Philologia Hispalensis · 2024 Vol. · 38 · Nº 2 · pp. 219-246

ISSN 1132-0265 · © 2024. E. Universidad de Sevilla. · (CC BY-NC-ND 4.0 DEED)

https://dx.doi.org/10.12795/PH.2024.v38.i02.10


UNA NUEVA TRADUCCIÓN CASTELLANA DE LAS METAMORFOSIS DE OVIDIO (SIGLO XV) A NEW CASTILIAN TRADUCTION OF THE OVID’S METAMORPHOSES (15TH CENTURY)

OVIDIO (SIGLO XV) A NEW CASTILIAN TRADUCTION OF THE OVID’S METAMORPHOSES (15TH CENTURY)

Ana María Romera Manzanares

Universidad Complutense de Madrid

anarom15@ucm.es

ORCID:0000-0001-6665-1023

Recibido: 09-05-2024. Aceptado: 06-09-2024

Resumen

En este trabajo presentamos el primer testimonio conocido de una traducción castellana autónoma de las Metamorfosis de Ovidio en lengua romance (siglo xv). Ofrecemos en lo que sigue un estado de la cuestión con la recepción de la obra en la Península y una aproximación lingüística y textual al códice que se centra en ofrecer algunos de los rasgos más significativos de la lengua en que se copió y el modelo que puede subyacer en él.

Palabras clave: Metamorfosis, Ovidio, nueva traducción romance, Biblioteca Colombina, siglo xv.

Abstract

In this paper we present the first known testimony of an autonomous Castilian translation of Ovid’s Metamorphoses in the Romance language (15th century). In what follows we offer a state of the question, with the reception of the work in the Peninsula, and a linguistic and textual approach to the codex that focuses on offering some of the most significant features of the language in which it was copied and the model that may underlie it.

Keywords: Metamorphoses, Ovid, new romance traduction, Biblioteca Colombina, 15th century.

1. Introducción: por 36 dineros

El poema mitológico con el que el poeta latino Publio Ovidio Nasón (43 a. C. - 17 d. C.) narraba la historia del mundo desde su creación, las Metamorfosis, cosechó en la Edad Media peninsular cierto éxito y desde el siglo xiii hasta el siglo xvi se benefició de varias traducciones independientes entre sí. A pesar de que contamos con testimonios de su empleo y copia en romance desde los trabajos historiográficos emanados del scriptorium alfonsí, la primera publicación de una versión vulgar autónoma en la Península se identificaba con la catalana de Francesc Alegre, dada a la imprenta en Barcelona en 1494. En castellano, habíamos de esperar a la traducción en prosa de Jorge de Bustamante, entregada a los tórculos de un taller desconocido hacia 1542. Hoy podemos añadir un eslabón más al inicio de esta cadena de versiones ovidianas: en algún día incierto del mes de junio del año 1536, Hernando Colón, el hijo del almirante, compró en Barcelona por «36 dineros» un códice cuatrocentista anónimo que contiene la que hasta el momento podemos proclamar como la primera versión castellana autónoma, hasta ahora no considerada, de las Metamorfosis ovidianas. Este testimonio, que desde que se trasladó a Sevilla en la primera mitad del siglo xvi no ha cambiado de ubicación, se conserva entre el conjunto de los libros legados por Hernando Colón, la llamada Biblioteca Colombina, y es custodiado hoy por la Institución Colombina, que también abraza los fondos de la Biblioteca Capitular de Sevilla.

Hernando Colón (1488-1539) es uno de los principales protagonistas de la historia del testimonio de las Metamorfosis castellanas. Es de sobra conocida su acusada bibliofilia y su vehemente deseo de «allegar muchos libros y aun todos los que pudiese hallar» (Marín Martínez, 1970: 50), inclinación vital que recogió, entre otros, su secretario y amigo, el bachiller Juan Pérez[1]. Por estos y otros motivos, la crítica lo señala como «el gran propietario de libros manuscritos e impresos de la Sevilla del quinientos, y también uno de los mayores de Europa» (Álvarez Márquez, 2003: 55). En la actualidad, los fondos legados por Hernando Colón suponen un gran conjunto de tesoros bibliográficos que bien nutren las letras hispánicas e incluso las europeas.

La organización de los volúmenes que acopió fue una de sus principales empresas. Hernando Colón ideó manuales de consulta en los que distinguía entre autores y materias y se preocupó por el devenir de sus libros más allá de su muerte: en su testamento dejó ordenado, entre otras disposiciones, quién debía hacerse cargo de sus libros, en qué circunstancias debían custodiarse o cómo habría de ser el exlibris que identificaría su biblioteca[2]. Es asimismo especial su forma de anotar las circunstancias de cada adquisición: indicaba el lugar de la compra y el precio, incluyendo cuál era el valor de la transacción en esas coordenadas precisas[3]. En los últimos años de su vida, según el itinerario reconstruido por Álvarez Márquez (2003) a la luz de estas anotaciones, Hernando Colón viajó por varios países europeos y continuó su empresa de compra bibliográfica. A Milán (febrero de 1531) y Lyon (septiembre y octubre de 1535) siguió Barcelona donde, gracias a la reseña de compra que anota en cada volumen, sabemos que anduvo en junio de 1536. En la capital catalana compró, junto a nuestro códice ovidiano, otros veintiséis, todos ellos manuscritos[4].

Si nos fijamos en la materia clásica que compone la colección colombina, podemos determinar que su creador alimentó con ahínco esta sección. Este testimonio de las Metamorfosis estaba acompañado por otros de especial valor, entre los que destaca, por ejemplo, el manuscrito cuatrocentista de las Heroidas (sig. 5-5-16, Garrido Conde, 1985), que traslada del catalán la versión de Guillem Nicolau realizada entre 1389 y 1390 y que probablemente fue usada por Rodríguez del Padrón en la composición del Bursario (Pujol i Gómez, 2014). En esta sección se localiza asimismo la impresión de la versión italiana de las Metamorfosis ilustradas de Giovanni de Buonsignore (Venezia, 1522, sig. 6-4-3), o Los doze libros de la Eneida de Vergilio principe de los poetas latinos traduzida en octaua rima y verso castellano, impresa en Amberes a costa de Juan Bellero en 1576 (sig. 15-2-26), lo que puede dar cuenta del posible gusto del comprador por el autor sulmonés.

Este testimonio cuatrocentista de las Metamorfosis, a pesar de haber estado incluido en los catálogos de Colón desde su adquisición y de haber sido citado en otras relaciones librarias del fondo, ha permanecido, sorprendentemente, ayuno de toda edición y estudio filológico hasta el momento. En las páginas que siguen pretendemos empezar a aliviar esta situación, ofreciendo un primer acercamiento a la historia y la materialidad del códice (§ 2), a lo que sigue una contextualización del testimonio en el panorama de las traducciones vulgares de la obra ovidiana conocidas en la Península (§ 3). A continuación, exponemos algunas notas iniciales sobre la caracterización lingüística del texto que alberga (§ 4) y una aproximación al modelo subyacente que se puede intuir en este testimonio (§ 5) antes de unas conclusiones ofrecidas a modo de cierre (§ 6).

2. El códice 5-5-25 de la Biblioteca Colombina: historia y descripción

La primera noticia del manuscrito signado con el código 5-5-25 de la Biblioteca Colombina (olim: AA-144-12, R. 5674) en época moderna, hasta donde nos alcanza, se ofrece en el catálogo de Fiedrich Gustav Haenel (1830, columna 981), donde se dice: «AA. 144. 12. Ovidii metamorphoses; saec. XIV. membr. fol.». Según la información recogida en el inventario de la institución (Sáez Guillén y Jiménez de Cisneros Vencelá, 2002), el volumen, que presenta sello de pertenencia a la colección, carece de número de registro, aunque en Abecedarium B, elaborado por el propio Colón, aparece recogido con el código de asiento 14716 (Registrum B). En esta descripción catalográfica se ofrece una datación cronológica lábil (1300-1500), acotada por Faulhaber en la base de datos Philobiblon (BETA manid 4757), donde se ajustó la cronología del testimonio a los últimos años del siglo xiv y los primeros del xv: «1391 ca? - 1410 ca?». Posteriormente, el códice aparece mencionado fugazmente por Avenoza (2010: 463), quien ofreció una breve noticia sobre la localización de un manuscrito que a su juicio contenía la primera traducción «propiamente dicha» de las Metamorfosis ovidianas, si bien hubo de añadir que el códice en estas fechas «había sido muy poco estudiado» y que tampoco ella había podido consultarlo. Desde entonces podemos decir que la situación poco ha cambiado.

