LA PRESENCIA DE EMMANUEL BOVE EN ESPAÑA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

EMMANUEL BOVE IN SPAIN IN THE FIRST HALF OF THE TWENTIETH CENTURY

Azucena Macho Vargas

Universidad de Zaragoza

ORCID: 0000-0003-1697-0581

Recibido: 14-01-2022

Aceptado: 14-06-2022

https://dx.doi.org/10.12795/PH.2022.v36.i02.08

Resumen

Emmanuel Bove (1898-1945) es uno de esos escritores que tras décadas de olvido son recuperados para convertirse en autores de culto. El artículo presenta brevemente las fases de ese redescubrimiento en Francia para centrarse en las primeras referencias que de él se tuvieron en España. El interés que en los años veinte y treinta del siglo XX había en España por la literatura extranjera explica su presencia en la prensa española y las primeras traducciones de su obra. Por otra parte, este hecho demuestra que además de ser un autor respetado en Francia su obra llegó a tener eco internacional. Así mismo, las notas críticas de sus coetáneos que aparecen en la prensa española realizan una aproximación a sus primeras novelas que se confirma tanto por sus obras posteriores como por la crítica de finales de siglo.

Palabras clave: Bove, prensa española, crítica, traducción

Abstract

Emmanuel Bove (1898-1945) is one of those writers who have recovered from decades of oblivion to become a cult author. The article briefly presents the phases of this rediscovery in France and focuses on the first references to him in Spain. The interest in foreign literature in Spain in the 1920s and 1930s explains his presence in the Spanish press and the first translations of his work. Moreover, it shows that in addition to being a respected author in France, his work had international repercussions. In addition, it becomes clear that the brief reviews of his contemporaries that appear in the press make an approximation to his first novels that is confirmed both by his later works and by the criticism of the end of the century.

Keywords: Bove, Spanish press, criticism, translation

1. Introducción

La historia literaria es a veces caprichosa y en ocasiones recupera a los mismos autores que en otros momentos relegó al ostracismo. Ese es el caso de Emmanuel Bove, un autor redescubierto en los últimos años del siglo XX, con reediciones y adaptaciones de sus textos a la escena teatral y al cine y la traducción de sus novelas a diversas lenguas. Curiosamente, a pesar de estar editado también en formato bolsillo, algunas editoriales son conscientes de su carácter poco convencional y en Le Livre de Poche la edición de Mes amis de 2018 lleva la mención “Culte”. También en España sus novelas suscitan interés y se están traduciendo en los últimos años.

En el artículo, una vez presentadas brevemente las diferentes fases que la recepción del autor atravesó en su país, nos centraremos en su presencia en España a través de las referencias halladas en la prensa en la primera mitad del siglo XX, de un cuento publicado en un periódico e incluso de la publicidad que se hace de una novela traducida y publicada en 1931. El hecho de ser mencionado en la prensa española ofrece una prueba del respeto y reconocimiento que Bove y su obra conocieron en vida, a pesar de que se mantuvo siempre alejado de los cenáculos literarios. Aunque encontramos solo dos traducciones y breves menciones en prensa, podemos conocer cómo era presentado por sus coetáneos a los posibles lectores de otro país. A pesar de tratarse de un corpus reducido, el objetivo del trabajo es rastrear la presencia en España de un autor que, aunque conocido y respetado, nunca fue mayoritario.

2. Fama, olvido y recuperación en francia

Emmanuel Bobovnikoff (1898-1945), que muy pronto decidió adoptar para su obra un apellido de resonancia más francesa, nació en París de un judío ruso sin oficio conocido, pero con grandes aspiraciones y una criada luxemburguesa prácticamente analfabeta. Forma parte de la generación que vivió el agitado periodo de entreguerras y su efervescencia artística y cultural, aunque él siempre fue una figura solitaria y se mantuvo alejado de escuelas y corrientes estéticas[1]. Además, su carrera literaria se vio truncada por la enfermedad y la guerra, lo que le convirtió en un ilustre desconocido durante décadas. Su caso no difiere del de otros muchos autores que son olvidados con el paso del tiempo, pero la particularidad de Bove es que, a finales del siglo XX, cuarenta años después de su muerte, se recupera un interés por su vida y su obra que se mantiene en el siglo XXI.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, el joven Emmanuel se ganó la vida escribiendo folletines y colaborando en periódicos hasta que fue descubierto por Colette en los años 20, y gracias a ella pudo publicar en la editorial Ferenczi la primera novela que firmó con su nombre: Mes amis (1924). El libro fue galardonado con el premio Figuière y despertó el interés de autores tan dispares como Rainer María Rilke, Samuel Beckett, Max Jacob o Sacha Guitry. A esa primera obra le siguieron novelas y relatos de acogida desigual (Armand, Un soir chez Blutel, La coalition, La Mort de Dinah, L’Amour de Pierre Neuhart, Le pressentiment, Bécon les-Bruyères…). Sin embargo, a pesar de haber suscitado críticas muy favorables, sus obras nunca le permitieron cumplir su sueño de vivir desahogadamente de la literatura. Bove dejó de publicar durante la Segunda Guerra Mundial porque rehusó hacerlo bajo la ocupación alemana y huyó del París ocupado para refugiarse en Argel. Cuando regresó a París al concluir la guerra estaba ya muy enfermo y falleció en agosto de 1945. Sus últimas novelas (Le piège y Départ dans la nuit, publicadas ese mismo año, y Non-lieu, que vio la luz en 1946) pasaron totalmente desapercibidas.

