DOI: https://dx.doi.org/10.12795/rea.2023.i45.09

Formato de cita / Citation: Nuevo-López, A. et al. (2023). Consequences and resilience of tourism to the impact of the pandemic from a local management perspective for the case of Malaga.Revista de Estudios Andaluces, (45), 167-189. https://dx.doi.org/10.12795/rea.2023.i45.09

Correspondencia autores: abraham@uma.es (Abraham Nuevo-López)

CC BY-NC-ND 4.0

Consecuencias y resiliencia del turismo ante el impacto de la pandemia desde una visión de la gestión a escala local para el caso de Málaga

Consequences and resilience of tourism to the impact of the pandemic from a local management perspective for the case of Malaga

Abraham Nuevo-López

abraham@uma.es 0000-0002-2522-1091


Universidad de Málaga. Facultad de Filosofía y Letras. Departamento de Geografía.

Boulevar Louis Pasteur s/n. 20971 Málaga, España.

Ginesa Martínez del Vas

gmvas@ucam.edu 0000-0002-2713-0636

Miguel Puig-Cabrera

mpuig@ucam.edu 0000-0003-4524-9830


Universidad Católica de Murcia (UCAM). Campus de los Jerónimos. 30107 Guadalupe (Murcia), España.

INFO ARTÍCULO

RESUMEN

Recibido: 13/07/2022

Revisado: 18/12/2022

Aceptado: 22/01/2023

PALABRAS CLAVE

COVID-19

Política turística

Gestión del turismo

Resiliencia

El presente artículo lleva a cabo una exploración acerca del impacto de la pandemia de la COVID-19 en el sector turístico de la ciudad de Málaga. El objetivo principal del estudio es analizar los efectos que ha tenido dicha pandemia, así como las respuestas que se han dado para recomponer el sistema turístico en la capital malagueña. El trabajo utiliza una metodología cualitativa y descriptiva, priorizando la búsqueda de fuentes primarias (institucionales) para medir el impacto de la pandemia sobre el turismo en Málaga. Son dos las conclusiones principales del trabajo: en primer lugar, la industria turística malagueña ha mostrado tal nivel de dinamismo y resiliencia que ello le ha permitido iniciar una recuperación lenta pero pujante del tejido productivo turístico; en segundo lugar, la actuación de las administraciones públicas se ha mostrado, en general, diligente, eficaz, rápida y flexible, si bien es todavía insuficiente el nivel de interpenetración y sinergia entre administraciones públicas, operadores turísticos y residentes.

KEYWORDS

ABSTRACT

COVID-19

Tourism policy

Tourism management

Resilience

This article explores the impact of the COVID-19 pandemic on the tourism sector in the city of Malaga. The main objective of the study is to analyse the effects that the pandemic has had, as well as the responses that have been given to rebuild the tourism system in the city of Malaga. The study uses a qualitative and descriptive methodology, prioritising the search for primary sources (institutional) to measure the impact of the pandemic on tourism in Malaga. There are two main conclusions of the study: firstly, the Malaga tourism industry has shown such a level of dynamism and resilience that it has been able to initiate a slow but vigorous recovery of the tourism productive fabric; secondly, the actions of the public administrations have generally been diligent, efficient, rapid, and flexible, although the level of interpenetration and synergy between public administrations, tourism operators and residents is still insufficient.

1. INTRODUCCIÓN

Las epidemias y pandemias, así como todo tipo de fenómenos naturales y climáticos adversos, han tenido y tienen un impacto significativo sobre la actividad económica en general y la industria turística en particular (Nicula & Onetiu, 2016). Teniendo en cuenta que el turismo tiene un profundo componente social, además de una gran relevancia desde el punto de vista puramente económico, es esperable que una pandemia como la provocada por el SARS-CoV-2 tenga un determinado efecto sobre el tejido turístico. Analizar cómo se ha traducido esto en un universo muy concreto, el del sistema turístico de la ciudad de Málaga, es el tema principal de este trabajo.

El presente trabajo puede resultar de interés por el hecho de que pretende contribuir a profundizar en el conocimiento científico acerca de los efectos de una pandemia sobre la industria del turismo; es decir, de las consecuencias que a nivel económico tiene un acontecimiento de emergencia sanitaria y social de magnitud tan elevada como una epidemia que se convierte en pandemia y que altera sensiblemente todo un sector económico y el conjunto de la sociedad. Habida cuenta del carácter estratégico que tiene el sector turístico en la economía de Málaga, las conclusiones que se extraen de la investigación presente pueden ser útiles tanto para futuros trabajos relacionados con el tema de estudio como para eventuales intervenciones de los poderes públicos cuando en el futuro puedan sobrevenir situaciones de similar naturaleza.

Desde el desarrollo del turismo como actividad de masas a escala global, difícilmente se puede encontrar un hecho que de forma tan rápida y traumática haya afectado a toda la cadena turística internacional como lo ha hecho la pandemia de la COVID-19 desde que esta se hizo mundial a partir de 2020. Segmentos enteros de la actividad turística se vieron súbitamente detenidos o semiparalizados, y las políticas de restricciones a la movilidad no han sido más que la puntilla para un sector que, sobre todo en el caso de sus actores más vulnerables, ha sufrido severos daños y se ha visto obligado a inventarse de nuevo, como atestiguó, por ejemplo, el trabajo para la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS), de Torres y Fernández (2020).

Con anterioridad, trabajos como el de Monterrubio (2010), sobre las repercusiones del virus H1N1 en la industria turística mexicana, han demostrado el efecto lesivo para el entramado turístico que pueden tener tanto las inadecuadas medidas implementadas desde los poderes públicos como la irresponsabilidad de determinados medios de comunicación al generar alarmismo de forma sensacionalista o al crear confusión entre los viajeros, lo que tiene un impacto devastador sobre los desplazamientos en general y el turismo en particular.

En la misma línea, y remontándonos más atrás en el tiempo, epidemias como la del SARS en 2003 y la del H1N1 en Hong Kong pusieron encima de la mesa la necesidad de que las autoridades competentes crearan sinergias con el sector turístico para mitigar el impacto de la crisis sanitaria (Hung et al., 2018).

Los autores que han examinado el impacto de la actual pandemia sobre la actividad turística, ya sea en escala local y regional o a nivel internacional, han puesto de relieve dos efectos estrechamente interrelacionados: la severidad en el grado de afectación de la pandemia sobre el entramado turístico, por un lado, y la lenta pero firme recomposición del sector, por otro. Es el caso de las investigaciones de Díaz (2021) y García (2021). Afectación que se ha expresado de distinta forma en función de las características de cada país y región, como ha puesto de manifiesto el estudio de Mantecón (2020).

Respecto al abordaje del problema de las necesarias medidas tendentes a la recomposición de la industria turística pospandemia, investigaciones como la de Pangestu (2021) han puesto el foco, además de en las imprescindibles medidas higiénico-sanitarias (incluyendo una mejor ventilación de los espacios), en la adaptación de los establecimientos turísticos de acuerdo con posibles restricciones de espacio que pudieran surgir. Hay que tener en cuenta que, si bien la pandemia ya está relativamente bien controlada en países occidentales como España, lo cierto es que, a fecha de octubre de 2022, aún no se ha acabado el periodo crítico, por lo que este es un asunto relevante.

Dentro de las medidas eficaces para superar los efectos perniciosos de la pandemia sobre la industria turística, trabajos como el de Romero et al. (2021) enfatizan igualmente el carácter estratégico de las acciones financieras tendentes a asegurar la viabilidad económica y la liquidez de las empresas turísticas, sobre todo de aquellas más vulnerables, como algunas pymes o grandes empresas del sector de la aviación civil, altamente dependientes del sector turístico. Asimismo, estudios como los de García (2021) y Díaz (2021) han puesto de manifiesto, entre las medidas implementadas, las guías para la reducción del contagio elaboradas por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE, 2022), cuya importancia como exponente de eficacia y seguridad institucional queda patente por el hecho de que estas guías han sentado las bases y han derivado en una certificación a nivel internacional.

Medidas todas ellas que se vinculan con las nuevas tendencias y hábitos sociales que ha generado la pandemia y que han afectado, como no podía ser de otra manera, a una actividad tan eminentemente social es el turismo. Asimismo, en línea con lo planteado por la investigación de Rondón et al. (2020), se estudia cada vez más cómo este problema, y la necesaria reinvención del turismo a que obliga, puede suponer un incentivo para hacer del turismo una industria más sostenible y eficiente desde el punto de vista ecológico, social y económico; por ejemplo, estimulando un turismo cultural, rural y de proximidad, o ajustando más la capacidad de la oferta de acuerdo con las necesidades precisas de distintos grupos y perfiles por el lado de la demanda.

En esta línea de investigación, estudios como los de Valles y Beiztegui (2021) y Prieto y Díaz (2021) ilustran la posibilidad de que el turismo andaluz se racionalice y convierta en un producto más eficiente y sostenible gracias al replanteamiento del espacio y de los flujos turísticos a que ha obligado la pandemia, incluyendo aquí la mejor organización de las redes de transporte. Tales tesis conectan directamente con las de la literatura especializada (véase Rios-Neto, 2007; Morillo, 2009; Oehmichen & París, 2010; Noemí, 2020) en lo concerniente al análisis del papel del turismo como sector dinámico y resistente a episodios críticos de distinta naturaleza, desde las crisis económicas y financieras hasta catástrofes naturales, epidemias y pandemias (Nin et al., 2020).

