DOI: https://dx.doi.org/10.12795/rea.2022.i44.07

Formato de cita / Citation: Natera-Rivas, J.J. et al. (2022). Elderly population homes in the municipality of Malaga: characterization, numerical evolution and spatial distribution. Revista de Estudios Andaluces, (44), 130-148. https://dx.doi.org/10.12795/rea.2022.i44.07

Correspondencia autores: jjnatera@uma.es (Juan José Natera-Rivas)

CC BY-NC-ND 4.0

Hogares de población anciana en el municipio de Málaga: caracterización, evolución numérica y distribución espacial

Elderly population homes in the municipality of Malaga: characterization, numerical evolution and spatial distribution

Juan José Natera-Rivas

jjnatera@uma.es 0000-0002-1511-1382

Ana Ester Batista-Zamora

anabatista@uma.es 0000-0003-1907-4838

Remedios Larrubia-Vargas

rlarrubia@uma.es 0000-0002-3444-297X


Grupo Interdisciplinar de Estudios Rurales y Urbanos. Departamento de Geografía.

Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Málaga.

Campus de Teatinos, s/n. 29071 Málaga, España.

INFO ARTÍCULO

RESUMEN

Recibido: 11/05/2022

Revisado: 08/06/2022

Aceptado: 10/06/2022

PALABRAS CLAVE

Hogares con ancianos

Málaga

Envejecimiento

Barrios

En un contexto de envejecimiento de la población, la presente investigación tiene por objetivo caracterizar, cuantificar y dar cuenta de la distribución espacial intramunicipal de los hogares con población anciana en el municipio de Málaga, entendiendo por tal la que tiene 75 años o más. La fuente de información que hemos empleado es el Padrón Municipal de Habitantes, a escala de barrio, lo que nos ha permitido no solo identificar los hogares compuestos por dos ancianos y los unipersonales, sino también realizar una evolución temporal de su número, y su distribución en el espacio urbano, entre 2008 y 2020. El número de ambos tipos de hogar se ha incrementado notablemente en nuestro periodo de estudio, al tiempo que hemos podido identificar áreas de sobrerrepresentación de los mismos –empleando el Cociente de Localización–, que no coinciden exactamente con la distribución espacial del conjunto de población anciana.

KEYWORDS

ABSTRACT

Elderly households

Malaga

Aging

Neighborhoods

In the context of population aging, this paper aims to characterize, quantify and describe the intra-municipal spatial distribution of households with an elderly population (aged 75+) in the city of Malaga. The use of the Municipal Register of Inhabitants, at the neighborhood level, has allowed us to identify households made up of two older people, and single-person households and carry out a temporal evolution of their number, and distribution in the urban fabric, between 2008 and 2020. The number of both types of households has increased notably in our study period. In contrast, using the Location Quotient, we have identified areas of overrepresentation, that do not coincide exactly with the spatial distribution of the elderly population taken as a whole.

1. INTRODUCCIÓN

La población española en general, andaluza en particular, viene experimentando un importante proceso de envejecimiento, tanto por la base como por la cúspide. En 2021 los mayores de 65 años suponían el 19,64% y el 17,65% sobre el total de la población española y andaluza, respectivamente, frente a un 17,21% y 15,21% tan solo una década antes. El mantenimiento de unas tasas de natalidad bajas y en descenso (10,07‰ en 2001, 7,19‰ en 2020 en el conjunto de España), y el aumento de la esperanza de vida (de 79,67 años en la primera fecha a 82,33 en la segunda) estarían en la base de este incremento del envejecimiento, que la llegada de inmigrantes extranjeros jóvenes no ha podido enjugar; en consonancia con todo ello, la edad media de la población en España también experimentó un incremento, pasando de los 41,3 años en 2001 a los 43,8 en 2020.

Cuando las personas mayores se mantienen sanas, con independencia funcional, pueden vivir solas en sus hogares sin mayores inconvenientes; sin embargo, conforme aumenta su edad, y especialmente a partir de los 75 años, la salud se resiente, y encuentran dificultades para realizar tareas de la vida cotidiana, necesitando que alguien les ayude a llevarlas a cabo (Lázaro & Gil, 2005). Es por ello que este subgrupo de edad presenta un especial interés, subgrupo que también ha experimentado un importante incremento numérico: en el conjunto de España, de 4.166.683 personas en 2008 a 4.629.963 en 2021, en Andalucía, de 620.776 personas a 711.449 en las mismas fechas. El municipio de Málaga no ha escapado a esta evolución general; efectivamente, ha experimentado también un proceso de envejecimiento, que se ha visto acelerado desde el año 2008; en ese año se experimentó el mayor incremento desde comienzos de siglo en términos absolutos de la población de 75 años o más, alcanzado en 2021 un total de 49.398 personas, el 8,55% del total de la población municipal.

Esta población anciana, de 75 años o más, reside en hogares de diversos tipos. En nuestro caso, nos interesa no tanto su composición estructural como la identificación de tres tipos concretos de hogar: los unipersonales, aquellos compuestos por dos personas ancianas, y el resto de hogares en los que viven uno o varios ancianos con población no anciana. Esta composición implica un grado de vulnerabilidad decreciente: aquellos ancianos que viven solos serían los más vulnerables, seguidos por los hogares compuestos exclusivamente por dos ancianos, y, en último lugar, aquellos hogares multipersonales en los que los ancianos que los integran viven con población no anciana. Por tanto, es importante conocer no solo dónde se encuentra la población anciana, sino también dónde se encuentra la población anciana que vive en soledad, ya sea en solitario o compartiendo la vivienda con otra persona anciana.

En este contexto deben insertarse los objetivos de la contribución que presentamos. A lo largo de las páginas que siguen, cuantificaremos, a partir del Padrón Municipal de Habitantes, los hogares en los que reside población anciana en el municipio de Málaga, entendiendo por tal la que tiene 75 años o más, centrándonos en dos tipos de hogar: los unipersonales y los compuestos únicamente por dos ancianos, los más vulnerables. Y, seguidamente, mostraremos su distribución espacial intramunicipal, a escala de barrio, junto a su evolución temporal entre 2008 y 2020, también tomando como fuente el Padrón Municipal de Habitantes malagueño.