El manuscrito 5-5-25 es en lo material un códice unitario que solo transmite esta traducción castellana de las Metamorfosis y que parece estar escrito por una sola mano. Su texto es parcial, pero no hablamos de un códice trunco ni con deficiencias materiales: el testimonio transmite los ocho primeros libros de los quince que componen la obra ovidiana, tras los que la escritura cesó con un éxplicit en el 133v a pesar de que todavía quedaba un folio en el último cuaderno. No faltan hojas ni se observan lagunas textuales, más allá de algunos blancos que confirman su estatus de copia. El volumen conserva, pues, 134 hojas de papel que presentan varias filigranas: algunas están compuestas por dos flechas cruzadas con estrella o corona superior, otras por cuatro círculos con cruz interior. Las hojas están organizadas en nueve seniones, un septenión y un senión (96-17-16), de 288 × 211 mm, con caja de escritura de 190 × 134 mm y están escritas a plana completa con 33-38 líneas por cara. Presenta pautado a punta de plomo y doble numeración arábiga, presumiblemente original: la primera serie numera los cuadernos en el vuelto de cada una de las primeras hojas que los componen (1-6x9, 1-7x1, 1-6x1), mientras que la segunda aparece en la esquina superior derecha de cada hoja (1-134). Conserva, además, reclamos originales en el margen central e inferior del vuelto de la última hoja de cada cuaderno, aunque no en el primero, donde justo acaba el primer libro (12v): dicho (24v), aquella (36v), requerir (48v), una ensan|chada (60v), era (72v), qual (84v), Glauco (96v), [ten]tamientos (108v) y ser ayuntada (122v).

En lo que respecta a las decoraciones del códice, no podemos decir que señalen una manufactura lujosa, pues son escasas. La tinta del cuerpo del texto es negra, decolorada en ocre; las primeras palabras de cada libro se señalan con un cuerpo mayor y las letras capitulares con que empieza cada uno de ellos se presentan decoradas en rojo y azul, ya en tonos algo marchitos, y se incluyen además algunas letras mayúsculas intermedias en el texto, de cuerpo menor que las que inician libro, que señalan algunas separaciones entre mitos. Los calderones están adornados en rojo (Figura 1) y los pocos adornos florales (61r, 115v) o manículas (31r, 102r, 132r) que señalan algunos contenidos relevantes para el escriba del códice se insertaron en negro[5].

El códice ha sufrido estragos por algunas manchas de humedad y tinta ferrosa, sobre todo en varias páginas centrales (como el intervalo comprendido entre 75r-77v), aunque el texto se puede seguir con mucha facilidad en la totalidad del volumen. Conserva una encuadernación en pergamino con correíllas, que por la nota de Colón y por la falta de indicaciones sobre restauraciones posteriores creemos que puede ser contemporánea a la compra; en su tejuelo se puede leer «Ovidio Metamorfosios en Castellano. M.S.». El volumen tampoco transmite en la actualidad más paratextos prologales que permitan conocer su contexto de producción, ni quién lo copió, ni quién encargó su copia, ni dónde se pudo realizar. El único dato que comunica el propio códice sobre su historia es la nota manuscrita de Hernando Colón, con los datos prototípicos de sus apuntes esquemáticos sobre la adquisición de sus libros (134v): «Este libro ansí enquadernado costó 36 dineros en Barcelona por junio de 1536 y el ducado vale 288 dineros» (Figura 3).

Figura 1

Folio 1r

Nota. Fuente: Manuscrito 5-5-25

Por otra parte, en la primera hoja de guarda sucesivas anotaciones nos han devuelto una breve polémica sobre la datación aproximada del códice: mientras que una primera mano anota que «esta traducción española es sin duda del siglo XIV, se ignora el traductor» otra responde que «no puede ser más que del siglo XV» (Figura 4). El vaivén entre siglos también ha podido observarse en las dataciones que ofrecen las descripciones y los registros modernos del códice, como hemos tratado en el inicio de este apartado. Tras haber revisado y analizado las características lingüísticas y paleográficas del códice, no podemos más que darle la razón al segundo de los anotadores pues, efectivamente, se trata de un códice que puede datarse en torno a mediados del siglo xv.

El examen paleográfico del códice nos muestra la escritura cuidada de una única mano en gótica híbrida, con cierta tendencia a la angulosidad de la bastarda, palpable sobre todo en el colofón, espacio de escritura más personal y rápida que, por otra parte, no incluye tampoco datos sobre el copista, traductor o fecha de composición del texto.

Figuras 2-4

Adornos y anotaciones del códice (78v, 133v y primera hoja de guarda)

Nota. Fuente: Manuscrito 5-5-25

Al tratar las anotaciones de lectura con las que posteriores manos salpicaron las páginas del códice de la Colombina debemos detenernos en las revisiones que ofrece un desconocido lector de, probablemente, algún momento inconcreto del siglo xvi. Las notas marginales debidas a esta mano ofrecen una censura de tipo lingüístico sobre el texto de la versión traducida que nos permite evaluar sus preferencias y conocimientos como hablante competente y culto. Se deben también a este lector quinientista multitud de tachados y borrones localizados sobre frases y añadidos explicativos que, en algunos pasajes, llegan incluso a dificultar la lectura del texto original. Su actividad es especialmente intensa en las primeras 37 hojas, aunque sabemos que no abandona ni la lectura ni la censura, pues se pueden observar más señales de este tipo en algunas páginas posteriores (44r-46r, 54v, 72r, 85r-87v, 91r, 130r), si bien en menor número[6].

La variación lingüística que descubren estas anotaciones se puede adscribir sobre todo a los planos morfológico y léxico. Nuestro lector es sensible a ciertas formas derivadas, que suele reescribir bien empleando la misma base (o alguna muy próxima) combinada con otros sufijos, como en ascondrijos > ascondimientos (4r) o ascondredades > encobrimientos (7v-8r), adevinadizos > advenideros (15r), cobijadura > cobertura (32r), espantaderos > espantables (4r, 29v), enbiudadera > enviudada (4v), ignaros > ignorantes (33r) o venenífero > venenoso (30r); bien empleando sintagmas que recogen el significado relacional de esa derivación morfológica, como en a la madre non negadera > a la tu madre non niegas (13v), palpaderos > a se tañer (28v), sacrificadero > para sacrificar (29r) o veedero era > avía de ver (35r).

Asimismo, nuestro lector reacciona ante determinados términos, para los que ofrece sustituciones de tipo sinonímico. La causalidad de estas variantes es compleja y múltiple, pero podemos rescatar del conjunto algunos cambios debidos a la vitalidad de las voces en liza, como ocurre con la reescritura de las formas del verbo deleznar(se) ‘deslizarse, resbalarse’ (Jiménez Ríos, 2018: 51-54): delesnantes > corrientes (3v), se delesnan > cayen (25r), delesnada > cayendo (30v) o se delesnaron > cayeron (32r); o la sustitución del adjetivo sandio ‘loco’, que ya no se usaba en época de Valdés (Pons Rodríguez, 2022: 88): sandia > loca (14r), sandios > locos (20v), sandio > loco (36v). Otras variantes subrayan el rechazo ante las ocurrencias de participio de presente que transmite el texto, como ocurre en afalagantes dichos > falagos (35v) o amántete > amador tuyo (37r), y otras sustituciones, en fin, muestran otro tipo de decisiones ante algunas formas con marcas lectales que merecen un comentario mucho más detenido, como en carballo > robre (30r, 130r), garcetas > crines (30v), pella > pelota (26r), quixadas > mexillas (25r) o maxillas (36r) o reñillas > renzillas (33r)[7].

