Francisco Moreno Fernández: Variedades de la lengua española. London/New York: Routledge, 2020, 186 pp. ISBN 978-1138385955.

https://dx.doi.org/10.12795/PH.2021.v35.i01.20

Siguiendo la estela de su obra La lengua española en su geografía. Manual de dialectología hispánica, de 2009, Francisco Moreno Fernández ahonda de nuevo en las variedades de la lengua española, pero esta vez de una forma mucho más sencilla y precisa. Su objetivo principal es familiarizar al lector —filólogo o no— con los rasgos que determinan las diferencias entre las grandes áreas del español, desde la historia de su formación, su emplazamiento geográfico y las circunstancias sociales y políticas que envuelven a cada una de ellas.

La obra se compone de catorce capítulos: los cinco primeros acerca de los parámetros extralingüísticos que diferencian las variedades del español y los ocho siguientes sobre cada una de las variedades, incluido el español de Estados Unidos y el español hablado en Asia y África. El último capítulo, el número catorce, responde a la situación actual de nuestra lengua y el modo en que la globalización interviene en su difusión y contacto con otras variedades.

En el capítulo primero, titulado “Lenguas y diversidad” (pp. 1-9), Moreno Fernández parte de cuestiones básicas como la existencia de familias lingüísticas correlacionadas entre sí. Sitúa el origen del español en la familia indoeuropea y condensa la formación de las lenguas romances a partir del latín y su dialectalización. Además, explica esta diversificación de las lenguas a través de los conceptos de variación y cambio lingüísticos, condicionados por factores internos y externos a la lengua, como la estratificación o el contacto entre lenguas.

Seguidamente, “El español en su historia y su geografía” constituye el capítulo 2 (pp. 10-18) del manual. El autor hace en él un recorrido por la historia del español, incidiendo en sus primeros testimonios y en la clave de la estandarización del castellano y su imposición sobre el resto de romances para su extensión por la península en la Baja Edad Media y por ultramar a partir del siglo XV. Además, se sumerge en la formación del español en América, claramente distinto al que se habla en España, debido a ciertas políticas administrativas, jurídicas, educativas y religiosas que provocaron la redistribución de las lenguas originarias.

A continuación, el capítulo 3, “Políticas e ideologías lingüísticas del español” (pp. 19-30), presta atención al español y su variación durante la colonización de América. Fue fundamental para su desarrollo que, a partir del siglo XVIII, se favoreciera la homogeneidad lingüística para reforzar las estructuras del estado y potenciar la cohesión de los territorios, y, aunque la independencia de las colonias en el siglo XIX podría haber fragmentado la lengua, como creían Andrés Bello o Rufino José Cuervo, el autor achaca al monolingüismo de los criollos que impulsaron la separación del Imperio la unidad y compactibilidad del español. Finaliza este apartado diferenciando los conceptos castellano, lengua estándar y español, cuyo uso estaría sujeto a las tradiciones y percepciones sociales y lingüísticas de cada territorio.

Posteriormente, en el capítulo número 4, “Panorama lingüístico de la península ibérica” (pp. 31-41), se formula una visión general de la situación lingüística de la península, que revela la naturaleza multilingüe de este territorio durante toda su historia. Habla también de las variedades del español de España y separa la castellana, la andaluza y la canaria, intervenidas por el componente geográfico en su delimitación. Termina el autor, tal como hiciera Lope Blanch (1992) sobre el español americano, indicando las características que construyen la falsa imagen del español de España, como la autenticidad o el descuido.

Cierra la visión general del español el capítulo 5, “Panorama lingüístico de Iberoamérica” (pp. 42-57), que describe la lengua en el continente y su continua convivencia con otras lenguas europeas y con las lenguas amerindias. Aunque, históricamente, estas han recibido poca atención, el autor recalca que en áreas de Centroamérica y Sudamérica se ofrecen hoy programas bilingües para reconocer los derechos indígenas, comenzando a romperse la rigidez de la diglosia. Y brinda, además, un conjunto de rasgos generales frente al español europeo y esboza una zonificación basada en la percepción de los hablantes.