Tras varias décadas de lo que hubiera podido ser un olvido definitivo, se puede hablar de una recuperación de Bove a partir de los años 70 del siglo XX, cuando su obra despierta de nuevo el interés. Todo fue posible porque a pesar de ese ostracismo Bove seguía teniendo fieles admiradores que buscaban sus novelas por todas partes. Así, el poeta Christian Dotremont animaba en 1971 a leer su obra y promover su reedición: “La lecture d’Emmanuel Bove est nécessaire […] Or les livres d’Emmanuel Bove deviennent rares, ne sont pas proposés au public. Harcelons les libraires, harcelons directement les éditeurs. Vive Emmanuel Bove!“ (Cousse y Bitton 1994: 242-243). Cuando finalmente Flammarion decide reeditar sus primeras novelas en 1977 el propio Dotrémont se encargará del prefacio de una de ellas.

Es importante destacar que ese “redescubrimiento” se produce también fuera del ámbito de la crítica universitaria, tal y como prueba la publicación en la prensa de artículos que animan al público a leer sus novelas. Podríamos afirmar que la publicación, en la primera página del prestigioso suplemento literario de Le Monde del artículo de Paul Morelle “Avez-vous lu Emmanuel Bove?” en diciembre de 1977, representa la confirmación de la curiosidad que el autor suscita de nuevo y es al mismo tiempo el detonante para las reediciones de sus novelas y el interés del público. En su artículo, Morelle subraya el olvido del autor, al que hasta ese momento ningún critico ni historiador de la literatura dedica ni una sola línea (algo que no es totalmente cierto[2]), pero lo que destaca sobre todo es la tenacidad inesperada con la que se recupera su memoria:

cet écrivain, non seulement oublié mais ignoré, dont le nom ne figure dans aucun dictionnaire, aucune anthologie, aucune histoire de la littérature et dont aucune association ne vient périodiquement ranimer la mémoire, cet écrivain secret, discret, que Colette et Rilke avaient aimé, subitement reparaît comme une plante, que l’on croyait enterrée, ensevelie sous les labours frais, tout à coup resurgit entre deux pierres, tenace, vivace pour l’éternité (Morelle 1977).

No cabe duda de que reediciones, crítica y público se retroalimentan y sería imposible entender las reediciones de las novelas bovianas y el renovado interés por su obra sin tener en cuenta dos estudios. Por un lado, la biografía de Raymond Cousse y Jean Luc Bitton Emmanuel Bove la vie comme une ombre, biographie (1994), que permite un acercamiento diferente a la obra, pues el conocimiento del autor pone en evidencia los elementos autobiográficos de sus relatos. Por otro, la obra de François Ouellet D’un Dieu l’autre: l’altérité subjective d’Emmanuel Bove, publicada en 1998, que constituye sin duda una referencia crítica obligada para todos los que se acercan a los relatos de Bove[3]. Si hasta ese momento apenas un par de tesis se habían centrado el autor, a partir de ese momento se relanzan los estudios críticos, y las reediciones de sus relatos por parte de diferentes editoriales se van sucediendo a un ritmo sostenido. Además de la ya mencionada Flammarion, otras pequeñas editoriales, como Le Castor Astral o La Table Ronde, también publican su obra.

3. Emmanuel bove en españa

A lo largo de la historia, la literatura francesa ha encontrado siempre un hueco en la prensa escrita española. No es necesario recordar que durante muchos años Francia fue uno de los modelos culturales de referencia y por ello parece lógico que la prensa se hiciera eco de las novedades literarias y los autores más destacados[4]. En algunos casos, también en la prensa generalista se publicaban artículos sobre autores extranjeros. Durante el periodo de entreguerras, cuando la cultura española, y en particular la literatura, estaba viviendo su Edad de Plata (Mainer 1981) el interés por lo que sucedía fuera no decayó y París era en aquellos años un referente mundial del arte en general y la literatura en particular. En esos años de ebullición cultural, la prensa especializada también se interesaba por lo que ocurría fuera de España porque aspira a una mayor apertura hacia el exterior. Por otro lado, el hecho de que Emmanuel Bove aparezca mencionado en alguna de las publicaciones más representativas del periodo ofrece una prueba de la relevancia del autor en las letras francesas de esos años.

La primera referencia a la obra de Bove la encontramos en un artículo de enero de 1927 (Cassou), en el número 2 de la Gaceta Literaria. La revista, que había sido fundada ese mismo año por Guillermo de Torre, nació con la firme vocación de abrir la vida cultural española a la modernidad ya que en su opinión las letras españolas pecaban de provincianismo. La Gaceta Literaria se convierte en un referente para la publicación de artículos de todos los grandes autores de la época, pero además intenta dar noticia de la actualidad literaria mundial, por lo que es un ejemplo de las inquietudes de la época. Por esa tendencia al cosmopolitismo se explica que la revista contase con numerosas secciones tanto para presentar las nuevas tendencias como para destacar obras anteriores, con un interés centrado sobre todo en autores y obras de Francia, Italia y Alemania; así, en cierto sentido, “respecto a estas naciones, sus culturas y literaturas, los redactores de La Gaceta Literaria no solo cumplen un papel de transmisión, sino también de canonización” (Albert 2014). Por consiguiente, aparecer en la Gaceta significaba darse a conocer entre la élite cultural española de la época.