Por otra parte, este lector tacha y reescribe multitud de referencias anafóricas, como se observa en los casos de el dicho Licaón > aquel (4r), la dicha grey > aquella (10v), de las dichas fijas > aquellas (13r), cada uno de los suso dichos > cada uno d’ellos (14r) o de los dichos carros > aquellos (15r). También condena de forma constante, mediante tachadura, las múltiples aclaraciones que se ofrecen en la traducción sobre algunos términos, gentilicios o pronombres, que aparecen casi siempre encabezadas con el sintagma conviene a saber (1):

1)

es de recortar con la espada, [tachado: conviene a saber, con instrumento médico], porque la parte limpia et sana non sea atraída et cortada (3v) | el nacimiento de mi tío, [tachado: conviene a saber, de Epimetheo] (6r) | et maguer que Titania, [tachado: conviene a saber, la dicha] Pirra (6v) | et el fijo de Venus, [tachado: conviene a saber, el dicho Cupido], dice a aqueste, [tachado: conviene a saber, al dicho Phebo] (7v) | et aquella, [tachado: conviene a saber, la dicha] Dapne, el dicho Phebo visto más apresurada fuye (8r) | en el medio orbe, [tachado: conviene a saber, en el punto meridional] (9v) | en el espacio de dos signos [tachado: et esto se dize por quanto el dicho signo de Escorpio estiende los braços suyos de los quales et con los pies del signo llamado Virgo se faze un signo llamado Virgo] (16v) | el qual a Baco es consagrado [tachado: et es por las buenas viñas que en él ha] (17r)

Por último, hemos notado que esta mano ofrece el conteo de los versos latinos en el margen superior izquierdo de cada una de las hojas en las que escribe, a través de números arábigos insertos en un círculo. Como solo interviene efusivamente en las 37 primeras hojas, la identificación de los versos latinos casi media el tercer libro (29r-42v, cuenta hasta el verso 481 en el 37v). Es posible que nuestro lector quinientista tuviera a mano, si no directamente el texto latino, otra versión romance con estas indicaciones. Quizá sea por este motivo que sancione las glosas terminológicas y las explicaciones enciclopédicas que no encuentra en el texto ovidiano; estas bien pueden deberse al original de la traducción o al antígrafo glosado de este testimonio. En cualquier caso, la intención principal de estas intervenciones parece la de refrescar y aliviar el texto: tanto la depuración de voces anticuadas o marcadas, como la eliminación de las glosas y elementos anafóricos son procedimientos que transmiten la idea de que se ha intentado rebajar la pesadez estilística de la traducción, abigarrada y latinizante en exceso.

En cuanto a su contenido, este testimonio transmite de forma completa y sin alteraciones los primeros ocho libros de los quince que componen las Metamorfosis de Ovidio. Estos se dividen con unas breves indicaciones decoradas en rojo localizadas en los siguientes folios: «Aquábase el libro primero et comiença el segundo» (12v), «Libro terçero» (22r), «Libro quarto» (42v), «Libro quinto» (59r), «Libro sesto» (73v), «Libro sétimo» (91r) y «Libro otavo» (112r). Los libros se presentan ordenados según la correlación capitular original y en ellos no hemos observado que falte ninguno de los mitos ni que se altere su orden de presentación con respecto del texto original latino. Hasta el momento, no se conocen más testimonios de esta traducción, por lo que ha de considerarse un codex unicus.

3. Recepción de las Metamorfosis en la tradición literaria hispánica

Las traducciones de varias obras del poeta de Sulmona, como son las difundidas Metamorfosis y las Heroidas, pero también otras como los Fastos o el Arte de Amar, ocuparon un porcentaje amplio del texto de la General estoria, magna obra del rey Sabio (Cristóbal López, 1997; Salvo García, 2010a, 2010b, 2010-2011, 2012), hecho del que se desprenden afirmaciones tales como la de Avenoza (2010: 453, nota al pie 4), quien manifestó que «fue enorme el respeto que los alfonsíes tuvieron por la obra de Ovidio como fuente de la más alta consideración»[8]. Desde entonces, en época medieval solo fueron extractadas en la Historia troyana de Pedro Núñez Delgado (ca. 1350; Avenoza, 2010: 463) y, después, en los periodos renacentista y barroco la obra conoció varias versiones romances. Debemos detenernos en sopesar cada una de estas traducciones para reconocer el grado de influencia y difusión que pudo tener en la Península el testimonio que damos ahora a conocer. Hasta el momento, la que se tomaba como la primera versión vulgar autónoma de la obra ovidiana en la Península era la versión firmada por Francesc Alegre, quien dio a los tórculos en 1494 su versión de las Transformacions en lengua catalana; en castellano teníamos que esperar hasta 1542, fecha en que se datan aproximadamente los primeros ejemplares impresos de una versión atribuida a Jorge de Bustamante.

La traducción de Francesc Alegre (ca. 1452 - ca. 1508), al creerse alejada de la tradición francesa del Ovide moralisé, recibió los elogios y atención de la crítica. Se pensó en un primer momento que trasladaba directamente el original latino, lo que le hizo ostentar una posición preeminente dentro del panorama de las traducciones romances del cuatrocientos europeo (Guthmüller, 1997). Posteriormente, otros especialistas (Alcina Rovira, 1998; Moncunill, 2015; Pellissa Prades, 2017; Bescós, 2019, 2020a) señalaron que, sin embargo, esto debía matizarse. Las Transformacions han sido editadas (Bescós, 2019) y estudiadas desde diversas perspectivas (Bescós, 2020a, 2020b, entre otros) por Bescós, quien llegó a determinar que el traductor catalán siguió, además del texto latino, la versión italiana de Giovanni Bonsignori, aunque presumiera en el prólogo de haber emprendido esta tarea desde el original latino con ínfulas de depuración, ya que decía que «las Metamorfosis ha[bí]an circulado mal traducidas, resumidas, explicadas y mezcladas con pasajes no pertenecientes a dicha obra» tras lo que sostenía «que nunca antes han sido traducidas con exactitud a una lengua vulgar» (Bescós, 2020a: 68)[9]. Como refiere el editor, la versión catalana debe situarse en la esfera textual de depuración del texto ovidiano, cuya pretensión era la de purgar el poema y eliminar las amplificaciones explicativas con que circulaba. En este sentido, cabe puntualizar que Bonsignori, a su vez, también se había adscrito a esta tendencia, aunque, como le ocurrió asimismo a Alegre, no pudo renunciar a la estela del texto comentado: el italiano también aprovecha la tradición glosada, pues en su texto subyace el comentario latino a la obra ovidiana de Giovanni Del Virgilio (siglo xiv).

Respecto de la tradición castellana, exceptuando la versión emanada del escritorio alfonsí y la extractada en la Historia troyana, hemos de señalar que la lista de traducciones de las Metamorfosis ovidianas ha de abrirse no con Bustamante, sino con un cuarteto de traducciones parciales. La primera de la que tenemos noticia, teniendo en cuenta las excepciones señaladas, se corresponde con la conocida como Prefación poética y contenida en el códice manuscrito cuatrocentista de la BNE con signatura MSS/5644 (72r-74v). Se trata de una versión romance del mito de Calisto que Gómez Moreno (BETA texid 2630) relaciona con el códice colombino. El texto de la Prefación permanece hasta donde nos alcanza ayuno de edición y estudio, por lo que en el epígrafe § 6 ofrecemos una primera comparación de ambos testimonios, limitada voluntariamente, para determinar el grado de parentesco que puede existir entre ellos.

La segunda de las traducciones parciales castellanas apareció en Valladolid en 1519, en la imprenta de Arnao Guillén de Brocar, tras la traducción de la Ilias latina de Juan de Mena, y fue procurada acaso por el propio editor de la obra, Alonso Rodríguez de Tudela. Esta versión transmite unos seiscientos versos del libro xiii, recogidos en 76 octavas, que cuentan «La contienda que ovieron Ajas Telamón y Ulixes» (BNE, R/6944, 31v-41v)[10]. Este mismo episodio interesó al poeta Hernando de Acuña, quien lo metrifica en estilo libre (BNE, R/2738, 36v-54v), según vemos en la recopilación poética publicada diez años tras su muerte, en 1591 (Rubio Árquez, 2000; Río Torres-Murciano, 2012). La última parte de esta terna > terna quinientista la componen las traducciones elaboradas por Cristóbal de Castillejo de varios mitos ovidianos, como Píramo y Tisbe, Polifemo y Galatea o Hermafrodito (Martínez Navarro y Loeza Zaldívar, 2014).

A estas traslaciones parciales seguiría la atribuida a Jorge de Bustamante, que ha sido fechada por la crítica en torno a 1542; ni el nombre del autor, ni la fecha ni el lugar donde se ubicaba la imprenta de la que surgió aparecen en la portada de la edición. Podemos hacer la adjudicación al autor por la existencia en los paratextos de unos versos acrósticos en lo que se puede leer: «Jorge de Bustamante, natural de Silios»[11]. Probablemente, la obra se difundió de manera anónima por la libertad que tomó el autor al interpretar y adaptar los mitos ovidianos y por la salacidad de algunos pasajes (Fernández Corte y Cantó Llorca, 2008: 184), cuestiones que, de manera evidente, están íntimamente relacionadas con su enorme éxito y difusión. Esta versión castellana en prosa conoció hasta diecisiete reediciones hasta 1718, data de la última conocida. La manufactura de la versión no puede describirse como fiel al original latino que traduce, sino más bien como una versión libre, pues Bustamante, en palabras de Carrasco Reija (1997: 989), «adapta, parafrasea, añade e interpreta […], se detiene y extiende más que el propio Ovidio, aportando material original y recogido de la tradición en los pasajes que le interesan, y sin embargo otros los abrevia e incluso los omite», para lo que sigue tanto la tradición comentada del Ovide moralisé francés, como el texto italiano de Bonsignori[12].

