La imagen de San Francisco de Asís de la parroquia de Nuestra Señora de la O de Chipiona, atribuible al escultor Jacinto Pimentel (h. 1660)
The image of Saint Francis of Assisi from the church of Nuestra Señora de la O in Chipiona, attributable to the sculptor Jacinto Pimentel (c. 1660)
Francisco José Martín López
Investigador independiente
https://orcid.org/0000-0001-8913-8089
fraanmartinl@hotmail.com
Resumen:
Se da a conocer la imagen de San Francisco de Asís que se venera en la parroquia de Nuestra Señora de la O de Chipiona y se propone su atribución al escultor Jacinto Pimentel (h. 1600-1676).
Palabras clave:
San Francisco de Asís; Chipiona; Jacinto Pimentel; escultura barroca; siglo XVII.
Abstract:
The image of San Francisco de Asís, venerated in the church of Our Lady of the O in Chipiona, is revealed, and its attribution to the sculptor Jacinto Pimentel (c. 1600-1676) is proposed.
Keywords:
Saint Francis of Assisi; Chipiona; Jacinto Pimentel; baroque sculpture; XVII century.
Fecha de recepción: 13 de abril de 2024.
Fecha de aceptación: 13 de mayo de 2024.
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© 2025 Francisco José Martín López. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Com-mons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0. International License (CC BY-NC-SA 4.0). |
El escultor Jacinto Pimentel (h. 1600-1676) comenzó a figurar en los estudios histórico-artísticos sevillanos y gaditanos a finales de la década de los veinte del siglo pasado1. Nació en la localidad de Vila Real hacia 16002, trasladándose a la capital hispalense en una fecha indeterminada. La primera noticia que se tiene de él en esta ciudad es en 1624, figurando como oficial en el taller de Francisco de Ocampo3. En el mismo año casó por primera vez con Andrea de Morales en la parroquia de San Vicente4, con la que engendró una prolija descendencia compuesta por tres hijas, once nietos y nueve bisnietos5. Trabajó como escultor en Sevilla desde finales de los años veinte, realizando en 1629 un San Antón para el dorador Pedro Mateos de Ledesma6. Su primera obra conservada es la Inmaculada Concepción de la parroquia de San Lorenzo, concertada el 10 de junio de 16307. A partir de entonces se le documentan otros trabajos, a saber: seis imágenes para el pintor Pablo Legot (1630)8, la imaginería del retablo mayor del convento de Madre de Dios de Carmona (1630)9, un Crucificado y una Verónica para el Hospital de Nuestra Señora de la Paz de Sevilla (1631)10, un San Juan de Dios para el convento del Corpus Christi de Utrera (1631)11, trabajos en el antiguo retablo mayor de la iglesia colegial del Divino Salvador (1633)12, un San Benito para el convento de Santa María de las Dueñas de Sevilla (1633)13; una imagen de San Alberto para el convento del Carmen Alcalá de Guadaíra (1634)14, el retablo mayor de la parroquia de Alcalá del Río, en colaboración con el ensamblador Matías Fernández (1634)15; y un retablo para la capilla de Gerónimo Ruiz de la Fuente en la iglesia de San Antonio de Sevilla (1635)16.
A finales de la década de los treinta, el imaginero debió atravesar una coyuntura económica adversa. El monopolio de la oferta escultórica hispalense por Juan Martínez Montañés y sus seguidores debió dificultar el ejercicio de Pimentel, que aparece rogando al cabildo de la colegial del Salvador para que le permitan terminar el retablo mayor de la iglesia17. Hasta tal punto pudo llegar su precariedad que incluso acudió a la competencia desleal, ofreciendo realizar el retablo mayor de la parroquia de Aracena a un precio menor del que lo habían contratado con Juan de Remesal en marzo de 162918.
La situación en Sevilla debió ser insostenible, por lo que emigró a Cádiz a mediados de la década de los treinta. Las primeras noticias del artista en la ciudad son de 1635, vinculado a actividades comerciales con América19. Jacinto Pimentel prosperó en la capital gaditana en un contexto donde la urbe estaba en pleno proceso de crecimiento. Se dedicó al préstamo de dinero, a la venta y arrendamiento de propiedades inmobiliarias y al comercio ultramarino, adquiriendo un nivel de vida holgado que le permitió costear las dotes de sus tres hijas, cuyas cantidades sumaron 18.043 reales de vellón20. A partir de la segunda mitad de la década de los cincuenta vivió un periodo decadente asociado a un mal estado de salud. Tras la muerte de su segunda esposa, Ana Núñez Sidón, con la que casó en la parroquia de Santa Cruz de Cádiz el 18 de abril de 163821, contrajo nupcias con María Guerrero. Esta, que era viuda y adinerada por la herencia de su anterior esposo, se encargó de mantener al escultor hasta su muerte22. Pimentel redactó su testamento el 9 de enero de 1676, informando de su carácter piadoso al ser miembro de la V.O.T. de San Francisco, fundador de la Hermandad de San Antonio de Cádiz, y oficial de la junta de gobierno de la Cofradía de la Columna del mismo municipio23. Aunque no conocemos la fecha exacta de su muerte, sí sabemos que mandó ser enterrado en el altar mayor de la parroquia de San Antonio de Cádiz portando el hábito franciscano.
