años menor que la media
de la ciudad y 6 menos que en Bami, o que los peores indicadores de mortalidad sean
los de Polígono Sur, Norte y Cerro Amate. Así se reconoce en el Plan Local de Salud de
Sevilla 2019-2023:”En mortalidad por todas las causas, el distrito Sur está por encima
de la media de la ciudad. Ocurre lo mismo para las enfermedades infecciosas, donde
ocupa el tercer lugar en las tasas más elevadas” (2019, p.40). Según el diagnóstico
del Plan Local, los “Años Potenciales de Vida Perdidos”, indicador asociado a muertes
prematuras y a una vida con discapacidad, es también más alto que el promedio de
la ciudad, y la “Tasa Truncada”, con la que se registran las defunciones entre 35 y 64
años de edad es de 520 por cada 100.000 hab. frente a 430 que tiene en promedio
Sevilla. La mortalidad infantil es la mayor de la provincia (6,2 defunciones por cada
1000 nacidos vivos frente a 2 en Los Remedios).
Como nos recuerda Therborn la desigualdad es profundamente violenta, “siempre
implica excluir a alguien de algo. Cuando no mata gente o atroa la vida de las
personas literalmente, la desigualdad signica exclusión: excluir a muchos de las
posibilidades que ofrece el desarrollo humano” (2015, p.28). Se evidencia en la vida
cotidiana de quien la padece pero sus mecanismos de (re)producción descansan en la
concentración de riqueza y en una estructura de poder que la alimenta. Es un fenómeno
multidimensional que atraviesa las distintas prácticas sociales e institucionales. Lejos
de las teorías individualistas y los enfoques de la elección racional, la desigualdad
es una construcción social (Piketti, 2014; Dubet, 2011; Reygadas, 2008; Therborn,
2015; Reygadas, 2004; Wacquant, 2007; Gans, 1995; Tilly, 2000). El Polígono, en
este sentido, es el reejo de esos procesos a nivel urbano en una ciudad y en una
provincia que han padecido problemas históricos de desigualdad estructural, que
se intensicaron con las políticas neoliberales y que cobraron mayor intensidad con
los recortes sistemáticos en política social desde 2008 (Redes Sevilla, 2011), como
reconocía en su momento el propio Plan Integral Polígono Sur:
“la situación de crisis económica que está paralizando, de golpe, los itinerarios
previstos no sólo respecto de los cambios físicos en la ordenación urbana,
regeneración de plazas públicas, rehabilitación de viviendas, soterramiento del
ferrocarril, derribo de fronteras con los otros barrios..., sino, también, la llegada de
recursos de formación para el empleo, como Escuelas taller, talleres de Empleo,
Programas de inserción social de jóvenes situación de exclusión social... etc y
en la nanciación de los programas para los servicios sociales, y las entidades y
colectivos que trabajan en los ámbitos socioeducativos” (2013).
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 21 - 2022
• 222 •
La dinámica exclusión-segregación está así asociada a un proceso de polarización
social y económica que fractura el tejido social y genera una profunda distancia entre
un “nosotros” y los “otros” que se replica como desigualdad espacial. Las fronteras
de clase, socioculturales y étnicas se entrelazan con las fronteras simbólicas y los
muros construidos en torno al barrio.
En Polígono Sur, la desigualdad social y espacial se ha ido entretejiendo a través de
un largo proceso histórico que revela las prácticas segregadoras y excluyentes de un
modelo urbanizador que concibió un espacio periférico de la ciudad como receptor
de población desplazada de otras partes -lugares incorporados a la especulación
del suelo-; el realojo de familias procedentes de viviendas populares muy precarias,
como las corralas; población que había perdido su vivienda autoconstruida por las
inundaciones, como la del Tamarguillo (Llácer, 2015), así como los migrantes proce-
dentes del medio rural. Durante los sesenta y setenta se construye vivienda social
en la zona pero sin los servicios correspondientes. El Estado imprimió al espacio
una dinámica de “acumulación de población” con diversos niveles de exclusión, de
manera que la zona se convirtió en un receptor de población con necesidades y tra-
yectorias diferenciadas y origen étnico distinto, sin planeación ni trabajo social previo
para integrar y coordinar el potencial de esa diversidad, ni tampoco para resolver las
condiciones de exclusión que venían arrastrando. El conicto se acrecentó con la
llegada de población procedente de un asentamiento provisional desmantelado en
2004, agregando nuevos problemas a la convivencia entre los vecinos.4 En la con-
dición del barrio se reeja una larga sumatoria de responsabilidades institucionales
y de gobierno.
El giro neoliberal de nes del siglo XX marcó la senda del desempleo, precariedad,
y consumo y comercio de droga en los barrios populares del país. Las políticas de
ajuste que diezmaron la política social a inicio del XXI, profundizaron el deterioro
del espacio público y el crecimiento de la conictividad. En la ciudad neoliberal, los
barrios pasan a ser vistos como “depósitos” de todos los males urbanos, “barrios
de exilio económico” (Wacquant, 2007), profundizándose el distanciamiento social
y territorial. La conictividad asociada a la drogadicción es una preocupación de
los propios vecinos del Polígono; sin embargo, hay una ausencia de diagnósticos
institucionales sobre inseguridad pública en el barrio frente a la narrativa del
temor y la criminalización de los medios de comunicación5 que silencia la vida
cotidiana de la mayoría de los vecinos, que nada tiene que ver con esas prácticas.
