ISSN: 2255-5129

© 2024. E. Universidad de Sevilla. CC BY-NC-SA 4.0

Nº 23 | Segundo Semestre 2024

Medios digitales, emociones y telepresencia en la diáspora digital venezolana

Digital media, emotions and telepresence in the venezuelan digital diaspora

Jorge Sierra-Bejarano

Universidad de Los Andes, Venezuela.

Red Internacional de Investigadores de la Literatura Comparada (REDILIC)

jorgesierrabejarano@gmail.com 0000-0001-8409-323X

Recibido: 22-04-2024 | Aceptado: 24-07-2024

Resumen Este estudio analiza el impacto de los medios digitales, la telepresencia y las emociones en la diáspora venezolana, integrando elementos históricos y conceptos teóricos de diversas disciplinas. Tales experiencias son mediadas a través de dispositivos digitales que mitigan la separación y el desarraigo, transformando usos y prácticas culturales. En este sentido, los artefactos de agenciamiento permiten el flujo de relaciones e interacciones emocionales a distancia, transformando las relaciones de intimidad y afecto, reconfigurando el lugar de la virtualidad mediante los dispositivos digitales y reformando las subjetividades del migrante en la diáspora digital. De esta manera, la noción de hogar y el lugar de origen se encuentran mediados digitalmente, cambiando su experiencia. Estos estudios sobre las emociones en la diáspora digital nos ayudan a comprender la mediación digital y sus repercusiones en las interacciones sociales.

Palabras clave Diáspora digital, telepresencia, emociones, migración, dispositivo móvil.

Abstract This study examines the impact of digital media, telepresence and emotions in the Venezuelan diaspora, integrating historical elements and theoretical concepts from various disciplines. Such experiences are mediated through digital devices that mitigate separation and uprooting, transforming cultural uses and practices. In this sense, agency artifacts allow the flow of relationships and emotional interactions at a distance. Transforming relationships of intimacy and affection, reconfiguring the place of virtuality through digital devices, reforming the subjectivities of the migrant in the digital diaspora. In this way the notion of home and the place of origin are digitally mediated, transforming its experience. These studies on emotions in the digital diaspora help us understand digital mediation and its repercussions on social interactions.

Keywords Digital diaspora, telepresence, emotions, migration, mobile device.

Como citar este artículo:

Sierra-Bejarano, J. (2024): “Medios digitales, emociones y telepresencia en la diáspora digital venezolana”, en Revista Internacional de Historia de la Comunicación, (23), pp. 211-241. https://dx.doi.org/10.12795/RIHC.2024.i23.12

1. Introducción

Este escrito se enfoca en el concepto de diásporas digitales[1], término derivado de los avances de las tecnologías de la información y la comunicación. Dicho concepto nos permite mapear las complejas relaciones y vínculos que se establecen entre las migraciones, sus emociones y los nuevos medios de comunicación en el contexto de la globalización.

Este trabajo propone un nuevo enfoque para el estudio de las diásporas, centrándose en el papel de las tecnologías digitales como un factor clave en la configuración de las experiencias migratorias. En el caso de los venezolanos, exploraremos cómo las herramientas digitales han redefinido las nociones de comunidad, identidad y pertenencia.

En este sentido, por ejemplo, el dispositivo móvil como medio de comunicación funciona como lo que Marshall McLuhan (1994) denominó las extensiones del hombre. El migrante y las diásporas a partir de las tecnologías digitales tienen la posibilidad de comunicarse de forma inmediata, atenuándose así la distancia que separa unos de otros por medio de la telepresencia. Este proceso cambia el concepto de diáspora clásica al mitigarse la sensación de distanciamiento.

En consecuencia, el objetivo principal de este artículo es estudiar el concepto de telepresencia manifestado por la diáspora venezolana como diáspora digital mediante el uso de los dispositivos móviles, sus aplicaciones de mensajería y redes sociales. Desde este concepto reflexionamos sobre la creación de espacios virtuales de comunicación en el establecimiento de relaciones afectivas de la diáspora digital venezolana, tomando en cuenta que durante las últimas décadas esta emigración es: “…un fenómeno inédito en Venezuela, cuya experiencia migratoria durante la segunda mitad del siglo XX le había caracterizado como país de inmigración y, además, reconocido durante la primera década del siglo XXI por la bonanza de ingresos más fabulosa de su historia.” (Freitez, Viso, Osorio, 2021: 1).

Como la telepresencia es la forma inmediata de conectarse con la familia y los seres queridos, de conmemorarse y recordarse a pesar de la distancia, ya no se puede hablar de una ruptura o separación cultural, sino de un puente mediado por la comunicación consciente y significativa con el hogar de origen. En lo que Bhabha (1990: 1) denomina la unidad de fuerzas simbólicas en el sistema de significaciones culturales.

En efecto, con esta hipótesis de trabajo revisamos la forma en la que el cambio tecnológico impacta en las emociones de la diáspora digital venezolana. Este no solo brinda nuevas oportunidades de interacción, sino que presenta nuevos desafíos ante el sentido fragmentario de los espacios virtuales. En este contexto, los grupos migrantes no figuran como sujetos pasivos. Son agentes activos y creativos que se encuentran a la par que en la búsqueda de sus propios destinos ante la inmediatez del contacto virtual de la añoranza. El flujo de la información y la capacidad de conectarse con las comunidades de origen crea importantes canales que tienen resonancias emocionales.

Estudiar el rol de la tecnología en el establecimiento y conservación de los vínculos afectivos en la diáspora venezolana en el siglo XXI apunta a cómo los medios digitales y las tecnologías de la telepresencia facilitan las conexiones emocionales y el soporte social entre familiares y conocidos que se encuentran separados por grandes distancias geográficas.

Mientras que los factores sociopolíticos que contribuyeron a la migración venezolana en dicho período se han investigado y difundido ampliamente, no sucede así con el enfoque de este artículo que involucra el papel de los nuevos medios de comunicación en las vivencias emocionales de los migrantes venezolanos que gracias a las tecnologías digitales mantienen en el entorno virtual las relaciones con sus seres queridos.

Aclaramos que no profundizamos en las causas que producen la diáspora venezolana en el siglo XXI, en el marco de llamada revolución bolivariana, dado que el mismo conllevaría un estudio distinto al del fenómeno sociocultural de la diáspora digital venezolana mediante la telepresencia como fenómeno histórico, social y tecnológico.

Las fuentes usadas en este trabajo son caricaturas, entrevistas y testimonios digitales de emigrantes venezolanos en distintos países que evidencian el uso de estos dispositivos y aplicaciones en sus comunicaciones, así como documentos de organizaciones internacionales como la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR). De esta manera, podemos ver y ser testigos del impacto histórico y cultural de los nuevos medios de comunicación como fuentes para el estudio de las emociones en las migraciones. Nuevos conceptos que se juntan para reflexionar sobre la condición de ubicuidad en los medios y las formas de comunicaciones, así como en las relaciones afectivas de los migrantes venezolanos como diáspora digital.

2. Marco teórico

El concepto clásico de diáspora se refiere a minorías migrantes dispersas que en algunos casos se mezclan con masas de viajeros. Estos crean relaciones con las comunidades que le resultan ajenas para trabajar con ellas, no en el sentido de imponerse culturalmente, sino en el sentido de mitigar su aislamiento.

Las distintas investigaciones sobre la relación entre medios de comunicación y diásporas resaltan cómo los afectos trasnacionales se sustentan en los distintos tipos de medios, entre los que destacan prensa, radio, televisión: “Diasporic media are a platform for self-expression, the representation of cultural artefacts and the contestation of negative stereotypes by migrant people in the public sphere”[2] (Ogunyemi, 2015: 1).

Como contrapartida, abrir el compás de los medios digitales con las emociones y las migraciones nos introducen a un área donde los textos y las comunicaciones pueden resultar exiguas por sí solas. Es por ello que estos temas impelen a abrir campos interdisciplinarios y de debates de conocimientos desde la literatura, la sociología, la historia, la filosofía, la antropología, la economía, ciencias políticas, entre otras.

En el marco teórico de este artículo se consideran las tecnologías digitales como herramientas que permiten a individuos y comunidades conectarse y comunicarse globalmente. En este contexto, las acciones individuales están cada vez más influenciadas por las redes sociales que sirven como fuentes directas de información e instrumento de comunicación.

En la presente investigación no se estudia la noción tradicional de medio como entidad editora, informativa y de opinión, es decir, el medio como institución en relación con su audiencia, sino los medios digitales como vehículos de comunicación en la construcción de afectos.

