Angélica Liddell: Via Lucis. Madrid: Editorial Continta Me Tienes y Besançon: Éditions Les Solitaires Intempestifs, 2015, pp. 172. ISBN: 978-84-944176-3-4.

https://dx.doi.org/10.12795/PH.2022.v36.i02.13

Hablar de espiritualidad, deidades y, concretamente, de la amada y el amado en el terreno de la mística occidental remite a una tradición de gran riqueza literaria. Aun así, las formas de trascendencia emergentes han trazado un espacio de estudio de innegable actualidad y la vigencia del campo lo mantiene abierto a las manifestaciones artísticas por venir. En este contexto, en el que se detecta una ampliación de dicho imaginario filosófico y cultural, más extenso y atento a todas las formas y prácticas de misticidad o espiritualidad contemporáneas, se enmarca el libro misceláneo Via Lucis de la artista multidisciplinar Angélica Liddell.

Definir Via Lucis conlleva dificultades si se pretende atender a su totalidad. Más bien, se asiste a una suma de textos: literarios, visuales, que proporcionan una aproximación a la mística en una edición, publicada en 2015, a dos manos entre las editoriales Continta Me Tienes y Les Solitaires Intempestifs, siempre pendientes de las novedades de la creadora catalana. Es más, el libro aglutina los mismos contenidos en dos idiomas, con la traducción de Christilla Vasserot, investigadora y traductora francesa que ya pertenece a la nómina habitual de profesionales que rodean a Angélica Liddell.

Via Lucis también es una miscelánea compuesta por ensayos reflexivos en el epígrafe “Mis ojos, blancos como tu esperma”, por poemas que integran el apartado “Via Lucis” o por entradas de diario en “Tercera Ofrenda. Lausana. La historia oculta de tu vida (es la que existe dentro de mí)”. Por tanto, se trata de una muestra de la variedad de materiales que conforman la poética de Angélica Liddell. Mientras que la primera parte es dominada por la palabra, la última sección del volumen alberga el material visual, casi como un libro álbum. Más de sesenta páginas congregan un conjunto de fotografías bajo el título de “Autorretratos”. Así se nutre una poética visual (no escénica), apoyada principalmente sobre dos bases: las imágenes de sí y el trabajo en/sobre/desde el cuerpo.

No obstante, no se trata de un conjunto de materiales aislado de otras líneas de producción, sino que se entiende en su marco teórico contemporáneo y en su contexto poético concreto. Respectivamente, por un lado, repensar las implicaciones de la raíz religare y la espiritualidad artística en el terreno de la poesía cuenta con referencias actuales como las de Ada Salas, María Negroni, Chantal Maillard o Hugo Mujica. En paralelo, el aparato crítico actual ha estudiado y expandido sus nociones respecto a la primitiva mística con las aportaciones de Giorgio Agamben, Michel Hulin y Mircea Eliade o, en contexto hispánico, Eugenio Trías, Amador Vega, Victoria Cirlot, Felipe Cussen y Javier Helgueta, entre otros. Por otro lado, las obsesiones de Liddell, generalmente organizadas en triadas, también ofrecen una base para reflexionar sobre la trascendencia. Cada una de las partes de su célebre Trilogía del Infinito (2016) ya asentaba sus inquietudes más actuales aunque, en los antecedentes de dicho ciclo, se localiza Via Lucis. Desde una perspectiva estructural, la portada y el índice ya apuntan al ciclo en que se inscribe dicha obra. Los nexos que vinculan este libro con otras textualidades se desenvuelven desde la “Primera Carta de San Pablo a los Corintios «Cantata BWV 4- Christ lag in Todesbanden. Oh, Charles»”, recogida en el Ciclo de las resurrecciones. Igualmente, “Dicen que estoy viva. Dicen que Nunca Es La Muerte” comparte un sustrato común con Dicen que Nevers es más triste.

Cabe destacar que “Todo es santo” sirve de umbral para entrar en el mundo liddelliano, mientras ofrece un desplazamiento hacia el interior del libro, aunque no presente indicios prologales explícitos. De naturaleza ensayística, este preámbulo introduce dos vías de acceso: se glosa la máxima “Lo sagrado es el gran desafío a la razón” y, posteriormente, continúa “La sacralización del amado es el asunto principal de la mística. Esa distancia entre la vida poética y la vida calculada de lo cotidiano es LO MÍSTICO” (p. 11). Le sigue una observación más sobre lo que abrazar este amor implica: “Este libro responde a esa emancipación, a esa libertad de un alma presa” (p. 11). De una tradición ya subversiva, aquí se revela una relectura de lo sagrado entendido como liberación de dinámicas de dependencia (civil/ social) vital. Así, transitar hacia esa cierta “libertad” será una parte de la propuesta de la artista; la tensión se desarrolla en el eje de resistencia que hace (re)surgir los afectos, que deconstruye los conceptos del bien y del mal.

