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Anduli
Revista Andaluza de Ciencias Sociales
ISSN: 1696-0270 • e-ISSN: 2340-4973
TRANSICIÓN ENERGÉTICA ALEMANA: ¿“CAMINO
VERDE”?
GERMAN ENERGY TRANSITION: A “GREEN PATH”?
Dmitri Amirov-Belova,
Universidad Pablo de Olavide
dmitriamirovbelova@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-8825-7887
Resumen
La política energética alemana de Ange-
la Merkel durante la década de 2010, ha
estado marcada por la acelerada implan-
tación del plan para la transición energé-
tica (“Energiewende”), a raíz, sobre todo,
de la crisis de Fukushima de 2011. Esta
revolución del sector en el país, especial-
mente en lo referente al peso de la ener-
gía nuclear, ya que la misma se ha visto
afectada por unas agresivas políticas de
desnuclearización, es una de las bande-
ras principales del programa. El plan ha
implicado una agresiva desnucleariza-
ción a raíz de la crisis de Fukushima de
2011, quedando Alemania en la tesitura
de sustituir una fuente de energía rela-
tivamente limpia por otras más contami-
nantes como el lignito y el gas natural,
para compensar las disfunciones de las
energías renovables, resultando en una
paradoja dada la naturaleza “verde” del
plan. Este artículo analiza el cambio en
fuentes de energía, los impactos econó-
micos privados, y de emisiones de car-
bono de la “Energiewende” de 2010 a
2020.
Palabras clave/Keywords: “Ener-
giewende”; Alemania; energía nuclear;
energías renovables; emisiones CO2;
EEG-Umlage; carbón; gas natural; An-
gela Merkel.
Abstract
Angela Merkel’s energy policy in
Germany beginning in the 2010s
has been marked by the accelerated
implementation of the energy transition
plan known as “Energiewende”. The
plan, which has involved as its central
component aggressive denuclearization
in the wake of the 2011 Fukushima
crisis, has resulted in a revolution in the
country’s energy sector, especially with
regard to the country’s extensive use of
nuclear energy. This has left Germany
in the position of replacing a relatively
clean energy source with more polluting
ones, such as lignite and natural gas,
resulting in a paradox given the ‘green’
nature of the plan. This article analyzes
private economic impacts of the plan
as well as changes in energy sources
and carbon emissions resulting from the
Energiewende from 2010 to 2020.
Keywords: Energiewende; Germany;
Nuclear energy; Renewable energies;
CO2emissions; EEG-Umlage; Coal;
Natural gas; Angela Merkel.
Cómo citar este artículo/citation: Amirov-Belova, Dmitri (2022). Transición energética alemana ¿“Camino verde”?
ANDULI 21 (2022) pp. 1-28. https://doi.org/10.12795/anduli.2022.i21.01
Recibido: 04-12-2020 Aceptado: 05-05-2021 Publicado: 03-01-2022
DOI: https://doi.org/10.12795/anduli.2022.i21.01
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1. Introducción
Hace varias décadas que en Europa se experimenta, por parte tanto de la izquierda
“clásica” (socialista o socialdemócrata) como de los verdes una fuerte conciencia res-
pecto al medio ambiente y al cambio climático, así como a la eciencia energética y
las condiciones de las capas más vulnerables de la sociedad. Sin embargo, si bien, y
en un origen, estas “políticas verdes” eran productos destinados a un mercado elec-
toral que comprendía el tradicional espectro de la izquierda, entendiendo por ello la
búsqueda de la igualdad y la mayor implicación del Estado en la economía (Anduiza
y Bosch,2004: 203), desde las décadas de los años 70 y 80 la preocupación por el
medio ambiente y las energías limpias evolucionó rápidamente hacia una posición
hegemónica en el mercado electoral de los electores de valores postmodernos o
postmaterialistas (Anduiza y Bosch,2004: 222; Vallès, 2006: 287). En este sentido,
Hoerber, Weber y Cabras señalan que:
Aunque el ecologismo es un concepto más bien de izquierdas, sigue encajando
en agendas conservadoras (...). Las élites conservadoras y nacionalistas han re-
currido a la integración de la sostenibilidad ecológica en los planes y programas
locales (...). [L]a losofía política conservadora apoya cada vez más las políticas
de conservación y medio ambiente. De ahí que el ecologismo sea propuesto por la
izquierda, pero también por otros extremos del espectro político y, como tal, (sea)
casi hegemónica (Hoerber, Weber y Cabras, 2020: 31).
Finalmente, parte de esta incipiente ideología ecologista llegaría a impregnar a par-
tes de los partidos conservadores en los casos de Austria o la propia Alemania, bien
por catástrofes naturales (como Fukushima), bien por pactos de gobierno, o más
recientemente, por la búsqueda de soluciones ante la crisis económica y social deri-
vada del Covid-19. Es, de hecho, una cuestión que genera fuertes tensiones dadas
las bases políticas de los partidos de centro y centro-derecha:
[T]ambién hay cuestiones de elección social colectiva: no todos los bienes sociales
y colectivos son compatibles, y en un estado ecológico se utilizan mecanismos
políticos para elegir unos modelos de bienes en lugar de otros (...). La relación
entre la sostenibilidad ecológica y el estado de bienestar se considera contradicto-
ria debido a que el capitalismo es el pilar central de este último. Los mecanismos
neoclásicos de mercado no parecen conducir a una mayor sostenibilidad o a una
inversión más sostenible (...) (Hoerber, Weber y Cabras, 2020: 32).
Una de las banderas tradicionales del ecologismo es la lucha antinuclear, que pro-
viene de la década de los años 60, aunque es, sobre todo tras el desastre de Cher-
nóbil en 1986 cuando las ideas ecologistas se expanden más en Europa. Es por ello
que, tras años de manifestaciones y propuestas electorales, en algunos Estados
como Italia y Austria (de manera directa tras el accidente soviético), o Alemania se
haya decidido la desnuclearización del país. Este modelo de transición “verde” está
implicando una desnuclearización a medio-corto plazo (si bien puede llegar a tener
retrasos por la crisis del Covid-19), pero sus consecuencias no están completamente
claras en todas sus facetas.
La política energética constituye uno de los pilares fundamentales de los Estados,
dado que está relacionada con la disposición geográca de recursos naturales en el
globo (lo que marca su importancia geopolítica), con las relaciones comerciales con
otros Estados y con el bienestar de la población, así como tiene un impacto directo
en los efectos del cambio climático.
Presentación • Dmitri Amirov Belova
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De hecho, es, asimismo, una materia en la que resulta esencial que existan pactos
entre los distintos partidos, para generar políticas energéticas que no sean proclives
al cambio a corto plazo, como sí puede ocurrir con los gobiernos que las promueven.
Resulta fundamental en el planteamiento de la cuestión energética la toma de deci-
siones en materias como la transición a energías más limpias, lo que implica, entre
otras materias, el cese del uso de las fuentes más contaminantes, como el carbón.
Sin embargo, también es muy relevante tomar una decisión sobre el rol de la ener-
gía nuclear en el futuro, lo que, en algunos países como Alemania, es central. Ello
deriva no sólo del importante papel que dicha fuente de energía ha tenido en Europa
desde su descubrimiento, como aún lo tiene en países como Francia, sino de que
de un posible avance en la fusión nuclear derivarían consecuencias inéditas para el
sector energético en todo el mundo (como una posible sobreoferta que obligue a los
precios a ser muy bajos, si bien esto es especulación), dada la virtual inagotabilidad
de sus combustibles (Tritio, Deuterio y Litio), que son baratos, fácilmente accesibles,
y tienen un ratio de producción eléctrica muy superior a los combustibles fósiles tra-
dicionales, además de no tener los peligros de la sión nuclear, ni los problemas de
dependencia del entorno de las renovables (Ongena y Van Oost, 2002: 2, 4-8; 2012:
6-11).
Aun así, la energía es una de las numerosas materias que no encuentra una con-
vergencia a nivel europeo, aún tras 27 años de la rma del Tratado de Maastricht
en 1993. Ello se debe a numerosos factores, como el cambio climático, las tensio-
nes geopolíticas y los recursos disponibles por parte de cada Estado. Así, Alemania
apuesta por la desnuclearización, mientras que Francia confía plenamente en sus
reactores nucleares (que superan el 70% de su producción nacional) para satisfacer
las necesidades energéticas de la República (World nuclear Association, 2020).