El primer apartado dedicado a las variedades del español supone el capítulo sexto de este libro, “Variedades del español en España” (pp. 58-69). En él, Moreno Fernández profundiza en las variedades castellana, andaluza y canaria y sus rasgos más particulares. Asimismo, en el caso de Andalucía, pone de relieve el papel de Sevilla como amalgama de orígenes étnicos, geográficos y lingüísticos que hizo que su castellano evolucionara hasta la variedad actual y, por ende, determinó la configuración del español en otros territorios, incluida Andalucía oriental. También menciona las hablas de transición del extremeño y el murciano y destaca el caló como variedad marginada más antigua, de la que se han transferido numerosos elementos léxicos, como gachí o menda (Moreno Fernández 2014: 151).

En segundo lugar, se presenta el español de México en el capítulo denominado “Variedades del español en México” (pp. 70-82). Esta es, demográficamente, la variedad con mayor peso del español por ser la primera en número de hablantes. Se trata, pues, de una variedad de consonantismo tenso y relajación de las vocales, por tanto, un área conservadora del español (Moreno Fernández 2015: 230-231). La lengua indígena más influyente en ella es el náhuatl, aunque es evidente la influencia léxica del inglés por su contacto con Estados Unidos.

A continuación, encontramos “Variedades del español en América Central” (pp. 83-93), que, a diferencia de su manual anterior, Moreno Fernández presenta de manera separada del español mexicano, aunque también esta área es de corte conservador. Se extendería desde el estado mexicano de Chiapas hasta la frontera de Panamá con Colombia, englobando a 45 millones de habitantes. Entre sus rasgos, destaca la tensión articulatoria de las consonantes implosivas, la asibilación de /r/ y /tr/, el ceceo de El Salvador, el voseo y el ustedeo, propio de hablantes de niveles socioculturales más bajos, y la influencia del maya en el plano léxico.

Seguidamente, aparece el capítulo sobre el español caribeño “Variedades del español en el Caribe” (pp. 94-106), el cual se define como un laboratorio lingüístico por el contacto entre lenguas indígenas, como el arahuaco y el taíno, lenguas europeas, como el inglés y el holandés, y lenguas africanas, como el bantú, que da lugar a diversos procesos y fenómenos. El autor, además, señala las divergencias entre el español caribeño antillano y el continental, cada uno con su propia heterogeneidad sociolingüística debido a la fragmentación y las diferencias históricas, políticas y sociales de cada territorio. Finalmente, concluye el lingüista con las lenguas criollas de base española en el Caribe: el palenquero y el papiamento.

Posteriormente, en “Variedades del español en la región de los Andes” (pp. 107-117), el lingüista habla de los territorios situados en torno a la cordillera de los Andes —salvo Chile—, influidos directamente por las lenguas quechua y aimara. Como división interna, la geografía permite separar la zona de costa —innovadora—, la zona de la sierra —conservadora por ser donde se situaba el Virreinato del Perú, en continuo contacto con la metrópoli española— y la zona amazónica —con un perfil menos claro por la dificultad de las comunicaciones—. Además, se presenta una clara diferencia entre las zonas monolingües y bilingües y entre las zonas urbanas y rurales, pues, en el último siglo se ha producido un proceso de urbanización que provoca que las hablas de mayor prestigio sean las modalidades cultas de las ciudades.

Después de este apartado, concluye el recorrido por el español latinoamericano el espacio dedicado al sur americano, llamado “Variedades del español en el Cono Sur” (pp. 118-129). En él, integra el lingüista dos variedades —el español austral o rioplatense y el español de Chile—. En el primero se incluirían los países de Argentina, Uruguay y Paraguay, por razones históricas y políticas, y en el segundo, únicamente Chile. Moreno Fernández destaca la influencia de la emigración europea en esta variedad, que ha determinado su variedad léxica, pero también cuestiones como la entonación de estas regiones, así como la influencia de la lengua portuguesa por el contacto con Brasil. Además de los rasgos propios de cada español, como el rehilamiento austral, la pronunciación fricativa de ch de Chile o el voseo, observable en ambas, el autor presenta su distribución dialectal y expone sus jergas más llamativas.

