GLOTOPOLÍTICAS DE LA LITERATURA DIGITAL LATINOAMERICANA: ENTRE LENGUAS NACIONALES Y LENGUAJES INTERZONALES

GLOTOPOLITICS OF LATIN AMERICAN ELECTRONIC LITERATURE: BETWEEN NATIONAL AND INTERZONAL LANGUAGES

Verónica Paula Gómez

IIBICRIT-SECRIT / CONICET

ORCID: 0000-0001-7347-3683

Recibido: 15-01-2020

Aceptado: 01-03-2021

https://dx.doi.org/10.12795/PH.2021.v35.i02.08

Resumen

La hipótesis que sostiene nuestro artículo es que el vínculo entre lengua nacional y literatura se reformula en lenguajes intermediales y literaturas expandidas, configurando una nueva cartografía glotopolítica. Articulamos esta hipótesis en el marco de la literatura digital latinoamericana, en donde convergen elementos nacionales y relaciones interartísticas que prefiguran una nueva territorialidad en el ciberespacio, no exento de disputas y desigualdad de poder. El objetivo es identificar las intervenciones glotopolíticas en el campo de la literatura digital latinoamericana que van de una lengua nacional verbal homogeneizadora a lenguajes intermediales, promoviendo el cruce interartístico.

Palabras clave: glotopolíticas, literatura digital, Latinoamérica, nación, Lenguajes intermediales.

Abstract

The hypothesis of this article is that the link between national language and literature is reformulated in intermedial languages and expanded literatures, configuring a new glotopolitical cartography. We articulate this hypothesis within the framework of Latin American electronic literature, where national elements and inter-artistic relations converge in a new territoriality in cyberspace, not exempt from disputes and inequality of power. The objective is to identify glotopolitical interventions in the field of Latin American electronic literature from a homogenizing verbal national language to intermedial languages, promoting the interartistic crossing.

Keywords: glotopolitics, electronic literature, Latin America, nation, intermedial languages.

1. Introducción

Este artículo se ocupará de las glotopolíticas (Marcellesi y Guespin 1986; Narvaja de Arnoux 2000) en el campo específico de la literatura digital latinoamericana (Kozak 2017a; Gainza 2018; Flores 2017; Rocha 2019; Meza 2019). Nos concentraremos en glotopolíticas que, particularmente, se fundan en una relación interactiva entre lenguas nacionales, que suponen ciertas hegemonías y subalternidades, y lenguajes intermediales (sonoros, cinéticos, visuales, etc.), que superponen nuevas alianzas y conflictos en lo que hemos dado en llamar una interzona (Gómez 2015; Gómez 2021 en prensa).

Como ha sido ya profusamente estudiado, sabemos que la lengua nacional tuvo un lugar distintivo en el proceso de homogeneización de la idea de Nación (Anderson 2006; Fernández Bravo 2000), en particular en las últimas tres centurias. Este movimiento de homogeneización, principalmente ocurrido en Europa, comienza en un contexto de crecimiento de la imprenta como tecnología hegemónica de la Modernidad. En el ámbito literario, durante el siglo XVIII, la novela como forma (Brennan 1990) reemplaza a la épica medieval y llega, junto con el periódico, a masificar la lectura al interior de los hogares[1] de todo el territorio nacional expandiendo el dominio de la idea de identidad nacional unívoca y gestando una cartografía en donde la lengua se transforma en parte de una política; de allí la idea de glotopolítica que da origen a estudios posteriores de la organización lingüística en esa clave. Así, el territorio nacional puede leerse no solo bajo la premisa de la soberanía (Weber 2015; Portinaro 2003) y el soporte impreso, respectivamente, sino mediante la (re)producción de una lengua nacional como un elemento basal de cohesión social. Esto ha permitido, como lo explica Anderson (2006), la expansión de “comunidades imaginadas” incluso en zonas que en principio conviven con otras lenguas no hegemónicas.

En este sentido, las lenguas han sido terreno de disputas para la construcción de los nacionalismos que adquirieron formas diversas en el mundo, convirtiéndose en un objetivo central para el desarrollo colonial. De allí que la expansión numérica de hablantes de las lenguas “nacionales” europeas en las colonias haya sido un signo de la explotación de pueblos que no tenían originalmente esta forma de organización glotopolítica (Chatterjee 2008).