La originalidad del trabajo estriba, en primer lugar, en la elección de la población objeto de estudio. No indagaremos, como mayoritariamente se suele hacer, sobre la población de 65 años o más, puesto que este grupo resulta ser extremadamente heterogéneo en lo relativo a sus condiciones de salud, niveles de dependencia, e incluso, y cada vez en mayor medida, en su relación con la actividad. Nosotros nos centraremos únicamente en la población de 75 años o más, una edad en la que los problemas de salud ya están, con mucha probabilidad, presentes, y las necesidades de apoyo tienden también a ser crecientes. En segundo lugar, no vamos a interesarnos por toda la población mayor de 75 años residente en el municipio, sino únicamente por aquella que reside bien en soledad, bien acompañada por otra persona anciana; esto es, identificaremos los hogares en los que reside algún anciano, y de todos ellos seleccionaremos únicamente los unipersonales y los compuestos por dos ancianos. Este es un acercamiento novedoso, puesto que lo más común es trabajar con la población mayor en su conjunto, en el mejor de los casos con los hogares en los que uno de sus miembros es un anciano, pero sin llegar a la identificación de los hogares con, potencialmente, mayor nivel de vulnerabilidad a partir de las características etarias de sus componentes. Por último, es también novedoso por la unidad espacial seleccionada: la mayor parte de las investigaciones que contemplan la distribución intraurbana de los hogares –independientemente de su composición–, toman la sección censal como unidad espacial de referencia, lo que trae aparejados problemas de comparabilidad cuando la investigación incluye un componente diacrónico. En nuestro caso, emplearemos el barrio, volcando en ellos la información padronal; una unidad espacial cuyos límites se mantienen estables y que, además, tiene significado sociológico, al contrario que la sección censal.

2. REVISION DE LA LITERATURA

El estudio de la población mayor se centra en la práctica totalidad de las investigaciones de corte geográfico en aquella que tiene 65 años o más, grupo al que, por lo general, se viene denominando como “ancianos”. Partiendo de esta consideración, en España los hogares con al menos un integrante anciano se concentraban en Andalucía y Cataluña (Simeunovic & Ercegovac, 2017), siendo la forma de convivencia más frecuente a escala nacional la pareja sin hijos –“nido vacío” si dicha pareja tuvo unos hijos que se han ido independizando–; un tipo de hogar que progresivamente se va convirtiendo en unipersonal al fallecer uno de sus integrantes –por lo general el varón–. Y conforme avanza la edad, y la capacidad de vivir sin ayuda se va reduciendo, se registra bien una reagrupación familiar, bien el ingreso en una institución (Abades & Rayón, 2012; González & San Miguel, 2001).

Siendo lo anterior cierto, el hecho es que en el cambio de siglo la mayoría de las personas mayores desea vivir de un modo independiente el mayor tiempo posible; en este sentido, y según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas de 2001, al 73,4% de los españoles encuestados les gustaría vivir al cumplir los 65 años en su casa de siempre (Lázaro & Gil, 2005). A este mismo resultado llegan Costa-Font et al. (2009), encontrando que el porcentaje de población que querría continuar viviendo en su casa es superior en las edades más elevadas (el 63% entre la población de 50 a 65, el 85% de los mayores de 80 años). La realidad es que los ancianos residen en sus propias viviendas, y cada vez más, por decisión propia (López, 2018). Y ello pese a la existencia de alternativas habitacionales más o menos ampliamente disponibles, como residencias de ancianos o la cohabitación en casa de familiares (Pérez, 2003), aunque se ha llegado a plantear si esta situación es por deseo o por falta de alternativas reales (Fernández-Carro & Evandrou, 2014). Así las cosas, el envejecimiento de la población y la permanencia de los ancianos en sus viviendas durante más tiempo (tanto como lo permite la salud - explica, parcialmente, el aumento de hogares compuestos únicamente por una pareja, así como también de los unipersonales, en el caso de los mayores, fuertemente feminizados. En consecuencia, la permanencia de los ancianos en sus hogares no debe verse tanto como el resultado del abandono de la familia, sino como resultado de la mejora de la salud y calidad de vida de la población mayor: se registra un aumento del número de ancianos que viven solos, como reflejo de que su capacidad para mantener su independencia durante más tiempo; en palabras de González y San Miguel (2001), en España “[…] con los viejos se coexiste más y se convive menos”.

Si nos centramos ya en la población de 75 años o más, resulta evidente que la posibilidad de residir en solitario está relacionada con el hecho de que en una proporción muy importante estos ancianos son propietarios de su vivienda: una realidad que ha sido calificada como una prueba de la creciente independencia económica a estas edades, y que contrastaría con las dificultades que tienen los jóvenes para obtener la suya en propiedad (Pérez, 2003). Efectivamente, en el caso del municipio de Málaga, y al menos en 2011, fecha del último Censo de Población, el 73% de la población de 75 años o más era totalmente propietaria de su vivienda, frente al 44% del conjunto de la población. Pero, en cualquier caso, y como indica Lebrusán (2022), la propiedad de la vivienda no significa necesariamente que esta cumpla con las condiciones mínimas de habitabilidad necesarias para un tipo de población progresivamente más dependiente: ni las viviendas, ni los edificios en los que se sitúan. A modo de ejemplo, un edificio puede contar con ascensor, lo que a priori significa accesibilidad a los pisos superiores sin tener que emplear escaleras; pero esta accesibilidad se ve comprometida si para llegar al ascensor es necesario subir un tramo de escaleras. Este aspecto es importante, desde el momento en que nuestra población objeto de estudio no solo está en su inmensa mayoría ya jubilada, sino que en ella comienzan a aparecer problemas de salud; se incrementa la dependencia, las redes sociales se van reduciendo (la mortalidad afecta sobremanera al entorno familiar y social), y el espacio vivido se contrae, incrementándose conforme la edad aumenta la necesidad de que este espacio vital sea amigable y lo más acorde posible con sus necesidades (García & Jiménez, 2016).