En este sentido, y reconociendo el problema, hay que diferenciar la dinámica de
los microespacios con el conjunto del barrio como tal: “la aparición en las últimas
décadas de la drogadicción y los efectos colaterales que conlleva (delincuencia,
conictividad social, inseguridad ciudadana, abandono del medio urbano, etc)
y al realojo de cierta población con problemas de exclusión, ha favorecido
el nacimiento de focos de marginalidad concentrados en microespacios dentro de
los barrios (Martínez Montañés en Polígono Sur)” (Redes Sevilla, 2011, p.55).Un
4 El desmantelamiento de Bermejales estuvo asociado a un escándalo político donde se ofreció
dinero en mano a los habitantes para que se fueran del lugar sin un plan social de realojamiento
(Torres, 2011).
5 Las Memorias anuales de la Red de Drogodependencia presentan el problema de salud, consu-
mo y personas en tratamiento, a nivel de barrios (2015 a 2017, en 2018 ya no). No se encuen-
tran, al menos públicamente, los informes con datos sobre inseguridad a nivel de barrios. Otros
documentos institucionales mencionan el crecimiento de la delincuencia asociado a una pobreza
y/o marginación creciente pero tampoco se aportan datos especícos. Es el caso del Plan Inte-
gral Polígono Sur, el Proyecto Urban Polígono Sur, o el Diagnóstico de Zonas con Necesidades
de Transformación Social.
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Artículos • María José Rodríguez Rejas
problema que tuvo, al igual que otros lugares del país, un primer ciclo en los ochenta
y noventa con la llegada de la heroína. Al generalizar la problemática focalizada en
un área conocida popularmente como Las Vegas al conjunto de ese barrio y del
Polígono en su totalidad, se produce y reproduce la estigmatización socioterritorial.
Esta compleja relación de desigualdad territorial, social, étnica y de clase alimenta
los mecanismos de reproducción de la desigualdad social6 que, a nivel ideológico y
cultural, cristalizan en un proceso de estigmatización asociado a la construcción de
una cultura del no merecimiento social de los excluidos (undeserving)7 que, como
veremos, pesa sobre la vida de los habitantes del barrio.
4. Las “otras” experiencias del barrio: logros invisibilizados
Más allá de todas las problemáticas señaladas, el Polígono es un entramado de
experiencias y prácticas colectivas que están presentes desde los inicios del barrio,
cuando quienes llegaron tuvieron que tejer una vida compartida. Mientras que desde
ciertos estudios sobre segregación territorial el barrio es un “depósito de trabajado-
res pobres”, como recupera críticamente Torres (2013), una “localización de clase”,
como diría Wacquant (2014); sin embargo, para muchos de sus habitantes, es su
lugar de vida, de convivencia, de memoria compartida y de afectos tejidos a través
del tiempo; así, el barrio es vivido como territorio (Giménez,2005), como espacio
apropiado, con sentido y signicado para quienes lo habitan; ello sin desconocer que
el barrio no es homogéneo, como hemos ido presentando y que hay miradas entre
los propios vecinos que, a veces, asumen el estereotipo externo construido, como
sucede en relación con quienes viven en las llamadas Tres Mil.
La red de organizaciones de vecinos con interés por mejorar su entorno y el tejido
social asociativo es amplia y tiene una larga trayectoria. En un sucinto mapeo en-
contramos múltiples asociaciones vecinales (La Oliva, Murillo Sur, Antonio Machado,
etc.); la Plataforma Ciudadana del Polígono Sur, creada en 1987; la Plataforma “No-
sotros también Somos Sevilla”, creada a nes de los noventa, en la que se agruparon
22 asociaciones y colectivos, con el propósito de visibilizar la exclusión del barrio y
las responsabilidades administrativas y gubernamentales ante ello -sus demandas
fueron centrales para crear la gura del Comisionado, un interlocutor institucional
especíco para el Polígono-; la Asociación Entre Amigos; el Centro de Educación
Permanente de adultos Polígono Sur (CEPER), que recibió el Premio Miguel Hernán-
dez del Ministerio de Educación y el premio UNESCO por su labor en alfabetización;
6 Nos referimos a los cuatro mecanismos de desigualdad que identica Therborn (2015): distancia-
miento, explotación, exclusión y jerarquización.
7 Undeserving es una categoría de análisis trabajada desde la sociología estadounidense, en par-
ticular, por Herbert Gans (1995), que cuestionó el concepto de underclass así como el de cultura
de la pobreza para abordar críticamente la construcción social de la estigmatización y segrega-
ción de personas en situación de pobreza. El uso de etiquetas y términos despectivos insertos
en el discurso público y en el lenguaje expresa prácticas sociales de estigmatización que hacen
descansar la responsabilidad de la exclusión en la persona que la padece, al margen del campo
social de condiciones y del proceso que lo genera. A la par, se construye una percepción negativa
sobre el comportamiento social de los pobres al ser etiquetados como personas irresponsables
al tiempo que se les exige superar individualmente todos los obstáculos para salir de su situa-
ción. El resultado de este proceso es la construcción de una cultura del no merecimiento de los
pobres que legitima el recorte de gasto social y de políticas públicas para este sector, y que
invisibiliza la violencia revictimizadora de la que son objeto. Una cultura que cosica al excluido
y convierte la crueldad en una práctica social de la vida cotidiana (Das, 1997).