La difusión de las Metamorfosis en el siglo xvi es realmente fructífera y podemos contar tres versiones castellanas más. En primer lugar, aparece la de Antonio Pérez Sigler, en verso, impresa en Salamanca en el año de 1580 y reeditada con revisiones en Burgos en 1609, publicación que además incluía un Diccionario poético. En este caso hemos de cambiar de modelo subyacente, aunque este pertenezca también a la tradición glosada italiana. Pérez Sigler se apoyó principalmente, según Alonso Miguel (2002), en el texto publicado en Venecia en el año 1561 por Giovanni Andrea dell’Anguillara, texto del que depende en gran medida, aunque las pruebas aducidas señalan que hubo de consultar asimismo un texto latino[13].

Por otra parte, Felipe Mey en el 1586 dio a la imprenta una versión parcial en Tarragona que transmite los siete primeros libros de la obra ovidiana de los cuales dice haber versionado él mismo en su juventud los dos primeros y, bajo el magisterio de Antonio Agustín, arzobispo de Tarragona, los cinco restantes. El cambio de orientación en la traducción entre unos y otros puede percibirse fácilmente, pues los primeros presentan un texto más libre e interpretativo frente a los últimos, que se apegan al latín y sus formas, aunque en ambas partes, si bien más en la primera que en la segunda, se puede percibir el influjo de dos de sus fuentes confesas: la versión de Anguillara ya citada y la de Ludovico Dolce, Le transformationi, publicada en Venecia en 1533. A la influencia italiana acompaña la consulta de un original latino, quizá diferente a los utilizados por las otras traducciones castellanas quinientistas (Alonso Miguel, 2009: 63), aunque no se aprecia un empleo elevado: «la deuda de Mey con respecto a Anguillara es mucho menor que la de Pérez Sigler, aunque quizá ligeramente superior a la de Viana»[14].

Por último, podemos comentar algunas notas sobre la traducción de Pedro Sánchez de Viana, dada en verso a la imprenta vallisoletana de Diego Fernández de Córdoba en 1589. Las Metamorfosis de Viana soportan en menor medida la influencia de la versión veneciana de Anguillara, edición de la que llega a copiar las ilustraciones, aunque no en demasía el texto, en el que se reconoce un empleo esporádico (Alonso Miguel, 2002: 170). Si bien el traductor deja correr la pluma a lo largo de explicaciones, al igual que el glosador latino, es mucho más fiel a la fuente ovidiana que al italiano. Según las consideraciones de Cossío (1998: 68), este médico vallisoletano entendió, en efecto, al poeta de Sulmona «cuyo espíritu en parte reproduce y en parte no menor deslía y echa a perder con excesivas amplificaciones».

A la vista de esta breve exposición, podemos confirmar que las versiones italianas eran bien conocidas en la Península en los siglos xv y xvi y que contaban con fieles seguidores. Todas las traducciones renacentistas publicadas en España, salvo la de Bustamante, que depende fundamentalmente de Bonsignori, son posteriores a las de Anguillara y Dolce y deudoras suyas, pues revelan un uso notable de estas versiones glosadas, aunque poco a poco vayan desprendiéndose de la moralización medieval y vayan acogiendo el gusto estético por el verso y la literalidad del Ovidio latino[15].

Dentro de la tradición descrita se sitúa, pues, el testimonio que presentamos en este trabajo, que puede datarse por motivos materiales, paleográficos y lingüísticos en torno a la mitad del siglo xv. Por las razones alegadas, el manuscrito sevillano permite reconocer la primera traducción autónoma romance peninsular de la obra ovidiana y, además, adelantar la fecha de esta primera versión castellana en casi una centuria. El texto que damos a conocer ha de ponerse en liza ahora con todos los textos latinos y romances considerados más arriba: la comparación responderá a dos preguntas fundamentales en la investigación sobre el contenido que transmite el códice colombino. En primer lugar, podremos saber si alguno de estos traductores pudo tener a su disposición nuestro texto; en segundo lugar, nos servirá para orientarnos en torno al modelo subyacente de la primera traducción castellana, pues el de todas las versiones quinientistas ha sido localizado y, como hemos visto, parece ser en la mayoría de los casos procedente de la tradición glosada italiana.

4. El texto de la traducción castellana de las Metamorfosis de Ovidio

La investigación sobre las características lingüísticas que muestran los textos de la centuria cuatrocentista nos ha proporcionado un firme elenco de procesos evolutivos que podemos distinguir en este periodo, por lo que la supuesta oscuridad de la lengua del siglo xv quedó ya despejada (Pons Rodríguez, 2015). El códice colombino que nos ocupa es partícipe de estas innovaciones y presenta, como testimonio lingüístico de su tiempo, rasgos que apuntan en ambas direcciones, propios tanto de la lengua de la distancia cuatrocentista como de los procesos de evolución interna del castellano, con atributos gráficos, gramaticales y léxicos procedentes de otras variedades.

En este momento, no pretendemos ofrecer una revisión exhaustiva y cuantitativa de la lengua del manuscrito, sino brindar una visión panorámica que sirva como antesala del estudio en profundidad que acompañará a la edición crítica del texto (Romera y Salvo, en preparación). Comentaremos los rasgos más significativos de las tendencias latinizantes de escrituralización, teniendo en cuenta, además, que estamos ante una traducción de un texto probablemente latino, y nos fijaremos en aquellos cambios más pertinentes en cuanto al desarrollo interno del castellano encauzado a través de cambios derivados de la expresividad y oralidad. Añadiremos las características más destacables de la escritura del códice y la alineación dialectal oriental que se puede entrever en torno a determinados rasgos gráficos y gramaticales.

En el nivel gráfico-fonético es interesante observar que mantiene la f- en la mayoría de los casos (fazían, fierro, fijo, fembras). Conserva los grupos cultos sin vocalizar la b implosiva (cabdal (2v), debdora (8r), dubda (8v), cabdillos (9r), cibdades (20r)), aunque hay ejemplos en los que sí ha evolucionado ya, como ocurre en causa (12r) o caudillo (70r). El diptongo ie derivado de ĕ aparece ya reducido siempre (castillos (2r), siglo (11r)); no se observa que los adverbios acabados en -mente muestren tampoco formas diptongadas: primeramente (2v), prolongadamente (2v), perfectamente (3r); y el adverbio así siempre es transmitido con consonante simple. Se pueden observar abundantes casos de escritura de ss doble en interior de palabra, como en espessas (4v), huessos (6v), pienssa (8r), entremissas (12r), traspassa (12v), falsso (12v) o deessa (33r), rasgo que, por la datación del códice, puede suponer, más que una muestra de inestabilidad gráfica en la sonoridad de la fricativa, una tendencia escritural o intento frustrado de remedar la grafía etimológica (casos como Jassón < Iason (91v) o mieses < messis (119r) pueden ilustrar en ambas direcciones la confusión del escriba). Hay algunos casos de escritura de ff (como en offiçio (20r) o ffuego (84v)), pero se dan en un número muy bajo de ocurrencias y señalan igualmente cierto caos ante la grafía etimológica[16]. Para representar la vibrante múltiple al inicio de palabra el códice alterna la escritura de la consonante doble con la grafía mayúscula: Ruda (2r), Renovado (2v), Reziente (3r), Riberas (5r), pero rruegos (4r), rrabia (4r) o rricos (14r); la dental final es siempre sonora (-d): amistad, ciudad, vezindad. En este nivel hemos de decir que existen otros rasgos gráficos caracterizados como prototípicamente orientales, como la escritura de una u superflua tras consonante oclusiva velar /k, g/ seguida de las vocales a u o (Alvar, 1953: 24-26), que se documenta especialmente en los siglos xiv y xv y que en nuestro texto podemos advertir en varios ejemplos, como liquores (6r), aquábase (12v), liquor (32v), Equo (35v) o quantidad (50v).