La energía nuclear tampoco ha encontrado (ni encuentra) cabida como uno de los
temas centrales en los debates electorales, si bien es cierto que en el caso alemán
existe un consenso general, o “miedo alemán” a lo nuclear, que explicaría la sobre-
rreacción por parte de las autoridades alemanas, si bien algunos autores entienden
que la crisis de Fukushima sólo fue una ventana de oportunidad para acelerar una
tendencia general y casi inevitable en la sociedad alemana:
Los alemanes se han mostrado siempre nerviosos con la energía nuclear, pero
con el accidente nuclear de Fukushima se desató una epidemia colectiva de lo
que los anglosajones llaman el «German Angst» (miedo alemán). La gente quería
un paso importante por parte del gobierno alemán. Aunque no es en absoluto una
región signicativamente afectada por terremotos y los tsunamis, Alemania fue el
único país que reaccionó al accidente nuclear con una suspensión inmediata y el
cierre inmediato de 8 reactores (…). Este cambio radical de la política energética
del gobierno no es lo que los alemanes describen como «Blinder Aktionismus»
(accionismo ciego) para disminuir el «German Angst» (Weber, 2012: 61, 62).
A pesar de ello, los efectos de una desnuclearización a corto o a medio plazo no es-
tán claros en todos los ámbitos para los electores y los responsables políticos, tanto
en lo relativo a precios para los consumidores, como en términos de sustitución de
unas energías por otras, o en cuanto a las necesidades resultantes de importación
energética, entre otros factores.
Los efectos secundarios que pueden tener las transiciones energéticas no siempre
son considerados por el legislador de manera holística. Ello se debe a la presión que
ejercen determinadas agendas políticas, actores económicos, o debido a la falta de
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consenso social y político en torno a la solución óptima de la cuestión energética,
así como de los peligros de la energía nuclear. Unas consecuencias imprevistas
pueden conllevar aumento de precios de la electricidad y, en general, un alto coste
de transición energético, así como no contemplar “la gama completa de impactos
económicos y ambientales de los cierres del sector nuclear a gran escala” (Jarvis et
al., 2019: 2, 31).
El objeto de este artículo es el estudio de la desnuclearización de Alemania, en el
marco de la política de transición energética alemana (“Energiewende”), que conoció
un fuerte giro antinuclear en 2011. Dicha política pública contempla la desnucleari-
zación total para el año 2022, la reducción de la dependencia de hidrocarburos, en
particular de las importaciones de gas, el aumento de la importancia de las energías
renovables, así como de su eciencia energética, y reducir las emisiones de CO21
desde un 80% a un 95% con respeto a 1990, para el año 2050 (BMWi, 2018: 5, 10-
17, 23-27 y BMU, 2014: 5, 6).
Se estudiarán los siguientes aspectos relativos a la acelerada desnuclearización
alemana:
1) Sustitución de fuentes de energía, es decir, qué fuentes de energía han suplido la
pérdida de vatios derivada del apagón nuclear.
2) Evolución en los precios de la energía del consumidor doméstico alemán.
3) Evolución en las emisiones de CO2.
Se pretende mostrar varias dimensiones del proceso de desnuclearización, con el
objetivo de facilitar una comprensión empírica del proceso alemán, alejada, por tanto
de las visiones normativas sobre el papel que la energía nuclear puede jugar en el
futuro de Europa y del mundo. Dicho estudio permitirá establecer modelos alterna-
tivos con base en las posibles carencias o fallos de la “Energiewende”, en virtud de
otros criterios, como el impacto económico y social de la transición. Se obviarán otros
factores para futuros trabajos, como el impacto ambiental, el saldo neto entre des-
trucción de empleos relacionados a las “viejas” tecnologías (incluida la nuclear) y las
energías “verdes”, o los sectores “ganadores” de la “Energiewende”, como coopera-
tivas y campesinos, no por su baja importancia, sino debido a que un análisis global
del fenómeno es inabarcable en un solo trabajo, aunque se hará breve mención de
ello.
El periodo que se estudiará será, por un lado, desde el año 2011 (cuando Merkel
toma la decisión nal de abandonar la energía nuclear tras el desastre de Fukushi-
ma) hasta 2019 para las fuentes energéticas y la evolución de precios (con alguna
alusión a fechas anteriores). Para el estudio de las emisiones carbónicas el periodo
contemplará un año más, desde 2010 hasta 2019, ya que es en el Energiekonzept2
de 2010 donde se planica cómo se cumplirácon los objetivos de bajada de emisio-
nes carbónicas para el año 2020, 2030, y 2050, contemplándose la energía nuclear
como una herramienta transitoria fundamental (por lo tanto, produciendo una contra-
dicción con el cambio de 2011).
1 Dióxido de Carbono. Las emisiones de CO2 constituyen el grueso de las emisiones antropogé-
nicas de gases de efecto invernadero, es decir, son el principal responsable del calentamiento
global. Otros gases de efecto invernadero son el gas metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidro-
uorocarbonos (HFC), peruorocarbonos (PFC) y hexauoruro de azufre (SF6).
2 Es un plan de acción de políticas públicas (en Alemania se llama a estos planes “Conceptos”,
traducible también por “Concepción”), subtitulado como “Concepto de energía para un suministro
de energía respetuoso con el medio ambiente, conable y asequible” (BMWi y BMU, 2010: 1).
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Alemania es un caso único en Europa ya que, en el marco de su política de transi-
ción energética, la “Energiewende”, ha decidido establecer denitivamente un rápido
proceso de desnuclearización en 2011, a la espera de poder ser nalizado en 2022.
El proyecto de transición alemán es el más ambicioso de entre los europeos, pues
pretende una radical transformación de la estructura energética del país hacia una
Alemania sin uso de energía nuclear, con unas emisiones de carbón drásticamente
reducidas (con respecto a 1990, un 40% para 2020, 55% para 2030, y de 80 a 95%
para 2050) y una mejora en el rendimiento de las energías (BMWi y BMU, 2010;Mi-
nisterio de Relaciones Exteriores de Alemania, 2015).
Su origen se remonta a la coalición entre el SPD (Partido Socialdemócrata de Alema-
nia) yDie Grünen (Los Verdes –ecologistas-), que posibilitó la entrada a la cancillería
de Gerhard Schröder tras las elecciones de 1998, ya que dicho gobierno comenzó a
introducir planes de transición energética a largo plazo, como la decisión de cerrar to-
dos los reactores nucleares para el año 2020 (Poch, 2011), a lo que se opuso desde
un inicio, y seguiría oponiéndose durante años, la CDU (Unión Demócrata Cristiana
de Alemania –conservadores-) (Deggerich, 2000).
Angela Merkel, ya como líder de la CDU y Canciller en 2008, consideraba esta agre-
siva posición anti-nuclear como algo “absolutamente equivocado” (Deutsche Welle,
2008), y adoptó la decisión, gracias a su posición en la Gran Coalición (Große Koa-
lition) y al apoyo del FDP (Partido Democrático Libre de Alemania –liberales-), en
detrimento de Los Verdes, de alargar la vida útil de las centrales nucleares (Poch,
2011). Aun oponiéndose en este asunto, la actitud general de la Administración Mer-
kel en los demás elementos condujo a mantener cierta continuidad con respecto a
la transición energética, ideas organizadas, en un principio, en un documento ocial
de 2010 denominado Energiekonzept, donde se expuso, entre otros tantos términos,
que
Una extensión temporal de la vida útil de las centrales nucleares existentes hace
una contribución clave para lograr los tres objetivos de política energética de pro-
tección climática, eciencia y seguridad del suministro en Alemania en un período
de transición. Facilita el camino hacia la era de las energías renovables, en par-
ticular al reducir el precio de la electricidad y las emisiones de gases de efecto
invernadero relacionadas con la energía (BMWi y BMU, 2010: 15).
El punto de inexión fue el incidente de Fukushima del año 2011, consecuencia de
un terremoto seguido de un tsunami en Japón. Este accidente nuclear tuvo una gran
repercusión mediática mundial, pero en Alemania acabó por unir a la opinión pública
en torno a la desnuclearización, por lo que la CDU cambió su postura con respecto
a dicha política: “solo después de Fukushima Merkel comenzó a usar regularmente
el término “Energiewende”. En otoño de 2011, su administración reforzó el Energie-
konzept, reemplazando algunos de los objetivos y calendarioscon objetivos más am-
biciosos” (Hockenos, 2015). La canciller tomó la decisión de desconectar 8 de los 17
reactores nucleares ipso facto, incluyendo varios cuya vida útil se estaba ampliando,
lo que afectó a reactores como Unterweser, Brunsbüttel, Biblis A y B, Philipsburg I, o
el de Neckarwestheim, entre otros (ABC, 2011).