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 21 - 2022
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Radio Abierta Sevilla, la radio comunitaria del CEIP Andalucía que se dene como
“Un altavoz para la ciudadanía” en la que vecinos y vecinas del barrio ofrecen diver-
sos programas como “Venimos del Sur” y “Mujeres por el Barrio”, premiados por la
Junta de Andalucía; el Centro Cívico El Esqueleto, creado como una demanda de
los vecinos, que tardó siete años en concluirse y varias movilizaciones, cuenta con
una biblioteca en la que se pueden consultar los materiales publicados sobre el ba-
rrio; Fundación Atenea; la Asociación Cultural Gitana Vencedores, un “centro social
multiusos”, como ellos mismos se denen, que hace tareas de mediación vecinal y
cuenta con un Club Deportivo para jóvenes.8
Si bien el recuento no acaba aquí, abordaremos tres experiencias que consideramos
signicativas por su impacto en la vida del barrio y por su trayectoria, que presentamos
a través de las voces de sus protagonistas: las docentes y familiares de los niños
y niñas del CEIP Andalucía, las adultas mayores de los talleres de formación
“Instrucción General Básica para la Vida” que conocen el barrio desde sus inicios, y
los jóvenes estudiantes e interventores de la Residencia Flora Tristán.
4.1. El Colegio Andalucía: una escuela de puertas abiertas
El CEIP Andalucía es mucho más que un colegio, es un polo de atracción y
transformación en el barrio; un centro comprometido con la educación en un sentido
pleno, no sólo de sus estudiantes sino del entorno y los contextos en que éstos
viven. En sus propias palabras, una “escuela de puertas abiertas” para las familias,
si bien son fundamentalmente madres y abuelas quienes participan en diversas
actividades; puertas de entrada y de salida para conocer, compartir y vivir el barrio.
Como nos dice Inmaculada Mayorga, jefa de estudios y profesora de este proyecto de
transformación compartido por el equipo docente: “Nos dimos cuenta que teníamos
que cambiar, que la escuela tenía que abrirse, que la escuela tenía que permitir la
entrada y nosotros salir porque aquí hay una doble vía, no sólo entran las familias
sino que nosotros salimos a hacer muchas actividades fuera” (P15). Ubicado en el
barrio Murillo, las niñas y niños del colegio, así como sus familias, enfrentan tanto las
dicultades sociales y económicas como el peso de la estigmatización, acentuado al
ser mayoritariamente de etnia gitana.
El problema del absentismo escolar era grave, cercano al 60%, al igual que la
desconanza entre las dos partes, entre familias y docentes... O sea, los prejuicios
y la desconanza existía por ambos lados… ¿Eso que implicaba?, pues que los
maestros no teníamos altas expectativas… Los maestros desmotivados totalmente
porque el alumnado no venía, los que venían el lunes no eran los que venían el
martes… claro, ¿cómo llevas tú un currículum cuando a ti los niños te faltan?… Es
muy complicado. Ahí fue cuando empezamos a darnos cuenta de que teníamos
que cambiar, señala Mayorga (P15).
El proceso educativo pasó a ser concebido como una actividad transformadora, tanto
de sus actores (niñas y niños, familias, docentes) como de sus contextos (el barrio
y la escuela), que descansó en la participación y en el interés de los implicados.
En 2005-2006, decidieron desaprender su práctica y convertirse en comunidad de
aprendizaje, una “iniciativa inclusiva de transformación personal, social y cultural que
pretende la mejora de la convivencia y asegurar el éxito escolar del alumnado a través
de la participación y formación de todos los sectores de la comunidad educativa”
(Mayorga y Molina, 2018, p.145). En ese sentido, no sólo las maestras, sino todas
8 Véase el mapa de recursos y asociaciones en: Blog Polígono Sur: el barrio es tu escuela, del
área de Educación de la Ocina del Comisionado
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Artículos • María José Rodríguez Rejas
y todos los miembros que participan en la comunidad son formadores y aprendices
a un mismo tiempo. La comunidad se fue tejiendo a través de la participación de las
familias, principalmente mujeres, madres y abuelas del alumnado:
Ocurre que cuando ya hay ese encuentro, cuando ya nos conocemos, de ese
conocimiento nace la conanza, que es lo que ocurre siempre cuando un grupo de
personas se unen… que podemos estar de acuerdo o no pero hay esa conanza
y nos lo podemos decir y podemos llegar a un entendimiento… Pero, claro, ese
cambio, ese proceso de transformación tiene que ser paralelo, nosotros, las
familias y los niños, y las entidades que trabajan con nosotros, y asociaciones;
tenemos que ser todos a la par, enfatiza la Jefa de Estudios (P15).
Nadie es anónimo en la escuela, las niñas y niños son recibidos por la directora y la
jefa de estudios cada mañana. Varias madres, hermanas y abuelas participan en las
actividades que se ofrecen. El taller de manualidades es un pretexto para conformar
un espacio de intercambio de saberes, afectos y para tejer vínculos además de
aprender sobre diversos temas (nutrición, higiene, etc.):
La sesión empieza con desayuno, café para todas o Colacao, alguien lleva unos
churros, se intercambia lo que sucede en la cotidianidad, la familia, el trabajo,
los niños, ellas. Es el hacer desde lo que aparentemente ‘no hace’. La idea es
formar(se) e intercambiar unas con otras, tejiendo comunidad. El espacio las hace
sentirse seguras, se conocen, son vecinas, sus niños van a esa escuela (Diario
de campo, 2019).