En cuanto a su actividad como escultor, fue en Cádiz donde alcanzó la madurez de su estilo. El 8 de marzo de 1637 concertó el Stmo. Cristo de la Humildad y Paciencia de la homónima corporación gaditana radicada en la iglesia de San Agustín24. Tras ella le siguieron otras importantes tallas en la capital, como la Virgen del Carmen Coronada (1638)25, el San Sebastián de la iglesia del Santo Ángel Custodio (1650)26, el San Juan Bautista que hoy se encuentra en la cripta del convento capuchino de Granada, procedente de la iglesia de San Agustín de Cádiz (1651)27; el Crucificado de la Expiración de la iglesia de San Francisco (1655)28, y el Cristo atado a la Columna de la iglesia de San Antonio (1660)29. También realizó en 1644 las imágenes de San Diego de Alcalá y San Bernardino para el convento de San Francisco30, que no se conservan, y se le atribuyen el San Pedro y el San Juan Evangelista de la Hermandad de la Columna de la parroquia de San Antonio (h. 1660)31.
Su estilo refleja una transición entre las formas montañesinas y los nuevos influjos barrocos introducidos por José de Arce. Se pueden diferenciar dos etapas estilísticas: la sevillana y la gaditana. Mientras que en la primera se muestra fiel a lo aprendido en Sevilla, con imágenes de físicos atléticos y expresiones ensimismadas, la segunda supone una enfatización de lo expresivo y la estilización anatómica. Se aprecia un proceso de simplificación formal que dota a sus imágenes más tardías de complexiones delgadas, anatomías sugeridas y un gusto por el dramatismo en los gestos que incluso deforma los rasgos faciales.
En el presente trabajo queremos dar a conocer la imagen de San Francisco de Asís que se venera en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la O de Chipiona y proponer su atribución a las gubias de este imaginero. Son escasas las noticias que existen a propósito de esta talla. Ni Enrique Romero de Torres, en su Catálogo Monumental de España (1908-1909), ni en la Guía Artística de Cádiz (2005) se la menciona en la descripción del patrimonio artístico de la parroquia chipionera. Sin embargo, por los inventarios parroquiales de 1908 y 1922 sabemos que se encontraba ubicada en el retablo neoclásico donde hoy continúa32. El retablo debió realizarse hacia 1849, pues en el inventario de dicho año figura como “un altar nuevo” que no estaba terminado de pintar33. No disponemos de más documentación que nos permita conocer la trayectoria material de la escultura, aunque contamos con testimonios de algunos miembros del personal de mantenimiento de la parroquia, testigos directos de los hechos, que podrían paliar este vacío34. Al parecer, al tiempo de fundarse la Hermandad del Cautivo, en 1960, la imagen se retiró del retablo para colocar en él a la Virgen de los Dolores de dicha corporación. El santo se almacenó en la capilla bautismal donde quedó abandonada hasta la década de los setenta, cuando la citada hermandad habilitó esta capilla para exponer a sus titulares. San Francisco regresó a su emplazamiento original y allí permanece hasta la actualidad.
Es una imagen realizada en madera de cedro, de un metro y sesenta y cinco centímetros de altura y policromada al óleo (Figura 1). Está tallado al completo, aunque la mitad superior de las piernas, el torso y los brazos solo están sugeridos en volumen. Según el testimonio de uno de los miembros del personal de mantenimiento de la parroquia, en la década de los setenta fue intervenido por un carpintero local cuyo nombre desconocemos. El mismo sustituyó los brazos originales estáticos por otros articulados para facilitar su vestimenta, aprovechando la madera de los anteriores. También reemplazó la cruz original por otra de nueva factura sobre la que se fijó un pequeño Crucificado. Finalmente, aplicó una capa pictórica de color gris al torso, brazos y las piernas hasta las rodillas.

Figura 1. Jacinto Pimentel (atribución), San Francisco de Asís, ca. 1600, Parroquia de Nuestra Señora de la O de Chipiona, fotografía de Javier Cantos Lozano.
La cabeza posee gran fuerza plástica, interpretando al santo con un gesto concentrado observando el Crucifijo que porta con su mano izquierda (Figura 2). Las características del rostro y la cabeza nos empujan a atribuirlo a Jacinto Pimentel, en vista de las analogías estilísticas con otras obras suyas. El cabello, peinado con la tonsura propia de los religiosos, está tallado a base de surcos ondulados verticales. Frente al detallismo de los escultores de la órbita montañesina y mesina en este aspecto, el autor de la talla gaditana interpreta los mechones con ligeras pasadas de gubia. El resultado de esta técnica se asemeja al del modelado, utilizada por Jacinto Pimentel en las obras de su etapa gaditana.

Figura 2. Detalle del rostro de San Francisco de Asís de la parroquia de Nuestra Señora de la O de Chipiona, fotografía de Javier Cantos Lozano.