Hay que recordar que Bove publica Mes amis en 1924 gracias al apoyo de Colette. Comienza así una carrera literaria con el reconocimiento de la crítica y de otros escritores, y el aval del Prix Figuière, que además de prestigio proporciona cierto desahogo económico a un autor que se ganaba la vida escribiendo folletines y cuentos para colecciones populares. La excelente acogida de esa novela en Francia explica que encontremos en España referencias a la obra de Bove en el momento de la publicación de Armand, su segunda novela, en 1927. El autor del artículo es el hispanista Jean Cassou, escritor, periodista y crítico de arte, que se convertirá además en amigo del autor. Cassou es una figura crítica muy importante en la época y, además, representa un puente entre la literatura española y francesa (Martín Gijón 2012), ya que por sus orígenes (nació en Bilbao), su formación y sus relaciones, llegó a establecer vínculos muy estrechos con los protagonistas de la vida cultural de ambos países.

En su artículo, titulado “Tres novelistas franceses nuevos”, analiza las figuras de Julien Green, André Beucler y Emmanuel Bove. Considera que estos tres escritores, por su juventud y su libertad, “han querido pagarse el lujo de escribir lo que les pluguiere escribir con la mayor despreocupación”. En su opinión, esta “despreocupación” se explicaría por ser de orígenes extranjeros (Green americano y Beucler y Bove rusos) y, por consiguiente, estaban mucho menos influidos por los dictados de la tradición literaria o del canon vigente. Jean Cassou muestra ser un crítico capaz de análisis certeros[5] y prueba de ello es que este breve artículo publicado en España cuando la carrera de Bove estaba apenas comenzando pone ya de manifiesto dos de los rasgos que los estudios posteriores utilizan para definir la obra boviana. En efecto, para él, la influencia de la novela rusa, que algunos achacan al origen eslavo de Emmanuel Bove, es muy importante. Por otro lado, Cassou también subraya el carácter pusilánime de los personajes bovianos, incapaces de decidir, víctimas de unas aspiraciones que nunca se llegan a cumplir por su falta de voluntad y porque sus deseos raramente se corresponden con sus capacidades:

Emmanuel Bove vive en otra esfera, en medio de una humanidad más intuitiva, menos formada y que recuerda a los ex hombres de las novelas rusas. En Mes amis y Armand nos rozamos con sombras patéticas y mudas, incapaces de cualquier esfuerzo coherente, pero que, con sus gestos inacabados, su miseria interior y exterior y sus vagas aspiraciones hacia un poco de comprensivo cariño y de calor, desarrollan ante nosotros una pantomima que remeda a las pasiones y a las luchas por la vida (Cassou 1927).

Con posterioridad a la publicación del artículo, encontramos evidencias tanto en la obra de Bove como en algunos análisis críticos que demuestran que la visión de Jean Cassou sobre el estilo e intereses de Bove es atinada. Así, en lo que se refiere a la influencia de la novela rusa, curiosamente, el protagonista de Crimen y Castigo da título a una novela corta publicada cinco años más tarde: Un Raskolnikoff (Bove 1932). Se trata de un relato en el que se intenta ofrecer una visión diferente del héroe de esa novela. Además, la crítica posterior también ha señalado la influencia rusa, y especialmente la de Fedor Dostoievski, en toda la narrativa francesa de entreguerras (Ouellet 2008). En efecto, entre otros temas, en Crimen y Castigo se aborda fundamentalmente la cuestión de la capacidad del hombre para actuar y de la responsabilidad de sus actos, y, por consiguiente, de su culpabilidad. Esta (in)capacidad para la acción define a muchos personajes de la novela de entreguerras, marcados a menudo por las atrocidades de la contienda[6]. Estos antihéroes abúlicos, que ni siquiera son capaces de entender su propia realidad, están muy presentes en la obra boviana y muestran lo que Cassou denomina “su miseria interior y exterior”, una miseria que les domina y que acaba por conducirles no solo al fracaso vital, sino también al fracaso espiritual. Esta es, precisamente, la misma conclusión negativa a la que, varias décadas más tarde, llega François Ouellet cuando analiza las novelas de este periodo: “À partir des années 1920, le personnage romanesque français traduira, par son échec, la faillite de la volonté d’agir qui est aussi la faillite spirituelle d’un humanisme en décomposition” (Ouellet 2008: 64).

Por otro lado, Cassou subraya la modernidad revolucionaria que se esconde bajo la aparente simplicidad de la escritura boviana, un estilo que sin embargo tardó en ser bien comprendido. Curiosamente, Ouellet coincide una vez más con él al presentar a Bove como un novelista que representa una clara renovación estética en el periodo de entreguerras. Sin embargo, Ouellet afirma que a pesar de ser un autor valorado y conocido es evidente que las aproximaciones a una obra tan personal no fueron las adecuadas por lo que sus novelas, a pesar de su innegable modernidad, o tal vez por ella, fueron olvidadas:

ce n’est pas que son œuvre soit inférieure, par l’esthétique qu’elle propose, à l’écriture de la nouvelle modernité, au contraire ; ce n’est pas non plus qu’elle n’ait pas été diffusée (avant de sombrer dans l’oubli, Bove a été assez commenté; un prix important lui a été décerné en 1928) ; c’est seulement qu’elle n’a pas été lue sous l’éclairage de l’esthétique très particulière qu’elle proposait (Ouellet 1995: 103).