Atendiendo a tales antecedentes de la literatura científica especializada, cabe decir que la principal preocupación que anima esta investigación es la valoración real y empírica de los perniciosos efectos que ha provocado la pandemia del SARS-CoV-2 sobre la industria turística de la ciudad de Málaga.

En este marco se definen los objetivos principales del trabajo, que son, por tanto, analizar el impacto que ha tenido la pandemia sobre la actividad turística de la capital malagueña (en especial de sus lugares más emblemáticos y relevantes cuantitativamente), y examinar de manera crítica las respuestas empresariales-económicas, institucionales y sociales que se han articulado para recomponer el tejido turístico.

2. METODOLOGÍA

Partiendo del hecho de que la metodología del artículo es la propia de una investigación cualitativa en la que se prioriza, mediante la revisión bibliográfica sistemática, el acceso a fuentes primarias, los criterios de búsqueda de fuentes para estudiar el impacto de la pandemia han sido los dos siguientes: información que incluye evolución del comportamiento turístico antes, durante y después de la pandemia; documentos que refieran medidas turísticas pospandemia implementadas, de cara a analizar la eficacia de dichas medidas. El espacio de análisis es la ciudad de Málaga, si bien se ha considerado ofrecer una panorámica general sobre los daños que ha provocado la pandemia sobre el turismo a escala mundial y, en particular, dentro de España.

Las fuentes usadas han sido, fundamentalmente, las institucionales, para poder recopilar información y a partir de ahí extraer una serie de conclusiones sobre el impacto de la pandemia a propósito de la actividad turística malagueña. Gracias a la búsqueda que brinda una base de datos turística como DATAESTUR (2022a) se ha podido acceder a una gran cantidad de fuentes de revistas científicas especializadas en turismo. El estudio tiene, en todo caso, un alcance y universo limitado, habida cuenta de que pretende centrarse en una zona en particular que reviste sus especificidades, aunque también tiene aspectos de universalidad, como se verá, respecto a otros lugares de importancia turística en Andalucía, España y el resto del mundo.

De cara a un análisis lo más completo y pormenorizadamente posible del impacto de la pandemia sobre la actividad turística malagueña, se acomete en primer lugar un bosquejo del cuadro general, internacional y nacional, del turismo tras la pandemia, pues el establecimiento de tal marco es imprescindible para comparar los resultados de la situación y las medidas aplicadas en Málaga al calor de la pandemia de la COVID-19.

La hipótesis principal de la investigación es que la industria turística malagueña ha sufrido un fuerte shock a resultas de la acción de la pandemia, pero ha sabido aprovechar sus fortalezas previas para recomponerse y reajustar el sector a la nueva realidad, además de haber adquirido bagaje y experiencia para eventuales situaciones similares que pudieran vivirse durante los próximos lustros.

Para poder acometer el presente estudio se ha dividido la investigación en tres grandes epígrafes. En el primero de ellos se ha presentado el estado de la cuestión, así como las principales líneas de la investigación. En el segundo epígrafe se ha profundizado en el marco teórico, en los antecedentes científicos de la investigación que sientan las bases de nuestro trabajo. Por último, el tercer gran epígrafe se divide, a su vez, en dos bloques temáticos principales: por una parte, se ha hecho un sucinto repaso del impacto de la pandemia sobre el turismo a escala global, para posteriormente adentrarnos en el conjunto de la UE-27 y en particular el caso español; por otra parte, el segundo bloque profundiza en el peso específico que tiene la actividad turística en la economía malagueña, en las consecuencias económicas de la pandemia sobre la capital malagueña y en el conjunto de respuestas que se han articulado desde Málaga para reconstituir el sector turístico. El trabajo finaliza exponiendo los resultados de la investigación y contrastándolos con los resultados de investigaciones referentes al mismo o similar objeto de estudio, tras lo cual se extrae una serie de conclusiones y se presentan unas posibles líneas de investigación para estudios futuros. Por último, cabe aclarar, en cuanto al alcance del trabajo, que, aunque se tocará de modo parcial y tangencial, no es el objetivo del presente análisis examinar el impacto que tiene el turismo sobre la sociedad y el medio ambiente, sino al revés: el medio sobre el que se desarrolla el turismo y cómo este se adapta para mostrar mayor resiliencia y eficacia.

3. MARCO TEÓRICO

Los antecedentes científicos de la investigación presente se ordenan con base en dos ejes de análisis fundamentales: por un lado, el contexto de crisis sanitarias, naturales y climáticas (crisis que se han repetido periódicamente a lo largo de la historia, aunque de distinto modo en cuanto a su expansión y rapidez de propagación) y su impacto sobre la economía en general y el turismo en particular; en particular, las repercusiones específicas de las pandemias, y en especial la provocada por el virus SARS-CoV-2, en el entramado turístico, en especial en el de la ciudad de Málaga; por otro lado, las políticas públicas pospandemia aplicadas, incluyendo sus limitaciones, deficiencias y efectos, tanto positivos como negativos, sobre la reconstrucción del turismo malagueño con posterioridad a la pandemia. Las bases teóricas para el trabajo de investigación que aquí se presenta parten de una triple premisa: el tejido turístico es indisociable del orden social y natural en que se inserta; el turismo ha vivido en su historia reciente una serie de episodios críticos que coinciden, pero también difieren, con el actual en cuanto a su grado de afectación; por último, son muchas las medidas que la industria puede tomar, pero siempre en colaboración estrecha con las autoridades competentes y poniendo la vista no solo en mitigar o solucionar los problemas ocasionados por la pandemia, sino también en regenerar el entero sector para dotarle de mayor eficiencia, sostenibilidad, flexibilidad y resiliencia.

En cuanto al primero de los ejes de análisis, la actividad turística se mueve en un entorno muy inestable y altamente dependiente de todo tipo de sacudidas de orden ecológico y sociopolítico, desde catástrofes naturales a inesperados atentados terroristas (Nicula & Onetiu, 2016). Incluso en periodos de relativa estabilidad social y ambiental, factores como el clima son determinantes para el desarrollo del turismo (así como este, en un circuito de retroalimentación, tiene un determinado impacto o externalidad, que en algunos casos es negativa, sobre el medio ambiente y la sociedad); de hecho, el clima se configura como uno de los elementos más importantes en lo tocante a las preferencias de los turistas (Moreno, 2010; Pérez-Juan et al., 2022).

En especial, la demanda turística es altamente sensible y dependiente tanto del actual cambio climático (Ivanova, 2013; BBVA Communications, 2022) como de las crisis sanitarias y epidemiológicas. Así, ya con anterioridad a la pandemia provocada por el SARS-CoV-2, como con el SARS o el virus del ébola (McKercher & Chon, 2004; Novelli et al., 2018), así como a toda una serie de epidemias y pandemias víricas o bacteriológicas que han afectado y siguen afectando de manera significativa a la industria del turismo, tal y como se expone en la revisión sistemática de Nuevo y Martínez (2021a). De hecho, la industria turística global ya ha tenido que hacer frente, antes de la irrupción de la pandemia de la COVID-19, a amenazas de tipo biológico o vírico, como sucedió con la epidemia originada por el virus H1N1 en diversos países o, anteriormente, con el virus del SARS en 2003 (Monterrubio, 2010; Hung et al., 2018). En cuanto a la pandemia de la COVID-19, los principales efectos sobre la actividad turística se dividen en dos grupos: efectos puramente sociosanitarios y demográficos (tasas de infección y contagio, tasas de hospitalización, mortalidad, etc.), y efectos económico-sociales, en particular sobre la actividad turística, que son los que forman parte del interés y alcance de este trabajo. Los trabajos consultados (véanse Díaz, 2021 y García, 2021) ponen en evidencia que los daños económicos provocados por la pandemia sobre la actividad turística han sido graves o severos, si bien, igualmente, se constata que la recuperación, a distinto ritmo según el país o región, se ha iniciado de manera progresiva pero firme. Ahora bien, la pandemia no solo ha afectado gravemente al turismo, sino que, en línea con lo apuntado más arriba a propósito de las preferencias turísticas, ha provocado cambios sensibles en la oferta y la demanda de modalidades específicas de turismo, como lo muestra el caso de estudio de Jordán (2022) acerca del turismo gastronómico en la ciudad de Madrid.

Por último, a propósito del segundo eje de análisis (políticas públicas pospandemia aplicadas, con sus limitaciones, deficiencias y efectos, tanto positivos como negativos, sobre la reconstrucción del turismo posterior a la pandemia, pero, sobre todo, las pruebas o indicios que apunten hacia la rearticulación del sector turístico gracias a la implementación de tales medidas), uno de los fundamentos de los que se parte es de la errónea asunción, por parte de los agentes implicados en el turismo, de que este es capaz por sí mismo de recomponerse cada vez que sucede una crisis sanitaria y social como la provocada por una pandemia como la del SARS-CoV-2, aunque la realidad dista mucho de ser así (Nicula & Onetiu, 2016). De hecho, en el contexto de la Unión Europea, las tardías e insuficientes medidas fiscales tomadas por las autoridades comunitarias ocasionaron que las ya de por sí negativas consecuencias de la pandemia sobre el turismo se acentuaran todavía más, a lo que hay que agregar el riesgo grave de que las actuaciones públicas puedan comprometer aún más la viabilidad financiera de empresas turísticas más vulnerables, sobre todo pymes (Torres & Fernández, 2020; Romero et al., 2021). La literatura científica ha expuesto a este respecto (Monterrubio, 2010) cómo las decisiones gubernamentales tomadas tras el estallido de la epidemia de N1H1 en México provocaron un agravamiento de las condiciones en que operaba el turismo en ese país. El estudio de Monterrubio (2010), así como el de Mantecón (2020), también evidencian un hecho que se verá en nuestra investigación: cómo un mismo virus puede provocar efectos muy diversos sobre el turismo en función del país y del modelo de turismo que exista en tal país. Se evidencia en este sentido que, en general, el impacto de la crisis es mayor en los países que tienen un turismo menos flexible, ágil y diversificado, razón por la cual sus industrias turísticas están menos capacitadas para afrontar los graves perjuicios y alteraciones que ocasionan tanto la pandemia en sí como las necesarias medidas higiénico-sanitarias a nivel público.