No solo en lo tocante a la vivienda –cuyas características básicas no pueden conocerse de manera relativamente sistemática más allá de la información brindada por el ya añejo Censo de Población de 2011–, el conocimiento de la localización lo más exacta posible de los lugares de residencia de los ancianos, especialmente si estos viven solos, debe ponerse en relación con su accesibilidad a los equipamientos públicos básicos. En este sentido, la elección del barrio como unidad espacial de referencia trasciende la vertiente estadística que anteriormente hemos referenciado. Efectivamente, el ámbito de influencia del equipamiento básico o de proximidad se limita al barrio en el que se emplaza. Así, el equipamiento sanitario (centros de salud), o el asistencial (centros de servicios sociales, centros de día), deberían localizarse en un radio de entre 300 y 600 ms a pie (dependiendo del tipo de equipamiento) para garantizar su accesibilidad (Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino & Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, 2010). En este sentido, se ha indicado que los planificadores deberían diseñar entornos sociales y espaciales amigables para los adultos de mayor edad, ya sean estos dependientes o no, así como también sugerir intervenciones para modificar obstáculos espaciales (Schorr & Khalaila, 2018; Montoro-Gurich & Moreno-Tapia, 2021).

Conocer con la mayor exactitud posible, de manera sistemática, y contar con información comparable en el tiempo referida a estos hogares vulnerables en función de la edad de sus integrantes puede considerarse por tanto como de importancia para el planificador. A modo de ejemplo, es conocida la influencia que los procesos de gentrificación, incluida la turística tienen sobre los mayores (Janoschka, 2018; Rodríguez-Barcón et al, 2021; Versey et al. 2019). Así, se han registrado dos tipos de desplazamiento de los ancianos en barrios gentrificados: uno, el desplazamiento por exclusión, que se deriva del incremento de precios de la vivienda, ya sea para compra o alquiler, que las hace inabordables para los ancianos ya residentes. Este tipo de desplazamiento no debería tener demasiada importancia numérica en nuestro contexto, puesto que la inmensa mayoría de la población anciana es propietaria de la vivienda en la que reside. El segundo tipo de desplazamiento es el desplazamiento cultural, que implica el cambio en las sensaciones, gustos, normas y deseos de un barrio, que reemplazan a las preferencias o deseos de los residentes ya presentes en él. Y, además, los ancianos que quedan en estos barrios gentrificados encaran problemas añadidos, derivados del incremento del precio de bienes y servicios en el barrio, e incluso de la progresiva desaparición de puntos de venta que les permiten surtirse de bienes de primera necesidad, en un proceso que se ha venido a denominar gentrificación comercial, y que consiste en la implantación del modelo de negocio de las franquicias que desplazan o sustituyen al comercio de proximidad (Jover, 2019).

Hochstenbach (2018) indica que incluso cuando no son propietarios, pero sí existe una fuerte protección para los arrendatarios (como ocurre en las ciudades holandesas), grupos de comparativamente escasos recursos pueden mantenerse viviendo en barrios en proceso de gentrificación, en lugar de ser expulsados y reemplazados por grupos de población más jóvenes o de mayores recursos. Pero no solo eso, los ancianos no tienen por qué necesariamente sentirse disconformes con un tejido urbano cambiante. Así, Temelova y Dvorakova (2012) encuentran que la satisfacción residencial de los mayores en el centro de Praga, un barrio que ha experimentado un notabilísimo proceso de turistificación es, contrariamente a lo esperado, muy elevada. Un proceso que también ha sido descrito en la ciudad de Málaga (Castro et al., 2022): resta por conocer si la situación de los mayores malagueños es, o no, comparable a lo reportado para Praga. Y, abundando en la cuestión, el entorno residencial juega un papel muy importante en el bienestar, físico, pero también psíquico, de los ancianos: los espacios públicos vienen a sustituir a aquellos en los que desarrollaban su actividad laboral, convirtiéndose en espacios de amplia frecuentación (García & Jiménez, 2016).

Pese a todo lo anteriormente indicado, paradójicamente las investigaciones que detallan la distribución intraurbana de los hogares compuestos por mayores en España son extremadamente escasas (de ahí la novedad de la investigación que presentamos). Entre ellas, debe destacarse el texto de López et al. (2019) indican que los hogares unipersonales compuestos por población de 65 años o más en las áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona presentaban sobrerrepresentación en los centros urbanos de los núcleos de ambas áreas, al que se unen en el caso barcelonés los correspondientes a las grandes ciudades integradas en ellas; pero siendo efectivamente esto así, en los centros históricos madrileño y barcelonés no se registran concentraciones especialmente elevadas de este tipo de hogar, en parte debido a un rejuvenecimiento fruto de un proceso gentrificador. Pero más allá de ello, no contamos con investigaciones recientes que indiquen dónde se concentran los hogares con ancianos, y cuál ha sido su evolución temporal reciente; un hueco que las páginas que presentamos pretende rellenar, en el caso de Málaga, y además de los dos objetivos marcados en el epígrafe anterior, pretende mostrar la viabilidad del empleo del Padrón Municipal de Habitantes en el desarrollo de estudios de este tipo.

3. METODOLOGÍA Y FUENTES

La Encuesta Continua de Hogares es una de las fuentes fundamentales que pueden ser empleadas en la caracterización reciente de los hogares. Con una temporalidad anual, y con datos disponibles desde 2013, a través de ella es posible atender a cuestiones tales como estructura, composición por nacionalidad, tipología, relación con la vivienda en la que residen, etc. La escala de desagregación espacial máxima es la provincia, y en esta fuente se han basado investigaciones como las de Vidal et al., 2017 o López et al., 2019. Sin embargo, abordar el estudio de los hogares para fechas anteriores o, lo que es de gran importancia para nuestros objetivos, a una escala inferior a la de la Comunidad Autónoma, no puede realizarse a partir de ella, debiéndose acudir a fuentes alternativas.