Tradicionalmente el medio de comunicación es una entidad que tiene una gran influencia social y poder (Barrat, 1986: 4). En muchas ocasiones este enfoque omite la idea del medio como vehículo de comunicación interpersonal. A partir de la masificación de los dispositivos digitales el equilibrio de poder se ha balanceado en dirección del receptor más como individuo que como una entidad colectiva abstracta bajo la noción de audiencia.

En el conjunto amplio del concepto de los medios digitales, el medio se refiere a la información digitalizada emitida a través de un dispositivo de una pantalla y un altavoz, el cual incluye texto, audio, video e imágenes que se transmiten a través de internet para ser escuchadas o vistas en la web. Esta noción amplia de medios incluye sitios web, redes sociales, noticias en línea, blogs, televisión, videojuegos, aplicaciones, computadoras y teléfonos inteligentes.

Estudiar a la diáspora venezolana como diáspora digital y con esta el concepto de telepresencia, entendido como “la extensión mediante la cual uno se siente presente en un ambiente mediado” (Steuer, 1990: 75-76) (Trad. A), nos reta a entender este proceso histórico no solo desde la sociología, sino desde los entornos de los fenómenos digitales y mediáticos.

En su sentido más amplio, la telepresencia se refiere a un conjunto de tecnologías que permiten a las personas sentirse como si estuvieran físicamente presentes en una ubicación remota. Es importante señalar que la telepresencia no es un mero sustituto de la presencia física: “Telepresence emphasizes the importance of high-quality sensory feedback”[3] (Minsky, 1980). Se trata de una experiencia sensorial y espacial que trasciende la comunicación remota tradicional.

Para que una tecnología se considere verdadera telepresencia debe poseer varias características claves:

Al cumplir con estos criterios, las tecnologías de telepresencia ofrecen un medio poderoso para conectar a las personas a través de fronteras geográficas permitiendo la colaboración y las interacciones sociales remotas.

La noción de “estar en un lugar remoto de forma virtual distinto al espacio físico como continuación del vínculo afectivo”[4] nos obliga a repensarnos como sujetos migrantes que cumplen un rol social en la vinculación y el establecimiento de relaciones de comunidades y la disminución del aislamiento entre ellas. Hay que recordar que en el inmigrante se crea el entrelugar de la cultura:

Es la de culturas de “entrelugar”, campos que se construyen en la negociación, en el desarraigo, en el desasosiego de un espacio no territorializado en que dos culturas se penetran, se dislocan, se repelen, se aproximan en medio de un imaginario de culpabilidades, esperanzas, nostalgias, negaciones, proyectos. El espacio de una muerte cultural, el espacio de un nacimiento, el de una transformación, en fin, con todos los dolores y alegrías que ello implica. (Pizarro, 2004)

Es decir, el encuentro cultural entre el inmigrante con la cultura del país de acogida es el punto de contacto que establece la hibridación de las diferencias entre la comunicación y las culturas. En él se crea lo que García Canclini (1990) denomina las culturas híbridas.

En este sentido los vínculos emocionales de la diáspora digital venezolana forman parte de un proceso comunicativo de múltiples capas que se pregunta sobre cómo las experiencias del desplazamiento, la identidad, el desarraigo y la negociación cultural reconstruyen al sujeto emocional en la diáspora gracias al dispositivo móvil, las redes sociales, las plataformas digitales y su función de propiciar la telepresencia en reuniones familiares y de amigos.

La masificación tecnológica le permite a la diáspora digital venezolana estar cerca de sus afectos estando fuera del país. Esta creación de espacios virtuales afectivos entre los que se quedan en Venezuela y los que se van, gracias a la telepresencia,es crucial ante el fenómeno migratorio venezolano considerado como éxodo:

Entre finales de 2017 y comienzos de 2018 comenzamos a observar con asombro e inquietud la salida de muchas personas de Venezuela, fruto de lo que desde entonces identificamos como una “crisis” en distintas dimensiones, movimiento que poco tiempo después llegó a reconocerse como un éxodo. Si bien derivado de sus raíces griegas y latinas, éxodo significa salida, la noción ha sido históricamente utilizada cuando dicha salida o emigración de personas es masiva, en aquellos casos en los que un pueblo se ha visto forzado a abandonar su tierra por una razón de fuerza mayor. (Gandini, Lozano, Prieto 2019: 1).

Siendo este trabajo la primera aproximación de estudio incluimos en este marco teórico el diagrama conceptual que procura comprender la interrelación entre diáspora digital venezolana, dispositivos móviles, redes sociales, plataforma digitales y telepresencia como aspectos constitutivos de la hipótesis de trabajo propuesta.

Imagen 1. La telepresencia crea espacios virtuales de afectos y emociones en la diáspora digital venezolana.

3. Metodología

Las emociones emergen no como un fenómeno individual separado del ser, ni un producto del estado individual interno, sino como una condición emergente de las relaciones materiales y sociales de las personas con su entorno: “parameters have a marked emotional dimension which needs to be examined not only as a driving force, but also as a consequence”[5] (Madianou y Miller, 2012: 126). Esta aproximación nos presenta una diadema de posibilidades para estudiar las emociones como fenómenos inherentemente mediados por lo social. Su estudio en relación con los medios digitales bajo el marco de la diáspora las hace emerge como una causa, más que como un efecto. Las emociones no solo aluden a las familias trasnacionales en el sentido tradicional, sino también en las formas en las que se vinculan de forma digital, establecen y fortalecen sus lazos sociales.

De esta forma vemos cómo los medios digitales permiten vínculos inmediatos gracias a la telepresencia que conforman a las distintas comunidades y sus familias. Estas mantienen el sentimiento de arraigo, a pesar de la distancia física. Este fenómeno es posible gracias al dispositivo móvil, la telepresencia, los servicios de mensajería y las redes sociales.

A partir del cuidadoso arqueo de las fuentes digitales, el ejercicio hermenéutico, la observación detallada y la reflexión entre ciencias sociales y aspectos tecnológicos, en este estudio de carácter cualitativo, de análisis textual y semántico sobre la diáspora digital venezolana las emociones no solo se nombran y se establecen como tales, sino que son analizadas como evidencia de los afectos y los vínculos que circulan en los distintos medios digitales y sus interacciones en forma de comentarios y entrevistas escritas.

Seleccionamos para nuestro trabajo las siguientes fuentes de estudio: dos artículos de diarios digitales venezolanos Tal Cual y El Nacional, además de dos testimonios de migrantes en redes sociales específicamente de Instagram y Facebook, y dos ilustraciones del caricaturista venezolano Fernando Pinilla, del diario Las Américas (EEUU) y el diario El Nacional, difundida por Twitter y que ilustra a la perfección los sentimientos de la diáspora venezolana en la reunión de Navidad del año 2017 y del Año Nuevo de 2021.

Estos ejemplos nos permiten ver en distintos momentos y circunstancias históricas las emociones de la diáspora digital venezolana. Además, vemos en ellos cómo la telepresencia en los dispositivos digitales y las redes sociales son vehículos para mantener los sentimientos, la fraternidad, el vínculo y la intimidad familiar. Estas prácticas ejemplifican la manera en que la diáspora venezolana se encuentra interconectada con la compleja realidad social, política y económica de su país de origen. Se establece, en estos casos de estudio, la incidencia del cambio tecnológico definido como herramientas –el dispositivo móvil y los medios digitales– que median las formas de producción cultural.

4. Estado de la cuestión

En el estado del arte sobre la migración venezolana incluimos obras de la literatura venezolana como la novela Blue Label (2010) y Los Desterrados (2012) de Eduardo Sánchez Rugeles. Como texto fundacional de la literatura venezolana tenemos el poema Vuelta a la Patria (1877), de Juan Antonio Pérez Bonalde, publicado durante el gobierno de Guzmán Blanco. Sus palabras aún retumban a lo largo de dos siglos como hito del exilio venezolano:

Madre, aquí estoy: de mi destierro vengo

a darte con el alma el mudo abrazo

que no te pude dar en tu agonía

(Pérez Bonalde, 1877)

En el caso específico de este trabajo el término diáspora digital venezolana no ha sido abordado en la historiografía del país. Esto no quiere decir que no haya estudios que aborden la relación de las redes sociales y los migrantes venezolanos. Por ejemplo, Tomás Páez menciona la influencia de Facebook, Youtube, Whatsapp e Instagram, entre otras voces: “Tales plataformas han sido las grandes aliadas del proyecto global de la diáspora venezolana, del estudio y el Observatorio[6], y a través de ellas se mantiene activo el enjambre de relaciones con las organizaciones diaspóricas en el mundo.” (Páez, 2020: s/p).

