SEVILLA FRENTE A MADRID. PERCEPCIÓN DE LAS VARIEDADES CASTELLANA Y ANDALUZA POR JÓVENES UNIVERSITARIOS DEL
CENTRO-NORTE DE ESPAÑA SEGÚN EL PROYECTO PRECAVES XXI[*]

SEVILLA VERSUS MADRID. HOW UNIVERSITY STUDENTS FROM
CENTRAL-NORTHERN SPAIN VIEW THE CASTILIAN AND ANDALUSIAN LANGUAGE VARIETIES (RESULTS FROM THE PRECAVES XXI PROJECT)

Ana María Cestero Mancera

Universidad de Alcalá

ORCID: 0000-0001-7836-7943

Florentino Paredes García

Universidad de Alcalá

ORCID: 0000-0002-6803-1036

Recibido: 15-05-2020

Aceptado: 21-06-2020

https://dx.doi.org/10.12795/PH.2021.v35.i01.03

Resumen

En este trabajo, inscrito en las actividades del Proyecto PRECAVES XXI, se presentan los resultados de las encuestas realizadas a jóvenes universitarios del centro-norte peninsular que estudian filologías o máster de ELE, carreras que profesionalmente están vinculadas a la enseñanza de la lengua española y sus variedades y, por tanto, a la transmisión de ideologías lingüísticas. El objetivo es presentar la percepción y las creencias que los encuestados tienen acerca de la variedad propia —español centro-norteño— y la andaluza. En concreto, se proporcionan datos contrastados sobre las dos variedades en los siguientes aspectos: 1) consideración como variedad modélica; 2) grado de reconocimiento o identificación de cada variedad; 3) percepción de la similitud respecto a la variedad propia, 4) valoración de las variedades a través de la evaluación directa (aspectos cognitivos y afectivos) e indirecta (la persona, la región y la cultura).

Palabras clave: actitudes lingüísticas, variedades del español, andaluz, técnica de pares falsos, Proyecto PRECAVES XXI.

Abstract

This work, which is part of the activities of the PRECAVES XXI Project, presents the results of the surveys carried out among young university students from the central-northern region of the Iberian Peninsula who are studying philology or a master’s degree in Spanish as a Foreign Language. These degrees are professionally linked to the teaching of the Spanish language and its varieties and, therefore, to the transmission of linguistic ideologies. The objective is to present the perception and beliefs that the respondents have about their own linguistic variety —Central-Northern Spanish—, and the Andalusian variety. Specifically, confirmed data are provided on the two varieties under the following heads: 1) consideration as a model variety; 2) degree of recognition or identification of each variety; 3) perception of similarity with respect to the own variety; 4) assessment of the varieties through direct evaluation (cognitive and affective aspects) and indirect evaluation (the person, the region and the culture).

Keywords: linguistic attitudes, varieties of Spanish, Andalusian, false pair technique, PRECAVES XXI Project.

1. Introducción: el debate entre la variedad andaluza y la castellana

El debate sobre la calidad de las lenguas y la preminencia de una variedad sobre otra es asunto de muy larga tradición en los estudios humanísticos y, para el caso de la lengua española, la controversia ha cristalizado especialmente para los casos del castellano y el andaluz. La comparación entre ambas variedades lingüísticas es coetánea de la consolidación del castellano como lengua estándar en España en el siglo XVI, labor en la que tuvo un papel decisivo el andaluz Antonio de Nebrija, y prácticamente se produce desde el mismo momento en que se perciben las diferencias entre los dos dialectos y las normas asociadas a ellos (Méndez García de Paredes y López Serena 2019: 89-93). Frago Gracia considera que “la formación del dialecto andaluz tuvo lugar muchísimo antes de lo que solía suponerse, hasta el punto de que los primeros pasos evolutivos se advierten ya dados en el último tercio del siglo xiii” (Frago Gracia 1993: 535). No obstante, la primera constancia documental de esas características diferenciales la ofrece el rabino sefardí Mosé Arragel de Guadalajara, traductor de la llamada Biblia de Alba, quien hacia 1430 señala diferencias en los “modos de órganos”, es decir, en la pronunciación: “por las letras e por modos de órganos […] en Castilla sean cognoscidos leoneses e sevillanos e gallegos” (apud Menéndez Pidal 1962: 111).

Desde ese momento han venido sucediéndose en tratados y obras de gramáticos y literatos referencias constantes a las disimilitudes entre variedades, que a menudo se configura lingüísticamente mediante el sintagma A frente a B. Valgan tres ejemplos de ilustración de estas visiones, que sirven también para observar las actitudes hacia ellas. El primero es harto conocido: procede del humanista Juan Valdés, en su Diálogo de la Lengua, quien defiende el castellano hablado en la corte de Toledo y reniega abiertamente varias veces de Nebrija y, por extensión, de la lengua hablada en Andalucía, a la que tilda de impura:

V. ¿Por qué queréis que me contente? ¿Vos no veis que, aunque Librixa era muy doto en la lengua latina (que esto nadie se lo puede quitar), al fin no se puede negar que era andaluz y no castellano, y que scrivió aquel su Vocabulario con tan poco cuidado que parece averlo escrito por burla? […] [E]n los [vocablos] latinos se engaña tantas veces que sois forçado a creer una de dos cosas, o que no entendía la verdadera significación del latín, y esta es la que yo menos creo, o que no alcançava la del castellano, y essa podía ser, porque él era de Andaluzía, donde la lengua no está muy pura. (Valdés 1535? [1972]: 41-42 -cursiva nuestra)

Del siglo XVIII es un testimonio literario bastante menos conocido, pero especialmente interesante sobre la contienda entre las dos variedades. Se trata del sainete Los madrileños adoptivos, obra escrita por Antonio González de León en 1790 (Fernández Martín 2016). Esta pieza dramática, cuya trama se reduce al conflicto lingüístico y cultural entre personajes andaluces y madrileños, presenta como novedad que en ella se defienden las palabras y los usos sociales de Andalucía frente a las zafiedades de los “madrileños” (en realidad se trata de madrileños advenedizos, gentes que han llegado desde diferentes lugares a la villa y corte y creen, por ello, haber alcanzado un estatus social más alto). Sociolingüísticamente, la obra tiene el interés añadido de mostrar las actitudes positivas de los hablantes sevillanos hacia su variedad lingüística, que quieren seguir manteniendo su prestigio en una época en la que el auge económico de la ciudad ha declinado.w

La tercera referencia será a Menéndez Pidal y su conocido artículo “Sevilla frente a Madrid”. El trabajo tiene como objetivo mostrar las influencias que en la formación del español americano provienen de Sevilla, en tanto que centro de la actividad económica comercial, y de Madrid, como sede de la corte. El autor interpreta que la revolución fónica que se produce en el español del XVI son resultado de “la última y decisiva batalla librada por una norma dialectal castellana vieja contra el prototipo lingüístico cortesano toledano” (Menéndez Pidal 1956: 101) y, en ese contexto, la variedad andaluza cobra importancia, ya que se convierte en el motor de propagación de los fenómenos fonéticos, especialmente el seseo (o çeçeo-zezeo).