Wendy Hui Kyong Chun (2011) se propone revisar la noción de comunidades imaginadas de Anderson y las glotopolíticas que de ellas se derivan, a la luz de la masividad de las esferas de la vida organizadas “en red” en el ciberespacio. Tal replanteo supone repensar los límites de una soberanía nacional y los vínculos que se posibilitan en esta nueva imaginación imperante: las instituciones del Estado-Nación moderno se ven desbordadas por grupos glolocales, a través de entornos virtuales de propagación de la información y aprendizaje no formal, al tiempo que comparten otras lenguas. En este sentido, los bienes de la cultura se someten a un proceso de desvinculación epistémica de las ideas vectores como la de Nación, dado que requieren nuevas maneras de ser dichos.

Tal como hemos explicado en nuestra tesis doctoral[2], actualmente, la vinculación entre literatura y Nación se ve corroída ante la emergencia de la literatura digital, que provoca una migración hacia la domiciliación política en una interzona (Gómez 2015; Gómez 2021 en prensa) que se materializa en el ciberespacio. En esa interzona observamos que opera una nueva tecnología de la palabra que hace posible lo que se da en llamar literatura digital[3] (Hayles 2008), escrita a partir no solo de lenguas nacionales, sino también de lenguajes intermediales. De ello se deriva la hipótesis que sostiene nuestro artículo, a saber, que el vínculo entre lengua nacional y literatura se reformula en lenguajes intermediales (Kattenbelt 2008) y literaturas expandidas (Kozak 2017b), configurando una nueva cartografía de domiciliación glotopolítica. Articulamos esta hipótesis en el marco de la literatura digital latinoamericana, en donde convergen elementos nacionales y relaciones interartísticas que prefiguran una nueva territorialidad en el ciberespacio. Se retomará aquí el argumento de que la lengua es un instrumento de poder que supone rivalidades y revoluciones a la vez literarias y políticas (Casanova 2001: 14). Estas funciones se conservan, se transforman o desaparecen en el campo de la literatura digital, por lo que intentaremos observar la relación estético-política entre las lenguas verbales y los lenguajes intermediales que en él aparecen.

Hablamos de “lenguajes” en plural y no solo de lenguas verbales con que la literatura nacional canónica ha operado a lo largo del tiempo (Casanova 2001). Y esto es así porque el problema que pretendemos encarar no se circunscribe a la pregunta por las glotopolíticas ligadas a lenguas nacionales, sino que lo excede, e involucra a los lenguajes intermediales de los que la literatura digital se sirve para construir sus poéticas. Poéticas que, a su vez, permiten la domiciliación interzonal mediante usos expandidos (Kozak 2017b).

De lo dicho hasta aquí se desprende nuestro objetivo: identificar las intervenciones glotopolíticas en el campo de la literatura digital latinoamericana que van de una lengua nacional verbal homogeneizadora a lenguajes intermediales, promoviendo el cruce interartístico.

2. Glotopolíticas de la literatura digital

Al hablar de glotopolíticas nos referimos al término acuñado por Jean-Baptiste Marcellesi y Louis Guespin en su artículo “Pour la Glottopolitique” (1986). Se trata de un concepto que procede etimológicamente del griego glôtta (lengua) como prefijo que antecede a “política” y se refiere a la legitimación o deslegitimación de ciertas políticas sobre la/s lengua/s hablada/s en determinado grupo y el radio de acción que involucra factores sociales, culturales, económicos en donde la lengua tiene, como es sabido, un lugar capital en el ejercicio del poder (Narvaja de Arnoux 2000). Los autores antedichos la definen de la siguiente manera: “Il désigne les diverses approches qu’une société a de l’action sur le langage, qu’elle en soit ou non consciente (…) Glottopolitique est nécessaire pour englober tous les faits de langage où l’action de la société revêt la forme du politique.”[4] (Marcellesi y Guespin 1986: 5). Como observamos, este concepto no se reduce a las lenguas nacionales, ya que podemos encontrar grandes conflictos en un territorio nacional soberano, con lenguas originarias por poner un ejemplo frecuente en Latinoamérica. Sin embargo, esto tiene relación con la expresión de una lengua nacional en tanto la idea de Nación funciona como pívot para definir por la negativa o en contraposición el resto de las lenguas en convivencia en determinado territorio soberano.

