Artículos • Javier de Pablo del Valle
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en un proceso no lineal
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” en el que quedan abiertos “grados de libertad vinculados a
la imaginación”. Así pues, no estaríamos ante un proceso que construye la identidad
del individuo desde el exterior (de una forma unidimensional, en una sola dirección
marcada desde el poder), sino que abre la puerta “a la imaginación del sujeto como
posibilidad de libertad y de agencia, como medio de disrupción del imaginario hege-
mónico dominante” (Catelli, 2017: 103-104).
Un papel en central en la creación de los imaginarios lo tienen los estereotipos, gu-
ras fundamentales en el estudio del discurso colonial desde que Fanon puso la lupa
sobre ellos en los años 60 y desde que viera la luz, a nales de la década siguiente,
la obra Orientalismo, de Edward Said. No obstante, fue Homi K. Bhabha, otro de los
referentes intelectuales de Catelli, quien llevó a cabo una descripción mucho más
precisa del estereotipo colonial. Bhabha estudia estas guras sin “detenerse en una
mera puesta en valor moral de las imágenes como negativas o positivas, sino en su
efectividad en los procesos de subjetivación” (Catelli, 2017: 111). Esto es, intentando
desentrañar las formas en que la existencia de estos estereotipos inuye en la ja-
ción de las identidades coloniales; no de una forma unidireccional, impuesta desde
el poder colonial, como propone Said, sino, en un proceder mucho más foucaultiano:
haciendo hincapié en su papel como posible arma de un discurso contrahegemónico,
anticolonial, fundamentado en la ambivalencia del propio estereotipo. En el caso ga-
llego, en el que entraré posteriormente, es fácil pensar en muchos estereotipos repe-
tidos hasta la saciedad que acaban por formar parte del imaginario (colonial) gallego.
A estas tres perspectivas le suma Catelli la dimensión subjetiva que Frantz Fanon in-
troduce en su obra –de ilustrativo título– Piel negra, máscaras blancas, un libro en el
que el psiquiatra de Martinica, recogiendo experiencias personales y profesionales,
muestra la manera en que esos imaginarios raciales quedan “jados” en los cuerpos
de las personas colonizadas (o, como el propio autor diría, del negro colonizado).
Fanon desarrolla así una teoría en la que el imaginario hegemónico del blanco (el
colonizador, aquel que tiene el poder de nombrar) domina sobre el negro (el coloni-
zado, el que no tiene cultura –se la robaron– ni capacidad para expresarse –se la
negaron–), hasta el punto de crear en este un complejo de inferioridad que media
todas las relaciones de su vida.
Probablemente lo más interesante de la explicación del complejo de inferioridad
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en
Fanon sea que, para el autor, este complejo nace tras un doble proceso “económico,
en primer lugar” y “por interiorización, o, mejor dicho, por epidermización de esa infe-
rioridad después” (Fanon, 2009: 44). Del mismo modo que en los autores anteriores,
vemos en Fanon una preocupación por explicar la construcción de la identidad del
sujeto desde un punto de vista que relaciona lo estructural (“lo económico”), con lo
subjetivo (la “interiorización” o “epidermización”), sin dejarse cegar por explicaciones
simples o monocausales. Por ello insiste Fanon en la necesidad de una “sociodiag-
nosis”, que una el estudio de las grandes estructuras junto con el de los sujetos
inuidos por ellas, para analizar la colonización. Esta es una práctica que el autor
lleva a cabo en su medio profesional, la psiquiatría, y que le permite comprobar que
los conictos no resueltos de la sociedad acaban por reproducirse como neurosis en
la mente de sus individuos:
3 La cursiva es mía.
4 El también martiniqués Aimé Césaire, del que Fanon toma muchas lecciones, habla en su céle-
bre Discurso sobre el colonialismo de “complejo de dependencia”. Según él, la colonización está
fundada en la psicología porque muestra a los grupos colonizados como psicológicamente he-
chos para ser dependientes, hasta el punto de necesitar de esa misma dependencia para poder
sobrevivir. Por eso aprenden a postularla, reclamarla y exigirla (Césaire 2006: 30).