Sobre los fenómenos morfosintácticos relacionados con desarrollo, cambio o desapariciones de estructuras ligadas a la expresividad o inmediatez comunicativa, esto es, los cambios de abajo arriba, podemos señalar el mantenimiento de las formas reforzadas del demostrativo aqueste (Enrique-Arias, 2018) en todo el texto, formas orientales que combinan con las formas simples, aunque estas últimas aparezcan en un bajo porcentaje de casos. Al hilo, es usual el empleo de artículo + posesivo (Clavería, 1992; Company Company, 2006; Lapesa, 2000): «las sus santas cosas» (5r), «desanparan las sus telas» (43r), «el fuego del su amor» (44r), «la colorada sangre suya por la su boca» (57v); y es frecuente documentar la interpolación «ca el amor es causa de te yo seguir» (8r). También encontramos ya de forma asentada las formas pronominales procedentes del oriente nosotros – vosotros (Gomila Albal, 2016), aunque localizamos algunos ejemplos del empleo de vós - nós en el texto, casi siempre en parlamentos en estilo directo: «buenos hombres los tiempos luengos de las lágrimas podrán esperar a vós» (56v), «mas agora seamos nós mesmas loadas» (73v). Se mantiene todavía la -d- intervocálica en las segundas personas verbales paroxítonas, a pesar de que su caída es oriental, lo que puede ofrecer algunas precisiones sobre la temprana cronología del texto (Rodríguez Molina, 2012: 182-188; Del Barrio de la Rosa, 2018, § 4): «si divinidad avedes, favorecedme» (9r), «ciertamente lo sabedes, ca fustes a muchos oportuno escondrijo» (36v), «dezid a qué lugar aparejades llevarme» (40v) o «si vosotros mançebos a mi moço engañades y si vosotros muchos engañades a mí» (41v).

En cuanto a los procesos morfosintácticos relacionados con el polo de la distancia comunicativa, podemos evaluar el estado del adjetivo, su colocación en la frase y el estado de su extensión elativa desinencial en -ísimo. En nuestro texto se ha privilegiado claramente la anteposición del adjetivo; hemos excluido aquellos casos en que sería difícil localizar el adjetivo en posición variable (mano derecha (13v)) y hemos tenido en cuenta que en los registros de posposición suelen abundar los gentilicios (aguas hismarias, aguas hesperias). En cuanto a la elación superlativa (Pons Rodríguez, 2012) hay algunos ejemplos de superlativo sintético, a veces en combinación con muy, como se observa en los casos de «así como el milano, conviene a saber, ave muy rapacíssima» (26r), «una manceba Orve llamada non ignotíssima» (70v), «por el grandísimo trabajo de la huida mía» (72r), «et la dicha Níobe pudiera ser dicha muy felicíssima madre» (78r); mientras que son mucho más habituales las construcciones superlativas perifrásticas del tipo muy más, como se registra en «el luzero el qual muy más postrero de la estança del cielo sale» (15r), «Lichabas llamado muy más audaz de los otros todos» (40v) o en «la muy más grande et sabidora de nosotras los enseñados cantos acabado oviera» (73r).

Por otra parte, la posposición verbal es un fenómeno igualmente abundante («propios logares, et luego la fuerça del fuego del inclinado cielo estando sin cargo apareció» (1v)), pues es la ordenación sintáctica habitual en el códice, y es altamente reiterativa la posposición de los posesivos (la cara suya (21r), los pies suyos, la lengua suya (22r), la peña mía (23v), el color suyo, el coraçón suyo, el vulto suyo, al señor suyo (24r), en la garganta suya (30r)). Asimismo, es muy alta la frecuencia de aparición del participio de presente, tanto con valor nominal como verbal: «caballos alípides, conviene a saber, trayentes pies» (13v), «los sacrificios acatante» (42r), «temeroso et menos violentas palabras fablante et dañántese» (42v), «viniente la noche, ambos se saludaron» (43r), «fija suya rogante et estendiente sus manos» (47r). Por último, también hemos localizado con profusión casos de otros calcos sintácticos del latín, como las construcciones absolutas tanto de participio (de presente y pasado) como de gerundio: «et después, recebidos en el campo, de la más libre agua tañen las grandes riberas» (1v), «el dicho fijo de Agenor, prófugo cuita la tierra et la ira del dicho padre suyo et, humilde consultando, demanda los templos del dios Phebo» (29r). Se puede registrar repetidamente el uso de el cual como pronombre relativo de correferencia nominal con antecendente expreso (Pons Rodríguez, 2007), como en «et allí en aquellos reinos Amón oviera mandado Andrómeda inmérita padecer la pena de la lengua materna, la qual Andrómeda después que de consuno Abancíades vio» (56r); o el reflejo castellano del accusativus cum infinitivo (Pons Rodríguez, 2008), como en «la dicha Calíope et el dicho Cepheo, padres de la dicha Andromeda, magnifiestan el dicho yerno suyo ser ayuda et guardador de la dicha casa suya» (57v).

A tenor de la veste lingüística que hemos observado en el códice podemos considerar que se trata de una traducción realizada en la plenitud del siglo xv, que participa de los procesos señalados en la lengua elaborada con tendencia latinizante, así como transmite ciertos procesos internos de la evolución y variación del castellano con influjo oriental. Al tiempo, no participa de procesos cuatrocentistas más tardíos y no transmite las soluciones de determinados procesos internos solo alcanzadas al final de esta centuria. Cabe cuestionarse si el modelo subyacente, de ser en efecto un texto en latín, constriñe de alguna manera la elaboración latinizante del texto o si la impronta dialectal que refleja hace que la periodización de algunos de estos procesos pueda verse alterada.

5. Primeros pasos hacia la caracterización del modelo subyacente

Una de las preguntas iniciales que debemos responder a la hora de empezar a estudiar el testimonio 5-5-25 de la Colombina es si puede haber servido como texto fuente en alguna de las versiones conocidas hasta el momento en la tradición literaria iberorromance. En este sentido, se ha sugerido que la Prefación poética (BNE, MSS/5644) puede estar relacionada con el códice colombino. Sabemos gracias a los estudios citados supra que bajo la textura de las versiones de Alegre y Bustamante se halla, principalmente, la traducción de Giovanni Bonsignori; por su parte, según los trabajos consultados, parece que tanto Pérez Sigler como Mey y Sánchez de Viana accedieron al poema ovidiano fundamentalmente a través de la versión veneciana de Anguillara. El primer ejercicio ha de ser, pues, enfrentar preliminarmente esta red textual entre sí.

La tarea de confrontación ha de empezar necesariamente por el texto de la Prefación poética[17] (Tabla 1):

Tabla 1

Comparación entre el códice colombino y la Prefación poética

Metamorfosis (Colombina 5-5-25)

Prefación poética (BNE, MSS/5644)

21r Et ya el alto sol tenía el prolongado espacio en la meitad del día cuando aquella, conviene a saber, la dicha virgen, al dicho monte soentra, el cual monte edad ninguna cortado non oviera, et en aqueste logar la dicha virgen primeramente desvistió el carcax et estendió los inclinables miembros suyos et yazía en el suelo, el cual la yerva cobierto oviera, et el pintado carcaje con la reposada cerviz apremia. Et después que el dicho Júpiter así cansada et fatigada la vio, et eso mesmo de guarda alguna careciente, dize: «Ciertamente la mujer mía aqueste furto non saberá, o si lo sopiere ¡oh, dioses, de tanto precio a mí son contiendas!». Et luego el dicho Júpiter es vestido de la faz los vultos de la dicha Diana et dize: «¡Oh, virgen, conviene a saber, una parte de las compañeras mías! ¿En cuáles montes et uteros es caçado?». Entonce la dicha virgen de un césped se lieva et dixo: «¡Oh, divinidad, Dios te salve! Et aunque Júpiter lo oiga por mí estante juez digo que tú eres mayor que el dicho Júpiter».

72r Mas Ovidio cuenta de este Arcas en su Libro Mayor más complidamente. En este tiempo fue doña Diana, esta fue la que acabdillava a las fijas de los reyes et grandes príncipes et las ponía en el exercicio de la caça et de montear et les abeçava a caçar con todos estrumentos de caça, así para venados como puercos et osos et leones et otros alimalias en la compañía de la cual andava siempre esta Calisto, et era una de las más fermosas vírgenes de su compañía de la cual fue enamorado el rey Júpiter. Et fue un día que se aportó la infanta Calisto de Diana, pero por cuanto iva por suya se metió en una muy noble montaña, et como le cansase la siesta dexó su arco et carcax que sobre sí traía et se echó a dormir la siesta en la floresta en las yerbas, cerca de un agua muy noble que corría a cual luego el rey Júpiter como la siempre 72v aguardava se trasfiguró en forma de Diana et vino a ella et la recordó. Et como la vido Calisto la saluó muy omildosamente a la cual Júpiter en la dicha forma se llegó a la abraçar et besar muy afincadamente et dio con ella en tierra et tanto se trabajó Calisto de se desapoderar d’ella que non pudo tanto qu’el rey Júpiter ovo allí su virgenidad et luego se le mostró en forma de Júpiter et non de Diana.