En las investigaciones sobre migración venezolana poco o nada se trata la influencia en los migrantes venezolanos de los nuevos medios de comunicación, las plataformas digitales y las redes sociales en sus relaciones afectivas. Generalmente se basan en temas como las causas de la migración y la crisis migratoria venezolana (Gandini, Lozano, Prieto, 2019). Bajo estas líneas están:

Trabajos de investigación como los de Páez (2015), Arellano (2018), Koechlin y Eguren (2018), así como el de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) levantada anualmente desde 2014 (UCAB, 2014-2018), han sido medulares para entender el carácter esencialmente forzado de la migración contemporánea venezolana, así como el drama mismo de la salida, el desplazamiento y el trayecto hacia diversos destinos internacionales. Otros autores como Acosta, Blouin y Freier (2019) y Selee, Bolter, Muñoz-Pogossian y Hazán (2019) han revisado los marcos normativos y las reacciones políticas frente a la migración venezolana… (Gandini, Lozano, Prieto, 2019: 2).

Otras investigaciones de los factores sociopolíticos que contribuyeron a la migración venezolana son el amplio estudio de Álvarez Alonso y Hernández, Latin American Geopolitics Migration, Cities and Globalization (2022). A pesar de su extensión en él no se aborda explícitamente el papel de las tecnologías digitales y la comunicación en la configuración de las experiencias de los migrantes. Si bien el trabajo reconoce brevemente la cobertura mediática de la migración, no profundiza en el impacto específico de los medios digitales.

Por el contrario, en Coraza de Los Santos y Arriola Vega (2022) en Crises and Migration Critical Perspectives from Latin America, se abordan los medios digitales de forma implícita bajo la noción sociológica de recepción. Es decir, el instrumento para analizar de forma general el papel de la tecnología y los medios digitales en la configuración del discurso público y su narrativa sobre la migración latinoamericana, incluyendo la venezolana. Si bien considera a los medios de comunicación digitales como intermediarios culturales que dan forma a la opinión pública, encuentra que dentro de la recepción del fenómeno migratorio en estos se tiende a estigmatizar al migrante latinoamericano como una amenaza para las sociedades de tránsito y acogida, exacerbando la ya de por si trágica situación de este migrante.

Jüssen (2017) en su puntilloso trabajo denominado Migration Citizenship Labour: Latin American World-Makers Resisting Crisis in Madrid,hace un enfoque en cuanto a la experiencia laboral de los inmigrantes latinoamericanos en España. Nos explica el lado negativo de la globalización en los mercados laborales y de qué forma estos han afectado la economía global. El autor explica que para el caso de los migrantes extracomunitarios, que usualmente llegan a Madrid de países que se encuentran en peores condiciones. Estos juegan una relación crucial en la fuerza de trabajo global llenando los vacíos en la mano de obra para los países más pudientes. Sin embargo, el problema de esta migración es el hecho de cómo ha exacerbado las desigualdades existentes. Es un hecho que las causas migratorias son el contexto político y económico desde las cuales se disparan los patrones de migración. Estos factores empujan a la gente a emigrar buscando mejores oportunidades, pero las políticas de migración y los controles fronterizos obstaculizan estas aspiraciones.

Pese a los retos que enfrentan los inmigrantes, ellos continúan jugando un rol fundamental en la formación de las sociedades globales. Son los portadores de diversidad cultural, habilidades y perspectivas que contribuyen a un cambio social. Al comprender los fenómenos migratorios y las experiencias de los inmigrantes se pueden encontrar soluciones que beneficien mutuamente tanto a los países de acogida como a las personas que lo dejan todo en busca de un destino mejor en sociedades más justas y equitativas.

Uno de los grandes vacíos que hemos observado al investigar sobre los medios digitales y la migración venezolana es lo poco o nada que se examina el medio en sí mismo. Es decir, las circunstancias en las que el medio digital como vehículo se amalgama de forma simbiótica, condicionando y transformando el mensaje en sí mismo. El estudio de este hecho tiene implicaciones históricas, sociológicas, culturales y tecnológicas. Mientras la mirada habitual sobre los medios de comunicación tradicionales y digitales se concentra en los contenidos de los mensajes y sus efectos, se omiten las características intrínsecas las funciones del propio medio y los contextos socioculturales en los que se usan las plataformas.

Otras fuentes importantes sobre la migración venezolana son las del Observatorio Venezolano de Migración de la Universidad Católica Andrés Bello. Entre ellas están las historias de migrantes venezolanos que regresan al país, la crisis humanitaria y la migración forzada desde Venezuela entre otros. Fuera de estos cabe reseñar el trabajo de Manjarrés Ramos (2020) en torno al aumento de la migración a España de adultos mayores de 65 años a partir del año 2014.

Con respecto al tema de la diáspora esta investigación presenta testimonios, entrevistas y caricaturas fundamentales. En redes sociales las cuentas de Diáspora Venezolana en LinkedIn y en Instagram se encargan de recopilar testimonios de migrantes venezolanos. En el caso de pronunciamientos académicos sobre la crisis migratoria y la diáspora venezolana tenemos la Declaración Crisis de Migración Forzada Masiva de Venezolanos de Latin American Studies Association (LASA, 2018). En este documento se destaca la crisis multifactorial del país y la migración masiva calculada. En 2018, se cifraba en 3 millones de venezolanos desde 2015. Una de las partes de esta Declaración reza:

La Sección de Estudios Venezolanos de LASA también hace un llamado a sus miembros y otros colegas en la asociación para que reciban a los investigadores venezolanos que son parte de la población forzada a emigrar de Venezuela, para que les brinden apoyo que les permita continuar con sus carreras académicas, al menos como investigadores visitantes temporales en instituciones anfitrionas. (Sección de Estudios Venezolanos (SVS) Latin American Studies Association, LASA, 2018: s/p).

Entre sus firmantes está Iria Puyosa, quien trabaja con telepolítica y tiene algunos trabajos sobre la diáspora y las redes sociales en la política venezolana. Es oportuno volver a mencionar aquí el trabajo de Manjarrés Ramos (2024) sobre el impacto de las redes sociales en la movilización de protestas de venezolanos mayores en el contexto nacional.

Lejos de la historiografía venezolana hay investigaciones que relacionan las diásporas con los medios como los trabajos de Karim Karim, comunicador social y académico, que estudia los fenómenos migratorios en los medios. Su trabajo más resaltante es The Media of Diaspora: Mapping the Globe de 2003. En cuanto al concepto de telepresencia, cabe referir el trabajo académico de Marvin Lee Minsky, año 1980, en un artículo en la revista Omni. Lee Minsky acuñó este término y es, además, uno de los padres de la inteligencia artificial y cofundador del área de investigación sobre la inteligencia artificial en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Otros autores como Steuer (1990: 75) define la telepresencia considerando el alcance de la realidad virtual para hacer presente a los ausentes.

En relación con las diásporas digitales, el trabajo de Anna Everett en Digital Diaspora: A Race for Cyberspace (2009) y de Laguerre, con Digital diaspora: Definition and models (2010), son relevantes. En el caso venezolano, no obstante, se carece de una obra que estudie a los migrantes venezolanos como diáspora digital o sobre la telepresencia como un elemento de creación de espacios afectivos virtuales en la historia de la migración venezolana en el siglo XXI.

5. Medios de comunicación y diáspora. Un breve recorrido histórico

La ciencia histórica conlleva la idea de cambio para el estudio de la vida humana. No puede entenderse la evolución histórica de los medios de comunicación y su impacto global sin reflexionar sobre esto. Si bien los medios de comunicación en general son una institución social, estas entidades van a ser analizadas en este estudio a partir del cambio tecnológico.

El cambio tecnológico en las comunicaciones ha impactado de forma profunda en la forma en la que se vinculan las diásporas a lo largo de la historia. Estas innovaciones han transformado la forma en la que los grupos humanos se movilizan, interactúan y se comunican entre sí, con sus países de origen y las sociedades destino. “The phenomenon of inter-continental diasporic communication has existed for centuries. Scattered, inter-continental communities have maintained links through various means such as mail, telegraph, telephone, and fax”[7] (Karim, 2002: 1). Determinando en muchos casos los movimientos migratorios.

En épocas tempranas avances como la imprenta jugaron un papel fundamental en la historia de las diásporas. La elaboración de manuscritos y, luego, la producción de periódicos y revistas en distintos idiomas y áreas culturales facilitaron la comunicación entre los exiliados y migrantes de la época. Por ello se habla del papel de la imprenta como un hito fundamental para cohesionar culturalmente a los grupos migratorios a lo largo del mundo.

