Antonio Cano Ginés/Carlos Brito Díaz (eds.): Oro y plomo en las Indias: los tornaviajes de la escritura virreinal. Madrid: Iberoamericana-Vervuert, 2017, 264 pp. ISBN: 978-84-16922-39-0 (Iberoamericana) / 979-3-95487-642-6 (Vervuert).
Un nuevo título ha puesto a circular la colección “Parecos y Australes. Ensayos de Cultura de la Colonia”: Oro y plomo en las Indias: los tornaviajes de la escritura virreinal, compilación de trabajos críticos al cuidado de Antonio Cano Ginés y Carlos Brito Díaz, profesores de Lengua y Literatura españolas, respectivamente, en el Departamento de Filología Española de la Facultad de humanidades de la Universidad de la Laguna, Tenerife. Una docena de textos sirven para resemantizar varios de los tópicos desde los cuales se han estudiado tradicionalmente la literatura virreinal y sus contornos históricos y culturales, en el sentido más amplio, entiéndase: escritura, historia, antropología, geografía, ciencias naturales, arquitectura y acercar ahora información muy valiosa y necesaria sobre temas muy pocos tratados o subvalorados en los estudios virreinales como el tema de la presencia y participación de la mujer en la conquista y la Colonia; la influencia de las Indias en Europa (los “tornaviajes”); la impronta de Canarias en América, y algunos, novedosos, como las visiones de la conquista en el cine. Se trata, por tanto, de un nuevo acercamiento multidisciplinar a la cultura virreinal -con un gran peso en su literatura y sus diferentes modalidades discursivas-, desde la perspectiva de los estudios trasatlánticos (tornaviajes, viajes de idas y vueltas) que en el contexto del volumen presentan su propio linaje conceptual al acogerse al signo de la atlanticidad, término acuñado por el escritor y académico canario Juan Manuel García Ramos, recogido y explicado en el texto introductorio del libro por uno de sus editores, Carlos Brito Díaz. La “Introducción” de Brito Díaz es un pórtico más que eficaz al volumen pues a la vez que nos ubica conceptualmente -como acabamos de ver en un breve ejemplo- en el acercamiento al estudio del tema central del libro, se detiene además en una descripción detallada de cada uno de los trabajos que lo conforman; o sea, que funciona como excelente reseña del mismo, a la que este breve comentario no pretende emular.
Los contenidos del libro aparecen organizados en VI secciones o bloques temáticos. El primero de ellos, “Escritura y descubrimiento”, presenta “Evolución de las crónicas de Indias y sus principales modalidades”, texto de Paloma Jiménez del Campo y “Las escrituras descubridoras” de Juan Manuel García Ramos. El trabajo de Jiménez del Campo se centra en el estudio del corpus de textos de la conquista y la Colonia, su carácter híbrido y sus diversas modalidades discursivas, para replantearse desde una perspectiva actual la reorganización del canon y la significación de dichos textos en el proceso fundacional de lo que hoy llamamos literatura hispanoamericana. Por su parte, Juan Manuel García Ramos se acerca a este tema desde el estudio puntual de la impronta de la escritura de Colón en el canon de las crónicas “descubridoras” del Nuevo Mundo, su consiguiente influencia en el imaginario histórico y literario del mismo y la representación y presencia de la figura del Gran Almirante en la literatura hispanoamericana. Interesante y sugerente texto que vuelve sobre la relación de las crónicas -a través de Colón y de Antonio Pigafetta, fundamentalmente- y el lenguaje como medio de recreación de la realidad y la fundación de una literatura. Los nombres de Alejo Carpentier, Miguel Ángel Asturias, Arturo Uslar Pietri, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Vallejo, Huidobro y Neruda vuelven a verse frente al espejo de la realidad y las palabras.
“Flujos e interflujos”, la segunda sección del libro, presenta “De un lado a otro: los objetos de las Indias en Europa”, de Esperanza López Parada y “El tornaviaje de la conquista: iconografía del indio honrado en el teatro del Siglo de Oro”, de Carlos Brito García, dos visiones diferentes entre sí pero que abordan temas muy singulares, algo que, como ya he dicho, dota a este libro de un especial atractivo. López Parada se acerca al universo de los objetos, de las cosas que se “intercambian” entre ambos mundos, que transitan de una cultura a otra, y las consecuencias, en diferentes órdenes, de este trueque. La autora hace un interesante inventario y análisis de la asunción de estos objetos utilitarios y ornamentales por parte de ambas culturas y del nuevo uso o lectura, significación, pudiéramos decir de las cuáles los dotan. Interesante acercamiento a un tema que tiene todavía mucho que aportar a los estudios coloniales. Por su parte, Brito Díaz, hace un minucioso y ameno estudio de la representación del indio en el teatro del Siglo de Oro, pero en su documentado estudio va más allá pues, como bien dice, el tema americano en la literatura del Siglo de Oro muestra un “modesto panorama” y se adentra en la representación del tema americano en general. No obstante, aunque el corpus de textos a estudiar no sea muy numeroso, Brito Díaz agota el inventario de obras que tratan el tema; lógicamente repasa las obras de Lope, Calderón y Tirso y la de otros autores que tratan el tema. Es de destacar en el detallado estudio de Brito las menciones a la representación de la mujer indígena y también de los indianos.