Jessica, una de las participantes dice “(en otros coles) no te dejan entrar, los esperas
a las doce y media o una y ya está” (P17). Este espacio es posible, al igual que
muchas otras actividades, por las redes construidas con otras organizaciones. Así
opera también la radio comunitaria de la escuela, Radio Abierta, en colaboración con
la Asociación Entre Amigos y la Residencia Universitaria Flora Tristán.
Esta práctica educativa socializa tanto a los niñas y niñas como a los adultos -familias y
profesores- en la dignicación y la posibilidad de cambio social, construyendo diversos
mecanismos de afrontamiento ante la exclusión y los sentimientos que genera. Lejos
de las bajas expectativas sobre el alumnado, sus familias y el propio barrio, el colegio
se plantea una acción educativa basada en “unas altas expectativas hacia cada uno de
los niños y niñas. La colaboración, el diálogo igualitario y la conanza en las familias,
en las potencialidades educativas del entorno y del profesorado” (Ceip Andalucía,
2018, p.5). Inmaculada aclara que empatizar y contextualizar nada tiene que ver
con el conformismo: “Porque eso es otra cosa que tiene que quedar muy clara, que
nosotros empaticemos con los problemas no signica que nos conformemos con
los problemas; signica que sabemos de dónde partimos y que hay que luchar para
cambiar eso” (P15). Se busca el empoderamiento de sus estudiantes, lo que tiene un
impacto sobre sus familias, en particular sobre las madres. El Club de los valientes
o las diversas Comisiones de Sueños son un ejemplo de la transformación social
y valórica frente a la desesperanza y la imposición del presente adverso. El Club
promueve la educación emocional, el respeto, la honestidad, la defensa del otro ante
el abuso, el resolver las cosas hablando. Las Comisiones de Sueños se encargan de
realizar las actividades para cumplir los sueños elegidos por la Asamblea de niños y
niñas, entre ellos: “un colegio y un patio limpio y pintado con los colores del arcoiris;
una biblioteca más grande y abierta al barrio; que las familias participen en el cole y
en la clase”. (Mayorga y Molina, 2018, p.154).Los logros son muchos, empezando por
la reducción del absentismo, y se reejan en una larga lista de reconocimientos entre
los que destaca el 1er. Premio Marta Mata a la calidad de los centros educativos,
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 21 - 2022
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del Ministerio de Educación (2009); el Reconocimiento anual como Centro Promotor
de Convivencia+ de la Red Andaluza de Centros de la Consejería de Educación
(2012-2017); el Premio Nacional de Educación para el Desarrollo “Vicente Ferrer”
convocado por la AECI y el Ministerio de Educación (2017).
En la construcción de esa resistencia creativa y transformadora se rompe con la
etiqueta del “gueto” (Wacquant, 2007), que hoy penetra el lenguaje cotidiano para
nombrar escuelas y barrios populares en el país:
Nosotros trabajamos con el ‘gueto’ dentro del gueto… la población que no accede a
casi ningún recurso… la mayoría de nuestras familias procede de un asentamiento
provisional que había en Bermejales y que cuando llegaron al barrio nadie los
quería… claro, también nos hemos ‘guetizado’, porque las otras familias no quieren
venir porque están ellos. No es lo ideal… (pero) Lo que no podemos es parar.
Tenemos que trabajar con lo que tenemos… hay que analizar y saber que tú eres
parte de la solución y parte del problema. No sacudir y decir eso no es problema mío,
eso de que ‘claro, como tengo la población que tengo, no puedo hacer ná’(P15).
La búsqueda de soluciones a los problemas es una constante. En la escuela hay
jóvenes que hacen su prestación social en trabajos de mantenimiento:
Son familias nuestras. Es una manera de que estén aquí con sus hijos, con sus
sobrinos, con sus primos, con sus vecinos. Es una manera de que los niños y las
niñas y las familias vean que lo que se hace se paga… Y es muy importante que
sepan que no (son impunes) (...) Y (que sepan) que hay un camino de regreso y
que yo no te voy a cerrar la puerta (P15).
Sin dejar de reconocer las dicultades miran el barrio, al que denen como
“amplio y diverso”, desde sus potencialidades de cambio, lejos de las etiquetas
estigmatizadoras. En las propias palabras del colegio, ante
La exclusión, alimentada por la pobreza, el analfabetismo y el abandono de la
educación formal, la violencia y la desesperanza, se construye un proceso inclusivo
que se sustenta en la formación, transformación, compromiso y solidaridad entre
sus protagonistas (CEIP Andalucía, 2018, p.6).
4.2. Las abuelas del barrio, memoria viva
¿Cómo viven las y los adultos mayores el barrio y sus retos? La composición etaria
de un barrio fundamentalmente joven (el 31% de la población es menor de 25 años
y sólo el 15.7% es mayor de 65) (Redes, 2011, p.4), las invisibiliza en parte. Tuvimos
la oportunidad de trabajar con un grupo de 12 mujeres de la tercera edad, entre 73 y
92 años, que acuden al Grupo “Instrucción General Básica para la Vida”,9 un espacio
de formación (lectura, escritura, matemática y habilidades básicas).
Si bien comparten con el resto de las generaciones las dicultades y el deterioro del
barrio, son memoria activa y referente para un diagnóstico del mismo. Varias llegaron
en los setenta, en plena construcción del Polígono, con el reto que ello signicaba.