Sin embargo, y esto es lo más relevante teniendo en cuenta los dos objetivos principales de la presente investigación, la literatura especializada publicada más recientemente ha puesto en evidencia, para el caso español, de qué manera las medidas aplicadas para recomponer el sector durante y tras la pandemia, partiendo de principios como la cooperación y colaboración entre empresas y administraciones públicas o la gobernanza turística, han demostrado un alto grado de eficacia a partir de un criterio básico: la generación, con posterioridad a la aplicación de las medidas, de estándares renovados para destinos turísticos seguros (Sánchez & Babinger, 2022). Este elemento, además, tiene la virtud de servir a largo plazo para las empresas turísticas, incluso en un nuevo entorno donde la pandemia esté definitivamente ausente, o en previsión de epidemias y pandemias futuras. Asimismo, investigaciones como la de Ortega et al. (2022) extraen la conclusión de que es necesario apostar por el turismo nacional y por potenciar aquellos tipos de destinos que han mostrado un mayor grado de resiliencia frente al impacto debida a la pandemia, resultados que coinciden con otro reciente estudio (Benítez, 2022a), en el que se expone el nivel de resiliencia alcanzado por la industria turística de la ciudad de Málaga en el marco del protagonismo inusitado adoptado por el turismo nacional durante los momentos más lesivos de la pandemia.

4. RESULTADOS

4.1. Turismo y COVID-19: el daño al sector turístico

Una de las premisas constatadas de las que parte la presente investigación tiene que ver con el hecho de que el trauma pandémico afectó por igual a todo el sistema turístico global, si bien hubo zonas que resistieron mejor el golpe. En todo caso, la totalidad de la industria del turismo y sus sectores auxiliares se vieron golpeados con una dureza solo superable por situaciones de guerra o colapso económico. Por ello, interesa analizar, en primer lugar, cómo afectó, con cifras reales, la pandemia a la actividad turística internacional, para a partir mostrar una serie de hechos extraídos del análisis cualitativo del fenómeno. Si bien el presente trabajo se centra en una realidad espacial particular y local, la capital malagueña, se considera indispensable bosquejar un cuadro general, internacional y nacional, a propósito de cómo la pandemia provocó un impacto considerable sobre la economía y en especial la industria turística del mundo, Europa y España, y cómo ello terminó sacudiendo igualmente al sector turístico de la capital malagueña.

4.1.1. El impacto de la pandemia en la actividad turística mundial

A mediados de 2020, concretamente en mayo del mismo año, la Organización Mundial del Turismo (OMT) hizo público en diversos idiomas un resumen ejecutivo que mostraba el formidable impacto que había provocado en ese momento la pandemia en el tejido turístico. Las declaraciones y cifras hablan por sí solas: en primer lugar, la OMT (2020) hablaba de una emergencia sanitaria, social y económica sin precedentes que había asestado un golpe, también sin precedentes, a todo el sector; hasta mayo de 2020, se contabilizó un descenso de la actividad del 22 % durante el primer trimestre (concretamente, una disminución de las llegadas que alcanzó en marzo de 2020 el 57 %, esto es, una reducción de 67 millones de llegadas de turistas internacionales, el equivalente a en torno a 80 000 millones de dólares norteamericanos en ingresos); también se estimaba la pérdida de puestos de trabajo en 100-120 millones en todo el mundo. En el ejercicio siguiente, 2021, la actividad turística mundial consiguió recuperarse en cierta medida, logrando crecer un 4 % respecto a 2020; aun así, dada la caída de 2020, el crecimiento del sector se situaba todavía por debajo de los niveles previos a la pandemia del SARS-CoV-2; no en vano, en 2021 las llegadas de turistas se mantuvieron un 72 % por debajo de los niveles prepandémicos (OMT, 2022).

Por continentes y regiones, la disminución de la actividad turística en 2021 quedó distribuida tal y como se muestra en la figura 1.

Figura 1. Llegadas de turistas internacionales en 2021 (porcentaje de disminución respecto a 2019 y 2020). Fuente: OMT (2022).

Como se puede constatar en la figura 1, la mayor caída del ejercicio de 2021 tuvo lugar en la región de Asia-Pacífico; en esta región del mundo, de hecho, se superó en 22 puntos porcentuales la caída de la actividad a nivel global, que alcanzó el 72 %. Asimismo, se constata que tanto Asia-Pacífico como el Oriente Medio empeoraron sus registros turísticos en 2021, mientras que el resto de las regiones mejoraron, aunque no de forma notable (por ejemplo, Europa evolucionó del -68 % al -63 %, si bien fue el continente americano, en especial la subregión caribeña, el que protagonizó una menor disminución de la actividad turística).

Así pues, tal como se observa en la figura 1, en el caso de Europa, el continente que más interesa por ser este donde se inserta, al nivel superior y de manera directa, el espacio de análisis de la investigación (la ciudad de Málaga), la actividad turística, en lo que concierne al flujo de turistas internacionales, se comportó mejor que el resto de regiones del planeta (salvo en el caso del continente americano), lo que requeriría un análisis particular de cara a explicar tal fenómeno, si bien se podría apuntar a la mayor solidez previa de los mercados turísticos europeos, a la diversificación de la oferta turística y a la eventual eficacia de las medidas adoptadas para paliar el impacto de la pandemia sobre el tejido turístico europeo (eficacia que, para el caso español, ha quedado suficientemente acreditada, como expone la reciente investigación de Sánchez & Babinger, 2022).

En cualquier caso, tal y como muestra la figura 2, se espera que la recuperación turística en Europa sea más tardía, si bien, igualmente, más sólida que en otros continentes y regiones del globo, siendo tan solo superada por Asia-Pacífico en lo que respecta a la proyección para 2024 (OMT, 2022). Esta previsión de la OMT (2022) puede reforzar la hipótesis apuntada más arriba sobre la mayor resistencia del espacio turístico europeo para superar los obstáculos puestos por la pandemia, durante y después.

Otra variable clave para medir el impacto de la pandemia de la COVID-19 sobre el turismo global, el gasto turístico, mejoró de forma relativamente notable en 2021, pasando de 1,6 a 1,9 billones anuales de dólares norteamericanos, pero esta cifra se encontró muy por debajo del valor anual previo a la pandemia: 3,5 billones (OMT, 2022), por lo que hasta el presente año (2022) la actividad turística mundial aún no ha logrado recuperarse totalmente. Ello pone encima de la mesa el hecho de que el camino de la recuperación será lento y costoso.

En cualquier caso, el informe del Grupo de Expertos de la OMT (2022) señala, respecto a los análisis prospectivos para la actividad turística durante el ejercicio de 2022, que una gran cantidad de expertos (el 61 %) observa mejores perspectivas para el tejido turístico que en 2021, pero el porcentaje baja al 58 % cuando se plantea el repunte real de la actividad para 2022. De hecho, el estudio citado del Grupo de Expertos de la OMT (2022) vaticina que solo a partir de 2024 se logrará alcanzar el nivel de actividad turística previo a la pandemia, esto es, anterior a 2020. Los resultados, de todos modos, difieren en función de cada continente o región, tal y como ejemplifica la figura 2.

Figura 2. Año de expectativa de recuperación del turismo a niveles prepandémicos por continente/región. Fuente: OMT (2022).

Así pues, la pandemia ha supuesto un daño sin precedentes en la industria turística internacional, pese a lo cual el sector ha mostrado, como se verá, una gran capacidad de resiliencia y readaptación. Algo que se ha debido, fundamentalmente, a la eficacia de las medidas aplicadas desde instancias público-privadas, en concordancia con lo demostrado por investigaciones como las de Sánchez y Babinger (2022).

4.1.2. El turismo de la UE y el SARS-CoV-2
4.1.2.1. Panorámica general

Se ha visto en el anterior epígrafe que Europa fue, después de América, el continente que mejor resistió el tsunami pandémico en 2021, en especial la Europa mediterránea meridional y, en menor medida, Europa central y oriental (OMT, 2022). Las diferentes tipologías turísticas y la heterogeneidad del tejido turístico de la UE han determinado que las consecuencias negativas de la COVID-19 sobre la actividad turística hayan variado sensiblemente de un país a otro. Así, muy distinto ha sido el nivel de afectación en Noruega comparado con España, o en Italia en comparación con Portugal, o dentro de la propia España por comunidades autónomas, como se verá (Mantecón, 2020), e incluso, dentro de cada comunidad autónoma, un municipio respecto a otro, como lo muestra el caso de Málaga.

