DOI:https://dx.doi.org/10.12795/rea.2024.i47.10

Formato de cita / Citation:Serrano de la Cruz Santos-Olmo, M.A., & Fernández-Caballero Martín-Buitrago, C.M. (2024). Recovery of place names in rural areas using participatory social mapping. The case of Herencia (Ciudad Real, Spain).Revista de Estudios Andaluces,(47), 214-234.

https://dx.doi.org/10.12795/rea.2024.i47.10

Correspondencia autores: manuel.serranocruz@uclm.es (Manuel Antonio Serrano de la Cruz Santos-Olmo)

CC BY-NC-SA 4.0.

Recuperación de topónimos en áreas rurales a partir de cartografía social participativa. El caso de Herencia (Ciudad Real, España)

Recovery of place names in rural areas using participatory social mapping. The case of Herencia (Ciudad Real, Spain)

Manuel Antonio Serrano de la Cruz Santos-Olmo

manuel.serranocruz@uclm.es 0000-0003-0122-4877

Facultad de Letras de Ciudad Real. Universidad de Castilla-La Mancha.

Avenida Camilo José Cela, s/n. 13071 Ciudad Real, España.

Claro Manuel Fernández-Caballero Martín-Buitrago

ayuntamiento@herencia.es 0009-0005-8818-8582

Ayuntamiento de Herencia, Ciudad Real.

Calle Lope de Vega, 31. 13640 Herencia, Ciudad Real, España.

INFO ARTÍCULO

RESUMEN

Recibido: 08-11-2023

Revisado: 20-12-2023

Aceptado: 30-12-2023

PALABRAS CLAVE

Geografía cultural

Toponimia

Patrimonio inmaterial

Paisaje

Ciencia ciudadana

Castilla-La Mancha

El estudio aborda, desde planteamientos de ciencia ciudadana y cartografía social participativa con enfoque geográfico, la recuperación de topónimos olvidados, omitidos o mal georreferenciados en la cartografía topográfica oficial, con el objetivo de destacar su valor geográfico y social, de contribuir al enriquecimiento y conservación de la cultura territorial local, y de prestar apoyo a posibles revisiones cartográficas institucionales. Los resultados recogen aportaciones al conocimiento del patrimonio toponímico local, centrado en Herencia (Ciudad Real) como caso de estudio, con recuperaciones, relocalizaciones o inventario de variantes, que ponen de manifiesto el interés de este tipo de estudios. Se concluye destacando la importancia de la revisión y recuperación de topónimos en estudios locales, aún escasos en España, necesarias para evitar la pérdida de este patrimonio cultural inmaterial.

KEYWORDS

ABSTRACT

Cultural geography

Toponymy

Intangible heritage

Landscape

Citizen science

Castilla-La Mancha

The study addresses, from citizen science and participatory social mapping approaches with a geographical focus, the recovery of forgotten, omitted or poorly georeferenced toponyms in official topographic mapping, with the aim of highlighting their geographical and social value, to contribute to the enrichment and conservation of local territorial culture, and to support possible institutional cartographic revisions. The results include contributions to the knowledge of the local toponymic heritage, focusing on Herencia (Ciudad Real) as a case study, with recoveries, relocations or inventory of variants, which highlight the interest of this type of study. It concludes by highlighting the importance of the revision and recovery of toponyms in local studies, still scarce in Spain, necessary to avoid the loss of this intangible cultural heritage.

1. INTRODUCCIÓN

Los campesinos vivían en una geografía bautizada, en la que todo había recibido su nombre. Montañas, collados, torrentes, fuentes, peñas, vados, puentes, rincones, hondonadas, riscos, prados, bosques, caminos, bordas, casas... Ni un palmo de terreno sin identificar. Ser del pueblo significaba conocer el nombre de todos estos lugares. Los topónimos eran el cimiento del entendimiento mutuo. También la contraseña de la pertenencia y de la propia identidad (Badal, 2018, p. 156).

La toponimia, el estudio de los nombres geográficos o de lugar, es un área de conocimiento multidisciplinaria que tiene sus bases en la Geografía, la Historia y la Lingüística y es de gran interés para numerosos campos de investigación de las ciencias sociales y naturales (Dorion, 1984; Terrado, 1999; Tort, 2001; Rosselló, 2004; Arroyo, 2010; Riesco, 2010). Sirve para dar explicación al origen, historia, distribución y significado de los nombres de los lugares que se han sucedido en el tiempo (Coromines & Pascual, 1991-1997; Sousa, 2010; Arroyo, 2018), conformando “un rasgo de la cultura y una herencia cultural” (Claval, 1995, p. 173) de las sociedades con sus territorios.

Los topónimos son fuente de una valiosa información territorial, que representan identificadores espaciales de referencia para los ciudadanos, ya que constituyen elementos de gran interés sociopolítico para la conservación y difusión de la información geográfica sobre el lugar (Arroyo, 2010). Los enfoques geográficos sobre el estudio de los topónimos han priorizado con frecuencia las precisiones cartográficas de localización, aunque también han prestado atención a su interés teórico-metodológico como objeto de identidad. La capacidad de integración cultural de las relaciones toponímicas con el espacio geográfico favorece, de este modo, profundizaciones teóricas y aplicaciones prácticas a espacios concretos necesarias para la interpretación y comprensión de la evolución y configuración del territorio (Tort, 2003 y 2010).

La relación de los topónimos con expresiones territoriales, eventos históricos, tradiciones culturales o mitos locales les ha permitido ser una parte importante de la identidad cultural de un lugar, y una fuente valiosa de información sobre la historia y la cultura de una región. Desde la geografía cultural, la consideración de análisis toponímicos ha permitido ahondar en el reconocimiento de prioridades e identidades vinculadas tanto a la construcción, como al uso perseverante de los nombres de lugar a lo largo del tiempo. Unas peculiaridades que han sido posibles desde procesos sociales de apropiación cultural del territorio, pertenencia y símbolo de identidad, en los que los habitantes de un lugar adquieren una experiencia geográfica, una mezcla de proximidad espacial (contigüidad y permanencia) y una proximidad social (historia común y valores compartidos) de notable interés y trascendencia socioespacial (Claval, 1995; Mitchell, 2000; Rosselló, 2004; Capel, 2012; Arroyo, 2018).

La relación de los topónimos con la cultura se sustenta así en su contribución social a la estructuración territorial en sus diversas formas (constructiva, funcional, perceptiva e incluso simbólica), reconocida actualmente como patrimonio cultural inmaterial (UNGEGN, 2015; Cantile, 2016; Kingsolver et al., 2017; Arroyo, 2018), parte indiscutible del patrimonio cultural de la humanidad[1]. La transmisión de los nombres de lugar de generación en generación así lo pone de manifiesto con sus referencias al entorno natural, a tradiciones, acontecimientos históricos, o a creencias religiosas, todas ellas esenciales para la identidad y la continuidad cultural, de ahí que sea crucial evitar su olvido o pérdida.

El método clásico de análisis toponímico se ve complementado en la actualidad por estudios sobre la percepción socio-espacial de los nombres de lugar como “producto del contexto ideológico e identitario que comporta cualquier proceso de toponimización”(Membrado-Tena & Iranzo-García, 2017, p.192). En este marco se inscribe con fuerza la importancia de la recuperación de topónimos que han podido perderse u olvidarse por múltiples factores económicos o demográficos como, entre otros, la transformación de los usos del territorio, el crecimiento urbano o el abandono y progresiva despoblación del medio rural con destacadas pérdidas generacionales de personas mayores, poseedores con frecuencia de un profundo conocimiento etnográfico local. Estas transformaciones espaciales y sociales a veces desencadena un proceso de modificación popular de los topónimos, provocando sustituciones o cambios que perviven en los documentos oficiales donde conservan su denominación antigua, pero que el habla popular lo adapta a la contemporaneidad del proceso, evidenciando su marcada finalidad utilitaria de carácter práctico. Muchos de esos topónimos ya son actualmente difíciles de localizar o interpretar, perdiendo parte de su valor como etiqueta semántica que atesora una importante fuente de información.

