https://dx.doi.org/10.12795/PH.2021.v35.i01.15
Este libro surge a partir de un reto filológico y lingüístico que lo enuncia la misma autora: rescatar de un largo e inmerecido descanso el Diccionario demostrativo con la configuración y anatomía de toda la arquitectura naval moderna (1719-1756)[1], trabajo de uno de los grandes innovadores de la construcción naval española: Juan José Navarro, primer Marqués de la Victoria. Esta es una obra clave para conocer la construcción naval española del siglo XVIII y un buen manual para la comprensión de las técnicas foráneas de construcción en esta época. A su vez, como menta la cita que la autora toma de Carmen Torres López es este “un verdadero tratado de Arqueología, Arquitectura y hasta de orgánica naval; y, por sus elegantes dibujos, una pieza estimable y seguramente única por su minuciosidad” (2016, p. 78). En efecto, por la profusión de aspectos relacionados con los oficios del buque, es este Diccionario-Álbum, dice la autora, “un verdadero catálogo de la vida a bordo” (p. 84).
Dar con el Diccionario fue gracias a unas condiciones de producción específicas: el proyecto dirigido por Yolanda Congosto “Los fondos documentales del Archivo General de Indias de Sevilla y su interés para la lexicografía histórica española. I. Nuevas aportaciones al léxico de la navegación y la gente de mar (ss. XVI-XVIII)”. Es este proyecto un verdadero aporte para la lexicología y lexicografía históricas, para el léxico de especialidad, así como una forma de dar cuenta de la relevancia que tiene el Archivo General de Indias de Sevilla para este tipo de investigaciones. A su vez, no hay que olvidar que la importancia del quehacer lexicográfico en este ámbito trae consigo una importante premisa, que enuncia Pedro Álvarez de Miranda y que nuestra autora atrae: el mejor trabajo lexicográfico de especialidad ha sido el marinero, sea en un glosario del quince, sea en un vocabulario áureo y dieciochesco, sea en un diccionario del diecinueve. Es, en palabras del académico, una lexicografía con “un papel estelar” (2011, p. 56). En efecto, la literatura producida en el espacio de la navegación y la gente de mar encierra una riqueza enorme, porque España era pionera en este tipo de tradición discursiva hasta el siglo de las luces. En estos textos, ya desde el siglo XVI, se empiezan a transmitir los principios de la arquitectura naval en España de manera exponencial hasta su punto culmen, que fue en la década del setenta del siglo XVIII, en donde se conjugarán el interés por el léxico de especialidad y el interés enciclopédico, que busca un saber universal.
Una de las investigadoras del proyecto de Congosto fue, justamente, la autora de este libro reseñado, la doctora y profesora Natalia Silva López, quien estaba en búsqueda de un texto completo, homogéneo “y con enjundia suficiente para plantear todos los aspectos de la investigación” (p. 24). A esto se le sumaba que la autora necesitaba, dentro de esta tradición discursiva específica, dar con obras que tuvieran el marbete de obras lexicográficas. Para ello, Silva López hizo un rastreo de los trabajos publicados desde el quinientos. En un primer momento, la información lexicográfica de esta temática solía darse bajo la forma de glosarios escondidos en el siglo XVI, para pasar a ser obras lexicográficas independientes a lo largo del siglo XVII, sobre todo centradas en el ámbito náutico, y ya, durante el siglo XVIII, pasar a ser obras claramente entendidas como de lexicografía de especialidad: la marinera.