Para Cassou, es evidente que la simplicidad es la clave su estilo, pero lo que destaca sobre todo es su capacidad de mirar la realidad de una forma distinta. Afirma que Bove pone el énfasis en aspectos que pasan inadvertidos para el resto y que, como señala “el gran poeta alemán Rilke, tenemos todos que reprocharnos no haber pensado en escribirlos” (Cassou 1927). Es significativo que críticos y lectores contemporáneos de Bove coincidan con los posteriores para hablar de esa mirada capaz de dar importancia a los elementos sencillos, a los detalles insignificantes que para otros pasan desapercibidos. Como recuerda J. Pilling (1987), el mismo Samuel Beckett, autor poco dado al elogio, también supo ver que “Emmanuel Bove; more than anyone else, he has an instinct for the essential detail”.

En la propia Gaceta literaria, meses más tarde, también merece una breve referencia la publicación de una nueva novela Bove en la editorial Au Sens Pareil ese mismo año. Se trata de Un père et sa fille (Bove 1928b) que, como Mes amis y algunas otras novelas, se publica también acompañada de litografías. Se trata solamente de una breve nota sin ninguna referencia al autor del texto que aparece en una rúbrica denominada “Postales internacionales”, que aporta información sobre las novedades editoriales de distintos países (Francia. Postales internacionales, 1928). La reseña de la obra ocupa unas breves líneas y en ella se incide de nuevo en la escritura original del autor que consigue sacudir a quien lo lee “Imposible quedarse indiferente ante lo que escribe Emmanuel Bove”. Se subraya una vez más la simplicidad del estilo, que atrapa al lector sin buscar los giros forzados o el rebuscamiento “no es de los que se sorprenden a sí mismos con los imprevistos efectos de frases buscadas laboriosamente”. Así, pese a contar sus historias con un estilo objetivo y aparentemente anodino, el autor logra transmitir de verdad hasta hacernos creer que habla de la realidad porque “sus héroes son de carne”.

Si encontrar artículos sobre el panorama literario internacional en publicaciones como La Gaceta Literaria parece lógico, hallarlos en un periódico de provincias es mucho más llamativo. En El Adelanto, periódico publicado en Salamanca que se define como “Diario político”, encontramos un artículo de Louis-Jean Finot, a la sazón director de la Revue Mondiale, sobre la novela francesa del momento con el título “La novela francesa hoy”, publicado el 22 de mayo de 1929. En él, al pasar revista a los nuevos autores, se cita a Bove como uno de los escritores del momento. Finot lo enmarca dentro de un grupo de narradores que se centran en describir las “vidas más grises” de personajes víctimas de un tiempo y una sociedad en la que no son capaces de encontrar su lugar.

De nuevo, se le presenta como un buen exponente para aludir a esos personajes abúlicos tan presentes en la novela francesa de entreguerras, seres que sobreviven “sufriendo la impronta de su época, un tanto descentrados por su tiempo” (Finot 1929) y el crítico se refiere en particular a La coalition (Bove 1928a) novela publicada el año anterior. Finot relaciona a Bove con autores como Georges Duhamel o André Thérive y afirma que sus protagonistas son interesantes, pero al mismo tiempo los define como “faltos de vida”[7]. Podemos intuir que esa falta de vida se refiere a su incapacidad para actuar, porque su existencia está basada en esperar de la sociedad la solución a sus problemas y la inacción lleva a la resignación y el fatalismo. Se trata de nuevo de una referencia que sitúa a Bove como uno de los autores que refleja la sociedad de su tiempo, pero insistiendo en la peculiaridad de un estilo que se aleja siempre de la complejidad o la sofisticación.

4. Primeras traducciones

La presencia de la literatura en los periódicos españoles de la época iba más allá de la publicación de artículos que ofrecían un panorama de las novedades editoriales, pues aún se mantenía la costumbre nacida en el XIX de publicar en sus páginas folletines o cuentos cortos. En algunos casos, se trataba de obras inéditas, incluso de autores ya consagrados, pero a menudo se optaba por traducciones de cuentos ya publicados en el extranjero.

Recordemos también que la actividad de Bove en la prensa francesa era frecuente pues colaboraba en diversas publicaciones con artículos variados y crónicas de casos criminales. De este modo, conseguía mejorar su maltrecha economía y vivir de la escritura, si no de la literatura como era su deseo. De hecho, cuando Bove era ya un autor reconocido aún continuó su relación profesional con diversos periódicos y revistas, haciendo la publicación previa de algunos de sus cuentos en sus páginas antes de editarlos en antologías. También siguió escribiendo para periódicos algunas obras en forma de folletín, aunque no siempre iban firmadas con su nombre. Así, por ejemplo, en el periódico vespertino Paris-Soir presentó en forma de folletín en 1935 L’impossible amour, que solo vio la luz como novela completa en 1987. También publicó en el mismo periódico un total de seis cuentos[8], entre ellos “Le désequilibré” que apareció el diez de febrero de 1936, acompañado de la mención “reproduction et traduction interdite” (Bove 1936a).