Especícamente, de los diecisiete reactores que funcionan en 2011, los ocho reac-
tores que ya estaban temporalmente cerrados se cerraron de inmediato (8.4 GW
de capacidad), se cerró un noveno reactor en 2015 (1.3 GW), un décimo en 2017
(1.3 GW), un undécimo en 2019 (1.4 GW), y los seis reactores nales (8.1 GW) se
cerrarán en 2022 (Jarvis et al., 2019: 7).
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Tabla 1: Reactores nucleares activos en 2020
Planta Tipo MW
(neto)
Fecha de
inicio de
operacio-
nes
Operador
Fecha de
cierre pro-
visional en
2001
Fecha
de cierre
acordado
en 2010
Fecha de
cierres
acordado
en 2011
Gundremmingen C BWR 1288 1/1985 RWE 2016 2030 2021
Grohnde PWR 1360 2/1985 E.ON 2017 2031 2021
Brokdorf PWR 1370 12/1986 E.ON 2019 2033 2021
Isar 2 PWR 1400 4/1988 E.ON 2020 2034 2022
Emsland PWR 1329 6/1988 RWE 2021 2035 2022
Neckarwestheim 2 PWR 1305 4/1989 EnBW 2022 2036 2022
Total operando (6) 8052
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de World Nuclear Association (2019).
Dicho contexto facilitó la aparición de la política pública conocida como “Energiewen-
de” en el panorama germano. La opinión generalizada en la mayor parte de los ale-
manes era que el desastre de Fukushima se podía reproducir en Alemania (Poch,
2011), por lo que se extendió la idea de que había que desnuclearizar el país, y
sustituir dicha energía por otras renovables, principalmente solar y eólica.
Tabla 2: Reactores nucleares cerrados desde 2011
Planta Operador Tipo MW
(Neto)
Años
operando
Año de
apagón Estado
Biblis A (KWB A) RWE PWR 1.167 36 2011 Lic. Desmantelaminento*
Biblis B (KWB B) RWE PWR 1.240 34 2011 Lic. desmantelaminento
Brunsbüttel
(KKB) Vattenfall BWR 771 30 2007 Apagada
Krümmel (KKK) Vattenfall BWR 1.260 25 2009 Apagada
Isar 1 (KKI) E.ON BWR 878 32 2011 Lic. desmantelaminento
Unterweser
(KKU) E.ON PWR 1.345 32 2011 Apagada
Phillipsburg 1
(KKP) EnBW BWR 890 31 2011 Lic. desmantelaminento
Phillipsburg 2
(KKP) EnBW PWR 1.392 35 2019 Lic. desmantelaminento
Neckarwestheim
1 (GKN) EnBW PWR 785 34 2011 Lic. desmantelaminento
Grafenrheinfeld
(KKG) E.ON PWR 1.275 33 2015 Apagada
Gundremmingen
B (KRB-B) RWE BWR 1.284 33 2017 Apagada
Total (11) 12.287
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de World Nuclear Association (2019).
*Las primeras licencias de desmantelamiento se comenzaron a conceder en 2017.
Sin embargo, desde un principio se observaba la complejidad del objetivo de un cam-
bio tan drástico con un plazo relativamente corto, unido a la desnuclearización, a la
“menor dependencia del gas y el petróleo importado del extranjero” (BMWi, 2018: 5;
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Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania, 2015: 3) y a la conanza principal-
mente en las renovables. En particular, el giro anti-nuclear entraba en contradicción
con los precios bajos asegurados en el Energiekonzept, redactado tan sólo un año
antes.
2. Metodología y métodos
Este artículo tiene por objeto el análisis de una compleja realidad como lo es la apli-
cación de una macro-política pública alemana en materia energética. Por tanto, y
dado que no partimos de una hipótesis inicial sobre el efecto de la política, debido a
la novedad de la temática, y a la debilidad que implicaría pretender generar modelos
teóricos a partir del resultado, se tratará de un estudio de caso descriptivo-analítico,
centrado en la relación en la variación de cifras y en la exposición de los distintos
motivos posibles de dichas variaciones, así como en apuntar posibles alternativas
que se podrían haber adoptado.
Para la elaboración de este artículo se han repasado las principales fuentes prima-
rias (informes profesionales privados e informes públicos) y secundarias (literatura
cientíca y prensa) disponibles en torno a la energía que se produce y utiliza en
Alemania, a las emisiones carbónicas del país y a los precios del consumidor privado
medio, por el cual se entenderá en este artículo el hogar privado alemán, excluyén-
dose el consumo de la industria privada.
De destacan como estas fuentes; (BMWi y BMU, 2010; BMWi, 2018 y BMU, 2014, y
Agora “Energiewende”, 2015; 2016; 2017; 2018; 2019 y 2020, así como Knopf et Al.
(2012), Weber (2012), Knopf et Al. (2014), Sinn (2017), Jarvis et al. (2019), Rehnery
McCauley (2016), Keppler (2012), Vivoda (2017) y Cunningham (2017).
Dadas las pequeñas diferencias entre los datos que se pueden encontrar sobre la
energía que usa Alemania, y para asegurar la correcta aproximación a dichos datos,
se utilizarán principalmente dos fuentes para elaborar medias estadísticas respecto
a las distintas matrices energéticas:
1) En primer lugar, los informes anuales de Agora “Energiewende” (2015, 2016, 2017,
2018, 2019, y 2020). En concreto sus matrices energéticas para los años 2013 a
2019.Se trata de un instituto de políticas públicas y think tank independiente cuyo
objeto es apoyar la transición energética reduciendo las emisiones de CO2, entre
otras externalidades, formada por la Fundación Stiftung Mercator y la European
Climate Foundation.
2) En segundo lugar, la tabla de producción energética de Arbeitsgemeinschaft Ener-
giebilanzen (AG Energiebilanzen). Se trata de una Asociación formada por 7 fede-
raciones de empresas alemanas, con cientícos y técnicos provenientes del sector
energético y productivo privado, cuyos balances energéticos anuales y monitoreo
del proceso de transición son usados por el BMWi3.
Para determinar la relación de precios interanuales, así como para visualizar las emi-
siones de CO2, nos basaremos en Agora Energiewende (2020) y Jarvis et al. (2019).
3 Ministerio Federal de Economía y Energía (Bundesministerium für wirtschaft und energie).
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3. Resultados
3.1 Evolución del uso de la energía en Alemania por origen
El Gráco 1 muestra la evolución del uso de seis categorías de energía en Alemania,
en función de su origen, desde el año 2011 hasta el 2019. Al mismo le siguen los
Grácos 2, 3 y 4 para facilitar la comprensión de los datos, pero reproduciendo el
mismo contenido.
Gráco 1: Generación de energía consumida en Alemania por fuentes (en porcentajes)
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Arbeitsgemeinschaft Energiebilanzen (2020) y
Agora Energiewende (2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020).
Las categorías de todos los grácos son:
Hulla, también conocido como carbón Negro (Steinkohle) o carbón bituminoso:
combustible fósil, no renovable, y sólido, de calidad media-alta con una concen-
tración de carbono entre el 60 y el 80%, y una de las fuentes menos limpias con
respecto a sus emisiones de CO2.
Lignito, o carbón marrón (Braunkohle): combustible fósil sólido de mediana cali-
dad con una menor concentración de carbono (entre el 60 y el 75%), y menor ca-
pacidad caloríca que la hulla. Alemania es el segundo mayor productor mundial
de lignito tras China (Knoema, 2021), por lo que emite niveles particularmente
altos de CO2, y todavía tiene grandes depósitos (Wettengel, 2019).
Gas natural (Erdgas): combustible fósil gaseoso, de menor impacto en el ecosis-
tema que el carbón y el petróleo, aunque sigue siendo una fuente contaminante.
Proviene en gran parte de gaseoductos desde Rusia y Noruega, si bien también
se incluye en los datos el gas natural licuado (GNL).
Energía nuclear (Kernenergie): aquella producida gracias a los generadores de
sión nuclear a partir de uranio enriquecido. Contempla la electricidad producida
por los Reactores de Agua a Presión (PWR) así como los Reactores de Agua
en Ebullición (BWR). Es conocida por ser relativamente limpia en términos de
emisión de CO2, pero por el contrario genera residuos radiactivos, y se la suele
señalar como fuente de peligros a raíz de incidentes como el de Chernóbil o
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Fukushima, o de consecuencias de pruebas nucleares como las que se desarro-
llaron en Semipalátinsk4 -hoy Semey, Kazajistán- (Bauer et Al., 2005).