Distintas fueron las instituciones que tuvieron como objetivo la reproducción y la difusión de las lenguas que conformaron una glotopolítica nacional. Entre ellas podemos mencionar las escuelas, las bibliotecas, los museos, los censos y los mapas que dispusieron mecanismos de cálculo de sus poblaciones y sus lenguas. Como es de esperar, esas glotopolíticas no fueron uniformes. La literatura se asocia a una lengua en retroalimentación, tal como señala Casanova: “tanto la lengua como la literatura han sido utilizadas como fundamento de la ‘razón política’ en que la una contribuye a ennoblecer a la otra” (2001: 54).

Como vemos, estas premisas iniciales sobre las glotopolíticas resultan relevantes a la hora de pensar la producción literaria. Sin embargo, se vinculan a la forma impresa de la literatura, sin ahondar en otro tipo de trabajos born digital (Hayles 2008) como los de la literatura digital. De modo que podríamos pensar en la glotopolítica como un fenómeno, en principio, propio de la organización nacional y soberana del territorio, y desde allí su movimiento hacia otras zonas. En este artículo pretendemos ampliar esta cuestión y hacer un aporte guiados por la siguiente pregunta: ¿cómo se organiza políticamente la lengua literaria cuando nos encontramos con obras de literatura digital latinoamericana[5] que se sirven de lenguajes intermediales, además de nacionales, para domiciliarse?

La cuestión de la lengua nacional aparece de forma recurrente en la literatura digital, aunque no necesariamente vinculada a una Nación de pertenencia, sino a la manera en que ese mapa de fuerzas que pujan entre sí, queda subsumido por una variedad de otros lenguajes no verbales. En cuanto a las lenguas verbales que conjugan distintos trabajos latinoamericanos tiene primacía, además del español, el inglés, la nueva lengua “faro”[6], y en menor medida el portugués y otras lenguas minorizadas dentro del diseño glotopolítico.

Ante la corrosión de la idea de Nación como proveedor de una imaginería identitaria, se abre un paisaje de multiplicación de espacios en simultáneo que intentan explicar cómo es que la principal unidad política, social, cultural e identitaria de la modernidad ya no puede concebirse como tal. Frente a este panorama, Castany Prado (2007) afirma que la literatura ha encontrado por sobre las ciencias sociales, una mejor explicación a la pregunta precedente, ubicándose como posnacional. En este sentido, plantea que existe una dialéctica entre el repliegue identitario (el nacionalismo, el fundamentalismo y el localismo) y el despliegue identitario (el posnacionalismo, el secularismo y el universalismo). La propuesta de Castany Prado es identificar qué elementos nacionales y cuáles posnacionales podemos ver dialogar en una misma obra literaria: “(…) el componente posnacional ha ganado presencia y ha entrado en tensión con el componente nacional que no ha desaparecido, sino que se está redefiniendo (…) como esto es ‘un superar que conserva’”. (Castany Prado 2007: 167).

Como bien observa Topuzian (2017), la propuesta de Castany Prado pareciera caer en cierto “esencialismo” de lo literario y comporta ciertos aspectos controversiales a la hora de pensar lo que hay de nacional en la novela. Sin embargo, nos interesa traer a colación la propuesta de un “entre” lo nacional y lo posnacional que revela la posibilidad de síntesis entre despliegues y repliegues de la identidad, un aspecto del que la sociología de la cultura no puede prescindir para comprender el posicionamiento político de los bienes que se producen en las sociedades. En particular, esta propuesta sobre lo posnacional está filiada con la interzona, ese espacio in-between (Bhabha 2010) en el que dialogan lo local y lo global en una lengua híbrida, característica de espacios de borde, como resulta ser la literatura digital.

Por su parte, los lenguajes intermediales —visual, fotográfico, cinematográfico, sonoro, cinético, peformático, escultórico, etc. — expanden la interacción ya presente entre lenguas verbales, conformando lo que Hayles (2002) denomina máquinas de escritura. En su texto homónimo, señala que: “This print centric view fails to account for all the other signifying components of electronic texts, including sound, animation, motion, video, kinethetic involvement, and software functionality, among others”[7] (2002: 20). Es decir, las obras de literatura digital encuentran en el cambio de soporte en el que son producidas y consumidas por definición, un nuevo modo del hacer literario. Hayles se concentra justamente en una exploración del libro en la era digital como “objeto semiótico-material” (15): cuando la literatura pasa de preguntarse por el contenido narrativo como producto de la imaginación, a cuestionar el estatus material del texto mismo, aparecen estas “máquinas de escritura” (19), complejos artefactos que nos hacen interrogarnos por la inscripción tecnológica que encarnan (embodiment) y las creaciones que generan (25).

