DOI: https://dx.doi.org/10.12795/rea.2023.i46.03

Formato de cita / Citation: Montesinos-Ciuró, E. (2023). The study of labor conditions from a geographical perspective. A review of research in Spain. Revista de Estudios Andaluces,(46), 52-67. https://dx.doi.org/10.12795/rea.2023.i46.03

Correspondencia autores: emontesinos@ub.edu (Eduard Montesinos-Ciuró)

CC BY-NC-ND 4.0

El estudio de las condiciones de trabajo desde una perspectiva geográfica. Una revisión de las investigaciones en el ámbito español

The study of labor conditions from a geographical perspective. A review of research in Spain

Eduard Montesinos-Ciuró

emontesinos@ub.edu 0000-0001-8736-6838

Vicerrectorado de Investigación. Universidad de Barcelona.
Gran Via de les Corts Catalanes, 585. 08007 Barcelona, España.

INFO ARTÍCULO

RESUMEN

Recibido: 01-04-2023

Revisado: 01-05-2023

Aceptado: 22-05-2023

PALABRAS CLAVE

Trabajo precario

Precariedad laboral

Geografía laboral

España

Se realiza un estado de la cuestión sobre las condiciones de trabajo de la población desde una perspectiva geográfica, con énfasis en lo que sucede en el ámbito español. Se revisan las fuentes secundarias disponibles en los principales motores de búsqueda de publicaciones científicas (Google Académico) y las bases de datos de las revistas españolas de geografía (Dialnet) a partir de las palabras clave trabajo precario y precariedad laboral. La cincuentena de textos analizados se agrupan en tres enfoques: mercado de trabajo primario, mercado de trabajo secundario y una síntesis que se propone denominar geografía laboral. Se constata el limitado desarrollo de esta agenda de investigación en la geografía española y la necesidad de su implementación desde una concepción crítica de la disciplina.

KEYWORDS

ABSTRACT

Precarious work

Labor precarity

Labor geography

Spain

A state of the art on the labor conditions of the population from a geographical perspective is presented, with emphasis on what happens in Spain. The secondary sources available in the main scientific search engines (Google Scholar) and the databases of Spanish geography journals (Dialnet) are reviewed based on the keywords precarious work and labor precarity. The approximately fifty texts analyzed are grouped into three approaches: primary labor market, secondary labor market and a synthesis which is proposed to be called labor geography as in the Anglo-Saxon context. It is confirmed the limited development of this research agenda in the Spanish geography and the need for its implementation from a critical conception of the discipline.

Tenemos que afirmar que es posible una organización social del trabajo distinta a la que domina hoy. […] Un trabajo no alienado. Lo cual es posible con formas nuevas de actividad laboral en las que no se imponga la sumisión y donde el trabajador pueda ver reconocidas las iniciativas creadoras. […] De todo ello hemos de seguir hablando. Desde la Universidad tenemos la obligación de intentar decir algo significativo sobre problemas como esos.

Horacio Capel: Trabajo, necesidades y consumo. Clausura del IV Coloquio Internacional de Geocrítica (2002)

1. INTRODUCCIÓN

Han pasado 20 años de la llamada al estudio de la organización social del trabajo que hizo el profesor Horacio Capel en el IV Coloquio Internacional de Geocrítica. Desde entonces, el deterioro de las condiciones laborales ha seguido su curso a escala global, con intensidades distintas en función de la posición en la estructura regional del mundo. En Europa, un indicador indirecto de la calidad del empleo como es la productividad del trabajo nos muestra que las regiones del sur y del este tienen los mercados laborales más débiles.[1] En estas regiones han aparecido voces que cuestionan el modelo laboral vigente y desde las ciencias sociales cabe atender a estas razones.

En este sentido, una revisión internacional evidencia que muchos de los problemas relativos al fenómeno del trabajo que mayor incidencia social han tenido en los últimos años, englobados en el concepto multidimensional precariedad laboral, están mucho menos presentes en los debates de la comunidad geográfica española que en otros lugares con contextos similares, donde la producción académica es mayor, como en Grecia. La principal aportación de este trabajo es, pues, la demostración de la necesidad de desarrollar en España la perspectiva socioespacial en el estudio del trabajo, con la introducción de nuevos enfoques que den cuenta de los conflictos existentes en este ámbito.

En línea con esta idea, el objetivo del presente texto es realizar un estado de la cuestión para conocer el grado de desarrollo de la investigación de esta temática en geografía y las demás ciencias sociales con perspectiva espacial, con énfasis en lo que ocurre en las ciudades y regiones españolas. El interés recae en el largo plazo, para conocer la génesis y evolución de los grupos y proyectos de investigación que han dotado de contenido a esta línea de análisis. En el apartado de metodología se explica el procedimiento que se siguió para encontrar y analizar los textos que conforman la base analítica del presente artículo. A continuación, en los apartados de resultados se explican los diversos enfoques desde los que se han estudiado las condiciones de trabajo como proceso espacial. A grandes rasgos se pueden diferenciar tres: los que se centran en el mercado de trabajo primario, los que lo hacen en el mercado de trabajo secundario y los que combinan elementos de los dos anteriores. Después de presentar las temáticas, enfoques teórico-metodológicos y principales hallazgos de cada una de estas tres categorías, el artículo concluye con una discusión y unas conclusiones en las que se hace una valoración global de los contenidos analizados.

2. METODOLOGÍA

La metodología de este artículo consistió en la realización de un estado de la cuestión sobre la organización social del trabajo, y específicamente sobre las condiciones laborales de la población desde una perspectiva geográfica, con énfasis en lo que sucede en el ámbito español. Desde el inicio, se planteó un abordaje cualitativo, con el objetivo de localizar las obras más relevantes sobre este objeto de estudio. No se realizó, pues, un análisis bibliométrico para encontrar la totalidad de los textos que lo mencionan, con lo que una valoración cuantitativa del impacto de las publicaciones y de las redes de colaboración entre grupos está más allá del alcance del presente trabajo.

Se llevó a cabo una revisión de las fuentes secundarias (libros, capítulos de libro y artículos) disponibles en los principales motores de búsqueda de publicaciones científicas, así como en las bases de datos de las revistas españolas de geografía. Como motor de búsqueda de referencia se utilizó Google Académico, y las bases de datos de las revistas españolas de geografía se accedieron a través de Dialnet.