A grandes rasgos, la evolución del comportamiento del sector turístico en la UE ha estado sujeta al ritmo con que se han ido suavizando las medidas de restricción impuestas para detener el avance de la pandemia. Según datos de Eurostat recopilados por HOSTELTUR (2021), en todo 2020, el número de pernoctaciones turísticas en la UE disminuyó un 52 % respecto a 2019; es decir, se pasó de los 3.000 millones de pernoctaciones de 2019 a menos de 1.500 millones en 2020. A ello hay que sumar el hecho de que la habitual estacionalidad se vio potenciada por la pandemia, de tal modo que el 42 % de las pernoctaciones se concentraron durante los meses de julio y agosto (mientras que en 2019 no superaron el 32 %, es decir, diez puntos porcentuales menos que en 2020). Si se compara el peor mes de 2020, abril, con abril de 2019, se constata que las pernoctaciones se hundieron un 89 %, mientras que entre enero y agosto la caída en relación con 2019 fue del 50 % (HOSTELTUR, 2021). Estos datos muestran la magnitud del daño ocasionado, pues, salvo en contextos de guerra y de colapso económico, ninguna economía nacional ni sector en particular suele ver descendida su actividad en niveles tan altos como los presentados aquí. A este respecto, la figura 3 ilustra a la perfección la magnitud de la crisis que vivió el sector turístico de la UE durante el ejercicio de 2020.

Figura 3. Evolución de las pernoctaciones en la UE desde 2005 hasta 2020. Fuente: Eurostat, a partir de HOSTELTUR (2021).

Tal y como se corrobora en la figura 3, tanto la variable de pernoctaciones de no residentes, sobre todo, como también de pernoctaciones de residentes y totales, sufrieron una caída considerable durante 2020 como consecuencia de las medidas contundentes tomadas por las administraciones públicas para hacer frente a la pandemia, lo que incluyó el cese de actividad total o parcial de muchas empresas turísticas y toda una serie de restricciones al consumo en multitud de establecimientos turísticos, tanto para residentes como para no residentes. En síntesis, el escenario en el conjunto de la UE ha sido devastador para el sector, sobre todo a partir de marzo y abril de 2020. Una caída que se dimensiona aún mejor si se tiene en cuenta cómo durante enero y febrero de 2020 se concentró el 20 % de las pernoctaciones de todo el año en territorio comunitario, cuando el ejercicio anterior esos dos meses solo representaron un 9 % de todo el año (HOSTELTUR, 2021).

Interesa ver ahora el comportamiento que registró el turismo español, tanto las similitudes con el conjunto del turismo comunitario como las diferencias en lo concerniente a la influencia de la pandemia de la COVID-19 sobre un sector vital para la economía de España.

4.1.2.2. El caso de España y Andalucía

La actividad turística constituye un sector esencial para la economía española. En efecto, el tejido turístico contribuye de una manera notable tanto a la generación de empleo, directo e indirecto, como al volumen total del PIB. Como muestra del fortísimo impacto de la pandemia sobre la industria turística española, repárese en que, en 2020, el turismo en España únicamente contribuye un 5,5 % al PIB nacional (HOSTELTUR, 2022), magnitud que contrasta sensiblemente con los niveles de participación turística al PIB nacional previos a la pandemia del SARS-CoV-2: 9,97 % para 2015, 10,25 % para 2016, 10,77 % para 2017, 10,29 % para 2018 y 11,09 % para 2019 (INE, 2021). Como se puede observar, el mejor año de toda la serie, 2019 (que, salvo en 2018, evolucionó de forma progresivamente positiva), superó en 5,59 puntos porcentuales la magnitud registrada en 2020.

Ello demuestra que en economías como la española el tejido turístico ha ido teniendo un protagonismo cada vez mayor en lo relativo a su contribución al PIB total. Una tendencia que la pandemia no ha invertido, sino, en todo caso, frenado durante los momentos más críticos para la industria turística española (desde marzo de 2020 hasta el comienzo de la temporada estival de 2021, aproximadamente). De hecho, en 2021, según datos proporcionados por el INE, el porcentaje de participación del sector turístico a la economía española subió casi dos puntos respecto a 2020, situándose en el 7,4 %, y, aunque aún no existen datos para 2022 (a fecha de diciembre de dicho año), la previsión de Exceltur (2022) estima que el PIB turístico de 2022 se situará muy cerca del PIB turístico de 2019, esto es, de los niveles prepandémicos.

En términos de empleo, el sector turístico español también ha contribuido de manera destacada a la generación de puestos de trabajo en los niveles prepandémicos, tal y como expone la tabla 1, lo cual, teniendo en cuenta que en 2020 la cifra de empleo turístico en España fue de 2.235.000,8, demuestra el golpe contundente que ha supuesto la pandemia sobre el sector, también en lo tocante al empleo.

Tabla 1. Contribución del turismo al volumen total de empleo (2015-2019).

Año

Puestos de trabajo turísticos

2015

2.324.100

2016

2.421.500

2017

2.541.900

2018

2.604.899

2019

2.680.500

Fuente: Elaboración propia a partir del INE (2021).

Si se analizan los movimientos turísticos en fronteras, se observa que España recibió en diciembre de 2021 más de 2,9 millones de turistas internacionales, frente a los 648.989 de diciembre de 2020; en todo el año 2021, España recibió 31,1 millones de visitantes, un 64,4 % más que en 2020, aunque un 62,7 % inferior al año 2019 (INE, 2022c). Por subsectores o tipos de establecimientos turísticos, datos aportados recientemente hasta el ejercicio de 2021 (vid. Benítez, 2022b) muestran que, dentro del sector turístico de España, han sido los apartamentos turísticos y los hoteles los que más se han visto golpeados por la bajada de la demanda turística: entre 2019 y 2021, las pernoctaciones hoteleras en España disminuyeron cerca de un 50 % y las de apartamentos turísticos bajaron un 45 %, mientras que, en contraste, alojamientos rurales del tipo de albergues, campings, casas rurales, etc., vieron reducida su actividad en mucha menor magnitud, no superando el 25 %, algo que también muestra la investigación de Ríos et al. (2022).

Una realidad que, bajo nuestro punto de vista, puede estar relacionada no solo con la diversa ubicación de los distintos tipos de alojamiento, tal y como refiere Benítez (2022b), sino también al hecho de que los turistas percibieran los alojamientos rurales más seguros y confiables. Además, ello ha supuesto —y esto es muy importante para el caso de estudio, la ciudad de Málaga— que aquellas regiones con mayor preponderancia de este tipo de establecimientos, con mayor especialización de esta clase, se hayan visto más negativamente afectadas. A este respecto, comunidades como Asturias o Cantabria se han visto menos resentidas por la pandemia que comunidades autónomas como Madrid, Baleares, Cataluña o Andalucía. Aun con todo, precisamente por ello mismo, el primer grupo de comunidades ha mostrado posteriormente, en 2021, signos de recuperación más débiles, registrando un menor aumento en el número de viajeros y pernoctaciones durante dicho en año en comparación con Baleares, Madrid o Cataluña, algo que es inseparable del hecho de que comunidades como Andalucía se contaron entre las regiones que pusieron en marcha un plan de reactivación del sector turístico, incluyendo en tal plan una serie de bonos turísticos con descuentos y promociones en diversas actividades (Ríos et al., 2022).

El impacto de la pandemia sobre el turismo en España no solo se ha manifestado atendiendo a variables como el número de visitantes o el porcentaje de participación del sector en el conjunto del PIB, sino también en la propia demanda, en los patrones de consumo y comportamientos de los visitantes; es decir, en la propia naturaleza de la actividad turística. Es esta una cuestión que ha sido reciente y profusamente analizada por De las Obras-Loscertales (2022), quien, entre otras variables, ha mostrado cómo han variado los movimientos interprovinciales de turistas, así como los intercomunitarios; en concreto, a nivel provincial, las “provincias del centro norte de España junto con algunas catalanas y de Castilla-La Mancha, se situaron en una mejor posición que la media nacional tanto en la emisión como en la recepción de turistas” (De las Obras-Loscertales, 2022, p. 28).

Todo ello en lo relativo a la realidad de toda España. En cuanto a la radiografía del turismo en Andalucía, desde el inicio, en 2013-2014, de la recuperación de la crisis financiera e inmobiliaria que sacudió con una virulencia especial tras la crisis económica del 2008, dos variables muy importantes en el sector turístico —el número total de turistas y el total de ingresos— se han comportado de forma positiva hasta la irrupción de la pandemia de la COVID-19, tal y como reflejan las figuras 4 y 5.

Figura 4. Número total de turistas en Andalucía (2008-2020). Fuente: Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local de la Junta de Andalucía (2022a).

Figura 5. Ingresos totales del sector turístico en Andalucía (2008-2020). Fuente: Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local de la Junta de Andalucía (2022a).

Tanto la figura 4 como la figura 5 muestran claramente caídas de los ingresos superiores al 50 y 60 %, lo cual, como se expuso más arriba, obliga a analizar la pandemia desde una perspectiva distinta, ya que no hay precedentes, salvo en casos de conflictos bélicos, en que en un país se haya derrumbado de tal modo la actividad turística y económica en general. Dicho lo cual, la economía andaluza produjo un valor de 11.015 millones de euros para satisfacer la demanda turística; de esos 11.015 millones, 7.356 han servido para satisfacer de forma directa necesidades de los turistas, y el resto para que las ramas de actividad que dependen del turismo pudieran abastecer toda la demanda. En la actualidad, es tal la dimensión de la industria turística en la economía de Andalucía, que, aun en periodo pandémico, tiene un efecto multiplicador de 1,5, lo que significa que, por cada 1 que consume un turista determinado, el conjunto de la economía andaluza genera un total 1,5 euros (Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local de la Junta de Andalucía, 2022a). Esta realidad demuestra dos cosas. En primer lugar, que una parte sustantiva de la economía andaluza gravita en torno al tejido turístico; en segundo lugar, y a resultas de lo anterior, que de la capacidad del sector turístico para recomponerse dependerá en gran medida la reconstrucción de la entera economía de la comunidad autónoma andaluza.