El interés creciente de los estudios geográficos sobre toponimia detectado hace unos años en España (Arroyo, 2010) ha generado un conjunto de interesantes aportes de diversas orientaciones aplicados a distintos territorios regionales (Alcázar & Azcárate, 2000; Llorente, 2011; Ordina & Binimelis, 2013; Fidalgo & González, 2015; García de Celis et al., 2018; Fernández et al., 2019; Esteban, 2021; Membrado-Tena, 2022, entre otros). Entre todos ellos es destacable, no obstante, la escasez de trabajos centrados en detectar el desconocimiento y la pérdida de una parte importante de la micro-toponimia de muchos territorios, con frecuencia solo conservada en la memoria colectiva de los pueblos al no estar escrita ni registrada, cuyo estudio y tentativas de recuperación son apremiantes. Estas iniciativas, consideradas desde hace tiempo por instituciones como la Societat d’Onomàstica catalana, han comenzado a proliferar en España a través de diversos procesos participativos (Gorrotxategi, 2011; Portolés et al., 2013; García de Celis et al., 2018; Xunta de Galicia, 2019; JCCM, 2022) con destacables resultados, como la recogida de cerca de 100.000 topónimos solo en Castilla-La Mancha (JCCM, 2022).

Considerando estos planteamientos, y conocedores de que la cartografía oficial debe priorizar una selección de los topónimos en función de la escala y objetivo del mapa y, por tanto, nunca puede representar toda la realidad toponímica, este estudio plantea la hipótesis de que la cartografía básica a escalas de detalle publicada por las Administraciones Públicas en España no refleja la riqueza toponímica de un territorio que pudiera ser incluida en ella. Por ello, se plantea como tema de investigación el estudio de la toponimia local desde enfoques geográficos culturales y sociales atendiendo a las siguientes preguntas de investigación: ¿Existe una correspondencia en la denominación de un nombre de lugar y su localización entre las instituciones cartográficas oficiales y los usos de la población local? ¿Cuál es el grado de exactitud léxica y geográfica entre los topónimos recogidos en la cartografía básica y los utilizados por la población local? ¿Existe algún riesgo de pérdida cultural en relación con el patrimonio inmaterial que representan los topónimos? La búsqueda de respuesta a estas cuestiones permite enunciar dos objetivos básicos para este trabajo: 1) Detectar posibles omisiones, variantes y errores de localización de la micro-toponimia local no recogida en documentos cartográficos oficiales; y 2) Recuperar aquellos topónimos que aún perviven en la memoria colectiva mediante procesos de análisis, contraste y verificación basados en talleres de cartografía social participativa con informantes locales sénior conocedores del territorio.

El estudio plantea, por tanto, la posible recuperación cultural y geográfica de topónimos olvidados, omitidos o mal georreferenciados, que han podido tener un tratamiento incorrecto, inexacto o deficiente en la cartografía topográfica oficial, con el fin de destacar su valor geográfico y social, de contribuir al enriquecimiento y conservación de la cultura territorial local y de ofrecer los resultados a posibles usos y aplicaciones cartográficas de carácter institucional. Favorecer el desarrollo de estos procesos de inventariado y análisis de las denominaciones del territorio puede permitir conservar la conexión entre lugar y topónimo antes de que tenga lugar la desaparición de este patrimonio inmaterial junto a la inexorable pérdida de las últimas generaciones que lo ha mantenido en su cultura. Recoger y recuperar antes de que se pierda parte de ese legado cultural de la mano de quienes han seguido usándolos cotidianamente se presenta como un ejercicio de singular importancia, además de urgente abordaje.

2. TOPONIMIA, CIENCIA CIUDADANA Y CARTOGRAFÍA SOCIAL PARTICIPATIVA

Los enfoques tradicionales relacionados con la toponimia, entroncados con los intereses de la vieja y la nueva geografía cultural, se ven reforzados en la actualidad por las ventajas que introducen las tecnologías de información geográfica. Además, la participación en procesos locales desde el seno de las comunidades ha comenzado a consolidarse como una constante de las actuales sociedades. Ambas apreciaciones posibilitan la generación de información local y geográfica, en buena parte favorecida por el desarrollo tecnológico de las últimas décadas (Crawhall, 2008; Ollivierre et al., 2021), que pueden enmarcarse bien en las concepciones de la Neogeografía (Capel, 2012; García, 2017), dado que permiten el desarrollo de los planteamientos colaborativos de la ciencia ciudadana o de la cartografía social participativa.

En este contexto, resultan particularmente interesantes los planteamientos que pueden desarrollarse desde la toponimia en torno a la ciencia ciudadana, en la que se están depositando interesantes perspectivas de futuro dados sus múltiples beneficios y aplicaciones (Ceccaroni et al., 2017; Pateman et al., 2021). Este tipo de ciencia se fundamenta en el alcance de avances científicos fruto de la colaboración popular encargada de proveer de información proveniente de diferentes actores sociales (vecinos, aficionados, autodidactas, etc.) con conocimientos amplios sobre realidades cercanas a su entorno socio-cultural o profesional. Con un amplio recorrido (Irwin, 1995; Pelacho et al., 2018), la trascendencia actual de estas propuestas está asociada a un número creciente de proyectos y colaboraciones. Iniciativas como el Libro Blanco de la Ciencia Ciudadana para Europa, o el Observatorio de la Ciencia Ciudadana en España[2], en el que se recogen y divulgan diversos recursos y experiencias desarrolladas a escala nacional, han permitido su potenciación, y en su definición pueden inscribirse muy bien las nuevas tendencias de participación cartográfica.

La participación social se consolida de este modo como una acción fundamental en la generación de información y conocimiento, permitiendo asociar sus aportes a la cartografía participativa como uno de los ejes esenciales de trabajo para la adquisición de conocimiento geográfico. La transmisión de saberes locales tradicionales cuenta con la capacidad de permitir su plasmación también en los mapas a través de técnicas que proponen la generación de cartografía inclusiva en base a la construcción colectiva de conocimiento espacial (Ollivierre et al., 2021). Como técnica, emplea la participación y colaboración de actores (individuos o comunidades) centrada en el análisis del territorio o de los mapas topográficos o temáticos existentes, sobre los que se plantean preguntas colectivas con el objetivo esencial de aportar conocimientos territoriales locales con los que nutrir la cartografía oficial o generar información capaz de incrementar la cultura e identidad territorial. Sus procesos, basados en la integración del conocimiento del lugar en el que viven los actores con la retroalimentación de los expertos, incluyen el uso y transferencia de tecnologías de información geográfica a través de múltiples recursos que van desde la cartografía esquemática o publicada en papel, hasta el empleo de Sistemas de Información Geográfica para el procesamiento y la edición de mapas (Vélez et al., 2012; Parás, 2013; Rodríguez & Vázquez, 2013; Barragán-León, 2019; Carrión & Pérez, 2022).

Entroncada con la cartografía participativa, la cartografía social representa un método cualitativo de investigación de carácter territorial relacionado con la necesidad de obtener conocimientos cercanos en base a la información facilitada por la población local a través de la acción participativa. Esta orientación, que en realidad fomenta la construcción colectiva de conocimiento territorial (Barragán-León, 2019, p. 150), se apoya en otras herramientas como la documentación en diferentes fuentes, entrevistas u observaciones y representa un enfoque cada vez más utilizado en muchos estudios.