Los lenguajes intermediales, propios de la materialidad de las obras que estudiamos, suponen una transformación en la relación entre la literatura y la tecnología con la que son generados. Es decir que, si la imprenta cambió la manera de leer, el soporte digital hace lo propio en el mundo contemporáneo, dominado por la cultura visual global (Darley 2000). Así, la literatura digital retorna al terreno experimental de la mano de otros lenguajes, como afirma Block (2017: 7): “A basic concept in the program of experimental language art is the reflexive artistic use of language and its conditions in media technology and culture”[8]. Por lo mismo, se vuelve “trabajosa”, lo que Aarseth (1997) denomina “ergódica”, dado que supone una serie de competencias de lectura y corporización de la experiencia para poder existir. En la interacción con otros lenguajes se crean, entonces, nuevas formas de leer en espacios interzonales.

Para trabajar esta ambivalencia entre Nación, lenguajes y literatura digital que hemos expuesto precedentemente, proponemos analizar algunos trabajos en donde se halla cierta “localidad” latinoamericana, en cruce con problemáticas globales: el desvanecimiento de la lengua “territorializada”, la demagogia del lenguaje político en la era del teleprompter y las voces interartísticas en una lengua nacional minorizada.

2.1. El desvanecimiento de una lengua territorializada

¿Cómo se construye el domicilio político de la escritura en una interzona? Para responder a esta pregunta propia de la organización glotopolítica de la literatura digital en el ciberespacio, resulta interesante analizar las lenguas que incluyó el volumen I de la Antología de Literatura Electrónica Latinoamericana y Caribeña (2020) de LitElat. En ella se conjugan trabajos de diferentes países diseñando una cartografía regional y lingüística específica.

Se presentan trabajos procedentes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, la comunidad latina en Estados Unidos, México, Perú, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela, con obras en español, francés, inglés, portugués, quechua y zapoteco. Sin embargo, si observamos de cerca la distribución, los trabajos en lenguas originarias (quechua y zapoteco) son muy escasos en comparación con la hegemonía de las lenguas europeas. Esto puede deberse a varias razones. Además del desconocimiento de las lenguas que quizás pueden tener los artistas, también sucede que la divulgación en lenguas originarias resulta muy complicada y, a primera vista, poco atractiva. Al mismo tiempo, constituye un hallazgo en un mapa glotopolítico reducido y de difícil acceso para lenguas no “nacionales”. En este sentido, observamos cómo opera el posicionamiento en el mapa de fuerzas que actúa en relación con la organización glotopolítica, como señalábamos en el apartado introductorio.

El Proyecto Quechua Memes consiste en una serie de memes que recupera refranes y breves historias en quechua en un perfil en Facebook y uno en Twitter manejado por la cuenta de Marisol MenA (@chaskakanchariq). Las publicaciones son acompañadas por traducciones en español, un aspecto interesante para evaluar el dominio que tiene esta lengua para la divulgación de la cultura popular. Si bien el hecho de que el quechua llegue a difundirse en redes sociales le otorga un alcance global, no deja de tener dependencia ya que se trata de una lengua “minorizada” en relación con otras que priman en la región. Las publicaciones se acompañan además por algunos hashtags tales como: #enquechua #quechuamemes #memesenquechua #activismoquechua #promoviendoquechua. Estos hashtags permiten la llegada masiva a una comunidad ampliada que puede verse interesada en este tipo de piezas, cuya poética consiste en imágenes combinadas con breves textos que narran una historia popular circulante en la cultura quechua.