La percepción del dialecto andaluz por parte de los tratadistas antiguos ha sido a menudo negativa, y sobre todo han destacado, como se ha dicho, la impureza que deriva del prolongado contacto con los árabes y la ruralidad (Frago Gracia 1993: 106-124). No obstante, en paralelo han venido recogiéndose también opiniones positivas hacia el andaluz y lo andaluz, por ejemplo, las relativas a algunas características fonéticas, como el seseo (Alvar 1990). Esta actitud positiva cristaliza líricamente en Navarro Tomás, en cuyo discurso de ingreso a la Real Academia Española, de 1935, escribe:

En el acento andaluz, de manera general, y especialmente en su modalidad sevillana, la articulación es más blanda que en castellano, la intensidad espiratoria más débil, el ritmo más rápido y el tono más agudo. Los giros melódicos del andaluz son ágiles, flexibles y vivos, se elevan en ligeras escalas hasta notas relativamente agudas y caen armoniosamente con gracia y suavidad. La viveza y gracejo del habla andaluza se presta sobre todo a elegantizarse y lucir en bocas femeninas. […] Así como de la mujer gallega se dice que parece que arrulla cuando habla, el modo de hablar de la andaluza se compara más bien con el gorjeo del pájaro. (Navarro Tomás 1935: 30-31)

Bien es cierto que años atrás el mismo autor había señalado que las diferencias fónicas entre variedades del español eran apreciables sobre todo en el habla de algunos grupos sociales, frente a la relativa uniformidad mostrada por las personas cultas de cualquier territorio hispanohablante: “Verdad es también que tratándose de personas cultas, las diferencias fonéticas entre castellanos y andaluces o hispanoamericanos son mucho menores que entre las clases populares” (Navarro Tomás 1918 [1991]: 6-7).

En este punto precisamente entronca el proyecto PRECAVES XXI, que surge con el objeto de analizar las creencias de los hispanohablantes acerca de las variedades cultas del español y las actitudes hacia ellas (Cestero y Paredes 2015, 2018a; Paredes y Cestero 2018). El objetivo de este trabajo es analizar la percepción que tienen los jóvenes universitarios del centro y el norte de la península ibérica sobre su propia variedad y sobre la variedad andaluza. Las preguntas de investigación a las que se tratará de dar respuesta son las siguientes: 1) ¿Para los sujetos del centro-norte peninsular existe alguna variedad de español que pueda considerarse mejor o más prestigiosa? Y, de considerar unas variedades más prestigiosas que otras, ¿qué lugar ocupan la variedad propia, centro-norteña, y la variedad andaluza, meridional-sevillana? 2) ¿Identifican los jóvenes castellanos la variedad andaluza frente a otras variedades del español? 3) ¿Qué grado de similitud perciben los jóvenes del centro-norte peninsular entre su variedad y la andaluza? 4) ¿Qué valoración otorgan los encuestados a la variedad andaluza, tanto de manera directa como indirecta?, ¿hay diferencias significativas entre las valoraciones de la variedad propia y la andaluza?

2. El proyecto PRECAVES XXI: bases teóricas y metodológicas

La causa última de la variación lingüística y sociolingüística hay que buscarla en las creencias y actitudes de los hablantes (López Morales 1989; Moreno Fernández 2005), que estigmatizan o conceden estatus tanto a los usos lingüísticos concretos como a las variedades de una lengua o a lenguas en contacto. Sin embargo, una de las mayores dificultades que entraña la investigación sobre estos aspectos es que no son directamente observables, lo que explica que estas investigaciones no se hayan desarrollado suficientemente. Ello no impide que se hayan realizado proyectos de alcance panhispánico en relación con el español, como sucede con el proyecto LIAS (Linguistic Identity and Attitudes in Spanish-speaking Latin America), que se lleva a cabo mediante un cuestionario aplicado en todos los países hispanohablantes (Chiquito y Quesada 2014).

No obstante, los métodos que se han mostrado más efectivos para el estudio de actitudes son los que, siguiendo las propuestas pioneras de Lambert y sus colaboradores (1968), recurren a técnicas indirectas, combinadas o no con las directas, para detectar las actitudes y las creencias subyacentes. Desde este planteamiento, surge el Proyecto para el estudio de creencias y actitudes hacia variedades del español en el siglo XXI (PRECAVES XXI), un proyecto de alcance internacional en el que participan cerca de 40 investigadores de más de 25 universidades y centros de investigación del mundo hispanohablante. El detalle de la metodología utilizada en el proyecto puede consultarse en Cestero y Paredes (2015, 2018a) y en Paredes y Cestero (2018). Los aspectos básicos son los siguientes:

  1. Pretende obtener información sobre actitudes y creencias acerca de variedades cultas de todo el dominio de habla hispana, estableciendo como zonas de estudio las ocho correspondientes a las consideradas como de influencia de variedades cultas del español (Moreno Fernández 2009): tres variedades de España (centro-norteña, andaluza y canaria) y cinco de América (mexicano-centroamericana, caribeña, andina, rioplatense y chilena).
  2. La recogida de material se realiza mediante entrevista directa a un número indeterminado de informantes a la vez, siguiendo siempre un mismo procedimiento, que se desarrolla a través de una aplicación informática creada para tal fin (www.variedadesdelespanol.es).
  3. Se emplea la técnica del matched guise o pares ocultos adaptada: en cada encuesta intervienen ocho locutores, uno de cada área, que serán evaluados dos veces, una en conversación libre y otra en lectura de texto (el mismo en las ocho ocasiones). Además, la encuesta puede hacerse con locutores masculinos o locutores femeninos, todos ellos con las mismas características sociológicas: personas de entre 35 y 54 años con nivel de estudios universitarios.
  4. Tras los datos personales y sociogeográficos con que se inicia la encuesta, los encuestados han de evaluar cada grabación, siguiendo dos fases. En la primera se evalúa de manera directa la locución que se está oyendo, sirviéndose de escalas de diferencial semántico referidas a las dimensiones cognitiva y afectiva. En la segunda, se evalúa la voz oída atendiendo a las características personales y sociales de la persona que habla, la región de la que se cree que es la persona a la que se oye hablar y la región a la que se cree que pertenece. Se incluyen en el cuestionario otras preguntas, como el lugar en que consideran que se habla mejor el español o el grado de similitud entre la voz que oyen y su propia variedad lingüística.