Los resultados obtenidos por todos estos enfoques, expresados en mapas o en bases documentales, poseen diferentes utilidades centradas en la documentación de las concepciones sobre el espacio geográfico, entre los que los topónimos ocupan un lugar destacado por su asociación con la cultura inmaterial. Entre sus funciones tradicionales más destacables se encuentra el acceso de grupos sociales marginales a datos espaciales útiles para facilitar la toma de decisiones, o la mejora y perfeccionamiento de documentos cartográficos ya existentes publicados por organismos cartográficos oficiales; también destaca la preservación y fomento de conocimientos autóctonos capaces de contribuir a iniciativas locales vinculadas a diversas acciones culturales y territoriales (Kingsolver et al., 2017; Ollivierre et al., 2021).

3. METODOLOGÍA

3.1. Área de estudio

Los trabajos han formado parte de un estudio inicialmente desarrollado en 10 municipios de la provincia de Ciudad Real, aunque los resultados que se presentan corresponden al estudio de caso centrado en el municipio de Herencia (8.432 habs. en 2022), localizado en el sector nororiental de la provincia de Ciudad Real, limítrofe con la provincia de Toledo. Su término municipal tiene una superficie de 226,74 Km2 y se articula en dos partes separadas entre sí por los términos municipales de Puerto Lápice y Las Labores: el término propiamente dicho, en cuyo extremo noreste se localiza el núcleo de población, y el enclave de “Los Jarales”, de apenas 14 km2, situado al oeste del anterior (mapa 1).

Mapa 1. Localización del término municipal de Herencia (Ciudad Real). Fuente: Base Topográfica Nacional E. 1:200.000. CNIG, 2022. Elaboración propia.

El municipio está enclavado a 640 m de altitud media en la comarca geográfica de La Mancha y dominado por una amplia llanura de materiales cenozoicos, tan solo interrumpida por pequeñas sierras paleozoicas, de entre 732 y 928 m de altitud, que conforman las estribaciones más orientales de los Montes de Toledo. Por su territorio discurre el río Cigüela, que forma parte de los sectores de cabecera de la cuenca hidrográfica del Guadiana, de caudal muy irregular debido a los condicionantes climáticos (escasez de precipitaciones) y geológicos (predominio de materiales carbonatados), además de antrópicos, imperantes en la zona. En conjunto, el término municipal destaca por un paisaje agrario en el que casi tres cuartas partes del territorio se dedican a las actividades agrarias (73%), quedando la cubierta vegetal natural relegada a su presencia en las sierras en forma de matorrales dominados por la encina. De sus tierras agrarias, el 59,7% corresponden a cultivos leñosos (mayoritariamente viñedos, junto con olivares) acompañados por cultivos herbáceos (38,2%) y una mínima proporción de pastos (INE, 2022). La variedad en su configuración territorial, unida a su marcado dinamismo económico, con una población ocupada muy diversificada (41,6% en actividades de servicios, 31,5% en industria y 13,8% en agricultura en 2021) y sus intensas transformaciones agrarias y sectoriales acontecidas en las últimas décadas, hacen de este municipio un área de destacado interés para el presente estudio.

3.2. Fuentes y métodos de análisis

Este trabajo plantea la elaboración de una propuesta inicial de catálogo toponímico del municipio de Herencia, inicialmente sustentado en la recuperación y valoración de los nombres geográficos locales no recogidos en documentos cartográficos oficiales.

El planteamiento general ha partido de la evaluación y análisis, a escala municipal, de los topónimos locales que no quedan recogidos en la cartografía oficial publicada en los mapas topográficos del Instituto Geográfico Nacional (IGN). El enfoque principal utilizado se ha centrado en la explotación de fuentes orales para la obtención y recogida de información a través de un proyecto de cartografía social participativa. Los trabajos desarrollados han seguido las bases empleadas en ciencia ciudadana (Irwin, 1995; Serrano et al., 2014), y tuvieron lugar en un marco de colaboración municipal, en donde se contactó con distintos informantes locales profesionalmente relacionados con el territorio objeto de estudio. Los conceptos y procedimientos utilizados se han basado en los principios de la cartografía social y la cartografía participativa convenientemente adaptados a la investigación toponímica (Amigó, 1989; Terrado, 1999) y a las características del territorio y de los informantes (García de Celis et al., 2018; Barragán-León, 2019). En este sentido, se ha centralizado el trabajo y la recogida de información en la organización de talleres de cartografía social enmarcados en un curso de formación para la recuperación de topónimos dirigido a municipios con Universidad Popular de la provincia de Ciudad Real. Estos talleres fueron desarrollados por monitores locales como facilitadores del proceso formativo y participativo para la recuperación de topónimos, previamente formados en la metodología de trabajo. El procedimiento metodológico específico finalmente aplicado consta de cinco fases (figura 1):

Figura 1. Esquema metodológico. Fuente: elaboración propia.

  1. Fase inicial. Esta primera parte consta de la puesta en funcionamiento de la iniciativa a través de la planificación original y la exposición del marco teórico-introductorio general del proyecto. La secuencia de actividades desarrolladas en esta fase incluye: búsqueda y contacto preliminar con municipios interesados; exposición de motivos y planteamiento de la temática de trabajo; evaluación del problema; definición de objetivos; selección de población participante; y acotación de la escala temporal y espacial de análisis.
  2. Fase formativa. Esta fase comprende, en primer lugar, el diseño y ejecución inicial de un curso de formación dirigido a monitores para la adquisición de conocimientos básicos sobre toponimia y cartografía necesarios para el desarrollo del proceso de recuperación. Los contenidos fueron desarrollados en sesiones presenciales teórico-prácticas en las que se expusieron, desde enfoques geográficos, cuatro aspectos clave: a) las bases y funciones de los topónimos, con referencias a registros y catálogos nacionales y regionales; b) la familiarización con la cartografía básica centrada en los conceptos clave de escala, coordenada y leyenda; c) la presentación de la cartografía básica del IGN, integrada por los Mapas Topográficos Nacionales a escalas 1:50.000 (MTN50) y 1:25.000 (MTN25), y del Centro de Descargas del IGN; y d) la introducción a los visores cartográficos de Iberpix y SIGPAC, así como a aplicaciones portátiles (IGN Mapas de España y Oruxmaps) para la consulta y la recogida de coordenadas.
    Finalizado el primer proceso formativo tiene lugar un nuevo taller de enseñanza-aprendizaje, esta vez dirigido a la comunidad local participante, orientado a la recogida sistemática de información toponímica, georreferenciada y clasificada por entidades, a partir de una ficha de recogida de datos. En este caso, cada taller estuvo compuesto por diversas sesiones de trabajo liderado por un monitor encargado de contextualizar la actividad con una introducción previa, y de impartir unos contenidos básicos sobre interpretación cartográfica en base a las series más modernas del MTN50 y de los conocimientos adquiridos en su taller de formación preliminar.
  3. Fase participativa. Es la fase determinante del procedimiento, pues en ella tiene lugar la recogida de información. Adquiridas las nociones básicas de valoración toponímica e interpretación cartográfica, se inició un trabajo de gabinete consistente en el desarrollo de entrevistas y sesiones de trabajo participativo centradas en el análisis e interpretación de las series cartográficas del MTN50 y MTN25 del IGN, con el fin de detectar: omisiones de topónimos, posibles variantes, carencias de información toponímica y posibles errores de denominación y/o localización. Los trabajos se apoyaron, además, en otras fuentes documentales representadas esencialmente por series antiguas de cartografía y de información catastral, así como en visores cartográficos modernos como SIGPAC e Iberpix, ambos con fines de facilitar la consulta y de georreferenciación de los nuevos topónimos rescatados. El procedimiento de trabajo propuesto parte de análisis iniciales de los alrededores del núcleo urbano, con ampliación posterior del área de estudio al resto del espacio municipal.
    Para todo el proceso se utilizó una ficha o plantilla en la que se recogieron los siguientes datos: identificación del topónimo recuperado o de sus posibles variantes o relocalizaciones; georreferenciación con coordenadas métricas UTM ETRS89; identificación del número de la hoja MTN50 y MTN25 en la que se inscribe; reconocimiento de entidad, tipología, posible significado o interpretación popular y fecha de recogida de los datos. Toda la información se almacenó en documentos escritos y en hojas de cálculo valederas para su posterior tratamiento cartográfico como bases de datos (tablas de atributos).
  4. Fase de trabajo de campo. Con el fin de contrastar la información recogida en gabinete, los resultados obtenidos durante las sesiones de trabajo fueron cotejados y complementados posteriormente con diversos recorridos de campo por el municipio. La verificación de localizaciones se estableció como elemento fundamental para la confección final de la base de datos toponímica y posterior elaboración de minutas cartográficas.
  5. Fase final o de resultados. En esta fase tiene lugar la organización, análisis y valoración de los topónimos finalmente recogidos. Toda la información resultante es organizada en una base de datos valedera para su tratamiento mediante un Sistema de Información Geográfica. Finalmente, se elaboran distintos documentos cartográficos de carácter sintético con los resultados más importantes obtenidos del proceso de cartografía social participativa.