Continuando con esta costumbre “o este hábito adquirido, cuando la prensa cede parte de su espacio misceláneo para lo breve y lo narrativo” (Pujante Segura 2012), los relatos traducidos ya publicados en el extranjero encuentran un hueco en los periódicos españoles y eso hace que encontremos en el periódico La voz un cuento que había aparecido apenas unos días antes en las páginas de Paris-Soir: “Le déséquilibré” se publica en España como “El desequilibrado” (Bove 1936b). Como veremos más adelante, este no es el primer relato de Bove que se publicó en castellano, pero sí es la primera traducción de la que tenemos noticia en la prensa, pues de la otra no hay referencias.

La Voz, periódico vespertino fundado en 1920 que dejó de publicarse en 1939, incluyó en sus páginas, siguiendo la tónica habitual en esos años, tanto folletines por entregas como cuentos nacionales y extranjeros. La nómina de los colaboradores es muy variada y entre los autores de cuentos extranjeros predominan claramente los autores franceses. Muchos nombres son prácticamente desconocidos, en algunos casos se trata de escritores que se dedicaban a la literatura popular y los folletines (como Léo Dartey o René Régis Lamotte, por ejemplo) aunque también encontramos otros tan ilustres como Tristan Bernard o Alphonse Allais. El doce de febrero, “El desequilibrado” versión española del cuento de Emmanuel Bove “Le désequilibré” aparece publicado en La Voz en la rúbrica “Cuentos extranjeros”, sin hacer ninguna mención al traductor del cuento.

Por un lado, llama la atención la celeridad de la publicación de la traducción en un periódico español, ya que aparece apenas dos días más tarde de publicarse en la prensa francesa. Por otro, hay que subrayar que la versión española dista mucho de ser una traducción completa[9]. En efecto, algunos elementos del original han sido eliminados, tal vez para conseguir encajar el texto en las columnas previstas para él. En todos los casos, los cortes están hechos siempre respetando el hilo de los acontecimientos, pero evidentemente nos hurtan todos los matices de su estilo: no es lo mismo coger la llave para abrir “une porte, une vieille porte dont le panneau était fendu”, que simplemente abrir una puerta. Es esa sucesión de detalles, aparentemente insignificantes pero tomados de la realidad, la que enriquece el texto y da el tono de la escritura de Emmanuel Bove.

Tomemos como ejemplo uno de los párrafos del breve cuento:

   Ernest Lecoffre enleva son pardessus, le secoua comme un tapis, le jeta négligemment sur une chaise. Puis il entra dans la chambre, l’atelier plutôt, où se tenait l’homme qui lui avait crié: “As-tu refermé la porte imbécile”. Il était assis devant un établi, une visière de carton sur le front. Il polissait des pipes d’écume avec du papier de verre. (Emmanuel Bove 1936a: 2)

   Ernesto entró en la habitación de donde había partido la voz que lo llamara imbécil. Había en ella un fiambre sentado a una mesita de trabajo, entregado a la labor de pulir pipas de espuma con papel cristal. (Emmanuel Bove 1936b: 2)

Como se puede apreciar en el fragmento, no se trata de simplificaciones que tengan como objeto aligerar complicaciones estilísticas, se eliminan frases completas, pero también muchos de los elementos que reflejan una mirada personal y contribuyen a crear una atmósfera. Recordemos que son precisamente esos detalles anodinos los que definen el estilo boviano. Así, en el ejemplo propuesto, se omite la primera frase, pero curiosamente este incipit que aparentemente no aportaría nada a la acción (es simplemente la entrada del personaje), sirve para ilustrar el estado de ánimo o el carácter del personaje por lo que hace antes de entrar y encontrarse con su hermano: “Ernest Lecoffre enleva son pardessus, le secoua comme un tapis, le jeta négligemment sur une chaise”.

Aunque sin entrar a analizar de forma pormenorizada la traducción propiamente dicha, hay que subrayar el empleo en el texto de los nombres en castellano, algo habitual en todas las traducciones que se hacían hasta el primer tercio del siglo XX. En efecto, para aligerar la lectura, y mucho más en un relato como éste, destinado a un periódico y a un público que busca el mero entretenimiento, se mantenían sólo los nombres de persona que no tenían correspondencia en castellano. Pero llaman también la atención algunas licencias que distorsionan completamente el sentido de algunos pasajes. Así, en el párrafo propuesto más arriba encontramos en la versión española la palabra “fiambre”, término que podría entenderse como sinónimo de seco o enjuto referido a una persona. Sin embargo, nada hay en el texto original que permita esa licencia en la traducción: en ningún momento se describe, se trata solo de un hombre con una visera de cartón (otro detalle más que se omite) entregado a su tarea de pulir pipas.

Las supresiones de palabras y las licencias en la traducción hacen que la versión final publicada no sea demasiado afortunada, por lo que parece evidente que la lectura de este cuento en un diario vespertino no habría servido para llamar la atención sobre el autor. A pesar de todo, el estilo y los ambientes descritos tienen el sello de Bove.