Energías renovables (Erneuerbare energien): contempla energía eólica, marina
y terrestre, la fotovoltaica, la biomasa y energía hidráulica. Téngase en cuenta
que la incineración de la biomasa, así como la energía hidráulica, son fuentes
de energía renovables, pero no limpias, ya que también generan impacto en el
medio ambiente. La energía eólica y la solar son los principales protagonistas de
la Energiewende.
Otras: se contemplan aquí otras fuentes como la antracita (carbón de alta cali-
dad) pero, sobre todo, la energía producida a partir de petróleo, combustible fósil
líquido cuya quema resulta más contaminante que el gas natural, pero menos
que la de carbón.
Procedemos a trasladar los resultados con los siguientes grácos, que simplican lo
ya mostrado en el Gráco 1.
El Gráco 2 muestra la evolución durante el periodo 2011-2019 del peso de la ener-
gía nuclear en la generación alemana (en amarillo), y el conjunto de energías reno-
vables (en azul).
Gráco 2: Generación de energía consumida en Alemania:energía nuclear y energías
renovables
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Arbeitsgemeinschaft Energiebilanzen (2020) y
Agora Energiewende (2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020).
El uso de energía nuclear para las necesidades energéticas alemanas constituía un
17,6% del total en el año 2011, año de inicio de la “Energiewende” de Merkel. Duran-
te el periodo ya recorrido por la “Energiewende”, el peso de la energía nuclear se ha
reducido en Alemania un 29,55% en términos relativos (5,2% absoluto).
Por el contrario, el papel de las energías renovables ha aumentado interanualmen-
te de manera constante, salvando el año 2016. En total, el peso del conjunto de
4 Principal campo de prueba de armas nucleares soviéticas, las cuales dejaron huella en parte de
la población de la región, especialmente debido a unos ejercicios militares realizados en 1956.
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energías renovables se ha acrecentado un 98,02% relativo (19,8 puntos) desde 2011
hasta 2019.
Gráco 3: Generación de energía consumida en Alemania: gas natural
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Arbeitsgemeinschaft Energiebilanzen (2020) y
Agora Energiewende (2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020).
Como se aprecia en el Gráco 3, la evolución del peso del gas natural en el sector
energético alemán ha transcurrido en forma de “V”, con un pico inferior en el año
2015. Es decir, su peso decreció hasta dicho año, y aumentó desde entonces, con
una salvedad de escasa relevancia en 2018. El balance desde 2011 hasta 2019 es
una subida de un 7,86% (1,1%) del uso del gas en el total del país.
Dentro del Gráco 4 encontramos los datos concretos de la hulla, el lignito y otras.
Gráco 4: Generación de energía consumida en Alemania: carbón y otras
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Arbeitsgemeinschaft Energiebilanzen (2020) y
Agora Energiewende (2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020).
Presentación • Dmitri Amirov Belova
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En cuanto al carbón negro o hulla, su importancia se mantiene relativamente
estable hasta la segunda mitad de la década, durante la cual desciende hasta
casi un 50% con respecto al año de inicio. El valor nal en el año 2019, 9,4%,
implica que la caída total con respecto a 2011 es de un 48,63% (8,9% en términos
absolutos).
Por su parte, el peso del lignito en el consumo energético alemán es superior al
de la hulla, lo cual resulta lógico dado que tiene menor calidad y por tanto menor
costo, así como a las altas reservas alemanas de este tipo de recurso natural. En
2011, un 24,5% de la energía usada en Alemania provenía del lignito, es decir, casi
un cuarto de su producción provenía exclusivamente de este tipo de carbón (42,8%
si lo sumamos a la hulla). Resulta, por tanto, sorprendente que no sea hasta 2019
cuando podamos ver un descenso signicativo interanual del uso de esta fuente
de energía, teniendo en cuenta el contexto de la “Energiewende”. Indican Weber y
Cabras (2017):
Apenas unos meses antes de los accidentes de Fukushima en 2011, el gobierno
alemán (re)inventó la idea de 30 años de Energiewende que incluye la retirada del
lignito y de la energía nuclear. Sin embargo, a pesar de estos ambiciosos planes
el gobierno no ha suavizado el regreso de la generación de energía con lignito. En
muchas ciudades alemanas y pueblos, las iniciativas ciudadanas y las organiza-
ciones sociales se han opuesto a la minería del lignito y a la generación de energía
relacionada con ella, pero también a los proyectos relacionados con la energía que
se consideran necesarios para desarrollar una economía energética basada en las
energías renovables (Weber y Cabras, 2017: 1227).
Para 2012, su participación aumentó un 1% (25,5%), bajando un 0,3% en 2013
(25,2%), y un 0,35% en 2014 (24,85). Para 2015, bajó un 0,95% (23,9%), para 2016,
un 0,85% (23,05%), para 2017 un 0,4% (22,65%), y para 2018 un 0,15% (22,5%). Es
en 2019 donde se encuentra la caída más signicativa del valor de esta, altamente
contaminante, energía, ya que se reduce su peso en un 3,7% (18,8%). El resultado
entre 2011 y 2019 es una reducción del 23,27% de la entidad del lignito en el consu-
mo energético alemán (5,7% absoluto).
El peso de las demás energías, incluyendo el petróleo, se mantiene a nivel general
con una ligera bajada en torno al 5%. En 2011 signicaban el 5,4% de la energía
consumida en Alemania, sufriendo una bajada de 0,1% en 2012 (5,3% del total),
otra similar en 2013 (5,2%), y manteniéndose igual en 2014. En 2015 este conjunto
sufrió otra caída de un 0,2% (5%), seguida de una subida de 0,1% en 2016 (5,1%),
y un nuevo descenso de 0,05% en 2017 (5,05%). En 2018 se registró otra bajada,
de 0,15% (4,9%), y en 2019 se dio el último descenso, de 0,7%, resultando que las
demás energías suponían un 4,2% del consumo alemán. La diferencia entre el inicio
y el nal del periodo es de una reducción del 22,22% (1,2% absoluto).
3.2 Evolución del precio de la electricidad para el consumidor doméstico
alemán
El Gráco 5 recoge el precio total y desglosado que paga el consumidor privado (ho-
gar) alemán desde el año 2007 hasta el pasado 2019. Las cifras indican céntimos por
kilovatio-hora (en adelante, cts/kWh), y como se puede ver sin dicultad, los precios
no han parado de subir desde hace más de una década, prácticamente por todos
los factores. Llama la atención también que el Estado tiene una fuerte presencia en
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 21 - 2022
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dicho precio, mediante cargos de red, el Recargo KWKG5, el EEG-Umlage6 (Bundes-
netzagentur, 2020), otros impuestos, y otros recargos.
Gráco 5: Precio de la electricidad para los hogares alemanes
Fuente: Agora Energiewende (2020): 38 [Traducción propia].
De este Gráco se debe resaltar, en primer lugar, la subida total de 10,8 cts/kWh
(un aumento total del 53,71%) desde 2007 hasta 2019, o si se quiere calcular desde
2011, fecha que decidió denitivamente la desnuclearización, la subida de 5,4 ct/
kWh (un aumento del 21,18%). El precio en la actualidad ronda los 31 céntimos por
kilovatio-hora, lo que, comparado con los 18 de Francia, los 23 de Italia, los 29 de
Dinamarca, o los 24 de España, convierte a la factura alemana en la más cara de Eu-
ropa (Eurostat, 2020). En total desde 2011, el precio de la luz ha subido un 23,92%.
