Luque Teruel, Andrés. 2023. Carlos Montaño. La pintura y la instalación escultórica como concepto. Sevilla: Diputación de Sevilla. ISBN: 978-84- 7798-514-3. 197 páginas.
Por Teodoro Falcón Márquez
No existía hasta el presente una monografía sobre Montaño, que ha sido uno de los protagonistas de la pintura sevillana contemporánea. Andrés Luque (2020) ya se había aproximado a la vida y obra de este artista en el artículo: “Carlos Montaño, la escultura como interpretación y uso del espacio”. Laboratorio de Arte 32, pp. 521-544. Por otra parte, algunos aspectos de su obra se habían analizado en los catálogos de sus exposiciones, así como en las reseñas artísticas de la prensa, redactadas por José Ramón Danvila, Alberto Hervía, Manuel Lorente, Braulio Ortiz Poole y Francisco del Río, entre otros.
El autor analiza minuciosamente en esta monografía la biografía y obra de este artista a traves de doce apartados, con títulos sugestivos como: “Un estado de la cuestión también alternativo”; “Una formación amplia y compleja”; “La moral y el mito, primeras pinturas en 1983-1989”; “El principio de un estilo propio, El hombre de la rosa, en 1989”; “Un agudo y expresivo contraste en la monumental fuerza expresiva de El llamador, en 1992”; “El espacio del –No lugar– en Cuadros para encima de un sofá de sky rojo, en 1993”; “La sublimación de la sensualidad y el concepto originario de El paseo de San Sebastián, en 1994”; “La posición alternativa de Ídolos y la escultura como elemento de la instalación, en 1995-2015”; “Desarrollo conceptual de su pintura: abstracción y símbolos, 1995-2015”; “El conflicto del objeto o la memoria de Dios”; “La idea recuperada de camino y presencia que lo transita, en 2016-2019”; “Un nuevo horizonte, vigencia y proyección futura de El paseo de San Sebastián a partir de 2019”; y “El camino, los caminos: Una amplia producción durante el confinamiento y la pandemia”.
Con este análisis del autor se estudia de forma pormenorizada la obra de este artista, así como su evolución. La formación de Montaño -dice Luque- ha sido una de las más singulares, amplia y completa entre los artistas de su época. El artista se graduó en la especialidad de cerámica en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Sevilla y, con posterioridad, en la Facultad de Bellas Artes de esta ciudad, en tres licenciaturas: Pintura, Escultura, Grabado y Diseño. La proyección de su obra ha sido reconocida con una serie de galardones, algunos de ellos en certámenes nacionales.
La expresividad artística de Montaño se desarrolla en dos campos principalmente: pintura y escultura. El primero responde a uno de los epígrafes citados: abstracción y símbolo. Como dice su autor la modernidad de los fondos abstractos informalistas y la novedad de los objetos con la carga simbólica, asociada de un modo personal y subjetivo, enlazan con la tradición barroca tan enraizada en esta ciudad. Tras un viaje a Italia, Montaño quedó fascinado por la obra de “San Sebastián”, de Andrea Mantegna (Ca’ d’Or de Venecia). Este modelo se convirtió en un tema recurrente de su obra, con un planteamiento simbólico encriptado. Las flechas del martirio fueron paulatinamente sustituidas por ramas, espinas, cruces, cuerdas y cubos abiertos, con fondos abstractos y neutros, a veces sobre grandes soportes a modo de trípticos. En el mundo lleno de simbolismos de Montaño aparecen también galgos, la granada, la mano que escribe, un corazón abierto, y la casa, entre otros (“Cuadros para encima de un sofá de sky rojo”, 1993). Como ha manifestado el artista, cada una de sus obras es síntesis y al mismo tiempo análisis de un concepto total del hombre, del tiempo y de la historia.
Como escultor, entre las obras más significativas se halla la serie “Ídolos” (1996). Se trata de pequeñas figuras de bronce que representasn a hombres desnudos, con ausencia de algunos elementos plásticos, como la cabellera. Es un viejo tema que nos evoca el mundo antiguo, dotándole de una visión contemporánea. En su entorno hay cintas metálicas que vuelan libres. En esta línea se halla “El dibujante” (2015-2016), talla en madera de tilo ensamblada; el personaje porta una granada, considerada como un símbolo de muerte y resurrección. Evoca el mito de Perséfone, vinculado a la eternidad, como ciclo sin fin. De características semejantes es la obra titulada “El hombre sagaz solo necesitó un gesto para comprender. Cuéntame tu historia” (bronce, cobre y acero, 1996); así como el titulado “Se lo dijeron, pero advirtiéndole que estaba muy lejos y que a él llevaban dos caminos: uno por tierra y otro por mar” (bronce, hilo de latón y madera, 1996), donde puede apreciarse la relación física, espacial y temporal.
En definitiva, se trata de una monografía en la que el autor de forma didáctica desmenuza e interpreta la obra de Carlos Montaño, uno de los artistas de la vanguardia sevillana actual, de estética abstracta informalista, pertrechado de un variado mundo simbólico.