La más importante de estas fuentes alternativas son los Censos de Población y Viviendas que, a priori, contienen una gran amplitud temática en lo referido a los hogares, así como también la posibilidad de obtener la información a escala provincial y municipal desde 1991, e inframunicipal para 2001 y, potencialmente, 2011. Es por ello que la mayor parte de las aproximaciones geográficas al estudio de los hogares en nuestro país han tomado como fuente los diferentes Censos (Domingo & Bayona, 2010; López & Pujadas, 2018; Miret, 2016). Las escalas nacional y municipal son las más comunes, aunque también podemos encontrar ejemplos de investigaciones basadas en unidades espaciales inframunicipales –agrupaciones de secciones censales– (López et al., 2019). En este sentido, podemos indicar que a esta escala inframunicipal, la sección censal, también podemos obtener información en el Atlas de Ingresos, de la Estadística Experimental del Instituto Nacional de Estadística (en adelante INE): en concreto, el porcentaje de hogares unipersonales y el tamaño medio del hogar, en el momento de escribir estas líneas referida al periodo 2015/2019.

Sin embargo, también es posible obtener información sobre hogares a partir del Padrón Municipal de Habitantes, en este caso empleando las cifras aportadas no por el INE, sino por los propios Ayuntamientos. En primer lugar, partimos de la definición de hogar que aporta el INE: “Grupo de personas residentes en la misma vivienda familiar”, habiéndose eliminado desde 2001 la necesidad de que esas personas compartan algunos gastos comunes. Por su parte, una hoja de empadronamiento se corresponde con una vivienda –identificada de manera unívoca por la referencia catastral de la misma–, y en ella aparece reflejada la totalidad de personas que residen en dicha vivienda. Por tanto, los empadronados que figuran en una misma hoja padronal pueden ser considerados como un hogar, puesto que efectivamente residen en la misma vivienda familiar. Así las cosas, es posible a partir de las hojas padronales identificar los hogares existentes en un municipio dado, y caracterizarlos. Ciertamente, y debido al reducido número de variables que contiene la información recogida en el Padrón, dicha caracterización es considerablemente más reducida que la que puede realizarse a partir del Censo o la ECH; pero, a cambio, permite el estudio de los hogares en fechas diferentes a las censales y, muy importante, permite indagar acerca de la distribución intramunicipal de los mismos. De cualquier forma, no son demasiado numerosas las aportaciones que lo emplean. La mayor parte de los ejemplos se corresponden con explotaciones de esta fuente realizadas por los propios Ayuntamientos (Ayuntamiento de Valencia, 2021; Ayuntamiento de Parla, 2019), con volúmenes de información muy variables y, en algún caso, representada cartográficamente. Sí contamos con estadísticas elaboradas correspondientes a determinados municipios, como es el ejemplo de Madrid. En este caso hay disponibles, de manera pública en su portal de Datos Abiertos, información a escala de sección censal relativa al número de integrantes de los hogares, determinadas características de su estructura, y el origen de sus componentes, todo ello disponible a la escala de sección censal.

De las variables que el Padrón contiene hemos rescatado para nuestro estudio la edad, diferenciando dos grupos a partir de ella: el primero, objeto de nuestra investigación, compuesto por la población que tiene 75 años o más; el segundo, el resto de los empadronados. Un límite de edad que se basa en la distribución de grupos de edades propuesta por la Asociación Internacional de Psicogeriatría (García & García, 2005), que califica a la población que en este momento nos interesa como ancianos. El interés que tiene este corte de edad ya ha sido indicado en el epígrafe anterior, baste recordar en este momento que los problemas de salud se van agravando, así como incrementándose la dependencia, al tiempo que el entorno en el que se sitúa la vivienda cobra una especial importancia en lo relativo al uso de los espacios públicos y del comercio de proximidad.

Por otro lado, hemos de indicar que, en lo relativo a la unidad espacial de referencia, hemos optado por emplear el barrio en lugar de la sección censal. Además de las ventajas genéricas que presenta el empleo del primero con respecto a la segunda (Ocaña, 2005), García y Jiménez (2016) indican que, en el caso de la población mayor tras la jubilación se establecen fuertes lazos entre vivienda y barrio, un lugar social orientado no hacia las relaciones de trabajo, sino hacia las relaciones sociales. En este espacio donde no solo se mantienen las antiguas relaciones sociales derivadas de los procesos de escolarización de los hijos, de la frecuentación de espacios públicos y del comercio local, etc. Además, es donde se producen las –nuevas– relaciones sociales, y al que, en algunos casos, se le aporta un valor instrumental, puesto que es en él donde desarrollan esta nueva etapa de la vida. Por ello, y pese a las críticas que también pueden formularse con respecto a su empleo (Tapia, 2015), estimamos que al contar con información a esta escala, pareciera que es mejor opción emplear una unidad espacial con cierto sentido sociológico que otra emanada de un interés, y con una finalidad, administrativos.

Además, su empleo también tiene ventajas, creemos que definitivas, desde el punto de vista operativo, cuando lo que se pretende es llevar a cabo un estudio diacrónico, como es nuestro caso. Efectivamente, desde el momento en que los límites espaciales de los barrios se mantienen constantes una vez establecidos, quedan libres del problema de la unidad espacial modificable (MAUP); recordemos que este problema se deriva de la agregación de información en unidades espaciales cuyos límites se modifican en el tiempo –como las secciones censales–, influyendo, por tanto, en los resultados de los instrumentos estadísticos empleados. Pero al utilizar una unidad espacial cuyos límites se mantienen estables durante todo nuestro periodo de estudio podemos estar seguros que los cambios registrados en un periodo de tiempo determinado se deben únicamente a variaciones en los valores de las variables.

Por último, indicaremos que a la hora de indagar acerca de la distribución espacial intramunicipal, siguiendo a López, Pujadas y Rubiales (2019) hemos utilizado el Cociente de Localización; se trata de un indicador simple, y cuyas necesidades de información estadística se ajustan perfectamente a las que pueden obtenerse del Padrón. Además, tiene la capacidad de diferenciar entre unidades espaciales –barrios– en los que se registran situaciones de sobrerrepresentación y de infrarrepresentación, cualidad que, junto a las anteriores, lo convierte en un instrumento estadístico de gran utilidad para nuestra investigación.