Por otra parte, en la antología también aparece la pieza BÁK ŠÉʔʟ ŠÍʔL Ɱ-ŠÎʔʟ, parte del proyecto más amplio #DadaísmoZapotecano, que combina intereses lingüísticos, culturales y literarios con recursos que emulan las vanguardias históricas y el experimentalismo latinoamericano. El trabajo toma una base de datos de 200 palabras en zapoteco que aleatoriamente van apareciendo para que “el antipoeta” arme una historia en verso. En paralelo, esos versos son acompañados por un “logograma”, imitando la escritura del zapoteco antiguo. Dice el creador de esta pieza:

ák šéʔʟ šíʔl ɱ-šîʔʟ, aprovecha además la cualidad tonal de la lengua zapoteca (según se pronuncie cada sílaba varía el significado) para crear un sistema de sonidos fonéticos consecuentes. bák šéʔʟ (Borrego, traducido literalmente como perro de algodón), šíʔl (alas) y ɱ-šîʔʟ (mariposa), ofrecen al rapsoda una combinación de tonos que comienzan bajo, se sostienen y finalmente suben. (Pérez Ramírez 2019: s/p)

También aquí aparece un posicionamiento glotopolítico en relación con el español, lengua predominante de la antología referida y de la región. Se trata de una apuesta por la preservación de una lengua originaria, con herramientas de alcance global. De nuevo, el hecho de que algunas explicaciones se encuentren en español, pone de manifiesto la tensión entre el alcance en la divulgación de la pieza, al tiempo que cede cierto dominio sobre lo producido.

En otro orden de cosas, es dable mencionar que muchas de las piezas incluidas en la antología están escritas en español y en inglés, de forma tal que aquella relación que referimos entre lengua originaria y español, se repite en esta otra dupla. Como decíamos al principio, el hecho de que el inglés sea la lengua “faro” de la literatura digital, hace casi inevitable que este binomio se ponga en juego, sea con fines de divulgación de las obras como podemos arriesgar en Mi tía abuela / My Great Aunt, sea con el objetivo de mostrar la tensión lingüística imperante en el trazado de este mapa glotopolítico como resulta claro en el posicionamiento de Eugenio Tisselli en Poesía Digital.

2.2. Poéticas de teleprompter

En el apartado anterior nos ocupamos de cierta operatoria de las lenguas verbales. En esta sección nos desplazamos hacia una combinación entre lengua verbal y código. De modo que nos acercamos a otros lenguajes, no necesariamente naturales, en donde la lengua nacional se pone en tensión con lo maquínico, dando lugar a una poética compleja en términos glotopolíticos.

En Macrigator[9], Milton Laüfer trabaja la palabra política y su devaluación, a partir de una mixtura aleatoria de discursos del ex presidente argentino Mauricio Macri (2015-2019). Al abrir la pieza, el lector se encuentra con una pantalla en donde aparece un continuum de discursos mezclados de manera aleatoria con textos extraídos de lo enunciado por el ex presidente en español. Sin embargo, esa masa lingüística cuya variante rioplatense resulta relativamente fácil de hallar, no solo pone a jugar una lengua verbal, sino una especie de máquina que habla sin sentido, mostrando la demagogia política.

La visualidad del conjunto de palabras que circulan en la página cobra especial relevancia ya que dificulta la lectura lineal, al tiempo que ejecutamos el scrolling. La falta de puntuación y la sintaxis cada vez más confusa, con un léxico repetitivo y semánticamente vacío, da lugar a un continuo sinsentido. Más allá de una clara crítica puntual al gobierno de ese momento, Laüfer parece apuntar también a una forma de hacer política a partir del uso del teleprompter, un aparato que indica qué decir a través de una pantalla y cuyo uso es cada vez más frecuente entre los políticos de todo el mundo.

También es un trabajo atravesado por la relación con la máquina, de allí su nombre “Macrigator”, un generador de discursos vacíos, que los modula emulando a la persona que alguna vez los ha vocalizado, pero que ahora se presenta de modo robótico, llevando al extremo la carencia de contenido. El lenguaje como pura materialidad, como la escritura frenética que dibuja la pantalla, es en sí mismo una poética visual, que repone la memoria de la lengua verbal deshaciéndola. Al apelar a discursos dispensados por un ex presidente de la Nación sobre los temas que preocupan a la ciudadanía, esas palabras hechas máquinas revisten otro tenor. No se trata solamente de un aspecto lúdico, que combina los discursos de escasa calidad del personaje de carne y hueso con los de la máquina random, se trata, sobre todo, de exponer la fragilidad sobre la que se sostienen las ideas cuando son expresadas sin una conexión específica con sus soluciones o argumentos, mediadas por una pantalla.