En ello dio la autora con una obra en particular del dieciocho: el manuscrito inédito del Diccionario demostrativo con la configuración y anatomía de toda la arquitectura naval moderna (1719-1756) de Juan José Navarro, primer Marqués de la Victoria, obra que sí había sido estudiada desde el ámbito histórico, arquitectónico y técnico, mas no desde una perspectiva filológica y lingüística[2]. Para Silva López, justamente, esta obra es lexicográfica, en la línea de una enciclopedia y de álbum ilustrado[3], al estar compuesta de 133 láminas cuidadosamente ilustradas. De esta forma, el Diccionario del Marqués venía a complementar el corpus ya estudiado de las obras más relevantes relacionadas con la arquitectura naval y, dentro de ellas, la más emblemática del dieciocho, el Examen Marítimo Teórico-Práctico ó Tratado de Mechanica aplicada á la Construccion, Conocimiento y Manejo de los Navios y demás embarcaciones, de Jorge Juan (1771), conocido por ser el mejor tratado europeo de construcción naval de su siglo y en donde se establecieron los reglamentos de construcción naval “a la inglesa”. Justamente en el estudio y examen del Diccionario del Marqués de la Victoria que Silva López llevó a cabo, quiso la autora dar cuenta de la relevancia de esta obra en comparación con el clásico del saber naviero de Jorge Juan. Silva López determinó que una de las grandes diferencias entre la obra maestra de Jorge Juan y la del Marqués es que el primero fue un verdadero artífice de teoría naval y trabajó en un tratado con una racionalidad científica rica en cuestiones de geometría naval o de mecánica, aspectos que la obra del Marqués carece, sin dejar de ser ilustrada. Pese a que la obra contiene un álbum con 133 láminas cuidadosamente dibujadas, las que ayudan a comprender mejor la arquitectura naval moderna, este álbum no deja de tener, las más veces, una apariencia de “laberinto de referencias cruzadas” como nos dice Silva López (p. 82). Por todas estas razones, nuestra autora sostiene que fue esta una obra injustamente olvidada dentro del canon de los grandes trabajos científico-técnicos sobre construcción naval española, también olvidada en los estudios de arquitectura naval y en la misma lexicografía española, siendo que el mismo marqués fue un académico. ¿En dónde radica el valor de la obra del Marqués, entonces? Pues en la experiencia misma de Navarro a bordo de navíos y en su enorme conocimiento en cuestiones de marina y, sobre todo, en su afán didáctico por enseñar más que teorizar y, en ello, llevar a cabo, como educador de marina, una enseñanza abarcadora, enciclopédica, especialmente centrada en quienes serán oficiales de marina. Por ejemplo, el autor toca aspectos que son, las más veces, cuestiones de interés de un reducido gremio de artesanos, los que tienen cabida e ilustración en este texto: “todo tiene cabida, cada cosa tiene su importancia, su sitio y su momento”, nos dice la autora (p. 84). En ello, Silva López se propondrá tratar el Diccionario del Marqués de la Victoria como un producto lexicográfico de su época digno de ser estudiado, y su gran aporte es la información léxica sobre el método de construcción mixto anglo-español.
La finalidad del trabajo de Silva López fue doble: por un lado, preparó una edición crítica del texto, como una manera de entregar de manera fiable el tecnolecto marinero. Por otro lado, trabajó en un repertorio léxico de especialidad, siendo esta la finalidad principal de este estudio. Para ello, la autora extrajo la información de las 133 láminas que componen el Álbum y elaboró un corpus lexicográfico. Respecto al trabajo de procesamiento lexicográfico, en una primera fase, Silva López reconstruyó la macro y microestructura latentes en la obra y, a su vez, reconstruyó el discurso lexicográfico del autor. Para ello, la autora se internó en una serie de aspectos estrictamente lexicológicos y lexicográficos, como delimitar el léxico pluriverbal, abundante en el Álbum. Llegó a la conclusión, tras un exhaustivo análisis, que la fijación y la idiomaticidad son los dos rasgos fundamentales para determinar las principales unidades pluriverbales (a saber: los compuestos sintagmáticos y las locuciones). Asimismo, determinó qué tipos de definiciones trabajó el marqués, como las propias, las enciclopédicas o las definiciones híbridas.
En la médula de este estudio –el léxico que analizó Silva López– la autora trabajó bajo dos criterios: uno onomasiológico y otro cronológico. Bajo el criterio onomasiológico, Silva López –siguiendo el esquema de Carlos Alvar y José Ramón Carriazo– organizó por áreas de designación o campos nocionales la terminología contenida en el Álbum. La autora insiste en la relevancia del método Wörter und Sachen en esta investigación: “cada pieza del barco, cada objeto relacionado con su diseño, aparejamiento y armamento, en definitiva, cada realidad del ámbito naval aparece designada en la obra mediante su voz y representada mediante su imagen” (p. 27). Respecto al criterio cronológico, en una segunda fase del trabajo lexicográfico, Silva López trabajó en un subcorpus, como lo ha llamado, de una parcela específica: el léxico de la construcción naval a la inglesa. En este acopio dio la autora con más de quinientas voces quedándose, en el análisis, con las estrictamente de especialidad, que son casi doscientas voces. Estas voces fueron sometidas a un cotejo con otros repertorios lexicográficos del tipo, sobre todo los que dan cuenta del léxico anterior (el áureo) y con los repertorios contemporáneos al del marqués. La autora demuestra, con esto, el alto nivel de estandarización alcanzado por el vocabulario naval y náutico “propiciado por el prestigio de las escuelas científicas y españolas” y “por la actividad literaria de los autores de las generaciones anteriores, que documentan casi todo” (Carriazo 2015, p. 169) y, con ello, que “el área más innovadora continúa siendo la nomenclatura naval”, afirma Silva López (p. 169). A su vez, las nuevas voces (las restantes) reflejan las necesidades designativas impuestas por los avances y cambios en los procesos de construcción, claro está.