Se calcula a partir de la siguiente fórmula:

CL=

Xi/Ti

*100

X/T

Donde Xi es la población residiendo en hogares unipersonales del barrio i.

Ti es el total de la población residente en el barrio i.

X es el total de población residiendo en hogares unipersonales del municipio.

T es el total de población del municipio.

Hemos agrupado en cuatro intervalos los valores del cociente. El primero de ellos contiene aquellos inferiores a 1 y que, por tanto, son indicativos de infrarrepresentación. Los tres restantes agrupan los valores superiores a 1, y los hemos denominado como “ligera sobrerrepresentación” (entre 1,001 y 1,999), sobrerrepresentación media (de 2 a 2,999) y sobrerrepresentación elevada (valores de 3 o superiores).

Por último, indicaremos que, como guía para el lector, en la figura 1 hemos señalado las referencias espaciales a las que se hace referencia en el texto.

Figura 1. Localización de los hitos referenciados en el texto. Fuente: Elaboración propia.

4. RESULTADOS

4.1. La cuantificación de los hogares

La población empadronada en el municipio de Málaga aumentó en 12.013 personas entre 2008 y 2020, experimentando paralelamente un proceso de envejecimiento similar al acaecido a escala nacional y regional. Unas cifras pueden ilustrar este proceso: de esas 12.013 personas, 9.577 tenían 75 años o más; esto es, el grueso del incremento poblacional se debe a este grupo de población, que aumentó un 29% (de 38.213 de 2008 a los 49.398 en 2020). Una realidad totalmente compatible con el aumento de la edad media, que pasó de los 39,3 años en la primera fecha a los 42,4 de la segunda. Paralelamente el número de hogares en los que residía algún anciano se incrementó en nuestro periodo de estudio en un 19,98%, al pasar de los 27.561 existentes en 2008 a los 33.068 de 2021; una cifra que supuso el 17% del aumento total de los hogares malagueños, que pasaron de 126.059 de 2008 a 156.875 de 2020. Un envejecimiento de la población empadronada en el municipio malagueño que está en consonancia con los hallazgos de Montoro-Gurich y Pons (2021), que sitúan a Málaga como un área urbana que ha experimentado un acusado proceso de envejecimiento, a un ritmo entre el periodo 2002-2017 que califican de “intenso”.

Este volumen de hogares en los que reside algún anciano no se distribuye de manera homogénea entre los tres tipos que hemos identificado: efectivamente, los más numerosos en ambas fechas eran aquellos en los que los ancianos conviven con población menor de 75 años. Pero son los unipersonales los que se sitúan en segundo lugar, por encima de aquellos en los que conviven dos ancianos, tal y como se puede apreciar en la tabla 1.

Tabla 1. Distribución de los hogares con ancianos según tipo de hogar (2008/2020).

2008

2020

2008

2020

Multipersonales

21.757

25.032

78,94%

75,70%

Dos ancianos

1.954

2.143

7,09%

6,48%

Unipersonales

3.850

5.893

13,97%

17,82%

Total

27.561

33.068

100,00%

100,00%

Fuente: Padrón Municipal de Habitantes. Elaboración propia.

En la tabla también puede apreciarse cómo, si bien es cierto que los tres tipos de hogar con ancianos han experimentado incrementos en números absolutos, son los unipersonales los que han visto incrementar su peso en términos relativos (del 13,97% que suponían en 2008 al 17,82% en 2020), ganancias que se han obtenido a costa de los otros dos tipos de hogar. La progresiva desaparición de uno de los dos miembros de la pareja –por lo general, el varón–, y la mayor capacidad para residir en soledad a la que en párrafos anteriores hicimos referencia estarían en la base de esta dinámica. Una situación que incrementa la importancia de conocer la distribución intraurbana de estos hogares unipersonales.

4.2. La distribución espacial de los hogares

Como el apartado de metodología habíamos indicado, hemos seleccionado el Cociente de Localización a la hora de representar la distribución espacial de los hogares con ancianos. Y hemos empleado la variación de los valores de dicho cociente para representar las dinámicas de evolución numérica de los hogares experimentadas por los diferentes barrios malagueños. En este sentido, y en lo relativo a la comparación temporal y a la propia construcción de las dinámicas, recuérdese lo anteriormente indicado sobre la ventaja del empleo del barrio como unidad espacial de referencia y el problema del MAUP.

En la tabla 2 mostramos el número de barrios sin hogares compuestos por dos ancianos solos o unipersonales, el número de barrios con infrarrepresentación de estos tipos de hogar, y el número de barrios con sobrerrepresentación. En él se aprecia cómo el número de barrios sin hogares compuestos por dos ancianos solos desciende en nuestro periodo de estudio, igual que lo hace el número de aquellos en los que no hay hogares unipersonales. En consecuencia, el aumento del número de estos dos tipos de hogar ha venido de la mano de un aumento de su dispersión espacial. Pero siendo esto así, en la tabla también puede observarse cómo se ha registrado un importante incremento del número de barrios con sobrerrepresentación tanto de hogares compuestos por dos ancianos solo como de los unipersonales. Un hecho indicativo de que el aumento de ambos tipos de hogar ha tenido lugar no solo ampliando su base espacial –disminución del número de barrios sin representación–, sino también concentrando parte de este aumento en un número reducido de barrios (que ha dado lugar al aumento del número de barrios con sobrerrepresentación).

Tabla 2. Número de barrios según su nivel de infrarepresentacion o sobrerrepresentación de hogares con ancianos.

Dos ancianos solos

Unipersonales

2008

2020

2008

2020

Sin hogares

166

130

129

105

Infrarrepresentación (CL < 1)

133

129

140

150

Sobrerrepresentación (CL > 1)

118

158

148

162

Total de barrios

417

417

417

417

Fuente: Padrón Municipal de Habitantes. Elaboración propia.