Nota. Fuente: elaboración propia

Como se puede apreciar fácilmente, la versión del códice colombino mantiene una estructura en la exposición y diálogos que difiere de la que transmite la Prefación poética, texto que ofrece más bien un resumen que recuerda a la versión prosificada del escritorio alfonsí incluida en la General estoria (I) (Sánchez-Prieto Borja, 2009: 631 y 633-634):

Mas Ovidio cuenta la generación e el fecho d’este rey Arcas más complidamientre en el segundo libro del su Libro mayor. […] E assí acaeció empós esto que un día que se apartó esta infant Calixto d’aquella su deessa Diana e fue por sí a andar por essos montes a caça en su cabo, e esse día passado ya la meetad d’él, cuando iva el sol muy alto e fazié grand calentura, entró Calixto en un mont en que ningún omne non tajara nunca ninguna cosa nin por ventura aun non entrara ý ninguno si non Calixto fasta aquel tiempo. E Calixto cuando allí entró falló muy buenas fuentes e grandes vergeles aderredor d’ellas, e ovo ende grand sabor. E con la grand calentura que fazié quiso allí tener la siesta e folgar ý, e tomó el carcax que trayé en ell ombro e soltó ell arco e colgól d’una rama d’un árvol cerca sí delant, e ella tendiós e echós en la yerva, e púsose el carcax so la cabeça. Júpiter, como era muy pagado e muy enamorado d’ella, e la vío cansada e sola sin toda guarda dixo assí: quiero agora ir a aquella dueña e fazer este furto, ca lo non sabrá mi mugier, e aun si por aventura sopiere ella la cosa e barajáremos sobr’ello non daré nada por las sus barajas. Pues que dixo esto entre sí fizo sos encantamientos e obró de sos saberes e demudóse en otra semejança. E la semejança fue que tomó la de la deessa Diana, assí que semejava en cara e en vestido e en andar en su continent que ella era toda.

Una vez establecida la distancia entre ambas versiones castellanas medievales, cabe seguir con las comparaciones entre el códice colombino y los textos renacentistas (Tabla 2). A primera vista, parece evidente que la nueva traducción castellana no subyace en ninguna de las quinientistas, aunque es palpable que las versiones castellanas presentan un acusado parecido, transmitiendo estructuras análogas que respetan el dictado original latino, como vulto de natura (5-5-25, Bustamante, Pérez Sigler, Mey) o la luna reparaba sus cuernos (5-5-25, Pérez Sigler, Sánchez de Viana):

Tabla 2

Confrontación de traducciones hispánicas

Ovidio (I, v. 5-11)

Colombina 5-5-25

Alegre (Bescós, 2019)

Ante mare et terras et, quod tegit omnia, caelum

unus erat toto naturae uultus in orbe,

quem dixere Chaos, rudis indigestaque moles

Un vulto de la natura era en todo el mundo ante que el mar e las tierras e el cielo, el cual todas las cosas cubre fuese e el cual los philósophos Caos dixeron e pesadumbre ruda

Car abans que fos mar, terra, ne lo cel, totes coses hombrant, en tot lo món la natura mostrava una superfícia o cara, a qui los antichs anomenaren cahos;

nec quicquam nisi pondus iners congestaque eodem

non bene iuntarum discordia semina rerum.

Nullus adhuc mundo praebebat lumina Titan,

nec noua crescendo reparabat cornua Phoebe.

e desordenada, nin alguna cosa era salvo pesadumbre sin arte e las simientes de las cosas non bien proporcionadas por la discordia suya eran en aquel amontonamiento mesmo ayuntadas e aún sol ninguno non daba las lumbres suyas al mundo nin la luna aún non reparava las nuevas extremidades suyas en el crecer suyo.

e era una grossa e no compartida composició, ne alre aparia sinó un desegual pes e un ajustament de coses non condordades. Negun sol retia lum al món, ne la luna crexent reomplia los novells corns.

Bustamante (BNE, R/32190)

Pérez Sigler (BNE, U/3966)

Mey (BNE, R/1569)

Sánchez de Viana (BNE, R/3472)

Antes que fuesen criados mar, tierra, aire, ni cielos era un bulto de natura: al qual llamaron Chaos, por ser en sí una gruessa y no compartida composición, & una massa o globo y desconcertado peso, conjuntos en él todos los quatro elementos. Por cuya causa el sol no era formado ni dava su resplendor, ni la luna mostrava llenos sus cuernos.

Antes del mar, la tierra y cuanto cubre el aire, un bulto avía de natura en todo el orbe, al cual llamaron Chaos, inculta y mal compuesta pesadumbre, no era otra cosa sino un floxo peso recogidas en él las discordantes simientes de las cosas no bien juntas no daba en este tiempo luz al mundo algún Titán, ni los noveles cuernos creciéndole Phebea reparaba.

Antes que se adornasen de figura la tierra, el mar, y el cielo trasparente, había en el orbe un vulto de natura que fue llamada Caos antiguamente; materia inútil, desconforme, impura, la qual en sí cerrava la simiente que produciendo las humanas cosas las hizo a nuestros ojos milagrosas.

El sol su claro rostro aún no mostraba, la luna ni menguava, ni crecía.

Ante que el mar, la tierra y firmamento, que todo lo contiene, se criase, faltava la natura su ornamento. Cosa no avía que en si diferenciase de otra, que un semblante se notava, do quiera que la vista se emplease. Chaos aquel abismo se llamava, por ser la confusión de tal grandeza, que indivisa y sin orden se hallaba. No era más que peso de rudeza, do estavan

discordantes las simientes, que concordó después naturaleza. No avía rayos del sol resplandecientes, ni la reziente luna reparaba creciendo sus dos cuernos diferentes.

Nota. Fuente: elaboración propia

Por otra parte, es posible acercarnos al esbozo del modelo subyacente del códice colombino utilizando algunas variantes colacionadas en otros estudios que perseguían el mismo fin respecto de otras traducciones vernáculas hispánicas. Moncunill (2015) somete el texto catalán de Alegre a una primera evaluación aportando cuatro lugares críticos de los libros iii y iv. El primer ejemplo ofrecido se basa en la variante sobre la edad de Narciso, que separa determinadas ramas de la tradición textual de la obra ovidiana. El texto latino dice «tres veces cinco más uno», el Ovide moralisé «cuatro veces cinco más uno», como Bonsignori; Alegre se queda en «veinte», pero nuestro códice prefiere transmitir la expresión añadido un año a cuatro veces cinco, siguiendo la estela francesa, aunque Salvo García (2012: 409-410) explica que esta confusión, dada ya en los manuscritos alfonsíes, surge a partir de la glosa al verso 351 que ofrecen los Bursarii ovidianorum de Guillermo de Orléans (ca. 1200), donde extrae la cifra de veintiuno y explica que en esta edad sucedía el paso a la juventud. Puede desprenderse, por tanto, que la variante de la edad de Narciso es mucho más antigua y puede haber llegado a otras ramas y tradiciones[18]:

2)

(III, 351): nam quater ad quinos unum Cephisius

Ovidio: nam quater ad quinos unum Cephisius

Bursarii: viginti annos et unum expleverunt

Ovide moralisé: Vint et un ans ot ja passez Narcissus

Bonsignori: essendo Narciso de XXI annos

Alegre: essent Narciso de edat de vint anys

5-5-25: oviera añadido un año a cuatro veces cinco (35r)

Otra variante de este pasaje es utilizada por Moncunill (2015: 148) para comentar un error toponímico de Alegre, quizá deslizado por atender un modelo manuscrito. La comparación sirve para observar que nuestro códice se alinea en este punto con la versión de Bonsignori:

3)

(III, 339)

Ovidio: Ille per Aonias fama celeberrimus urbes

Bonsignori: apuoi fo habuto in grande riverentia per li citadini di Thebe

Alegre: per tota la província de Emònia

5-5-25: por la fama suya por las cibdades Thebanas (34v)

4)

(III, 349)

Ovidio: vana diu visa est vox auguris

Ovide moralisé: gaberent s’ent comunement

Bonsignori: la madre riceve questa resposta come per befe

Alegre: burlaren-se los oints de aquesta resposta

5-5-25: la respuesta del dicho adevino fue vana (35r)

5)

(IV, 297-298)

Ovidio: ille etiam Lycias urbes Lyciaeque propinquos Caras adit

Bonsignori: e poi venne alla città de Libia, enlli quali liti fu morto Crasso romano

Alegre: havia ja passat las terras de Lícia y era arribat en los camps de Carras

5-5-25: las ciudades llamadas Licias et otras llamadas Carras acercanas (48v)