Como muestra del nivel de afectación que ha soportado el turismo andaluz como consecuencia de la crisis del coronavirus, si se compara el Anual 2019 del movimiento hotelero en Andalucía con el Anual 2020, se observa que en 2019 se alojaron 24.028.493 viajeros (de un total de 133.781.996 en toda España), es decir, el 18 % del total español, mientras que, en 2020, el peor año de toda la pandemia para la actividad turística, se alojaron 6,8 millones de viajeros, lo que supuso un -69,4 %. En cuanto al movimiento aeroportuario, variable indispensable para el análisis del turismo internacional que tiene como destino Andalucía, se constata cómo Andalucía recibió en sus aeropuertos un total de 15,3 millones de pasajeros en 2019; por el contrario, en 2020 tan solo llegaron 4 millones de personas, lo cual implicó un descenso del 73,6 % (Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local, 2022c). Tales datos confirman lo expuesto previamente: el impacto provocado por la pandemia sobre el sector turístico andaluz fue no solo significativo, sino sin precedentes en la historia del turismo en la región.

Continuando con el bosquejo de la realidad turística andaluza, previo al análisis específico del caso malagueño, según informaciones suministradas por DATAESTUR (2022b), las principales comunidades de origen en cuanto al desplazamiento de turistas en 2020 fueron, por este orden, la Comunidad de Madrid, Cataluña, Andalucía y la Comunidad Valenciana. Las cifras totales de turistas en un año y otro también son muy reveladoras. Si en 2019 Andalucía recibió un total de 32,5 millones de turistas (el mayor nivel de demanda que se ha alcanzado en toda la serie histórica), el ejercicio de 2020 se saldó con 13,3 millones de turistas, esto es, un -59 % respecto a 2019 (Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local, 2022d).

Por analizar dos segmentos turísticos lo suficientemente representativos de la variedad y heterogeneidad del turismo en la comunidad autónoma andaluza (turismo de litoral[1] y turismo cultural), en el primer caso, Andalucía recibió en 2019 18,7 millones de turistas (de ellos, 10,8 millones, es decir, el 58 %, eran de procedencia española), mientras que en 2020 solo llegaron 7,9 millones de turistas, un -59 %; en el segundo caso, la Junta de Andalucía estimó un total de 11 millones de turistas culturales para 2019, mientras que para 2020 la cifra descendió hasta los 4 millones de turistas, una disminución del 64 % (Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local, 2022e). La encuesta de gasto turístico también refleja un dato muy significativo que apunta a una tímida recuperación del sector en 2021 en comparación con 2020: si en diciembre de 2021 el gasto total de los turistas fue de 3.542 millones de euros, para el mismo mes de 2020, la cifra fue de 697 millones (INE, 2022a). En el caso de la encuesta de turismo de residentes, durante el tercer trimestre de 2021 el número de viajes de los residentes se situó en 57 millones, subiendo un 23,6 % con respecto a 2020 (INE, 2022b).

Por lo tanto, todos los datos, corroborados por recientes investigaciones, como las de Díaz (2021) y García (2021), avalan la tesis de que el nivel de afectación de la COVID-19 sobre el turismo en Andalucía ha sido muy severo, si bien se observa una tendencia hacia una lenta recuperación, que, de cualquier modo, a principios de 2020 no se había producido aún de forma completa. Para ello, el papel de las administraciones públicas de toda España ha sido esencial. Así, por ejemplo, tanto la declaración de Establecimientos certificados con Q Calidad Turística como la garantía aportada por el Safe Tourism Certified (STC) han dado seguridad y solidez a la recuperación de la actividad turística española (ICTE, 2022). Así lo demuestra igualmente la investigación de Sánchez y Babinger (2022), quienes exponen cómo la creación de un comité de seguridad y salud, el establecimiento de medidas de protección para el personal, la elaboración de un plan de contingencia, la instauración de medidas informativas para comunicar las actuaciones para llevar a cabo, etc., han permitido la progresiva rearticulación del sector turístico español.

4.2. LA PANDEMIA EN EL TURISMO DE LA CIUDAD DE MÁLAGA

4.2.1. Consecuencias de la pandemia en la industria turística malagueña

Como no podía ser de otra manera, la pandemia afectó severamente también a la fisonomía y la estructura del sector turístico malagueño. Cabe tener en cuenta, en primer lugar, siguiendo el Informe socioeconómico de la provincia de Málaga 2017/2018, elaborado por la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM, 2019)[2], la magnitud del sector turístico en el conjunto de la economía de la ciudad de Málaga, que se ha erigido como uno de los nodos más dinámicos de la economía española y, en particular, andaluza. Málaga fue la urbe que más creció en el mercado turístico andaluz, registrando 1,3 millones de viajeros alojados, más de 2,4 millones de pernoctaciones y un nivel de ocupación hotelera que alcanzó el 79 % (solo superada, dentro de toda España, por Barcelona, que alcanzó el 79,26 %). El 61 % de los turistas que Málaga registró en 2017 fueron extranjeros (CEM, 2019), dato que posteriormente, con la irrupción de la pandemia, se manifestaría con toda crudeza al reducirse considerablemente la llegada de turistas extranjeros durante 2020. Hay que decir, además, que la capital malagueña creció turísticamente más que la media de España y de Andalucía, alojando más turistas, en especial la capital, por encima de municipios malagueños como Torremolinos, Marbella y Benalmádena. De ahí que Málaga se haya “confirmado como un destino sostenible y de calidad y se [haya] marcado como estrategia imprescindible buscar nuevos nichos de mercado que permitan reforzar el crecimiento en los principales mercados emisores” (CEM, 2019, p. 40). Por último, en cuanto a segmentos turísticos, la ciudad de Málaga se ha convertido en un auténtico foco de atracción para el turismo y el capital inversor, destacándose muy especialmente el segmento del turismo de congresos.

Es un hecho conocido, y ya documentado previamente en esta investigación, que la COVID-19 ha supuesto un desconcierto considerable en la industria turística mundial, europea y española. El sector turístico malagueño no ha podido sustraerse a tales efectos, como lo demuestra el estudio sintético de Valles y Beiztegui (2021). Es pertinente analizar ahora algunas cifras de interés.

El impacto de la COVID-19 sobre el turismo malagueño también revistió, como en el resto de España, una gravedad extrema. Así, la caída de turistas durante 2020 fue de 9,5 millones de turistas. La terminal aeroportuaria de Málaga, que constituye la principal puerta de entrada del turismo de la provincia, perdió un 74 % del volumen de pasajeros con respecto a 2019 (de 20 millones de turistas en 2019 a tan solo 5 millones en 2020, un descenso devastador para la industria turística de Málaga); en particular, durante la temporada alta, la caída alcanzó el 80 % en comparación con 2019. En términos de ocupación hotelera, la reducción que tuvo lugar en 2020 llegó al 40 % respecto a 2019. No obstante, gracias a la mayor afluencia de turistas nacionales que compensaron parcialmente la bajada de turistas internacionales, el descenso no fue tan extremadamente brusco durante el verano de 2020 (Valles & Beiztegui, 2021).

En lo que respecta a la capital malagueña, por último, y a tenor de lo expuesto en el Plan de reactivación de la ciudad de Málaga. Tras el impacto del COVID-19, un documento de casi 200 páginas publicado por el consistorio malagueño en enero de 2021, el sector del turismo se ha visto enormemente impactado por la crisis del coronavirus, lo que se ha traducido en el parón obligatorio de la actividad durante varios meses, en restricciones de apertura y foro durante gran parte de los años 2020 y 2021, en limitaciones a la hora de viajar (con especial incidencia en el turismo internacional), en los cambios de hábitos de los consumidores (que suelen exigir más y desconfiar también más) y en la reducción significativa de la demanda turística. Sin embargo, lo más interesante para el presente análisis es mostrar cómo el turismo malagueño ha sido capaz de buscar fórmulas para superar la crisis y de reconfigurarse a partir de una serie de nuevas tendencias que se describirán en el siguiente epígrafe. Superación y reconfiguración que, como también se mostrará en lo que sigue, están lejos de ser completas o lo más eficaces posible, habida cuenta de algunas limitaciones a las que se apunta seguidamente.

4.2.2. Proceso de resiliencia del turismo de Málaga

El tejido turístico de Málaga, como se va a exponer a continuación, ha mostrado una rápida capacidad de respuesta para paliar los efectos de la pandemia, por un lado, y para reconstituir el sector, por otro, y ello a pesar de que estudios como el de Sánchez et al. (2021) dibujaron “una tendencia al cierre paulatino de establecimientos a medida que la paralización de la actividad turística se prolonga, lo que supone previsiones poco optimistas en el corto y medio plazo” (p. 94). Como se verá en este epígrafe, tal previsión, si bien con suficiente asiento documental y empírico, se ha demostrado incierta para el caso malagueño, algo que demuestran los datos de 2022. En el caso concreto de la ciudad de Málaga, la actuación de las administraciones públicas locales para la recuperación del sector turístico, en línea con lo expuesto y problematizado en investigaciones como la de Sánchez y Babinger (2022), se articuló sobre todo a raíz del ya citado Plan de reactivación de la ciudad de Málaga (Ayuntamiento de Málaga, 2021), si bien, en junio de 2020, se constituyó un foro temático de reactivación económica centrado en el sector turístico. El objetivo de dicho plan era “dinamizar la ciudad y transformar su tejido productivo, relanzando la economía y la actividad de la ciudad tras el impacto del COVID-19” (p. 3). La visión estratégica del plan se sustancia en dos fases: una de participación y consenso (de intercambio de propuestas y opiniones con múltiples agentes sociales y económicos), y otra de la reactivación propiamente dicha. En lo que concierne específicamente al turismo, el Plan de reactivación de la ciudad de Málaga, que se inscribe en el conjunto de medidas que la Junta de Andalucía ha adoptado desde mediados de 2020 para minimizar los efectos perniciosos de la pandemia sobre el sector turístico (a tal interés responden las Guías para la reducción del contagio por el coronavirus SARS-CoV-2 en el sector turístico y la Guía de buenas prácticas para los establecimientos y trabajadores del sector turístico, elaboradas por la Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local, 2022b), tal plan reconoce, en primer lugar, que “las actividades más perjudicadas [por efecto de la pandemia] están relacionadas con el turismo, siendo el sector que más gravemente se ha visto afectado tanto durante la primera [ola] como en la segunda ola” (Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local, 2022b, p. 22).

