Lola Pons Rodríguez. Una lengua muy muy larga. Más de cien historias curiosas sobre el español. Barcelona: Arpa editores, 2017, 300 pp. ISBN: 9788416601530.

Estamos ante un libro dedicado a la historia de la lengua, a la descripción de las variedades de la lengua española, sin censura ni prejuicios, con un enfoque descriptivo. Muestra la longitud y anchura de la lengua en todos sus niveles. En definitiva, la idea general que transmite es que la variación es el síntoma de que una lengua está viva y que los actores principales son los lectores, hablantes de la lengua.

Una lengua muy muy larga consta de ciento quince breves historias encargadas de revisar el pasado y el presente del español. Cada una de ellas es una “píldora”, tal como la autora las denomina, de conocimientos lingüísticos, literarios y culturales; todo ello, presentado de forma amena y atractiva para el lector. Creo que ha encontrado el equilibrio para enseñar y, sobre todo, atraer y crear curiosidad a todo tipo de lectores. El objetivo de esta obra es divulgar y ofrecer conocimientos sobre la historia de la lengua y la Filología, en general.

Lola Pons tiene una larga trayectoria en la labor divulgativa ya que desde 2009 publica regularmente entradas en su blog Nosolodeyod (www.nosolodeyod.com), que funciona como una ventana abierta de la Filología hacia los lectores digitales. De hecho, el libro aquí reseñado es una versión desarrollada, 2.0., de las historias que en el blog bosqueja. Además, tal ha sido la repercusión de su labor divulgativa, que la autora colabora con cierta asiduidad en medios de comunicación de amplio alcance, como en el programa de RTVE, La aventura del saber de La 2, en diversos programas de radio, así como en El País: Verne y la sección de opinión de este mismo periódico.

En el libro, las historias se agrupan en seis partes: la primera de ellas se dedica a los sonidos y letras: en este apartado, revisa las grafías y sus valores fonéticos en español, como por ejemplo, las tres parejas de sibilantes y fenómenos relacionados como el seseo, ceceo y heheo a partir de un repaso culinario de lo más sugerente: pizza, lasaña y sushi (pp. 44-50); los valores de b y la v (“Be-ben y be-ben y vuelven a be-ver”, pp. 33-34), y la evolución de la F- inicial latina (“Yernos e infiernos”, pp. 82-83); la puntuación con píldoras dedicadas a los paréntesis (pp. 51-52), a los extraños signos de la ortografía, entre los que destaca el signo de párrafo y el calderón (pp. 53-54), y a las abreviaturas, con el ejemplo de la ñ (pp. 55-56). En esta primera parte, la autora aprovecha para revisar algunas de las reformas ortográficas llevadas a cabo por la Real Academia Española en el pasado (“Letras de cambio”, pp. 59-60) y también más recientemente como el cambio de nombre de algunas grafías *ere, erre, erre doble (pp. 29-30), i griega (pp. 31-32) o las razones para el solo sin tilde (pp. 61-62). En estos casos, la autora se pone en la piel de los hablantes, a quienes, reconoce, les pueden sorprender algunas decisiones adoptadas por la RAE.

El segundo apartado se dedica a las estructuras las relaciones entre las palabras, como el empleo del pronombre (“Diez cosas sobre mí”, pp. 89-90), el género de las palabras, con la excusa de la reivindicación de los derechos de las personas LGTB (“Palabras con identidad transgénero”, pp. 95-97); el fenómeno de la reduplicación relacionado con la propiedad contrapuesta de la economía del lenguaje (“A mí no me lo digas”, pp. 98-99), los valores y usos del imperfecto de indicativo (¡24 horas en la vida de un imperfecto”, pp. 104-105), el voseo y la lengua de Garcilaso de la Vega (“Por vos muero”, pp. 109-110), las formas de futuro y las perífrasis con valor de futuro inmediato rastreando su origen en latín (“Te diré lo que vamos a hacer”, pp. 111-112), la presencia o ausencia de la preposición a con complementos directos (“No busques más, que no hay”, pp. 118-119), entre otros. Y no solo revisa fenómenos, sino también la manera en que la Filología ha abordado su estudio teórica y prácticamente. En “¡Eso ya no se llama así!” (pp. 100-101) reflexiona sobre la terminología que las diferentes tradiciones gramaticales han empleado.