6)

(I, 82)

Ovidio: Iapeto

Bonsignori: Promotelo

Alegre: Promotelo, fill de Jàpeto

5-5-25: Yapeto, conviene a saber, Prometeo (2r)

7)

(I, 149-150)

Ovidio: virgo Astrea

Bonsignori: giustizia celestiales

Alegre: justícia celestial

5-5-25: virgen Astrea (3r)

8)

(VI, 103)

Ovidio: Maeonis

Bonsignori: Aragnes

Alegre: Aragnes

5-5-25: Aragnes de Meonia (75r)

9)

(VII, 326)

Ovidio: Aeetias

Bonsignori: Medea

Alegre: Medea

5-5-25: Medea, fija del rey Oethes (99r)

10)

(VIII, 153)

Ovidio: Curetida terram

Bonsignori: in Creti

Alegre: en Cret

5-5-25: Diteyda, conviene a saber, de Creta (115v)

En torno a estos versos hay otra variante ilustrativa para la autora (Moncunill, 2015: 148). En el lugar en que el texto latino dice que la respuesta al vaticinio de Tiresias sobre la muerte de Narciso fue «vana», la tradición romance refiere que el auditorio se burla o se ríe, lo que no encontramos en el texto latino ni en nuestro códice, donde prudentemente se indica que la respuesta de este adevino fue también «vana», transmitiendo el término y estructura de la fuente latina:

El último de los ejemplos aportados por Moncunill (2015: 148) se localiza en el libro iv, donde Bonsignori en lugar de transmitir el nombre de la ciudad de Carras glosa este término, explicitación que no trasmite el texto de Frascesc Alegre por omisión, ni tampoco nuestro códice, que parece que sigue reflejando el texto latino original. Además, considera que la variante Carras que puede leerse aquí aparece en varios de los recentiores de la edición del texto latino realizada por Magnus (1914), por lo que no es deficiencia de Alegre ni lo sería tampoco en nuestra traducción:

A través de otras muestras seleccionadas por Bescós (2020a) para ilustrar la dependencia que mantiene la versión catalana con la italiana podemos identificar una tendencia separadora en nuestro códice. Si bien las versiones de Bonsignori y Alegre muestran un rechazo de los patronímicos latinos, el códice colombino los transmite casi siempre como aparecen en el original latino, aunque en estos segmentos es donde suelen aparecer glosas para despejar sus referentes, lo que bien puede ilustrar la técnica traductológica del original o las notas que podía haber transmitido el antígrafo, bien dar apuntes sobre el modelo del texto:

La cuestión de la delimitación del texto fuente es una tarea compleja que requiere de detenimiento y múltiples comparaciones, más si cabe teniendo en cuenta la tradición textual sobre la que estamos trabajando, aunque los ejemplos aducidos muestran cierta tendencia del texto transmitido en el colombino 5-5-25 a inclinarse hacia el original latino, alejándose con firmeza en algunos loci critici que apuntan hacia las versiones romanceadas europeas. Con todo, nuestro testimonio no coincide plenamente con la versión original ovidiana, por lo que podría sopesarse la utilización de un codex recentior como modelo de la traducción contenida en el códice colombino, si bien aún es temprano para anticipar una u otra hipótesis.

6. Conclusiones

A mediados del siglo xv, momento próspero para la recepción y traducción de los textos clásicos, un traductor anónimo revisitó los mitos del Ovidio mayor y dio lugar a la primera traducción autónoma que se conoce de la obra en la Península, la que se materializa en una versión castellana que adelanta en una centuria la primera datada hasta ahora en esta lengua. Hemos expuesto algunas características principales de las traducciones peninsulares quinientistas de la obra ovidiana para empezar a considerar si nuestro códice subyace en alguna de ellas y hemos mostrado asimismo a través de una pequeña selección de fenómenos lingüísticos las características principales de la lengua del códice 5-5-25. Esta floresta de datos nos indica la dirección a seguir en el estudio estilístico de esta traducción, lo que emprendemos con el fin de poder ubicarla en su entorno de creación. Las pruebas elaboradas en torno al posible modelo que subyace en este texto parecen indicar que nuestro códice se aparta de las demás traducciones autónomas romances de la Península en tanto que no sigue un modelo italiano, quizá tampoco francés. El desarrollo de la investigación nos permitirá conocer si, en efecto, el texto que transmite el códice custodiado en Sevilla remite a una traducción que se realizó sobre un descripti de la tradición latina.

La materialidad del códice no nos permite conocer muchos más datos sobre su historia. Sabemos cuándo, dónde y quién lo compró, pero no conocemos nada sobre su manufactura. En cuanto a su contenido, tampoco el códice 5-5-25 de la Colombina ofrece más información: no mantiene prólogo que contextualice la voluntad de quién encargó la traducción, ni que indique la inclinación por una fuente considerada más fidedigna que otra. Es tentador recordar la mención a la versión del Ovidio mayor que se refiere en la carta que envió el marqués de Santillana a su hijo Pedro, estudiante en Salamanca; no tenemos todavía un motivo determinante para relacionar al testimonio colombino con el encargo del marqués, pero tampoco podemos alejarlo aún del universo cultural que don Íñigo propició y cultivó desde Guadalajara. En el estudio que acompaña a nuestra edición desplegaremos las líneas aquí evocadas: al análisis lingüístico completo del códice colombino acompañará un acercamiento estilístico a sus usos y prácticas traductoras, cuestiones que nos permitirán acercarlo o apartarlo de otras traducciones cuatrocentistas. Al tiempo, el estudio introductorio debatirá sus fuentes y modelos textuales, lo que no solo permitirá ubicar al códice sevillano en la recepción hispánica de la materia ovidiana, sino, además, elevarlo y contextualizarlo dentro del ambiente europeo en que tanto se glosaron, difundieron y transformaron las Metamorfosis del poeta de Sulmona.

Financiación

Este trabajo se ha beneficiado del amparo ofrecido por el proyecto Historia15: «La escritura elaborada en español de la Baja Edad Media al siglo xvii: lengua epistolar y cambio lingüístico» (PID2020-113146GB-I00), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y Universidades y la Agencia Estatal de Investigación (MICIU/ AEI/10.13039/501100011033). La investigación contenida en este artículo pretende ser una presentación del testimonio y un anuncio de la edición crítica del texto, la que preparamos con Irene Salvo García, a la que agradezco, junto a Lola Pons y María Heredia, una minuciosa lectura del primer borrador.

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[1] Esta es una frase muy conocida de la Memoria de las obras y libros de don Hernando Colón, texto que fue compuesto a su muerte y que da buena cuenta de la pasión bibliográfica del hijo del almirante. Este breve apunte sigue así: «como lo puso por obra, y allegó y puso en su librería todos los más que hasta su tiempo se imprimieron y dexó renta para que siempre se comprasen los que demás se hallasen». Sobre esta Memoria y su transcripción, Marín Martínez (1970: 47-76).

[2] De hecho, el testimonio de las Metamorfosis aparece en el Abecedarium B con el número de registro 14716. Sobre este documento organizativo de la biblioteca de Colón, refiere Álvarez Márquez (2003: 57) que se trata de un índice donde «a doble columna aparecen asentados y descritos un total de 4231 unidades bibliográficas, que no catalográficas», lo que supone un conjunto de «fichas de un extraordinario valor documental, sobre todo en el caso de piezas desaparecidas, ya que estas aparecen descritas con extraordinaria precisión: autor, título, íncipit, désinit, naturaleza manuscrita o impresa, y en este caso, lugar y fecha de impresión, tamaño, lugar, fecha y precio de la compra o cualquier medio de adquisición, como la donación, el encargo o la ejecución personal». Del volumen que contiene las Metamorfosis ovidianas no se ofrecen más detalles, pues como refiere Juan Pérez la llegada de libros a Sevilla fue tan amplia que Colón difícilmente podía continuar la tarea anotando todos los datos, por lo que pasó a signar únicamente el número de registro (Marín Martínez, 1970: 71). Por otra parte, nuestro códice presenta exlibris de la colección, que reza tal y como dispuso su antiguo poseedor en su testamento: «don Fernando Colón, hijo de don Cristóbal Colón, primero almirante que descubrió las Indias, dejó este libro para uso y provecho de todos sus prójimos. Rogad a Dios por él».

[3] Así señala Guillén Torralba (2004: 7) que «cada libro era para él algo único, al que trataba con pasión y lo identificaba plenamente: sabía cuánto le había costado, dónde lo compró y lo leyó, quién se lo regaló […] llevaba su original diario de amor, con sus encuentros y sus conquistas, sus gastos y el tiempo que le duraba el idilio: con cada libro mantenía una relación especial y única, irrepetible, como si de una pasión nueva y fascinante se tratase».

