García Luque, Manuel (2022): Pedro Duque Cornejo y las artes del Barroco en Andalucía (1678-1757). Sevilla: Consejería de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía y Universidad de Granada. ISBN: 978-84-9959-425-5 (Consejería de Turismo, Cultura y Deporte). ISBN: 978-84-338-7015 (Editorial Universidad de Granada). 315 páginas.

Por José Luis Romero Torres

En el año 2022, una institución cultural y otra académica se aunaron en la publicación de este valioso y decisivo estudio de 315 páginas, 301 ilustraciones, dos cuadros sinópticos y dos árboles genealógicos, características que constituyen el primer tomo del texto de la Tesis Doctoral que el historiador Manuel García Luque defendió en 2018, un pulcro trabajo dedicado a la valoración histórica y artística del escultor Pedro Duque Cornejo. Antes de esa fecha, este autor ya había demostrado su interés por investigar en profundidad esta figura destacada de la Historia del Arte español con su trabajo final de máster y, especialmente, con la publicación de su primer artículo titulado “Un conjunto singular del barroco sevillano en Granada: el Apostolado de la Basílica de las Angustias, obra de Pedro Duque Cornejo”. Destacamos este artículo porque fue una aportación muy bien recibida por los historiadores que nos dedicamos al estudio de la escultura. Aunque las fechas de los trabajos de la catedral granadina y del mencionado apostolado eran conocidas, la estancia de Duque Cornejo en Granada planteaba dudas ¿el escultor trabajó en Sevilla y trasladó las obras a Granada o las trabajó en la ciudad de La Alhambra? y ¿cuántos años estuvo en ella? El resultado de aquella investigación aclaró las interrogantes y dio una nueva luz a la vida de Duque Cornejo, un artista que, como su abuelo Pedro Roldán, también trabajó para ciudades y pueblos de varias provincias andaluzas, lo que permitió que su estilo barroco influyera en otros escultores de su época.

Desde las monografías sobre Pedro Duque Cornejo escritas por René Taylor en 1982 y José Hernández Díaz, un años después, no se había publicado ninguna otra actualizada con las novedades aportadas en estos últimos treinta y nueve años, como el artículo del Dr. García Luque publicado en 2010 que aportaba frescura o brotes verdes al conocimiento del arte andaluz del siglo XVIII.

Desde que conocimos la noticia de la continuación de sus investigaciones en los archivos notariales, religiosos y municipales de las ciudades en las que vivió Duque Cornejo, así como en los estatales y en instituciones extranjeras, estábamos ansiosos por conocer sus hallazgos, su interpretación histórica y el análisis formal de sus obras. Este escultor necesitaba este estudio profundo de su compleja actividad, pues fue un escultor que trabajó en madera y en piedra; diseñador y constructor de retablos; pintor; un hábil dibujante y grabador, cuya vida transcurrió, principalmente, en Sevilla, Granada y Córdoba, en donde realizó obras para otros destinos españoles.

La monografía se estructura en cinco amplios capítulos, siguiendo una correcta estructura académica. El autor comienza con el estudio de la fortuna crítica e historiográfica que, excepto la opinión de Ceán Bermúdez y algunos críticos del siglo XIX, todas las demás valoraciones han sido favorables a la calidad artística y a la diversidad creatividad del escultor sevillano. El discurso continúa con un segundo capítulo en el que aporta los novedosos datos de la vida de Duque Cornejo; su relación con su abuelo Pedro Roldán y sus padres, el escultor José Felipe Duque Cornejo y la pintora Francisca Roldán; así como su prometedor inicio artístico junto a Jerónimo Balbás, su matrimonio e hijos, los triunfos junto a Francisco Hurtado Izquierdo, los viajes y los principales encargos. Y termina con su testamento y partición de bienes.