En las figuras 2 y 3 se muestra la distribución espacial de los valores de los cocientes de localización correspondientes a los hogares compuestos por dos ancianos en 2008 y 2020, respectivamente. En ellas se aprecia, en primer lugar, que en la gran mayoría de los barrios con población anciana este tipo de hogar está presente en ambas fechas de estudio. En segundo lugar, que la distribución espacial de los barrios con infrarrepresentación es más continua que la correspondiente a los que presentan la situación contraria; no obstante, este hecho no implica que sean mayoritarios los primeros, tal y como acabamos de indicar.

Figura 2. Niveles de sobrerrepresentación de los hogares compuestos por dos ancianos (2008). Fuente: Padrón Municipal de Habitantes. Elaboración propia.

Figura 3. Niveles de sobrerrepresentación de los hogares compuestos por dos ancianos (2020). Fuente: Padrón Municipal de Habitantes. Elaboración propia.

Considerando ya únicamente los barrios con sobrerrepresentación en hogares compuestos por dos ancianos, de la observación de las mencionadas figuras 2 y 3 se deduce el hecho de que las dos distribuciones espaciales son, en lo fundamental, muy similares; sus elementos básicos son la presencia de sobrerepresentacion en centro y las piezas urbanas colindantes al mismo por el oeste y el este, extendiéndose en esta última dirección por la práctica totalidad del litoral. También pueden apreciarse dos conjuntos, desconectados del anterior: el primero, hacia el norte, extendiéndose por ambas márgenes del Gualdalmedina, y que está físicamente separados del centro por una orla de barrios con infrarrepresentación (Trinidad, Goleta, San Felipe Neri, La Merced); debe señalarse que estos últimos barrios han experimentado, con mayor o menor intensidad, un proceso de regeneración urbana, con origen anterior a nuestra primera fecha de estudio, especialmente notable en el caso de la Trinidad; actuaciones que supusieron la llegada de población más joven, y la consecuente pérdida de peso de los hogares conformados por dos ancianos. Esta dinámica se ha mantenido durante nuestro periodo de estudio: efectivamente en los cuatro barrios que conforman esta orla se registró un incremento del número total de hogares, mientras que los conformados únicamente por dos ancianos vieron descender su número, en términos relativos en un 50%, lo que ha llevado a su práctica desaparición, puesto que tan solo fueron empadronados 16.

La Trinidad también diluye la continuidad de los barrios con sobrerrepresentación hacia el oeste: efectivamente, colindantes con él en esta dirección hay todo un conjunto en los que el Cociente de Localización es superior –muy superior en algunos casos– a 1, y que también ha visto aumentar su número en nuestro periodo de estudio, una vez más como reflejo del envejecimiento de la población. Barrios como Gamarra, Haza del Campo, Las Chapas, Victoria Eugenia, La Bresca, Camino de Suárez, Mármoles o Haza Cuevas forman parte de este grupo. Resulta, por tanto, que si no se considera la orla de infrarrepresentación, se configura una potente concentración de barrios en los que los hogares compuestos por dos ancianos están sobrerepresentados, tomando como núcleo el centro y extendiéndose a partir de él en forma radial.

El segundo agrupamiento, especialmente desarrollado en 2020, está situado en Carretera de Cádiz, y se dibuja sobre un conjunto de actuaciones residenciales, mayoritariamente en altura, levantadas durante la década de los setenta del siglo pasado. Dada la relativa juventud del tejido urbano en esta área, los niveles de sobrerrepresentación son bajos en todos ellos; no debe extrañar, por tanto, que las piezas urbanas en las que el valor del cociente de localización es algo más elevado son anteriores en el tiempo –como La Paz o Sixto, comenzados a levantar en la década de los cincuenta del siglo pasado–. Y es la propia evolución natural de los hogares, su envejecimiento, el que subyace en el paso de la infrarrepresentación en 2008 a la situación contraria en 2020.

Completan la tabla general de sobrerrepresentación de hogares compuestos por dos ancianos las barriadas más antiguas de los núcleos de Churriana y Puerto de la Torre, ambos en el extremo occidental del municipio, y que también han visto cómo el número de barrios con las tramas más oscuras ha aumentado en nuestro periodo de estudio, en relación con el proceso de envejecimiento general del municipio.

De la comparación de ambas figuras se deduce que, pese al mantenimiento en lo fundamental de las pautas de la distribución espacial de la sobrerrepresentación, se han registrado en los 12 años que abarca nuestra investigación cambios en sus niveles, y no solo en el caso de Carretera de Cádiz al que anteriormente hicimos referencia. Así, podemos también constatar que en el litoral oriental se ha producido un aumento de los valores del cociente de localización, reflejado en un oscurecimiento de la trama en esta zona. Para mostrar con más claridad esta evolución de los valores del cociente de localización hemos construido una taxonomía compuesta por 6 dinámicas principales, a la que se une un séptimo grupo que engloba a las minoritarias. Sus denominaciones explican por sí mismas lo acontecido con los valores del cociente de localización entre 2008 y 2020; y en el tabla 3 mostramos el número de barrios afectados por cada una de ellas, en lo concerniente a los hogares compuestos por dos ancianos y a los unipersonales.

Tabla 3. Dinámicas de evolución de los valores de los Cocientes de Localización y número de barrios por dinámica (2008-2020).

Dinámica

Dos ancianos solos

Unipersonales

Mantenimiento del nivel de infrarrepresentación

82

102

Mantenimiento del nivel de sobrepresentación

26

32

De infrarrepresentación a sobrerrepresentación

48

33

De sobrerrepresentación a infrarrepresentación

18

26

Incremento del nivel de sobrerrepresentación

29

38

Descenso de la sobrerrepresentación

30

46

Resto de dinámicas

72

47

Fuente: Padrones municipales de habitantes. Elaboración propia.

Llevadas a un mapa las dinámicas correspondientes a los hogares compuestos por dos ancianos (figura 4), creemos que se aprecia con mayor claridad el aumento de la sobrerrepresentación en los barrios de Carretera de Cádiz al que en los párrafos anteriores hicimos referencia. Efectivamente, podemos diferenciar también que este aumento se ha registrado por dos vías: una es la correspondiente al paso de una situación de infrarrepresentación a otra de sobrerrepresentación, la otra, la agudización de ésta última. En estos barrios se ha experimentado un importante incremento de hogares compuestos por dos ancianos (de 50 a 113), pero especialmente, y como en los párrafos que siguen veremos, en los unipersonales.