[4] Entre ellos pueden citarse las Practicas e costumes de la Rectoria de Badalona (sig. 5-2-10(1)), las Costums de la batllía de Mirauet (sig. 7-1-30), el Llibre del consolat del Mar, que hoy se conserva en la Biblioteca Nacional de España (MSS/6660), el Libre de concordances de Jaume March (sig. 5-4-29) o la Grammatica latina de Juan de Pastrana (sig. 7-2-22). De entre todos los códices que logró obtener en Barcelona, las Metamorfosis fueron el tercero más caro, solo superado por el titulado Usatici Barcinone (sig. 05-4-22(2)), un compendio legislativo de la ciudad de Barcelona que costó «53 dineros» y el Directori de los humans (sig. 7-5-9), que contiene una traducción parcial de Lo Crestiá de Francesc Eiximenis copiada por Raimon Joffre (Puig i Oliver, 2001: 45-477) que costó «96 dineros».

[5] En el vuelto del folio 78 el escriba dejó volar su imaginación y dibujó lo que semeja un ave con cabeza de serpiente, pero no hemos localizado más ilustraciones (Figura 2). Son muy simpáticas las frases que señalan dos manículas: en la hoja 31r se subraya que «a todo omne el último día es de esperar et ninguno non debe ser dicho bienaventurado ante de la muerte»; mientras que la manícula de la hoja 102r resalta la frase: «esto dize por quanto a algunos después del vino abonda más el ingenio o por quanto el poco vino et templado aguza el ingenio». Hay una más en el folio 132r, pero esta sirve para incluir un lapsus del copista: «non que voraces».

[6]. No es la única mano que interviene en el códice. Encontramos otras anotaciones de un lector muy posterior a este censor que señala torpemente algunos datos: en la hoja 8r subraya la forma pena, en la frase «las palomas con pena temblantes fuyen al águila» y añade erradamente «#péndola, pluma»; en 8v ofrece sus apreciaciones sobre una corrección menor del texto: en este se puede leer «de la dicha liebre», en color más tenue, quizá sobre raspado (se aprecian otras letras debajo) y por esto indica que «#(Aqí dezía en el orijinal „de la dicha“ | y el corrector â sobrescrito „de aquella“.)».

[7]. La recopilación completa de las anotaciones marginales producidas por esta mano correctora y su análisis en cuanto a la perspectiva variacional que permiten establecer exceden los límites y propósitos marcados en este trabajo, por lo que hemos reservado el material para otra publicación que se centrará exclusivamente en estas cuestiones. Estas variantes nos permiten documentar el juicio lingüístico de un hablante perteneciente a un momento histórico inmediatamente posterior respecto de las soluciones que transmite esta traducción producida en el siglo xv, por lo que su extracto y estudio devuelve un muestrario variacional de gran valor para atender diversas cuestiones relacionadas con la lengua de este periodo y su evolución.

[8]. Son muchas las citas que se hacen del Ovidio mayor (o, también, Libro Mayor de Ovidio, Transfiguraciones de los Dioses) en la General estoria, pero la investigadora (2010: 453, n. 4), muy oportunamente, rescató para ilustrar su comentario el pasaje donde se dice que «non es ál entr’ellos sinon la teología e la Biblia d’ello entre los gentiles» (Sánchez-Prieto Borja, 2009, I: 315).

[9]. La argumentación de Alegre puede leerse en su prólogo a las Transformacions, editado por Bescós (2019: 76), que comienza así: «molt antichs hòmens de clar entendre y esperimentada virtut, volent pels profundes tresós de sciències, qui ab continuades vigílies de estudi adquisit primer loch entre los vivints los dave, fer part als aguts enteniments desijant saber, han diversament e a moltes fins tants libres escrits, que plenamente satisfan als qui, investigant coses noves, lo útil temps de lur viure en entendre lo per ells dit occupen». Si atendemos a este paratexto de Alegre, en que criticó la mala traducción de Bonsignori a pesar de que la utiliza como accesus durante la confección de su versión, podemos saber que el traductor conocía mucho sobre la difusión y transmisión de los romanceamientos de las Metamorfosis. Por una parte, indica que existió una versión previa catalana parcial perdida, firmada por Francesc de Pinós, quien usó como texto fuente la versión de Bonsignori. Además, apunta que este modelo toscano sirvió para traducir otra versión castellana de la que tampoco se sabe más, aunque Bescós (2020a: 74, nota al pie 4) sugiere que «quizá se trate de la que promovió el Marqués de Santillana, también perdida a la que se refiere en una carta a su hijo don Pedro González de Mendoza a mediados del siglo XV». Arcaz Pozo (2023: 7) también recoge esta secuencia de fuentes y refiere que Alegre podría haber utilizado «quizá una castellana de este mismo siglo que acaso podría ser la que el Marqués de Santillana menciona en una carta a su hijo Pedro González de Mendoza a mediados de la centuria, que tampoco, si es que llegó a existir, se conserva en la actualidad».

[10]. Un ejemplar de esta impresión parece haber formado parte de la Biblioteca Colombina, ya que se incluye en el Abecedarium de Colón (con el registro 12315), aunque su búsqueda en la actualidad no ha devuelto frutos (Ayuso García, 2017: 149).

[11]. Como refiere Carrasco Reija (1997: 987), en una traducción de la obra histórica de Justino, publicada en Alcalá en 1540 y prohibida por la Inquisición, se documenta un acróstico similar.

[12]. Carrasco Reija (1997: 992-993) analiza el texto castellano y determina que la versión de Bonsignori también subyace en esta versión en prosa, cuya perspectiva moralizante cristiana es asumida sin protesta, como puede verse en la traducción e inclusión de pasajes añadidos por el italiano, según cita, en los libros xiv y xv. Con todo, Bustamante también aporta otros materiales moralizantes, provenientes de San Agustín o San Isidoro (Cossío, 1998: 57), dando lugar a una visitación del texto ovidiano a medio camino entre la tendencia moralizante y la nueva sensibilidad de la era moderna. Su versión, en opinión de Álvarez Morán e Iglesias Montiel (2009: 114), debería considerarse más que traducción, una adaptación parafrástica.

[13]. El grado de dependencia de ambos modelos parece invertirse conforme avanza el relato: si al principio el texto principal es el latino, con uso circunstancial de la glosa de Anguillara, al final de su traducción, sobre todo desde el libro x, los roles se alteran y el modelo subyacente principal es la edición veneciana, entre la que se cuela algún apunte procedente del texto latino. Apenas tuvo difusión entre sus contemporáneos: salvo la reedición señalada, no se conocen más impresiones de la obra. Fue superado en fama por la versión de Bustamante y en calidad por la de Viana (Cossío, 1998: 62).

[14]. En opinión de Cossío (1998: 65), su técnica de metrificador es pobre, aunque lo compensa con una grata llaneza en la dicción. Tampoco disfrutó de mayor difusión, pues no volvió a imprimirse.

[15]. Según Arcaz Pozo (2023: 26-27), esta sucesión de visitas al texto de las Metamorfosis prueba de forma progresiva esa decisión, que se supedita principalmente a los nuevos intereses estéticos, lejos de anacronismos estilísticos y de caducas interpretaciones», pues desde la «absoluta dependencia del espíritu medieval que se observa en la traducción en prosa de Bustamante» llegamos al abandono de los presupuestos moralizantes acabando con una versión, la de Sánchez de Viana, que parece «más atenta a reproducir en su contenido y en su aspecto formal —el verso— la literalidad poética de la obra de Ovidio que a buscar la mera utilitas».

[16]. Ha de tenerse en cuenta a la hora de evaluar estos casos de grafías dobles que la tradición escritural también condiciona o incita su aparición. En esta ocasión, estamos ante una gótica híbrida con influencia de la bastarda, tipología esta última que es «proclive a duplicar algunas letras» (Sánchez-Prieto Borja, 1998: 134).

[17]. En este momento, por limitaciones voluntarias, omitimos el examen textual de las demás versiones parciales debido al espacio de que disponemos aquí, aunque se ofrecerá su análisis pormenorizado en la edición que estamos preparando.

[18]. Este verso es utilizado también por Alonso Miguel (2009: 62-63) en el mismo ejercicio de determinar la tradición textual latina que pudo servir de modelo a Mey en el siglo xvi. Determina que Sánchez de Viana y Pérez Sigler atribuyen a Narciso veinticinco años; Mey, junto con Anguillara, en cambio, dice del protagonista que tenía dieciséis.