Aparte de fundamentar fricciones entre creación y destrucción (artísticas), vida y muerte (poéticas), el otro gran pilar sobre el que se construye esta “vía lucis” es la integración del amor. La mística implica cierta vivencia amorosa: entre la ausencia del ser amado y la entrega y la prisión que conlleva. No obstante, el lugar último siguen ocupándolo los afectos: “El amor es el MAL deseado porque permite la aparición de las emociones (la toma de conciencia de la vida), que al mismo tiempo supone la destrucción del hombre. Y la armonía se restablece en la muerte” (p. 11). Esto, de nuevo, entronca con el debate sentimiento y razón, así como con el lugar de la palabra —y en última instancia, de la poesía— en dicha articulación aparentemente conflictiva. En su aproximación a la mística, María Zambrano había señalado que “la poesía ha sido en todo tiempo, vivir según la carne. […] El filósofo a la altura en que Platón había llegado, tenía que mirarla con horror, porque era la contradicción del logos en sí mismo al verterse sobre lo irracional” (1996: 47). En Via Lucis existe un intento de recuperación de la poesía como canto, como salmo para así reflexionar acerca de lo trágico, de lo mítico y del lugar de la escritura.

Simultáneamente, las líneas de la teatralidad contemporánea de Liddell se interesan en concreto por la convergencia del cuerpo y la carne. Lo corporal ha sido una vía de estudio para los problemas de la humanidad, la estética e, incluso, para la necesidad de la trascendencia. Asimismo, señala Liddell lo íntimo como eje de acercamiento al horror, el dolor o la pérdida. En el caso de Via Lucis, se concentra sobre la ausencia, la desposesión o la espera de un “Otro”. Ahora bien, las dinámicas rituales y la liturgia ceremonial forman parte de su proyecto artístico al configurar tanto puntos de llegada como de partida y de mudanza, de devenir constante. A mayores, su trabajo escénico también alberga un deseo vital —y humano— que crea cierta imbricación entre vida poética-artística y vida civil, así como un acto de transformación en el acto de asistir al teatro.

Los poemas, los diarios y las reflexiones son dominadas por formas personales, generalmente en singular. Las dinámicas de enunciación (unidireccional) entre una voz femenina —“yo”— y una voz masculina —“tú”— configuran una mística de la “desmesura”, donde el “yo” se asimila a “la que espera”, “la abandonada”, “la amante”, aunque no se eluden ciertas formas clásicas. Como San Juan de la Cruz señalaba: “mira que la dolencia / de amor, que no se cura / sino con la presencia y la figura” (2011: 312). Por otra parte, la composición Jesus bleibet meine Freude de Johann Sebastian Bach, presente en Esta breve tragedia de la carne, se cierra con un memorable “no te quiero fuera de mi corazón ni de mi vista” (2016: 26).

Este libro —poemario, diario, álbum— contribuye a renovar un espacio vigente de aproximaciones literarias y espectaculares a otras formas de espiritualidad. Más específicamente la mística de Liddell alberga referencias a la Biblia o a otros creadores de la tradición mística. No obstante, conviene destacar a otras referencias trasversales como Ingmar Bergman o William Blake, ya mencionados en el libro per se, o a otras menos manifiestas como Sylvia Plath o, naturalmente, Emily Dickinson.

En suma, Via Lucis no solo supone un coherente ejercicio de dilatación del cuerpo de la poética mística liddelliana, sino que también las textualidades híbridas que presenta pueden ser consideradas la materia prima de una línea aún en exploración. Así, esta obra es un volumen fundamental para acercarse al complejo universo de Angélica Liddell, una creadora que continúa preguntándose obsesivamente por aquello que agita la existencia humana sin tem(bl)ores.

Cristina Tamames Gala

Universidad de Santiago de Compostela

ORCID: 0000-0002-2379-9957

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Ruiz Casanova, J. F. (Ed.) (2011). Antología Cátedra de Poesía de las Letras Hispánicas. Cátedra. Letras Hispánicas.

Liddell, A. (2015). Via Lucis. Continta Me Tienes.

Liddell, A. (2016). Trilogía del infinito. Continta Me Tienes.

Zambrano, M. (1996). Filosofía y poesía. Fondo de Cultura Económica.