El término condiciones de trabajo por sí mismo es demasiado amplio para acotar un conjunto de textos analizable, así que se decidió partir de un concepto más específico: el de trabajo precario. El sentido que tiene esta forma concreta de caracterizar las condiciones laborales se encontró en uno de los más recientes estados de la cuestión sobre este tema en la geografía anglosajona y tiene que ver con su “potencial catalítico para la movilización y la resistencia (comparado con, por ejemplo, los conceptos de vulnerabilidad y riesgo)” (Strauss, 2018, p. 3). Así, las palabras clave para iniciar la búsqueda fueron trabajo precario y precariedad laboral, tanto en español como en inglés.

A partir de las referencias encontradas en Google Académico y de los textos más citados en ellas se dio con las principales publicaciones sobre la precarización del trabajo en el ámbito de la geografía económica y social. El hecho de que en esta primera instancia casi la totalidad de las referencias fueran ajenas al ámbito español motivó una segunda, en la que se utilizó Dialnet para buscar en las bases de datos de las revistas españolas de geografía.[2] Finalmente, se analizaron una cincuentena de textos, de los que un 30% fueron publicados por revistas y editoriales españolas y la casi totalidad del resto por revistas y editoriales internacionales que publican en inglés. El texto más antiguo fue publicado en 1979 y el más reciente se publicará en 2023 (figura 1). Todos ellos pueden consultarse en el apartado bibliográfico del presente artículo, junto con algunas obras clásicas que se citan a lo largo del artículo como su fundamentación teórica.

Figura 1. Distribución de los textos analizados. Fuente: elaboración propia.

Una vez leídos y analizados, los textos se categorizaron en dos principales grupos según el tipo de empleo en el que se centran: el indefinido a tiempo completo (mercado de trabajo primario) u otras formas de empleo más precarias (mercado de trabajo secundario). Durante la revisión se constató que algunos autores han estudiado la cuestión del trabajo desde puntos de vista intermedios. Uno de los principales proyectos intelectuales en este sentido es la labor geography anglosajona, que es considerada una síntesis entre los enfoques que se centran en la producción y la reproducción social (Mitchell, 2005, p. 86). Se añadió, pues, otro grupo y ellos tres son los que se abordan en los apartados de resultados.

3. LOS ENFOQUES CENTRADOS EN EL MERCADO DE TRABAJO PRIMARIO

El primer antecedente en el ámbito español son los estudios de estructura económica realizados por los geógrafos de los años 1970 y 1980 (Bosque, 1979). El contexto de grave crisis industrial explica la proliferación de estos estudios y la preocupación de los científicos sociales por el problema del paro, que ha sido recurrente desde entonces (Oliveras, 1989; Caravaca & Sánchez, 1995; Ponce, 2002; González-Romero et al., 2015, entre otros).

Esta línea de análisis se institucionalizó con la creación del grupo de geografía industrial de la Asociación de Geógrafos Españoles (AGE) en 1987 (Roca & Díaz, 2023). El grupo fue liderado desde el inicio por Joaquín Bosque, profesor en la Universidad Complutense de Madrid, que se encontraba entre los primeros geógrafos españoles en abordar los estudios de estructura económica. Uno de los resultados de este esfuerzo de organización llegó con la publicación del libro coordinado por Méndez & Bosque (1995), centrado en el impacto urbano y regional de la reestructuración industrial y la teorización del desarrollo territorial.[3]

La división espacial del trabajo se convirtió en una categoría de análisis central (Méndez, 1995). En Méndez & Caravaca (1997), un artículo que aborda las divisiones espaciales del trabajo en España por comunidades autónomas, se encuentran muchos de los rasgos que posteriormente caracterizarán los trabajos pertenecientes a este enfoque. Su objetivo es ofrecer una visión estructural y al mismo tiempo dinámica del mercado laboral desde una perspectiva territorial. A pesar de que la escala de análisis es nacional, los autores están interesados en las diferencias entre regiones para comprender de qué forma cada área responde a procesos económicos globales. Las interpretaciones van en la línea de los estudios de localidades que en ese momento estaban en boga en la geografía británica (Massey, 1990) y hacen referencia a estructuras heredadas e iniciativas locales.[4]

Metodológicamente, el trabajo se basa en una serie de análisis cuantitativos a partir de la Encuesta de Población Activa (EPA), la principal fuente de datos de la mayoría de los artículos científicos que han tratado el mercado de trabajo en España. El texto está influenciado por la teoría de la regulación, especialmente en lo que hace referencia a la concepción de fenómenos macroeconómicos como el paro estructural. Unos años antes, geógrafos regulacionistas como Benko & Lipietz (1994) argumentaron que la reestructuración económica mundial iniciada en los años 1970 había traído consigo una dualización del desarrollo territorial: había regiones sistemáticamente mejor adaptadas a las nuevas dinámicas económicas globales que otras.

Los autores afirman que esa dualización territorial se cumple en lo que hace referencia al mercado de trabajo: tras la reestructuración económica mencionada en el párrafo anterior, hubo comunidades autónomas ganadoras de empleo y otras que salieron perdiendo (Méndez & Caravaca, 1997, p. 155). Además, no se trataba solo de la cantidad de puestos de trabajo que se generaban, sino de su calidad. Las regiones más urbanizadas (litoral mediterráneo, País Vasco y Madrid) concentraban los empleos mejor cualificados, en detrimento de las más ruralizadas. Sobre la calidad del trabajo, los autores afirman que las relaciones laborales, la flexibilidad y el empleo precario son características del mercado laboral a nivel territorial que conforman un tema para futuras investigaciones.

Este tema empezó a desarrollarse en artículos como Méndez (2002). Se trata de un análisis crítico del modelo de acumulación flexible, y de las herramientas discursivas creadas desde las clases dominantes para legitimarlo. El texto presenta un análisis estadístico utilizando fuentes de datos a diferentes escalas (desde la europea hasta la local de Madrid pasando por la nacional) e informes políticos y sindicales para sostener su interpretación del cambio en los mercados de trabajo metropolitanos: la dualización no se daba tan solo entre ciudades y regiones, sino también en el espacio interno de la ciudad. Relacionado con esto, aparecía la preocupación por la precarización estructural y los grupos de riesgo.