Sin embargo, para entonces los lectores podrían haberse acercado a Emmanuel Bove porque este ya había visto su obra publicada en España, aunque es evidente que la novela pasó totalmente desapercibida ya que no obtuvo ninguna reseña en prensa. La única mención que tenemos de ella es que aparece simplemente citada como parte del catálogo de una editorial. Curiosamente, es la obra que centraba la reseña de Finot en El Adelanto.

En efecto, la editorial Signo publicó en 1931 la traducción de La Coalición (Bove 1931), cuya versión original se había publicado en Francia en 1928. El traductor de la novela, Artemio Precioso, además de ser un prolífico autor de novelas populares, había logrado crear un imperio editorial en los años 20, pero se vio obligado a emigrar a París en 1927, durante la dictadura de Primero de Rivera[10]. Allí se mantuvo en contacto con una ilustre colonia de exilados españoles, pero también vivió muy de cerca la actividad literaria de Francia, traduciendo a diversos autores. Todo ello nos permite aventurar que la elección de la obra no está hecha al azar, sino que sabía del reconocimiento a la obra de Bove por parte de colegas y críticos. Del mismo modo, no es descabellado pensar que, al igual que en el caso de Jean Cassou, Artemio Precioso llegase a conocer a Bove.

También podríamos aventurar que, a pesar de no aparecer como autor, se deben a Artemio Precioso las líneas que preceden la novela traducida a modo de prólogo. En ellas se hace una breve presentación del novelista porque, según se afirma, es la primera de sus obras traducidas al castellano, pero sobre todo se insiste una vez más en la peculiaridad de su estilo. Para ello se citan las palabras de E. Jaloux cuando afirma que la sencillez y el aparente prosaísmo de la escritura boviana son sin embargo capaces de arrastrar al lector, sin que éste sea realmente consciente, a universos cargados de lirismo: “Jamás se encuentra en él el menor lirismo visible, la menor poesía expresa, y, sin embargo, salimos de su lectura con la impresión confusa, pero tenaz, de haber vivido en un mundo pleno de lirismo y de poesía” (Emmanuel Bove 1931: 8).

Además, como en la mayoría de las críticas de la época, se hace alusión a la influencia que el origen eslavo de Emmanuel Bove aporta a su obra. En este caso, tampoco entraremos a valorar la traducción. La versión de Precioso, con sus aciertos y desaciertos, no es importante como tal, es mucho más relevante el hecho de que un editor de éxito considerase que una novela de Emmanuel Bove podría tener su público en España. Huelga decir que en este caso se equivocó.

Las referencias a Bove, como a muchos otros autores extranjeros, desaparecen prácticamente a partir de 1936 porque, como es lógico, con la guerra civil el interés de intelectuales y lectores por la literatura extranjera decae. La única referencia a lo largo de ese periodo la hallamos casi oculta en una publicidad de varias obras de la Editorial Signo entre las que figura precisamente la citada edición de Precioso de La Coalición. Gracias a esa relación sucinta de obras sabemos de la publicación de la novela de la que hoy en día es difícil encontrar ejemplares en biblioteca.

Se trata de un breve listado que parece en el periódico La Libertad el 3 de julio de 1938 junto a los anuncios de espectáculos bajo el epígrafe Bibliografía. La novela es mencionada junto a otras publicaciones del catálogo de la editorial, en su mayoría pertenecientes a la colección de clásicos españoles “Primavera y flor”.

5. Silencio y recuperación

La última referencia a Emmanuel Bove que precede a su largo olvido la encontramos en 1945. Aparece en la revista Cartel de las artes (1945) y en ella se hace alusión a su reciente fallecimiento[11]. Ana Isabel Álvarez Casado (1999) habla de la revista como de una publicación de carácter aperturista, algo bastante más complicado en ese periodo que en la efervescencia de los años 20. Aunque podría llamar la atención que se mencione a Bove en una revista dedicada a las artes plásticas, hay que precisar que no se trata de una necrológica al uso, sino de una breve nota que hace alusión a su carácter y a su estilo y va acompañada de algunas anécdotas. De hecho, aparece en una sección titulada “El mundo de las anécdotas y las frases”.

En las frases que se le atribuyen se incide sobre todo en su pesimismo “Un pesimista no es más que un individuo que vive rodeado de optimistas” y en un particular sentido del humor “Nunca sabré qué le he hecho a la vida —solía decir— pero ella me ha tratado corrientemente con un humor atroz”. Respecto a su obra se destaca una vez más la influencia de su herencia eslava que se manifiesta en su tono siempre gris y melancólico y el carácter pusilánime e indeciso de sus personajes, que, incapaces de tomar las riendas de su vida, se dejan llevar por las circunstancias, estableciendo un paralelismo con el Salavin de Georges Duhamel.

A pesar de tratarse de una publicación de carácter anecdótico no deja de ser curioso que la revista se haga eco de la muerte de un autor que a juzgar por su presencia en la prensa española era desconocido. Se habla de él sin presentarlo, ni tan siquiera decir que era un escritor francés, como si su nombre bastase para reconocerlo.