El proyecto se está desarrollando en dos fases. En la primera, se han buscado sujetos universitarios cuyas profesiones futuras estarán relacionadas con la lengua española y que, en consecuencia, serán potenciales transmisores de ideologías lingüísticas. La segunda fase, que está ya en marcha, pretende ampliar el espectro social de la muestra a sujetos de todas las edades y todos los niveles educacionales.

Los resultados que se ofrecerán ahora corresponden a las respuestas obtenidas de una muestra de 204 informantes (Tabla 1) de variedad materna castellana centro-norteña, todos ellos jóvenes (de entre 18 y 34 años) y universitarios (aunque algunos de ellos están en primer curso y, por tanto, se considera que su nivel de estudio es medio, pues acaban de finalizar la secundaria). Dado que en cada encuesta se valoran dos producciones con cada una de las variedades a las que se atiende, una de discurso oral y otra de texto leído, contamos, en principio, con 408 respuestas hacia la variedad andaluza, y las mismas hacia la del centro peninsular, lo que permitirá la comparación entre ellas. En las encuestas han colaborado 136 estudiantes que no han estudiado las variedades del español o la configuración lingüística de las mismas (107 estudiantes de los primeros cursos de Filología y 29 estudiantes de otras carreras) y 68 que tienen o deben tener conocimiento sobre variación geolectal (43 estudiantes de los últimos cursos de Filología y 25 estudiantes de máster de formación de profesores de español). Como son las mujeres las que muestran, tradicionalmente, preferencia por los estudios lingüísticos y filológicos, no es de extrañar que haya casi el triple de cuestionarios realizados por mujeres que por hombres.

Tabla 1. Muestra para el estudio de creencias y actitudes de jóvenes universitarios del
centro-norte de España.

N

%

Sexo

Hombres

53

26,0

Mujeres

151

74,0

Edad

Menores de 20 años

61

29,9

De 20 a 34 años

143

70,1

Nivel de estudios

Estudios secundarios

47

23,0

Estudios universitarios

157

77,0

Colectivo

Estudiantes de Filología sin formación dialectal

107

52,5

Estudiantes de Filología con formación dialectal

43

21,1

Estudiantes de máster de Profesores de español

25

12,3

Estudiantes de otras carreras

29

14,2

Comunidad de origen

Madrid

146

71,6

Castilla-La Mancha

40

19,6

Castilla y León

10

4,9

País Vasco

4

2,0

Aragón

2

1,0

La Rioja

1

0,5

Asturias

1

0,5

TOTAL

204

100,0

3. Creencias y actitudes de jóvenes universitarios del centro-norte de España hacia las variedades castellana (madrileña) y andaluza (sevillana)

3.1. El prestigio de las variedades del español

En Cestero y Paredes (2018b) se detallan las creencias de los jóvenes universitarios centro-norteños acerca de su propia variedad, la castellana. El Gráfico 1, reproducción del ofrecido en ese trabajo, resume las creencias de estos encuestados sobre la igualdad o jerarquía entre las variedades del español.

Las respuestas indican que aproximadamente uno de cada cuatro sujetos (27,5%) considera que todas las variedades del español son equivalentes, pero la opinión mayoritaria es que hay diferencias entre las variedades del español (67,6%), esto es, que se puede trazar una escala jerárquica en relación con un teórico modelo de buen hablar. La región inequívocamente señalada como modelo de español para los encuestados es “Castilla”, respuesta que aducen 125 de los 204 encuestados (61,3%). Son escasísimas las opiniones favorables a que el modelo de español se ubique en América —solo en cuatro encuestas— y, en lo que atañe a la variedad andaluza, en ninguna encuesta se menciona esta región ni ninguna de sus ciudades como las de mejor español, ni tampoco ninguna zona meridional española[1].

Gráfico 1. Percepción sobre jerarquía o igualdad entre las variedades del español.

3.2. Reconocimiento de la variedad propia (castellana) y la andaluza

Antes de tratar la percepción de los centro-norteños sobre la variedad andaluza en comparación con la propia es conveniente apuntar el grado de reconocimiento de las dos variedades, así como el de identificación con ellas.

Gráfico 2. Reconocimiento de las variedades castellana y andaluza.

Prácticamente los 204 informantes con los que se ha trabajado han identificado correctamente la variedad castellana (bien respondiendo con el nombre de ciudades, regiones o comunidades centro-norteñas -283 casos, 69,3%- o bien anotando “España” -111 casos, 27,20%), dando por sentada una asociación directa entre la variedad centro-norteña de la península y España; por tanto, se puede decir que el 96,5% de los sujetos encuestados identifica adecuadamente su variedad. Excepcionalmente, cinco informantes no identifican correctamente la variedad que oyen; todos ellos, sin embargo, la relacionan con la variedad meridional dentro de la península ibérica: “Andalucía”, “Centro-Sur de España”, “Córdoba”, “Extremadura” y “Murcia”.

Por último, también puede afirmarse que la mayoría de los encuestados identifica bien la variedad andaluza, pues, de los 408 cuestionarios sobre grabaciones andaluzas, en 285 la variedad ha sido reconocida correctamente (70,4%) y solo 40 (9,9%) lo hacen erróneamente[2]. En este caso, también hay sujetos que responden dando una ubicación más amplia y aproximada, concretamente en 57 ocasiones, de las que 56 mencionan España y 1 Hispanoamérica; no obstante, ahora, dado que se trata de la variedad andaluza, no podemos considerar como aproximada y, por tanto, acertada, la identificación, ya que lo habitual es relacionar la variedad española con la centro-norteña[3].