Relacionado con lo maquínico, también resulta interesante el trabajo de programación que realiza Laüfer. Si bien ello pertenece más al aspecto técnico, no deja de tener un plano metalingüístico: un código que encarna la información, la produce y la reproduce, poniendo ciertas constricciones a la generación poética de esos discursos. Se manifiesta un cruce entre aquello que automáticamente “hacen” las máquinas y aquello que llevamos adelante voluntariamente los humanos. En muchos casos las fronteras se tornan vidriosas. Los códigos “producen” un cambio en la realidad, “haciendo con palabras” a la manera en que lo expresa Austin (1971) cuando explica los actos de habla[10].

Cuando se trata de la intervención de discursos como el de Macri, hay allí una asociación entre el código que estructura de manera invisible y la lengua verbal como una intervención político-estética sobre el lenguaje desvalido, materia puramente aleatoria. Es justamente aquí en donde podemos observar el establecimiento de otra cartografía glotopolítica en donde los lenguajes naturales establecen relación y dependencia de un lenguaje otro como puede ser un código que lo sustenta. Habría entonces cierta traductibilidad entre el código como el libreto que dicta lo aleatorio de las palabras en español que leemos mediante un lenguaje alfabético visible, aunque devaluado en su asociación con la idea de Nación[11].

2.3. Las voces interartísticas

Por último, ampliamos aún más la exploración por trabajos en donde podemos analizar la cuestión glotopolítica. Los lenguajes verbales que habían ocupado el centro de la escena, se mezclan y buscan un lugar entre lenguajes interartísticos de relevancia.

La pieza Umbrales es una tecnopoética (Kozak 2015) creada por las mexicanas Yolanda De La Torre, Raquel Gómez y Mónica Nepote. Nace como una máquina de escritura (Hayles 2002) que conjuga textos en español producidos durante varios años por personas internadas en un hospital psiquiátrico de la ciudad de México, el Emil Kraepelin del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez en el marco de un taller literario dictado por una de las artistas, autora de la obra. Esos textos migran al soporte digital que los reagrupa y resignifica bajo la idea del umbral, concebido como “(…) un espacio de transición entre dos zonas, una franja que implica traspasar límites, empujar horizontes” (De La Torre, Gómez y Nepote 2014). Se exploran aquí los límites entre lo que se considera normal y aquello etiquetado de “anormal”, dando lugar a lo plurívoco, no solo porque se compone de textos de variados autores, sino sobre todo, a los fines de este análisis, porque se superponen distintos lenguajes intermediales.

Si bien México considera lenguas nacionales el español y el náhuatl, los textos están escritos íntegramente en la primera, idioma hablado por el 95% de la población mexicana. Sin embargo, ese dato queda subsumido cuando pensamos en qué se hace con la materialidad de esas palabras. En este sentido, el trabajo de las artistas superpone a lo verbal-nacional, un entramado visual, sonoro y performático como una máquina cuestionadora de los conceptos de normalidad, memoria, sentimientos, afecciones y creatividad dentro de la sociedad mexicana. Es así que la glotopolítica podría pensarse más vinculada a un posicionamiento sobre el paradigma imperante de la salud mental, que a la importancia de la lengua nacional. Se desvanece, de algún modo, la centralidad de la lengua escrita, lineal, abstracta, para dar lugar a la corporización de la letra en un entramado interartístico que interroga la construcción de la subjetividad.

Las palabras se iluminan en la oscuridad, los vacíos pasados son completados por esperanza de futuro. En esos binomios, las autoras ensayan un tensión sobre las formas en que las palabras afloran de modo lúdico y en interacción con el lector/usuario que experimenta la materialidad verbal. ¿Cómo pueden las máquinas decir el dolor de modo humano? ¿Cómo trazar nuevos límites y nuevas aperturas maquinales con palabras de quien sufre?