Davis Landes (1969) en su obra histórica The Unbound Prometheus nos relata el impacto en términos de cambio cultural que implicó la revolución industrial describiéndolo de la siguiente forma: “one of the best documented on record of the larger phenomenon of cultural difusión”[8] (Landes, 1969: 148). En la revolución industrial, las diásporas se comunicaban a través del correo y el telégrafo para el intercambio de mercancías en las diversas rutas marítimas.

El telégrafo representó un gran salto en las comunicaciones intercontinentales. Fue el primer dispositivo de comunicación inmediata, permitiendo a las personas en las diásporas comunicarse entre sí con sus países de origen de forma más eficiente. En efecto, el impacto económico de los grupos de diásporas comerciales, basaban sus actividades en las comunicaciones telegráficas para mantenerse en contacto con sus socios alrededor del mundo. Fue tal el impacto histórico de este avance tecnológico que llegó a ser bautizado como “el internet de la era victoriana” (Standage, 2007).

Años posteriores, las comunicaciones telefónicas permitieron el contacto personal, entre miembros de las diásporas, de una forma más íntima y en tiempo real, siendo en muchas oportunidades, el costo de una llamada telefónica una limitante de su incidencia mayoritaria en grupos migratorios. Eyal Lavi (2012) señala en una entrevista contenida en su tesis doctoral, que versa sobre fenomenología y diáspora: “My everyday links to Israel consist of expensive telephone calls”[9] (Lavi, 2012: 11).

Por otra parte, la radio tuvo un impacto aún mayor para las diásporas, ya que permitió transmitir información y entretenimiento manteniendo el contacto con el idioma y la música étnica. Las estaciones de radio se convirtieron en núcleos culturales al ser fuentes de noticias e información en sus comunidades. “Music is a constitutive part of culture and hence is important for individual and social identity formation”[10] (Lidskog, 2017: 3). En los grupos de la diáspora el impacto más importante no se encuentra en el objeto cultural, sino en cómo los sujetos responden ante estos objetos con acciones: desde reuniones, baile o estados de ánimo hasta la evocación del vínculo con la cultura de origen.

En el caso de la televisión como medio de comunicación, y debido a su contenido audiovisual, tuvo un impacto general no solo en las diásporas. Estas fueron núcleos audiovisuales para las comunidades de emigrantes. Estos espacios virtuales permitieron y permiten a las diásporas mantenerse en contacto con su herencia cultural. Un caso muy marcado es, por ejemplo, el de la diáspora hispanoamericana en los Estados Unidos y la cadena de televisión Telemundo, la cual jugó un rol central con el advenimiento del cable y el satélite desde la década de 1980. Podemos valorar el caso de la televisión como un desafío tecnológico para la audiencia: “Diasporic media have frequently been at the leading edge of technology adoption due to the particular challenges they face in reaching their audiences”[11] (Karim, 2003: 12). La demanda de estos productos culturales es crucial para mantener y celebrar los ritos y fiestas nacionales, además de propiciar emociones de nostalgia que los vinculan con la tierra de origen.

El concepto de diáspora en la era de la información crea la posibilidad de formación de canales virtuales y redes de comunicación digital. Esto añade matices y condiciones sin precedentes para el fenómeno histórico de las migraciones. Este cambio no significa que el concepto histórico clásico de diáspora sea anulado o entre en desuso, sino que añade nuevos elementos que transforman su configuración. Los elementos básicos que la definen son los siguientes: “The first is dispersion in space; the second, orientation to a ‘homeland’; and the third, boundary-maintenance”[12] (Brubaker, 2006: 5). Por tanto, comprendemos las diásporas tradicionales como las comunidades que han emigrado y que poseen un origen cultural y/o geográfico común. Estas se encuentran vinculadas por el lenguaje, la cultura y el sentido de desplazamiento.

El surgimiento de internet revolucionó la forma en que las diásporas se comunican y se conectan entre sí. Redes sociales, foros en línea, aplicaciones móviles, además de múltiples herramientas integradas en las aplicaciones como las videollamadas y los servicios de mensajería móvil han permitido a personas en las diásporas crear comunidades virtuales, compartir información y experiencias en línea con otros miembros de la misma en todo el mundo. El cambio tecnológico y de comunicación ha tenido un impacto profundo en las identidades y la cultura de la diáspora. Ha creado nuevas formas de vincularse y conectarse a la cultura de origen.

Por ejemplo, la diáspora china ha utilizado las posibilidades del internet para crear y diversificar una serie de negocios. La diáspora africana ha tenido una especial reafirmación a partir de la música. Un ejemplo es la diáspora ghanesa: “There are over fifty Ghanaian radio stations in the UK broadcasting everything from music and political debate to church sermons and news bulletins. There are hundreds dotted around the world”[13] (Amoako, 2017). Este aspecto cultural se ha convertido en un aglutinante alrededor del mundo y ha ayudado a crear un sentido de comunidad entre los miembros de la diáspora.

En este sentido, debemos añadir al concepto de diáspora el de las conformaciones digitales en referencia a los espacios digitales donde las comunidades de la diáspora pueden interactuar. Las redes sociales como Instagram por su impacto de masas y su difusión son, por ejemplo, fuentes para rastrear las emociones en las diásporas. El reto consiste en el rigor para certificar, clasificar y validar las fuentes. Las fuentes digitales presentan nuevos retos heurísticos y hermenéuticos fundamentales para la práctica de la investigación.

Debemos considerer que: “Social media are used as a platform to discuss major events such as elections, political crises, natural disasters or cultural celebrations”[14] (Steinhauer, 2015). Es importante, además, señalar la observación del investigador de la Librería del Congreso de los Estados Unidos sobre los problemas de preservación y acceso a los datos que enfrentan las redes sociales como fuentes de estudio: “From this angle, the emotional affordances of a specific media technology are its capacities to enable, prompt, and restrict the enactment of particular emotional experiences unfolding in between the media technology and an actor’s practical sense for its use”[15] (Bareither, 2019: 15).

Al conformar el espacio y el lugar, estos conceptos se configuran en los medios digitales. Respecto a la forma en la que se produce el espacio, Henri Lefebvre (1991) nos recuerda que el espacio es una construcción social que tiene dimensiones físicas, sociales y discursivas. El locus de enunciación de los espacios se construye desde el poder, pero también desde la construcción social de las emociones: “Representational space is alive: it speaks. It has an affective kernel or centre: Ego, bed, bedroom, dwelling, house; or: square, church, graveyard. It embraces the loci of passion, of action, and of lived situations, and thus immediately implies time” (Lefebvre, 1991: 42).[16] Al vincular el espacio con el tiempo encontramos que ineludiblemente la dimensión del espacio bien sea real o virtual se construye afectivamente de forma narrativa.

El lugar se construye en el espacio a partir de los sentimientos, el medio está implicado en lo que Tuan denomina la topofilia “the affective bond between people and place or setting, diffuse as a concept, vivid and concrete as personal experience”[17] (Tuan, 1974: 4). Esta noción de la construcción del espacio es fundamental en familias que se encuentran separadas por la diáspora. Las emociones y los lazos a través de espacios virtuales son importantes para fortalecer los vínculos familiares en la distancia. Así el espacio virtual se transforma en el lugar de encuentro, en las experiencias de vivir en la distancia, los espacios físicos para vincularse se encuentran rotos, pero los espacios virtuales aunados a la nostalgia de la separación unen y reconstruyen los vínculos familiares y culturales en breves lapsos de profundas y sentidas experiencias.

Esta atadura de sentimientos con el espacio para converger en el lugar de las emociones puede suceder en los medios a través de la nostalgia, el lugar en el medio se construye a partir de la evocación de las emociones: “By ‘sense of place’ Agnew means the subjective and emotional attachment people have to place. Novels and films (at least successful ones) often evoke a sense of place - a feeling that we the reader/viewer know what it is like to ‘be there’. We often have a sense of place about where we live, or where we lived when we were children”[18] (Cresswell, 2004: 7-8). Así el lugar de los medios se erige a partir de las emociones.

En el caso de esta investigación las experiencias se encuentran mediadas por los dispositivos digitales. En la diáspora, la brecha de separación, el desarraigo y su choque cultural transforman su impacto en una sociedad digital. Este cambio establece nuevas formas de producción cultural en la migración y la diáspora: “...we see ourselves being translated more and more into the form of information, moving toward the technological extension of consciousness”[19] (McLuhan, 1995: 57). El dispositivo como extensión ayuda a mediar como artefacto de agenciamiento social y cultural. Esto permite que el flujo de relaciones continúe como extensiones de la voluntad. De esta manera las tecnologías de comunicación permiten la interacción emocional en la distancia.