En segundo lugar, destaca la relevancia (a modo de intervención) del Estado en el
precio de la luz en varios años, agrupando las siguientes categorías: cargos de red,
el Recargo KWKG, EEG-Umlage, (otros) impuestos, y otros recargos. El peso del
Estado (y de la “Energiewende”) en la factura es de 12,9 ct/kWh en 2007 (64,18% del
total), 15,4 ct/kWh en 2011 (60,39%), 19,2 ct/kWh en 2013 (65,75%), 20,7 ct/kWh en
2016 (69,46%), y 21,7 ct/kWh en 2019 (70,23%). Es decir, la tendencia del precio no
es sólo cada vez mayor, sino que, en líneas generales, cada vez más parte del precio
viene de recargos e impuestos estatales, o aumentos debido a la instalación de las
energías renovables, o a la necesidad de satisfacer las carencias energéticas de las
mismas. Como indican Weber y Cabras (2017):
Las subvenciones a las energías renovables las pagan los hogares según la Ley
de Energías Renovables alemana (EEG) (...). Los precios de la electricidad para
los hogares han aumentado un 100% en los últimos 15 años (...) aumentando la
pobreza energética especialmente en las zonas urbanas densamente pobladas,
5 Recargo derivado de la Ley Combinada de Calor y Energía (Kraft-Wärme-Kopplungsgesetz).
6 Impuesto especial para la expansión de las energías renovables (Erneuerbare-Energien-Gesetz).
Presentación • Dmitri Amirov Belova
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donde los habitantes tienen pocas posibilidades de instalar instalaciones de ener-
gía eólica o solar subvencionadas. Por el contrario, la frontera de la extracción
minera sigue expandiéndose en las zonas rurales de Alemania, borrando del mapa
pueblos y tierras de cultivo. A pesar de estas contradicciones e incoherencias, los
responsables políticos alemanes parecen estar comprometidos con una economía
de bajas emisiones de carbono que tenga en cuenta las necesidades de los distin-
tos actores del sector (Weber y Cabras, 2017: 1227).
Dado que este artículo tiene por objeto centrarse en el efecto más directo de la des-
nuclearización y su sustitución por, principalmente, energías renovables, el análisis
de la gráca se centrará en describir la evolución de dos categorías que recoge la
Tabla 6: EEG-Umlage y cambios en el valor de la adquisición de la electricidad (en
los cargos de red), que incluye los aumentos derivados de “los mayores gastos para
la expansión de la red y para el equipo para integrar la generación de electricidad
renovable” (Agora Energiewende, 2020: 38).
Gráco 6: Repercusión de la “Energiewende” en el precio
Fuente: Agora Energiewende (2020): 37 [Traducción propia].
Como indica el Gráco 6, el consumidor alemán, independientemente de su condi-
ción social, ya que se trata de un impuesto indirecto, y de un aumento en los cargos
de red, soporta más de 10 ct/kWh para pagar la transición energética alemana, lo que
supone alrededor de un 30% del precio total, en ocasiones más (y es la tendencia
que sigue actualmente) dependiendo del año. El menor peso de la energía nuclear
en el consumo alemán, cuya naturaleza la hace perfecta para suplir los problemas de
las energías renovables, afecta directamente a la segunda categoría, ya que dicho
complemento se acaba consiguiendo a través delgas natural (normalmente importa-
do y, por tanto, más caro), e incluso del lignito, cuya producción prácticamente no ha
bajado hasta 2019.
Ha de añadirse, que dentro de la dinámica entre privatizaciones y desprivatizaciones
que aún existe en Alemania, la “Energiewende” implica una fuerte inversión pública
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 21 - 2022
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en contra de las tendencias neoliberales imperantes durante varias décadas (Weber,
Cabras y Frahm, 2019: 8) y, sin embargo, sus principales beneciarios, al menos se-
gún la teoría de la “Energiewende”, serían las cooperativas de campesinos (Bürgere-
nergiegenossenschaft) y las organizaciones de justicia ambiental, que lucharían por
una reforma del sistema eléctrico alemán (Weber, Cabras y Frahm, 2019: 8) en de-
trimento de las clases medio-bajas urbanitas y las grandes empresas tecnológicas.
3.3 Evolución de las emisiones de CO2 de Alemania
En el Gráco 7 se expone la bajada generalizada de gases de efecto invernadero
(incluido CO2) de la República Federal Alemana desde el año 1990, fecha de inicio
y de referencia para la “Energiewende”, hasta 2019 (con resultados provisionales),
así como objetivos para el año 2020 y para 2030. Simplicaremos los datos que
ofrece, partiendo desde el año 2010 (un año antes del giro antinuclear de Merkel), y
enlazaremos con los datos del Gráco 8, donde se desglosa el peso de las diferentes
fuentes de energía en las emisiones de CO2, Gráco en la que no se halla la energía
nuclear debido a su relativa limpieza.
Gráco 7: Emisiones de CO2 de Alemania*
Fuente: Agora Energiewende (2020): 25 [Traducción propia].
*Ziel signica objetivo
El graco representa las emisiones de gases de efecto invernadero en términos de
Millones de toneladas de CO2 (Mill. T CO2). En el año 1990 Alemania emitió 1.251
Mill. T. CO2, bajando estas emisiones para el 2010 año (nuestro punto de partida), a
942 Mill. T CO2, lo que supuso una reducción de un 24,7%. En el año 2015, las emi-
siones bajaron a 907 Mill. T CO2, reducción, por tanto, de un 27,49% con respecto a
1990, pero de un leve 2,79% con respecto a 2010.
Para los datos de 2019, dado que en la tabla son provisionales, se usará el dato nal
de 805 Mill. T CO2 (Camino, 2020). Este nivel de emisiones implicó una reducción
Presentación • Dmitri Amirov Belova
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con respecto a 1990 del 35,65% (grande, pero no es seguro si se alcanzará el objeti-
vo del 40% para 2020), y una reducción del 8,16% con respecto a 2015.
Además de una gran caída de las emisiones desde principios de los años 90 ha ido
vinculado a la desaparición de la RDA y su industria, ha de señalarse que el periodo
objeto de estudio, desde 2010 hasta 2019, muestra dos tendencias en la tabla: una
primera bajada muy ligera, prácticamente imperceptible, durante 7 años; y una se-
gunda tendencia desde 2018, en la que se muestran grandes bajadas de emisiones
interanuales, a diferencia del primer tramo. En total, desde 2019 se han reducido las
emisiones un 29,2%. Como se ha dicho ya, es posible que se cumpa el objetivo del
40% de reducción de emisiones para 2020, aunque lo más seguro es que Alemania
quede cerca del mismo, ya que en 2020 habría que reducir un 4,35% con respecto a
2019, diferencia de cierta envergadura.
Gráco 8: Emisiones de CO2 de la generación de electricidad de 1990 a 2019
Fuente: Agora Energiewende (2020): 27 [Traducción propia].
El Gráco 8 muestra, en el eje vertical izquierdo, Mill. T CO2, como anteriormente,
mientras que el eje vertical derecho muestra emisión de CO2 por Kilovatio generado
(g CO2/kWh), que ignoraremos para facilitar la exposición de los datos de la gráca,
referidos al primer eje.
Resulta fácilmente apreciable que, en el periodo estudiado para las emisiones carbó-
nicas (2010-2019), hay tres tramos generales claramente visibles: uno desde 2010
hasta 2013, donde las emisiones han aumentado subsecuentemente al cierre de
varios reactores nucleares (una reducción del peso de las nucleares de al menos
un 2,4% con respecto a 2010), cuando las renovables aún no superaban el 23,9%
del consumo de electricidad. De 2013 en adelante se produce una pronunciada ba-
jada de las emisiones en general, incluyéndose la reducción de la hulla. Por último,
desde 2018 a 2019 (primeras dos columnas desde la derecha), se produce una muy
acuciante caída en todos los factores, incluyéndose, por primera vez desde 1990, el
lignito.
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 21 - 2022
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4. Discusión de los resultados
4.1 Consumo energético en Alemania por fuente
El abandono total de la energía nuclear parece ser sólo una cuestión de tiempo para
la República Federal Alemana, lo que excluye del sector una energía que “produce
emisiones mínimas de carbono en condiciones normales de operación” (Jarvis et
al., 2019: 2). Por el contrario, el mantenimiento de la quema de combustibles fósiles
como el lignito para producir electricidad emite contaminantes globales que contribu-
yen al cambio climático y contaminantes locales que tienen consecuencias negativas
para la salud humana (Jarvis et al., 2019: 2).
Curiosamente, el gobierno alemán ha clausurado centrales o reactores nucleares, a
la vez que compraba acciones de empresas como la española Iberdrola, la italiana
Enel o la francesa Engie, con importancia en los sectores energéticos de sus países
(en particular en su porción nuclear), e incluidas en el índice bursátil Dow Jones
EURO STOXX 50 (Mas, 2018). Esta ambigüedad en su acción exterior parece indicar
que Alemania pretende “limpiar” su país de nucleares al tiempo que se asegura un
posible suministro energético desde fuera de la Republica Federal, aun proviniendo
de la nuclear, aprovechando su posición en el mercado europeo.
Por tanto, no es viable un complemento nuclear a las energías renovables, que ado-
lecen de una debilidad estructural, como recuerda Reichmuth (2016):
[D]e acuerdo con las leyes de la física, la electricidad alimentada y la electricidad
demandada deben coincidir en todo momento, de lo contrario habrá apagones. En
caso de desequilibrios inminentes, los operadores de redes alemanes deben (…)
instruir a las plantas de gas, carbón o energía nuclear para que inicien o reduzcan
su alimentación de electricidad (Reichmuth, 2016).