Su narrativa es también una memoria de género, de unas niñas que apenas pudieron
ir a la escuela, que tuvieron que trabajar en la Andalucía de posguerra y migrar a la
ciudad. Hoy ancianas, en su mayoría viudas, decidieron aprender lo que no pudieron
de niñas. “Yo vengo mayormente porque desde niña siempre me gustó mucho la
escuela, siempre, y, por circunstancias de aquellos años, no pude ir. Y la ilusión de
9 Espacio a cargo de Federico Pablos Cerqueira, Miriam Rodríguez López y Lourdes Rey Pardo, de
Asociación Nacional Presencia Gitana, que se lleva a cabo en un aula cedida por Fundación Atenea.
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Artículos • María José Rodríguez Rejas
mi vida es estar en un colegio… ahora vengo porque me sigue gustando. Siempre
algo nuevo aprendes”, dice Nati (P7).10 Con 92 años Carmen precisa, “A mí me gusta
mucho el colegio. Desde muy chica me tuvieron que quitar de la escuela; a los 8 o 9
años se retiraba una del colegio” (P2).
Han conocido los momentos en que había pocos servicios, la mejora posterior de
infraestructura y lo que consideran el abandono actual. Cuentan que durante los
primeros veinte años el barrio estaba bonito, tenía jardines y zonas verdes. El
Ayuntamiento daba mantenimiento: “Antes venían a pintarlo y las calles estaban muy
bonitas (...) No pintaban los vecinos la fachada, no. La fachada la pintaban cada dos
o tres años”. Pilar recuerda:
Yo vivo en lo que dice la gente ‘las Tres mil’ pero mi barriada se llama Murillo,
que es mi pintor favorito. Esa barriada, nosotros nos vinimos ahí a vivir en el 77.
Era la barriada más bonita de toda Sevilla entera (alguien rearma: ‘sí, sí que era
muy bonita’). De jardines, de todo, maravillosa... Pero claro, con los años, lo que
íbamos hablando, la dejadez, los cambios que han hecho, el personal que entró
ya no es el mismo, se han ido, otros han llegado, lo avasallan todo y, bueno, y aquí
estamos pagando justos por pecadores. Pero yo vivo ahí en una plazuela que la
mantenemos nosotros... Y, claro, nos tenemos que aguantar con lo que la gente va
contando por ahí; no es tan malo como lo que se dice (P8).
El deterioro del barrio se asocia con distintos factores, desde el abandono del
cuidado de los espacios públicos por parte de las instituciones hasta los cambios en
la composición del vecindario con la llegada de quienes procedían de Bermejales
mientras otros vecinos dejaron el barrio:
Que los políticos tienen mucha culpa de muchas cosas ¿eh? Porque a ellos les
conviene también que haya barriadas así… Entonces, empezaron donde estaba el
césped y zonas verdes a echar hormigón… y, claro, entonces ya se ha quitado todo
lo que había que estaba todo tan maravilloso y tan bonito porque no te da el mismo
fresco un césped que un hormigón, ni la misma vista, para nada, dice Pilar (P8).
Después vendrían problemas adicionales como la compra ilegal de viviendas, las
nuevas formas de violencia asociadas al consumo y comercio de droga,11 fenómeno
extensivo a todos los barrios y el impacto de la crisis desde 2008, como señalan en
su diagnóstico. Dice una de las participantes:
La bombilla, la luz de mi casa, encendida de noche y de día. Tengo en el tercero un
vendedor de droga... Esa puerta se cerraba, en el invierno a las diez de la noche y
en el verano, a la una o dos. Esa puerta abierta todo el día y claro, no tienen más
remedio, porque tienen que subir al negocio (P1).
En primer término, siempre aparece focalizado el problema en la población gitana,
hasta que comienzan las precisiones y, entonces, los relatos evidencian que el des-
contento de fondo tiene que ver con personas que generan problemas de convivencia,
10 Las citas proceden del material “Relatos del grupo de adultas mayores del espacio Instrucción
General Básica para la Vida’”
11 El tema del comercio de droga es mencionado tanto en medios de comunicación y en los docu-
mentos institucionales mencionados sin aportar datos al respecto (Plan Integral del Polígono Sur,
el Proyecto Urban Polígono Sur, o el Diagnóstico de Zonas con Necesidades de Transformación
Social).No deja de sorprender la inecacia de las acciones institucionales durante tantos años.
En el diagnóstico de inseguridad, los vecinos del Polígono identican la falta de una comisaría
de policía y actuaciones policiales escasas o de plano ausentes (Plan Integral del Polígono Sur,
2006, p.65)
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más allá del grupo étnico al que pertenezcan. Así alguien dice: “el mío que es el 2 y
el tuyo que es el 4 eran los dos mejores y si digo, son los dos peores que hay ahora
porque se han metido… mucho gitano [deja colgar la palabra anterior antes de decir
gitano, cambia el tono de voz, se hace más bajo], ellos van a lo suyo…”. Sin embar-
go, alguien más acota: “que son personas como nosotros pero que no son payos” y
otra voz se suma y agrega: “encontramos otros sitios con personas que son payos
que tampoco saben convivir”. Hasta que nalmente se cierra la reexión señalando
que no se puede hablar despectivamente de una persona por su condición étnica
(Diario de campo, 2019).