En toda esta historia, los afectos son la materialización de los vínculos a través de las emociones, construidas mediante las relaciones familiares y sociales a lo largo del tiempo. La idea central es que las herramientas digitales transforman la experiencia sentimental en la vinculación de las diásporas. De acuerdo a esto, proponemos las formas en la que este proceso sucede:

Si esto lo vinculamos con la idea de Robin Cohen sobre los cuatro elementos que poseen las diásporas que los identifican y los diferencian de cualquier grupo migratorio: el primero: es que son miembros de un grupo definido que están dispersos en distintos destinos; el segundo elemento es que estos grupos construyen una identidad común; la tercera es que de alguna manera sienten un vínculo a un lugar de origen que consideran su hogar; cuarto y por último: estas personas demuestran afinidad con otros miembros de este grupo dispersos en distintos lugares (Cohen, 2023: 1). Concluimos que en medio de los retos de la globalización tecnológica la diáspora digital venezolana ha conseguido gracias al apoyo de los dispositivos móviles, las redes sociales y las plataformas digitales la posibilidad de mantenerse unidos y renovar vínculos sentimentales por intermediación de la telepresencia.

6. Las migraciones a través de la telepresencia

La telepresencia es un concepto que se encuentra establecido desde la década de 1980 en algunos campos de conocimiento. Se origina a partir de dos tecnologías de información: el video y el audio en tiempo real. Si bien las experiencias sensoriales más comunes son las visuales y las auditivas, también es posible experimentar, en este ámbito, experiencias hápticas de forma remota. La palabra telepresencia nos remite a la composición entre el prefijo griego clásico τῆλε (têle) que significa ‘remoto’, ‘lejano’, ‘distante’, ‘lejos de’ y la palabra latina clásica præsentĭa que significa presencia ‘ser’, ‘estar ante’, ‘a la vista’, ‘al alcance’.

La presencia es la relación espacial de un objeto con el mundo. Así, tenemos que: “The word ‘presence’ does not refer to a temporal but to a spatial relationship to the world and its objects” (Ulrich, 2004: xiii).[20] En este sentido el vínculo de la presencia de la migración como diáspora se encuentra relacionada a las personas que se desplazan en referencia a un espacio geográfico, de un espacio de origen a un espacio de destino.

La imagen es un componente esencial para la telepresencia, mientras el sonido y el texto evocan, la imagen tiene el poder de la presencia. Este concepto fue una de las discusiones centrales que definió la identidad del cristianismo occidental. Las imágenes y los iconos religiosos en las iglesias medievales que relataban la presencia de Dios era un asunto doctrinal que marcaba el Imperio Carolingio: “Las categorías de la presencia y de la ausencia, de lo visible y de lo invisible, se hallaron marcadas de forma decisiva” (Hartog, 2007: 183).

Hartog, por ejemplo, establecía que las ruinas eran presencias que eran tomadas en consideración como ausencias: “...no es una presencia, sino una ausencia, o un vacío, testimonio de una grandeza desaparecida, una marca negativa de la grandeza destruida” (2007: 187). De esta misma forma denota cómo un artefacto excavado del pasado se convierte en una presencia que existe tanto en el pasado como en el presente.

Ya en tiempos de las tecnologías de la información, la telepresencia es una experiencia sensorial que implica a un usuario que tiene la percepción de estar inmerso en un ambiente remoto bien sea real o virtual. Estos conceptos de presencia y telepresencia son fundamentales para comprender cómo se establecen, mantienen y estrechan los vínculos culturales con las comunidades de origen, las de tránsito y destino en el caso de las diásporas digitales.

6.1. Para entender la telepresencia. Un breve recorrido histórico

Las plataformas de acceso a la información abren posibilidades infinitas de comunicación. El auge de la cultura de inclusión ha convertido al internet en un derecho humano cuyo acceso mediante los dispositivos digitales es una herramienta fundamental de expansión de oportunidades. El internet ha ampliado el fenómeno de sociedades transnacionales que se sustentan en plataformas web que han modelado los contextos culturales y el impacto de los medios en las actividades sociales.

La presencia de las plataformas de internet en la vida diaria agrega elementos de estudio al ya heterogéneo fenómeno de las diásporas contemporáneas y al proceso de producción de la cultura en las dinámicas globales y transnacionales, comprendiendo de esta manera, su repercusión en las emociones mediadas por las tecnologías de información.

Las comunicaciones han cambiado la forma en que los individuos se interrelacionan globalmente. En ellas, como vemos, la telepresencia es un hecho, un medio y un proceso tecnológico y cognitivo que permite la interrelación dentro de las diásporas en el mundo moderno. Así desde las llamadas de larga distancia hasta los servicios de mensajería digital, el acceso a la información de ofertas de trabajo remoto hasta el acceso a la información de procedimientos migratorios, hacen que el miembro de la diáspora viaje con un plan mejor concebido, incrementando la calidad de su proceso de integración a la sociedad de destino.

Pero hay un antecedente histórico fundamental cuando de telepresencia se habla. En la década de los años 1970 las comunicaciones mediante las tecnologías de la información se lograron en tiempo real mediante un equipo de telecomunicaciones comercializado por la compañía telefónica estadounidense AT&AT y desarrollado por los laboratorios Bell: El Picturephone un dispositivo de videollamadas. La imagen en tiempo real, cambió la forma de comunicarnos, no es lo mismo escuchar una voz que evoca un concepto, frente al concepto mismo de la presencia remota que permite ver gestos, cuerpos, rostros y emociones.

Imagen 2. Videollamada en 1970 mediante el dispositivo Picturephone. En ella vemos la presencia remota mediante el uso de la imagen. Diario La Razón, España, 2021.

La primera videollamada se realizó en la Alemania de 1938 a través de un dispositivo que separaba una señal analógica de video con la tecnología de TV cable coaxial y el audio que se transmitía mediante una llamada telefónica convencional. El término presencia a secas establecía la posibilidad de comunicar a personas de forma remota aun sin implicar la interacción.

Cabe resaltar que, en el caso de la imagen, la nostalgia por estas tiene más arraigo en algunas culturas cuya lengua escrita gira en torno al ideograma. En este sentido, Shu-Mei Shih (2007), catedrática en literatura comparada de la Universidad de California, en su estudio sobre las diásporas en las culturas del sinófono trata sobre cómo se conforma y produce su cultura a través de la identidad visual.

Las imágenes tienen un rol principal en la evolución de la humanidad. En las sociedades primitivas los símbolos y las imágenes tienen una función integradora dentro de la sociedad. En ella los lazos entre los individuos dentro de grupos y las familias se cohesionan. Los lazos emocionales que vinculan a los grupos poseen un mecanismo de integración social como lo describe Emile Durkheim cuando describe el papel de los símbolos en los clanes como función integradora:

Gracias a ella se conservan y reviven perpetuamente las emociones experimentadas. Todo se desarrolla como si fuera ella la que las inspirara. Es tanto más natural que estas emociones se atribuyan a la imagen cuanto que, como son comunes al grupo, no se las puede atribuir más que a algo que sea igualmente común (Durkheim, 1982: 207).

Un aspecto que debemos notar es que Durkheim es escéptico al trasladar estas formas a los grupos modernos. En contrapartida, tal y como lo señala Andreas Reckwitz (2012), las estructuras tecnológicas no determinan las estructuras emocionales o afectivas, sino que, por el contrario, crean nuevas atmósferas implantando nuevas culturas y hábitos afectivos.

Es decir, la tecnología tiene la cualidad de establecer nuevos espacios y experiencias, ampliando las posibilidades afectivas de las diásporas digitales. “New technological and architectural constellations do not determine affective structures in a strict sense. They rather provide quite incalculable incentives for building novel atmospheres, which in the long run might help to develop new affective cultures and a different affective habitus”[21] (Reckwitz, 2012: 256). Las emociones y el espacio son un binomio de categorías que nos instan a repensar los marcos clásicos en los fenómenos sociales en el contexto de la historia de las migraciones, para superar los vacíos dejados por la teoría clásica.

Estos anclajes permiten preguntarnos por las formas en las que las emociones pueden desarrollarse a partir de las plataformas digitales y las redes sociales. Las condiciones donde se producen las migraciones en los contextos contemporáneos se encuentran bajo el paraguas de los entornos digitales. La comprensión sobre cómo la experiencia de las emociones se amplía y permite expandirse, también permite fijar la idea de que el actor de los espacios digitales y de las experiencias virtuales es el mismo sujeto agente de las experiencias reales. Lo que cambia es el entorno digital frente al real, diferenciando que lo que varía es la experiencia al ampliar la extensión de sus interacciones. Las experiencias digitales, por tanto, no sustituyen a las experiencias reales, estas se encuentran en un espacio distinto y funcionan como ramificaciones de las posibilidades afectivas y emocionales de las experiencias reales.