En el tercer capítulo de esta monografía se analiza la variedad de la clientela y las obras que realizó para los arzobispos Manuel Arias, Luis de Salcedo y Martín de Ascargorta, para el obispo Miguel Vicente Cebrián, y para los cabildos catedralicios de Sevilla, Granada, Córdoba y Jaén. La amplia producción de este escultor que vivió 79 años, de los cuales 58 fueron de intensa actividad artística, fue también posible por los encargos de las dos clases de clero; la nobleza y los comerciantes; las asociaciones religiosas de gloria y penitenciales de distintos lugares de Andalucía; y algunas instituciones civiles.

El cuarto capítulo está dedicado al análisis de los perfiles de la personalidad del artista a la que califica de poliédrica. Acertadamente valora la capacidad del escultor en articular un nuevo lenguaje partiendo de la influencia que el escultor flamenco José de Arce ejerció sobre Pedro Roldán y cuyo estilo sustituyó la herencia de Martínez Montañés en la escultura sevillana. Asimismo, destaca la influencia del estilo roldanesco, el de su abuelo, sobre la personalidad del nieto y la influencia berninesca que le llegó a través de las obras italianas existentes en Andalucía y de los escultores napolitanos y genoveses activos en la región. Referente a su formación, se sigue planteando la dificultad de discriminar su personalidad del contexto familiar formado por el abuelo, los padres y los tíos, en el que estuvo estrechamente vinculado en la última década del siglo XVII. En esta monografía, el autor cuestiona las etapas artísticas que María Elena Gómez Moreno y José Hernández Díaz hicieron coincidir con sus traslados de residencia, y plantea periodos más coherentes y apropiados –juvenil, maduro y tardío– que definen los cambios de estilo. García Luque valora de gran interés el primer periodo que abarcó unos quince años y coincide con las primeras obras sevillanas y granadinas, a pesar de ser el peor conocido y al que la crítica ha prestado menos atención. Este fenómeno ecléctico suele ser una característica habitual en la primera etapa de los artistas, pues los elementos novedosos o creativos del joven artista se funden con los rasgos formales aprendidos en su periodo de formación. El autor define las características del estilo personal de Duque Cornejo en las composiciones dinámicas, los plegados agitados, sus característicos rostros, etc.; que le han permitido rechazar atribuciones erróneas.

En el último capítulo, dedicado al proceso creativo, el autor analiza detalladamente los variados y exuberantes diseños de los soportes de sus retablos derivados del estípite que difundió en Sevilla el escultor Jerónimo Balbás, activo en la ciudad de la Giralda entre 1705-1717, los que Duque Cornejo enriqueció sus formas inspirándose en los antiguos modelos manieristas de Dietterlin. Asimismo, García Luque deja constancia de su gran conocimiento sobre la influencia de las composiciones de Durero, Rubens, Van Dyck, Guido Reni, Carlo Maratta, Nicolas Poussin o Simon Vouet, en la escultura andaluza a través de grabados. Aporta las fuentes gráficas usadas por Duque Cornejo en la sillería del coro de la catedral de Córdoba, en donde usó distintas fuentes, entre ellas, composiciones de Murillo, las ilustraciones de la Biblia Sacra Vulgata y grabados de Sadeler, Wierix, Cort, etc. Además, valora las pinturas que realizó Duque Cornejo y aporta un interesante estudio de los dibujos que ha identificado como obras de este artista.

Esta monografía se inicia con un prólogo del catedrático Dr. Benito Navarrete Prieto en el que valora la capacidad investigadora, formación intelectual y académica del autor, además de resumir su intensa trayectoria profesional reflejada en sus publicaciones de gran aportación a la historia de la escultura andaluza. Y termina el libro con la habitual relación de las fuentes, manuscritas e impresas, y la bibliografía. Una espléndida y modélica monografía sobre Pedro Duque Cornejo, el escultor andaluz que alcanzó más prestigio en el siglo XVIII, escrita con lenguaje correctamente académico y con claridad sintáctica que favorece una cómoda lectura.