En los años que siguen, Bove desaparece de escena y también parece desaparecer de librerías y las bibliotecas españolas la novela publicada en 1931. Habrá que esperar 40 años para volver a encontrar el nombre de Bove en la prensa española, cuando los diarios españoles de 1990 publican reseñas de una nueva novela traducida por Thomas Kauf, Corazones y rostros, publicada por la editorial Versal. Todavía tendrán que pasar algunos años hasta que las traducciones de sus novelas se hagan más generalizadas.

En el siglo XXI verán la luz sus novelas en diferentes editoriales españolas, como Mis amigos en la editorial Pre-textos (2003) traducida por Manuel Arranz Lázaro; La trampa (2015) con traducción de Salvador Pernas Riaño, El presentimiento (2016), Huida en la noche (2017e), Un hombre de talento (2018) (las tres traducidas por Mercedes Noriega Bosch) en Pasos perdidos, o en la editorial Hermida con Un Raskólnikov (2017b), Armand (2017d), Un padre y su hija (2018) traducidas por M.ª Teresa Gallego y Amaya García y Diario escrito en invierno (2019) con traducción de Alex Gibert entre otras obras.

Podríamos afirmar que Bove es ese escritor que gusta a los escritores y por ello muy a menudo su reconocimiento ha llegado de la mano de la admiración que le profesan algunos colegas. Así, si en Alemania su obra ha sido traducida por Peter Handke, en España, Enrique Vila-Matas convierte a Emmanuel Bove en personaje en Doctor Pasavento (Vila-Matas 2005), una novela que curiosamente tiene como tema las desapariciones de algunos escritores, e incluso llega a reproducir una foto de Emmanuel Bove acompañado de su hija Nora en la portada de la primera edición de su obra.

6. Conclusión

La existencia de Bove es una pura contradicción, deseoso de triunfar en la literatura para vivir de su obra rechazaba, sin embargo, ser el centro de atención, evitando hablar de sí mismo. Como temía sucumbir a la tentación de inventarse una biografía mejor, consideraba que lo mejor era evitar hablar de él mismo: “Le plus sage, je crois, est de ne pas commencer” (Cousse y Bitton 1994: 255). Tal vez ese continuo deseo de evitar el foco sobre su persona, pues siempre buscaba la discreción y prefería que su obra hablase por él, contribuyó a la oscuridad que envolvió durante años su obra.

En cualquier caso, es evidente que en ningún momento la lectura de los relatos bovianos dejó indiferentes a los críticos. Su presencia en la prensa española de finales de los años veinte y de los años treinta es escasa pero siempre laudatoria. Son breves reseñas que le presentan como a un escritor nuevo y original con proyección. Curiosamente, no hemos hallado ninguna crítica ni reseña de la única novela que se publicó en español en esos años y las referencias a sus obras se hacen siempre a la versión original, por autores relacionados con el ámbito francófono. Por ello, aunque aparezca mencionado en la prensa e incluso traducido no podemos establecer una verdadera recepción de su obra en España.

También hay que subrayar que sus coetáneos realizan una lectura de Bove que coincide en buena medida con la de la crítica posterior. Destacan siempre la originalidad de su estilo, capaz de crear ambientes a partir de pequeños detalles, y el carácter perdedor de sus personajes. A menudo se califica a estos de antihéroes, pero se trata simplemente de seres humanizados, alejados del ideal y convertidos en tipos universales. Es sin duda esa humanización del personaje, que aparece como un hombre limitado e imperfecto la que atrae a muchos otros autores y acerca la obra de Bove al lector del siglo XXI.

Referencias bibliográficas

Albert, M. (2014). La Gaceta Literaria, actor de una vanguardia transnacional. En H. Ehrlicher y N. RißlerPipka (Eds.). Almacenes de un tiempo en fuga (pp. 339-356). Shaker Verlag.

Álvarez Casado, A. I. (1999). Bibliografía artística del franquismo: publicaciones periódicas entre 1936 y 1948. Fundación Universitaria Española.

Bibliografía. (3 de julio de 1938). La Libertad.

Bove, E. (1924). Mes Amis. J. Ferenczi.

Bove, E. (1928a). La Coalition. Emile-Paul.

Bove, E. (1928b). Un père et sa fille. Sans Pareil.

Bove, E. (1931). La Coalición (A. Precioso, Trad.).

Bove, E. (1932). Un Raskolnikoff. Plon.

Bove, E. (10 de febrero de 1936). Le Déséquilibré. Paris-Soir.

Bove, E. (13 de febrero de 1936). Un Desequilibrado. La Voz.

Bove, E. (1965). Journal écrit en hiver. Préface de Gilbert Sigaux. Rencontre.

Bove, E. (2003). Mis amigos. Pre-textos.

Bove, E. (2015). La trampa. Pasos Perdidos.

Bove, E. (2016). El presentimiento. Pasos Perdidos.

Bove, E. (2017a). Contes inédits de Paris Soir. Les Trompettes Marines.

Bove, E. (2017b). Un Raskólnikov. Hermida.

Bove, E. (2017c). Un hombre de talento. Pasos Perdidos.

Bove, E. (2017d). Armand. Hermida.

Bove, E. (2017e). Huida en la noche. Pasos Perdidos.

Bove, E. (2018). Un padre y su hija. Hermida.

Bove, E. (2019). Diario escrito en invierno. Hermida.

Cassou, J. (15 de enero de 1927). Tres novelistas franceses nuevos. La Gaceta literaria 2, 4.