Otro factor en el deterioro del barrio está asociado al recambio generacional: “¡La
generación más joven pasó de todo!” (P3), otras dicen “¡No se implican!”. Hoy
enfrentan la vejez y en algunos casos la soledad pero todas ellas han decidido
quedarse en el barrio y mantener sus vínculos vecinales. De los que se fueron a otros
barrios dicen: “se creyeron que era otro barrio mejor. Y muchos se han equivocado
porque la vecindad no es la misma, porque tú no tienes la misma amistad de una
vecina de 20 años que de una vecina de un año” (P6).
Confrontan activamente el estigma de las “Tres mil”, esa etiqueta estigmatizadora
que generaliza los aspectos problemáticos de un sector minoritario pero muy visible:
“Yo llevo 43 años viviendo ya. Toquemos madera, a nosotros nunca nos ha pasado
nada, ni a ni a mis hijos, ni nos han robado. Nada de nada” (P7). Habitualmente, los
medios de comunicación cubren la nota roja, magnicando la violencia, pero poco se
habla de la vida social, cultural, educativa, artística y comunitaria del barrio. Alguien
agrega: “La fama, que la gente le da muy mala fama, que no suena nada más que
lo malo y aquí hay muchísimas familias” (P8). Varias han participado activamente
en el barrio y aún lo hacen con la Plataforma “Nosotros también somos Sevilla”,
en la demanda de un centro de salud y otros servicios públicos, incluso han ido a
Canal Sur a exponer los problemas. Sus propuestas para mejorar el barrio coinciden
con las demandas constantes de las distintas organizaciones (Plan local de salud,
2019, p.52). Tienen claro lo que hay que hacer: el cambio cultural sobre lo público y
la formación de los vecinos para mantener una buena convivencia, la limpieza y no
vandalizar la infraestructura.
¡Cambiarle la mentalidad a la gente! Lo que habría es que concienciar a las
personas, a ver si a poquito a poco se podrían meter, que se impliquen en las
comunidades ¡Que hace falta que se impliquen! (P4)
¡Educar a los niños! Si un niño tira un papel de un caramelo ahí en medio y, por
ejemplo, tú le dices ‘¿por qué no recoges el papel y lo llevas a la papelera?’ (P9)
Entonces, que venga su madre y te diga ‘a ti qué te importa!’ ¡Eso no es una
educación de un niño! (…) A nosotros nos lo enseñaron nuestros padres, con tanta
pobreza como había (P8).
Otra de las participantes acota: “La verdad es que nosotras no comimos caramelos”
(P10) y todas estallan en risas. Proponen que haya vigilancia, como había guardas
hace años, para mantener la convivencia y el cuidado de las obras de mejora. Dice
Pili: “esa vigilancia no la hay ahora. Había tres guardas y cada uno cumplía su misión.
Ellos tenían repartido su sector. ‘Mire usted señora que esto no lo puede usted tener
tendido aquí porque da mal aspecto!’” (P8). El cumplimiento de los políticos es otra
demanda: “Porque todos los políticos se han desentendido del barrio. Vienen aquí
para las campañas, a buscar el voto pero luego ya, se olvidan” (P10). Cierra Josefa:
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Artículos • María José Rodríguez Rejas
“Están diciendo hace mucho tiempo que van a hacer una comisaría de policía pero
¡no sé cuándo! ¡Años llevan diciendo! Se tienen que implicar más en el barrio” (P11).
El espacio público como el hogar compartido está en su crítica y en su propuesta:
En una ocasión, un hombre mayor, se le terminó el tabaco y lo echó al suelo y
estábamos en un centro de salud, que llevaba como un año inaugurado porque
habíamos salido los vecinos a manifestarnos muchas veces para que nos hicieran
uno nuevo… Y, entonces le digo ‘¿por qué echas eso ahí en el suelo?’. Y me dijo
‘¿A ti te importa? ¿Ésta es tu casa?’ Y digo ‘Pues que es mi casa (alguien de
fondo agrega: ¡claro, es la casa de todos!), es mi casa y la tuya’ (P7).
Frente a la desesperanza y la derrota dicen: “¡somos muy luchadoras! Y además,
aunque tengamos nuestros años, tenemos energía para salir adelante” (P8), agrega
Nati “(tenemos) ¡afán de aprender y de convivir con otras personas!” (P7).