Los binomios oscuridad/luz y pasado/futuro se tocan y se autonomizan según el recorrido que se haga, encontramos relatos redefinidos por las posibilidades técnicas que otorga la materialidad: iluminar palabras con un click, moverlas para cambiar el sentido del relato de origen, producir sonidos diversos a medida que se mueve el cursor, dibujar. De ese modo, la materia de la letra producto de una narrativa de taller sufrirá según el temperamento del lectoautor (Escandell Montiel 2012), claroscuros sobre los recuerdos que ya son en sí mismos parte de una imaginación con sus propios silencios y ausencias. Por lo mismo, el umbral aparece como espacio de conversación, mediación y encuentro entre esa imaginación y la escucha y la reinvención de quien la recibe, promoviéndose una reflexión metadiscursiva mediante la propuesta maquínica.

A partir de lo expresado anteriormente, es dable señalar que este trabajo se ubica en una cartografía propia de la ubicuidad del ciberespacio. En ella conviven los lenguajes interartísticos que buscan en la materialidad de la escritura, otra forma de posicionar la institución psiquiátrica de donde surgen los escritos iniciales. El hecho de que haya algo que podríamos considerar una remediación, del texto escrito a mano y en papel, hacia la intervención de otros lenguajes en soporte digital, resignifica el contenido y lo amplia hacia límites experimentales de la literatura. Así, anteponer la lengua minorizada de las personas que están institucionalizadas, en ese “umbral”, a la lengua hegemónica que es la lengua verbal y nacional, supone una jerarquización de los lenguajes intermediales que nos lleva a otra forma de pensar la glotopolítica.

3. Acumulaciones interartísticas en la lengua nacional

La literatura digital se define como tal en la medida en que posee una función poética, es decir, en la medida en que el lenguaje cobra importancia nodal para una pieza, al igual que en el caso de la literatura impresa. Sin embargo, en la literatura impresa, la lengua nacional era preponderante, lo que suponía una lectura lineal y sintagmática, y el plano experimental solía quedar en los márgenes de obras en cruce con otras artes. En cambio, la literatura digital pareciera invertir esa jerarquía con su ubicuidad e intermedialidad. En este sentido hablamos de lenguajes expandidos, en donde entran en juego no solo las lenguas nacionales sino también y sobre todo, otras intervenciones artísticas, lo que supone lenguajes de otro tipo.

La definición de literatura no es menor para pensar en la pregunta por las glotopolíticas en lo que respecta a piezas literarias digitales, en particular, en Latinoamérica. Este territorio signado por el dominio de lenguas coloniales como el español o el portugués, así como sus traducciones al inglés, trabaja en menor medida con el francés, el alemán y lenguas originarias. En este artículo realizamos una serie de análisis tendientes a observar, en primer lugar, algunos movimientos en relación con estas lenguas naturales intervinientes en las obras y la hegemonía de unas sobre otras. Luego avanzamos hacia la relación de la lengua nacional y la palabra política, dando lugar a un desvanecimiento de la misma mediante el uso de una programación aleatoria e insumisa. Por último, nos dedicamos en particular a un trabajo que pone en primer plano las relaciones interartísticas antes que la lengua natural de origen.

Así queda planteado un esquema en donde el concepto inicial de glotopolítica se multiplica y complejiza la forma en que la literatura trabaja los lenguajes. De allí también observamos una corrosión de la lengua nacional en favor de lenguajes provenientes de otras artes, lo que supone al mismo tiempo, un enriquecimiento por su interacción en cruce.

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[1] Con esto nos referimos a la incursión y dispersión de una idea del ámbito público al privado, en particular en los nacientes Estado-Nación de Europa occidental. Posteriormente, esta acción fue replicada en el resto del mundo, con mayor o menor éxito, pero sin duda, signada por la heterogeneidad (Chaterjee 2008), como sucede en Latinoamérica.

[2] Nos referimos a la tesis titulada “Domicilios de la literatura digital: de la idea de Nación a la de interzona en ELO (Electronic Literature Organization)” defendida satisfactoriamente en agosto de 2020, en el marco del Doctorado en Humanidades con mención en Letras (Facultad de Humanidades y Ciencias - Universidad Nacional del Litoral, Argentina). En esta tesis, argumentamos sobre el desvanecimiento de la idea de Nación en la literatura digital, en favor de lo que dimos en llamar una interzona como nuevo domicilio escriturario. En el primer capítulo de la tesis, nos dedicamos largamente al estudio de la relación entre literatura impresa escrita en lengua nacional y la construcción de la idea de Nación. La tesis se encuentra disponible en el repositorio de la biblioteca de la Universidad (Cfr. Gómez 2020).