Los trabajos específicos cuyos resultados se muestran a continuación se canalizaron desde la Universidad Popular de Herencia durante los años 2016 y 2017. Se convocaron reuniones grupales, celebradas semanalmente entre los meses de enero y mayo de 2017, en las que participaron 6 informantes locales (5 hombres y 1 mujer). La elección de los informantes (con una edad media de 65 años) se realizó en base al interés voluntario de colaboración en el proyecto, así como a la disponibilidad a participar en el taller y a proporcionar información relevante. Todos ellos estaban vinculados profesionalmente al contacto directo con el entorno local (agricultura, ganadería, empresas agrícolas y guardería rural). La información fue completada con datos proporcionados en distintas entrevistas individuales. Se trabajó con toda la cartografía topográfica correspondiente al término municipal de Herencia[3], apoyada en las fuentes documentales y visores cartográficos mencionados.

4. RESULTADOS

La aplicación de la secuencia de trabajo planteada permitió socializar a los informantes y recordar diferentes nombres de lugar distribuidos por una parte importante de la superficie del área de estudio. Los topónimos recogidos han surgido de la observación participante de mapas en formato papel y en formato digital, con el apoyo interpretativo de los monitores, pero también del recuerdo de coplillas, cancioncillas o dichos populares que aludían a parajes antes conocidos por toda la comunidad y que ocupaban un lugar importante dentro del acervo local. En otras ocasiones, los trabajos de campo han permitido contrastar algunas dudas o confusiones surgidas con determinados topónimos locales, que la población sitúa en otros lugares o, directamente, asume su desconocimiento.

La mayoría de los topónimos obtenidos se corresponden con nombres que no aparecen en la cartografía oficial pero son populares y siguen estando en uso entre la población local de edad más avanzada que ha estado vinculada a trabajos en el medio rural. Otro conjunto, menos numeroso, aunque también relevante, está relacionado con la detección de variantes de nombres de lugares recogidos en los mapas, pero que la población participante identifica con otros nombres. Además, y, en tercer lugar, también se han recopilado distintas denominaciones que, a pesar de aparecer en la cartografía trabajada, no están correctamente ubicadas debido a errores técnicos o al desconocimiento en el momento de la configuración cartográfica inicial. Estos errores de localización, aunque no constituyen una recuperación formal propiamente dicha, también han sido considerados con el fin de contribuir a alcanzar la mejor precisión toponímica posible. Finalmente, se han detectado omisiones o confusiones entre las designaciones empleadas por municipios vecinos para el área objeto de estudio o para zonas colindantes entre términos municipales. Todas estas situaciones son susceptibles de fomentar el desconocimiento y olvido de esta microtoponimia local con el consiguiente riesgo de pérdida cultural asociada, que trabajos de esta naturaleza pueden evitar.

4.1. Los topónimos recuperados en Herencia

La aplicación de los métodos mencionados ha permitido recuperar un total de 266 topónimos, vinculados a 315 enclaves georreferenciados de carácter puntual, superficial y lineal, estos últimos especialmente vinculados a caminos en los que se han considerado sus puntos de origen y final (tabla 1 y figura 2). La mayor parte de ellos (79,3 %) se corresponden con nombres no recogidos en las últimas ediciones del MTN50 y MTN25 del IGN, mientras el resto (20,7 %) se relacionan con variantes en las denominaciones, muchas veces asociadas a la existencia de errores de localización, así como a diferentes imprecisiones cartográficas. Aunque la recogida de información ha permitido inventariar y documentar distintas características de los nombres geográficos con los que se ha trabajado, organizados en entidades y en tipos, los resultados que se muestran a continuación han sido agrupados en grandes conjuntos (construcciones, caminería, parajes y otros topónimos de interés) ordenados de mayor a menor número de topónimos recuperados para su mejor comprensión e interpretación (tabla 1). La clasificación simplificada establecida permite destacar, en este sentido, el dominio de los nombres de construcciones (oiconimia) y caminos (odonimia) recogidos, que han representado entre ambos el 68 % de todos los nombres recuperados. Por su parte, las diferentes denominaciones han sido clasificadas en 10 tipos distintos de topónimos entre los que han despuntado por su abundancia el origen o presencia antroponímica (35 %) y el grupo de “varios” (41 %), poniendo de manifiesto la gran diversidad de denominaciones recuperadas.

Tabla 1. Tipología de topónimos recuperados en Herencia (Ciudad Real) agrupados por entidades.

Tipo

Construcciones

Caminería

Parajes

Otros

Presencia antroponímica

60

15

7

11

Fitotopónimo

1

1

3

2

Folktopónimo

2

1

2

3

Gentilicio

3

2

2

2

Hagiotopónimo

4

1

2

0

Hidrónimo

0

2

3

1

Orónimo

1

3

1

0

Usos del suelo

0

9

3

0

Varios

32

38

21

19

Zootopónimo

3

3

2

1

Total

106

75

46

39

Porcentaje (%)

39,8

28,2

17,3

14,7

Fuente: elaboración propia.

Figura 2. Localización de los topónimos recuperados en el término municipal de Herencia agrupados por entidades. Fuente: elaboración propia. Base Topográfica Nacional E. 1:50.000. CNIG, 2022.

Desde el punto de vista de la distribución, la mayor parte de las localizaciones recuperadas (40,3 %) se encuentran en un radio inferior a 5 kilómetros del centro del núcleo de población principal del municipio, densidad que aumenta notablemente (hasta el 76,8 %) si se consideran aquellas comprendidas en un área a 10 km de distancia (figura 3). Este resultado muestra el mayor control de las zonas cercanas a la población y la necesidad de ampliar los estudios a áreas rurales más alejadas contando con una muestra mayor de informantes locales (no siempre fácil de conseguir), o ampliando la búsqueda de informantes a otros municipios vecinos.

Figura 3. Mapa de densidades por proximidad al núcleo urbano. Fuente: elaboración propia. Base Topográfica Nacional E. 1:50.000. CNIG, 2022.

4.1.1. Construcciones

Los topónimos referentes a edificaciones, particularmente las relacionadas con la oiconimia, son el grupo mayoritario de las denominaciones recogidas, debido en parte a la tradición agraria dominante del territorio objeto de estudio y a la consiguiente abundancia de quinterías, casas de campo o cuartos de labor que proliferan en áreas más o menos alejadas de la población (figura 4). Aunque existe una referencia espacial explícita en los mapas topográficos de la gran mayoría de estas construcciones, no lo hacen sin embargo sus topónimos, motivo por el cual durante las sesiones de trabajo se recogieron 106 referencias toponímicas. De ellas, casi un 20% son variantes de las señaladas en las últimas ediciones de los mapas topográficos del IGN, mientras que el 80% restante son recuperaciones de nombres que no aparecen referenciados en los mismos. Entre las variantes recogidas pueden destacarse varias, como la casa Colorada, conocida también como la casa Morato; la de Octavio, como la de Pablillo el de la lotería; la de la Amapola, como la casa del Practicante; o la de Palmero, como Casa Carlos, por ser Carlos Rodríguez-Palmero quién la mandó construir.