4.3. La Flora Tristán, “argamasa comunitaria, porque de argamasa es la
intervención”
La Residencia Universitaria Flora Tristán es un proyecto social de la Universidad Pablo
de Olavide que nace en 2004, en unos edicios que la Universidad había comprado en
el Polígono, una manzana completa, siete bloques de pisos. Es más que un espacio de
formación para los jóvenes que se alojan en la Flora y que participan en los proyectos
sociales del barrio; es en sí un proyecto de transformación y mejora social a través
de la colaboración con distintas organizaciones del Polígono. Juan Blanco,12 uno
de los artíces de la Flora, director de 2006 a 2012, la dene como “Un proyecto de
intervención/acción comunitaria desde la universidad, que supone un hito en la forma
de entender y poner en práctica las relaciones entre la universidad y la sociedad,
implicándose en los procesos de transformación social” (P24). Una intervención social
que no responde al sentido convencional: “de ir a intervenir, de ir a investigar, nosotros
hemos ido a convivir; es decir, irte al territorio y compartir. Eso ha marcado la diferencia…
porque si no, allí, lo que te percibían es como alguien que va a estudiarles, a hacer un
diagnóstico, a inventar un gran plan” (P24). La Flora opera como un conector de diversas
asociaciones y entidades que trabajan en el barrio, apoya, provee, “está conceptuada
por los demás agentes como un interlocutor válido… la Flora, al ser Universidad y al
no liderar un proyecto y apoyarlos todos pues sirve de ‘argamasa comunitaria’” (P23),
explica Manuel de la Vega, becario de formación en la Flora, estudiante de Trabajo
social e identicado con el barrio al que llegó a los trece años. También incorporó de
forma temprana una perspectiva de género que está plasmada en su forma de trabajo
y en las actividades que realizan (Blanco, Maguilla y Almirón, 2019)
La Flora es una experiencia de aprendizaje permanente para las becarias y becarios
al mismo tiempo que aportan al barrio. Trabajan en tres ámbitos sobre las demandas
que les hacen llegar asociaciones, colegios, el espacio de las plazoletas, etc.:
a) un área comunitaria, donde se trabaja con asociaciones, dinamizando los espacios
y colaborando para que los vecinos gestionen su propia organización,
Intentas mantener lo más sana posible la convivencia y el desarrollo del día a día
de la entidad. Y, sobre todo, también intentas ser un conector para que esa entidad
participe con otras y crear red. Y para que participen también en los hitos a nivel
comunitario, ya sean de convivencia o de reivindicación, que se dan en Polígono
Sur, precisa Manuel (P23);
12 Se trabajó con referencias a los relatos de “Juan Blanco, Flora Tristán, 2019” y “Manuel de la
Vega, Flora Tristán, 2019”.
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b) un área socioeducativa donde se trabaja con los Centros, como el Colegio Andalucía
o el Centro de Adultos, o en el espacio público, en proyectos con repercusión social en
el barrio. Su papel está más orientado a apoyar proyectos que ya están planteados;
Y c) un área educativa, en educación formal, donde se trabaja en los centros
educativos pero con la perspectiva de generar actividades comunes entre ellos
y también que las actividades salgan de la escuela. Además se hace trabajo de
animación de la lectura en bibliotecas. Así, la Flora, al estar en muchos sitios, señala
Manuel, “puede tener un mapa general de Polígono Sur en torno a cómo se está
respirando a nivel social y a nivel comunitario dentro del barrio” (P23).
Las becas de colaboración permiten a los estudiantes vivir en la Residencia por
un precio muy módico a cambio de trabajar seis horas diarias en los proyectos del
barrio. Estos jóvenes reciben acompañamiento y formación al mismo tiempo que
su nivel de aprendizaje va más allá del currículum al enfrentarse con los problemas
reales; el modelo responde a un aprendizaje situado, en el sentido que lo aborda
Bárbara Rogoff:
El becario realmente no es sino un intervenido, es más bien un dinamizado aunque
él dinamice en otros lugares. El becario está adquiriendo unas competencias
transversales como el desarrollo del espíritu crítico o habilidades sociales y
muchas otras que le van a venir bien curricularmente dedíquese a la profesión que
se dedique y que no especícamente se enseñan en la universidad (P23).
Al residir en el barrio se produce un aprendizaje vital en derechos de ciudadanía y
una aproximación a la impronta que tiene la estigmatización de un territorio, como
cuando cierta empresa de internet no opera en el barrio o el taxi no quiere llevarte
por la noche:
Eso genera un decir: ‘¿pero cómo?’ Porque ellos dicen, ‘es verdad que hay zonas
más problemáticas’… tú percibes que tampoco esto es tan terrible como me lo
habían pintado. Sólo eso, ya genera un proceso de transformación y aprendizaje.
Habrá gente que tiene más implicación, habrá gente que tiene menos pero el
hecho de vivir, transformar, coger el autobús, ver (...) Además, perciben el nivel de
agradecimiento de la gente, que te vea, que estás ahí, en su barrio... El problema
del estigma (es que) llega un momento en que te lo crees, lo asumes como propio,
explica Juan (P24).
Para muchos jóvenes que han pasado por la Flora, ésta ha sido una experiencia de
crecimiento y transformación. Son pocos los jóvenes del barrio que, como Manuel,
continuaron estudiando; su reexión sobre el signicado de la Flora en su desarrollo
y formación resulta especialmente signicativa:
Descubrí algo que fue muchísimo, muchísimo más allá que el tener un techo….
Yo tenía inquietudes, tenía necesidades de participación, de desarrollo intelectual.
Yo aquí en la Flora encuentro un espacio que me permite todo ello. Me permite
tener conversación con gente que no había tenido nunca... Mi conformación como
persona, yo me hago feminista en la Flora, no antes. Yo desarrollo el espíritu crítico
en la Flora. Yo descubro lo que se me da bien y me siento valorado en lo que se
me da bien y decido a lo que me voy a dedicar, estando en la Flora (P23).
La presencia permanente a través de los becarios ha permitido otra innovación al
situar la intervención en el tiempo de la vida cotidiana del barrio, acercando y tejiendo
vínculos que no podrían lograrse en el horario restringido de un funcionario. También
su juventud y el hecho de ser residentes en el barrio han acortado las distancias con
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los vecinos. Los logros de la Flora son muchos. A partir de su concepción y forma
de trabajo es percibida como parte del barrio. Se ha dado una transformación en el
territorio “por el mero hecho de presencia”, dice Juan, tanto del espacio físico como
de las relaciones sociales:
Ha sido una experiencia en la que has recuperado el territorio, siguiendo a Augé,
un ‘no lugar’, un espacio que no existía. La gente lo conocía como la calle de la
plata porque la gente compraba heroína o lo que fuera y luego se fumaba la plata...