Las píldoras del tercer bloque estudian las palabras de nuestra lengua, donde destaca el esfuerzo de Lola Pons por mostrar la riqueza léxica de la comunidad hispanohablante, tanto desde el punto de vista diacrónico (el léxico de la vestimenta en “¡Tápate las piernas!”, pp. 141-143, o el nombre de los colores, “En blanco y negro”, pp. 144-145), como desde el prisma dialectal (Burgos, Sevilla, Ucrania, Argentina, Perú, Japón, pp. 170-182). Por otra parte, como consecuencia de la variación ejemplificada la autora dedica varias píldoras a la reflexión sobre la pérdida de vocablos (“Columpiarse”, pp. 149-151, “¿Crees en la reencarnación?”, pp. 152-153 y “¡Qué guay!”, pp. 156-157).

Y el cuarto se centra en los textos, que le permite acercar al lector a textos como el Appendix Probi (pp. 189-191), la Nodicia de kesos, (pp. 194-195), las Glosas Silenses y Emilianenses (pp. 196-197), el Poema del Mío Cid (pp. 198-199) o aquellos que forman el paisaje lingüístico de nuestros tiempos (pp. 210-211). A propósito de esta última píldora, recomendamos el libro que la misma Lola Pons publicó sobre el Paisaje Lingüístico de la ciudad de Sevilla. Lenguas y variedades en el escenario urbano hispalense (2012).

Habrá reparado el lector en que las primeras cuatro partes se centran en las principales disciplinas lingüísticas (fonética y fonología, morfología, sintaxis y léxico, todas ellas desde un punto de vista del uso, pragmática), que conforman, precisamente, la Filología y que son estudiadas por los filólogos, quinta parte del libro. La autora en este apartado incluye capítulos donde explica su vocación filológica y anima a futuros o posibles estudiantes de dicha disciplina (“Y no poder conseguirlo”, p. 215, “Por qué morder la manzana de la Filología”, pp. 216-217). Algo estará haciendo bien Lola Pons cuando la víspera de Reyes de 2012 consiguió que #Filología fuera trending topic, tal como lo cuenta en el relato “La tarde en que #Filología agitó Twitter” (pp. 218-219). Esta quinta parte la cierran unas píldoras con un alto contenido emocional y reivindicativo de la labor científica: María Moliner (pp. 231-232), Rafael Lapesa (pp. 233-235), Joan Corominas (pp. 236-237) y Manuel Ariza, maestro de la autora (pp. 238-240), forman parte del elenco que Lola Pons presenta como ejemplo de Filólogos que trabajan por desarrollar la ciencia desde disciplinas diversas.

Cierra el libro Felices fiestas, que ofrece una visión desde la Historia del español sobre las épocas y efemérides del año, desde la Navidad al Carnaval pasando por el Día de los Enamorados. Dichas efemérides y celebraciones dan pie a la autora a desplegar su conocimiento filológico: el Auto de los Reyes Magos (pp. 248-249), como excusa para mencionar la noche de Reyes; un texto del siglo XV para referirse al 14 de febrero, día de San Valentín (pp. 250-251); la lengua de Francisco de Goya con motivo de los Premios Goya entregados todos los meses de febrero (pp. 252-254), María Goyri, mujer de Menéndez Pidal, o Menéndez Pidal era el marido de María Goyri, brillante píldora para hablar del 8 de marzo: día de la mujer trabajadora (pp. 255-257), que se relaciona con las páginas dedicadas a la lexicógrafa María Moliner, quien “alejada del mundo académico de los filólogos, fue capaz de escribir ella sola un diccionario” que dedicó a su marido y sus hijos “en restitución de la atención que por ella les he robado” (p. 232). En este sentido, es brillante también la contribución de la autora en la sección de Opinión con motivo de las reivindicaciones del 8 de marzo de 2018, que animo a que lean1.

La Semana Santa tiene una presencia especial en esta parte: el viernes de Dolores (pp. 258-259) da pie a una reflexión sobre las advocaciones religiosas que hay detrás de muchos nombres en español, y, por supuesto, las torrijas (pp. 260-261). La Feria de abril de Sevilla también tiene cabida en el libro y es muy divertido cómo la autora hace de un lugar festivo un espacio de trabajo de reconstrucción etimológica, llevándonos de su mano hasta las casas romanas y étimos latinos (pp. 262-263). Con ella repasamos el calendario anual, tropezándonos con episodios que, a priori, nos parecerían difíciles de relacionar con los estudios filológicos: el equipo de fútbol Betis y la pronunciación del cántico “¡musho Betis!” (pp. 276-277).