Muchos de los topónimos recogidos en esta categoría, alrededor del 30%, aluden a quinterías y casas muy conocidas en otros tiempos debido a la importancia que tuvieron en la localidad. En la actualidad, aunque se preserva todavía su memoria toponímica, las construcciones se encuentran en ruinas o, incluso, ya han desaparecido, como ha ocurrido con molinos, casas o cuartos de labor. Según la tipología asignada a los nombres de estas quinterías y casas de labor, es el origen antroponímico el que ocupa aquí el mayor número de referencias. De las 106 referencias recogidas, 71 aluden a casas de labor y, de éstas, 51 podrían vincularse a antropónimos, lo que supone un 70% de los topónimos de viviendas recuperados por los informantes, constatándose como la mayoría de las edificaciones eran (y todavía hoy son) conocidas con el nombre de su propietario (actual o antiguo). Es el caso de las casas de Rafael Corujo, de Jesús el Marqués, de Balbino, de Alfonso Muela, de Murillo, de Rafael Corrales, de doña Joaquina o de Meco, por citar algunos ejemplos.

Junto a estos, también se han recuperado algunos nombres de casas que podrían clasificarse como hagiotopónimos, como la casa de San Antonio, que en los mapas topográficos aparece denominada como La Florida (aunque ninguno de los informantes la conoce por dicho nombre); o las de la Virgen y de las Ánimas. El resto de los nombres recuperados referentes a casas de labor son diversos, existiendo algún zootopónimo (casa de los Leones, casa de la Golondrina), folktopónimo, entendidos como aquellos asociados a nombres que condensan o se refieren a alguna narrativa tradicional local (casa de los Huesos, casa del Hambre), gentilicio (casa de los Cheleros). A ellos habría que sumar otras denominaciones como la casa de la Morita, del Prisionero, de las Torres, El Refugio, de la Viuda o de las Bachilleras.

Es destacable la recogida de topónimos de hasta siete antiguos silos de labor en el campo que no aparecen reflejados ni en los mapas topográficos trabajados, ni en los planos catastrales consultados. Algunos de ellos se encuentran en muy mal estado de conservación o ya han desaparecido (como el silo de San Cristóbal o el silo del Herrero), aunque otros se encuentran todavía en un buen estado de conservación. Junto a ellos, se trabajó también con otras construcciones singulares de carácter ganadero y marcada herencia histórica como las representadas por granjas o antiguas majadas (majadas de Pedro Asuros o corríos[4] de la Sevillana).

Por su antigüedad o singularidad también destacan en este conjunto topónimos edificios referidos a palomares, almazaras, bodegas, pequeñas capillas, e incluso puentes (La Alcantarilla y el Puente Alto), algunos con variantes; a ellos se les une el antiguo depósito de agua conocido como La Copa, hoy símbolo en la localidad. Por último, los informantes detallaron el nombre de los antiguos molinos de viento emplazados en la sierra de la Horca y de San Cristóbal, conocidos como Maritornes o Parra, la Dueña, la Duquesa, Teresa Panza, El Ama, La Sobrina y Dulcinea o Molino Alto.

Figuras 4 y 5. Detalle de la localización de topónimos recuperados en Herencia (Ciudad, Real) asociados a diversas construcciones y a la caminería municipal principal. Fuente: elaboración propia. Base Topográfica Nacional E. 1:50.000. CNIG, 2022.

4.1.2. Caminería

La odonimia referida a los caminos rurales es la entidad que ocupa el segundo lugar en el número de topónimos recogidos. En total, entre caminos, carriles y alguna senda, se ha trabajado sobre 65 viales (figura 5), muchos de los cuales, aunque marcados en los mapas y siendo de titularidad pública, aparecen sin identificación toponímica, incluso en las proximidades del pueblo. Numerosos ejemplos lo atestiguan como ocurre con el camino Hondo o de San José, el camino de los Cargueros o el de la Huerta Satujo. Aunque son todavía bastante populares en la localidad, y algunos son señalados en las hojas catastrales, no aparecen recogidos en las hojas MTN25 y MTN50 del IGN. Otros, sin embargo, se encuentran reflejados con variaciones toponímicas. Valga el ejemplo el camino de la Casa de don Vicente o el Camino Viejo de Alcázar, que aparece reflejado como paraje, pero no como indicación de camino. Algo similar sucede con el camino de la Vega o de los Huertos, que es más conocido en la localidad como el camino de los Mulos tal y como se recoge en los planos parcelarios catastrales y que, originalmente, comenzaba en las afueras del barrio del Cristo donde existía un muladar.

El hecho de la inexistencia de un inventario oficial de los caminos municipales de Herencia suscitó un destacado interés por incentivar la recogida de sus denominaciones y posibles variantes. Especialmente teniendo en cuenta que muchos caminos conocen actualmente modificaciones de su trazado original como consecuencia de cambios en el trazado urbano o la existencia de reparcelaciones catastrales. Esos cambios morfológicos han derivado también en modificaciones de sus denominaciones tradicionales al ser sustituidos por nuevas calles, avenidas o polígonos. Estas circunstancias, muy abundantes en las cercanías al núcleo urbano, introducen dificultades en la correcta recogida y referenciación de topónimos, con la consiguiente pérdida de memoria toponímica asociada.

La cuestión sobre las servidumbres y los caminos particulares fue un tema también cuestionado por los informantes, ya que en algunos casos se deliberó sobre si algunos caminos que no aparecían en las hojas topográficas eran públicos o de servidumbres. Esta consideración invitó a que se recogieran las denominaciones de aquellos caminos que, aun siendo servidumbres y no quedar reflejados en la planimetría de los mapas topográficos, se tenía constancia de su presencia e importancia, como sucede con el camino del Molinillo o el camino de la Trocha.

En total, se recogieron los nombres de 56 caminos cuyo trazado figura en las últimas ediciones de los mapas nacionales topográficos del IGN pero sin topónimo relacionado. A ellos se suman 19 variantes de topónimos ya existentes, algunas de las cuales son modificaciones fonéticas o vulgarismos como, por ejemplo, el denominado como camino del Alto del Fantasmillo, denominado en la población como Alto del Pantasmillo;el de los Catalanes, conocido como de las Catalanas; o el carril del Almadén, más comúnmente denominado como del Almaén, entre otros. Se incluyen aquí simplificaciones propias del lenguaje referentes a caminos de la toponimia mayor como el Camino de Herencia a Quero o el camino de Herencia a Las Labores denominados popularmente de manera simplificada como camino de Quero o Las Labores respectivamente.

La abundancia de nombres geográficos recuperados asociados a la red caminera municipal (inexistentes en las hojas del MTN25 o con alguna variante), ha permitido establecer una tipología toponímica en función de la referencia a la que se asocia el nombre del mismo (tabla 2), poniendo de manifiesto una destacable riqueza en la que sobresalen las referencias a caminos asociados a nombres propios de hombres, mujeres o familias (antropónimos[5]) o referidos a la morfología del terreno (orónimos).

Tabla 2. Topónimos recuperados asociados a la red caminera de Herencia (Ciudad Real).

Tipo

Topónimo recuperado

Presencia antroponímica

Carril Casa Cobo, veredilla de los Manriques, camino del Tío Eustaquio, de la Casa de Meco, de la Casa de Don Luis, de Yaner, de la Casa de Pitoño, de la Casa Quiterio, de la Casa de Falcón, de la Casa Calero, de la Casa de Los Frailes, carreterín de Don Gabriel y los carriles de la Casa Morato, del Coronel y del Machorro

Fitotopónimo

Camino de la Marañona

Folktopónimo

Camino del Cuarto Arrojachicos

Gentilicio

Camino de los Cheleros, carril de las Catalanas

Hagiotopónimo

Carril de Santa Ana

Hidrónimo

Camino de los Pozos del Agua, del Vado, del Pozo de Meco

Orónimo

Camino de la Cañada de las Arcas, Alto del Pantasmillo, de La Trocha, de los Arenales, de la Cuesta del Bernardillo, de los Galayos, Hondo, Cañada de las Carretas y del Salto del Baño de los Caballos.