3.3. Similitud de la variedad propia respecto a las audiciones castellanas y andaluzas

En relación con el reconocimiento correcto, aproximado o erróneo de las variedades está, sin duda, el grado de similitud que perciben los informantes con las pronunciaciones que oyen durante la encuesta. Los jóvenes universitarios del centro-norte peninsular se identifican lingüísticamente con los locutores madrileños, como cabía esperar: el grado de similitud percibida entre la variedad propia y las audiciones de locutores madrileños obtiene una media de 5,1 sobre 6. La percepción de proximidad cuando los locutores son andaluces baja la media al 3,1 de media, pero hay que advertir que, aunque son dos puntos menos, alcanza el promedio más alto entre el resto de variedades cultas sobre las que indaga el proyecto[4].

Se pueden analizar con detalle las respuestas a la escala de similitud percibida (Gráfico 3), pues este aspecto proporciona datos que permiten explicar algunas valoraciones que se tratarán más adelante. A pesar de que todos los sujetos de la muestra pertenecen, en principio, a la variedad del centro-norte peninsular, un 11,3% no considera que la variedad castellana que ha oído sea idéntica o similar a la suya; no obstante, la mayoría de los informantes, concretamente el 88,7%, la siente como similar o idéntica a la propia, ya se trate de sujetos de Madrid, de la Comunidad de Madrid o de otras zonas del centro-norte peninsular[6].

Gráfico 3. Similitud de la variedad propia respecto a las variedades castellana y andaluza[5].

Con respecto a la variedad andaluza, los datos obtenidos, en general, están en consonancia con el reconocimiento acertado, lo que convierte en hecho lógico que la mayoría de los sujetos no considere la variedad andaluza como igual a la propia. Así es en 248 casos (el 64,1% de los sujetos que han contestado a la pregunta), frente a 139 (35,9%) en que se considera que hay cierta identificación entre las dos variedades, aunque normalmente poca, pero no puede obviarse que 68 informantes la consideran bastante semejante y 2 totalmente igual. Hay que destacar el alto número de sujetos centro-norteños que considera la variedad andaluza bastante próxima a la propia, hecho que se debe poner en relación con procesos de convergencia invertida entre los dialectos meridionales y centrales de la península, tal como apuntan Villena Ponsoda y Vida Castro (2017).

No se han encontrado diferencias significativas que permitan relacionar las respuestas con el sexo o el grupo de edad de los informantes. No obstante, cuando los encuestados oyen un locutor castellano, solo el 8% de las mujeres lo percibe como diferente de la variedad propia, frente al 18,1% de los hombres; y en el polo opuesto, cuando oyen a un locutor andaluz, el 57,5% los hombres consideran que es una pronunciación diferente, porcentaje que entre las mujeres asciende al 66,3%. Estos datos apuntan, aunque sea de manera provisional, hacia una mayor competencia geolectal del grupo femenino.

La conciencia lingüística es más acusada según el colectivo de estudiantes a que pertenece el encuestado. Por una parte, los datos constatan que gran parte de los sujetos de la muestra tiene desarrollada la conciencia geolingüística y, por otra, que en ello tiene especial relevancia la formación específica en variedades del español. La mayoría de las respuestas que detectan diferencia entre la variedad propia y la madrileña escuchada es de estudiantes de filología —o de otras carreras— sin conocimiento de variedades (34 de los 42 casos), y pertenecen a los mismos colectivos la mayor parte de los sujetos que considera que hay similitud entre la variedad andaluza y la propia (94 de los 139 casos)[7]. Se puede concluir, por otra parte, que la consideración de existencia de diferencia entre la variedad madrileña oída y la propia, centro-norteña, podría relacionarse con pretensión de encubrir prestigio o deberse a falta de competencia geolingüística, y la misma interpretación podría darse con respecto a las cifras halladas para la identidad de la variedad andaluza con la propia, la centro-norteña. Quizás se puedan interpretar mejor los datos después de conocer la percepción que muestran los informantes del centro-norte peninsular hacia su propia variedad y hacia la meridional, como se detallará a continuación.

3.4. La percepción de la variedad propia, centro-norteña, y la andaluza

3.4.1 Valoración directa de la variedad propia (castellana) y la andaluza

La valoración directa de la variedad centro-norteña de España es positiva (Gráfico 4) y se sitúa en todos los valores por encima del punto medio de la escala (3,5)[8]. Resulta relevante, creemos, que el promedio relativo a aspectos cognitivos (3,55), sea más bajo que el de aspectos afectivos (3,81)[9]. En cuanto a la valoración de la variedad andaluza, resulta relevante que la media general (3,77) se sitúe por encima incluso de la propia, aunque las diferencias globales sean leves y esté por debajo en el componente afectivo.

Gráfico 4. Valoración directa de las variedades castellana y andaluza.

A pesar de que ya se puede interpretar que la valoración positiva de la variedad propia se relaciona con la conciencia lingüística y la de la variedad andaluza, con la subjetividad afectiva, estos datos han de ser matizados y comentados con algo más de detalle, pues, como se ha indicado, resulta sorprendente que la valoración de los sujetos hacia su variedad sea solo medianamente positiva, y especialmente si se tiene en cuenta que la valoración de aspectos considerados de carácter cognitivo no es mucho más alta que la de los afectivos, aunque los primeros son los que se podrían relacionar de manera clara con un cierto grado alto de competencia geolingüística.

Los atributos utilizados para medir el componente afectivo en el cuestionario presentan valoraciones relativamente dispares por parte de los sujetos de la muestra (Gráfico 5). Así, la variedad propia, centro-norteña, es considerada bastante positivamente en los atributos de sencilla[10] y agradable, con medias por encima de 4, y positiva en los de cercana y bonita; en el extremo contrario, destacan por estar situadas por debajo de la media las valoraciones de los atributos blanda y, sobre todo, divertida, que solo alcanza una media de 2,29[11]. Por lo que respecta a la variedad meridional, hay que destacar que en todas las dimensiones escalares la valoración afectiva se sitúa por encima del punto medio de la escala. Las audiciones andaluzas obtienen valoración bastante positiva, que según la media obtenida en cada escala se ordenan de este modo: cercana, sencilla, agradable, blanda, bonita y divertida. En el contraste entre ambas variedades destacan las diferencias en los aspectos divertido y blando, donde el andaluz supera al castellano, y el de sencillo, donde es superior el castellano; también hay que destacar que ambas variedades se consideran agradable y bonita prácticamente en igual proporción.