Acerca del proceso de formación del tecnolecto marinero en la construcción naval a la inglesa, hay una premisa que atraviesa este estudio por completo y es el de la revitalización en el léxico de especialidad, por razones contextuales que escapan (siempre) de cuestiones estrictamente sistémicas, lingüísticas. Nuestra autora insiste en que con una metodología en el estudio de lexicología histórica que conjugue la clasificación onomasiológica, lingüística y cronológica de las voces, se podrá contribuir de forma coherente al conocimiento histórico de la génesis y desarrollo del registro marinero. En la revitalización del léxico de especialidad, la autora tocó in extenso el proceso de renovación del léxico de la construcción naval del siglo XVIII, mediante tres componentes fundamentales de la neología: la neología endógena, por lo que considera los procesos neológicos internos (también llamados procesos morfogenéticos); la neología de sentido (también conocida como innovación semántica) y la neología exógena (también conocida como neología de préstamo), es decir, los préstamos léxicos que penetraron en el registro de construcción naval a la inglesa. En ello trabajó Silva López con los principios de la lexicocronología para aplicarlos a la neología del sentido (y determinar así acepciones primitivas al Álbum o no) y del neologismo (y determinar el impacto lingüístico de diversas técnicas de construcción foráneas en arsenales españoles en el XVIII).
Otra de las premisas que se presenta en este libro tiene que ver con la relevancia de la “historia externa” en la historia del léxico. Por ejemplo, pese a los procesos estandarizadores renacentistas por “fijar” el vocabulario naval, este siguió evolucionando a lo largo de los siglos XVII y XVIII por razones, obviamente, externas. En efecto, es en el siglo de las luces cuando se gestó la ciencia técnica conocida como arquitectura naval y un hito “complejamente externo”, como la manufactura “a la inglesa”, será la que generará una verdadera revolución en los arsenales de la Armada española. En su estudio, Silva López da cuenta de tres estadios “externos” fundamentales para entender la relevancia de este texto: el estado de la cuestión previa a esta revolución técnica naval, cómo esta se gestó y desarrolló en el siglo de las luces y, por último, la relevancia de los aportes de los estudios del Marqués de la Victoria en lo que a arquitectura naval española se refiere. La autora hace un excelente ejercicio de estado de la cuestión de la marina española hacia el siglo XVII. Aspectos críticos como la no resuelta división en la morfología entre una nave de guerra y una nave mercante aún no se definía plenamente hacia finales del siglo XVII; así como la proliferación de particulares actuando de manera irregular en la construcción naval, con distinta suerte. Esto era problemático, sobre todo si se piensa en el movimiento trasatlántico de la corona española y sus posesiones coloniales, los problemas de política internacional que generará esto y la relevancia de la ruta marítima sea mercante, sea de guerra. Con una selección de citas idóneas, Silva López va perfilando la necesidad de una renovación de la Armada, algo que pasará a ser tema de Estado y que se consolidará con el nacimiento de la Armada Real en 1714. Con ello vendrá toda una modernización en arsenales y astilleros, en donde se verá un cambio, en cuestión de décadas, de astilleros con técnicas totalmente españolas, con tecnología española para pasar a requerirse de tecnología foránea y pasar a construir “a la inglesa” y “a la francesa”. Silva López no escatima en interesantes detalles como los relacionados con las labores de espionaje entre naciones para poder dar con la técnica empleada; así como intentar explicar cuestiones absolutamente paradójicas como que el sistema llamado “a la inglesa” “no fue, en rigor, sino “español”, aunque ejecutado bajo maestros ingleses y salpicado de detalles técnicos extranjeros” (p. 38).