Zootopónimo

Camino de los Mulos, senda del Valle de las Palomas y carril de Vacas

Usos del suelo

Camino de los Cargueros, de Tejero, del Molinillo, de las Huertas, huerta Pastillas, de la Huerta Satujo, de Casa Recuero, de las Eras y carril del Campesino y de la cantera de Carrón

Varios

Camino de Quero, Viejo de Alcázar, de Las Labores, de Villarta a Casa Nueva, de Casa Vieja, El Atajadizo, carril del Almaén, de Casasía, del Cuartillo y del Coloraizo, camino Viejo del Puerto, camino del Molodro, de la Bólliga, de la Poderosa, del Duqueso, de Casa Nueva, del Serijo

Fuente: elaboración propia.

4.1.3. Parajes

Los parajes fueron otra de las entidades estudiadas más representadas con 46 referencias, de las que 31 son topónimos nuevos sin denominación en la cartografía trabajada. Se incluyen aquí también las alusiones a entidades geográficas representadas por cerros o sierrecillas, que en ocasiones comparten topónimos con parajes más amplios (bien representados por espacios como La Palenciana o El Picazuelo).

En este grupo es muy relevante el elevado número de imprecisiones encontradas en la cartografía. Así, por ejemplo, se han detectado errores de localización con topónimos emplazados en lugares muy alejados de la inscripción en el mapa, como ocurre con parajes como El Recreo o La Bólliga, cuyos errores llegan a alcanzar distancias kilométricas. También se detectaron imprecisiones menores representadas por algunos casos mal ubicados como el de Molodro, La Esperilla o Eras Altas, entre otros. Por otra parte, es reseñable el desconocimiento entre los informantes de algunos nombres presentes en los mapas, asociados a veces a otras denominaciones locales, que ponen de manifiesto la complejidad de la temática abordada ante el planteamiento de diversas interpretaciones.

Esta casuística ha permitido recoger también algunas variantes toponímicas. En algunos casos son simplificaciones del nombre original (paraje de la Vega para referirse a la Vega del Mojón Blanco). En otros casos, topónimos como La Pedriza es también empleado para denominaciones muy diferentes como Los Pozos del Agua, para identificar enclaves locales destacados, en este caso asociados a una antigua captación de agua que todavía hoy abastece a la localidad. Matallana la Mala es otro topónimo recuperado diferenciado del genérico de Matallana, que es utilizado para concretar mejor un espacio también conocido con la variante de Mares Helados asociado a sus características climáticas y a sus dificultades de laboreo.

Por último, son reseñables los errores detectados en el mapa topográfico al referirse con varios nombres a los cerros situados en el SE de la localidad, que son conocidos localmente como Sierrecilla de San Cristóbal. Así, topónimos como Molino Alto, La Dehesa o Aljibe, identifican erróneamente cada uno de los cerros que articulan esta pequeña sierra cambiándolos de lugar o aludiendo a lo que en realidad son elementos puntuales que omiten la denominación real de esta unidad de relieve.

4.1.4. Otros topónimos de interés: fuentes, pozos o elementos naturales

Dentro de este último conjunto, los topónimos asociados al agua ocupan un lugar destacado entre las referencias recogidas, ausentes de la cartografía topográfica oficial utilizada (tabla 3). La presencia de ganaderos y pastores entre los informantes ha favorecido la identificación de elementos asociados a la presencia de agua en el territorio necesarios para abrevar los rebaños (pequeños pozos y manantiales), que se relacionan con una economía local tradicionalmente muy vinculada a la ganadería extensiva. De gran interés etnográfico, muchos de estos elementos están situados junto a veredas y caminos y algunos de ellos fueron construidos cubiertos, cerrados y protegidos.

Los pequeños abrigos o refugios naturales localizados en las sierras fueron también referencias ausentes en los mapas topográficos. El abrigo natural más conocido y popular es La Rendija, situada en el cerro del El Tocón, de especial interés por albergar un importante conjunto de pinturas esquemáticas (Almodóvar, 2008). Junto a ellos, se recopilaron curiosidades que hacen referencia a morfologías singulares con denominaciones locales, como sucede con la horca de los Moros, la piedra de la Mezcla, o la piedra de los 500 pasos, llamada así por estar a esa distancia una ermita (San Antón). Finalmente, también es reseñable la recuperación de topónimos referentes a actividades económicas vinculadas a antiguas canteras, caleras y vertederos, todas ellas actualmente en desuso (canteras de Manuel Iniesta, de Carrón y de Bernardo Buitrago, o las caleras de las Bachilleras).

Tabla 3. Topónimos recuperados en Herencia (Ciudad Real) asociados al agua.

Tipo

Topónimo recuperado

Presencia antroponímica

Fuente del pocillo del Tío Eustaquio, Pocillo Zamora, Pocillo Ginés

Fitotopónimo

Fuente de la Higüera

Gentilicio

Fuente de la Palenciana (o de la casa de Don Vicente), Fuente de la Sevillana, Caz del Beato o del Malagueño

Hidrónimo

Laguna artificial El Pantano

Zootopónimo

Pozo de Vacas

Varios

Fuente El Tesoro, Manantial Ojo Contadero, Pozo la Asperilla, Pozo Sevilleja, Pozo de Magro o de la Juncada, Pozo los Tropezones, Pozo Techao, Canal del Ojo del Contadero

Fuente: elaboración propia.

4.2. Otros logros y aplicaciones del trabajo ciudadano participativo

El principal logro de este trabajo ha permitido la construcción de una destacada fuente de recursos con todos los topónimos recuperados, a modo de catálogo, amparada en la integración de un particular patrimonio cultural inmaterial local de múltiples posibilidades exploratorias. Pero, además, es también reseñable la experiencia social de la iniciativa, así como las propuestas de uso y aplicación de los diferentes registros recopilados y archivados.

En primer lugar, los procesos de cartografía participativa desarrollados han supuesto la realización de un conjunto de actividades que han sido muy bien acogidas tanto por los informantes colaboradores, como por las instituciones participantes. La capacidad de generar otros procesos asociados a la obtención de resultados, como el planteamiento de procesos formativos teórico-metodológicos preliminares, o de valoración y potenciación de la ciencia ciudadana dirigidos a población senior, ambos perfectamente asociados a procesos de envejecimiento activo, ha generado buenas sinergias e interés por colaborar. Es destacable, como se recoge en otros trabajos (Riesco, 2010; Ordina & Binimelis, 2013; Membrado-Tena & Iranzo-García, 2017), el interés por trascender la comprensión del territorio a través del entendimiento de las formas de representación, no solo como aspecto iconográfico de lo recogido en forma de inventario, sino como vínculo sociocultural con el territorio y sus paisajes; también la reflexión crítica sobre el cuestionamiento de la articulación del entorno territorial local.

En cuanto a las aplicaciones, cabe destacar la utilización de los datos obtenidos en este estudio como fuente de documentación toponímica para la iniciativa local de señalización de los caminos rurales y enclaves del término municipal de Herencia. Este planteamiento, ideado por el Consejo Local Agrario, con la coordinación de la Guardería Rural y del Centro de Estudios Herencianos, ha permitido impulsar el proyecto “Conoce tu término” que ha logrado señalizar más de 30 caminos con 150 kilómetros de trazado, dotados de carteles informativos diseñados para tratar de regular su uso y de conservar la calidad de los entornos que articulan. Aprovechando el trabajo de georreferenciación se ha logrado, asimismo, potenciar el uso y ayuda de los Sistemas de Información Geográfica para la organización y gestión de la información, de clara trascendencia municipal.

