Ibáñez Fernández, Javier/Alonso Ruiz, Begoña (2021): El Cimborrio en la arquitectura hispánica medieval y moderna. Madrid: Instituto Juan de Herrera. ISBN: 978-84-9728-590-2. 328 páginas.
Por Juan Clemente Rodríguez Estévez
Hallando su origen en la arquitectura tardoantigua, el cimborrio tomó carta de naturaleza en el occidente cristiano durante la Edad Media. Situado en el corazón del templo, allí donde se cruza la nave principal con el transepto, delante de la capilla mayor, su presencia habilitaba un espacio dominante, que se elevaba por encima del conjunto, iluminándolo a modo de linterna.
Su carácter celebrativo podría justificar el uso de una palabra de origen latino (ciborium), procedente a su vez del griego, que parece aludir a la forma de la flor del loto y, por extensión, a un tipo de copa que la evoca. Utilizada en el ámbito eclesiástico para aludir a una especie de baldaquino, su aplicación en un contexto arquitectónico queda acreditada en los textos bajomedievales.
Su preeminencia en la configuración espacial del templo halla su justa correspondencia en el exterior, pues con su habitual apariencia turriforme, el cimborrio se alza convirtiéndose en una referencia urbana. La miniatura medieval, las vistas del Renacimiento y la fotografía del siglo XIX, antes de que se elevaran los caseríos de nuestras ciudades, dan fe de ello.
El prestigio del templo hallaba un fiel aliado en estas altivas estructuras, cuya erección –en muchos casos– se convirtió en un auténtico reto constructivo. Así, la pericia técnica se suma con particular protagonismo al conjunto de atributos que definen la presencia del cimborrio en el imaginario colectivo. Asumiendo un riesgo que provocaría la ruina de algunos de los más destacados ejemplares, aquellas estructuras que han logrado sobrevivir al paso del tiempo ocupan un lugar destacado en el patrimonio arquitectónico europeo.
El libro que nos ocupa centra su atención en el estudio del cimborrio en el ámbito español, donde este modelo arquitectónico halló un particular predicamento, tal como evidencia el número de ejemplares erigidos a través de un dilatado período de tiempo, con una diversidad tipológica extraordinaria.
Tras desarrollar una larga investigación, cuyos primeros frutos salieron a la luz en la Revista Artigrama, (nº31, 2016, pp. 115-202), esta obra completa y amplía todo lo dicho hasta entonces por sus autores, los historiadores del arte Javier Ibáñez y Begoña Alonso, catedráticos de las Universidades de Zaragoza y Cantabria.
Nos hallamos ante un libro editado con esmero, dotado de un amplio aparato crítico y ricamente ilustrado. Las numerosas imágenes de los ejemplares conservados, todas ellas de gran calidad, forman un valioso corpus ampliado con reproducciones de dibujos históricos y recreaciones que permiten explorar los diferentes proyectos, así como recuperar la memoria de obras alteradas o definitivamente perdidas.
A través de un largo recorrido por la geografía peninsular, se bucea en los primeros testimonios altomedievales, para luego analizar las obras más destacadas del románico y del gótico hasta alcanzar la Edad Moderna, cuando se experimenta con nuevas y originales soluciones. En este largo camino, se examina con detalle la naturaleza de estas estructuras arquitectónicas, trabajando sobre una larga nómina de ejemplares, cuya selección se ha visto justificada por su calidad técnica y estética, por su monumentalidad e interés tipológico. Al hilo de este asunto, habría que destacar la atención concedida a aquellas obras no conservadas, entre las cuales ocupan un lugar especial los cimborrios destruidos de las catedrales de Sevilla y Burgos.
El estudio de cada uno de los ejemplares se integra en una narración marcada por la evolución de los diferentes modelos y de las variantes regionales. El ciclo de los cimborrios del Duero, la formulación de los cimborrios góticos en Cataluña y Valencia, las complejas aportaciones ofrecidas por la arquitectura tardogótica, con soluciones tan singulares como las ofrecidas en el foco aragonés. Todos estos asuntos y otros muchos van trazando complejas redes de intercambios e influencias, cuya exposición es resuelta con eficacia por parte de unos autores que exhiben un conocimiento amplio y profundo de la arquitectura peninsular.
El mayor interés del trabajo reside en su capacidad para ofrecer una visión de conjunto, sintética y a la vez rigurosa, sobre un panorama complejo, cuyo dominio exigía un estudio exhaustivo de una documentación muy dispersa y de una extensa bibliografía, si consideramos las aportaciones acumuladas en las últimas décadas sobre la ejecución, reformas y restauraciones sufridas por estas frágiles estructuras.
La obra de los profesores Javier Ibáñez y Begoña Alonso está llamada a convertirse en el trabajo de referencia para los estudios posteriores sobre los cimborrios peninsulares. Pero, además, por su ambicioso planteamiento, su interés trasciende a esta materia. En un contexto historiográfico marcado en las últimas décadas por un panorama sumamente fragmentado, viene a estimular nuevas investigaciones de conjunto sobre diferentes aspectos de nuestra arquitectura monumental.