Entre las medidas concretas que el Plan de reactivación de la ciudad de Málaga ha contemplado y diseñado, cabe citar en especial el fomento de actividades turísticas que eviten las grandes aglomeraciones y que tengan como lugar preferente de celebración los espacios al aire libre, todo ello con la vista pues en desestacionalizar el turismo lo máximo posible. Asimismo, hay una clara apuesta por la promoción del turismo doméstico, más sostenible y más fácil de adaptar a la normativa local, autonómica y española respecto a la protección frente al SARS-CoV-2. Dicha apuesta coincide con lo formulado en el Plan Estratégico de Turismo Sostenible 2021. Para el escenario pospandémico, en el que ya se está inmerso hoy, el espíritu del Plan enfatizaba entonces la importancia de atraer igualmente el turismo internacional en todos sus segmentos, medida inescindible de la potenciación del sector cultural y del posicionamiento de la ciudad como un nodo logístico, todo ello gracias a la colaboración público-privada. Habida cuenta de que el turismo fue el sector más golpeado por la pandemia en la capital malagueña, en el Plan, realizado conjuntamente con la consultora KPMG, se puso un gran énfasis en la reactivación específica del turismo, que, como lo confirman medidas como la creación del Hub de innovación audiovisual, tiene y tendrá un papel determinante; la pretensión es lograr un turismo de alto valor añadido, en especial en la modalidad de turismo cultural, aprovechando las fuerzas y sinergias acumuladas durante y después de los momentos más duros de la pandemia para la actividad turística. El diseño del Plan ha incluido además medidas específicas como una serie de incentivos económicos al tejido turístico de proximidad mediante bonos de consumo con los cuales es posible obtener descuentos en establecimientos turísticos pertenecientes a pymes.

Además, según recoge el citado Plan (Ayuntamiento de Málaga, 2021), el Centro de Inteligencia Turística y Turismo Sostenible de Málaga (CITMA) ha dispuesto, desde el comienzo de la pandemia hasta la fecha en que se redactó este artículo, como medida concreta, la habilitación y capacitación de un equipo de expertos en estadística, minería de datos, análisis turístico, macrodatos e inteligencia de negocios para potenciar el tejido turístico como “un entorno de innovación” que pueda servir efectivamente de “laboratorio de ideas para una oferta enfocada a la cultura, el arte y la tecnología” (p. 62). Hay que tener presente que el consistorio malagueño, según ha demostrado el reciente trabajo de Espino (2022), ha mostrado un alto grado de eficacia en el conjunto de iniciativas implementadas desde el estallido de la pandemia, no solo en lo tocante al sector del turismo. Ello lo muestra el hecho, por ejemplo, de que la comunicación pública ha sido, en líneas generales, centralizada a nivel local de manera solvente y con capacidad real para persuadir al conjunto de la población sobre las medidas a tomar, algo que solo puede tener un efecto positivo sobre la industria turística, que necesita, ante todo, confianza y seguridad para la demanda. Igualmente, retornando al marco del turismo inteligente, la capital malagueña ha implantado y puesto en funcionamiento público el instrumento City Analytics, que tiene la capacidad para analizar de forma dinámica y prospectiva los hábitos de vida, de consumo y de movilidad de la ciudadanía de Málaga, incluyendo, claro está, sus muchos visitantes internacionales (Ayuntamiento de Málaga, 2021). Todas estas medidas muestran cómo, por un lado, el turismo está inserto en un determinado medio social y económico del que es parte fundamental, y, por otro lado, de qué modo la actividad turística puede a su vez potenciar avances en materia tecnológica, cultural, social, etc.

Del análisis del Plan de reactivación de la ciudad de Málaga, que ha servido en parte de base para la idea del Plan Estratégico de Turismo de la Ciudad de Málaga 2021-2024, se desprende igualmente que, junto con el turismo internacional, la acción consistorial se ha centrado en potenciar el turismo cultural (al cual se ha unido el fomento del turismo no estacional de mayor valor añadido), del que Málaga ocupa un puesto preeminente en el turismo andaluz y español. Otra intervención de gran proyección ha sido la utilización del Centro de Inteligencia Turística de Málaga (CITMA), que se ha volcado en identificar tendencias y oportunidades y en transmitir información de valor para que las empresas turísticas puedan tomar mejor sus decisiones estratégicas de cara a afrontar con mayor eficacia la situación crítica que ha vivido el sector y que aún sigue viviendo en buena medida. Además de lo anterior, la iniciativa pública de la ciudad ha lanzado campañas pioneras de detección precoz de la COVID-19, poniendo a disposición de la ciudadanía miles de tests rápidos de SARS-CoV-2, esenciales para dar confianza a un sector muy necesitado de estabilidad y serenidad. Campañas como “Málaga Mejor que Nunca” o “Málaga, ¿dónde mejor?” (planificadas para el segundo trimestre de 2020 y para el tercer trimestre de 2021, respectivamente, y dotadas cada una de ellas de un presupuesto de 182.719,28 € y 173.487,79 €, respectivamente) se han significado por tratar de construir ese escenario de solidez y de garantías para los turistas y para el conjunto de la ciudadanía. El hecho de que se hayan llegado a acuerdos con otras ciudades de España, como en la campaña “Vueling Ciudades para comérselas” (en colaboración con la ciudad de Bilbao), también es una muestra de la necesaria cooperación entre administraciones públicas con la vista puesta en superar el shock que el coronavirus ha comportado en todo el tejido turístico de España. A nivel local, el Ayuntamiento de Málaga, a través de su Delegación de Turismo, ha llevado a cabo una iniciativa con Turismo Costa del Sol, el Aeropuerto de Málaga y AENA a fin de reactivar el turismo internacional —por transporte aéreo— seguro. Por último, un capítulo especial de las medidas del Plan de reactivación de la ciudad de Málaga corresponde a los planes de formación diseñados e implementados para la amplia variedad de empresas que forman parte del tejido turístico de la capital malagueña, que ha hecho hincapié, fundamentalmente, en la unión del turismo con la sostenibilidad y en la necesidad de que el sector se adapte a la conocida como nueva normalidad social y económica, una vez que parece alejarse la sombra de la amenaza de la COVID-19, al menos con la virulencia con que ha golpeado hasta ahora a nivel social y sobre todo económico (Ayuntamiento de Málaga, 2021; Espino, 2022).

Como ejemplo de lo que ha supuesto la pandemia en el turismo y la economía de Málaga, pero, sobre todo, de cómo se ha inducido un proceso de rearticulación frente a la nueva realidad impuesta, el aeropuerto de Málaga, una terminal fundamental para el turismo malagueño, andaluz y español, ha vivido un proceso de metamorfosis que confirma lo expuesto: la recomposición de la economía y del turismo de Málaga aprovechando las fuerzas y sinergias generadas al calor de la pandemia. En primer lugar, téngase en cuenta que la terminal malagueña, según la última información disponible (Observatorio del Transporte y la Logística en España [OTLE], 2021), es, además del primer aeropuerto andaluz por capacidad y volumen de transporte, el cuarto aeropuerto nacional, solo superado por los aeropuertos de Madrid-Barajas Adolfo Suárez, Barcelona-El Prat y Palma de Mallorca. Asimismo, uno de los elementos específicos y singulares de la terminal malagueña, y he aquí la correlación estrecha entre infraestructuras portuarias y turismo en una ciudad como Málaga, es el hecho de que la terminal malagueña es la segunda más importante de España, solo superada por el aeropuerto de Tenerife-Sur, en cuanto al volumen de transporte internacional, situándose en un 79,2 % del total de pasajeros transportados, frente al 71,7 %, el 67,3 % y el 67,2 % de los aeropuertos de Barcelona, Madrid y Mallorca, respectivamente. Pues bien, a este respecto, el estudio de Noguerol et al. (2022), acerca de la sostenibilidad del aeropuerto malagueño, apunta precisamente hacia la readaptación del escenario turístico y económico pos-COVID-19 gracias a los avances tecnológicos implementados mediante la dinámica de sistemas; el método usado, que introduce la variable del impacto turístico, sanitario y medioambiental del crecimiento del aeropuerto de Málaga, por parte de Noguerol et al. (2022), precisa además que es posible “pronosticar la capacidad de crecimiento de las empresas turísticas en función del crecimiento del aeropuerto” (p. 62).