Además, la finalización de los trabajos ha permitido implementar actividades de presentación y divulgación de los resultados en el ámbito local a través de la organización de distintas actividades culturales. Charlas y conferencias han servido para acercar a la población los trabajos realizados y los resultados conseguidos, generar intercambio de conocimientos y debates, además de manifestar un reconocimiento social a los participantes.

5. DISCUSIÓN DE RESULTADOS

Los estudios geográficos sobre topónimos están afianzando el interés por su valor como patrimonio cultural inmaterial (Arroyo, 2018; García de Celis et al., 2018; Esteban, 2021; JCCM, 2022). Sin embargo, no han prodigado los trabajos centrados en análisis sobre la permanencia de los topónimos en el tiempo, especialmente reflejada en cómo quedan recogidos en las bases cartográficas de detalle. Este estudio constata la hipótesis de partida demostrando que, independientemente de sus limitaciones técnicas en relación con la escala o contenido, la cartografía oficial no refleja la riqueza toponímica de un territorio, siendo útil para introducir reflexiones en torno a esta temática en futuros trabajos, así como para la crítica de los métodos empleados y para el cuestionamiento de la diversidad de resultados alcanzados.

5.1. Enfoques espacio-temporales sobre la investigación de los nombres de lugar

Muchos trabajos sobre toponimia en España se han centrado en la recuperación o valorización de nombres de lugar tradicionales asociados a pérdidas lingüísticas relacionadas con otras lenguas cooficiales (catalán, gallego o euskera, como las más importantes) al quedar ocultas o denostadas por procesos históricos de otras épocas tendentes a la uniformización en torno al español. Sin embargo, la pérdida toponímica también tiene lugar en relación con la parquedad informativa de muchos documentos cartográficos, los errores o la falta de relación y conexión con el medio rural, tal y como arrojan los resultados de este trabajo.

Aunque algunas iniciativas oficiales (Xunta de Galicia, 2019; JCCM, 2022) trabajan ya en la recuperación de topónimos, apenas existen estudios centrados en estas cuestiones. Esfuerzos como los presentados en esta aportación permiten contrastar la información recogida en el momento de la confección cartográfica inicial (a veces a finales del siglo XIX) con la existente en la actualidad. La desaparición de topónimos relacionados con la rápida transformación del espacio geográfico tradicional representa un tema de interés relevante por las consecuencias de pérdida cultural que pueden derivarse. Como puede observarse en los resultados presentados, una de las pérdidas más importantes es la transformación toponímica inherente a dicho proceso, que puede desencadenar pérdidas de patrimonio cultural inmaterial cuando los nombres de determinados espacios son olvidados porque han sido sustituidos por otros más modernos, en vez de haberlos conservado en alusión al fenómeno, característica o cualidad del nombre geográfico del lugar original. Como ya han apuntado otros estudios (Rose-Redwood et al., 2010), así ocurre, por ejemplo, con el crecimiento de los cascos urbanos donde muchos caminos y parajes han desaparecido dando lugar a nuevos espacios cuyas nuevas denominaciones no suelen aludir a los topónimos que perduraron durante varias generaciones, si no a términos ligados a nuevas concepciones culturales muchas veces sin relación con el espacio o la cultura local. Cuando esto ocurre, estas dinámicas de transformación del espacio geográfico están asociadas a una destacada pérdida de memoria toponímica de incalculable valor. Sin embargo, en los casos en los que prevalecen los topónimos originales se contribuye a afianzar unos procesos de identidad y pertenencia local asociada al espacio geográfico como “íntima experiencia del lugar” (Tuan, 2007, p.140), alejada de planteamientos generalistas más vinculados a la modernidad del desapego por los espacios.

Acontecimientos de notable calado como la desaparición del mundo campesino tradicional llevan aparejados la pérdida de múltiples referencias culturales superadas por los tiempos de la modernidad, en donde muchos espacios han perdido su utilidad o propiedad original. Muchas de ellas están relacionadas estrechamente con el conocimiento profundo del territorio (vinculadas a su naturaleza, su rentabilidad o su accesibilidad), frecuentemente reconocible de manera universal en el contexto local a través de los topónimos. Cabe preguntarse si para las actuales sociedades tiene interés el mantenimiento o recopilación de nombres geográficos ya desaparecidos por su desuso o la falta de conocimiento de las comunidades agrarias que han variado sus modelos de trabajo y que, en ocasiones, se asocian a actores desarraigados representados por nuevos empleados rurales de procedencia lejana y ajena a los territorios en los que temporalmente desarrollan su actividad. Aspectos, todos ellos, que invitan a la reflexión sobre la trascendencia de la recuperación de topónimos en el contexto de la contemporaneidad.

5.2. Sobre el método de estudio y la diversidad de resultados alcanzados

La diversidad de enfoques planteados en los estudios toponímicos centrados en la participación social también permite plantear diferentes reflexiones sobre la idoneidad o mejora de las técnicas empleadas. Las problemáticas detectadas en este estudio, encaminadas a la mejora en la recogida de resultados, se asocian a aspectos metodológicos relacionados con el planteamiento de la investigación y el espectro de los informantes.

Los aportes de la cartografía social están en auge en muchos lugares del mundo, especialmente en América Latina (Parás, 2013; Carrión & Pérez, 2022). Sus enfoques están relacionados fundamentalmente con la implicación y el compromiso de comunidades u organizaciones sociales (Barragán-León, 2019, p. 148), aunque en otros espacios también estén sustentados en intereses culturales de conformación de bases documentales para diversos estudios o, incluso, para la revitalización y actualización de series cartográficas. Enmarcadas con frecuencia en procesos sociales de defensa del territorio, estas cartografías han sido relacionadas con la falta de reflexión en la recogida de datos, habitualmente centrada en la simple enumeración o geolocalización. Cuando el proceso metodológico cualitativo está bien construido (completo en todas sus fases), la reflexión debe incluirse tanto en las fases introductorias de planificación de los trabajos, como en aquellas en las que tienen lugar la observación participativa y el trabajo de campo, donde es habitual que surja de forma espontánea entre los participantes. Unos aspectos que son más fáciles de abordar cuando estos procesos son propuestos desde enfoques formativos como los presentados en este trabajo, en los que se introducen la importancia del dominio básico de los principales conceptos con los que se trabaja.

Distintas investigaciones internacionales abordan también en la actualidad los procesos de reformulación crítica en los trabajos de replanteamiento de los fundamentos conceptuales y metodológicos empleados en los estudios sobre topónimos, centrados en aspectos como las prácticas toponímicas en la construcción de los espacios geográficos de la vida cotidiana (Rose-Redwood et al., 2010). Estos estudios plantean la importancia, tal y como se ha tratado de desarrollar en este trabajo, de usar métodos mixtos para el estudio de los topónimos en mapas y nomenclátores. La combinación de la observación participante con la investigación de archivos es determinante para la obtención y contraste de datos. Estas integraciones, en las que los estudios geográficos no deberían quedar nunca aislados, permitirían resaltar el valor de uso de la toponimia como parte integrante de la producción social del espacio y considerar el coste cultural de la desaparición o cambio de denominación de algunos topónimos (Riesco, 2010; Rose-Redwood et al., 2010; Membrado-Tena & Iranzo-García, 2017).