La imprevisibilidad de generación de las renovables, y la incapacidad relativa para al-
macenar la energía sobrante una vez satisfecha la demanda, provocan que, descar-
tada la energía nuclear, y teniendo en mente el objetivo de descarbonizar Alemania
antes de 2030, sólo haya hueco para complementar las energías renovables con gas
natural u otros combustibles de actualmente mucho menor peso.
En denitiva, el peso de la energía nuclear ha sido sustituido principalmente por una
conjunción de energías renovables, carbón (lignito) y gas natural.
Además, existe un importante factor territorial en el despliegue de la energía eólica
y solar en Alemania, dado que la red eléctrica del país carece de la infraestructura
de transmisión para llevar la energía eólica producida en el norte de Alemania a los
consumidores industriales en el sur (Cunningham, 2017: 7). Como resultado, la elec-
tricidad sobrante tras satisfacer la demanda del norte:
[S]e introdujo en los países vecinos, particularmente en Polonia, la República Che-
ca y los Países Bajos, lo que (…) [obliga] a las redes eléctricas de esos países a
adaptarse a la auencia de energía, tensar los lazos políticos y las interconexiones
eléctricas (Cunningham, 2017: 8).
Esta exportación de energía, aunque no se puede determinar en esta sede si podrá
suplir económicamente las carencias energéticas de los Länder meridionales, es po-
sible que palie el efecto económico de importar más gas natural desde el extranjero,
materia sin duda para un futuro estudio. En cualquier caso, el impacto de la desigual-
dad territorial en un Estado Federal como Alemania es un factor con importantes
consecuencias sociales.
Presentación • Dmitri Amirov Belova
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Alemania utiliza sus plantas existentes de combustibles fósiles y algunas plantas
hidroeléctricas y de bioenergía para amortiguar los impactos resultantes de la inser-
ción de energía eólica y solar en la red eléctrica. Las centrales eléctricas de gas son
más útiles para amortiguar las uctuaciones a corto plazo, pero, como dichas plantas
producen electricidad a un coste bastante alto, la mayor parte de la amortiguación la
realizan las centrales eléctricas de carbón duro (antracita, el tipo de carbón de mayor
calidad y precio) (Sinn, 2017: 137). Además, la “Energiewende” ha llegado a amena-
zar la existencia de grandes compañías eléctricas como Eon o RWE, por lo que se
entiende la razón de las demandas contra el Estado como la de Vattenfal.
No debe perderse de vista que la eciencia energética no se puede asegurar con la
rápida implementación de las energías renovables sin más inversión tecnológica y un
suministro complementario seguro y estable:
Mientras que la capacidad de producción de energía eólica instalada fue de 35,92
GW (para 2017), la producción promedio fue de 5,85 GW, solo el 16,3% de la
capacidad, y la producción asegurada que estaba disponible en el 99,5% de las
horas, fue de 0,13 GW, o 4 por mil de capacidad. A 37,34 GW, la capacidad solar
instalada era casi la misma que en el caso de la energía eólica. Sin embargo, la
producción promedio fue de solo 3,7 GW, que es el 9,9% de la capacidad y, por
supuesto, la producción asegurada fue cero. En promedio, una planta de energía
eólica en Alemania produjo 241,4 kW, y una planta de energía solar 2,55 kW (Sinn,
2017: 132).
En términos de eciencia, existen grandes dudas sobre las plantas de energías
renovables:
Desde un punto de vista nacional, sin tener en cuenta las consideraciones ecoló-
gicas, la instalación de nuevas plantas eólicas y solares vale la pena si y solo si
su costo promedio está por debajo del costo marginal de producir electricidad a
partir de combustibles fósiles. Hoy, las plantas eólicas y solares están muy lejos de
satisfacer esta condición (Sinn, 2017: 148).
No cabe duda alguna, en cualquier caso, de que se ha producido un espectacular
crecimiento de la energía fotovoltaica y eólica en el consumo alemán, y que dichas
energías han contribuido parcialmente a emitir menos CO2, aunque no hayan tenido
el gran impacto que se preveía desde la administración (véase el crecimiento de las
renovables en el Gráco 2 y las emisiones en el Gráco 7). Sí es evidente que en el
futuro las grandes reducciones de emisiones tendrán una base en esta implementa-
ción masiva, e incluirán varios elementos como la compra de energía del extranjero
o los parques de centrales eléctricas (“Kraftwerkspark”).
Lo cierto es que el gas ocupa un papel un tanto ambiguo en la transición energética
alemana. Desde un principio, aunque no es de las medidas estrella, sí hay un com-
promiso del Gobierno Federal por “reducir la demanda de energía primaria de petró-
leo y gas (…) en un 80 por ciento para 2050” (Ministerio de Relaciones Exteriores
de Alemania, 2015: 6), pero en los mismos documentos suele apuntarse que el gas
será fundamental para complementar a las renovables, en particular, para el calen-
tamiento de los hogares (Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania, 2015: 7).
Llama, además, poderosamente la atención el retorno al gas en el mix energético
alemán, ya que, tras un decrecimiento inicial, parecería que Alemania se ha replan-
teado su uso como energía, vista la desnuclearización y la intención de reducir el
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 21 - 2022
• 18 •
peso del lignito. El país importó 5,419 petajulios (PJ)7 de gas natural en 2019, exclu-
sivamente por gasoducto, ya que “el país actualmente no tiene infraestructura para la
importación directa de gas natural licuado” (Wettengel, 2019). Un elemento que nos
muestra la importancia de este cambio es la determinación de Alemania por nalizar
el proyecto del gaseoducto Nord-Stream 2 con Rusia, proyecto fuertemente criticado
por otros países europeos y por Estados Unidos (Hasselbach et al., 2019).
Motivos geopolíticos a un lado, lo cierto es que:
[M]uchos expertos ven el gas natural como un puente hacia una economía baja
en carbono porque produce mucho menos emisiones de CO2 cuando se quema
que el carbón o el petróleo (…). El gas complementa bastante bien el suministro
de energía uctuante de las energías renovables, ya que las modernas centra-
les eléctricas a gas (a diferencia del carbón) pueden cambiar de inactivo a plena
potencia en cuestión de minutos si es necesario, por ejemplo, cuando la energía
solar y eólica escasean (Wettengel, 2019).
La “Energiewende” ha resultado, hasta ahora, en la sustitución de la producción nu-
clear de bajo costo por fuentes más caras, como los combustibles fósiles (gas y
lignito) y las importaciones netas (de gas), obviando el papel de las renovables ya
destacado. Estas fuentes:
[A]umenta los costos operativos promedio en Alemania en 1.6 mil millones de dó-
lares por año. Si bien no es trivial, estos costos privados son pequeños en relación
con los costos externos asociados con la eliminación. Especícamente, la quema
de combustibles fósiles para producir electricidad en lugar de usar plantas nuclea-
res emite contaminantes globales como el CO2, así como contaminantes locales
como PM2.5, SO2 y NO2
8(Jarvis et al., 2019: 29).
4.2 Precios de la electricidad para los hogares
El futuro cercano no parece muy alentador para el bolsillo del consumidor privado
alemán. Así, la agencia de calicación Standard & Poor’s estimó en 2019 que el pre-
cio de la energía en Europa podría aumentar en un 30% los siguientes seis años, in-
cluyendo en sus causas, en especial, a las políticas alemanas: la desnuclearización
y la posterior bajada del uso del carbón hasta 2025 (Goulard, 2019).
Tras visualizar los costos directos, han de mencionarse otros costos indirectos, a
modo de indemnizaciones, que Alemania tendrá que pagar a empresas operantes
de centrales nucleares que se han visto obligadas a cerrar, en ocasiones, contravi-
niendo la ley (World Nuclear News, 2013; Tribunal Constitucional de Alemania, 2016:
párrafo 396-398), además de inclusiones en los presupuestos públicos de “partidas
que las empresas se niegan a asumir, entre ellas el desguace de las centrales, la
limpieza del suelo, transporte de residuos, tratamiento y pago de cementerios nu-
cleares, algunos de ellos en el extranjero” (Valero, 2016). Sólo la empresa Vattenfal,
reclama 4,7 mil millones de euros en indemnización, y las últimas resoluciones en su
7 Un petajulio equivale a mil billones (o un billardo) [1015] de julios en escala larga (la que se usa
en castellano), o un cuatrillón en escala corta (la que se utiliza en idioma inglés). Es una escala
para medir importaciones y exportaciones de energía (especialmente gas), basada en el apor-
teenergético en lugar del volumen de la fuente (que se suele usar en estudios energéticos, como
el bcm –billion of cubic meters). Un bcm puede equivaler a 38,2 petajulios de gas ruso, o 41,4 de
gas catarí (International Energy Agency, 2011: 304).