Gráfico 5. Valoración directa de las variedades castellana y andaluza: componente afectivo.

Más diversa es la valoración que hacen los informantes de la variedad propia a partir de las escalas vinculadas a la dimensión cognitiva (Gráfico 6), pues la consideran bastante monótona, y algo menos áspera y lenta, pero nada confusa ni rural, atributos estos que obtienen las medias más bajas. En esta dimensión, de nuevo vuelven a mostrarse percepciones y creencias diferentes respecto a la variedad andaluza, que obtiene medias por debajo de 3,5 en tres de los cinco atributos tomados en cuenta. Los sujetos de la encuesta tienden a considerar la variedad andaluza como poco confusa, lenta y monótona, mientras que mayoritariamente opinan que es áspera y rural. En contraste con el castellano, los sujetos del centro-norte manifiestan la conservación de ciertos estereotipos sobre el andaluz, al considerarlo más rural y confuso, pero menos áspero, monótono y lento (o lo que es lo mismo, el andaluz es más suave, más variado y más rápido).

Gráfico 6. Valoración directa de la variedad castellana y andaluza: componente cognoscitivo.

Estos datos parecen indicar, por tanto, que la valoración es positiva, en lo que concierne a factores afectivos y cognitivos, en los dos casos, tanto sobre la variedad propia, considerada tradicionalmente de prestigio, como sobre la andaluza. No obstante, se observa una diferencia considerable en el grado de valoración positiva de las dimensiones cognoscitiva y afectiva en relación a las dos variedades, que no impide que los hablantes reconozcan características habitualmente no consideradas positivas de su variedad o que, a sabiendas de tratarse de una variedad considerada prestigiosa, intenten rebajar la valoración positiva esperada, y que apunta a una valoración afectiva positiva de la variedad andaluza, que también puede relacionarse con no manifestar, de manera directa, el prestigio considerado.

Los aspectos valorados positivamente por hablantes del centro-norte peninsular sobre su propia variedad son, según ellos mismos apuntan, la claridad y la buena pronunciación, si bien también mencionan rasgos como corrección, cercanía o empleo de fonemas determinados (/s/-/θ/, /x/). Por su parte, sobre la variedad andaluza se destacan, aunque escasamente, el acento, la claridad, la variedad e, incluso, la aspiración, si bien es cierto que se trata de valoraciones de uno o dos sujetos, únicamente, y que los datos obtenidos llevan a pensar en una valoración más bien negativa de los rasgos de pronunciación.

Los aspectos de las muestras castellanas valorados negativamente por los sujetos del centro-norte peninsular, de manera expresa, han sido la monotonía y la lentitud, además de la pronunciación de algunas consonantes, como las sibilantes o la /r/, y la elisión de consonantes finales. En el caso de la valoración negativa de rasgos de pronunciación propios de la variedad sevillana escuchada, los informantes del centro-norte peninsular destacan que resulta confusa y el seseo, si bien es cierto que, también en este caso, muchos informantes afirman que no hay nada que les disguste de la variedad.

En relación con las variables tomadas en cuenta, el Tipo de discurso en ambas variantes se valora de forma muy similar, sea este en forma de conversación libre o en forma de discurso leído. Algo similar ocurre con la variable Voz evaluada, que presenta la peculiaridad de que la voz masculina obtiene una valoración media más alta para la variedad castellana (3,84) que para la andaluza (3,58,) mientras que en el caso de la voz femenina la valoración de la castellana (3,55) es más baja que la andaluza (3,85). Las variables sociales, en general, han tenido poca incidencia en la valoración directa de las variedades. Ni el Sexo ni la Edad muestran diferencias apreciables y solo la variable Colectivo ofrece algún dato de mayor interés, pues muestra el desarrollo de la competencia geolingüística con la formación específica sobre variedades del español. Aunque las diferencias no son demasiado acusadas en ningún caso, las que se producen podrían apuntar a cierta relación entre conciencia y competencia geolingüística y formación específica, además de confirmar, una vez más, la valoración más positiva del castellano en un plano objetivo y cognoscitivo y del andaluz, en el subjetivo y afectivo.

3.4.2. Valoración indirecta de la variedad propia (castellana) y la andaluza

Las audiciones que componen la encuesta permiten inferir de manera indirecta creencias y actitudes hacia las variedades lingüísticas. Teniendo en cuenta que los locutores son todos de las mismas características socioculturales (universitarios y de edad entre 40-50 años) las posibles diferencias en las respuestas pueden interpretarse como aplicables al dialecto que se está escuchando. Analizando las características que se atribuyen a la persona que habla, a la región y a la cultura de la que creen originario al locutor se obtiene una nueva visión de la variedad lingüística, complementaria de la valoración directa, que resulta de sumo interés. En los párrafos que siguen se pasa a detallarlas y comentarlas.

3.4.2.1. Valoración de las variedades castellana y andaluza a través de la persona que habla

Las percepciones y creencias deducibles de forma indirecta constatan la pervivencia de estereotipos acerca del andaluz, en la línea de lo observado en las valoraciones directas. La mayoría de los informantes centro-norteños muestran creencias muy positivas respecto a su propia variedad a través de las consideraciones apuntadas sobre el puesto de trabajo (media de 2,40 sobre 3), el nivel de ingresos (media de 2,38 sobre 3) y el nivel de estudios (3,46 sobre 4) de los sujetos a los que han oído hablar o leer. En el caso de la valoración indirecta de la variedad andaluza, las medias de las puntuaciones muestran una evaluación menos positiva. Así, en relación al trabajo, los centro-norteños consideran que los andaluces tienen trabajos poco cualificados (1,67 sobre 3), su nivel de ingreso es más bien bajo (1,75 sobre 3), aunque su nivel de estudios es medio-alto (media de 2,90 sobre 4).