La tercera sección del libro, “Reinvenciones”, recoge dos análisis de textos de autores hispanoamericanos: “Simulación de la oralidad en los Comentarios Reales del Inca Garcilaso”, de Ana Valenciano López de Andújar, y “La anarquía del interregno: espacio visual en la Carta de Jamaica de Simón Bolívar”, de Francisco-J. Hernández Adrián. Ana Valenciano se centra en un fragmento de la obra más conocida del Inca, el de la “entrevista” que realiza este a su anciano tío con el fin de recabar información acerca de la vida y costumbres de sus antepasados incas. Es un análisis que se adentra en los terrenos de la narratología y otras disciplinas modernas. El Inca es visto como escritor, periodista, antropólogo, desde el momento en que se mueve en los márgenes de estos enfoques para dotar de veracidad su discurso. ¿Historia o literatura? ¿Realidad o ficción? ¿Sorprendente ejercicio de la memoria o recreación mítica de los hechos? Esto y mucho más vuelve a ponerse sobre el tapete con el estudio de este fragmento de los Comentarios Reales.
Simón Bolívar, considerado uno de los principales exponentes de la literatura neoclásica en Hispanoamérica, es revisitado por Francisco-J. Hernández Adrián, quien enuncia el espacio visual en la Carta de Jamaica, uno de los textos de Bolívar más estudiados. Ese espacio visual, en la Carta de Jamaica, debe ser visto desde la perspectiva de la pre-posteridad, es decir, de lo que se anuncia como futuro desde el pasado. Como sabemos, el texto bolivariano, escrito desde su exilio en la isla de Jamaica, está preñado de esa tensión entre el pasado y el futuro, lo viejo y lo nuevo, o sea, la América virreinal y la de la independencia, la de las futuras repúblicas. Esa “visión” bolivariana que traza fronteras, construye, edifica, sueña, imagina, funda un mundo nuevo para un hombre nuevo, sus fuentes, son los que revalúa Hernández Adrián en la relación interdialógica entre la tradición y la modernidad, el viejo mundo virreinal y la América independiente, la Gran Colombia que avizora y anuncia el Libertador.
“Mujer de Indias”, la quinta sección del volumen, es como dije al principio una de las más atractivas, aún en su brevedad, por invitar a ampliar los estudios, la investigación más que necesaria de la presencia de las mujeres en la conquista y la Colonia, tema, como sabemos, bastante preterido en los estudios tradicionales sobre la época. En “La mujer en Indias: la otra conquista”, Antonio Cano Ginés llama la atención sobre la necesidad de aportar información que ayude a cambiar la mirada sobre el tema. En “Primeras pobladoras” lista los pocos pero “imparciales” cronistas que reflejaron la presencia femenina en la conquista y la Colonia y anuncia que centrará su mirada en tres de estas mujeres: una viuda (Mencía Calderón de Sanabria), una casada (María Álvarez de Toledo y Rojas) y una beata (Catalina Bustamante), a quien consideran la primera maestra de América. Cano elige estas tres mujeres por representar perfiles diferentes de la presencia femenina en la conquista y la colonización. Nieves María Concepción Lorenzo en “Los dos poemas de sor María de los Ángeles: otra “Labor de manos” se centra en la presentación del caso aislado de la monja carmelita venezolana Sor María de los Ángeles (1765-1818), de quien se conservan solo dos poemas pero bastan para ser reconocida en el ámbito de la escritura colonial femenina en Hispanoamérica; mirada singular si tomamos en cuenta el ambiente literario y cultural de la Caracas y la Venezuela de la época, un tanto más modesta y menos estudiada en comparación con Lima o México, por ejemplo.
“Canarias en América” presenta tres textos que ilustran con profusión los aportes de Canarias a la cultura virreinal americana: “El papel de Canarias en la conformación de la cultura virreinal americana”, de Andrés Sánchez Robayna; “Épica y periferia: leer Canarias desde la América colonial. Tentativa de interpretación”, de José Antonio Ramos Arteaga, y “Bernardo de Gálvez y la colonización de la Luisiana española”, de Manuel Hernández González. Andrés Sánchez Robaina acomete con gran acierto la nada fácil tarea de sintetizar la influencia de Canarias en América basándose en los principales “hitos” sean estos de carácter literario, lingüísticos, mercantiles, culturales, en el sentido más amplio del término. La realidad de que Canarias por su ubicación geográfica, atlántica, y por haber sido el primer territorio conquistado en la expansión ultramarina castellana es la antesala del análisis y los datos posteriores que aporta Sánchez; no es menos cierto que esa ubicación triangular entre la Península, África y América, su carácter insular, ya había generado en Canarias una experiencia previa de los encuentros y aceptación de “la otredad”, y la dotó de cierta vocación de tolerancia y carácter inclusivo que explica bien su acople y sus aportes, sin traumatismos, a la cultura americana.