Figura 4. Evolución de los niveles de sobrerrepresentación de los hogares compuestos por dos ancianos (2008/2020). Fuente: Padrón Municipal de Habitantes. Elaboración propia.

Junto a la zona de Carretera de Cádiz, también en los barrios no estrictamente bañados por el Mediterráneo en el litoral este de la ciudad se ha registrado este aumento de los niveles de sobrerrepresentación, desde una situación de infrarrepresentación. Efectivamente, en el área de Torre de San Telmo contamos con un ejemplo de envejecimiento: se registra un descenso en el número de hogares conformados por dos ancianos (de 77 a 68) –que ha derivado en un descenso de la sobrerrepresentación en estos barrios– y un incremento paralelo de los unipersonales (de 96 a 172) que, como veremos, ha supuesto un aumento de la sobrerrepresentación en estos mismos barrios. Hemos asistido, por tanto, a las consecuencias de las últimas etapas de la evolución de los hogares, cuya finalización implicará la desaparición del hogar, bien por la muerte de su único componente, bien por su integración en una residencia, con el abandono de la vivienda.

Una situación que contrasta con lo sucedido en el área céntrica y pericéntrica: en ellas la estabilidad espacial se complementa con una estabilidad en los niveles de sobrerrepresentación, combinada en barrios concretos con un descenso de sus niveles. Una realidad que debe ponerse en relación al menos con dos factores: por un lado, con el hecho de que los flujos migratorios de población de 75 años o más dirigidos hacia estas zonas son prácticamente testimoniales, por el elevado precio de las viviendas en ellas, y por las dificultades, podríamos decir que insalvables, que este grupo de población encuentra a la hora de acceder a crédito a una vivienda. Por otro, por el hecho de que una porción de los hogares se ha transformado en hogares unipersonales en el transcurso de los 12 años que abarca nuestra investigación, por fallecimiento de uno de los dos componentes originales del hogar (aunque no puedan olvidarse otras causas, probablemente minoritarias, como por ejemplo divorcios). Junto a todo ello, se aprecia también los efectos del progresivo envejecimiento del antiguo Camino de Antequera: hay una tendencia al aumento de los niveles de sobrerrepresentación de los hogares con dos ancianos en los barrios inmediatamente al oeste de La Trinidad, que tiene su correspondencia con un aumento también del nivel de sobrerrepresentación, en estos mismos barrios, de los hogares unipersonales.

En cuanto a la distribución espacial de los valores de los cocientes de localización correspondientes a los hogares unipersonales conformados por ancianos la ofrecemos en las figuras 5 (2008) y 6 (2020). Pese a que el número de estos hogares es mayor que el de los compuestos por dos ancianos (tabla 1), su distribución espacial es más simple. La sobrerrepresentación está presente en el centro y los barrios que en su momento conformaron el límite occidental del continuo construido. Desde el centro, y en dirección norte, se dibuja un agrupamiento de barrios, en ambos márgenes del Guadalmedina, que, ahora sin solución de continuidad, incluye todo un conjunto, articulado por el antiguo Camino de Colmenar, en el que encontramos ejemplos de autoconstrucción (como Mangas Verdes o Monte Dorado, levantados progresivamente durante la década de los setenta). Y de la misma manera se configura otra extensión, en este caso hacia el este, que agrupa a los barrios litorales, también virtualmente sin solución de continuidad, pero con una escasa proyección hacia el interior. Por último, concentraciones de barrios con sobrerrepresentación también pueden ser identificadas en los sectores más antiguos de los núcleos de Churriana y Puerto de la Torre y las barriadas más añejas del área de Carretera de Cádiz. Una distribución que, en lo fundamental, no ha cambiado demasiado en los 12 años que van de 2008 a 2020 (el elemento más destacado es la conformación de un clúster de barrios con sobrerrepresentación en el antiguo Camino de Antequera, a la que ya hicimos referencia.

Figura 5. Niveles de sobrerrepresentación de los hogares unipersonales (2008). Fuente: Padrón Municipal de Habitantes. Elaboración propia.

Figura 6. Niveles de sobrerrepresentación de los hogares unipersonales (2020). Fuente: Padrón Municipal de Habitantes. Elaboración propia.

Pero si a lo que se presta atención es a la dinámica de la evolución de los valores del Cociente de Localización, que presentamos en la figura 7, pueden detectarse algunos hechos interesantes. En primer lugar, tanto en el litoral este más cercano al centro como en Carretera de Cádiz se han registrado incrementos en los valores de la sobrerrepresentación, en algunos barrios incluso viniendo de la situación opuesta en 2008. En Carretera de Cádiz el aumento ha sido especialmente relevante, puesto que prácticamente se han doblado (de 113 en 2008 a 209 en 2020), lo que ha llevado a que una quinta parte, el 22%, del aumento de hogares en esta zona haya tenido como protagonistas a la suma de hogares unipersonales y de aquellos en los que conviven dos ancianos solos. Este aumento de la sobrerrepresentación también está presente en el centro, y se deriva en gran medida de la conversión de hogares en los que residían ancianos a unipersonales: en un contexto de reducción del número de hogares con ancianos de un 20%, la cifra de los unipersonales se ha más que duplicado, alcanzando los 90 en 2020, y todo ello en el marco de un proceso de gentrificación y descenso de la población en esta área (Castro et al., 2022). Además, también puede observarse que, con la excepción del propio centro, los niveles de sobrerrepresentación de los hogares unipersonales en el área céntrica y pericéntrica, y en la expansión septentrional desde la misma, han descendido en nuestro periodo de estudio. Continúa habiendo sobrerrepresentación, pero esta ha ido a menos. Lo mismo cabe indicar para el conjunto de barrios inmediatamente al oeste de La Trinidad.

Figura 7. Evolución de los niveles de sobrerrepresentación de los hogares unipersonales (2008/2020). Fuente: Padrón Municipal de Habitantes. Elaboración propia.