En las diásporas digitales el sujeto se vincula a comunicaciones remotas de forma significativa y relevante mediante experiencias emocionales que en el espacio virtual recrean las relaciones afectivas eliminando la brecha espacial por un lugar. Es aquí donde la telepresencia enlaza y renueva los afectos y las emociones.

6.2. El viaje de las emociones de las diásporas digitales y conciencias transnacionales

Es importante comprender cómo operan las emociones en el desplazamiento, las relaciones y los procesos sociales y culturales que conducen a los migrantes venezolanos en la era digital. Estos migrantes experimentan una crisis de identidad entre el lugar y su sentido de ausencia. El legado de sus memorias, narrativas y escritos explora sus raíces buscando un significado de pertinencia. A través de la expresión creativa usan la memoria y el mito para reafirmar el pasado en una forma de vincularse emocionalmente entre ellos. El puente de la identidad de su tierra de origen y su hogar actual como una forma de identidad (como forma y sentido de su “entrelugar” en la cultura).

An emotion is a subjective content, the socio-linguistic fixing of the quality of an experience which is from that point onward defined as personal. Emotion is qualified intensity, the conventional, consensual point of insertion of intensity into semantically and semiotically formed progressions, into narrativizable action-reaction circuits, into function and meaning. It is intensity owned and recognized. It is crucial to theorize the difference between affect and emotion. If some have the impression that it has waned, it is because affect is unqualified. As such, it is not ownable or recognizable, and is thus resistant to critique[22] (Massumi, 1995: 88).

Se debe hacer una distinción entre los afectos y las emociones. Los afectos son inmediatos, pertenecen al ámbito de una intensidad que no requiere interpretación. Las emociones requieren procesos indirectos de índole cognitiva. Massumi (1995) indica que los afectos son automáticos. Se marcan en los sentidos y, por tanto, en la materialidad corporal. Por otro lado, las emociones se adquieren por la misma capacidad que determinan los procesos de significado socio-lingüísticos (Massumi, 1995: 85) Es por ello que las emociones pueden aprenderse por proceso mediante dispositivos lingüísticos como la narrativa. Los afectos son inmediatos, mientras que las emociones se fijan a través del tiempo al darle significado a las vivencias.

En el aspecto psicológico se revelan los aspectos de la memoria subconsciente, deseos y ansiedades que moldean sus respuestas y expresiones emocionales. El sistema de creencias y las verdades que se establecen como realidad personal ante los hechos externos. Estas verdades revelan luchas humanas universales que nos generan conexión y empatía. Estas experiencias generan significados a partir de encarnar la desorientación y los retos del entrelugar de las culturas, del término que Bhabha (1992) llama “unhomely” o desarraigo.

La identidad en un mundo globalizado y tecnificado se redefine. La conciencia transnacional emergida a partir de la experiencia migratoria nos obliga a repensarnos desde los bordes que reprimen las voces a partir de las fronteras culturales y sociales. Así el choque cultural crea conflictos emocionales que resaltan el vínculo de las personas con un lugar.

La era de la información ha creado un crecimiento en datos e información, así como en las posibilidades en la que se pensó el ciberespacio. Esto crea problemas a la hora de establecer las precisiones teóricas del caso. En un principio las formulaciones teóricas llegaron de la mano de los estudiosos audiovisuales de la televisión, al aplicar los modelos teóricos se evidenciaron vacíos, puesto que ambos modelos eran manifestaciones que pertenecen a medios y ámbitos completamente distintos.

7. La diáspora digital venezolana: Navegando la distancia y vinculando los afectos a través de las plataformas y dispositivos digitales

Todo el corpus anterior nos permite llegar al estudio de caso de este trabajo. Si echamos la vista atrás, el proceso migratorio de Venezuela comenzó lentamente con los intelectuales y académicos venezolanos en la década de 1980, en la medida que la crisis económica comenzó a agudizarse: “La emigración de científicos y tecnólogos venezolanos, principalmente hacia los países desarrollados, comenzó lenta pero progresivamente a partir de 1983, se hizo más evidente después del estallido social de 1989 y se agudizó en la década de los 90” (De la Vega, 2003: 266). A partir de la primera década del 2000, se inició la crisis, aumentando significativamente el número de migrantes, alcanzando su auge máximo a partir de 2014, año en el que más de 7 millones de venezolanos han emigrado por cualquier medio disponible: migrando en bus, avión y a pie mayoritariamente a los países de Suramérica.

Según cifras oficiales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU): “Más de 7,7 millones de personas han salido de Venezuela buscando protección y una vida mejor; la mayoría – más de 6,5 millones de personas – ha sido acogida por países de América Latina y el Caribe” (ACNUR, 2023). Esta situación ha creado una ruptura en la mayoría de las familias donde al menos un miembro de ellas ha emigrado. Algunas han emigrado por completo. Otras se han separado y dispersado geográficamente a lo largo del mundo.

Esta caricatura muestra las emociones en la diáspora venezolana. Se hizo viral en las redes sociales en el año 2018. Podemos ver en ella el dolor en la imagen de quien se separa forzosamente de su país de origen y lleva consigo el peso de la derrota política a cuestas. Es una imagen poderosa, una metáfora que expresa la realidad venezolana, la paz y la justicia fueron las primeras abandonar el país, detrás de ellas emigraron millones de venezolanos. Con el dolor de abandonar sus familias por un destino incierto.

Imagen 3. “Diáspora”. Caricatura de Eduardo Sanabria (EDO), 26 de agosto de 2018.[23]

Como lo expresa un testimonio de emigrantes venezolanos en la publicación de ACNUR Pies para que te tengo: “Dios tiene un propósito con cada uno de los venezolanos que decidimos emigrar. Porque nos echamos un país en una maleta. Un país en un bolso.” (Bolaños/ Red CLAMOR, 2020, 12). Los migrantes no pierden las esperanzas y buscan nuevos destinos para mejorar su situación y la de sus familias.

Las prácticas digitales que han emergido a partir de las diásporas digitales y son fundamentales para sustentar un sentido de cercanía en la separación, manteniendo los vínculos y las emociones vividas, facilitando el eventual reencuentro. En este sentido, las prácticas reales y digitales se entrelazan, cada una de las cuales desempeña un papel crucial en la experiencia de la diáspora venezolana.

Los dispositivos digitales funcionan como una plataforma para mantener el vínculo y la intimidad familiar, mediante las prácticas culturales de la celebración de las festividades tradicionales. Así el impacto emocional (afectos) de una sociedad digitalmente mediada en un contexto transnacional se atenúa frente a la posibilidad de una completa ruptura y desarraigo.

7.1. La telepresencia como lugar de las emociones

Martin Heidegger en Ser y Tiempo nos dice que nos encontramos con el mundo “en el sentido de una determinada relación de lugar” (Heidegger, 1997: 63). Los migrantes venezolanos utilizan las videollamadas como un factor clave de las plataformas de medios digitales para conectarse con los seres amados en las reuniones durante las navidades y el año nuevo que son las prácticas culturales más importantes que cohesionan tradicionalmente a las familias venezolanas.

Es la tecnología de los medios la que permite estos encuentros remotos, pero finalmente es la experiencia cultural y de las emociones la que se presenta como posible a través de los dispositivos: “Technology is the enabler to achieving user goals and tasks effectively and efficiently. As a result, technology must be harnessed to support the user experience and must not be the sole driver” (Sidhu y Bowman, 1999: 244)[24]. Finalmente es la riqueza cultural y emocional la que da sentido a estos encuentros virtuales.

En la diáspora digital venezolana las experiencias se comprenden a partir de las narrativas personales. Las prácticas de las tecnologías permiten encarnar y procesar las experiencias sensoriales al interactuar con los problemas de la diáspora y la separación física. Tal y como refiere el testimonio de Zeudy Acosta (2023), quien fue profesora en Comunicación Social de la Universidad Bicentenaria de Aragua UBA, en una publicación de la red social Instagram: “Hasta 2016 aproximadamente no sabía de su existencia, su significado, pese a que dos años atrás, yo misma formaba parte de ella, de la Diáspora Venezolana” (Acosta, 2023). La diáspora pasó de ser de un fenómeno casi ajeno y desconocido a convertirse en un elemento común que toca a casi todas las familias en Venezuela.