Hacer una entrada ahí, que la gente empezáramos a entrar, a salir, ha convertido
ese espacio en un espacio no ya por el que se pasa sino por el que se pasea y que
la gente percibe como seguro (P24).
La percepción de la gente ha cambiado, “que gente de la Universidad, que se
percibe como gente de un estatus superior, se venga a vivir a su barrio, ¡eso es
muy importante! ‘¡Aquí también se puede vivir’!” (P24); han aparecido comercios;
y los puestos de trabajo que genera la Residencia, aunque sean pocos, se quedan
en el barrio. La Flora no ha roto un muro real pero sí un muro simbólico, generando
espacios de encuentro entre los jóvenes, los vecinos y las organizaciones en torno a
proyectos de transformación y mejora del barrio (Blanco, 2016).
5. El peso de la ideología del undeserving poor y otras
conclusiones
La desigualdad no sólo impone difíciles condiciones económicas y sociales sino que
es profundamente violenta (Therborn, 2015); segrega, humilla y genera sentimientos
de inseguridad y frustración. Sobre ella se construye la ideología del no merecimiento
de los pobres (undeserving poor) de la que emana la narrativa hegemónica sobre
los excluidos y orienta la percepción que se tiene sobre ellos; una ideología que
estigmatiza y criminaliza a los desfavorecidos, justicando prácticas y discursos
violentos que van siendo normalizados. Retomando a Gans (1995), podemos
identicar cuatro características centrales de esta ideología:
a) está basada en estereotipos que descansan en un “conocimiento imaginado”,
no real, desde los que se crean etiquetas peyorativas -no alcanzan a ser términos,
menos aún conceptos-. Con éstas se construye un discurso que violenta y revictimiza;
los pobres son vagos, sucios, adictos, derrochadores, abusan del presupuesto
público, no son emprendedores, etc. Carecen de una moral y valores adecuados
para vivir en sociedad. Se les encasilla y considera no merecedores (indignos); en
denitiva, “incapaces” de una vida mejor, lo que tendrá impacto para considerarlos no
merecedores de ayudas sociales.
b) Abrevando en las teorías individualistas, se les culpa y hace responsables de
su situación de exclusión como si no hubiera contexto, historicidad y condiciones
estructurales. A la violencia previa de la desigualdad se superpone la violencia
simbólica del desmerecimiento social. El término “pobre” se caracteriza por su
elasticidad para integrar dimensiones negativas (no trabajan, abandonan la escuela,
piden apoyo social, son adictos, delincuentes, miembros de minorías étnicas, etc.).
Se establece un vínculo entre “inmoralidad” y “peligrosidad” que acaba convirtiendo al
pobre en una amenaza al ser asociado con un delincuente o potencial delincuente. A
partir de tal suposición causal se refuerza la segregación territorial y el distanciamiento
social con los sectores favorecidos.
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c) se les exige que tengan “fuerza emocional” para salir adelante individualmente,
“por sí mismos”, y para “comportarse adecuadamente” sin necesidad de recursos
y políticas públicas. El undeserving arrebata la dignidad, desalienta y doblega a la
persona, sumando violencia psicológica y emocional a las otras violencias de la des-
igualdad. Además, tiene impacto en la opinión pública y en las políticas públicas al
proveer la justicación para reducir y endurecer el acceso a las ayudas sociales.
Los relatos documentados en este trabajo dan cuenta de las experiencias de quienes
han enfrentado el reto no sólo de construir colectivamente en un entorno adverso,
sino de hacerlo sobreponiéndose a la ideología del no merecimento presente en
la historicidad y en la estigmatización de la que son objeto. Han sido capaces de
construir una narrativa propia y dignicadora para apropiarse de su historia, denir
quiénes son, identicar sus problemas y proponer cómo resolverlos (Scott, 2000). La
mayoría de las participantes en los espacios que hemos abordado en este estudio son
mujeres quienes, además de enfrentar la desigualdad socioeconómica y territorial,
enfrentan la desigualdad de género.
Sus logros están vinculados a la organización y movilización por el mejoramiento
del barrio -véase el exhaustivo recuento de Llácer (2015)-; varias de sus demandas,
como hemos visto, aún esperan ser atendidas. El Relator Especial de Naciones
Unidas sobre Pobreza Extrema y Derechos Humanos señala en su Declaración
sobre Polígono Sur “me sorprendió la medida en que los gobiernos pertinentes
parecen haberse olvidado de las personas que viven allí” (2020).Los recortes sociales
posteriores a 2008 afectaron al Plan Integral de Intervención y diversos programas
cuando eran más necesarios para proteger a la población vulnerable contra la
exclusión y la inseguridad. Son los propios vecinos los que, sin idealizar ni evadir,
identican los problemas asociados al deterioro del espacio público y a los grupos
que rompen la convivencia, a menudo vinculados al comercio de droga, y proponen
soluciones a la Administración. Son ellos también quienes tienen la claridad para
señalar que no hay que confundir una minoría que se hace presente en el espacio
público con la generalidad del barrio y sus habitantes; un barrio que denen como
“diverso” y “poliédrico”, que trata de dignicarse cada día.
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