Méndez contribuía así a la explicación de la nueva lógica espacial del capitalismo, en la que el mercado laboral es un indicador del funcionamiento de las ciudades y las regiones. Se trataba de una contribución española al proyecto político-académico internacional iniciado unos años antes, cuyo cometido era la comprensión de la economía postfordista en su conjunto (Scott, 1988; Castells, 1989; Sassen, 1991). Se llegó a un consenso en la observación de un proceso: la creciente concentración de los empleos más estratégicos para la economía mundial en las grandes áreas metropolitanas de los países desarrollados. Para el caso español, el autor afirmaba que la “nueva geografía del empleo […] necesita en nuestro país de un mayor número de investigaciones” (Méndez, 2002, p. 2).

Esta línea de análisis siguió su curso con publicaciones como Sánchez-Moral et al. (2008). En el texto se hace explícito el motivo por el cual las características del empleo preocupaban a estos autores: la intención es comprender mejor la geografía económica del capitalismo contemporáneo, para la que la geografía del empleo funcionaría como un observatorio.[5] La principal novedad que introduce el artículo es de carácter metodológico: además de los datos de la EPA, utiliza registros estatales (de la Seguridad Social y la estadística de contratos del Ayuntamiento de Madrid) para ofrecer unos resultados con más nivel de detalle desde el punto de vista territorial.

De nuevo, aunque la perspectiva de partida es estatal y existe una preocupación por las políticas públicas a escala nacional, el análisis de la nueva división espacial del trabajo es multiescalar porque, como se ha indicado, la dualización o fragmentación se da a diversas escalas. Los autores afirman que la nueva lógica espacial se fundamenta en una base económica servindustrial. La tesis es que la industria genera empleo en el mercado de trabajo primario, que es menos precario pero sigue excluyendo a los grupos de riesgo. Esa es la cara oscura de la globalización. Como en los demás artículos comentados, insisten en la escasa atención que la geografía da a los mercados de trabajo y apuntan a la necesidad de estudiar la calidad del empleo.

Eso es algo que se hace en Sánchez-Moral et al. (2014). En este artículo los autores se focalizan específicamente en cómo la organización laboral post-fordista impacta en la calidad del empleo. Lo hacen a escala nacional, analizando las siete principales áreas urbanas del país: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao, Málaga y Zaragoza. Introducen un concepto que a partir de entonces se ha convertido en una herramienta para estudiar la concentración espacial del trabajo cualificado: el tridente creativo (Higgs et al., 2008). Se trata de la triangulación de los datos existentes sobre los considerados sectores creativos (en los que hay empleos creativos y otros no) con los datos ocupacionales (donde se encuentran trabajadores creativos ocupados en sectores considerados no creativos).

El análisis se realiza desde una postura crítica hacia la literatura acerca de las clases creativas, en la línea de lo que la California School de geografía económica y otros autores afines venían desarrollando en esa época (Storper & Scott, 2009; Krätke, 2010). Sánchez-Moral et al. afirman que es necesario evaluar la calidad del empleo desde el punto de vista de los sectores, de las empresas y del mercado de trabajo.[6] Pasadas casi dos décadas de la publicación de Méndez & Caravaca (1997) se seguía apuntando a la radical segmentación entre élite intelectual y trabajadores precarios. Y también hacia la limitada importancia del empleo creativo en España y la mayor precarización de las mujeres, los jóvenes y los inmigrantes. Finalmente, una idea importante: la precarización del talento, es decir, la posibilidad de tener un trabajo muy cualificado y unas condiciones de trabajo muy precarias. Un ejemplo está en la docencia universitaria (Ivancheva et al., 2019).

Existen fuera de la geografía posturas parecidas a las de estos investigadores de la Universidad Complutense, a medio término entre las nociones afirmativas que siguen los postulados triunfalistas de Richard Florida acerca de la economía creativa,[7] y las posturas más claramente críticas con ellos. En España, los trabajos de la economista Monsterrat Pareja-Eastaway son un ejemplo de ello. En Pareja-Eastaway et al. (2008) los autores siguen el marco analítico propuesto por Florida y demás autores afines, pero las entrevistas que realizan a trabajadores creativos les acercan a concepciones críticas, ya que señalan la debilidad de la economía creativa en Barcelona y el enfoque de las políticas públicas hacia una base económica menos sólida: la explotación inmobiliaria de la Mediterranean way of life (Pareja-Eastaway et al., 2008, p. 113). A pesar de los puntos de conexión, este equipo de economistas y sociólogos ha colaborado de forma escasa con el grupo de geógrafos liderado por Ricardo Méndez y Simón Sánchez-Moral.

Recientemente, Juan Miguel Albertos (2021) ha dado continuidad desde la geografía económica a la literatura acerca de los trabajadores creativos, o analistas simbólicos tal y como los denomina,[8] y su concentración en las grandes áreas urbanas del país. En este artículo, el autor estudia la capacidad de las ciudades para atraer talento, es decir, su papel como motores de crecimiento regional. Las condiciones laborales no están en el centro del análisis, ya que lo que interesa sobre todo es la cuestión del desarrollo territorial.[9] La escala de análisis es nacional, y al igual que en artículos mencionados anteriormente se estudian las principales áreas urbanas de país. En este caso: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao.

Utiliza los microdatos de la EPA y los combina con un análisis ocupacional similar al tridente creativo trabajado por Sánchez-Moral et al. (2014). Interesantemente, Albertos entra en diálogo con los anteriores autores cuando afirma no haber encontrado sustento empírico claro para la hipótesis de la dualización del mercado de trabajo en las metrópolis globales. Sin embargo, reconoce la complejidad de la cuestión de la precarización de los trabajadores cualificados, en la que no entra a fondo porque su metodología está pensada para responder a otro tipo de cuestiones.

A modo de recapitulación, desde el enfoque centrado en el mercado de trabajo primario la principal línea de análisis se caracteriza por una perspectiva estatal-empresarial, en la que el empleo se estudia en cuanto indicador de la estructura económica general. Interesan las políticas públicas a escala nacional, a pesar de que los estudios de caso suelen ser a escala urbana, siendo la ciudad de Madrid la más estudiada. Predominan los análisis cuantitativos, y la EPA es la fuente de datos básica. El marco teórico se apoya en postulados keynesianos y el hallazgo principal es la dualización del mercado de trabajo, con la aparición de la denominada precariedad estructural.