[3] Este artículo no tiene por objetivo extenderse sobre qué es la literatura digital, tema que continúa siendo ampliamente debatido por expertos. Acercamos aquí una breve definición: se trata de una literatura producida y consumida íntegramente en soporte digital, excluyendo, por ejemplo, la digitalización de documentos. En cambio, hablamos de una literatura en la mayor parte de los casos interactiva, es decir, objeto de intervención por parte de sus “lectores/usuarios”, que ofrece una variedad de lenguajes inter/transmediales al tiempo que supone un trabajo sobre la materialidad del lenguaje escrito y su visualidad. (Cfr. Hayles 2008; Kozak 2015; Flores 2018; Gainza 2018; Gomez 2018).

[4] “Designa las diversas aproximaciones que una sociedad tiene de la acción sobre el lenguaje, que puede ser o no consciente (…) Glotopolítica es necesaria para englobar todos los hechos de lenguaje donde la acción de la sociedad toma la forma de la política” (La traducción es nuestra).

[5] Al hablar de glotopolíticas de la literatura digital latinoamericana se presenta, de forma simultánea, la intrincada pregunta por el lugar: ¿cómo definiríamos lo latinoamericano? Esa discusión que no cesa, nos pone en una dificultad de orden epistemológico. Por la propia naturaleza de lo que investigamos, un objeto ubicuo y migrante, en principio no podemos tomar las categorías referidas a lo nacional, tal como lo es la región latinoamericana, cuya definición procede de la idea de Nación y la organización del mundo que de ella se deriva. Sin embargo, podemos hablar de cierta localidad en el dominio digital (Kozak 2017b), elementos comunes a la región de donde emergen obras referidas a memorias nacionales de las que intentaremos dar cuenta en los subapartados de análisis.

[6] Emulamos aquí la hipótesis de Casanova, quien sostiene que, durante el proceso de consolidación de las naciones europeas, el francés se constituyó en la lengua de la “gran cultura” literaria dentro de la bolsa de valores simbólicos: “la transferencia de la dominación cultural al francés crea un nuevo orden europeo: un orden internacional laico” (Casanova 2001: 99).

[7] “La visión imprentocéntrica no tiene en cuenta todos los componentes significativos de los textos electrónicos, incluyendo sonido, animación, movimiento, video, movimiento envolvente y funcionalidad del software, entre otros.” (La traducción es nuestra).

[8] “Un concepto básico en el programa del lenguaje de arte experimental es la reflexión del uso artístico del lenguaje y sus condiciones en media y cultura” (La traducción es nuestra).

[9] De igual modo lo hace en A Clockwork Orange (to D.T.) en relación con los discursos del presidente Donald Trump (2017-2021).

[10] Con acto de habla nos referimos al concepto proveniente de la pragmática, en especial divulgado por John Austin en Palabras y acciones. Cómo hacer cosas con palabras (1971). Este término designa una acción que involucra una lengua natural que, al comunicar, hace, esto es, que cuando el hablante se expresa en determinada situación de uso con determinados principios pragmáticos, lo que dice genera en sí mismo una acción. El caso prototípico es el de los ritos de matrimonio en los que el decir “sí, quiero” frente a un agente autorizado que lo escucha y constata, da por aceptada y consumada la unión de las partes.

[11] Con esto nos referimos al hincapié de Laüfer en desarmar las jerarquías preestablecidas de los lenguajes, a partir de la cual la lengua alfabética pierde su supremacía para darle lugar al código, igualmente importante para la materialización de esta pieza. En este sentido, Macrigator ofrece una propuesta que desestabiliza un circuito de visibilidad e invisibilidad no solo de lo discursivo, sino también del papel de la persona que produce literatura. La función del escritor o el poeta se multiplica y el acto poético se ata a los designios del que programa el código de base que da lugar al trabajo visible, del mismo modo que importa el componente aleatorio de esa programación, ya no vinculada a la persona humana sino a la máquina. Se presenta una sinergia de voces y lenguajes que permite que el trabajo se enriquezca al tiempo que se somete, como decíamos a desestabilizar la jerarquía del lenguaje verbal propia de la literatura impresa tradicional (y en lengua nacional).