8 Respectivamente: partículas en suspensión de menos de 2,5 micras, Dióxido de azufre, y Dióxi-
do de nitrógeno.
Presentación • Dmitri Amirov Belova
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caso indican que puede obtener una buena parte de esta, aunque la cifra concreta
no se podrá conocer hasta más adelante (Deutsche Welle, 2020 y Graupner, 2020).
Por su parte, el Instituto de Economía de la Competencia de la Universidad de Düs-
seldorf (Institut für Wettbewerbsökonomie an der Universität Düsseldorf) ha jado
un coste total de 520 mil millones de euros para la “Energiewende”, comprendiendo
desde el año 2000 hasta el 2025, de los cuales, para el año 2015, ya se ha gastado
150 mil millones. El EEG-Umlage implica un 80% de este gasto, que supondrá para
cada habitante alemán 6.300 euros, y 25.000 para una familia de cuatro miembros,
según el instituto (Wetzel, 2020). Otros investigadores han cifrado el coste anual de
(sólo) la desnuclearización en 12 mil millones de euros anuales (Jarvis et al., 2019:
31-32). Estos altos gastos, sumados al constante aumento del precio de la electri-
cidad en Alemania, tiene evidentes consecuencias sociales: en el año 2017, más
de 330.000 hogares alemanes vieron como las eléctricas les cortaban la luz
(Reichmuth, 2016). No es menos cierto, sin embargo, que esta gran inversión deberá
tener grandes benecios a medio plazo en términos laborales, medioambientales y
de redistribución, que deberán estudiarse para tener una visión diacrónica completa
de un proceso de desnuclearización.
Como señalan Rehner y McCauley (2016):
En el contexto de una transición efectiva hacia un futuro de energía renovable,
que implica la desconexión de la energía nuclear, el discurso político alemán está
dominado por el triángulo de la política (…). Esto consta de tres aspectos: (1) se-
guridad energética, (2) viabilidad económica y (3) compatibilidad ambiental (…).
[R]esulta sorprendente que el triángulo, utilizado para guiar las decisiones de po-
lítica energética, no contenga explícitamente una dimensión social (Rehner y Mc-
Cauley, 2016: 2).
En conclusión, se detecta la carencia de una dimensión social en la planicación del
legislador germano desde 2011, unida a la especicación que recoge el Energiekon-
zept de 2010 de que la energía nuclear tendría un gran valor en la transición energé-
tica dado que su uso abarata la energía, y al repunte del gas para suplir las carencias
de las energías renovables. Ello nos indica que la “Energiewende” se ha impuesto al
Energiekonzept, en cierta manera, ante los consumidores/contribuyentes alemanes
(y sus condiciones de vida), en gran parte mediante impuestos. En denitiva, no
parece que copiar el modelo alemán adoptado tras Fukushima, ignorando el alza de
precios y el uso del carbón y el gas, sea compatible con políticas sociales que preten-
dan mantener bajos precios de energía y seguridad energética para los ciudadanos.
4.3 Emisiones de CO2
Dados los resultados efectivos en la bajada de emisiones carbónicas de Alemania
hasta la actualidad, acercándose a su objetivo de 2020, podemos concluir que la
“Energiewende” se ha planteado como una desnuclearización y una descarboniza-
ción con un orden concreto por motivos políticos (el miedo provocado por el acci-
dente de Fukushima), debido que el país sigue manteniendo un importante peso del
lignito en su producción energética.
La problemática del orden de prioridades en lo relativo a la energía nuclear y al uso
del carbón, en relación al accidente de Fukushima y el cortoplacismo político, ha sido
remarcada por varias personalidades de la sociedad civil alemana, como Herbert
Diess, CEO del grupo Volkswagen:
Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 21 - 2022
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Las prioridades se establecieron incorrectamente: primero se debería haber salido
del carbón y luego de la energía nuclear. Si la protección del clima es importante
para nosotros, las centrales nucleares deberían funcionar por más tiempo. En la
lucha contra el calentamiento global, uno tiene que comenzar con las grandes pa-
lancas, es decir, evitar los combustibles fósiles: carbón, petróleo, gas (Mortsiefer
y Tartler, 2019).
Quemar lignito genera más emisiones de CO2 que quemar hulla, y genera entre 3 y 7
veces más emisiones que el gas. Además, con la quema de ambos tipos de carbón
se emite mercurio. Por otro lado, el uso de lignito choca directamente con el objetivo
de la eciencia energética de la “Energiewende” (vid. Gráco 8), ya que es un tipo de
carbón relativamente húmedo (en porcentajes que dependen de la variante de Lig-
nito), lo que deriva de su menor cantidad de carbono, y, por tanto, mayor de oxígeno
e hidrógeno, empeorando más las emisiones de su quema. La condición inherente-
mente “húmeda” del lignito conlleva que sea ineciente quemar este tipo de carbón,
especialmente las variantes con menos porcentaje de carbono, en comparación con
variantes más “secas”. Si bien, secar el lignito antes de quemarlo implica necesaria-
mente usar más combustible para obtener la misma cantidad de energía, así como
más actividad minera (Kahya, 2014).
Por último, las emisiones han derivado en otros costes que recogen algunos especia-
listas como Jarvis et al. (2019):
Los daños climáticos producidos sólo por los aumentos de emisiones de CO2 deri-
vados de la salida (de la energía nuclear) aumentan a un total de 1,8 mil millones
de dólares por año. Sin embargo, los mayores impactos de la salida han sido, por
mucho, los costes externos de las emisiones locales de contaminación del aire.
Especícamente, una mayor exposición a la contaminación del aire local resul-
ta en un exceso adicional de 1,100 muertes debido a una peor calidad del aire.
Estimamos que el impacto de la mortalidad monetizada es de 8.7 mil millones de
dólares por año cuando se usan emisiones reportadas, con otros 0.2 mil millones
dólares por año en costos de morbilidad. La reducción promedio en los costos
externos de los desechos nucleares y los riesgos de accidentes son pequeños en
comparación con $ 0.2 mil millones por año. En general, estimamos que los costos
anuales continuos de la eliminación nuclear son de aproximadamente $ 12,2 mil
millones por año (Jarvis et al., 2019: 29).
4.4 Problemática de la desnuclearización a corto plazo.
Existe una clara aversión al riesgo de los políticos alemanes respecto a la energía
nuclear y su papel en el futuro energético de Europa, aún dada la baja probabilidad
de que ocurra un accidente como el de Fukushima, tanto a nivel general, como, es-
pecialmente, en Alemania.
Un accidente nuclear es un evento altamente visible, pero de baja probabilidad,
que puede vincularse claramente con el reactor nuclear infractor. Esto puede llevar
a los encargados de formular políticas y al público a sobreestimar la probabilidad
ex ante de que ocurran accidentes nucleares, así como los costos de estos acci-
dentes (Jarvis et al., 2019: 34).
Aunque muchos expertos en el cambio climático han argumentado que la energía
nuclear es una parte necesaria para la transición de los combustibles fósiles, intensi-
vos en emisiones de carbono, a energías más limpias, la actitud del gobierno alemán
hacia la energía nuclear ha generado una política en la que no se ha actuado todo lo
racionalmente que se podría, si nos atenemos a las bajas posibilidades de replicarse
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un accidente como el de Fukushima en Alemania (Jarvis et al., 2019: 32-33) y los
objetivos que el propio gobierno estableció para una transición a corto plazo.
Como señalan Rehner y McCauley (2016) en su estudio comparativo de modelos:
En términos de impactos ambientales, la pérdida de capacidad eléctrica de la eli-
minación parcial de Alemania en 2011 resultó en una mayor combustión de carbón
en la segunda mitad de 2011 y 2012 para compensar la pérdida de capacidad
eléctrica (…). Por lo tanto, hubo un aumento a corto plazo en las emisiones de
CO2, en comparación con el escenario en el que se empleó la producción de ener-
gía nuclear (…). A mediano y largo plazo, se espera que las emisiones de CO2
disminuyan a un nivel más bajo que en un escenario que emplea la producción
de energía nuclear, ya que la eliminación gradual de la energía nuclear fomenta
la expansión de Energías Renovables más allá del nivel de capacidad necesaria
para reemplazar simplemente nuclear (Rehner y McCauley, 2016: 10).