4. LOS ENFOQUES CENTRADOS EN EL MERCADO DE TRABAJO SECUNDARIO

A finales de los años 1980 y comienzos de 1990 otros grupos de geografía en España se preocuparon por el impacto del modo de producción flexible en la organización social del trabajo. En este apartado se presentan las obras que se centran en el mercado de trabajo secundario, cuyas condiciones se alejan del modelo tipo: empleo indefinido a tiempo completo. Una de sus características es que está muy feminizado, ya que muchas mujeres no consiguen un empleo tipo porque son las encargadas de la mayor parte del trabajo reproductivo o de cuidados (invisibilizado y desvalorizado por la sociedad patriarcal).

Uno de los primeros trabajos en abordar las consecuencias del modo de producción flexible en la vida de la clase trabajadora es el de Carmen Bel (1992).[10] En este artículo se conceptualiza la precarización del empleo como uno de los costes a pagar para salir de la crisis económica de los años 1980. La autora presenta la contratación temporal como una de sus principales expresiones, y ofrece una panorámica de los aspectos legales y económicos en España, así como una comparación sincrónica con otros países europeos, a partir de datos legislativos, estadísticos y fuentes secundarias de tipo documental.

El texto aporta una distinción conceptual entre flexibilización, que hace referencia al mercado de trabajo (se trata de variaciones al modelo de contratación indefinida o mercado de trabajo primario) y precarización, que hace referencia a la calidad del empleo y es la suma de los factores que dejan al empleado en precario. Se afirma que la flexibilización es la responsable, al menos en parte, de la precarización de las condiciones de trabajo: la pérdida del disfrute de vacaciones, del régimen de despido, de la antigüedad, etc. Y que la temporalidad impide al trabajador beneficiarse de las garantías del trabajo indefinido o empleo tipo según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Desde su fundación en 1987, el grupo de geografía y género de la Universitat Autònoma de Barcelona venía realizando aportaciones relevantes al estudio del trabajo. Una de las obras pioneras fue la tesis doctoral de Gemma Cànoves, titulada Treball invisible, explotació agrària familiar i aportació femenina: el cas de Girona (1990). Esa línea culminó con un número especial de Documents d’Anàlisi Geogràfica (1995), con la participación de especialistas de ámbitos como la geografía, la historia, la sociología, la economía o la planificación urbana: Gemma Cànoves, Mary Nash, Cristina Carrasco, Montserrat Solsona o Dina Vaiou, entre otras. Posteriormente,el flujo de publicaciones de este grupo sobre la organización social del trabajo decaería en intensidad.

No obstante, Mireia Baylina publicó en esos años un artículo que tenía relación con lo que hacían Bel y sus colegas en la Universidad de Murcia (Baylina, 1994). La autora aportó la dimensión de género al estudio de las estrategias empresariales y estatales de flexibilización del mercado de trabajo. Se trata de un ensayo bibliográfico en el que aparecen algunas reflexiones importantes, como la necesidad de abordar a la familia como escala de análisis en los estudios económicos con perspectiva de género. El marco teórico combina las obras clásicas en geografía económica citadas en el anterior apartado (California School, etc.) con autoras feministas que también han abordado cuestiones geoeconómicas, en especial Linda McDowell (1991).

El texto concluye que la feminización del mercado de trabajo es una estrategia consciente para conseguir su segmentación y, por ende, su precarización. Y también que el género es una dimensión fundamental para un enfoque integrador de la geografía económica y la geografía social. A pesar de ser pioneros y poseer un importante potencial de desarrollo, los artículos de Bel y de Baylina no tuvieron mucho recorrido histórico a juzgar por las citas que obtuvieron y por las temáticas de las siguientes publicaciones de sus respectivas autoras.

Una sublínea que ha sido más fructífera son los estudios históricos sobre esta cuestión. Además de la importante labor que historiadoras sociales han realizado en este campo, desde la perspectiva geográfica encontramos los trabajos de Mercè Tatjer (2002) y también la tesis doctoral de Virginia Domínguez, titulada Treball femení en la indústria tèxtil llanera de Sabadell durant el segle XX (2005, citada en Ortiz & Baylina, 2021, p. 38). Estas valiosas aportaciones documentan que la feminización de la mano de obra para reducir costos ha existido desde hace mucho tiempo. El modo de producción flexible tan solo organizaría este proceso de una manera diferente.

Una excepción a la escasez de publicaciones en geografía sobre la feminización del mercado de trabajo en España es el texto de Carmen Monllor y Josefa Gómez (2002) sobre el nivel de actividad, ocupación y paro en la Región de Murcia. Calcularon unos índices y tasas con los datos de la EPA que les permitieron afirmar que las mujeres (y los jóvenes) ocupaban los puestos más precarios del mercado de trabajo regional, especialmente en lo relativo al paro. Uno de los factores propuestos para interpretar estos resultados es que desde finales de los años 1990 las mujeres permanecen en la población activa después de la maternidad, a pesar de que no hay un reparto efectivo de los cuidados en el seno familiar.

Un texto posterior, esta vez en la órbita del grupo de geografía y género de la UAB, realizó una aportación similar, aunque añadió una dimensión en el análisis: además del género y la edad, es importante atender a la nacionalidad de las personas que entran en el mercado de trabajo. Vidal & Vono (2011) explican a partir de sus respectivas tesis doctorales el comportamiento laboral de las mujeres extranjeras en el estado español. Lo hacen desde la denominada internacionalización de las funciones de reproducción social, de la que España es un claro ejemplo de país importador: muchos empleos en el ámbito de los cuidados son llevados a cabo por mujeres extranjeras.

La metodología se basa en una revisión bibliográfica en la que recogen diversas investigaciones. En sus propias tesis doctorales las autoras utilizan datos de la EPA y de la Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI) de 2007. En otras investigaciones se realizan también entrevistas para llegar a conocer los motivos que impulsan al comportamiento que se evidencia en los datos estadísticos sobre trabajadoras inmigrantes. El marco teórico está basado en referencias sobre geodemografía y también sobre la dualización del mercado de trabajo (Piore, 1971).[11]

Los resultados indican que las mujeres extranjeras entran en el mercado de trabajo secundario como una estrategia social, con planes a medio y largo plazo para salir de él y promocionar hacia el mercado de trabajo primario. A pesar de ello, suelen tener muchas dificultades en ese propósito y muchas veces ni siquiera lo consiguen, con lo que se cronifican en posiciones de alta vulnerabilidad. Un aspecto importante en esta situación es la complementariedad que se establece con mujeres autóctonas, que consiguen consolidarse en el mercado de trabajo primario en parte gracias a que los trabajos reproductivos menos valorados son realizados por las inmigrantes.