Por su parte, el rostro es de facciones anchas y rasgos delicados. Las proporciones de los distintos elementos recuerdan a las del Stmo. Cristo atado a la Columna de la iglesia de San Antonio de Cádiz (1660), sobre todo en las dimensiones de la nariz y en la separación de los ojos (Figura 3). Estos, almendrados y entornados, se rodean de unos párpados superiores inflamados que se repite en el citado Cristo gaditano. Igualmente, el modelado de los labios y las orejas remiten a la misma imagen, así como los dientes superiores y la remarcación de los pómulos. De similar factura es la barba, provista de dos grandes mechones que nacen de debajo del mentón. También las manos se aproximan a las del mismo Cristo, características por su expresividad y por el detallismo con el que el autor ha representado los tendones y venas (Figura 4).

Figura 3. Comparativa entre el San Francisco de Asís de Chipiona y el Santísimo Cristo atado a la Columna de la iglesia de San Antonio de Cádiz, obra de Jacinto Pimentel (1660), fotografías de Javier Cantos Lozano y José Antonio Sánchez.

Figura 4. Detalle de la mano izquierda de San Francisco de Asís de la parroquia de Nuestra Señora de la O de Chipiona, fotografía de Javier Cantos Lozano.
La policromía se conserva en buen estado, característica por unos tonos ocres claros acompañados de sutiles frescores en la zona de los pómulos, orejas y labios. La claridad de la encarnadura contrasta con la oscuridad del cabello y la barba, unificándose todo el trabajo bajo un brillo satinado de gran atractivo visual. Consideramos que se trata de la policromía original, habida cuenta de las similitudes con la de otras imágenes suyas, como la del Stmo. Cristo de la Humildad y Paciencia de la iglesia de San Agustín de Cádiz. Desconocemos el nombre del policromador.
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1. López Martínez 1928a, 164; 1928b, 74, 111; 1932, 127-128; Sancho Corbacho 1928, 284-290; Hernández Díaz 1933, 49; 1974, 77-88; 1988, 114; Martín y Sancho 1939, 18, 33; Hernández Díaz, Sancho Corbacho y Collantes de Terán 1939, 186; Sancho de Sopranis 1951, 16-22; Gómez-Moreno, 1963: 292; Martín González 1983, 166; Sánchez-Mesa Martín 1989, 195, 197; Hormigo Sánchez y Sánchez Peña 1991, 125, 140; Romero Coloma 1996, 142-158.
2. Pertenecía al antiguo reino de Galicia, inscribiéndose actualmente en el término territorial de Portugal.
3. Sancho Corbacho 1931, 284.
4. La partida de casamiento se encuentra en Archivo Histórico de la Parroquia de San Vicente Mártir de Sevilla, caja 353, Desposorios, libro de matrimonio nº 7, 1623-1624, f. 14v.
5. Sobre la red familiar del escultor véase Martín López 2023, 93-103.
6. López Martínez 1928a, 146.
7. Sancho Corbacho 1931, 285-288.
8. Bago y Quintanilla 1932, 70.
9. Sancho Corbacho 1931, 289; López Martínez 1932, 127-128.
10. Sancho Corbacho 1931, 290-291.
11. López Martínez 1928a: 146.
12. López Martínez 1932, 128.
13. López Martínez 1928a, 147.
14. López Martínez 1928a, 164.
15. López Martínez 1928a, 146.
16. López Martínez 1932, 128.
17. López Martínez 1932, 128.
18. Pérez-Embid 1975, 89-90.
19. Hormigo Sánchez y Sánchez Peña 2007, 391.
20. Martín López 2023, 99.
21. Hormigo Sánchez y Sánchez Peña 2007, 391.
22. Martín López 2023, 100-101.
23. El testamento se encuentra en Archivo Histórico Provincial de Cádiz (AHPC), Protocolos notariales, sección Cádiz, legajo 1.801, oficio 10, 1676-1678, ff. 4-8v.
24. El contrato se encuentra en AHPC, Protocolos notariales, sección Cádiz, legajo 16.697, libro 1º, oficio 24, 1637, ff. 549-550. Hormigo Sánchez y Sánchez Peña 1991, 126.
25. Zamanillo Tornay 2022, 66.
26. Su autoría ha sido descubierta por el hallazgo de la firma del autor en su interior durante la restauración llevada a cabo en 2023 por Fabián Pérez Pacheco.
27. Martín/ Sancho 1939, 18.
28. Hormigo Sánchez y Sánchez Peña 1991, 126.
29. Díaz Chacón, Marín Fatuarte y Pérez-Avila Taboada 2003, 9-10.
30. Martín Respeto 1946, 60.
31. Hormigo Sánchez y Sánchez Peña 2007, 125.
32. Archivo General del Arzobispado de Sevilla (AGAS), fondo arzobispal, sección Administración, serie Inventario de parroquias, legajo 14. 562, expediente 5, f. 13; legajo 14.573B, ramo 8, f. 3v.
33. AGAS, fondo arzobispal, sección Administración, serie Inventario de parroquias, legajo 14.570, expediente 6, f. 5
34. Agradecemos la colaboración de Javier Cantos Lozano en la recopilación de testimonios y por sus fotografías con las que ilustramos este trabajo.