Queda claro que otros modelos para la desnuclearización, como los modelos estu-
diados por Knopf et al. (2012 y 2014), que plantean que una salida más tardía de las
nucleares, como 2038, habrían permitido un escenario con menores emisiones de
CO2 y menores precios nales para el consumidor (Knopf et al., 2012: 9-14, 21-22;
Knopf et al., 2014: 92-96).
Se puede pensar, por tanto, que la decisión de desnuclearizar Alemania en el pla-
zo de 11 años tomada en 2011 por la administración de Angela Merkel, a raíz del
accidente de Fukushima, no obedeció tanto a razones de transición hacia una eco-
nomía “verde”, ni, por supuesto contempló el impacto social de dicha política. Por el
contrario, ha quedado demostrado que todos los objetivos planteados por el gobier-
no alemán (reducción de importaciones de gas, aumento de renovables, o precios
asequibles, entre otros) son mutuamente excluyentes, máxime cuando se pretende
eliminar con uno de los elementos relevantes del mix energético.
5. Conclusiones
El proyecto de transición hacia un mix energético verde alemán, conocido como
“Energiewende”, que hemos elegido como objeto de análisis, no se puede conside-
rar cerrado ni completo.
Hasta ahora, se puede armar sobre la desnuclearización alemana lo siguiente:
1) Los problemas inherentes a las energías renovables han llevado a Alemania a
recurrir al gas natural (importado) para suplir la carencia producida por el apagón
nuclear, así como de lignito, si bien es cierto que las llamadas energías verdes han
crecido espectacularmente. Los problemas de eciencia energética de las reno-
vables aún están lejos de estar solucionados, y existe una cierta brecha territorial
entre el norte y el sur del país en la implementación y el transporte de esta energía.
El gas natural sigue siendo un hidrocarburo, aunque es mucho menos contaminan-
te que el carbón y el petróleo. Por último, llama la atención el peso del lignito (más
contaminante que la hulla) hasta el año 2019.
2) El precio para el consumidor privado alemán ha aumentado vertiginosamente en
10,8 cts/kWh desde 2007, o 5,4 cts/kWh desde 2011 para el año 2019 (un au-
mento de un 21,18%), convirtiendo a la electricidad de Alemania en la más cara
de Europa. Dicho aumento es multicausal, contándose entre ellas impuestos in-
directos como el EEG-Umlage, el recargo KWKG, y otros recargos derivados de
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otros impuestos y de gastos de mantenimiento de infraestructuras. La transición
energética alemana ocupa alrededor de un 30% del precio total de la factura de la
luz del consumidor privado alemán. Además, deben integrarse gastos indirectos
derivados de subvenciones, indemnizaciones, entre otros factores. El coste total
para la transición hacia un mix “verde” se ha llegado a costear en hasta 520 mil
millones para todo el proceso desde el 2000 hasta el 2025. La aceleración del
apagón nuclear, en denitiva, sólo ha acrecentado este costo debido al efecto
sustitución energético.
3) Los objetivos de emisiones carbónicas para 2020 se han cumplido gracias al papel
de las renovables (aunque la crisis del Covid-19 puede interferir en los datos de
ese año en concreto). Sin embargo, priorizar la desnuclearización a la descarbo-
nización no sólo tiene efectos económicos, sino también sanitarios y ecológicos
debido a las emisiones producidas por el uso del carbón. Alemania ha priorizado
la desnuclearización debido a sus reservas de lignito y a la presión de la opinión
pública tras el accidente de Fukushima, y tras analizar los resultados, se hace
evidente que un (relativamente) rápido apagón nuclear puede ser nocivo para los
objetivos verdes de las políticas de transición energética.
En cuanto al futuro, Alemania tiene varias opciones aún por delante, dentro de las
cuales entran los combustibles sintéticos (en especial el gas sintético). Así, una vez
vistos los efectos de la “Energiewende” hasta el momento, podemos concluir que las
siguientes son sus posibilidades a corto y medio plazo:
1) Alemania puede reducir sus emisiones de CO2 sustituyendo el carbón por gas
natural, pasando a ser ésta última la energía fundamental del país, por suplir al
carbón y por complementar a las renovables. Es una opción menos limpia que usar
los reactores nucleares, pero más que seguir usando carbón.
2) Alemania podría replantearse nalmente la opción nuclear, en particular tras la
salida de Angela Merkel de la cancillería (poco probable con los verdes en el nuevo
gobierno), dados los elevados precios de la electricidad en Alemania y los posibles
avances en reactores de fusión. De hecho, el consorcio internacional ITER en
Ginebra, así como el proyecto Stellerator de Alemania en Greifswald, han logrado
avances signicativos en los últimos años. También se puede considerar una con-
anza en reactores de sión seguros, como ha hecho Suecia, que revocó su deci-
sión de abandonar las nucleares, tomada en la década de los 80, (Sinn, 2017: 68).
3) Puede terminar la desnuclearización y promover una fuerte descarbonización, con
relativamente baja dependencia del gas, sosteniendo el sistema energético alemán
fundamentalmente en energía solar, eólica, otras energías menores y los avances
que se desarrollen en los combustibles sintéticos. Esta opción, la más “verde” de
todas, resulta problemática porque no se resuelven los problemas estructurales de
las energías renovables, y porque aún se necesita investigación para plantear un
despliegue masivo de combustibles sintéticos.
Para nalizar las conclusiones, y habiendo analizado las consecuencias de la des-
nuclearización a corto plazo de la “Energiewende” alemana, se pueden extraer las
siguientes lecciones en forma de opciones de transición energética para otros países
con unas características económicas y un mix energético relativamente parecido:
1) Una implementación de un plan similar a la “Energiewende”, basado en un fuerte
retroceso de las nucleares, con vistas a que éstas desaparezcan antes de 2031 o
2032, y no preocuparse por reducir el peso del carbón y el petróleo.
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Este plan implicaría (i) mayores precios para el consumidor, ya que la energía
nuclear es la que más abarata los costes, (ii) una necesaria sustitución de una
parte de la energía nuclear producida gracias a una subida de las renovables,
que, de no poder realizarse óptimamente, conllevaría recurrir al gas, al carbón o
al petróleo, y por consiguiente,(iii) unas posibles mayores emisiones debido a la
sustitución (aun por un tiempo relativamente corto).
2) Implementar una desnuclearización a medio plazo (20 o 30 años), asegurando
primero la descarbonización, y el avance de las renovables, no teniendo que con-
sumir más gas para suplir la energía nuclear. Este modelo alternativo basado en
los errores (o ausencias en las políticas públicas) de la “Energiewende” (altos pre-
cios y prácticamente similar contaminación durante años), permitiría mantener (i)
unos precios relativamente más bajos con respecto al primer escenario gracias a
la participación de las nucleares, (ii) una sustitución mucho más paulatina y segura
de la energía nuclear por energías renovables, por lo que (iii) no sería necesario
aumentar la importación de gas o petróleo, e (iv) implicaría unas emisiones de CO2
descendientes.
3) No abandonar la energía nuclear, haciendo que sea el complemento para las
energías renovables, siendo la más limpia de las energías que pueden hacerlo.
Mantener la energía nuclear hasta descarbonizar por completo el país y decidir,
posteriormente, si es mejor complementar la implantación de las renovables con
gas natural (contaminante), o con energía nuclear relativamente limpia, garantiza-
ría: (i) unos precios considerablemente menores a los que podrían generarse de
la explotación masiva de gas (sobre todo si es importado) (ii) una sustitución del
carbón y el petróleo (e incluso el gas) por energías renovables, y (iii) unas emisio-
nes de CO2 cada vez menores.
En denitiva, la experiencia alemana demuestra que descartar la energía nuclear
como fuente al comenzar una transición energética (una desnuclearización a cor-
to plazo) no siempre es la opción más lógica, tanto en términos de sustitución de
fuentes, como en orden de prioridad (ya que el carbón debería ser la primera fuente
en ser eliminada), así como por el impacto en los precios para los ciudadanos. La
energía nuclear (de sión) puede ser útil como herramienta transitoria a medio y largo
plazo para la consolidación de una economía “verde”, en el marco del esfuerzo global
como es el de tener un mundo con menos emisiones contaminantes, y con energía
tanto de suministro seguro como asequible para toda la población.
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Anduli • Revista Andaluza de Ciencias Sociales Nº 21 - 2022
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