En los últimos diez años, han aparecido trabajos en conexión temática con las investigaciones revisadas hasta aquí pero con un enfoque teórico-metodológico distinto. Destaca el proyecto de investigación de Ernest Cañada sobre precariedad laboral en el sector turístico (Cañada, 2015, 2018). El autor estudia el impacto de la subcontratación de camareras de hoteles, posibilitada por la reforma laboral de 2012, en sus condiciones de trabajo. Está interesado específicamente en saber cómo ellas viven y perciben esas condiciones.

Lo analiza a partir de 44 entrevistas semiestructuradas, de las que 24 son a camareras de hoteles que trabajan en distintas ciudades españolas (Barcelona, Tarragona, Madrid, Sevilla, Valencia, Cáceres, Santa Cruz de Tenerife, Cádiz y A Coruña) y las demás a otros informantes clave como sindicalistas, abogados, médicos, inspectores de trabajo o trabajadores sociales. Lo importante de su abordaje metodológico es que pretende conocer la situación basándose en las narrativas de las propias trabajadoras, que suelen estar invisibilizadas.

En el marco teórico aparece el concepto de trabajo decente que maneja la OIT. Y la investigación de Cañada trata de averiguar si estas trabajadoras se acercan a los estándares propuestos por la organización internacional. El resultado es claramente negativo. El autor toma herramientas analíticas de la geografía crítica para sustentar su análisis, especialmente para relacionar las dimensiones de clase y género a la producción del espacio que realizan los agentes del sector turístico español, tanto estatales, como empresariales, como laborales (Herod, 2001; Brenner & Theodore, 2002).

Ello le sirve para enmarcar la explicación de los impactos negativos de la subcontratación o outsourcing en las condiciones de trabajo de las camareras de hotel. Son siete en total: reducción del salario y pérdida de categoría profesional; sobrecarga de trabajo; mayor incertidumbre en la duración del empleo, los turnos y los horarios de trabajo; desprofesionalización; segmentación, división y crecimiento de la competencia entre trabajadoras; acentuación de los problemas de salud; y decrecimiento de la capacidad de representación y defensa de los intereses del colectivo. La precarización, según Cañada, está escondida por los datos macroeconómicos, porque a menudo tener un trabajo no sirve para vivir por encima del umbral de la pobreza.

El autor termina afirmando que la cuestión del trabajo debería estar en el centro de los análisis económicos con perspectiva espacial. Este proyecto se relaciona con la literatura anglosajona sobre el tema, de hecho sus resultados se publican en revistas internacionales, y en especial con la subdisciplina denominada labor geography, que se desarrolla en el siguiente apartado. Además, el enfoque es interdisciplinario y hace dialogar a la geografía con otras disciplinas, como la antropología y la sociología.[12]

Las aportaciones de este conjunto de investigadoras se pueden resumir de la siguiente forma: estudian los impactos del mercado de trabajo en la vida de la clase trabajadora, en especial de las mujeres, jóvenes e inmigrantes. Lo suelen hacer a escala nacional porque la normativa y las políticas sectoriales así lo precisan, aunque existe una interescalaridad que tiene en cuenta desde el individuo y la familia hasta lo global. Los datos de la EPA siguen fundamentando los análisis pero entran nuevos enfoques, como las entrevistas, porque interesa conocer la voz de las propias afectadas. Los marcos teóricos son diversos: geografía económica, del género, demografía, geografía crítica, etc. La pluralidad es, pues, una seña de identidad, a pesar de que todos los textos apuntan hacia unas ideas fuerza: por encima de todas ellas, que la feminización es uno de los elementos clave de las estrategias de segmentación o precarización de los mercados de trabajo.

5. UNA SÍNTESIS DE ENFOQUES: LA GEOGRAFÍA LABORAL

Un colectivo de geógrafos organizados para analizar específicamente la cuestión laboral es inexistente en España. Más allá, se han encontrado dos referencias: la labor geography anglosajona (Herod, 1997) y los estudos de geografia do trabalho en Brasil (Thomaz Jr., 2002). A continuación, se explica la variante anglosajona. Existe una relación entre ambas que ha sido tratada en Herod (2014).

Este enfoque parte de una premisa conscientemente obrerista: es necesario colocar a los trabajadores en el centro de los análisis para complementar el estudio de la geografía del capitalismo que se hace desde el materialismo histórico-geográfico. En este sentido, se propone el concepto de labor’s spatial fix, o solución espacial de la clase trabajadora (Herod, 1997, p. 25), que implica una nueva perspectiva teórica: ver a los trabajadores como agentes geográficos activos. Se reconoce, por un lado, el conflicto entre las soluciones espaciales del Capital y del Trabajo y, por otro lado, la heterogeneidad interna de estas dos clases sociales, que conlleva una diversidad de estrategias de acción (spatial praxis) dependiendo de los contextos geográficos a diversas escalas.

Entonces, los paisajes del capitalismo no son solamente el reflejo de las relaciones sociales establecidas entre empresarios, trabajadores y estado, sino que son parte constituyente de estas, a través de la constante disputa por la producción del espacio. A pesar de que la clase trabajadora actúa bajo unas condiciones que no son de su elección, existe un gran volumen de trabajo empírico que documenta su capacidad de agencia, cuya principal expresión espacial es la organización política y económica de nuevas escalas geográficas (Herod, 2014, p. 15).

Estas ideas provienen de unos antecedentes que pueden trazarse hasta las obras de geografía económica insertadas en la geografía radical de los años 1980, en especial Harvey (1982), Massey (1984) y Smith (1984). Lo que hoy se conoce como labor geography es el desarrollo, a partir de estas obras clásicas, de la línea de análisis que inició en los años 1990 uno de los doctorandos de Neil Smith: Andrew Herod (2001). No obstante, otros autores han contribuido a la dimensión geográfica del trabajo a partir de estos antecedentes, con enfoques que coinciden total o parcialmente con lo expuesto en el párrafo anterior, como Jamie Peck (1996), Noel Castree (2004), Linda McDowell (2013) o Kendra Strauss (junto con Katie Meehan, 2015).[13]

La agenda de investigación propuesta por Herod ha experimentado un gran desarrollo empírico en la última década. Los temas son muy diversos y se hace complicado abarcarlos todos, pero a modo de ejemplo se pueden considerar la precariedad del trabajo en las industrias culturales y creativas (Watson, 2013; Hracs & Leslie, 2014; Avdikos & Kalogeresis, 2017; Barratt et al., 2020), las condiciones laborales de las trabajadoras migrantes en Europa (Dyer et al., 2011; McIlwaine, 2020), la salud y la seguridad de los trabajadores manuales (Prentice et al., 2018) o el capitalismo de plataforma (van Doorn & Badger, 2020). A pesar de la diversidad temática, la coherencia respecto a los principios que señala Herod permiten el diálogo entre investigaciones.