Si se analiza con un poco más de detalle (Tabla 2), en relación con el puesto de trabajo, la mayoría de los jóvenes centro-norteños cree que la persona castellana que ha escuchado tiene un trabajo bien o altamente cualificado, mientras que la andaluza tiene un trabajo bien o solo poco cualificado. En cuanto a los ingresos que creen que corresponden a la persona escuchada, la mayoría considera que tiene ingresos medios o altos, si el locutor es castellano, pero es de ingresos medios o bajos si es andaluz —obsérvese, además, la diferencia en el caso de los ingresos altos—. Y respecto al nivel de estudios, aunque en todos los casos se trata de locutores con estudios universitarios, los jóvenes centro-norteños consideran mayoritariamente que los castellanos tienen estudios universitarios, y solo un porcentaje muy reducido considera que son de estudios primarios o sin estudios; en cambio, el porcentaje de quienes consideran que los locutores andaluces carecen de estudios o tienen estudios básicos se eleva casi al 30%.

Tabla 2. Valoración indirecta de las variedades castellana y andaluza a través
de la persona que habla.

Audiciones de voces castellanas

Audiciones de voces andaluzas

Trabajo

poco cualificado

6,4%

38,9%

bien cualificado

45,8%

53%

altamente cualificado

45,8%

6,7%

Ingresos

bajos

4,2%

30,5%

medios

52,0%

62,5%

altos

41,3%

6%

Estudios

primarios o sin estudios

5,04%

29,8%

medios

26,7%

23,9%

universitarios

65,3%

45,3%

Por otro lado, en la percepción de las características personales de los locutores, tanto los castellanos como los andaluces obtienen valoraciones muy positivas (Gráfico 7). Los hablantes castellanos son valorados muy positivamente por los sujetos de la muestra, con un promedio de 4,37 en una escala de 6 y con media por encima del 3,5 en todos los atributos que se miden en este apartado. La persona que escuchan, madrileña, es considerada, en general, muy educada, muy inteligente, muy culta, simpática y cercana. También son altas las puntuaciones otorgadas a los andaluces, sevillanos, que escuchan y, por tanto, indirectamente a la variedad que hablan, como indica la media de 4,09 sobre 6. Los sujetos encuestados consideran que los andaluces son muy educados, muy simpáticos y muy cercanos, e inteligentes y cultos. En la comparación entre ambas variedades, los castellanos son considerados más educados, inteligentes y cultos que los andaluces, que en cambio se perciben como más simpáticos y cercanos que los castellanos.

Gráfico 7. Valoración de las variedades castellana y andaluza a través de las características personales del locutor.

La valoración positiva de la persona que se escucha hablar, madrileña, es apuntada de manera expresa por los sujetos de nuestra muestra al responder a la pregunta que se formula para conocer su opinión sobre las personas de la región o país de los que cree que procede. Como ya comentamos, prácticamente todos los informantes reconocen que la audición con la que ahora se trabaja es de una persona del centro-norte peninsular y se identifican con ella, por eso no sorprende que el 52% de la muestra confiese tener una opinión positiva hacia las personas de la región en cuestión. De manera expresa escriben que tienen “buena” opinión sobre las personas de la región, a las que se califica con adjetivos como “amable”, “amigable”, “agradable”, “simpática”, “alegre”, “encantadora”, “abierta”, “cercana”, “cosmopolita”, “educada” y “culta”, “activa”, “buena”, “seria”, “sencilla”, “sincera”, “hospitalaria y acogedora” y “honrada”. Y también la valoración de las personas andaluzas que escuchan es muy positiva, aunque las puntuaciones son más bajas en este caso, lo que indica que, en un continuum gradual, la variedad meridional es valorada peor que la castellana, por parte de centro-norteños españoles. En cualquier caso, el 59,6% de los sujetos que han reconocido acertadamente la variedad andaluza y como tal la han valorado confiesa de manera directa que su opinión sobre las personas andaluzas es positiva porque se trata de gente “buena”, “cercana”, “abierta”, “simpática”, “agradable”, “amigable”, “extrovertida”, “divertida”, “graciosa”, “servicial”, “alegre”, “dicharachera” y “positiva”[12].

Los datos aquí ofrecidos muestran que, por las valoraciones que han hecho sobre la persona escuchada, los sujetos del centro-norte peninsular tienen creencias muy positivas sobre su propia variedad, que, ahora sí, aunque de manera indirecta, revelan que consideran la variedad prestigiosa y modélica; tales valoraciones son algo más altas en el caso de las mujeres y más bajas, quizás objetivas —o atenuadas—, en el de los estudiantes que tienen conocimientos sobre variedades del español o especialización filológica. Los patrones se repiten en relación a la valoración de los andaluces y, con ello, de la variedad meridional española, si bien las puntuaciones son más bajas, en general, y en determinadas características, en particular inteligente y culto, lo que revela, de manera clara, y sin encubrimiento, que no es considerada tan prestigiosa como la castellana.

3.4.2.2. Valoración indirecta de las variedades castellana y andaluza a través de la región y de la cultura

Si se atiende a la valoración indirecta según la calificación otorgada a la región o el país de la persona que habla y a su cultura, los resultados no difieren sustancialmente de los que se han comentado previamente, lo que apunta creencias y actitudes muy positivas hacia la propia variedad, siendo esta la centro-norteña peninsular, considerada prestigiosa e irradiadora de norma, y también hacia la andaluza. La valoración de la región central, madrileña, cuya variedad se escucha hablar, es altamente positiva, pues se puntúa con un 4,86 de promedio, sobre una escala de 6 grados. Y casi igual es la media otorgada a la variedad andaluza, concretamente de 4,81. La media obtenida en los cuatro aspectos calificados al respecto (avanzada/retrasada, divertida/aburrida, familiar/extraña y bonito/feo) es, por tanto, muy alta, lo que informa de una percepción bastante positiva.

Gráfico 8. Valoración de las variedades castellana y andaluza a través de la opinión que merece la zona.

Tomados por separado los atributos con que se evalúa la región (Gráfico 8), resultan llamativos dos aspectos: 1) la altísima valoración que reciben ambas variedades en todas las características evaluadas y 2) que en tres de los cuatro atributos los jóvenes del centro-norte peninsular consideren más alta la variedad andaluza que la castellana. Los estereotipos se repiten al considerar más avanzada a la región castellana que a la andaluza, pero menos familiar, bonita y divertida.