En todo este contexto es que entra en juego Juan José Navarro, primer Marqués de la Victoria y la autora se encarga de insertar su figura y obra como parte fundante de esta renovación. En efecto, fue el marqués mucho más que el héroe de la batalla de Tolón: fue un verdadero hombre de armas y letras. Amén de bastantes virtudes, es considerado uno de los personajes más significativos de la Real Armada del dieciocho. Miembro de una familia de linaje militar afincada en Sicilia, estudió ingeniería en Italia. En la formación matemática de la época, Navarro recibió una de corte enciclopedista que lo formó en el dibujo técnico de mapas y planos, algo que se conjugó con sus habilidades en dibujo artístico que se puede apreciar en el mismo Álbum. A su vez, hizo un relevante ejercicio de armas y formó parte clave de la ya mencionada reorganización de la Real Armada, algo que le valió, por su actuación en la ya nombrada Batalla de Tolón, ser nombrado Primer Marqués de la Victoria. En su plan escritural estaba el de trabajar en un tratado completo de marina que no vio la luz, pero en la obra analizada por Silva López se puede constatar que “este planteamiento escriturario funcionará como eje vertebrador de toda su obra” (p. 60). Gran parte de su obra, manuscrita y no publicada, solo se distribuyó entre grupos cerrados, la mayor parte de las veces con fines didácticos más que netamente teóricos o técnicos, porque ese era su objetivo: enseñar a quienes irían a ser oficiales de marina. En ello, cree Silva López, está la razón de que su obra, a pesar de su relevancia, haya caído en el olvido. Entre estos textos olvidados está su obra monumental: el Diccionario estudiado por Silva López, obra en la que tardó más de 30 años en concluir. Un dato clave para vincular al Marqués con el ejercicio lexicográfico es, justamente, su incorporación a la Real Academia Española en 1740 para colaborar en uno de los planes no llevados a cabo por la regia institución: el Diccionario de Artes y Oficios.
El libro de Silva López está dividido en dos grandes partes: una destinada al estudio lexicológico y lexicográfico de la obra y otra destinada al corpus documental. La primera parte, el estudio lexicológico y lexicográfico de la obra, a su vez, cuenta con tres capítulos y un glosario. El primer capítulo está destinado a la presentación del estudio y su contextualización; también da cuenta de la arquitectura naval y cómo esta se transformó en una ciencia técnica y otra sección destinada a la lexicografía especializada de tema marinero. En el segundo capítulo se trata acerca del autor, su vida y su obra; también se trata el manuscrito del Diccionario, un estudio del paratexto de este, su tipología y el estudio lexicográfico de la obra. En el tercer capítulo, se trata la identificación y clasificación del corpus léxico de la obra, a partir del enfoque onomasiológico, así como la selección del subcorpus léxico referido a la construcción naval a la inglesa; la lematización de este subcorpus y otra sección referida al tecnolecto de la construcción naval en el siglo XVIII y su renovación. Por último, el glosario de términos del subcorpus, dividido en cuatro partes: las voces y expresiones de la construcción naval a la inglesa; la lematización de términos de construcción naval a la inglesa; los términos de construcción naval datados en el Siglo de Oro y el glosario de voces estudiadas. La segunda parte contiene el corpus documental mismo, el que está dispuesto por medio de un práctico sistema de fichas, útil para acceder a la información del Álbum.
Fuera de todos los aportes que pueden resultar de un trabajo como este en lo que concierne a la historiografía lingüística y a la lexicografía y a la lexicología históricas de especialidad, esta investigación, así como el proyecto en el que se enmarca (el AGILEX) es un verdadero aporte para una obra fundamental y necesaria: el Nuevo Diccionario Histórico del español y, en ello, se aplaude este precioso navío textual.
[1] También conocido como Álbum de construcción naval. Es más, la autora alterna con el nombre de ambos a tal punto que pensé que eran dos obras distintas y continuadas. No será hasta el segundo capítulo, al referirse Silva López a los paratextos en que vemos que ambas referencias son sinónimas de la titulación real, larguísima, muy del dieciocho.
[2] Tuvo suerte nuestra autora en esta elección porque el documento mismo está estupendamente digitalizado y en una versión de fácil acceso, gracias a la Cátedra de Historia y Patrimonio Naval, en colaboración con el Museo Naval de Madrid.
[3] Por estas razones es que algunas obras del marqués aparecen en el índice de la Biblioteca histórica de la filología del conde de la Viñaza o, actualmente, en la Bibliografía cronológica de la lingüística, la gramática y la lexicografía del español (BICRES III) de Hans-Josef Niederehe.