Ha habido investigadores españoles que han entrado en contacto con esta literatura. El principal exponente es Ernest Cañada, cuya labor analizando la precariedad de las trabajadoras en el sector turístico ha sido reseñada en el anterior apartado. Algo que caracteriza la práctica de este investigador es la participación en redes internacionales de investigación. Por ejemplo, mantiene relación con un grupo de geógrafos griegos que analizan las condiciones laborales en el turismo y otros sectores de trabajo urbano (Ioannides & Zampoukos, 2018; Zampoukos, 2022; Gourzis et al., 2019, 2022).

Otro investigador que recientemente ha publicado en este campo es Beltrán Roca (2020; junto con Morales-Muñoz, 2022). Se trata de un profesor de sociología de la Universidad de Cádiz con una reconocida trayectoria sobre la espacialidad de los movimientos sociales (Roca & Díaz-Parra, 2021). Su enfoque transdisciplinar, entre la sociología y la antropología, entra en diálogo con una línea presente en la geografía española sobre el análisis de las clases sociales desde una perspectiva espacial o territorial (Rubiales-Pérez, 2020; Jover & Díaz-Parra, 2022).

En Roca & Díaz-Parra (2021) se ofrece una revisión de la relación teórica entre la sociología del trabajo y de los movimientos sociales y la labor geography, que tentativamente se propone traducir aquí como geografía laboral.[14] Hasta donde se ha podido averiguar, son los primeros autores españoles en plantear esta relación de manera explícita. Específicamente, la relación teórica entre sociología del trabajo y geografía laboral viene de la comprensión de cómo los trabajadores adaptan sus escalas de actuación para hacer frente a las reestructuraciones del capitalismo. Existe una herramienta analítica específica que proviene de los estudios sociales críticos: el territory, place, scale and network framework (TPSN) de Bob Jessop et al. (2008), que trata de captar la naturaleza multidimensional de las relaciones socioespaciales.

La mayoría de los trabajos que citan tienen una escala de análisis urbana. Y ello parece ser una postura teórico-metodológica de los estudios laborales críticos, porque su cometido es sobre todo estudiar y dar visibilidad a las estrategias de resistencia de las comunidades de trabajadores que aparecen en lugares concretos. Otra idea fuerte es que la precarización de las condiciones de trabajo tiene que ver con la derrota del movimiento obrero en los años 1970, en los que la lucha hegemónica pasó de la esfera de la producción a la reproducción, con una dimensión más territorial: el lugar y las redes de las personas, el barrio; lo que en la literatura anglosajona se conoce como community unionism (Tufts, 1998). Los autores concluyen afirmando que para entender los procesos en los que están inmersas las comunidades en lucha es necesaria una concepción compleja del espacio. Eso es algo que en sociología del trabajo ya se está poniendo en práctica, en diálogo con la geografía.

Desde un punto de vista empírico, Roca ha estudiado el activismo laboral, entendido como las estrategias no convencionales de organización de los trabajadores. El texto más reciente es Morales-Muñoz & Roca (2022). En este artículo, los autores analizan los cambios en la organización espacial de los trabajadores a partir de la expansión del capitalismo de plataforma. Se trata de un estudio comparado entre España y Chile, del que se sacan datos primarios a escala urbana. No obstante, también hay referencias nacionales, porque la estrategia de los trabajadores suele consistir en organizarse para lograr reconocimientos, derechos y libertades a través de la regulación a escala estatal-nacional.

El enfoque metodológico es etnográfico, y ello supone una novedad en los estudios reseñados hasta aquí. A pesar de que en geografía ha habido muchos trabajos que han utilizado diversas técnicas de investigación cualitativa, su integración holística propia de la antropología no es muy recurrente y tiene un gran potencial de aplicación a los procesos socioespaciales. Los casos que tratan los autores son los conductores de Uber en Chile y los repartidores de Glovo en España, y los estudian desde la observación participante e inmersos en la teoría acerca de la geografía laboral reseñada en los anteriores párrafos.

El principal hallazgo, en línea con la literatura internacional acerca del trabajo en el capitalismo de plataforma, es que los trabajadores utilizan las redes sociales virtuales para organizarse espacialmente. Los focos suelen estar en las grandes ciudades y después los acuerdos se expanden hacia otros territorios nacionales. A menudo estas organizaciones consiguen crear alianzas internacionales, también. Los trabajadores responden a la nueva lógica espacial impuesta por el capitalismo de plataforma de forma multiescalar, influenciada por sus imaginarios y su contexto político-institucional.

Otro ejemplo de este tipo de investigaciones en España es el artículo de Fernández-Trujillo & Gil (2021), cuya perspectiva parte de las ciencias políticas. Estudian las plataformas digitales como exponente del tipo de trabajo que extiende el neoliberalismo en su etapa post-2008. La tesis es que se trata de una vuelta de tuerca a la precarización de las condiciones laborales: la plataformización de los procesos productivos sería una forma de incrementar el grado de explotación del trabajo por el capital, porque las personas que tienen este tipo de empleos se alejan todavía más de las garantías del empleo tipo según la OIT de lo que lo están las que poseen contratos temporales y/o a tiempo parcial.

Su escala de análisis es nacional, a partir de casos de estudio en algunas de las principales áreas urbanas de España (y también alguna en Estados Unidos): Madrid, Barcelona, Sevilla, Bilbao, Cádiz, Valencia, Nueva York y San Francisco. Realizan entrevistas semi-estructuradas a anfitriones de Airbnb y a repartidores de Glovo, Uber Eats y Stuart. El marco teórico está centrado en los autores que han conceptualizado el capitalismo de plataforma, como Nick Srnicek (2016), entre los que también se encuentran geógrafos, como Mark Graham (2020).

En sus resultados, explican que este tipo de trabajo está invisibilizado porque surge en la esfera de la reproducción y adquiere forma de empleo cuando aparece la oportunidad en plataformas como Airbnb, a pesar de que no suele quedar regulado a través de los procedimientos habituales. Específicamente sobre el reparto, indican los mecanismos de control, disciplina y vigilancia a los que están sometidos los trabajadores, que aceptan trabajar en estas condiciones porque a menudo es la única forma de acceso al mercado laboral.