Lola Pons consigue que el tiempo de lectura pase rápido gracias a su estilo de escritura llano, ágil y cargado de humor, de juegos de palabras y de referencias literarias o musicales, lo cual se hace evidente ya desde la propia titulación de los apartados: “Una k tako de arkaika” (pp. 35-36), “Yo acuso a la w” (pp. 37-38), “Con lo mosmo vocol, can la masma vacal” (pp. 67-69), “Yernos e infiernos” (pp. 82-83), “Si tú me dices ven” (p. 106), “¡Y un pepino!” (pp. 127-128), “Hago ¡chás! Y te convierto en una palabra” (pp. 164-165), solo por mencionar algunos de ellos. Por otra parte, además de la referencia a los ilustres filólogos, la autora presenta de forma muy muy acertada numerosas referencias a personajes, reales o ficticios, muy muy conocidos en la actualidad. Son un buen reclamo: Raphael, que es, de hecho, la primera historia del libro (pp. 25-26), muy útil para trazar la historia del uso de la ph en la historia de la ortografía del español; Raffaella Carrà, como excusa para hablar del quesuismo (pp. 87-88); Jon Kortajarena, de quien dice que no es muy guapo sino “guapísimo” y le da pie para revisar la historia y el valor de los dos intensificadores (pp. 91-92); el maestro Yoda (pp. 107-108) el más idóneo para hablar sobre el orden de palabras; Conchita Wurst (pp. 131-132) para tratar el sufijo -udo (barbudo); el pequeño Nicolás (pp. 133-134) que nada tiene que ver con le petit Nicolas y que da pie a la autora para comentar las diferencias dialectales entre pequeño y chico, y Lolita, a propósito de su famosa expresión si me queréis irse, que da pie a revisar el problemático imperativo de ir y los usos de vosotros-ustedes.

Maneja, a lo largo de todo el libro, terminología especializada, que hace del libro un objeto fiable y serio. La autora, sin decirlo explícitamente, muestra que la divulgación debe fundamentarse en unos rigurosos conocimientos científicos. El criterio filológico está por encima de todo, y con más mérito aún por el tono llano de las explicaciones ofrecidas.

La política también tiene cabida en este libro: el Brexit (pp. 168-169), con el que aprovecha para inventar una palabra: brexida: “Si los británicos han sacado exit del latín EXIRE, ¿por qué nosotros no recurrimos a nuestro viejo verbo exir y al antiguo sustantivo exida?” (p. 169), o el referéndum catalán a partir del cual aprovecha para revisar la forma de afirmar o negar en español, catalán y aranés (pp. 115-117).

En suma, este libro es una muestra más de que Lola Pons lleva años preocupándose por divulgar y aproximar a la sociedad la ciencia filológica. Esta contribución, la última en papel de momento, se suma a la nutrida lista de obras que, aun con enfoques y organización dispares, viene a presentar una visión descriptiva y generosa de la lengua española, no solo desde la vertiente sincrónica sino también diacrónica. Con Una lengua muy muy larga el acercamiento de la Filología a toda clase de lectores, de edades y formación diversas, parece aún más posible.

Es por ello por lo que cerramos estas páginas con un deseo: despertar la curiosidad amor ya es quizá demasiada aspiración, entre estudiantes y profesores de etapas educativas obligatorias con la finalidad de transformar la idea no tan positiva que transmiten muchos universitarios sobre la lengua española. A la larga, debería ser de obligada lectura para hacer entender a los hablantes que todo sigue una evolución, que nada es permanente y que debemos siempre estar abiertos al cambio, tal y como ha hecho durante tantos siglos nuestra lengua española; hasta llegar a lo que es hoy, que no es más que una simple parada dentro del largo viaje que lleva y que le queda. Gracias, Lola Pons, por difundir, por “sacar los conocimientos de historia de la lengua a la calle” (p. 17) y buscar todo tipo de estrategias para convencer al lector de que la #FilologíaMola.

Leyre Martín Aizpuru

Universidad de Sevilla

lmartin12@us.es

1 Artículo publicado el 4 de marzo de 2018: “Queridas lingüistas”: https://elpais.com/elpais/2018/02/27/opinion/1519757202_315530.html