Esta experiencia de la diáspora encarna el encuentro con la realidad frente al desconocimiento inicial de la realidad migratoria. El testimonio de su experiencia familiar nos expone a una resistencia cultural al abandonar Venezuela, pero por otro lado la narrativa personal, nos sugiere la idea de la migración forzada que experimentan millones de venezolanos: “En el caso nuestro, me atrevo a asegurar que la mayoría proviene de familias inmigrantes, basta con estudiar el árbol genealógico. No obstante, culturalmente no éramos afines por dejar nuestro país como ha ocurrido o acontece como en muchos otros, incluso dentro del propio continente” (Acosta, 2023).

En su testimonio nos narra la ruptura del grupo familiar y cómo se dispersaron a lo largo de varios continentes en búsqueda de oportunidades. Allí describe, por ejemplo, los detalles de las prácticas digitales para mantener el vínculo afectivo: “Veintiséis horas de vuelo y tres escalas condujeron a mi hermano al abrazo eterno que había guardado por 12 largos años. Nos abrazamos como si no hubiese un mañana. Nos vimos a los ojos sin cámaras de videollamadas o fotografías de por medio. Es imposible describirlo” (Acosta, 2023).

La imagen del sentido abrazo da relieve a la naturaleza compleja y a menudo involuntaria de las experiencias diaspóricas. Las videollamadas y las aplicaciones de mensajería sirven como un ubicuo canal de comunicación que permiten crear una semblanza de intimidad y cercanía en la distancia. Así las emociones a la distancia crean nuevos matices y significados:

Quienes hemos emigrado nos hemos hecho expertos en amar desde lejos. Queremos con todo nuestro corazón a muchos a quienes hoy no podemos abrazar. Celebramos cumpleaños vía Skype, asistimos a bodas por videollamadas, intuimos por ciertos tonos de voz si papá, mamá o hermanos están tristes, contentos o en Venezuela, que ya en sí es un estado de ánimo. (Bertorelli, 2020)

Estos medios y la telepresencia no son sustitutos para la presencia de los seres amados que se encuentran esparcidos alrededor del mundo. La conexión en los medios digitales se convierte en experiencias significativas y prácticas situadas, las mismas son esenciales para manejar la separación física y emocional impuesta por la diáspora. “To behold, use or perceive any extension of ourselves in technological form is necessarily to embrace it” (McLuhan, 1997: 46).[25] Tras la separación y la distancia, el reencuentro y la intensidad emocional que brinda la presencia virtual del ser querido nos revela que, si bien los medios digitales son paliativos para la separación, la experiencia virtual no sustituye la experiencia real.

El testimonio de las videollamadas familiares ilustran experiencias como las de Martha Chacón, una mujer venezolana cuyos hijos residen en España, Costa Rica y Panamá. “Tengo a mi nieto en Panamá, y a mi otro nieto en Costa Rica. Conozco a mi nieto mayor, pero al menor no lo conozco, sólo por las redes sociales” (Diario Tal Cual, 2022, online). El concepto de las prácticas situadas (Bareither, 2019) reconoce la forma en la que los usos de la tecnología se encuentran condicionados por el contexto social y el conocimiento existente.

Las videollamadas diarias de Martha con su hija Marialba ilustran una práctica situada, en su rutina diaria, donde las comunicaciones digitales son una opción para lograr mantener los lazos afectivos en la brecha física de la diáspora: “La fortaleza del amor de madre e hijos es lo que impera y nos permite sentirnos muy cerca, con nuestras comunicaciones por Whatsapp, por Instagram” (Diario Tal Cual, 2022, online). El impacto emocional de las interacciones evidencia el deseo de Martha por el contacto físico y el posicionamiento de Marialba al reducir las distancias con la comunicación diaria. Así, se configura una experiencia virtual: “That our human senses, of which all media are extensions, are also fixed charges on our personal energies, and that they also configure the awareness and experience of each one of us” (McLuhan, 1994: 21).[26] El medio funciona como una extensión de los sentidos configurando la rutina por medio de la telepresencia en el lugar del encuentro virtual.

Imagen 4. “Miles de venezolanos les tocará vivir navidades lejos de sus familias”. Caricatura de Fernando Pinilla, 24 de diciembre de 2017.

La forma en la que la materialización de las prácticas sociales de las videollamadas moldea las relaciones familiares. Los núcleos familiares a partir de estas nuevas prácticas desarrollan nuevas tradiciones, celebrando festividades múltiples veces y desde distintos husos horarios. Estas prácticas demuestran la máxima de como el medio es el mensaje: “In operational and practical fact, the medium is the message. This is merely to say that the personal and social consequences of any medium - that is, of any extension of ourselves - result from the new scale that is introduced into our affairs by each extension of ourselves, or by any new technology”[27] (McLuhan, 1994: 7). El medio funciona como una extensión en la medida que materialmente permite una expansión de la simulación tecnológica de la conciencia.

Una de los elementos de la comunicación verbal mediada es la respuesta ante las sutiles señales emocionales, la comunicación afectiva complementa su transmisión semántica en señales no verbales que contienen muy sutiles matices. Estos matices son atenuados por la comunicación mediada por el dispositivo. Usualmente estos se enfatizan para comunicar y responder con precisión las emociones de los demás.

Estas entrevistas y caricaturas contribuyen a comprender como los dispositivos crean un espacio virtual para las prácticas situadas, trascendiendo el papel de herramientas al moldear las prácticas culturales y como estas impactan las familias y las relaciones en las diásporas. Como expresa Alejandro Cardozo quien emigró a Uruguay con 19 años en 2015: “Los extraño. Me hacen mucha falta. A veces me arrepiento de que cuando era niño peleaba con ellos y quizá no disfrutaba tanto, pues uno pierde tiempo que pudo pasar con ellos, pero los llamó por Skype y confío en reencontrarme con ellos” (Pico, 2017).

Imagen 5. “Otro #AnoNuevo separados físicamente de nuestros seres amados, pero unidos de corazón!! #caricatura #AnoNuevo2020”. Caricatura de Fernando Pinilla, 31 de diciembre de 2019.

Las experiencias de la diáspora venezolana construyen un sentido de intimidad familiar en vínculos transnacionales. Los hallazgos contribuyen a comprender que dentro de los medios digitales las videollamadas funcionan como una plataforma crucial para mantener el vínculo social y el bienestar emocional ante la separación física. Este estudio demarca la importancia en estas prácticas sociales, las plataformas digitales y la producción de afectos en contextos transnacionales.

8. Conclusiones

Los medios digitales están cambiando la forma en la que los seres humanos nos relacionamos. A pesar de la inmediatez de las redes sociales estas se convierten en una fuente para historiar las emociones de las migraciones. A través del estudio de la migración venezolana contemporánea como diáspora digital, a partir del año 2017, analizamos la conexión entre los medios y los dispositivos digitales, las aplicaciones de mensajería y las redes sociales como vehículos para la expresión de las emociones.

En este caso, gracias a la imagen y la voz, aportada por la telepresencia, la relación entre los migrantes venezolanos ha cambiado considerablemente en comparación con la visión de la diáspora tradicional.

Para los venezolanos como diásporas digitales, la ubicuidad y la telepresencia caracterizan la forma como ellos se conectan personal, local y globalmente. Ambas modifican el lugar de enunciación de las emociones desde una completa separación física a la posibilidad del encuentro en el espacio virtual, este como un nuevo lugar de los afectos.

De hecho, desde la ubicuidad dada por la telepresencia, los estudios de las diásporas digitales nos permiten comprender las complejidades de sus desplazamientos, los sentimientos de unión y desarraigo. De esta manera, nos anima a replantearnos también el concepto de la construcción de la identidad en un mundo globalizado y la influencia de los entornos digitales en las relaciones familiares y sociales en general.

El dispositivo móvil cumple un rol fundamental. Las extensiones de la tecnología permiten a los grupos marginalizados, como el de las diásporas, emplear los medios digitales en formas únicas. Al examinar diversas experiencias migratorias venezolanas y las formas en las que se utiliza la tecnología de la información se incrementa la evidencia de cómo la falta de acceso a las herramientas digitales amplía la brecha de inequidades para aquellos que no tienen acceso a ellas.

Los núcleos familiares emplean los medios digitales para cuidar de sus círculos, resultando decisivo en las poblaciones de mayor edad o con discapacidades. En esencia, el estudio de los medios digitales en las diásporas nos puede proveer miradas únicas para comprender las implicaciones de la tecnología digital en las migraciones.

Las comunicaciones y noticias entre grupos transnacionales en la diáspora digital venezolana, abrió espacios de salvación para muchas familias venezolanas. Pero en otros casos, las noticias sobre oportunidades de inmigración y las imágenes de una vida mejor en las redes sociales de los venezolanos en el extranjero, aunadas al impacto emocional de la crisis económica y la escasez de alimentos en Venezuela, impulsaron a miles de familias de escasos recursos a emprender un viaje desesperado a pie, a través del continente americano.