En resumen, recientemente se ha formado en España un cuerpo teórico y empírico bajo una perspectiva que se relaciona directamente con la geografía laboral anglosajona. La transdisciplinariedad es uno de sus puntos fuertes y el trabajo en el capitalismo de plataforma a escala urbana comparada la temática más estudiada. La integración de enfoques metodológicos cualitativos, como la etnografía, poco presente en la geografía española, gana protagonismo. Paradójicamente, la presencia de geógrafos en estas investigaciones es casi inexistente, así que el potencial de desarrollo es elevado.

6. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

El objetivo de este artículo ha sido mostrar el grado de desarrollo del estudio de las condiciones de trabajo de la población en la geografía española. A partir de la clasificación de las fuentes secundarias encontradas en tres grandes grupos se ha perseguido mostrar las continuidades y discontinuidades de las redes de investigadores, grupos y proyectos. Ello ha puesto de manifiesto la existencia, y en algunos casos la inexistencia, de algunas agendas de investigación.[15]

En este sentido, la línea más trabajada en la geografía española es la que se aborda en el apartado 3, el mercado de trabajo primario, que puede ser asimilada a la conceptualización que hace Herod de la geography of labor (1997). En este artículo se propone traducirla para el ámbito español como geografía del empleo, siguiendo la denominación que utiliza uno de sus principales autores (Méndez, 2002, p. 2). El grupo de la Universidad Complutense de Madrid, que actualmente lidera Simón Sánchez-Moral, ha sido el más activo (Sánchez-Moral et al. 2008, 2014, 2018), con aportaciones destacadas de otros grupos como el de Sevilla (Méndez & Caravaca, 1997; González-Romero et al., 2015) o el de Valencia (Albertos, 2021).

Estos investigadores están interesados en mostrar las relaciones entre mercado de trabajo y desarrollo territorial, y en especial el papel que juega la atracción de empleos cualificados como motor de las economías locales. Una de las temáticas más recientes ha girado en torno a la concentración espacial de los trabajadores creativos y, en cuanto a sus condiciones laborales, ha existido un debate sobre la existencia o no de la precarización del talento (Sánchez-Moral et al. 2014; Albertos, 2021). El diálogo con otros grupos de geografía interesados en cuestiones similares ha sido escaso. Incluso se considera que el debate interdisciplinar, sobre todo con economistas regionales y urbanos, ha sido limitado (Valdivia & Cuadrado, 2017). No se ha encontrado relación con el grupo de economistas y sociólogos liderado por Montserrat Pareja-Eastaway (2008), con quien comparten un marco teórico-metodológico y unos casos de estudio similares.

Los enfoques alternativos, desde la geografía social y la geografía del género (Bel, 1992; Baylina, 1994), han aportado ideas interesantes. Han mostrado otras formas de interpretar la segmentación del mercado de trabajo desde un punto de vista territorial, centrándose en el mercado de trabajo secundario. Han demostrado que los ejes de edad, género y nacionalidad son importantes para definir las experiencias de las personas que entran en el mercado laboral (Monllor & Gómez, 2002; Cañada, 2018). Y sobre todo para entender por qué algunas de ellas nunca consiguen establecerse en el mercado de trabajo primario a pesar de tener planes a medio y largo plazo en este sentido (Vidal & Vono, 2011).

No obstante estas cruciales aportaciones, el flujo de investigaciones no ha sido constante en el tiempo ni ha tenido una coherencia respecto a un marco teórico-metodológico como para establecer en España algo parecido a la labor geography propuesta por Herod (1997) o cualquier otra agenda de investigación. Ante esta situación, y observando la capacidad que tienen los enfoques de la geografía crítica para conectar con los problemas de las clases trabajadoras, englobados en el concepto de precariedad laboral (Strauss, 2018), se postula la necesidad de establecer esta agenda de investigación en el ámbito español.[16]

Se han encontrado algunas investigaciones que sientan un precedente. Las que más dialogan con los enfoques de la geografía son las de Ernest Cañada (2015, 2018) y Beltrán Roca (2020, junto con Morales-Muñoz, 2022) porque hacen análisis explícitamente socio-espaciales. Además, están conectadas con la literatura internacional acerca de la geografía laboral, así que comparten unas premisas teóricas basadas en analizar la sociedad a partir del punto de vista de los trabajadores y las trabajadoras, de sus discursos y de sus prácticas. Tal vez lo que queda es compartir una línea de investigación que marque los temas a tratar en el ámbito español en los próximos años.

Financiación

El autor de este artículo es beneficiario de una Ayuda para la recualificación del sistema universitario español para 2021-2023, modalidad Margarita Salas, en la Universitat de Barcelona. La presente investigación forma parte del proyecto PID2021-122890OB-I00 financiado por MCIN/AEI/10.13039/501100011033/FEDER, UE.

Declaración responsable y conflicto de intereses

El autor se compromete a comunicar cualquier conflicto de intereses existente o potencial con relación a la publicación de su artículo.

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[1] En la última década, los países del este de Europa, que tienen los valores más bajos, han tenido los mayores incrementos y la tendencia es hacia la convergencia con los países del sur. No obstante, estos últimos, que experimentaron ese incremento con anterioridad, están estancados y no consiguen converger con los valores de los países del norte y oeste del continente. Ver European Commission, Eurostat (2022, p. 132).

[2] Este hecho es representativo del limitado desarrollo de la agenda de investigación sobre precariedad laboral en la geografía española. Asimismo, puede haber constituido una limitación del análisis, ya que la mayoría de las aportaciones en el ámbito español que se citan en este trabajo provienen de otras agendas de investigación, como las migraciones, los salarios o la movilidad diaria al trabajo. Para no dejar fuera ninguna aportación relevante, los términos de búsqueda en las bases de datos de las revistas españolas de geografía fueron más generales, volviendo al concepto original: condiciones de trabajo o laborales.

[3] El trabajo en estas obras es entendido como un recurso o un costo, es decir, desde un punto de vista eminentemente empresarial. Los autores estaban interesados en comprender las estrategias de los agentes de poder (Sánchez, 1985), considerados los únicos capaces o, por lo menos, los mejor situados para sacar al país de la crisis económica en la que se encontraba.