Moreno Fernández presenta seguidamente “Variedades del español en los Estados Unidos” (pp. 130-141) como otra modalidad dialectal hispánica, pues su implantación se remonta a La Florida en 1513. Este español, llamado patrimonial, se mantuvo durante la colonización y la independencia mexicana y, aunque a partir de la guerra entre México y Estados Unidos, parte del territorio pasa a ser estadounidense y a emplearse, principalmente, el inglés, el español nunca desapareció. De hecho, a partir de los años sesenta del siglo XX, surgió el chicano, que reivindicaba una identidad cultural latina y, al mismo tiempo, comenzó una llegada masiva de emigrantes, procedentes, sobre todo, de México, Cuba y Puerto Rico, que da lugar a un proceso de rehispanización a consecuencia de una migración económica.

Por último, encontramos el capítulo 13, denominado “Variedades del español en África y Asia” (pp. 142-153). En el norte de África es evidente desde el siglo XV el empleo del español, por cercanía y por la dominación española. Algunos territorios, como Ceuta y Melilla, siguen formando parte administrativa del país, y otros, como el Sáhara o Guinea Ecuatorial, no, pero hablan aún español. Asimismo, se hace hincapié en este punto en el judeoespañol, pues tras la expulsión de los judíos en 1492 de la península por los Reyes Católicos estos huyeron a otros territorios como el Imperio otomano o el norte de África, donde aún se deja notar su presencia. En Asia, por su parte, es significativo su empleo en Filipinas, las islas Marianas y la isla de Guam, territorios españoles hasta 1898. Por último, concluye el autor hablando de las lenguas criollas de base española en el continente asiático: el chabacano y el chamorro.

Finalmente, cierra el volumen el capítulo 14, “Variedades de la lengua española y globalización” (pp. 154-164). Se indica en él que las migraciones son un fenómeno con importantes repercusiones sobre las lenguas, según el origen de la población y el carácter o dimensión que puedan tener. Estas han contribuido a la complejidad histórica de la lengua, así como a la aparición de nuevas variedades. Moreno Fernández hace una serie de previsiones sociológicas y demográficas sobre lo que ocurrirá en los próximos cien años por la urbanización masiva y la globalización económica, especialmente en las ciudades donde alternan varias lenguas o hay gran diversidad. Además, la era tecnológica permite hablar de una interconectividad entre territorios no física, sino virtual. Y en este entorno el español se maneja bastante bien, aunque aún no goza del mismo prestigio que el inglés.

En definitiva, esta obra, por una parte, ofrece un perfil lingüístico de las principales áreas geográficas del español con relación a razones políticas, históricas y socioculturales. Y, por otra, atiende al contacto y diversidad de lenguas de cada territorio, presentando de manera esquemática los rasgos principales de cada una de las variedades. Posiblemente, la mayor innovación con respecto a su obra anterior —más densa y extensa, construida a través del diálogo entre una bibliotecaria y un lingüista— es que en cada capítulo se ofrecen dos propuestas de lecturas complementarias, sugerencias para investigar y debatir, un glosario de conceptos especializados y unas elementales referencias bibliográficas sobre cada tema.

Referencias bibliográficas

Lope Blanch, Juan M. (1992). La falsa imagen del español americano. Revista de Filología Española, 72(3/4), 313-336. https://doi.org/10.3989/rfe.1992.v72.i3/4.563

Moreno Fernández, F. (2014 [2009]). La lengua española en su geografía. Manual de dialectología hispánica. Arco Libros.

— (2015): La maravillosa historia del español. Barcelona: Espasa, que sí estaba en el original que envié.

Natalia Ruiz-González

Universidad de Granada

ORCID: 0000-0002-3496-6933