En su texto, José Antonio Ramos Arteaga propone una lectura “a contrapelo”, “al revés”, una suerte de cotejo entre el corpus literario colonial y el corpus canario: “el teatro, las cónicas, los tempranos textos prosísticos, la producción jurídica y circunstancial, la poesía” para ubicar y ayudar a comprender mejor los procesos histórico-culturales de las Islas Canarias desde una perspectiva neocolonial, sobreponiéndose a las dificultades metodológicas que implica este enfoque. Por ello, no pretende inventariar el corpus de lecturas coloniales paradigmáticas, y elige como modelos dos fuentes aparentemente distantes pero, en su opinión, complementarias para sus propósitos: Pedro de Oña (Arauco Domado) y Antonio de Viana (Antigüedades de las Islas Afortunadas de la Gran Canaria. Conquista de Tenerife y aparescimiento de la Imagen de la Candelaria). Dos visiones singulares de la literatura colonial, escritura “a contrapelo” de lo que pudiéramos llamar “discurso oficial”, ya que ambos cronistas escriben para desdecir el relato mítico de la colonización, cada uno desde sus respectivos territorios.
“Bernardo de Gálvez y la colonización de la Luisiana española”, de Manuel Hernández González, construye en relato muy bien documentado de la presencia y avatares de la población canaria que fue enviada a fortalecer la presencia hispana en ese territorio en el último tercio del siglo XVIII. Bernardo de Gálvez, que contó con todo el apoyo posible de la Corona, se vio en la difícil disyuntiva de intentar desarrollar el asentamiento de colonos hispánicos en un territorio rodeado por las hostilidades con Francia y las recién independizadas colonias inglesas. En este panorama, debía fortificar y mejorar la economía e incrementar la población hispana en los territorios dominados por España. Empresa infructuosa que debió enfrentar deserciones del contingente de colonos canarios (unos 4000) que se dispersó, en gran parte -casi la mitad-, entre Caracas y La Habana. Una historia, como tantas de la conquista y colonización del Nuevo Mundo, dignas de ser noveladas o llevadas al cine.
Y precisamente con una visión desde el cine, culmina el volumen. Isabel Castells Molina nos presenta, en la última sección del libro “Otras visiones”, su texto “Visiones y revisiones de la conquista en el cine, desde Werner Herzog hasta Icíar Bollaín”, un texto muy ameno que refuerza el carácter interdisciplinar del libro y aporta una perspectiva bien crítica de las visiones edulcoradas y los lugares comunes que congestionan el imaginario y el discurso histórico del período virreinal y la relación Viejo Mundo-Nuevo Mundo. En su análisis Castells rehúye la presentación del cine “por encargo”, el de las conocidas superproducciones estilo 1492: La conquista del paraíso (1992, Ridley Scott) y La Misión (1986, Roland Joffé). No es la visión de este tipo de cine el que interesa a la autora; visiones que idealizan y tergiversan sobremanera la historia y el carácter de sus personajes, sino la visión que trasmite el llamado “cine de autor”. Por ello, Castells toma como objeto de estudio en Aguirre o la cólera de Dios (1972, Werner Herzog), Cabeza de Vaca (1991, Nicolás Echevarría) y También la lluvia (2010, Icíar Bollaín) para analizarlas en detalle en un interesante discurso narrativo híbrido donde se entremezcla el lenguaje crítico del cine, la literatura y la historia. Una excelente manera de concluir el libro con este acercamiento crítico al universo virreinal desde una manifestación artística relativamente joven, el cine, que, fiel a la vocación multidisciplinar del compendio de ensayos, alienta el discurso crítico del tema en cuestión desde la imbricación de perspectivas diferentes y complementarias como la literaria, la ecfrástica, la histórica y otras presentadas a lo largo de sus páginas que tributan al replanteo del imaginario virreinal americano y su retorno a la imagen europea.
Sin dudas, una lectura muy recomendable. Un volumen preparado con mucho acierto por sus editores que han sabido dotar de una coherente y amena dramaturgia interna a un grupo de ensayos de muy diferentes enfoques, los cuales logran sus propósitos y acercan no pocos aportes a los replanteos y las nuevas visiones críticas que exige el período virreinal para el mejor conocimiento del mundo actual, de esa cultura que se fraguó en el trasiego trasatlántico, en esos tornaviajes que involucran no solo a la Península y a las Indias, sino también a la fecunda presencia canaria, crisol de un mestizaje que aún tiene mucho que decirnos y aportar.
Ernesto Sierra Delgado
Universidad de Castilla-La Mancha