Todo lo referido anteriormente a propósito de las medidas efectuadas y de los cambios que han tenido lugar en la composición turística y económica de la ciudad se enmarca en las nuevas tendencias y hábitos turísticos pos-COVID-19, tal y como advierte el propio el Plan referido (Ayuntamiento de Málaga, 2021): transformaciones del lado de la oferta, sobre todo mediante la desvinculación del turismo masificado, cada vez más insostenible (aquí es donde se enmarca el desarrollo del llamado turismo MICE: esto es, el turismo de negocios, de reuniones, incentivos, conferencias y exposiciones); el incremento del turismo interior y de proximidad (para el cual se han aprobado incentivos económicos, como bonos de consumo para los establecimientos turísticos, incluyendo comercios, hoteles y restaurantes que sean pymes, una medida convergente con las recomendaciones señaladas por expertos centrados en buscar las mejores vías para la reconstrucción del sector tras el desastre del SARS-CoV-2, como lo muestra el extenso estudio de Rondón et al., 2020, así como el trabajo de Romero et al., 2021, que enfatiza la relevancia de solucionar los problemas de liquidez y de fragilidad financiera de las pymes turísticas, muy golpeadas por la pandemia), el menor número de desplazamientos en vehículo propio, lo cual repercute positivamente en el medio ambiente, puesto que aumenta la propensión a compartir medios de transporte; la adaptación de los establecimientos y áreas de turismo a las restricciones de espacio, y la implementación de las medidas de las guías sanitarias e higiénicas para hacer frente a la pandemia. Este último punto es coincidente con las medidas que, en general, los gobiernos y las empresas turísticas de todo el mundo estiman como imprescindibles para abordar la reactivación del sector turístico (Pangestu, 2021).

Igualmente, en el Plan (Ayuntamiento de Málaga, 2021) se dibujó como nueva tendencia turística la reformulación del turismo de lujo como nicho impulsor de “nuevas oportunidades” que coadyuvarían “a la desestacionalización del turismo” (p. 27). Asimismo, los datos aportados por la investigación de Izquierdo et al. (2022) muestran y confirman el nivel de resiliencia alcanzado por el sector turístico de la capital malagueña, tanto en lo relativo al mercado convencional como al denominado p2p, el de plataformas de alquiler vacacional como Airbnb, para distintas variables: número de pernoctaciones, estancia media de los visitantes, grado de ocupación hotelera por habitación, personal empleado, ingresos por habitación ocupada y otros indicadores de rentabilidad.

Sin embargo, pese a todo lo expuesto con anterioridad, y en concordancia con Manzato (2021), el plan de rearticulación del turismo pospandémico en Málaga adolece aún de una limitación destacable: la insuficiente sinergia entre las administraciones públicas implicadas, los operadores turísticos y los propios residentes de la ciudad. Por ejemplo, ni siquiera los turistas, según el análisis empírico realizado por Manzato (2021), son conscientes en muchas ocasiones de que el turismo malagueño ha entrado en una nueva fase, en la dirección del destino turístico inteligente, resiliente y sostenible pospandemia.

4. DISCUSIÓN

El primero de los resultados de esta investigación —la constatación y profundización en el hecho del golpe sin precedentes históricos que ha supuesto la pandemia de la COVID-19 para la industria turística contemporánea mundial, española, andaluza y malagueña— es de gran relevancia por el hecho de que recuerda que el sector turístico ha de ser más consciente de que se inserta en un determinado sistema social, y que por tanto las dinámicas y crisis que se produzcan dentro de este no pueden resultarle ajenas. Este resultado coincide con lo expuesto por McKercher y Chon (2004), Moreno (2010), Ivanova (2013), Nicula y Onetiu (2016), Novelli et al. (2018) o Pérez-Juan et al. (2022), en el sentido de que la actividad turística está sujeta a fuertes determinaciones de distinto orden: natural (ecológico, climático, epidemiológico) y social; por ejemplo, la crisis actual pone encima de la mesa la significación trascendental que tiene la crisis climática, el calentamiento global, en su grado de afectación al turismo. Esta cuestión se ha abordado al presentar los resultados a propósito de la afectación ambiental al turismo de la capital malagueña. En este aspecto, por ejemplo, vale recordar que incluso el planteamiento de la actividad de la terminal aeroportuaria malagueña, que es capital para la rearticulación del turismo, es inescindible de las dinámicas naturales, y en particular climáticas (Noguerol et al., 2022).

Asimismo, en cuanto al aspecto puramente epidemiológico de la cuestión, los trabajos de Moreno (2010), Monterrubio (2010), Hung et al. (2018), Jordán (2022) o Pérez-Juan et al. (2022), entre otros, vinculan igualmente el medio natural con el medio social en que se incardina el tejido turístico, demostrando cómo la industria del turismo ya ha alcanzado un cierto bagaje por haber enfrentado a lo largo de las últimas décadas epidemias que de algún modo prepararon el camino para afrontar la pandemia actual.

En cuanto al segundo de los ejes de análisis de este artículo (el conjunto de medidas adoptadas para la reconversión del sector en un contexto pospandémico), respecto a la realidad de que el tejido turístico inició su recuperación durante 2021, tan solo un año después de haber estallado la pandemia, también los datos aportados por el presente estudio coinciden con la línea de investigadores como Díaz (2021) y García (2021), en el sentido de que el sector del turismo ha demostrado una gran capacidad de resiliencia, pues ya desde 2021 se empezaron a observar indicadores que anunciaban una lenta pero sólida recuperación de valores anteriores e incluso relativamente mejores a los niveles prepandémicos. Una capacidad que, de cualquier manera, es necesario activar conscientemente, en contra de la extendida creencia de que el turismo, casi de manera espontánea, es capaz de lograr sobreponerse. Una idea problematizada igualmente por Nicula y Onetiu (2016). Hecho que demuestra la importancia que tiene el marco político-institucional flexible y eficaz para facilitar la reinvención del turismo tras una crisis tan devastadora como la provocada por el SARS-CoV-2. A este respecto, los aportes de Torres y Fernández (2020) y de Romero et al. (2021), para el contexto europeo, coinciden en señalar el efecto negativo que puede tener una actuación pública insuficiente o errónea a nivel fiscal y financiero. A este respecto, al revisar los análisis empíricos sobre el turismo malagueño pospandemia, estudios como el de Manzato (2022) han puesto de manifiesto la gran carencia que ha presentado el proyecto de reconstrucción y reactivación del turismo pos-COVID-19 en la capital malagueña: pese a la voluntad claramente manifestada por las administraciones públicas y por el sector en general, no se ha producido una total y adecuada coordinación y sinergia entre los distintos actores implicados, desde los operadores turísticos hasta la ciudadanía, los residentes, pasando por los propios poderes públicos locales, que además han de estar comunicados y en sintonía de intereses con las administraciones a nivel provincial, autonómico, estatal y supraestatal-comunitario. Lo apuntado a este respecto recuerda otro de los problemas expuestos por la literatura que se ha analizado en este trabajo: el conjunto de políticas públicas para mitigar y ayudar a superar la crisis turística creada por la pandemia tiene que ver con la necesidad de articular sinergias público-privadas. A este respecto, Hung et al. (2018), centrándose en el caso de Hong Kong, han mostrado cómo la capacidad de la industria hotelera puede y debe ponerse a trabajar en común con las administraciones públicas para una mejor gestión de las situaciones de crisis que se viven durante una pandemia, incluyendo por ejemplo las adecuadas cuarentenas y los controles rutinarios a nivel virológico, además de las medidas ineludibles para la reactivación de toda la industria del turismo.

La tesis anteriormente se refuerza habida cuenta de que se ha confirmado, en particular para el caso español, la importancia determinante que revisten las políticas públicas, coordinadas con los actores privados, para la recomposición del sector turístico (Sánchez & Babinger, 2022). Conclusiones avaladas igualmente por Pangestu (2021), cuya investigación va en la línea de demostrar de qué manera la colaboración entre instituciones públicas y empresas del sector turístico es clave para dar una respuesta eficaz, pronta y flexible a las situaciones críticas a nivel epidemiológico que tienen un claro y negativo impacto sobre el turismo. Un sector que, en línea con lo discutido y problematizado por Rondón et al. (2020), Prieto y Díaz (2021) y Valles y Beiztegui (2021), puede utilizar crisis como la actual para proceder a una reorganización de su tejido productivo, adecuando la oferta, haciéndola más flexible y eficiente, y, sobre todo, reestructurando su negocio para que esté más preparado para el afrontamiento de situaciones críticas a nivel biológico y epidemiológico. Resiliencia, en suma, como un factor clave para la recomposición del sector turístico, algo que ha sido ejemplificado y expuesto por distintos investigadores a lo largo de más de una década, desde Rios-Neto (2007) hasta Nin et al. (2020), pasando por Morillo (2009), Oehmichen y París (2010) o Noemí (2020).

Ahora bien, tal fortaleza no obsta, sino al contrario, para que se vea también la necesidad de priorizar el turismo nacional en épocas de crisis como la de la COVID-19, así como por hacer que determinados tipos de destinos turísticos sean los ejes sobre los que gravite la recuperación del conjunto del sector, como en el caso del turismo cultural urbano (Ortega et al., 2022), y, en especial, del turismo urbano en una ciudad como Málaga, de lo cual existe suficiente respaldo empírico a propósito de la importancia de la demanda doméstica para reconstruir el sector durante y después de la pandemia (vid. Izquierdo et al., 2022). Ahora bien, la complejidad del proceso se patentiza cuando se ve la alta dependencia del sector turístico malagueño de la demanda internacional, de los flujos internacionales de visitantes, como ha quedado patente al presentar aquí el dato del gran volumen de visitantes extranjeros que utilizan la terminal aeroportuaria de la capital, muy por encima, como se ha visto, incluso de capitales como Madrid o Barcelona.

