Antoni Pau. Tánger entonces. Granada: Editorial Comares, 2017, 108 pp. ISBN: 9788490455838.
Tánger cuenta entre los lugares del mundo que acumularon (y en su caso durante muchos de los años centrales del siglo XX sobre todo) un mayor atractivo literario, por no hablar de otros atractivos sociales o históricos o artísticos o incluso morales y exóticos, con seducción marcada por las aureolas de los notables escritores y pintores que por allí pasaron y en donde más o menos tiempo residieron (Barthes, Beckett, los dos Bowles, Burroughs, Capote, Genet, Ginsberg, Kerouac, Kessel, Matisse, Morand, Stein, Williams, Yourcenar, etc.), y con la fascinación con que reflejaron aquella famosa por cosmopolita “Zona internacional” en sus creativas imágenes escritas y gráficas; si no, su desgarrado retratista Mohamed Choukri, siempre rondando Tánger (1935-2003) no la habría descrito como “la ciudad más extraordinaria y misteriosa del mundo”. Tampoco hay que olvidar la contribución de la cinematografía al desarrollo del mito y a su prolongación temporal, pues la sugestión, casi hechizo, se mantiene en nuestros días.
Escritores y artistas españoles han contribuido también a las imágenes y al imaginario tangerino, y no hace falta que ahora citemos una muestra de nombres y títulos, lo cual –a falta todavía del necesario estudio global- ha sido abordado en algunas Conferencias y Encuentros, como el convocado en la sede madrileña de Casa Árabe (26 octubre 2017), coordinado por la reconocida traductora Malika Embarek López, sobre “Tánger en la literatura española”, con intervenciones de María Dueñas, Javier Valenzuela y Antonio Lozano, autores respectivamente de novelas hispanotangerinas tan señaladas como El tiempo entre costuras, Limones Negros, y Un largo sueño en Tánger, en las cuales, además de un núcleo representativo sobre la importancia de lo tangerino en escritores españoles, se aprecia una personalidad propia diferenciadora con más o menos matices respecto a la literatura extranjera, pues en los españoles sobresale lo incisivo de la memoria, que en aquella ciudad viene a encarnar el nexo hispanoárabe, por su enlace andalusí y sus amplias proyecciones magrebíes.
El libro que hoy presentamos aporta mucho al conjunto de la escritura hispanotangerina, y a sus diversos géneros, pues su materia son recuerdos, en primera persona, combinando las vivencias del niño en Tánger que fue su autor, Antonio Pau Pedrón, muy reconocido escritor y muy notable jurista, que ahora nos ofrece unos testimonios únicos y valiosísimos, entre los apuntes documentados en los diarios de sus progenitores, muestras selectas de su documental archivo fotográfico y sus vivos recuerdos, con todo lo cual, y como directamente revela el autor (y es una buena clave) desde la primera frase, ha cumplido con la deuda que sabía “acabaría pagando”, aunque discurra si el débito era o no con su propia infancia, o con Tánger, tampoco con la posteridad… pues “es el adulto el que se lo debe al niño que fue”, y sobre esta urdimbre se construye precisamente una sinceridad testimonial revestida de literatura, en lo que atañe a la poética de lo que allí se trasvasa y al buen oficio de un autor curtido, como bien muestra su curriculum y las auto-explicaciones de su propia web (www.antoniopau.com/), que merece la pena alguna ojeada, para poder conectar relato y circunstancias vitales hasta hoy.
Nacido en Torrijos (Toledo), a los dos años sus padres le llevaron a Tánger, en 1955, y allí vivieron hasta primeros años ’60, recibiendo todos los deslumbramientos que puede ofrecer una ciudad como aquella, entre cercana y remota, y de gran apertura y dinamismo frente al estrechamiento “de una sola cultura, y muy acotada por las circunstancia, muy oficial” (p. 12), que el niño Pau encuentra cuando regresan a Madrid. Por eso, el adulto Pau confiesa: “Ahora que me pongo a escribir sobre Tánger me doy cuenta de que esa ciudad ha sido un símbolo en mi vida” (p. 11), en lo cual coincide con las percepciones de otros, que tanto contribuyen a la desbordante imagen atractiva de aquella ciudad.
Tánger entonces es una preciosa y detallada crónica de aquel notable y heterogéneo núcleo urbano, relatada con toda la intensidad de sensaciones que la infancia es capaz de captar y atesorar, cuando además está rodeada de condiciones familiares tan favorables, culturales y sociales, como es el caso de este magnífico dosier sobre dos coordenadas interesantísimas: su lugar (¡y qué lugar!) y su tiempo irrepetible, en el centro del siglo XX, en que se sitúan una treintena de ‘escenas’ que transcurren tanto en niveles personales (familia, colegio, amistades) como en niveles colectivos (valiosas descripciones urbanas, viajes). Empecé a leerlas, y no pude parar hasta que terminé el libro, de un tirón. Claro está que Tánger nos interesa, me interesa: no olvido mi desembarco allí en una excursión universitaria, en 1965… mi primera tierra magrebí. Y Tánger nos interesa por su historia de siglos enlazada con la nuestra, hasta formar un colectivo característico: “Los españoles de Tánger”, como Bernabé López García publicó en la revista Awraq (5-6, 2012, pp. 1-45). Y es bien cierto lo que cita Antonio Pau (p. 104) de que Tánger es “un espíritu”:
Todavía quedamos algunos que llevamos dentro el espíritu de Tánger de mediados del pasado siglo. Pero aquélla es una ciudad irrepetible, y los que la vivimos somos conscientes de pertenecer a una especie a extinguir, y quizá por eso todos tratamos de contar cómo fue y cuánta felicidad sentimos en ella.
Esto explica mucho; lo comprendo y lo comparto; y por eso reconozco que éste es un libro imprescindible.
M.ª Jesús Viguera Molins
Universidad Complutense de Madrid