[4] La misma categoría división espacial del trabajo proviene de una obra de Doreen Massey (1984), que es una de las bases teóricas a partir de las cuales se ha desarrollado la geografía económica heterodoxa en el ámbito anglosajón, incluyendo los estudios centrados en los procesos laborales.

[5] Cabe señalar que en el artículo se citan, aunque no se desarrollan, las obras de dos de los principales contribuidores a la labor geography anglosajona (Herod, 1997; Castree, 2007). Se trata de una perspectiva teórico-metodológica que tiene un planteamiento muy distinto al que se muestra aquí, ya que en ella el trabajo no es función de ningún otro factor sino el foco principal de análisis y, además, no se concibe de una forma abstracta o estructural sino concreta: lo que interesa es conocer las prácticas de las clases trabajadoras. El apartado 5 de este artículo se dedica a explicar este enfoque de forma más extensa.

[6] El lugar de enunciación (Ribeiro, 2020) de los trabajadores y las trabajadoras, protagonistas de los procesos estudiados, seguía sin estar presente en las obras de los autores interesados en el mercado de trabajo como observatorio de la geografía económica del capitalismo.

[7] El mismo autor tuvo que corregir parcialmente su visión optimista sobre las industrias y las clases creativas después de la Gran Recesión (Florida, 2017).

[8] Este concepto está sacado del marco analítico de uno de los principales teóricos en este ámbito: Allen J. Scott (2006).

[9] A partir de Joan-Eugeni Sánchez se entiende que esta perspectiva analítica centrada exclusivamente en los problemas del ámbito estatal tiene en realidad una nula noción de lo público o lo colectivo, ya que en un contexto neoliberal en el que el estado es cooptado por la mentalidad empresarial, estado y empresa tienen sus intereses alineados aunque los discursos indiquen lo contrario: “Debe quedar claro que el Estado no es un agente más, o un agente neutro, sino que, de hecho, es el gestor delegado de la sociedad global que debe posibilitar la reproducción de las relaciones sociales y de poder, con lo que no debe entrar en contradicción con la lógica de las relaciones sociales propias del modo de producción dominante, aun cuando a veces deba actuar entrando en conflicto con dichos agentes, pero con el objetivo final de asegurar su reproducción. Una organización social fuerte es la que mejor esconde la relación de subordinación del Estado al bloque dominante, y los hace aparecer como dos instancias distintas, en la que el Estado representa el papel de instancia superior” (Sánchez, 1991, p. 166-167).

[10] Esta profesora de la Universidad de Murcia fue una de las impulsoras en España de la geografía social (Bel, 1993). Ello es bastante desconocido por la comunidad geográfica española, ya que a pesar del impulso de esta autora, y de otras como Carmen Egea de la Universidad de Granada, la geografía social ha tenido una institucionalización bastante débil en el país, sin apenas grupos de trabajo que hayan mantenido una agenda de investigación sostenidamente en el tiempo.

[11] Aparentemente, no existe conexión entre el marco teórico de estas autoras y el del artículo de Mireia Baylina (1994), escrito casi veinte años antes en el seno del mismo grupo de investigación. De haber sido así, tal vez las autoras hubieran aprovechado el trabajo de geógrafas especializadas en lo laboral desde una perspectiva feminista, como Dyer, McDowell & Batnitzky (2011), que han tratado cuestiones muy similares.

[12] En este sentido, los trabajos sobre reproducción social de Sánchez & Aguilar (2016) y Martín et al. (2020) se relacionan estrechamente con lo que plantea Cañada desde un punto de vista más geográfico.

[13] Donald Mitchell, otro de los doctorandos de Neil Smith en esa época, explica la construcción de este proyecto político-intelectual, que no ha estado exento de divergencias. En este sentido, Mitchell se autoasigna a una corriente denominada working-class geographies (Mitchell, 2005, p. 92). Los artículos de revisión de Kendra Strauss también sirven para comprender la evolución de las diversas corrientes que se relacionan entorno a la labor geography (Strauss, 2018).

[14] La traducción es compleja ya que, cuando Andrew Herod propuso el término en su artículo de 1997, tenía una carga política que es muy difícil de mantener en otro idioma. Para Herod, la geografía que había abordado la cuestión del trabajo hasta entonces no había puesto en el centro la capacidad de agencia de la clase trabajadora, con lo que la denominó geography of labor. Su argumento central en ese artículo fue que era necesario complementar esa visión con una perspectiva analítica que emanara de la misma clase trabajadora. A eso le llamó labor geography. Cuando reflexiona sobre los estudios brasileños en geografía del trabajo, el autor es consciente de que los conceptos nacen de contextos históricos y geográficos específicos y que pueden no tener sentido en otros lugares. Por esta razón, no es necesario encontrar una traducción literal para el ámbito español. No obstante, por similitud a lo que plantea Herod, se propone que los enfoques que tienen una perspectiva estructural (estatal-empresarial) pueden ser considerados geografía del empleo y los enfoques centrados en el punto de vista de las clases trabajadoras y sus estrategias de resistencia, geografía laboral.

[15] El abordaje utilizado para encontrar las referencias bibliográficas no es exhaustivo, por lo que es posible haber obviado alguna aportación relevante, sobre todo en lo que hace referencia a la literatura gris. Además, centrarse en las relaciones entre investigadores a través de las redes de artículos que se citan permite encontrar las investigaciones con más recorrido, y ello ha sido la motivación de este texto, pero el riesgo es no llegar a investigaciones puntuales con poco recorrido. En este sentido, el trabajo se podría complementar con el análisis de las redes de investigadores, congresos y seminarios que se han desarrollado en las últimas décadas en la geografía social y económica española, que a menudo generan un contenido que no acaba siendo publicado en libros ni revistas académicas. No obstante, lo sustancial en este artículo ha sido detallar las continuidades en las agendas de investigación, que pueden rastrearse en los textos que se publican.

[16] Las diferentes corrientes de la geografía crítica tienen algo que aportar en esta tarea colectiva. Así, por ejemplo, la crítica de la economía política está en disposición de denunciar la explotación del trabajo por el capital en el actual modo de producción, las geografías feministas y decoloniales pueden mostrar las intersecciones de esa opresión con las que sufren las mujeres y las personas racializadas en el ámbito del trabajo reproductivo, y la geografía humanista debe aportar reflexiones sobre lo que implica para el ser humano dedicar la mayor parte del tiempo que está despierto a trabajar.