En cualquier caso, la presente investigación pone de relieve, en relación con la capacidad de resiliencia demostrada por el sector turístico de Málaga, y en línea con lo postulado por Hung et al. (2018) y Pangestu (2021), la necesidad de que se dé una mayor relevancia al turismo doméstico y de cercanía, al turismo cultural, a la desestacionalización del turismo, al aprovechamiento de las buenas condiciones climáticas para la realización de actividades al aire libre, a la desmasificación y racionalización del turismo, a la adaptación de la oferta a las nuevas condiciones sociales, a la mayor colaboración y sinergias entre empresas, organizaciones turísticas, administraciones públicas y ciudades, y, en suma, a una mayor sostenibilidad del sector, incluyendo medidas fiscales, financieras y laborales de apoyo a las empresas del sector (aplazamiento de deudas tributarias, sin cobrar intereses futuros por demora, por ejemplo); no en vano, estudios como el de (Izquierdo et al., 2021), centrados en la ciudad de Málaga, exponen los problemas sociales y urbanísticos que puede generar una actividad turística descontrolada. Desde nuestra consideración, la rearticulación de la industria turística no solo ha de pasar por la recuperación de su normal actividad, previa al SARS-CoV-2, sino la reconstrucción completa también en su inserción social, para que no genere los efectos sociales lesivos a que aluden Izquierdo et al. (2021), o el negativo impacto medioambiental que puede provocar la depredación turística, la turistificación, como se muestra en el caso de estudio de Islas Baleares investigado por los estudiosos Nuevo y Martínez (2022b). Sea como fuere, no hay que perder de vista, retornando a la cuestión de la colaboración público-privada, que en epidemias pasadas (véase Monterrubio, 2010) las intervenciones públicas han sido funestas para la reactivación del sector. El caso de Hong Kong (véase Hung et al., 2018) demuestra cuán determinante es que la industria hotelera coopere con unas administraciones públicas flexibles, ágiles y abiertas a la escucha activa de los actores del propio sector.

Otro de los resultados a los que se ha llegado en esta investigación —el variable impacto de la crisis en función de las características particulares de cada país o región desde el punto de vista de su fortaleza turística— es muy importante por el hecho de que puede ayudar, en el futuro, a detectar cuáles son las fortalezas y cuáles las debilidades de cada país, región o localidad desde el punto de vista de la sostenibilidad y la viabilidad a largo plazo del entramado turístico. Una conclusión a la que han llegado autores como Monterrubio (2010), Mantecón (2020), Díaz (2021), De las Obras-Loscertales (2022) o García (2021), que han mostrado cómo unos países y regiones carecían de amortiguadores de la crisis de los que carecían otros. Debe ser objeto de discusiones futuras dilucidar si un mayor peso específico del sector turístico en el conjunto del PIB hace más vulnerable, o no, a la economía general cuando sobrevienen eventos críticos como una pandemia. Desde el punto de vista regional, asimismo, en la exposición y revisión de resultados de este artículo, se ha visto de qué modo investigaciones como las de Benítez (2022b) y Ríos et al. (2022) subrayan el hecho de que unas regiones de España han estado menos expuestas que otras al impacto de la pandemia como consecuencia de su diversidad estructural turística, por el tipo de establecimiento turístico imperante, pero igualmente por las medidas tomadas o, mejor dicho, por cómo los visitantes han percibido la eficacia de tales medidas, algo que se atestigua en el caso de los establecimientos turísticos rurales, cuya caída fue sensiblemente menor, como ya se ha visto en el presente artículo.

A propósito del impacto diferencial de la pandemia sobre una modalidad específica de turismo u otra (por ejemplo, turismo de litoral respecto a turismo cultural), los datos muestran que el impacto de la pandemia del coronavirus ha sido menor en el primer caso, lo cual, siguiendo los resultados de Prieto y Díaz (2021), vuelve a poner sobre el tapete la necesidad de que cada segmento del turismo analice cuál es su grado de fortaleza y resiliencia frente a eventos futuros de similar naturaleza. Otros autores, como Rios-Neto (2007), Morillo (2009), Nin et al. (2020), Oehmichen y París (2010), Noemí (2020), Rondón et al. (2020), Prieto y Díaz (2021) o Valles y Beiztegui (2021) ponen de manifiesto igualmente la oportunidad que supone una crisis como la actual para reconstituir el sector turístico para hacerlo más sostenible y eficiente.

Como futuras recomendaciones, la presente investigación, con base en los resultados obtenidos, y comparados estos con los de otras investigaciones, sugiere que para analizar el grado de impacto de este tipo de sacudidas a la industria turística se tengan en cuenta siempre tanto el carácter social del turismo como las capacidades específicas que presenta a la hora de superar shocks como el actual.

Por último, se plantea la necesidad de profundizar al menos dos líneas futuras de investigación: en primer lugar, un análisis comparativo de la reacción que ha tenido lugar en Málaga con otro de los grandes núcleos turísticos de la región, Sevilla; en segundo lugar, analizar si el ejemplo de Málaga está pudiendo servir como referente paradigmático para otras ciudades andaluzas, españolas y europeas que busquen soluciones creativas para sortear el grave shock ocasionado por la pandemia.

5. CONCLUSIONES

Se considera que la presente investigación, que parte de la problemática y compleja relación que tiene el turismo con su entorno social y natural en que se inserta (empezando por la afectación profunda que supone una crisis como la vivida a causa de la pandemia), puede contribuir como nuevo aporte de revisión y sistematización de datos generales sobre el efecto de la pandemia sobre la actividad turística, aplicados en particular a la realidad espacial de la urbe malagueña. En este sentido, tanto la literatura puesta en discusión como los datos recabados de forma crítica pueden suponer un aliciente para posteriores investigaciones que hagan balance a propósito de la relación problemática y cambiante entre turismo y entorno social y natural. Queda patente, en todo caso, que tanto el turismo como las variables sociales, medioambientales y sanitarias se retroalimentan, lo que implica que los efectos positivos y negativos de uno y otro plano se pueden trasladar al otro.

A propósito de la hipótesis de investigación, si bien se ha mostrado que la industria turística malagueña, pese al shock sufrido con la pandemia, ha tratado de recomponerse y de mejorar aspectos esenciales de su funcionamiento operativo y de su estructura, haciéndola más flexible y ágil frente a eventuales situaciones similares que pudieran vivirse en el futuro, se necesitan más datos, tal y como apuntan algunos autores citados en este trabajo, de cara a valorar la eficacia a medio y largo plazo de las medidas adoptadas. En todo caso, sí confirma parcialmente la hipótesis inicial, a pesar de las limitaciones. El turismo de la capital malagueña ha aprovechado la situación provocada por la pandemia para avanzar en términos de organización, de incorporación de nuevas tecnologías (por ejemplo, de mayor despliegue de la inteligencia turística) y de mayor conciencia en la necesidad de crear un tejido turístico más sostenible a largo plazo. En este sentido, la investigación confirma, respecto al objetivo principal, que los efectos de la COVID-19 sobre el turismo en Málaga han sido particularmente devastadores, en concordancia con lo sucedido en el resto de Andalucía, de España y del mundo, aun con todos los avances que en efecto se han producido.

A este respecto, cabe destacar la confluencia de los dos factores principales que se consideran determinantes y diferenciales a la hora de valorar la capacidad de respuesta de la industria turística de Málaga: por un lado, el notable dinamismo del sector, que ha sabido reaccionar con rapidez ante la sacudida de la pandemia y la necesaria recomposición que ha debido acometerse; por otro lado, el conjunto de medidas que desde las administraciones públicas a nivel municipal se han implementado no solo para paliar la situación, sino para aprovechar la crisis abierta y reinventar el sector, aunque tales medidas sean aún limitadas e incompletas, y aun teniendo en cuenta que cabe mejorar la comunicación y la retroalimentación de intereses entre los grandes actores implicados: sector turístico, administraciones públicas y residentes, una tríada que no siempre, como se ha visto aquí, se armoniza adecuadamente.

Agradecimientos

La investigación llevada a cabo ha sido posible gracias a la financiación facilitada por la Unión Europea-NextGenerationEU al autor de correspondencia de este estudio, Dr. Abraham Nuevo, y que se concreta en la concesión de un contrato postdoctoral, Margarita Salas, en la Universidad de Sevilla.

Declaración responsable y conflictos de intereses

Todas las personas autoras declaran ausencia de cualquier conflicto de interés en relación con la publicación de este trabajo.

Abraham Nuevo-López ha contribuido en el diseño del trabajo; la interpretación y análisis de datos; y el planteamiento del artículo.

Ginesa Martínez-del Vas ha contribuido en el diseño del trabajo; la revisión crítica del artículo; y la aprobación de la versión final publicable del manuscrito.

Miguel Puig-Cabrera ha contribuido en la revisión crítica del artículo y la aprobación de la versión final publicable del manuscrito.

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[1] Para un análisis pormenorizado de la capacidad del litoral atlántico andaluz como recurso turístico en época de pandemia, véase la investigación de Prieto y Díaz (2021).

[2] Interesa especial y expresamente analizar los años previos a 2020 como umbral de alcance de la actividad turística, puesto que el ejercicio de 2020, año de inicio de la pandemia, distorsionaría la magnitud de la relevancia de la industria del turismo en la economía de Málaga. Al contrario, examinar la evolución del turismo malagueño en el conjunto de la economía de la provincia para los ejercicios de 2020 y 2021 es imprescindible para ponderar el volumen de afectación que ha provocado la pandemia sobre el sector.