Finalmente, también es considerablemente alta la media correspondiente a la opinión de los sujetos encuestados con respecto a la cultura de ambas zonas, con alguna salvedad. En este caso, los encuestados del centro-norte estiman siempre por encima la cultura propia que la andaluza. Las medias en la evaluación de la cultura (Gráfico 9) son muy similares en las cuatro características consideradas, con una única excepción en el caso de innovadora, donde la percepción sobre las dos variedades se separa en más de un punto y la percepción sobre la andaluza se considera negativa en este sentido, al estar por debajo del punto medio[13].

Gráfico 9. Valoración de las variedades castellana y andaluza a través de la opinión que merece la cultura.

En resumen, los datos analizados muestran la elevada consideración que los jóvenes universitarios del centro-norte de España tienen sobre la variedad propia, tanto si se considera la evaluación directa como si se atiende a la evaluación indirecta, y también la alta valoración que le otorgan a la variedad andaluza, aunque, en este caso, la consideración positiva es más de características de índole afectiva. Según los datos obtenidos, no parece haber diferencias sustanciales en relación con el sexo del evaluador, pero sí con el grado de formación específica sobre variedades dialectales.

4. Conclusiones

El debate sobre si hay unas variedades de español mejores que otras y las creencias sobre ellas ya tiene una larga tradición histórica, pero indagar sobre ello sigue estando de actualidad, sobre todo para detectar y mitigar la persistencia de estereotipos, creencias erróneas y prejuicios acerca de algunas variedades. En este sentido, el proyecto PRECAVES XXI, surgido con el objeto de aportar nuevas perspectivas en el estudio de las creencias y las actitudes relativas a las variedades cultas del español, ha permitido obtener resultados empleando una metodología basada en audiciones que permiten valoraciones directas e indirectas de las variedades estudiadas.

Con frecuencia, el debate ha puesto el foco en dos variedades que tuvieron gran importancia en la extensión histórica de la lengua española: la variedad del centro-norte peninsular, representada prototípicamente por Madrid, y la variedad meridional, cuyo prototipo es Sevilla. A ellas se ha dedicado este trabajo, que presenta los datos obtenidos de las encuestas a hablantes del centro-norte peninsular. Las conclusiones que se van a resumir ahora están vinculadas a las preguntas que se formularon en la introducción:

  1. ¿Para los sujetos del centro-norte peninsular existe alguna variedad de español que pueda considerarse mejor o más prestigiosa? Y, de considerar unas variedades más prestigiosas que otras, ¿qué lugar ocupa la variedad propia, centro-norteña, y la variedad andaluza, meridional-sevillana? Las respuestas apuntan claramente a la persistencia del estereotipo de que existe el “mejor español”, que los jóvenes del centro-norte identifican con el castellano de Castilla y con el habla de las ciudades. El andaluz, en cambio, no es considerado en ningún caso como modelo prototípico. Esta afirmación general hay que matizarla, no obstante, teniendo en cuenta que algo más de uno de cada cuatro encuestados considera que todas las variedades del español son iguales. Por factores sociales, la creencia de que existe jerarquía entre variedades está relacionada con el sexo (más creencia de existencia de jerarquía entre las mujeres), la edad (a menor edad, más creencia de jerarquía de variedades) y formación explícita sobre variedades del español (a mayor formación explícita, más creencia de igualdad entre variedades).
  2. ¿Identifican los jóvenes castellanos la variedad andaluza frente a otras variedades del español? Las peculiaridades fónicas de los hablantes andaluces son claramente reconocibles por los jóvenes universitarios del centro y norte. La variedad andaluza es identificada de manera exacta por casi todos los encuestados, en un porcentaje similar al de la variedad propia. En los escasos errores de identificación de la variedad andaluza, la mayoría la confunde con la castellana, la canaria o la caribeña (además, los hablantes canarios a menudo son identificados como andaluces).
  3. ¿Qué grado de similitud perciben los jóvenes del centro-norte peninsular entre su variedad y la andaluza? Respecto al grado de similitud entre la voz propia y la voz oída en las audiciones de la encuesta, los jóvenes centro-norteños reconocen con claridad que su variedad difiere, bastante, de la andaluza. No obstante, es la variedad que perciben como más próxima entre las ocho tomadas en cuenta en el proyecto PRECAVES XXI. Hay que destacar, además, el alto porcentaje de entrevistados que considera próximas la variedad propia y la andaluza, lo que apunta a la existencia de procesos de convergencia invertida entre los dialectos meridionales y centrales de la península (Villena y Vida, 2017).
  4. ¿Qué valoración otorgan los encuestados a la variedad andaluza, tanto de manera directa como indirecta?, ¿Hay diferencias significativas entre las valoraciones de la variedad propia y la andaluza? La variedad andaluza obtiene una valoración general positiva, ligeramente menor que la propia, castellana. Los jóvenes castellanos otorgan puntuaciones más altas a la variedad andaluza en el componente afectivo y más bajas en el componente cognoscitivo, que probablemente haya que interpretar dentro del juego de prestigios abierto y encubierto o, mejor aún, al encubrimiento del prestigio de la variedad propia por parte de los sujetos centro-norteños.
    Las respuestas, por otra parte, vuelven a manifestar la persistencia de ciertos estereotipos en relación con el andaluz. El habla andaluza se considera más divertida, blanda, bonita, confusa y rural que la castellana y los adjetivos positivos de las respuestas libres destacan esos mismos aspectos. No obstante, el hablante andaluz se considera que está menos cualificado que el castellano, recibe menos ingresos y tiene menos estudios, además de ser menos educado, inteligente y culto, pero es más simpático y cercano. Los estudiantes con formación socio-dialectal son los únicos que valoran mejor a la persona andaluza que a la castellana. La región andaluza es menos avanzada, pero más divertida, familiar y bonita. La cultura castellana y la andaluza se tiene de manera similar en cuanto a que son interesantes y cercanas, pero la andaluza se percibe como menos rica e innovadora.