Para terminar el apartado de resultados, creemos conveniente mostrar la distribución del total de la población de 75 años o más, para comprobar si hay diferencias entre esta y la correspondiente a los hogares. Y efectivamente, las hay, como se aprecia en las figuras 8 y 9: la distribución de la población anciana es considerablemente más amplia que la correspondiente a los dos tipos de hogar que venimos considerando.

Figura 8. Niveles de sobrerrepresentación del total de población con 75 años o más (2008). Fuente: Padrón Municipal de Habitantes. Elaboración propia.

Figura 9. Niveles de sobrerrepresentación del total de población con 75 años o más (2020). Fuente: Padrón Municipal de Habitantes. Elaboración propia.

Y, al contrario, los casos de sobrerrepresentación de hogares unipersonales se extienden por barrios al oeste del Guadalmedina que no presentan sobrerrepresentación en el total de ancianos. Ambas distribuciones no coinciden espacialmente, en el primer caso por exceso, en el segundo por defecto. Un hecho que, en nuestra opinión, pone en valor la consideración del tipo de hogar como complemento del estudio del total de la población.

5. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

El grueso del aumento de población que ha experimentado el municipio de Málaga entre 2008 y 2020 se debe a los ancianos, al tiempo que dos quintas partes del aumento de hogares registrado en ese mismo periodo tiene como protagonista a este conjunto de población. Una población que ha visto cómo sus posibilidades de residir “en su casa de siempre” se incrementan; sin embargo, como acabamos de comprobar,la distribución espacial de los ancianos no es equivalente a la distribución de los hogares compuestos exclusivamente por este tipo de población. Una cuestión que creemos que tiene repercusiones sobre la labor del planificador, que por lo general no cuenta con la información específica sobre dónde se localizan los hogares más vulnerables en función de su edad y composición. En este sentido, existe una creciente corriente partidaria del denominado “ageing in place”; pero para poder facilitarla desde el ámbito público, en primer lugar, es necesario tener constancia no solo de dónde viven los ancianos, sino fundamentalmente de dónde se concentran los hogares compuestos exclusivamente por ancianos. Esta cuestión es de gran trascendencia, puesto que tal y como indican García y Jiménez (2016), las ciudades deben adaptarse al modelo de sociedades envejecidas, con necesidades y demandas diferentes a las más jóvenes, no solo en lo relativo a la adaptación de los barrios o los espacios públicos, sino también a los espacios de ocio, pues esta población cuenta con apreciables cantidades de tiempo libre. El conocimiento lo más exacto posible de la distribución intramunicipal de estos hogares permite la adaptación específica de los espacios en los que están sobrerepresentados, optimizando las inversiones públicas. En este sentido, en el marco de la Red Global de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores, la Organización Mundial de la Salud ofrece un conjunto de indicadores que permiten abordar el grado de adaptación de las ciudades a este conjunto de población (OMS, 2015). Qué duda cabe que si el planificador se interesa por hacer de la ciudad no solo un lugar amigable para este segmento de población (en franco incremento), sino también por facilitar su participación en la vida cotidiana, o lograr un envejecimiento con dignidad y autonomía, conocer dónde se localizan nuestros mayores en el entramado urbano se resuelve como un punto de partida fundamental.

En este contexto, la distribución espacial de los mayores malagueños encaja con lo indicado por García y Jiménez (2016), autores según los cuales los ancianos residen en proporciones significativas en el centro de las ciudades y en muchos sectores urbanos de los municipios metropolitanos, urbanizados a partir de los años cincuenta; esta es una realidad muy conocida, que podemos encontrar en una multiplicidad de ciudades españolas, con la misma cronología: en el contexto malagueño, los barrios de Carretera de Cádiz serían el equivalente malagueño a estos municipios metropolitanos, al tiempo que, efectivamente, la distribución espacial de los hogares ancianos en el municipio de Málaga presenta una sobrerrepresentación en el centro, y, en general, en las zonas centrales de núcleos periféricos que una vez estuvieron desconectados de la trama urbana principal. Su presencia en entornos que poco a poco están dejando de ser amigables para ellos entronca con el hecho de que los ancianos son reluctantes a mudarse, aun cuando sus viviendas, en propiedad, han dejado de serles útiles (Ossokinra & Arentze, 2020). Queda por dilucidar si esta es la situación de los mayores malagueños, lo que, sin duda alguna, necesitará de una investigación de corte cualitativo, de gran interés para el planificador.

Además, la distribución espacial de los hogares no es estática, sino que se modifica con el tiempo. Tal y como hemos podido comprobar, los niveles de sobrerrepresentación de ambos tipos de hogares han experimentado modificaciones, que hemos recogido en un conjunto de dinámicas. Especialmente interesante es el aumento de la sobrerrepresentación en el litoral oriental en el caso de los hogares compuestos por dos ancianos, en menor medida en los unipersonales. Este, en nuestra opinión, es un hallazgo significativo, puesto que la situación cuando se considera a la totalidad de la población anciana es de mantenimiento de los valores del cociente de localización, no observándose la mencionada tendencia. En esto estriba otro de los aportes de nuestra investigación: el mostrar cómo el empleo del barrio como unidad espacial de referencia permite identificar las variaciones temporales de una variable, con la absoluta seguridad de que dichas variaciones no están influidas en modo alguno por cambios en la unidad espacial.

Financiación

La presente investigación forma parte de los resultados del Proyecto Hogares en el municipio de Málaga. Evolución temporal, caracterización y distribución espacial (2008/2020) a partir del Padrón Municipal de Habitantes (B3-2021-02), financiado con una Ayuda B.3 del Plan Propio de Investigación de la Universidad de Málaga.

Declaración responsable y conflicto de intereses

Los autores declaran que no existe ningún conflicto de interés en relación con la publicación de este artículo. Los tres autores han participado en la organización de contenidos, en la selección de la metodología empleada, en la revisión bibliográfica y han revisado y corregido las diferentes versiones del manuscrito. La idea original de la investigación es de Juan José Natera Rivas, y la cartografía ha sido realizada por Ana Ester Batista Zamora.

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