Este estudio marca el inicio de una investigación sobre el impacto de las experiencias digitales en la comunidad venezolana en el extranjero. Sin embargo, es importante reconocer que la incidencia emocional de estas no es homogénea, ya que está condicionada en gran medida por las circunstancias individuales.

Como pudimos ver, las diásporas contemporáneas dependen sustancialmente de las herramientas digitales para crear, renovar y mantener vínculos en la brecha espacial que implica la dispersión territorial. La interacción cultural, tanto en prácticas como en rituales, se lleva a cabo principalmente a través de videollamadas mediante las diversas aplicaciones digitales disponibles en los dispositivos móviles. Si bien otras aplicaciones suplementarias pueden tener un impacto, este es relativamente menor y requiere una investigación más profunda, que haremos en otra ocasión, para comprender su efecto en las emociones de los usuarios.

Partiendo de la hipótesis observamos la manera en la cual las tecnologías digitales están moldeando las experiencias de las comunidades migrantes al permitir conexiones emocionales en contextos transnacionales. Al examinar el caso de la diáspora venezolana vemos como los dispositivos móviles y tecnológicos, simultáneamente permiten y hacen complejo el proceso de formación de identidad, la transmisión cultural y el soporte entre la comunidad que conforman los miembros de la diáspora.

En entornos de constante conectividad digital los dispositivos son herramientas que sostienen los lazos emocionales entre vastas distancias. En este contexto es el espacio digital es el lugar donde estos fenómenos emergen teniendo un impacto ambivalente: mientras ofrece oportunidades para construir comunidades, espacios de preservación cultural y redes de apoyo. La hiperconectividad remarca la sensación de desplazamiento y puede llegar a contribuir al auge migratorio.

Atender desde la historia de los medios de comunicación el estudio y la investigación de los nuevos medios y específicamente los medios digitales proporcionará otro punto de vista para las investigaciones sobre las emociones mediadas desde la telepresencia entre los miembros de la diáspora digital venezolana.

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[1] En este trabajo el término diáspora digital se refiere a la persona territorialmente desplazada, a diferencia del término migrante digital, que alude a la persona que no está alfabetizada tecnológicamente y se inserta en el mundo digital.

[2] “Los medios de comunicación de la diáspora son una plataforma para la autoexpresión, la representación de artefactos culturales y la contestación de los estereotipos negativos de los inmigrantes en la esfera pública”. (Ogunyemi, 2015: 1) (Trad. A.)

[3] “La telepresencia enfatiza la importancia de la retroalimentación sensorial de alta calidad”. (Minsky, 1980)

[4] El entrecomillado es nuestro.

[5] “Estos parámetros tienen una marcada dimensión emocional que es necesario examinar no sólo como una fuerza impulsora, sino también como consecuencia”. (Madianou y Miller, 2012: 126) (Trad. A.)

[6] Observatorio Venezolano de Migración.

[7] El fenómeno de la comunicación diaspórica intercontinental existe desde hace siglos. Comunidades intercontinentales dispersas han mantenido vínculos a través de diversos medios, como correo, telégrafo, teléfono y fax. (Karim, 2002: 1) (Trad. A.)

[8] “Uno de los mejor documentados registros del fenómeno más amplio de la difusión cultural” (Landes, 1969: 148) (Trad. A.)

[9] “Mis vínculos cotidianos con Israel consisten en costosas llamadas telefónicas”. (Lavi, 2012: 11) (Trad. A.)

[10] “La música es una parte constitutiva de la cultura y, por tanto, es importante para la formación de la identidad individual y social”. (Lidskog, 2017: 3) (Trad. A.)

[11] Los medios de la diáspora han estado frecuentemente a la vanguardia de la adopción de tecnología debido a los desafíos particulares que enfrentan para llegar a sus audiencias. (Karim, 2003: 12) (Trad. A.)

[12] “La primera es la dispersión en el espacio; el segundo, orientación hacia una “patria”; y el tercero, el mantenimiento de vínculos”. (Brubaker, 2006: 5) (Trad.A.)

[13] “Hay más de cincuenta estaciones de radio ghanesas en el Reino Unido que transmiten de todo, desde música y debates políticos hasta sermones religiosos y boletines de noticias. Hay cientos repartidos por todo el mundo”. (Amoako, 2017) (Trad. A.)

[14] “Las redes sociales se utilizan como plataforma para discutir acontecimientos importantes como elecciones, crisis políticas, desastres naturales o celebraciones culturales”. (Steinhauer, 2015) (Trad. A.)

[15] “Desde este ángulo, las posibilidades emocionales de una tecnología mediática específica son sus capacidades para permitir, provocar y restringir la puesta en práctica de experiencias emocionales particulares que se desarrollan entre la tecnología mediática y el sentido práctico de un actor para su uso”. (Bareither, 2019: 15) (Trad. A.)

[16] “El espacio representacional está vivo: habla. Tiene un núcleo o centro afectivo: Yo, cama, dormitorio, morada, casa; o: plaza, iglesia, cementerio. Abarca los lugares de la pasión, de la acción y de las situaciones vividas y, por tanto, implica inmediatamente el tiempo.” (Lefebvre, 1991: 42)

[17] “El vínculo afectivo entre las personas y el lugar o entorno, difuso como concepto, vívido y concreto como experiencia personal”. (Tuan 1974: 4) (Trad. A.)

[18] “Por ‘sentido de lugar’ Agnew se refiere al vínculo subjetivo y emocional que las personas tienen con el lugar. Las novelas y las películas (al menos las de éxito) a menudo evocan una sensación de lugar: la sensación de que nosotros, el lector/espectador, sabemos lo que es “estar allí”. A menudo tenemos una sensación de pertenencia al lugar donde vivimos o dónde vivíamos cuando éramos niños”. (Cresswell, 2004: 7-8) (Trad. A.)

[19] “...nos vemos traducidos cada vez más en forma de información, avanzando hacia la extensión tecnológica de la conciencia.” (McLuhan, 1995: 57) (Trad. A.)

[20] “La palabra ‘presencia’ no se refiere a una relación temporal sino espacial con el mundo y sus objetos.” (Ulrich, 2004: xiii). (Trad. A.).

[21] “Las nuevas constelaciones tecnológicas y arquitectónicas no determinan estructuras afectivas en sentido estricto. Más bien proporcionan incentivos bastante incalculables para crear atmósferas novedosas, que a la larga podrían ayudar a desarrollar nuevas culturas afectivas y un habitus afectivo diferente”. (Reckwitz, 2012: 256) (Trad. A.)

[22] Una emoción es un contenido subjetivo, la fijación sociolingüística de la calidad de una experiencia que a partir de ese momento se define como personal. La emoción es intensidad calificada, el punto convencional y consensuado de inserción de intensidad en progresiones formadas semántica y semióticamente, en circuitos narrativizables de acción-reacción, en función y significado. Es intensidad poseída y reconocida. Es crucial teorizar la diferencia entre afecto y emoción. Si algunos tienen la impresión de que ha disminuido, es porque el afecto no está calificado. Como tal, no es propiedad ni reconocible y, por lo tanto, es resistente a la crítica (Massumi, 1995: 88).

[23] Eduardo Sanabria EDO es uno de los caricaturistas más importantes de Venezuela después de Pedro León Zapata. Trabajó durante más de 15 años en el Diario El Mundo, además ha publicado en los principales periódicos de Caracas, Washington, Nueva York y el Diario Las Américas en Miami.

[24] La tecnología es la que permite lograr los objetivos y tareas de los usuarios de manera efectiva y eficiente. Como resultado, la tecnología debe aprovecharse para respaldar la experiencia del usuario y no debe ser considerado el único impulsor. (Sidhu y Bowman, 1999: 244) (Trad. A.)

[25] “Contemplar, utilizar o percibir cualquier extensión de nosotros mismos en forma tecnológica es necesariamente abrazarla”. (McLuhan, 1997: 46) (Trad. A.)

[26] “Que nuestros sentidos humanos, de los que todos los medios son extensiones, son también cargas fijas de nuestras energías personales, y que también configuran la conciencia y la experiencia de cada uno de nosotros”. (McLuhan, 1994: 21) (Trad. A.)

[27] En el hecho operativo y práctico, el medio es el mensaje. Esto es simplemente para decir que las consecuencias personales y sociales de cualquier medio –es decir, de cualquier extensión de nosotros mismos– resultan de la nueva escala que se introduce en nuestros asuntos por cada extensión de nosotros mismos, o por cualquier nueva tecnología. (McLuhan, 1994: 7) (Trad. A.)