Los resultados que se acaban de ofrecer son parciales, pues corresponden sobre todo a un perfil muy específico de sujetos: el de quienes están más familiarizados con la diversidad dialectal del español y, por ello, son —o deberían ser— más conscientes de las repercusiones que pueden tener los estereotipos lingüísticos. Las respuestas de estos encuestados, no obstante, proporcionan datos básicos para avanzar de manera coordinada en el proyecto, ya que permitirán comparar las valoraciones obtenidas aquí con las valoraciones de ese mismo tipo de sujetos de los diferentes territorios hispanohablantes. Por otra parte, está prevista la segunda fase del proyecto PRECAVES XXI, que contará con una muestra representativa de todo el espectro social, para conocer la determinación explicativa de otros factores sociales (sexo, edad y nivel de instrucción) en la percepción de las variedades dialectales y las creencias y actitudes que generan. Estos nuevos datos servirán de complemento a los ahora aportados.

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Contribución autores

Ana M. Cestero Mancera (AMCM), Florentino Paredes García (FPG).

La aportación realizada por cada uno de los autores al artículo son las siguientes:


[*] Este artículo se inscribe dentro de las actividades científicas de los siguientes proyectos de investigación: AGENDA 2050. El español del centro-norte de España: procesos de variación y cambio espaciales y sociales (ref. PID2019-104982GB-C51), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, y La población migrante de la comunidad de Madrid: factores lingüísticos, comunicativos, culturales y sociales del proceso de integración y recursos lingüísticos de intervención (IN.MIGRA3-CM; ref. H2019/HUM-5772), financiado por la Comunidad de Madrid y el Fondo Social Europeo.

[1] Yraola (2014: 585) encuentra un 2% de hablantes que señalan que donde mejor se habla el español es en Andalucía, mientras que el 20,3% considera que es ahí donde se habla peor el español (2014: 591).

[2] En las identificaciones erróneas se confunde la variedad andaluza con la castellana (14 casos) —lo que indica de nuevo identificación entre las variedades peninsulares— y con otras variedades, concretamente la canaria (10 casos), la caribeña (9 casos), la andina (5 casos) y la mexicana (2 casos). También es reseñable el hecho de que, en la respuesta Otras, de los 57 casos 56 presentan la concreción de “España”, lo que vuelve a apuntar a la igualación entre variedades peninsulares.

[3] Los datos correspondientes a aquellas respuestas que consideran, erróneamente, que la variedad que escuchan es andaluza son los siguientes: 14 casos de variedad castellana, 69 de variedad canaria, 2 de variedad mexicana, 6 de variedad caribeña, 3 de variedad andina, 26 de variedad chilena y 3 de variedad rioplatense.

[4] La percepción de semejanza respecto a la variedad propia ordena del siguiente modo el resto de acentos: variedad canaria (2,9), andina (2,5), mexicana (2,4), rioplatense (2,3), chilena (2,1) y caribeña (1,8).

[5] No se aporta esta información sobre la variedad castellana en el 0,2% de las encuestas, mientras que sobre la variedad andaluza la ausencia asciende al 5,2%.

[6] Yraola (2014: 573) señala que un 4,8% de los encuestados considera que la región andaluza habla igual o parecido que en Castilla, pero un 12,6% considera que lo hacen de forma diferente (2004: 579). Por su parte, en su estudio de dialectología perceptual, Moreno y Moreno (2004: 30-34) señalan que los madrileños identifican y distinguen la variedad andaluza, a la vez que la perciben como relativamente próxima a la suya, si bien los hablantes de mayor edad la consideran más alejada que los jóvenes.

[7] Todos los informantes del colectivo Profesores de español, menos uno, consideran que la variedad escuchada, centro-norteña, es totalmente idéntica o bastante igual a la suya, lo que nos permite hablar de buena formación o competencia geolingüística, necesarias para desarrollar la profesión. En el caso de la percepción de similitud con la variedad andaluza, también los datos nos permiten llegar a la misma conclusión, pues hay 18 ocasiones en las que se apunta cierta igualdad, frente a 30 en las que se constata gran diferencia.

[8] Los datos estadísticos correspondientes a la variedad castellana son los siguientes: Valoración global: la desviación típica es de,64, y es significativo el hecho de que, teniendo en cuenta los percentiles, solo un 25% está en 3,7, el 50% está en 4,18 y el 75 en 3,32. La prueba de ji2 da un valor de sig. asintót. ,035, lo que no nos permite considerar los datos significativos estadísticamente. Valoración media de aspectos afectivos: la desviación típica es de ,85. Los percentiles son los siguientes: 25, 3,00; 50, 3,67; 75, 4,17. Ahora la sig. asintót. de la prueba ji2 es de ,000. Valoración media de aspectos cognoscitivos: la desviación típica es de ,63. Los percentiles son los siguientes: 25, 3,6; 50, 4; 75, 4,4. Como en el caso anterior, la sig. asintót. de la prueba ji2 es de ,000.

[9] Los datos estadísticos correspondientes a la variedad andaluza son los siguientes: Valoración global: la desviación típica es de ,66, y es significativo el hecho de que, teniendo en cuenta los percentiles, solo un 25% está en 3,27, el 50% está en 3,7 y el 75 en 4,08. La prueba de ji2 ofrece los siguientes datos: sig. asintót. ,966, lo que tampoco en este caso nos permite considerar los datos significativos. Valoración media de aspectos afectivos: la desviación típica es de ,83. Los percentiles son los siguientes: 25, 3,17; 50, 3,83; 75, 4,33. Ahora la sig. asintót. de la prueba ji2 sí permite considerar los datos como significativos, pues es de ,000. Valoración media de aspectos cognoscitivos: la desviación típica es de ,71. Los percentiles son los siguientes: 25, 3,2; 50, 3,6; 75, 4. Como en el caso anterior, la sig. asintót. de la prueba ji2 permite considerar los datos como significativos, ya que es de ,000.

[10] Se señalan siempre los valores que han alcanzado el nivel de significación estadística en la prueba de ji2.

[11] Quizás se trate de una asociación de la característica divertida con “no seria” y los sujetos encuestados consideren que es más positiva la seriedad al hablar de una variedad lingüística.

[12] Yraola (2014: 584) aporta calificativos similares de los castellanohablantes sobre el andaluz: “por el gracejo”, “hablan con mucha gracia y salero”, tiene un acento bonito”, “suena melodioso y alegre”, etc.

[13] Hay que señalar aquí las diferencias entre la evaluación de los dos locutores andaluces: cuando se trata de la voz masculina, la cultura es peor valorada (media: 2,91) que cuando se oye la voz femenina (media: 3,35).