Cousse, R., y Bitton, J.L. (1994). Emmanuel Bove la vie comme une ombre. Le Castor Astral.

Crémieux, B. (2011, 1ª éd. 1931) Inquiétude et reconstruction, Essai sur la littérature d’après-guerre., Gallimard (Les Cahiers de la NRF)

El mundo de las anécdotas y de las frases. (1 de octubre de 1945). Cartel de las artes, (7). 2.

Finot, L. J. (22 de mayo de 1929). La novela francesa de hoy. El Adelanto. Diario de Salamanca, 4.

(Sin autor) Francia (Postales internacionales). (1928). La Gaceta Literaria, (44). 6.

Hertert, C. (11 de febrero de 1936). La pièce fausse. Paris-Soir.

Hertert, C. (14 de febrero 1936). La moneda falsa. La Voz.

Labrador Ben, J. M., Del Castillo, C., y García Toraño, C. (2005). La Novela de hoy, la Novela de noche y el Folletín divertido: labor editorial de Artemio Precioso. Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Lafarga, F. (1995). Sobre la recepción de la literatura francesa en España. Thélème. Revista Complutense de Estudios Franceses (8). 31.

Mainer, J. C. (1981). La edad de plata (1902-1939). ensayo de interpretación de un proceso cultural. Cátedra.

Martín Gijón, M. (2012). La vida desolada de Jean Cassou. Cuadernos Hispanoamericanos, 747, 101-118.

Morelle, P. (3 de julio de 1977). Avez-vous lu Emmanuel Bove?. Le Monde des livres.

Ouellet, F. (1995). L’Altérité subjective d’Emmanuel Bove – le Cas du Piège. Études littéraires, 27(3). 101-109.https://doi.org/10.7202/501098ar

Ouellet, F. (2008). Écrire Dostoïevski: Miomandre et Bove au tournant de 1930. Tangence (86). 45-65.

Pilling, J. (1987). The first-fruits of redemption. Emmanuel Bove, My Friends, translated by Janet Louth. PN Review 53, 13(3). 82-84.

Pujante Segura, C. (2012). Relatos breves publicados en revistas: otras mediaciones literarias entre España y Francia en la primera mitad del siglo XX. Tonos. Revista Electrónica de Estudios Filológicos, 22.

Vila-Matas, E. (2005). Doctor Pasavento. Anagrama.


[1] Su único compromiso con un grupo de intelectuales será su pertenencia al Comité de Vigilance des écrivains antifascistes.

[2] Gilbert Sigaux autor del prefacio de una reedición suiza del Journal écrit en hiver (1965) pasa revista a las escasas referencias a Bove en las obras de historia de la literatura, como recogen en su biografía de Bove los autores Cousse y Bitton (1994: 241).

[3] La idea de la “alteridad subjetiva” como elemento fundamental de su obra aparece en la tesis doctoral de Ouellet, realizada bajo la dirección de Tadié años antes. Según esta teoría la obra de Bove está presidida por la importancia del punto de vista del héroe que con su percepción de la realidad transforma al individuo fracasado en un personaje excepcional e incomprendido.

[4] Consultar a este respecto el estudio de F. Lafarga “Sobre la recepción de la literatura francesa en España “(1995) que ofrece una visión de conjunto de la presencia en España de obras y autores franceses y abre una nueva vía para estudiar traducciones e influencias.

[5] Del mismo modo, con respecto a André Beucler, quien dedicaría parte de su vida al cine, Cassou también destaca el carácter dinámico que le atribuyen otros críticos y afirma que “una página de Beucler está llena de aquel dinamismo poético y nervioso que nos está imponiendo la frecuentación del dios cine”.

[6] La influencia de la Primera Guerra Mundial en los autores de la generación de Bove es evidente, la mayoría fueron movilizados y reconocen de forma explícita que los horrores vividos les marcaron. También algunos críticos contemporáneos de Bove señalan que la influencia de la guerra es determinante para entender la crisis identitaria de muchos anihéroes de la época (Crémieux 2011, 1ª ed. 1931).

[7] La coalition es posiblemente la novela de Bove que retrata con más crudeza la incapacidad del protagonista para asumir la realidad y actuar. Sus decisiones aleatorias y su falta de compromiso lo acaban sumiendo en una espiral autodestructiva que le conduce al suicidio, aunque sin llegar a asumir realmente su responsabilidad en el fracaso.

[8] En 2017, bajo el título Contes inédits de Paris-Soir se han publicado los seis cuentos que el autor publicó en dicho periódico entre 1935 y 1936.

[9] También el cuento del día siguiente es traducción del que se publica en Paris Soir (Herbert 1936 a y b) y tampoco en ese caso la versión publicada es una versión fiel presentando diferencias de longitud con el texto original.

[10] Sobre la actividad editorial de Precioso consultar Labrador Ben, J. M., Del Castillo, C., y García Toraño, C. (2005). La Novela de hoy, la Novela de noche y el Folletín divertido: labor editorial de Artemio Precioso. Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

[11] “Emmanuel Bove, que acaba de morir a los cuarenta y siete años de edad, con motivo de un fuerte ataque de paludismo, debía a su origen eslavo un sentimiento profundamente melancólico”. El mundo de las anécdotas y de las frases. (1945, 1/10/1945).