Por otro lado, desde el punto de vista de la selección de los informantes, ha de tenerse en cuenta que la obtención de datos a través de la cartografía social participativa representa uno de los métodos más enriquecedores. Relacionados con los modelos de ciencia ciudadana, este tipo de trabajos se antojan especialmente interesantes cuando se implica a grupos de edad habitualmente no considerados, como suelen ser los grupos de mayor edad del mundo rural, con frecuencia desprovistos de formación reglada, pero fuente de sabiduría popular que debe ser convenientemente valorada. Centrada mayoritariamente en este perfil, la investigación ha permitido detectar la importancia de complementar la recogida de información centrada en informantes locales con informantes de municipios aledaños que tienen también conocimiento de parajes y enclaves vecinos. Esto permitiría enriquecer el catálogo de topónimos locales desde enfoques metodológicos supramunicipales o multimunicipales. A ello podrían sumarse nuevas iniciativas metodológicas que contemplan las relaciones intergeneracionales, contando también en los trabajos con jóvenes y emigrados, con el fin de contribuir a potenciar las dinámicas socioculturales locales en torno a los topónimos (García de Celis et al., 2018, p. 197), y en donde sería particularmente interesante fomentar la participación de la mujer, habitualmente ausente de este tipo de enfoques.

Además, la complejidad del planteamiento de este tipo de ejercicios en la delimitación del objeto de estudio invita a una reflexión crítica continua sobre los resultados obtenidos. Por una parte, porque los topónimos son cambiantes y se ven acompañados de un proceso de transformación a veces semejante a los acontecidos en el propio espacio geográfico en cuanto a su funcionalidad, propiedad o percepción. Y, por otra parte, porque la diversidad y complejidad de los informantes, en cuanto a su formación y procedencia, introduce dificultades de inventario e interpretación. Así ocurre, por ejemplo, en la asimilación de topónimos en áreas que comparten o diferencian topónimos para enclaves limítrofes localizados en distintos términos municipales; o en el tratamiento de la diversidad o el desacuerdo en las observaciones grupales, que requieren de una atención especial por parte de los investigadores y colaboradores. Unos aspectos que giran en torno a la dificultad de concretar topónimos y variantes para determinar la diferenciación entre posibles áreas de referencia segura, difusa o ambigua, pues, como muy bien indican Rodríguez y Vázquez (2013, p. 3), la información toponímica resultante de la recopilación de datos puede estar condicionada por la existencia de nombres referentes, alternativos e incluso erróneos obtenidos de la muestra utilizada.

6. CONCLUSIONES

El proceso de cartografía social participativa aplicado ha logrado obtener ampliaciones y correcciones de la información toponímica existente en la cartografía básica oficial del IGN en el área de estudio. De este modo, este trabajo ha permitido detectar omisiones destacables de topónimos, así como un elevado número de imprecisiones: localizaciones erróneas de parajes, denominaciones desconocidas, a veces vinculadas a otros contextos locales, o erratas de transcripción, que se vinculan a nombres de lugar no reconocidos por la población local en las ubicaciones cartográficas asignadas en la actualidad. Estos aspectos permiten comprobar cómo, de no acometerse estudios de esta naturaleza, puede producirse una pérdida cultural irreparable de patrimonio inmaterial a medida que vayan desapareciendo las generaciones de mayor edad como principales fuentes de información.

Los resultados muestran, a escala local, estimulantes aportaciones al conocimiento del patrimonio toponímico de Herencia, con recuperaciones, relocalizaciones, inventario de variantes y valoraciones culturales y populares de gran interés, que ponen de manifiesto la importancia de los estudios toponímicos locales, aún escasos en muchas regiones. En total, se han recuperado y georreferenciado 266 topónimos, la mayor parte ausentes de las últimas ediciones del MTN50 y MTN25 del IGN. De todos ellos destacan aquellos asociados a los nombres de distintos tipos de construcciones y caminos rurales, aunque los resultados recogen también parajes y un nutrido grupo de diversos elementos que ponen de manifiesto la diversidad de este legado patrimonial. Esta diversidad ha permitido también detectar la importante presencia de antropónimos entre las recuperaciones conseguidas, muy por encima de fitotopónimos, hidrónimos o hagiotopónimos, entre otras variantes trabajadas.

Los resultados obtenidos, además de incrementar la cultura del entorno local, permiten comprender determinadas dinámicas paisajísticas o territoriales y son valederos para planteamientos de documentación y corrección de bases cartográficas en sintonía con los trabajos sobre la construcción de un Nomenclátor que permita recopilar el gran acervo de nombres geográficos que atesora el territorio y sus paisajes. Además, la utilidad de este tipo de trabajos puede encontrar provechosas aplicaciones prácticas al permitir proveer de guías apropiadas orientadas a determinadas acciones o políticas territoriales de distintas escalas. Así ha ocurrido ya en el área de estudio al emplearse esta documentación toponímica en iniciativas de gestión local para la señalización de caminos rurales y enclaves del término municipal.

Además, el mecanismo de obtención de datos ha constituido un interesante ejemplo de ciencia ciudadana encomendada a grupos sociales de notable interés cultural por su representatividad demográfica y profesional. Se ha constatado que la cartografía social participativa representa una valiosa herramienta para la creación y actualización de mapas a través de la recuperación de topónimos, aunque con destacables desafíos y problemas. La recuperación de topónimos no es un proceso lineal, y puede requerir mucho tiempo y esfuerzo para lograr resultados amplios y bien contrastados, dificultades añadidas en unas iniciativas que están asociadas con frecuencia a la falta de recursos y capacitación.

El trabajo pone de manifiesto, finalmente, la necesidad de estudios de profundización utilizando otras fuentes documentales históricas y lingüísticas (como acuerdos de compra-venta, escrituras, registros notariales, catastros o diccionarios etimológicos u onomásticos), que permitan poner en valor también la evolución reciente de los nombres de lugar a través del análisis del significado de carácter evolutivo, o ampliando la muestra y la búsqueda de informantes a otros municipios vecinos que puedan aportar información complementaria y contribuir al enriquecimiento de este tipo de catálogos.

Agradecimientos

Al Servicio de Deportes, Cultura y Juventud de la Diputación Provincial de Ciudad Real y a su sección de Universidades Populares, por la iniciativa de puesta en funcionamiento de un taller provincial de recuperación de topónimos en colaboración con el Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Castilla-La Mancha a través del proyecto UCTR160445 “Curso de Formación para la recuperación de topónimos dirigido a Ayuntamientos de la provincia de Ciudad Real que cuentan con Universidad Popular”, desarrollado de noviembre de 2016 a julio de 2017.

A todas las Universidades Populares participantes y a los distintos grupos de informantes sin cuyo trabajo, interés e implicación, este trabajo no hubiese sido posible, especialmente a Alfonso Álvarez Aragonés, Mercenario Fernández-Caballero, Miguel Ángel Fernández-Caballero, Bernardo Fernández-Caballero Moreno-Manzanaro, Eva Laura Gómez Fernández-Montes y José Pedro Rodríguez de Liévana, informantes de Herencia.

Declaración responsable y conflicto de intereses

Los autores declaran que no existe ningún conflicto de interés con relación a la publicación de este trabajo. Manuel Antonio Serrano de la Cruz Santos-Olmo ha realizado el planteamiento general de la investigación, el diseño metodológico, la documentación bibliográfica, la elaboración de la cartografía y la redacción y revisión del artículo. Claro Manuel Férnandez-Caballero Martín-Buitrago se encargó de la recogida y el tratamiento de datos y la organización general de los resultados, colaborando asimismo en el desarrollo metodológico, la revisión bibliográfica y la redacción del trabajo.

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[1] Así fue reconocido en 2007 en la IX Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Normalización de los Nombres Geográficos, en su Resolución IX/4.

[3] El término municipal de Herencia, con su anejo de Los Jarales, se encuentra comprendido en cuatro hojas del MTN50: 713 (2006), 737 (2000), 738 (2008) y 761 (2010); y en ocho hojas del MTN25: 713-III y 713-IV (2008), 737-II (2008), 738-I (2001), 738-II, 738-III y 738-IV (2007) y 761-I (2003).

[4] Con el nombre de corríosx se conoce en Herencia también a una majada para recoger de noche el ganado.

[5] Se han incluido aquí topónimos referentes a apodos identificativos de personas.